Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado II 1

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APARTADO II Charla nº 1.


I. El Opus Dei

1. El Opus Dei (Obra de Dios) es un "camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano" (oración para la devoción privada a nuestro Padre). Nuestro Fundador abrió este camino, el 2-X-1928, por inspiración divina, como ha reconocido expresamente la Iglesia (cfr. Juan Pablo II, Const. Ap. Ut sit, 28-XI-82, § 1).

El Opus Dei es una Prelatura personal, con Estatutos propios y de ámbito universal, constituida por sacerdotes y seglares que -por peculiar vocación divina y bajo el régimen de su Prelado- se comprometen a vivir las virtudes cristianas y a hacer apostolado, cada uno dentro de su propio estado, mediante la santificación de su trabajo profesional ordinario, de acuerdo con el espíritu de la Obra. Además, la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz es una Asociación propia, intrínseca e inseparable de la Prelatura, constituida por los sacerdotes que pertenecen a la Prelatura Opus Dei, y por otros sacerdotes o diáconos que pertenecen a diferentes diócesis, y que han recibido la llamada de Dios para santificarse en el ejercicio de su ministerio sacerdotal según el espíritu del Opus Dei.

2.. Los miembros de la Obra "son personas que viven en el mundo, en el que ejercen su profesión u oficio. Al acudir al Opus Dei no lo hacen para abandonar ese trabajo, sino al contrario, buscando una ayuda espiritual con el fin de santificar su trabajo ordinario, convirtiéndolo también en medio para santificarse o para ayudar a los demás a santificarse. No cambian de estado -siguen siendo solteros, casados, viudos o sacerdotes-, sino que procuran servir a Dios y a los demás hombres dentro de su propio estado" (Conversaciones, n. 24).

"Si se quiere buscar alguna comparación, la manera más fácil de entender el Opus Dei es pensar en la vida de los primeros cristianos. Ellos vivían a fondo su vocación cristiana; buscaban seriamente la perfección a que estaban llamados por el hecho, sencillo y sublime, del Bautismo. No se distinguían exteriormente de los demás ciudadanos" (Ibidem).

Los miembros del Opus Dei "son personas comunes; desarrollan un trabajo corriente; viven en medio del mundo como lo que son: ciudadanos cristianos que quieren responder cumplidamente a las exigencias de su fe" (Ibidem). El trabajo de los miembros de la Obra es, pues, trabajo esforzado de cristianos adultos, que procuran comportarse como niños delante de Dios, ya que "el fundamento de la vida espiritual de los miembros del Opus Dei es el sentido de su filiación divina" (De nuestro Padre).

3. Los fines del Opus Dei son exclusivamente espirituales y apostólicos: la santificación de sus miembros, y promover, entre personas de toda condición social, una efectiva vida cristiana, procurando que santifiquen su trabajo profesional.

Para alcanzar este fin sobrenatural, los medios son también espirituales:

a) Vivir vida interior de oración y de sacrificio, conforme al espíritu y a las Normas y Costumbres de la Obra;

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Una profunda y continua formación ascética y doctrinal religiosa, y un constante esfuerzo por adquirir y perfeccionar la necesaria formación profesional y la propia cultura;

La imitación de la vida oculta de Nuestro Señor en Nazaret, mediante la santificación de los deberes del propio estado y del trabajo profesional ordinario, realizado en constante unión con Dios;

Desempeñar con la máxima rectitud las propias actividades temporales da cada uno, y las otras tareas apostólicas que los Directores les encomiendan.

4. Todos los cristianos, por estar bautizados, somos hijos de Dios y estamos llamados a la santidad, que es la unión con Dios en la gloria, para siempre: la plenitud de la filiación divina.

Esta unión comienza en la tierra, pues ya ahora somos realmente hijos de Dios, y debe crecer constantemente por medio de la gracia, que nos lleva a amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás por Dios: en una palabra, a identificarnos cada vez más con Cristo.

Además, al darnos la vocación al Opus Dei, Dios nos ofrece unos medios específicos para que seamos santos y fermento de santidad, según el espíritu de la Obra, contando con nuestros defectos. La santidad no consiste en no tener defectos, sino en luchar contra ellos. Pero ha de ser una lucha decidida: la entrega que se nos pide en la Obra es una entrega total, sin condiciones, dejando todas las cosas -relictis ómnibus, como los Apóstoles-, para servir a Dios con todas nuestras fuerzas, y para acercarle otras muchas almas; es una llamada a la santidad heroica -con un heroísmo que pasa inadvertido- y al apostolado en medio del mundo.

II. Naturalidad

1. Los miembros de la Obra han de vivir de modo especial la naturalidad, porque son cristianos corrientes, comunes, almas que buscan a Dios en medio del mundo: hacer cosas que en otros cristianos son raras, sería raro también en nosotros.

"No implica, pues, nuestra vocación ningún cambio en la condición personal de quienes se incorporan a la Obra. Somos -cada una, cada uno- lo que éramos antes: mujeres corrientes, hombres de la calle -solteros, casados, viudos-, intelectuales, empleados, obreros, campesinos, etc., que adquieren el compromiso maravilloso de hacer divinos los caminos de la tierra, esos caminos que recorremos con nuestros iguales, los otros ciudadanos" (Del Padre).

2. Por la naturaleza de nuestra vocación -un compromiso íntimo con el Señor, que no nos saca de nuestro sitio en el mundo y que, por tanto, no tiene manifestaciones externas- no sería propio de nuestro espíritu ir pregonando la pertenencia a la Obra: no por secreto, sino por naturalidad.

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El Opus Dei no ha necesitado nunca de secretos o secretos, no los necesita ni los necesitará. Son bien conocidos en cada país o en cada ciudad los nombres de los Directores de la Obra, las obras corporativas, etc., y cada uno en su propio ambiente -sus amigos, su familia-, con las personas a las que resulta natural darles a conocer las cosas personales, íntimas, no tiene inconveniente en manifestar -cuando es oportuno- su pertenencia a la Obra.

III. Espíritu sobrenatural de la Obra

1. El espíritu de la Obra es enteramente sobrenatural, porque responde a un explícito querer de Dios, que lo inspiró a nuestro Padre el 2 de octubre de 1928, y porque son sobrenaturales los fines y los medios que utiliza.

"¿Cómo se fundó? Sin ningún medio humano. Sólo tenía yo veintiséis años, gracia de Dios y buen humor. La Obra nació pequeña: no era más que el afán de un joven sacerdote, que se esforzaba en hacer lo que Dios le pedía" (Conversaciones, n. 32).

2. Nuestro Padre ha sido el instrumento fidelísimo de Dios para realizar el Opus Dei. Con su entrega heroica, ha encarnado el espíritu de la Obra y nos lo ha transmitido esculpido. Hemos de conocer muy bien su vida y sus escritos, para imitarle, que es el camino para imitar a Cristo según la vocación que hemos recibido.

3. El agradecimiento a Dios y a nuestro Fundador por la vocación, se debe traducir en el afán por ser fieles al espíritu de la Obra, viviéndolo hasta las últimas consecuencias. Cada uno de nosotros cuenta con la protección especial y la ayuda de Santa María, Madre de Cristo y Madre nuestra, y con la intercesión de nuestro Padre, "para hacer el Opus Dei en la tierra, siendo tú mismo Opus Dei" (De nuestro Padre).