Motivos objetivos para irse

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Por Eilad, 12/02/2024


Hace unos días quedé con alguien a quien conocí hace muchos años siendo, él y yo, numerarios. Pensé que él lo había dejado, pero no, sigue siéndolo. La conversación se puede resumir en que los dos teníamos pena uno del otro. Su pena era por haber tirado yo tantos años de fidelidad por la ventana. Mi pena era por la poca capacidad de pensar por sí mismo en temas relacionados con la obra. En concreto mi pena venía por ver que pensaba que el opus es tan de Dios que, diga lo que diga la Iglesia, seguirán haciendo lo mismo, y la Iglesia tendrá que ceder; y luego por negar cosas evidentes como que se nos decía con quién hacer la charla fraterna (como ahora, según él, no es así, parece como si lo anterior no hubiese existido).

Esta conversación me ha hecho pensar por qué la gente se queda en la obra y por qué se va. Sé que todo lo que digo aquí es una repetición de cosas ya publicadas en esta web, pero me viene bien recordarlas...

¿Por qué se queda la gente?

La verdad es que no sé la respuesta a esta pregunta. Lo que voy a decir es pura especulación. Un primer motivo puede ser que es verdad que el opus ha conseguido aglutinar a mucha gente buena, y la gente buena muchas veces hace cosas buenas. Esto no se puede negar. Por eso, a muchos miembros del opus les es difícil ver que la entidad tiene cosas malas, porque ven el bien que hacen algunos de sus miembros buenos y piensan que eso es todo lo que hay en la obra. Pero es perfectamente posible que esa gente buena hubiese hecho cosas buenas si no hubiesen pertenecido a la obra, y adjudicar a la obra esa "bondad" no me parece del todo correcto.

Un segundo motivo, relacionado con el anterior, me parece que puede ser el siguiente. A los miembros se les convence de que el opus ha surgido por una iniciativa directa de Dios. Yo también estaba convencido de esto, incluso si no vibraba en absoluto con el "espíritu", sino que me parecía completamente ajeno a mí y a mi modo de ser. Veía la gente buena y las cosas buenas que hacían y me parecía que era una confirmación de la bondad de la obra. Pero en mí este convencimiento nunca llegó a ser una cuestión de fe teologal, era una cuestión de cabeza, de razonamiento y de confiar en que los mensajes que nos daban en la obra no eran mentirosos. En algunas personas de la obra parece como si la divinidad de la obra fuese algo de fe de origen divino, y pienso que éste es otro posible motivo por el que la gente se queda convencida en la obra (de los que se quedan no convencidos no hablo). Entiendo la fe teologal porque tengo esa fe en Jesucristo, pero hay una distancia grande entre la Iglesia y Jesucristo y la obra y Escrivá.

Y ¿por qué se va la gente de la obra? Se me ocurren, al menos, tres motivos no excluyentes:

  • (a) la atracción de las cosas del mundo, incluida la libertad real;
  • (b) la vida dentro de la obra se hace insoportable;
  • (c) un descontento con la realidad de la obra.

Estos tres motivos están interconectados. La vida se puede hacer insoportable, o puede haber descontento, por la falta de libertad. También puede haber descontento por la insensibilidad de los directores ante lo insoportable que la vida se les hace a otros, etc. Pero supongo que alguno de los motivos puede ser predominante sobre los otros. Al leer en el libro de meditaciones sobre estos temas, parece que dentro del opus se piensa que el motivo fundamental casi siempre es el (a). Sin embargo, me parece que el más abundante es el (b), que además es el más razonable debido al proselitismo sin discernimiento que se ha practicado dentro del opus: Dios quiere que sus hijos sean felices, y el hecho de que el régimen de vida de la obra lleve no solo a infelicidad sino incluso a enfermedades mentales indica claramente que no se tenía vocación (no entro en si existe esta vocación o no); la pena es que los directores no hayan sido instruidos por los que mandan en que se den cuenta con suficiente premura de estas situaciones y las resuelvan cuanto antes en lugar de marear la perdiz aumentando el sufrimiento de las personas.

En mi caso, el motivo para irme pienso que fue claramente el (c): un descontento con la realidad de la obra. Como mi convencimiento de la bondad de la obra era una cuestión de cabeza, no me importó mirar si, además de lo bueno, hay en la obra cosas malas. Y sí; hay una serie de puntos que claramente no están bien. El inicio de mi descontento fue la falta de información sobre qué estaba pasando realmente con la adaptación de los estatutos, además quería saber exactamente qué motivó el primer motu proprio (hay quien piensa que fue la denuncia de las 43 numerarias auxiliares, y no me parece desacertado, porque a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad le genera un dolor muy grande el trato que se dio a esas personas), y, también, me molestaban las críticas soterradas (si fuesen abiertas me parecería más razonable) al Papa, que están fuera de lugar en una entidad de la Iglesia.

