Sectas Destructivas: un análisis científico

Por Dr Jorge Erdely, Editor, ©2003, Publicaciones para el estudio científico de las religiones


Prefacio del editor

El título de éste libro refleja con fidelidad lo que el lector encontrará en sus páginas —y de cierta manera, lo que no hallará—. Su publicación responde a un deseo de contribuir a llenar un vacío de información, en lengua española, sobre las sectas contemporáneas, vistas desde la perspectiva de la investigación en las ciencias médicas y de la conducta humana. Por ello, los textos que se presentan en esta edición se enfocan en las dimensiones analíticas, más que en las aristas exóticas y las etnografías extensas de organizaciones sectarias en particular.

Al estudiar el fenómeno que nos ocupa, es notorio que uno de los principales puntos de convergencia entre connotados especialistas de distintas disciplinas, es su esfuerzo por centrar la atención de la investigación científica en la praxis o conducta de las organizaciones conocidas como sectas. Entre la variada gama de comportamientos que se presentan en dichas organizaciones, los de mayor impacto social son aquellos que derivan en daño cuantificable a las personas y en violaciones a los derechos humanos. De allí, pues, la primera parte del título de este libro: Sectas destructivas.

La naturaleza polémica del término secta, las ideas que evoca en el imaginario colectivo del mundo hispanohablante, el abuso y la ignorancia con que a menudo se utiliza, su capacidad para estigmatizar y provocar intolerancia, y por otra parte la necesidad de contar con términos que describan adecuadamente realidades sociales, hacen necesario que una parte considerable de este libro se dedique a explorar diferentes definiciones y criterios metodológicos en los que éstas se basan. Dicho quehacer, que al lector poco familiarizado con este tema podría parecerle quizás árido, es, en realidad, todo lo contrario. Las distinciones semánticas son cruciales para entender la materia, y los marcos teóricos que utilizan diferentes disciplinas para estudiar a las sectas contienen una riqueza conceptual imprescindible para acercarse inteligentemente al fenómeno y profundizar más allá de la opinión de gacetilla.

El resto del contenido de este libro lo ocupan temas relacionados e insoslayables: modelos analíticos contemporáneos, métodos de investigación, aspectos clínicos, estadísticas y contextos culturales, por mencionar algunos.

Dadas su complejidad y amplitud, el tratamiento de la temática de las sectas destructivas como un todo, debe ser necesariamente introductorio. Y éste es precisamente uno de los propósitos de nuestro texto: poner al lector de habla hispana en contacto con ensayos y trabajos de investigación básicos, realizados por autores contemporáneos reconocidos —algunos traducidos a nuestro idioma por primera vez—, y en ese trayecto abrir una panorámica conceptual y factual de los ámbitos de la investigación que faciliten acceder, de manera informada, a más conocimiento, dependiendo de los intereses y/o necesidades particulares del lector.

El artículo del profesor John Hochman, publicado originalmente en inglés en Psychiatric Annals, ha venido a convertirse en un clásico para entender los mecanismos de coerción que ejercen las agrupaciones religiosas totalitarias. Su enfoque en “Milagro, misterio y autoridad”[1] subraya la necesidad del quehacer interdisciplinario para entender fenómenos complejos como los procesos de adoctrinamiento en sectas destructivas. Hochman, psiquiatra, hace una ampliación del modelo de análisis de Heller para estudiar sistemas políticos totalitarios. Su objetivo es definir lo que es realmente una secta e inteligir los procesos estructurales de manipulación de información a su interior. Hochman es exigente. Para él, no cualquier organización califica como secta. En su búsqueda de los elementos que constituyen una, hace distinciones críticas entre subculturas, organizaciones diversas y grupos con tendencias sectarias hasta llegar a su meta. Y a su arribo, nos ofrece un ejemplo extremo y paradigmático como poderosa ilustración de su tesis: Jim Jones y El Templo del Pueblo.

