La progresiva pérdida de secularidad del Opus Dei

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Por Gervasio, 14/10/2022


Basta echar una ojeada al reglamento, o más bien reglamentos, del Opus Dei como pía unión de 1941, para darse cuenta de la progresiva pérdida de secularidad del Opus Dei.

En estos reglamentos se leen cosas como esta: El espíritu de la Obra es que sus socios varones ocupen cargos oficiales y, en general, puestos de dirección. (Espíritu, nº 28). Se establecía esto cuando no había ni supernumerarios, ni agregados. Hoy ya no sucede así. Se destina a los socios del Opus Dei a ocupar cargos internos, si es que valen para ello, y si no a dar clases en colegios de segunda enseñanza promovidos por el propio Opus Dei, porque otros colegios o instituciones educativas ya no les valen...

El modo de penetrar en la sociedad civil y secular no consiste ya en que cada uno lo haga individualmente —ocupando cargos oficiales y puestos de dirección—, sino en crear instituciones supuestamente “seculares” que sean las que penetren en la sociedad, como universidades, colegios de segunda enseñanza, clubs juveniles, etc. tal como hacen muchos religiosos y religiosas. Ese modo de inserción en la sociedad no es nada secular. La emblemática Universidad de Navarra, por poner un ejemplo, no es siquiera una Universidad privada, sino una “universidad católica”; es decir, erigida canónicamente por la Santa Sede, como las que tienen jesuitas, las Esclavas del Sagrado corazón, y otros. De secular la Universidad de Navarra tiene bien poco.

También se lee: Para extender la labor apostólica, es menester actuar desplegando en todas direcciones. Al abrirse en abanico, se evita la actuación de los socios formando grupos, y cada uno de los nuestros ejerce su influencia en una zona distinta. (Espíritu nº 27). Ahora los socios del Opus Dei tienden a quedar agrupados y atrapados en las mencionadas iniciativas: un colegio, una revista, una casa de retiros, asistiendo masivamente a un acto público de culto, algo tan hermoso como una misa concelebrada por el consiliario con el obispo del lugar, etc. El italiano Centro ELIS absorbe tanto numerario, agregado y supernumerario que apenas quedan otros socios para el resto de Italia. Como dijo Pablo VI al inaugurarlo “aquí todo es Opus Dei”. Demasiado, diría yo.

Algo parecido sucedía y supongo que seguirá sucediendo en la Universidad de Navarra. En un concreto curso académico apenas se puede “tratar” apostólicamente a alguien, porque ese alguien ya está siendo “tratado” por otros tres o cuatro del Opus Dei. Un pitable puede ser tratado por cinco o seis. Lo de abrirse en abanico pasó a consistir en que numerarios venidos de diversos lugares, a veces muy alejados, se concentran todos ellos en el mismo punto, de la misma manera que las varillas de un abanico se concentran en un eje llamado “clavillo” sobre el que giran todas ellas. Es lo del abanico, pero al revés. Recuerdo de mi paso por allí que había que enviar a numerarios —profesores y estudiantes— a pueblecitos pequeños para que pudiesen hacer apostolado en algún sitio. Ir “a merindades”, o “de merindades” se decía.

Y también se lee: No podemos perder el tiempo levantando casas: las tomamos. (Espíritu. nº 57). Lo propio del espíritu del Opus Dei era servirse de las instituciones y edificios ya existentes, creados por terceros, para utilizarlas como plataforma apostólica propia. Un ejemplo podría ser la Universidad de Verano de la Rábida, al frente de la cual estaba el catedrático Vicente Rodríguez Casado. En esa Universidad pitaron muchos socios del Opus Dei y no costó a las arcas del Opus Dei ni un céntimo. Hoy día no sucede así. El gobierno central del Opus Dei tiene sus propios arquitectos y lo mismo sucede en las comisiones y delegaciones. Hay departamentos dedicados a la programación y diseño de edificios, con sus instrucciones sobre cómo tienen que ser y dejar de ser las casas e inmuebles del Opus Dei: casas de retiros, casas donde viven los socios del Opus Dei, etc. En eso pierden el tiempo. Incluso hubo una revista interna, llamada “Obras” —me han dicho que ha desaparecido— que informaba, con gran alarde fotográfico sobre las fachadas e interiores de edificios del Opus Dei “Nuestra casa de retiros tal”, ”Nuestra residencia de estudiantes cual”, nuestro château X. La revista llamada “Obras” informaba de cosas como que tal casa de la Obra está en obras. Todo un galimatías de polisemia. Y es que a €scrivá le gustaban mucho los edificios y tenía muchas ideas sobre cómo debían ser. Eran un espejo en el que le gustaba mirarse.

Y también: Los socios ejercitan ordinariamente el apostolado desde los cargos oficiales de la administración pública (Régimen nº 2). Ya no sucede tal. Lo excepcional es el ejercicio del apostolado desde cargos oficiales. Lo ordinario es estar metido en tingladillos organizados y dirigidos por los directores internos. Aquello en que los directores no mandan, no interesa.

Entre las características del Opus Dei se señala en el artículo 8 de “Régimen”: 1. El Opus Dei no tiene actividades exteriores de ningún género; exclusivamente se preocupa de la formación de sus miembros. Ya no es así.