Cuatro de las mentiras

Pongo a continuación cuatro de las mentiras que más seguridad me han dado para no seguir en el opus, sobre todo porque no dependen de juicios de valor como otras afirmaciones que también me parecen mentira como la desorganizada organización o la libertad de la que se goza. Reconozco que, en mi caso, tengo una aversión visceral a la mentira o a cualquier cosa que se le parezca, sobre todo en cosas que se refieren a Dios. Un ejemplo. Cuando leo en el Evangelio de San Juan, cap. 7, 8:

Vosotros subid a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque mi tiempo aún no se ha cumplido. El dijo esto y se quedó en Galilea. Pero una vez que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces él también subió, no públicamente sino como a escondidas,

me hace dudar de todo porque se parece a una mentira, aunque se me ocurren mil maneras de justificar que no lo es. Sin embargo, en las cuatro cosas que voy a poner a continuación no veo la posibilidad de justificación.

(1) El secreto

En el libro Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, publicado en 1968, se dice en el punto 30: "Ante la imposibilidad de comprender, se inventan versiones complicadas y secretos que no han existido jamás... cualquier persona medianamente informada sabe que no hay secreto alguno... Informarse sobre el Opus Dei es bien sencillo. En todos los países trabaja a la luz del día, con el reconocimiento jurídico de las autoridades civiles y eclesiásticas." (c. 30)

Para concretar qué significa "secreto", la definición de la Rae dice: "cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta".

Yo nunca supe de la existencia de las Constituciones de 1950 ni, en consecuencia, de su contenido, que siempre se tuvo "reservado y oculto" no solo a extraños, sino a los propios miembros. Las de 1982 se mantuvieron "reservadas y ocultas" tras el latín y, solo después de que fuesen publicadas por otros, fueron traducidas del latín. Y era claro el motivo, porque en las Constituciones de 1950, en vigor hasta 1982, el punto 193 dice: "Estas Constituciones, las instrucciones publicadas y las que puedan en lo futuro publicarse, así como los demás documentos no han de divulgarse; más aún, sin licencia del Padre, aquellos de dichos documentos que estuvieren escritos en lengua latina ni siquiera han de traducirse a las lenguas vulgares".

La "reserva y ocultación" de la obra en algunos temas es especialmente lastimosa y desconcertante. Si, cuando yo creía que el opus era una cosa de Dios, me hubiesen preguntado si se debería permitir, a personas serias que buscan la verdad, acceder a todos los documentos de la obra, hubiese respondido sin dudarlo: "por supuesto, como la obra es de Dios, luz y taquígrafos sobre todo lo fundacional y las praxis en la obra". Y pensé que los que mandaban en la obra tenían la misma opinión, debido a que suponía que también creían que, al ser la obra de Dios, nada malo podría venir de que se mostrasen todos los documentos originales. Y de hecho parece que en la obra les gusta causar esa impresión. Por ejemplo en el comentario de amazon al libro de Allen se dice: "Allen ha conseguido que le abran todas las puertas de la organización". Por eso me sorprendió tanto ver que Giancarlo Rocca afirmase lo siguiente en la página 6, nota 5 de su libro sobre la obra:

De hecho, las publicaciones acerca del Opus Dei –sean a favor, sean en contra o sean las redactadas por los mismos miembros del Opus Dei– contienen numerosísimas inexactitudes debido justamente a las lagunas de información y a la práctica imposibilidad de acceder a los documentos.

No se da acceso a los documentos fundacionales a investigadores serios. Se podría argumentar que esos documentos son algo privado, pero si fuese así, se juega un doble juego: las personas autorizadas por la obra publican (y aparecen como si fuesen textos con la seriedad típica de la ciencia histórica) libros y artículos basados en documentos originales, pero se impide contrastar lo que se dice en esas publicaciones a personas independientes negándoles el acceso a esos documentos originales, lo que le quita cualquier apariencia de la seriedad histórica que quieren dar a esas publicaciones.

Tras leer la denuncia presentada por Antonio Moya y otros, y las respuestas de la web de la obra, comienzas a sospechar que hay bastantes más cosas no claras. Piensas en la actitud del opus de ocultar los estatutos, praxis, etc., a la mayoría de sus propios miembros: de hecho, sustituyen unos documentos por otros nuevos que contradicen en unos pocos puntos, pero importantes, lo que se decía en los anteriores, que a su vez desaparecen. E incluso es muy posible que se hayan ocultado algunos de esos libros a Santa Sede.

