Psiquiatría y Opus Dei

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Por Ruta de Aragón, 29 de octubre de 2007


Una de las cosas mas monstruosas que se hacen en el Opus Dei por parte de los directores y sacerdotes del Opus Dei es hacer “pitar” (pedir la admisión como numerari@s y agregad@s al Opus Dei) u ordenar sacerdotes a personas que no reúnen las condiciones requeridas, esto representa una verdadera y grandisima crueldad para la persona victima del Opus Dei; normalmente un adolescente o una adolescente que así extraviado se encuentra expuesto a ser piedra de escándalo para si y para los demás y una verdadera crueldad para con la Iglesia.

Se engaña el Opus Dei y El Padre; y engañan a la gente y a la Iglesia cuando fuerzan a la gente a que se haga numerari@ y agregad@ por conseguir unas metas proselitistas, o porque hay que dar una alegría al Padre el día de su santo; o a La Virgen el día de La Inmaculada, cosas de la teología del Opus Dei. (La situación actual del Opus Dei en España tras “la campaña de los 500”, EscriBa, 2 de marzo de 2007)...

Es engañarse ver en la vocación de numerari@ o agregad@ la simple satisfacción de una devoción personal, ofrecida o impuesta, a todos aquellos o aquellas cuya alma piadosa pueda aspirar a ella.

Uno de los problemas que mayor significación tiene en la vida sacerdotal y de los numerari@s es el problema sexual. Y es uno de los grandes obstáculos para ser numerari@ o agregad@ cuando reviste determinado carácter la sexualidad. Hay una serie de disposiciones temperamentales, constitucionales y patológicas que dificultan la castidad y esta es una cualidad del sacerdote y del numerari@ o agregad@. No comprendo cómo el Opus Dei trata con gran ligereza este problema en el momento de forzar a la gente a que se haga numerari@ o agregad@.

Las enfermedades mentales ya no suponen solamente incapacidad para darse verdaderamente cuenta de lo que se hace al hacerse numerari@ o agregad@ o al ejercer el sacerdocio. La incapacidad para ser numerari@ y agregad@ o sacerdote y la falta de vocación suponen también la latencia peligrosa de una futura enfermedad mental con las funestas consecuencias que para esa persona y para la comunidad cristiana eso supone. Finalmente, estas enfermedades pueden representar la causa de una incapacidad para guardar la castidad.

Hay una psicopatía sexual, es decir, una enfermedad psiquiátrica cuya principal sintomatología es una sexualidad patológica. Esta psicopatía sexual sería la etiqueta bajo la cual se almacenarían todas las enfermedades que originan dificultades sexuales: “neuróticos, escrupulosos, abúlicos, histéricos y en general, defectos psicológicos o biológicos en materia sexual o afectados de algún defecto mental como esquizofrenia, paranoia, etc.”. Los tres grandes grupos de enfermedades mentales psicopatías, neurosis y psicosis, pueden dar lugar a cualquiera de las tres posibilidades sexuales patológicas: aumento, disminución y perversión. La sexualidad deformada es únicamente un síntoma, que corresponde a una enfermedad mental. Esta enfermedad es la que es necesario diagnosticar. Un psiquismo puede considerarse adulto cuando ha logrado la madurez sexual: cuando después de haberse librado de las maneras infantiles permite una buena tolerancia de las frustraciones y de aquí las más constructivas sublimaciones. Una sexualidad correctamente integrada en la personalidad es por una parte signo de madurez, por otra de verdadero entusiasmo por su vocación como intenté explicar en Madurez afectiva y psicológica de numerari@s y agregad@s de 28-11-07

Cuando la sexualidad es inmadura pueden presentarse dos posibilidades, o que sea demasiado tolerable y silenciosa o que resulte intolerable. No hay que dejarse engañar por la primera. Si es inmadura depende de una estructura subyacente patológica y lo que no se manifiesta de una manera se manifestará de otra. La sexualidad no se manifiesta siempre en forma hiperestésica donde cada cosa que ocurre a nuestro lado es un estimulo o tentación sexual.

