El cariño en la Obra

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Por Jorge Cruz, 20 de octubre de 2004


El tema que gpa plantea es muy bueno: el cariño en la Obra.

¿Se llega a concretar realmente la fraternidad que se predica?

¿Se puede llegar a querer "naturalmente " cuando existen muchas restricciones que coartan las manifestaciones normales de amistad? (Me refiero, por ejemplo, a lo de las "amistades particulares" o a lo de que "se debe querer a todos por igual, pero que si por algo se quiere a alguien mas -porque hasta ellos reconocen que es natural- entonces dicen que se le quiera ¡pero que no se note!").

¿Se puede hablar de cariño cuando por ejemplo un director manda a alguien concreto -a quien igual y ni le interesa pero debe "obedecer"- a cuidar a un hermano enfermo (los supuestos "tesoros de la Obra") en lugar de permitir que libremente, de forma espontánea, quien se sepa que es mas "cercano" lo haga de modo espontáneo?

Y es que el problema es que (lo reconozcan o no, les guste o no, ES ASÍ -y de paso aclaro que no soy mentiroso ni me gusta cargar las tintas-) hasta las relaciones humanas en el Opus Dei están controladas.

Institucional o no, consciente o no, personal o no, la realidad es que los miembros van asumiendo (como por ósmosis pero también por indicaciones expresas) un modo de comportamiento que con el tiempo desquebraja su dimensión afectiva.

Ya Flanpan describió acertadamente muchos de los conflictos afectivos que surgen en adolescentes "captados" por la institución a corta edad. Cómo se desfigura su desarrollo psicosexual al comprometer a gente que aún no ha madurado (ni tiene plena conciencia ni conocimiento de las consecuencias de una decisión que compromete toda su vida, aunque lo haga de buena fe). El problema está en que esas personas a la larga pueden presentar desequilibrios que terminan quebrándolos.

Pero esa es tan sola una de las dimensiones que deben recibir atención.

Otra fundamental -y vuelvo al tema-, está en lo que queda de manifiesto el escrito de gpa... ¿existe cariño en el opus?

Conforme mi experiencia (mía, sí, particular, subjetiva, pero también real), sí existe cariño (porque es algo humano), pero la cantidad de limitaciones externas que le imponen, las desviaciones teóricas respecto al mismo que terminan por causar confusión mental (así c o n f u s i ó n m e n t a l), asfixian a muchas personas que terminan creyéndose y viviendo en la práctica bobadas como que hay que sustituir el amor natural a tu familia de sangre por un supuesto "amor sobrentaura a tu familia sobrenatural, que siempre va primero que la propia"; o que no puede tener "amistades particulares" porque atenta contra la fraternidad y la caridad (que debe manifestarse igualmente con todos).

O ya los casos enfermizos que muchos (pido perdón por esto) vivimos respecto los exmiembros.

Narro mi experiencia, y viendo desde "fuera" lo que hice desde "dentro" como natural, me horrorizo de mí mismo. Y grito y hablo y digo esto para que por favor los miembros lo reflexionen...

Mi fraternidad (ese supuesto amor que debía tener por mis hermanos en la Obra) se opacaba, o mas bien como que se quedaba en corto circuito, cuando me enteraba de que alguien estaba "en crisis" o que se iba.

Recuerdo como un día uno (que no me caía especialmente bien, pero tampoco a otros porque era un tanto fantasioso), del que se veía que "no estaba bien" (eso te dicen en la charla si se te ocurre preguntar --¿oye, pero qué le pasa a fulano?, y la típica respuesta -- "tu reza, que éste no está bien"), se iba del centro por un tiempo, "a casa de sus padres".

Pues en el centro seríamos alrededero de 16 y ¡créanme! ninguno --- y dije ninguno--- le ayudó a subir su equipaje al auto. Lo veía yo, subiendo y bajando cajas y cosas, mientras piadosamente rezaba el Rosario con otro numerario (de esas caminatas como autómatas estúpidos, de un lado al otro en el patio).

Lo más que hice -desbordando mi interior de rebosante caridad- fue decirle una sola vez, de mala gana ---¿Fulano, necesitas ayuda?--- y Fualno, aguantándo las lágrimas me dió un --- "no gracias", y es que la ayuda se la estaba dando un viejo amigo suyo (que sepa Dios de dónde salió). Y yo tan contento me di la vuelta a seguir con mi pia norma, cual fariseo, cual escriba, cual pueblo que "adora con los labios pero que tienen el corazón alejado del Señor"...

Fulano creo que sigue dentro. Nadie preguntó por él, o al menos yo no lo volví a hacer después de la primera vez.

Y otro caso: digamos que Beto era el numerario ejemplar: apostólico, entusiasta, parecía el más enamorado de Dios, siempre en el oratorio, buen profesionista, destacado, etc. De pronto, en un lapso corto de tiempo, Beto se retrae, Beto no sonríe, Beto saca de forma rara un comentario no muy en la línea de la "unidad" (aún lo recuerdo, fue simpático. Me comentó que él jamás haría lo que le acababan de hacer a Pancho... ¡nadie fue por él al aeropuerto después de un viaje del que volvía derrotado porque le negaron en otro país la beca!, y alguno de los directores torpemente osó decir "pues que vayan por él sus padres porque no nos ha llegado nota de la Delegación diciendo a qué centro pertenece"!)...