El análisis de Hochman es profundo pero su presentación clara y sencilla. Su modelo analítico es una síntesis de teoría política y psiquiatría. El autor define sus conceptos con precisión y es categórico, pero está lejos de creerse infalible. El hecho de que —a semejanza del legendario neuropsiquiatra Louis J. West— acuda fuera de su disciplina y de las limitaciones del organicismo para tratar de entender lo que ocurre al interior de una secta, refleja más bien humildad académica. Esa actitud contrasta con el arrogante reduccionismo maniqueo de quienes pretender hacer de la propia disciplina el observatorio sine qua non del Universo. Así, en “Milagro, misterio y autoridad” Hochman acude a la teoría política y a la psicología, pero también a la literatura —en este caso a Dostoyevsky—, buscando comprender un fenómeno complejo. El autor piensa y se arriesga: se equivoca con respecto a Gorbachov, acierta al prever un incremento de sectarismo apocalíptico y violento, pero sobre todo, articula un modelo analítico coherente que ayuda a entender el enigmático hechizo con que la secta logra cautivar a sus adeptos.

El Dr. Louis J. West se formó en la misma disciplina que Hochman: las ciencias médicas y la psiquiatría. Sin embargo, los separan en edad varias décadas y la consiguiente experiencia clínica. Eso explica en parte la diferencia en estilo y contenido entre los ensayos que reproduzco de ambos. El profesor West, prolífico autor e investigador en ámbitos tan variados como los efectos de las drogas en la mente humana y los programas de coerción ideológica contra prisioneros de guerra, no trata en su ensayo ni de mecanismos psicológicos ni clasificaciones. Eso lo ha hecho ya en un cúmulo de trabajos publicados a lo largo de más de dos décadas. Una de sus aportaciones teóricas más significativas y conocidas es la tesis de la pseudo identidad[2]. Para West, cuando una persona es sujeta a un proceso de técnicas coercitivas de reforma del pensamiento, el resultado es la formación de una pseudo identidad por mecanismos disociativos, la cual se mantiene sólo en tanto que el síndrome de dependencia, miedo y engaño (DDD, por sus siglas en inglés), persista. En el ámbito del totalitarismo político, el ejemplo clásico es el del prisionero de guerra que es forzado a aceptar la ideología rival. La “conversión” es sólo aparente y desaparece luego de un tiempo al cambiar a un entorno distinto. El célebre caso de Patricia Hearst sería un ejemplo paradigmático para West.

Pero cuando West escribió Sectas, imagen utópica, realidad infernal [3], su interés era enunciar las distintas fuerzas y entidades sociales que se coluden para propiciar un clima de impunidad para que organizaciones religiosas delictivas —o simplemente nocivas— operen sin rendir cuentas a los ciudadanos. Esta preocupación es congruente con la larga trayectoria del Dr. Louis J. West como defensor de los derechos humanos, la democracia, y las libertades civiles. Miembro de la liberal ACLU[4], West fue el primer psiquiatra blanco de su país que colaboró para terminar con el apartheid en Sudáfrica, viajando para atestiguar en favor de varios presos negros. Eventualmente llegaría a ser el legendario experto forense seleccionado por las cortes estadounidenses para examinar al asesino de Lee Harvey Oswald, Jack Rudy, y a Patricia Hearst, la joven secuestrada por el Ejército de Liberación Simbionés —un grupo guerrillero sectario—, y quien finalmente se convirtió en asaltante de bancos en favor de la causa de sus captores, renegando de la sociedad opulenta en la que fue criada.

Mucho del valor del trabajo del Dr. West en su estudio de las sectas destructivas se debió en gran parte a su particular perspectiva diacrónica y privilegiada ubicación geográfica. West tuvo la oportunidad de realizar sus investigaciones a través de casi cuarenta años. Comenzó en los Estados Unidos precisamente durante los sesenta y setenta, en medio del primer boom de grupos extremistas. En ese entonces, las sectas más controversiales eran la agresiva Dianética, los Hare Krishna acusados en aquel entonces de posesión de armas y tráfico de drogas—; los moonies, aún en su versión comunal; los Niños de Dios, que reclutaban adeptos a través de la prostitución sagrada, y otros igualmente polémicos.

