Pinceladas de mi paso por el Opus

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Por A.B, ex agregado, España, 2 de febrero de 2003


En mi familia éramos unos cuantos de la Obra y ahora tan solo queda uno. La que peor lo pasó fue una hermana que sufrió lo indecible, y eso que era supernumeraria, para decir ¡adiós! Ya le he pasado vuestra referencia por si desea contar algo. Yo fui agregado.

Ahora daré unas pinceladas, solo algunas, de mi propia experiencia que es la más objetiva, creo, pienso, así lo hago.

Entré tarde, recién empezado el COU, con 18 añitos recién cumplidos. Éramos dos amigos, el fue más inteligente o quizás tuvo en su familia menos tierra de cultivo para que las raíces arraigasen. Tras una interminable sucesión de convivencias de estudio, de acampadas en la Sierra de ¿?, tras retiros para chicos de San Rafael, al volver del enésimo retiro pité. La labor fue ardua pero lo consiguieron. Empiezas con mucho entusiasmo: levantadas a las seis de la mañana, duchas de agua fría, oración a las siete de la mañana a dos kilómetros de tu casa, Santa Misa, jeje, estudio, hablar a los amigos de Dios, qué leches, del Opus, esquivar a unas cuantas pretendientes, ser inalcanzable, ir por la vida de santo sin serlo, arrogante, estúpido, iluso, con cilicio y disciplinas... en fin, tantos y tantos detalles de una vida que de ser cristiana pasó a ser fanática. Y en tercero de carrera todo se cayó.

Citaré algunos de los cientos de cosas que me hicieron pensar más de la cuenta.

  1. Quise hacer filosofía y me aconsejaron que en la Universidad de mi ciudad, todos eran profesores rojos. Mejor no. Iluso, tonto, estúpido y debido a que había hecho ciencias opté por una carrera que podía hacerse en mi ciudad y que no me desagradaba pero no me llenaba: Químicas. Dos años y fracaso total. Empiezan mis mosqueos.
  2. Apostolado, apostolado y apostolado y yo me preguntaba ¿Cuándo estudio?
  3. El centro que frecuentaba lo apodé la casa de la hipocresía. Nunca la pude soportar y nunca la soportaré.
  4. Empecé a observar que solo nos fijábamos en chicos de familias bien. Por aquellos años hice amistad con dos gitanos normales y como un “apóstol” más me iba con ellos todos los viernes a las escaleras de una plaza a darle catequesis porque en el Centro no se me permitió entrarlos ni presentarlos. ¿No es la palabra de Dios para todos? Puro elitismo vomitivo que de grano pasó a ser montaña en mi interior.

En fin, tantos detalles que iré contándolos poco a poco. Y más que detalles, tormentas interiores que me hicieron con 20 años ser un viejo de 50. No lo soporté durante mucho tiempo y a los cinco años, antes de la fidelidad, opté por desaparecer y qué bien recuerdo el último día que pisé el Centro. Recogí todas mis cosas y me fui a una parroquia donde está el Santísimo expuesto y llorando le dije que allí no podía continuar siguiéndole, que ese camino me estaba alejando de Él. Qué bien lo recuerdo. Y fue decir aquello en mi interior y me entró tal sensación de paz que vi claramente que se podía ser cristiano sin ser del opus dei a pesar de las conversaciones que tuve posteriormente con el Director de la Delegación, una de las dos que hay en Andalucía. Y venga a llamar numerarios, y venga a llamar agregados. Se dio el caso que todo ocurrió en torno al 19 de marzo y lo que os cuento sucedió dos semanas antes. ¿Os podéis creer que vino el segundo de a bordo de la Delegación a las once y media de la noche del 19 de marzo para decir si seguía o no? ¡alucinaba! Respondí que no y aún me acuerdo la noche tan plácida que tuve ese día; dormí 13 horas y no estoy exagerando. Llevaba dos semanas con una media de tres horas de sueño.


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