Hay documentos no actuales de la obra que ésta debería dejar ver para que los que se han sentido dañados por las prácticas que se reflejaban en esos documentos puedan argumentar con fundamento que el daño que dicen haber recibido estaba realmente establecido de esa manera en la obra. El argumento de ya no se hace así (respuesta que se da cuando se pregunta por ejemplo por los informes de conciencia) no permite ver si ese daño se basa realmente en las disposiciones establecidas o solo es consecuencia de la actuación de algunas personas; esa ocultación parece indicar lo primero. Por otra parte parece evidente que la obra quiere mostrar solo las cosas buenas que hace la gente buena del opus.

Pero ante todo esto, te viene a la memoria de modo inmediato la siguiente frase del evangelio de San Juan, 3, 19-21:

«Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

(2) La dirección espiritual

Me sorprendió la "profecía" de Haenobarbo que, casi dos años antes de la publicación de la carta del prelado de octubre de 2011, ya la rebatía en sus puntos esenciales. Esa carta que leí en 2023 es para mí evidencia de que la obra no puede ser de Dios tal como nos lo han contado. En algo que viene de Dios no se puede poner una práctica de dirección espiritual en oposición directa al canon 530 del entonces vigente CIC: § 1. Omnes religiosi Superiores districte vetantur personas sibi subditas quoquo modo inducere ad conscientiae manifestationem sibi peragendam. Los jesuitas –en sus constituciones se establecía la cuenta de conciencia obligatoria cada seis meses en el noviciado y cada año después; pero estaba completamente prohibido comunicar lo que se habla ahí a otro– se tomaron en serio la legislación de la Iglesia, y en 1918 se derogó la obligatoriedad de esta práctica. En 1923 el Padre General Ledóchowski solicitó a Pío XI reestablecerla, solicitud que fue atendida por el Papa mediante un rescripto de 29 de junio de 1933, que me parece sigue vigente, aunque no lo sé. Pero que alguien de la Iglesia católica diga que ha fundado una institución que viene de Dios, y conscientemente esa institución se salte, sin permiso expreso, una disposición taxativa del CIC, es simplemente incompatible. Ya se ha explicado la carta de octubre de 2011 con profusión en esta web, por lo que no voy a añadir más, excepto que esa carta está en contradicción con la experiencia de toda una vida.

(3) La vida como religiosos

Basta con poner los textos relevantes:

  1. "Desde el primer momento de la fundación del Opus Dei... he visto siempre la Obra como una institución cuyos miembros... no vivirían a semejanza de los religiosos" (Carta, 29-XII-1947/14-II-1966, n. 84).
  2. "Deseamos que todos los fieles católicos... sin vivir una vida semejante a la de los religiosos, puedan venir al Opus Dei" (Instrucción, 8-XII-1941, n. 70).
  3. "[E]l Opus Dei... [no] es en modo alguno comparable... por la vida de sus socios con los religiosos". (Conversaciones, n.25).
  4. Los socios del Opus Dei... tienen un modo de vivir... que, en lo esencial, no es distinto de la vida religiosa. (Documentos para la aprobación como Pía Unión, 1941)

Aquí lo más doloroso es el engaño: a los miembros numerarios de la obra se les decía, antes de hacerse de la obra y después, que lo verdadero eran las tres primeras afirmaciones, pero lo que realmente se vivía era la última afirmación.

(4) La exigencia del dinero

Otra vez solo son necesarios los textos relevantes:

  1. "Los Numerarios y Agregados destinan todos los ingresos del propio trabajo profesional a cubrir sus gastos personales y a colaborar en el sostenimiento económico de los apostolados de la Prelatura". (Catecismo 2003).
  2. "Con su ordinario trabajo profesional...todos los fieles de la Prelatura tienen el deber..., en la medida en que les sea posible, de ayudar al sostenimiento del apostolado de la Prelatura..." (Estatutos, 1982).

Es decir, según los estatutos son los fieles de la prelatura (sin distinguir entre célibes o no), y no la institución, los que deben determinar la medida en que les es posible ayudar. La institución ha hecho una interpretación de los estatutos que no les correspondía, con lo que se han lucrado de una cantidad de dinero no pequeña que además han manejado sin dar ningún tipo de explicación a los que han donado el dinero. En esta ocasión, lo doloroso es comprobar que el código de derecho penal español, en el artículo 248, define así la estafa: "Cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno. Los reos de estafa serán castigados con la pena de prisión de seis meses a tres años".



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