Cuando West escribió para The Center Magazine el ensayo que se reproduce aquí traducido al español, era ya, además de académico y activista, un intelectual connotado. The Center Magazine fue por muchos años la prestigiosa publicación del Center for the Study of Democratic Institutions, un lugar de intenso diálogo y discusión interdisciplinaria, dependiente de la Universidad de California, para la promoción de las libertades y la democracia. Por allí desfilaron a través de los años personalidades como el activista por los derechos de los trabajadores agrícolas, César Chávez; el psicólogo Adler, y Aldoux Huxley.

West, el psiquiatra, el experto en estrés postraumático y colaborador de la Enciclopedia Británica escribió, pues, este texto, como intelectual, cuando se hallaba en el pináculo de su carrera. Para ese entonces, era director del Instituto de Neuropsiquiatría, así como del Departamento de Psiquiatría, en la Escuela de Medicina de la Universidad de California, Los Ángeles, aunque siete años después se retiraría. Así que plasmó su ensayo con el desenfado del intelectual. En el se dedica a exhibir complicidades. West critica a los políticos y a la política, a los medios, a los juristas y a los jueces de su época, a la sociedad pasiva, a los intelectuales de escritorio que sin haber hecho estudios de campo sobre las sectas ni tener experiencia clínica con víctimas, defienden por esnobismo ideológico, en nombre de la libertad, a organizaciones que a su amparo cometen delitos y esclavizan cuerpos y mentes. Y critica, sobre todo, a las grandes iglesias y denominaciones de su país, las cuales, paradójicamente, se alían por estrategia con los intereses de las sectas destructivas para impedir que se pasen leyes que pudieran afectar la confidencialidad de los manejos financieros de cualquier entidad llamada religiosa.

Y en esto West, con los anteojos del visionario, se anticipó al papel crucial que jugaría el dinero, el manejo de los fondos por los grandes consorcios religiosos internacionales, en el nuevo milenio, categoría y fenómeno que engloba hoy lo mismo temas tan variados como los acuerdos legaloides de la Iglesia Católica para comprar silencio de víctimas de sacerdotes pederastas en Estados Unidos, que el financiamiento global de grupos extremistas como Al-Qaeda y las millonarias inversiones de la secta Moon en Latinoamérica.

Elio Masferrer, antropólogo e investigador, es un especialista en religión y política que casi no requiere de presentación para los lectores latinoamericanos. Su labor es reconocida en países como México, Perú y Argentina, donde, asimismo, ha realizado estudios en antropología e historia. El aporte del Dr. Masferrer a este volumen es un texto que combina perspectivas de autores clásicos de la sociología de la religión como Weber, Niebuhr y Troeltsch, con autores contemporáneos como Campiche y Mayer. El análisis[5] inicia con el examen de la influencia y esfuerzos de la jerarquía católica por definir para la sociedad el concepto de secta y perpetuar estereotipos y teorías conspirativas, para mantener su hegemonía política y cultural ante el avance del pluralismo religioso en Latinoamérica. De allí, el autor revisa tipologías histórico-sociológicas y explora el tema de los Nuevos Movimientos Religiosos. Además de su larga experiencia como etnólogo, el profesor Masferrer incorpora conceptos de investigadores como Marion Aubrée, en Brasil, y otros autores latinoamericanos. Con ello, permite una necesaria contextualización cultural del fenómeno de las sectas. El artículo de Masferrer, quien es presidente de la Asociación Latinoamericana para el Estudio de las Religiones, representa, en aras de la perspectiva multidisciplinar de este libro, a la antropología.