2. Todos los trabajos apostólicos de los socios del Opus Dei se ejercitarán inmediatamente a través de las actividades oficiales públicas, o mediante asociaciones legales que oportunamente constituirán los socios, adaptándose siempre a las circunstancias de los tiempos y lugares, sin uniformidad. Se prefieren las “asociaciones legales” pero para que en ellas manden los directores de la Obra. Eso sí, lo más disimuladamente posible.

En Reglamento (art. 3, nº3) leemos: hagan estudios eclesiásticos y lleguen al sacerdocio después de ser socios del Opus Dei, no dejan por eso de pertenecer a la Obra. Al ser entonces el Opus Dei una asociación de laicos —una Pía Unión— podía entrar la duda de si un socio del Opus Dei, al ordenarse, dejaba automáticamente de formar parte del Opus Dei. La duda se despeja en este artículo tercero estableciendo que la ordenación sacerdotal no conlleva pérdida de la condición de socio el Opus Dei. Hoy día las dudas se presentan en sentido contrario. Siendo las prelaturas personales una institución clerical, cabe dudar de que los laicos formen o no parte de ella. Los canonistas del Opus Dei afirman que sí, mientras Ghirlanda y en general los canonistas de curia afirman que no.

A mi modo de ver a los canonistas de curia y sobre todo a la Santa Sede le corresponde decidir y decir qué es y qué no es una prelatura personal de las contempladas en los cánones 294 a 297. A los canonistas del Opus Dei sólo les corresponde decir qué es o qué deja de ser el Opus Dei. Si no les gusta la figura “prelatura personal”, que busquen otra, como en su momento dejó de gustarles la de “instituto secular”. Que busquen una tercera figura jurídica. Suele decirse, y a veces sucede, que a la tercera va la vencida.

Actualmente están instalados en la figura “prelatura personal” en la que los laicos cooperan en actividades clericales y no al revés. Tal es el gran cambio del Opus Dei; un cambio de esos que se llaman a veces giros copernicanos y los de habla inglesa también llaman U-turn; es decir, un cambio de sentido de 180 grados. Antes eran los sacerdotes los que cooperaban en actividades laicales, por aquello de que los laicos necesitan para su vida espiritual de los sacerdotes, por razón de los sacramentos y del culto. Ahora son los laicos los que cooperan con las actividades clericales.

La tensión entre secularidad y clericalismo no se resuelve con que en las prelaturas personales los laicos están sometidos en las cosas espirituales a los clérigos, pero no en las temporales. Por supuesto; pero eso no resuelve el tema de la cooperación. El tema es el señalado de quién coopera con quién. No es tanto que estén prohibidos los llamados “apostolados de pata libre” —apostolados en los que cada uno actúa por su cuenta según su leal saber y entender—, sino que no queda materialmente tiempo para actividad distinta de la de secundar y apoyar las actividades de la Obra. Sucede lo mismo que con las “normas de piedad”. No están prohibidas las devociones particulares, pero después de dos horas y pico diarias de cumplimiento de normas de piedad, no queda tiempo para practicar devociones personales.

A los laicos, especialmente a los numerarios, se les exige una dedicación y disponibilidad completa para las actividades de la prelatura. No queda tiempo para más. Y esas actividades, como es lógico, tienen que ser actividades propias de clérigos o cuando menos actividades permitidas a los clérigos. Tal sucede con la enseñanza en sus diversos grados. Esas actividades no se transforman en “seculares” por que un colegio de segunda enseñanza en vez de llamare “colegio Santa Úrsula” se llame “Colegio los Pinos”. Y lo propio sucede con una Universidad. La secularidad no está en una cosa tan superficial como que a una Universidad se la llame Universidad de Navarra en vez de Universidad San Pablo u otro nombre de santo. Y lo mismo sucede con las casas de ejercicios espirituales. Denominar a una de esas casas “Los peñascales” no elimina su condición de casa destinada a actividades típicamente clericales.

Recuerdo al fundador gritando en el soggiorno de la Casa de Ejercicios de Villa Tevere:

—Nuestras actividades, aunque sean colegios de enseñanza secundaria o Colegios Mayores son siempre actividades profesionales, seculares.

Me quedé callado, pero me pareció que justificaba mal el advenimiento los colegios de Fomento S.A. que entonces comenzaba. Tururú, pensaba yo en mi interior.

Dado que como mejor me expreso es con ejemplitos, sigo con los de antes. Aunque la Universidad de Verano de la Rábida dio buenos frutos apostólicos y proselitistas, €scrivá no podía mandar en ella. Eso lo llevaba muy mal. €scrivá llevaba muy mal y despreciaba cualquier iniciativa, actividad o institución en la que él no pudiese mandar, controlar y pedir cuentas. Lo mismo le pasaba con las personas de carne y hueso. Si mandaba en ellas, le parecían maravillosas.

En la Universidad de Navarra sí que podía mandar, lo mismo que en su clínica universitaria. Lo mismo podía hacer a alguien doctor honoris causa por la Universidad de Navarra que enviar a la clínica a un amiguete. Eso tuvo y tiene el coste de que la Universidad de Navarra era y es un “universidad católica”; es decir, erigida como tal por la Santa Sede conforme a la legislación canónica. El otro coste, aun mayor deriva de que muchos numerarios e incluso supernumerarios fueron sustraídos a las Universidades estatales, para formar parte de la Universidad de Navarra.

Esa ha sido en general la evolución del Opus Dei. Comenzó siendo algo laical, y secular para terminar siendo una institución clerical en la que cooperan laicos.



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