Y asi, Beto de pronto ¡se esfumó! Sí, mi "amigo" (lo poco que nos tratamos un poco mas íntimamente, es decir que alguna tarde habíamos hablado de literatura, y otro dado una vuelta por la calle, y solo eso a pesar de haber vivido unos 2 años juntos -todo lo demás lo compartimos en planes apostólicos-). Se esfumó sin dejar rastro. "¿Y Beto?" Mira Jorge, se fue a casa de sus papás. (punto). Yo no volví a preguntar nada... por "ósmosis" había aprendido que la "gente que se va, o está enferma, o está mal, o no tenía vocación", pero sobre eso no se preguntaba.

Me dirán: ¡pero Jorge, que torpe eres, así no es en el Opus! Nadie te dijo que no preguntaras, nadie te dijo que así son las cosas, por el contrario, la doctrina dice que hay que vivir una "caridad delicada con los que se van".

Si, lo acepto, mea culpa, mea máxima culpa. Yo me equivoqué... aprendí del ambiente. Aprendí de las costumbres, aprendí de lo vivido en lugar de atreverme a preguntar.

Aprendí de ver que cuando alguien se va se crea en torno a él un como marco de misterio. De pronto no se habla mas de esa persona. A uno simplemente lo manda llamar el director y te dice ¿sabías que fulano se fue?... ¡pues se fue, reza por él! A lo mas me dieron alguna vez más explicación (dado mi cariño por la gente), pero después de eso ni una palabra más.

Y luego la vida se sigue como si esa persona jamás hubiese existido. En ninguna tertulia se le recuerda. Si acaso existían fotos con él, de pronto desaparecen (ni Coperfield lo hace tan eficazmente). Y cuando algún amigo externo pregunta por ellos, pues uno se sale por la tangente. A lo sumo se dará una explicación genérica como "no era lo suyo", "sus padres lo necesitaban", "no pudo con la vocación y fue mejor que se fuera", etc.

Pero Fulano no vuelve a pisar el centro. Es mas, se acostumbra que Fulano salga -como decía el otro día Olimpic- sin despedirse. Se busca un día y una hora en la que no llame la atención, en la que no haya otros en el centro.

¿Que eso no deja partidos los corazones?

Sí, los del que se va, y también de otros que se quedan.

Pero el que se va se va malherido, cuestionándose cómo fue posible entregar vida, ilusiones, esfuerzos, todo en un "lugar" (si Satur ¡la institución!) -porque a la gente particular, concreta, la sigue queriendo- del que tiene que irse como delincuente ¡sin haber cometido ningún delito!

Y entonces el que se va debe cuestionarse nuevamente toda su vida, su sentido, lo acontecido y lo que tiene que construir para adelante si quiere sobrevivir. Y el corazón le sangra por todos lados. Ha de recoger del piso los pedazos de su pasado (que de pronto se "esfuma" y se hace inaccesible respecto de quienes se llamaban hasta un día antes sus "hermanos") para reconstruirse desde una base afectiva INEXISTENTE.

Posiblemente había roto con todo lo anterior (las "condiciones de la entrega") ya muchos años atrás. Sale sin amigos; sale y vuelve a una familia que él mismo abandonó por "motivos sobrenaturales"; sale y no se relaciona con el otro 50% de la humanidad (el otro sexo); y lo peor es si sale y, además de ya no tener a su "familia la obra", para colmo sus "ex hermanos" se han dedicado a extender ese "velo misterioso", ese "malus odor" (disculpen el invento pero es como si a uno lo "apestaran" con lo que dicen sin decir).

Me explico (y nuevamente pongo mi caso real): pasa el tiempo, las cosas caen por su propio peso, y después de años me topo con antiguos "amigos de san Rafael". -- Jorge, disculpa que te diga esto, pero...

Y sí, las suposiciones se confirman: expresamente, dije expresamente, le pidieron a varios amigos míos que tenían contacto con la Obra, que se alejaran de mi. ¿Qué alegaron? ¡Nada!, yo no tenía "cola que me pisaran", pero en cambio les decían que yo era una "mala influencia", que había salido "muy dañado", que "estaba confundido", que mis acciones -se referían a lo que había comentado con algunas personas -que creía amigas- cuando mas dolido estaba habían "causado mucho daño a la Obra"; y que para colmo lo había difundido públicamente.

¡Vaya caridad! En lugar de que mis "ex-hermanos" que decían quererme. Esos que según el "espíritu de la Obra" serían capaces de ir "hasta las puertas del infierno para salvarme"; esos que predicaba que se debían "poner como alfombra para que los demás pisen blando"; esos que incluso aceptan que se les llegue a culpar de "pecado grave" si no saben por qué se va uno; esos, esos, esos, ... en lugar de ir y a la cara decirme lo que pensaban (que al fin y al cabo yo siempre lo he hecho así), no me buscaron, ni les importó si estaba bien o mal, ni me hablaron, ni vivieron la "caridad delicada" con quién se fue...

Pero sí "aconsejaron" (¡cómo les gusta dar consejos!) a mis amigos que no me hablaran, que se alejaran, que yo era una mala persona.

Pues a todos esos, y esos, y esos: pido a Dios que los perdone, y que todo esto que acabo de escribir les sirva de algo. Que ojalá reconsideren su "supuesto amor fraterno", que cumplan lo que les dijo su propio fundador: "obras son amores y no buenas razones".

Gracias a Dios hoy gozo con mi esposa y mis hijos y mis verdaderos amigos de una vida plena (en tanto eso es posible en este mundo), y tengo esperanza y fe que Dios permite todo esto para algo bueno.


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