Jorge De la Peña, médico y profesor de psicología social, es otro autor latinoamericano cuya amplia experiencia clínica con refugiados, exiliados políticos, y posteriormente con ex miembros de sectas, le ha llevado a remarcar la importancia de estudiar mejor la entidad nosológica denominada trastorno por estrés postraumático, síndrome que se presenta a menudo en pacientes provenientes de ambos ámbitos. Su artículo hace una presentación accesible de las características de dicho trastorno y distinciones críticas para el diagnóstico diferencial. Trata asimismo con las características psicológicas de los liderazgos sectarios que pueden inducir esas y otras patologías. De particular interés para los especialistas clínicos, así como para los estudiosos del ámbito de la salud pública, son las implicaciones de la trasmisión de psicosis vía relaciones estructurales líder-feligresía a través de cuadros como el trastorno psicótico compartido. El Dr. De la Peña es miembro activo de Amnistía Internacional y consultor del Instituto Internacional de Derechos Humanos de la ONU.

El Dr. César Mascareñas, coautor junto con De la Peña de un reciente trabajo científico sobre fanatismo religioso y neurobioquímica, complementa la dimensión clínica con una puntual entrevista exclusiva con la profesora Margaret Singer[6], cuya presentación corre a cargo de él mismo en el capítulo correspondiente. Singer no es socióloga, sino psicóloga. Ha entrevistado y aún brindado tratamiento a miles ex miembros de sectas, incluidas algunas de carácter extremista como El Templo del Pueblo, en Guyana, y Heaven’s Gate. Por ello, es la suya, la voz de alguien que ha combinado la formación teórica en su disciplina y la docencia como profesora emérita de la Universidad de California en Berkeley, con una amplia experiencia clínica. La empatía, que es a menudo signo de genuina vocación, la hace ser intensamente práctica en su enfoque. Este refrescante rasgo aflora no sólo en la entrevista con Mascareñas, sino también en otro artículo de Singer que he titulado “Las sectas y los jóvenes”, traducción de un capítulo sobre el tema, rescatado de un libro de texto médico: Comprehensive Adolescent Health Care [7].

Colega de profesión de la Dra. Singer es Michael D. Langone, editor por muchos años del Cultic Studies Journal [8]. Ambas, la naturaleza de su labor al frente de una prestigiada revista especializada con un distinguido comité editorial, y su interés por los aspectos teóricos de la investigación, hacen que Langone, pionero en este ámbito, sea técnico en su presentación. Esto, sin embargo, no significa que sea menos claro si se lee con atención.

El capítulo del Dr. Langone presenta cuidadosamente los distintos retos que hay para conducir investigación científicamente válida en el ámbito de las sectas, y para interpretar lo que se publica al respecto como tal[9]. Langone expone asuntos como los prejuicios y la subjetividad del investigador, los estudios amañados de origen, el romántico lobby pro sectas coercitivas, que se financia con recursos de las mismas sin informar al público, hasta problemas con los métodos de muestreo y el diseño adecuado de instrumentos de medición en el campo del estudio cuantitativo. El artículo permite al lector de literatura científica sobre sectas —especialista o no— vislumbrar lo que a menudo ocurre tras bambalinas en el ámbito académico. “No todo lo que brilla es oro”, reza el antiguo adagio popular. Así, no todo lo que se etiqueta como investigación científica lo es y, a menudo, aun lectores con formación profesional fallan en detectar errores metodológicos elementales que invalidan lo mismo conclusiones que información factual. Considero que serán de particular interés para los lectores varias de las estadísticas que presenta Langone —y los contrastes entre ellas— sobre frecuencia, tipo y magnitud de daño a personas en sectas, así como las muchas referencias bibliográficas del artículo.

Termino este prefacio con una breve semblanza del artículo de mi autoría que he incluido como primer capítulo en este libro. Como se ha mencionado en una edición previa del mismo, publicada por separado, la esencia es una ponencia que presenté sobre el tema en la Escuela Nacional de Antropología de Historia (ENAH), el 25 de septiembre de 1997, en la ciudad de México.