El verdadero problema, pues, de la selección de vocaciones es el de su madurez e integración. Es en último término a estas cosas a las que se reduce la salud mental para el sacerdocio y para ser numerari@ o agregad@. Son tres los tipos de enfermedad que pueden ser asiento de estos trastornos psicopatías, neurosis y psicosis; creo interesante el establecer su concepto.

Psicopatías: los psiquiatras consideran a las psicopatías o personalidades psicopáticas, como enfermos principalmente de la afectividad y del carácter. Individuos escasamente integrados expresan sus conflictos en forma generalmente antisocial. Esta anormalidad de conducta se manifiesta muy pronto en la vida del individuo y no presenta nin­guna de las características propias de los síndromes psiquiátricos: ni delirios, alucinaciones, hipocondría, impulsos, obsesiones, etc. El psicópata libera, saca fuera sus impulsos; su vida es dramática y no afecta únicamente al enfermo sino que incluye también a los que le rodean. En la neurosis o psiconeurosis; las necesidades subjetivas se satisfacen simplemente mediante procesos internos, tales como la fantasía. El psicópata por el contrario vierte fuera de el sus impulsos, y esta es la causa de que su conducta sea delictiva o inconveniente. Esto es lo que se llama manera de “estar presente del neurótico y del psicópata”.

Neurosis: el neurótico no sabe adaptarse a la realidad porque ésta le resulta diferente de como se la había imaginado; el psicópata porque la realidad, es diferente de como él quisiera. En la neurosis el más perjudicado es el que la padece; en la psicopatía el más perjudicado es el mundo que le rodea. Esta es otra de las características de la moderna psiquiatría, la de su carácter genético y evolutivo. Las enfermedades psiquiátricas son el resultado de trastornos en la adaptación, de los que resultan detenciones, regresiones, faltas de integración, por las que el sujeto en vez de seguir adelante en el camino de la madurez vive sistemas infantiles e inadecuados. Ya hemos dicho algunas cosas referentes a las neurosis.

Si las principales formas de psicopatía son: la hipertimia, la depresión, la inseguridad, el fanatismo, la necesidad de estimación, la labilidad de ánimo, la explosividad, la malignidad, la abulia, la astenia. Las principales formas de neurosis son la angustia, el miedo, las compulsiones, las obsesiones y los fenómenos de conversión. En los dos casos neurosis y psicopatías se trata de una actitud inadecuada ante la vida; su objetivo puede ser mal concebido o inaccesible sobre todo teniendo en cuenta los medios de que se dispone. Los objetivos perseguidos son casi siempre los mismos: el interés, el afecto, la seguridad, la satisfacción de todas las necesidades vitales, la certeza, el derecho a la existencia. Se califica una conducta de neurótica cuando la persona se esfuerza en alcanzar cosas que no corresponden a su nivel de desarrollo psíquico; o en lograrlos con métodos correspondientes a fases ya antiguas; o con un lenguaje orgánico con el que expresa de manera puramente instintiva experiencias de orden emotivo. El neurótico tiene como causa profunda la estructura psíquica del sujeto que llegado a un cierto nivel del desarrollo no consigue resolver completamente los conflictos que se le presentan. En la neurosis hay situaciones conflictivas no asimiladas. Los síntomas neuróticos son sustituciones simbólicas de la fantasía. El neurótico pierde en parte el sentido de la realidad pero acepta a ésta valiéndose de una serie de mecanismos de seguridad y de protección, el psicópata pretende hacerse la realidad a su antojo. La mayor parte de psiquiatras sean inflacionistas o desinflacionistas respecto al alcance de las neurosis consideran a esta de origen psíquico. Son enfermedades llamadas psicógenas. Las psicopatías, al contrario, tienen un fundamento constitucional. Algunas de las causas que se consideran determinantes de las neurosis son para que apreciemos mejor su naturaleza:

