Trastornos mentales: ¿Iguales en la Obra como en la sociedad civil?

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Por Auckland, 18.07.2007


Con frecuencia se compara los trastornos mentales que se dan en personas de la Obra con lo que sucede en la sociedad civil. Como si fueran parte del mismo fenómeno. De esta manera, con el argumento de que “en todas partes cuecen habas”, matamos dos pájaros de un tiro: las personas de la Obra "no padecen" más enfermedad mental que "sus iguales" los ciudadanos corrientes. Pero resulta que, en temas de salud, cuando se compara poblaciones no comparables se corre el riesgo de llegar a conclusiones opuestas a las deseadas. Voy a explicarme.

En la génesis de las enfermedades mentales confluyen diversos factores: genéticos, orgánicos, evolutivos y ambientales. Y hasta cierto punto se puede predecir la posibilidad de identificar personas concretas que puedan sufrirlas. Y hasta cierto punto anticiparse, obrar en consecuencia y evitarlas.

En el proceso de selección de los candidatos a pitar cuentan muchos factores y en esta web están descritos de manera profusa. Pero creo que existe un criterio para admitir que supera a los demás: la estabilidad psicológica, la normalidad psiquiátrica y la falta de antecedentes personales y si se me apura, familiares, de trastornos mentales.

Los que pitan, sobretodo numerarios y agregados, suelen hacerlo a edades tempranas. Puede argumentarse que en esos momentos la evolución psíquica es ignota, pero no es así. Los años de infancia en colegios y clubes permiten conocer muy bien a los candidatos. Además a estas edades los rasgos de personalidad están ya trazados de manera profunda. Si aún con esto existen dudas, no se les admite y a otra cosa. De esta manera se consigue una selección de personas con un perfil psicogénico de poco riesgo.

Si esto no es suficiente, y de esto hay abundantes y dolorosos testimonios en esta web, durante la estancia en la Prelatura los directores se reservan el derecho a deshacerse de personas que presenten -o vaya usted a saber- problemas mentales. Es decir, se trata de un conjunto de individuos que han pasado varias cribas que permiten eliminar a las personas conflictivas.

Además hay que considerar que la vida de muchos numerarios -quizá menos la de los agregados- está muy alejada de factores de stress reconocidos en el desarrollo de trastornos mentales: medios laborales hostiles, cargas y conflictos familiares complejos, dificultad para conciliar la vida profesional con la familiar, implicación emocional en las relaciones... y tantos otros que sí existen en el mundo real. Curiosamente, parece que los supernumerarios -a los que sí afectan esos factores- padecen menos trastornos que los demás.

Cuando en la población general se habla de trastornos mentales, por definición se excluyen criterios de selección. Esto no ocurre en la Obra. Por decirlo de algún modo, los miembros de la Prelatura son psicológicamente selectos, están protegidos. O sea, precisamente con perfil de riesgo muy bajo y en un medio sin factores de stress. Si esto es así y se sigue admitiendo con complacencia que el número de enfermos en la Obra es parecido al de la sociedad civil, está claro que la Obra tiene un problema grave.



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