Una versión se publicó dos meses después en una revista especializada[10] y ésa, a su vez, se revisó, actualizó y amplió para publicarse en el volumen que nos ocupa. Los objetivos de dicho texto continúan siendo los mismos: a) plantear la naturaleza polisémica del término secta, cuando se define según distintas disciplinas, organizaciones y autores; b) contrastar esa naturaleza con las percepciones populares unívocas en Occidente, construidas en gran parte por los medios de comunicación, y c) la pertinencia o no de utilizar el término secta y algunas propuestas a favor y en contra. Ésta es, de manera somera, la parte correspondiente a definiciones. En la sección sobre modelos analíticos, la meta es presentar en forma sintética las tesis de autores contemporáneos de orientación crítica cuyas aportaciones a la discusión son reconocidas. Lifton, Hochman, Singer, Rodríguez, por mencionar algunos. En particular, estimo relevante —por ser un investigador sobresaliente poco leído en el mundo de habla hispana— atender a los criterios de Lifton. Los resultados de varias décadas de estudio, incluido un punto importante de su último y actual libro Destroying the World to Save It[11] se incluyen y ejemplifican, haciendo un considerable esfuerzo de concisión.

El resto de mi trabajo se compone del análisis de las metodologías en un marco propositivo sobre el uso del término secta en nuestra sociedad, y los ámbitos en que distintas definiciones del mismo pueden ser válidas.

El contexto en que toda esta información es ofrecida al lector incluye una actualización de aspectos jurídicos y controversias académicas en que el dinámico mundo de las sectas destructivas se desenvuelve, y del cual no todos los lectores están informados. Al respecto, considero que el artículo de Masferrer que se incluye en este volumen puede ser particularmente útil para complementar otras dimensiones del contexto, en especial, las políticas y económicas.

El tema de las religiones, en general, y el de las sectas destructivas, en particular, es una realidad cada vez más significativa en el mundo contemporáneo. La globalización religiosa y su efecto concomitante de favorecer la pluralidad y el multiculturalismo, tienden, por un lado, a crear rechazo y recelo ante lo nuevo y diferente. Esto genera intolerancias ancladas en prejuicios, proteccionismos y falta de información. De allí la importancia de utilizar responsablemente términos como secta. Por otra parte, la corrupción y la cultura de la impunidad prevalecientes en la mayor parte de Latinoamérica crean condiciones idóneas para el florecimiento de organizaciones religiosas —algunas de ellas sofisticadas y a menudo con historiales delictivos— que, amparándose en la libertad de creencias, explotan y violan los derechos humanos de un número considerable de personas. En la globalización, pues, coexisten dos realidades antitéticas paralelas: el aumento de la intolerancia y el aumento del abuso religioso por parte de organizaciones de carácter explotativo. Esto hace peculiarmente importante el contar con esquemas equilibrados que defiendan la libertad de creencias, así como con marcos analíticos y definiciones claras para identificar grupos religiosos destructivos. Los tales, son, después de todo, parte de la sociedad y no pueden estar al margen de rendir cuentas por sus actividades ni pueden pretender sustraerse al escrutinio público.

Jorge Erdely, Ciudad de México, enero de 2003.


Agradecimientos

Publicaciones para el Estudio Científico de las Religiones desea expresar su agradecimiento a los respectivos autores y casas editoriales, por permitirnos reproducir los artículos, ponencias y capítulos de libros —algunos en forma revisada y traducidos al español— que aparecen en este volumen.

Sectas destructivas: definiciones y metodología de análisis

Introducción

En 1978, la opinión pública mundial fue sacudida por el reporte del suicidio colectivo de 914 personas en Jonestown, Guyana. Todos eran seguidores del reverendo Jim Jones, quien también se autoinmoló. Desde entonces se ha observado una mayor frecuencia de acontecimientos de este tipo o parecidos.

