El Opus Dei y sus argumentos del miedo

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Por Tuces, 14.11.2022


Al conocer el opus dei y donde al poco tiempo de llevarte por un plano inclinado como les gusta decir a ellos, te dicen que tenés una vocación divina, a lo que a veces uno se resiste, rápidamente el opus dei despliega "sus argumentos” del miedo".

Primer argumento: miedo a Dios

La figura de Dios Amor cambia por un Dios que te mira fijo y donde espera sí o sí una respuesta positiva a la supuesta vocación, que solo la directora y el sacerdote ven. Al principio te decían que era una muestra del amor de Dios el que, entre tantas personas, se fijara en vos. Ante la resistencia a decir que sí, te dicen que Dios espera tu generosidad porque decir que no a Dios sería darle un disgusto y la infelicidad pasaría a ser parte de tu vida. Tanto si decís que no o abandonas tu “vocación”, la que ellos te inventaron, Dios se sentiría decepcionado por tu falta de entrega y hasta podrías condenarte eternamente.

Segundo argumento: Miedo al padre

En toda familia un buen padre acompaña y respeta las decisiones, de lo bueno y lo malo de sus hijos, de sus vidas, proyectos, éxitos y fracasos, todo lo relacionado a sus vidas, emocional y material. En cambio, en el opus dei al padre es mejor contarle cosas apostólicas, proselitismo, lucha positiva en la vida interior. Las crisis de vocación o la decisión de abandonarla sería un dolor muy grande para él. Con todo lo que confió en vos, no se te va a ocurrir darle semejante disgusto, llegaron a decirme cuando planteé dejar el opus dei. O sea, el padre jamás me comprendería ni respetaría mi decisión ni me pediría que dijera qué cosas, según yo, tendrían que cambiar para hacer más fácil la fidelidad de las demás o la mía propia.

De hecho, todo tiene que estar perfecto para el padre, para el Prelado, desde la comida a los ornamentos para celebrar la misa. Cuando el padre va unos días a un centro, la directora abandona su aposento, su tranquilidad rutinaria, su trono de poder, el despacho de dirección. Empiezan los nervios, los malos tratos. Se pone su impecable bata blanca y baja a la cocina a mirar, a molestar, a no dejar que cada una trabaje tranquila, cuando la mayoría de las veces no tiene ni idea de cómo se realiza una comida ni cuál es su punto de cocción. Pero allí está detrás de la numeraria auxiliar que ya bastante presión tiene en cocinar para el padre, sino también para aguantar a la directora supervisando que todo salga bien. Y una numeraria desplaza a una numeraria auxiliar en la preparación de una fuente de frutas para la merienda del padre, claro que no es cualquier fruta, casi nunca una de estación del del país donde está sino de otros países, porque al padre le gustan mucho las frutas exóticas.

Esto me lleva a pensar y a sorprenderme cuando escucho que algunas numerarias dicen que se sentían incómodas del trato, maltrato, que recibíamos las numerarias auxiliares y sin embargo yo las veía muy bien y muy cómodas en su cargo y posición.

Siguiendo con lo del padre, me alejo un poco del tema para contar algo que siempre me llamó la atención y me hacía sentirme incómoda.

En Albarosa, cuando el padre iba a saludarnos a la Galería, estábamos todas a lo largo de la misma y unos minutos antes de que él apareciera, la directora decía: ¡qué olor a mujeres! Y tiraba perfume en spray a lo largo de la galería. Cada una salíamos de estar trabajando y, obviamente. no habíamos tenido tiempo de ir a cambiarnos. Recuerdo que si estabas en la cocina, usabas un gorro que te aplastaba el pelo, así que en la galería nos quedábamos como detrás de todas, sin el gorro de cocina, para que el padre no nos viera. Ni tiempo de ir a peinarnos habíamos tenido.

Ahora con la distancia veo esos detalles, esos momentos de nerviosismo que al final, la presencia del padre lejos de ser una alegría eran momentos de nervios, de desprecio y claro, de más trabajo. Miedo a que algo saliera mal, miedo a que algo no le gustara, miedo a que algo no le gustara a la directora. En el fondo, el miedo al padre.

Tercer argumento: Miedo al Opus Dei

Sí, también se infunde miedo el opus dei por su soberbia, por su creerse superior, por subestimarnos. Al salir del opus dei, pocas personas quieren encontrarse con otras que siguen allí dentro por miedo a no saber cómo reaccionar o reaccionarían ellas al verte. Ya sabemos que algunas al verte se cruzan de vereda, bajan la mirada, simulan no conocerte. A otras personas les da exactamente igual encontrarse o no con alguien de la obra. Y yo me atrevo a decir que existe un miedo en las personas ex opus que se manifiesta en una especie de vergüenza y humillación el reconocer que estuvimos en el opus dei y no nos atrevemos a dar la cara, por el qué dirá nuestra familia, amigos, colegas, en el trabajo… cuando nos vean denunciando lo que vivimos.

Es fuerte decir ¡sí, yo estuve engañada, manipulada, vulnerada, usaron el nombre de Dios en vano para usarme, haciendo y aceptando cosas humillantes! Es fuerte, pero es la verdad y si nos callamos, vendrán otras y otros a sufrir lo que nosotros sufrimos porque tuvimos miedo a hablar.

Pero el tiempo, Dios, el Universo, algo llamado Amor, que empieza por uno mismo, te va llenando de paz y donde hay paz no hay miedos, ¡hay empoderamiento!



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