  1. Circunstancias que precipitan la situación actual con la que el enfermo no está en condiciones de luchar.
  2. Fracaso en la solución de problema presente después de una serie de tentativas sin éxito.
  3. Sustitución de medidas de adaptación realistas por otras imaginativas regresivas.
  4. Reactivación de viejos conflictos que en el pasado indujeron al yo a volver a los tipos más antiguos de adaptación en el curso de la maduración.
  5. Esfuerzos del yo en resolver conflictos infantiles resucitados al evadirse de la actual situación vital. La diferenciación entre la serie de formas que adopta la neurosis depende en gran medida del tipo de medida defensiva empleado para resolver la angustia, la culpabilidad y la inferioridad que resulta cuando el conflicto neurótico original se reactiva.
  6. Los síntomas que representan la tentativa del yo para resolver el conflicto, absorben la energía del enfermo y le hacen aún menos eficiente para tratar con los verdaderos problemas de la vida. El conflicto secundario necesita ulterior regresión y produce nuevos síntomas que a su vez disminuyen la eficiencia del yo absorbiendo de él más energía. Así es como se constituye el círculo vicioso neurótico.

Psicosis: En la psicosis hay una pérdida casi completa de la realidad y una creación de la misma. El neurótico no pierde la realidad. La realidad existe para él aunque amenazadora porque tiene experiencia de haber fracasado muchas veces en ella. La acepta pero después de haberse provisto de una serie de defensas internas. El psicótico prescinde de ella y vive un mundo suyo. De aquí deriva la diferencia de síntomas entre una y otra enfermedad. El neurótico vive con angustia, miedo, fobias, etc. El psicótico con alucinaciones, delirios, etc. La psicosis supone una regresión a un nivel de adaptación muy anterior a aquel en que vivía el enfermo antes de enfermar; una pérdida de reacciones apropiadas para el enfermo y que podríamos decir, la desocializan. El individuo se vuelve extraño en el amplio sentido de la palabra y en el estricto: extraño para sí y para los demás; se aparta, se aliena, se segrega en un sentir subjetivo y en la comprensión objetiva de la realidad. En las psicosis hay siempre un factor somático, se dividen en endógenas y exógenos según que la causa que las origina proceda de fuera o de dentro del cuerpo. La psicosis más importante por su frecuencia, y por la intensidad de sus manifestaciones es la esquizofrenia. Desde el punto de vista del dictamen de aptitud para la vida religiosa tiene una gran importancia porque su edad de aparición más corriente es de los 19 a los 23 años.

Con estas breves notas no pretendo desarrollar todo este tema. Sólo aportar algunas ideas que sirvan para demostrar el interés que ofrece el ahondar en este problema. Es interesante hacer notar que si la Iglesia ha ido progresivamente incorporando los adelantos que experimentaba la psiquiatría, también el Opus Dei podría incorporar los adelantos que experimentaba la psiquiatría a la hora de aplicar un discernimiento vocacional a los jóvenes que se acercan o son acercados al opus Dei evitando la crueldad con sus victimas y el desprestigio de la Iglesia.

Las relaciones entre una religión deísta y la salud mental pueden resumirse así:

  1. Las convicciones religiosas sinceras constituyen una ayuda terapéutica preciosa para la conservación de la salud mental, pero no representan una panacea infalible.
  2. Las convicciones religiosas no tienen valor de una higiene mental más que en el caso de que el individuo ensaye lealmente regular su conducta según sus creencias.
  3. La religión no reemplaza a la psiquiatría: cuando la salud se altera, las exhortaciones piadosas solas no bastan para restaurarla, pero la religión puede muy bien proporcionar un plan de vida para el porvenir.
  4. La psiquiatría no reemplaza a la religión a pesar de las tentativas hechas por ciertos psiquiatras religionistas.
  5. La religión puede ser considerada desde un punto de vista natural y ayudar así la salud mental por los principios morales que le procura.
  6. La religión católica es una religión sobrenatural y revelada; el que sea sobrenatural hace que no pueda compararse con la psiquiatría. Esto, sin embargo, no significa que exista entre ella oposición. No hay ningún motivo para que en el tratamiento de una enfermedad mental exista aún oposición entre la religión católica y la psiquiatría como no la hay entre la religión católica y la medicina general.
  7. La religión obra sobre el nivel consciente del individuo; la psicología analítica, en general, sobre el nivel inconsciente. No hay, pues, forzosamente oposición entre la religión católica y la psiquiatría analítica.


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