En marzo de 1993, más de 80 personas se suicidaron junto con David Koresh, en Waco, Texas, por motivos religiosos (Gaustad, 1993:629). En 1994, el grupo esotérico La Orden del Templo Solar sorprendió a los analistas sociorreligiosos al efectuar varios suicidios diferidos en Suiza y Francia. Todos los participantes eran seguidores del homeópata europeo Luc Jouret. Cuarenta y ocho murieron en el primero de los sucesos y otros más posteriormente.

En el mes de noviembre de ese mismo año, las autoridades de Ucrania impidieron el suicidio colectivo de los seguidores de Marina Tsvygun, quien afirmaba ser la reencarnación de Cristo. Fueron arrestadas 779 personas en Kiev. El culto tenía en ese entonces 150 mil seguidores en la ex Unión Soviética y se llama La Fraternidad Blanca.


Terror religioso

El 20 de marzo de 1995, en Tokio, Japón, Shoko Asahara ordenó a sus seguidores de la secta La Verdad Suprema, colocar bombas con gas sarín neurotóxico en el sistema de transporte del metro. El resultado: más de cinco mil intoxicados y doce personas muertas. Seis semanas más tarde, los mismos adeptos de La Verdad Suprema (Aum Shinrikyo en japonés) perpetraron un nuevo atentado terrorista en otra estación. Afortunadamente hubo un retraso en el mecanismo de la bomba y ésta pudo ser desactivada a tiempo. De no haber sucedido esto, la mezcla de cianuro e hidrógeno que contenía el artefacto explosivo hubiera privado de la vida en minutos a aproximadamente 20 mil usuarios del tren subterráneo.

Los anteriores, son ejemplos claros de lo que son y hacen algunas sectas destructivas extremistas a nivel internacional, las cuales han llamado la atención de especialistas y medios de comunicación por igual. Sin embargo, a pesar de su popularidad, representan tan sólo la punta del iceberg. Solamente en la Unión Americana algunos analistas calculan que existen tres mil grupos que pueden ser clasificados como sectas destructivas (Hassan, 1997). Cabe señalar que no todas tienen la capacidad para provocar actos masivos de terrorismo como los que realizó La Verdad Suprema, o propósitos de inducir suicidios colectivos como lo hizo Jim Jones. Hoy por hoy, la violación, el abuso sexual de menores, el daño patrimonial a través del fraude organizado y la inducción de distintas enfermedades mentales son algunas de las prácticas más comunes en que día a día incurren cientos de grupos religiosos y pseudo científicos que forman parte de una nueva patología social.


La necesidad de un marco de concientización para la sociedad

Dicha problemática, que según todos lo indicadores confiables llegó para quedarse y tiende a crecer y a volverse más compleja, hace necesario tener un marco de clasificación y metodología de análisis para concientizar adecuadamente a la sociedad acerca de la existencia de esta innegable realidad. El conocer las diferentes definiciones que se manejan en este campo evitará que la sociedad, especialmente los medios de comunicación, los líderes de opinión, y académicos poco familiarizados con el tema, caigan en el extremo de catalogar ligeramente como secta a cualquier agrupación, generando a su alrededor un clima de intolerancia, rechazo y hostilidad.

Esto debe ser especialmente tomado en cuenta, ya que tradicionalmente la palabra secta tiene una connotación peyorativa en el sentido de herejía ideológica o heterodoxia doctrinal (esto según la perspectiva de una u otra mayoría religiosa y dependiendo del país que se trate). Sin embargo, la carga semántica negativa de la palabra secta no sólo se ha hecho más fuerte, sino cualitativamente distinta, a partir de 1978, año en que ocurrió el ya citado suicidio colectivo encabezado por Jim Jones en Guyana. Desde entonces, la opinión pública mundial comenzó a percibir el significado de la palabra secta como una agrupación antisocial, siniestra, de conducta fanática y peligrosa. Es pues así, que hoy en día el concepto de secta trae a la memoria de millones de personas, no sólo la noción de disidencia religiosa doctrinal, tampoco el concepto más neutral de facción, sino, sobre todo, y conforme pasa el tiempo, la idea anteriormente descrita.


¿Minorías religiosas o sectas?

En este contexto, el calificar como secta a un grupo social conlleva una responsabilidad ética importante, responsabilidad que no se puede descargar pertinentemente sin un marco analítico correcto, ni repitiendo acríticamente los epítetos y nombres que otros dicen sin entender realmente de lo que se habla. En otras palabras, ¿por qué clasificar, o llamar sectarias a unas organizaciones sí y a otras no? ¿Porque lo dice la mayoría? ¿Porque se les llama así en la televisión o en la radio? ¿Porque lo dice el cura, el pastor, el intelectual de moda, o una u otra institución que estudia el campo sociorreligioso? El periodista, el analista, el profesionista, el padre de familia que llama secta a un grupo simplemente porque oyó a alguien más clasificarlo así, no sólo actúa en forma irresponsable y poco ética, sino que se convierte, en ocasiones, en títere de intereses oscuros, en cómplice pasivo, quizás, de antagonismos religiosos cuya profundidad no conoce, o de los intentos de estructuras de poder por monopolizar las conciencias a través de la descalificación a priori de otras opciones de espiritualidad.


¿Nuevos movimientos religiosos?

Otro extremo en el que se evitará caer al tener un conocimiento preciso de las definiciones en este campo, es el de intentar eliminar del lenguaje común el término secta, o en su caso autocensurarse en cuanto a su uso. Hoy en día, algunas corrientes ideológicas proponen precisamente esto, y demandan que se utilice exclusivamente el término Nuevos Movimientos Religiosos para referirse a cualesquiera organizaciones minoritarias, independientemente de que constituyan o no un peligro verificable para la sociedad[12].


Preocupación por la intolerancia

Algunos de los proponentes de la eliminación del término secta del lenguaje académico y de los medios de comunicación, se hallan preocupados por encontrar un término neutral, que no implique juicios de valor sobre las creencias de uno u otro grupo, ya que esto puede estigmatizarlos socialmente. La preocupación es ciertamente loable, ya que religiones mayoritarias en diferentes partes del mundo, utilizan como arma la palabra secta para descalificar por igual a minorías religiosas de toda índole, por el sólo hecho de no conformarse a los dogmas populares o de las religiones de Estado. Esto sucede hoy, por ejemplo, en países islámicos, y ocurrió antaño en Inglaterra cuando la Iglesia oficial, la Anglicana, persiguió a los cuáqueros. El abuso en el uso del término secta, ciertamente puede crear un clima de desconfianza, difamación y hasta de agresión en contra de personas que pertenecen a minorías religiosas. Más adelante se detallarán otras consecuencias.

Sin embargo, y por más noble que sea la intención, los líderes de opinión, especialmente algunos sociólogos, que pugnan, a veces histéricamente, porque se elimine la palabra secta del ámbito de las clasificaciones, cometen en sus planteamientos, errores elementales.

Primeramente, pasan por alto que, aunque la palabra ha sido por mucho tiempo sinónimo de heterodoxia intelectual, esta interpretación del concepto se ha restringido cada vez más a los ámbitos religiosos. La realidad es que la sociedad occidental en general, percibe cada vez más el término secta, como representativo de conductas antisociales realizadas por organizaciones engañosas que fomentan el fanatismo irracional y espiritualizan el delito.


Secta: ¿disidencia ideológica o conducta antisocial?

En otras palabras, la sociedad, cada vez más secularizada y mediatizada, identifica frecuentemente la idea de secta con organizaciones como La Verdad Suprema o Koresh y compañía, más que con Wycliffe y sus lolardos, o bien —desde el punto de vista de la presente administración del Vaticano—con Leonardo Boff y sus propuestas teológicas liberacionistas. Visto de esta manera, el énfasis está sobre todo en el extremismo y en la conducta antisocial, aunque se considere que en muchos casos ésta tenga una motivante religiosa. En este contexto, antropólogos, sociólogos, psicólogos clínicos y especialistas médicos, han aportado al campo del conocimiento científico definiciones claras y actuales de lo que constituye o no una secta, acompañadas de criterios rigurosos para su clasificación.

A continuación exponemos esquemáticamente las principales definiciones del término secta con un breve análisis de cada una.


DEFINICIONES Y METODOLOGÍA DE ANÁLISIS


Definición lingüística

De acuerdo con una definición estrictamente lingüística, la palabra secta (del latín secta) quiere decir “Doctrina enseñada por un maestro y seguida por sus adeptos. Particularmente la doctrina y el conjunto de sus adeptos” (Moliner, 1988: 1121).

Ésta es una definición que por general y literalista prácticamente se utiliza muy poco, ya que es demasiado amplia, pues cataloga como secta a cualquier ideología, política, social, religiosa, filosófica, etc., junto con sus seguidores. Ésta podría incluir, por ejemplo, a cualquier religión, partido político, o partidarios de la filosofía de Kant, Marx o el psicoanálisis de Freud.


Definición histórico-lingüística

Secta: “Doctrina religiosa (y sus adeptos), que se aparta de la tradicional u oficial”. (Moliner, 1988: 1121).

Ésta es una definición lingüística de uso cultural que se desarrolló a través de la historia de la civilización occidental. Se hizo especialmente popular con el dominio cultural del Catolicismo Romano en Occidente, y en el Oriente con la Iglesia Ortodoxa.

Conforme el tiempo pasó y la cristiandad llegó a ser dominante en el mundo occidental, la palabra adquirió una carga peyorativa fuerte: los heréticos, los perversos doctrinales, los enemigos de la ortodoxia confesional establecida, eran denominados secta. De hecho, la etimología griega haíresis, de la cual deriva originalmente el concepto a las lenguas romances, tiene relación con las nociones de herejía y de facción.


Criterios arbitrarios

Esta definición es, evidentemente, muy limitada, pues se enfoca exclusivamente en el aspecto religioso y constituye un criterio relativamente arbitrario para hacer clasificaciones, pues como se vio, según la definición de uso cultural, secta es: “Una doctrina religiosa (y sus adeptos) que se apartan de lo tradicional u oficial”. Así, todo lo que no sea religión mayoritaria o popular, se considerará secta, dependiendo de la cultura y su tradición religiosa. O de la religión oficial reconocida por el Estado, dependiendo del país, región, y aun de la época. Algunos ejemplos de esto son los siguientes: hay países islámicos en los que las minorías religiosas son en ocasiones catalogadas como sectas. En Rusia, los católicos romanos son llamados así por algunos sectores de la Iglesia Ortodoxa. En Inglaterra, los puritanos y los cuáqueros fueron considerados sectas en siglos pasados por la Iglesia Anglicana. En países budistas e hinduistas, las religiones distintas se llegan a considerar y denominar sectas.

En esta definición, se transfiere completa a las minorías religiosas que se etiquetan así la connotación negativa que dicho término ha acumulado a través de la historia. Recordemos, sin embargo, que el valor simbólico negativo de la palabra secta, actualmente, abarca no sólo la idea de “error doctrinal” sino sobre todo, desde hace poco más de dos décadas, se asocia a grupos de conducta peligrosa y antisocial.


El uso de la palabra secta como arma

En este contexto, la palabra secta se usa como arma para descalificar a priori a “los otros”, los de ideología religiosa diferente, indistintamente de que su trayectoria social sea inocua o hasta positiva. Asimismo, se utiliza como falacia de etiqueta, y coloca un estigma que fomenta la intolerancia religiosa, y evita a las religiones tradicionales mayoritarias —o de Estado— el trabajo de refutar con argumentaciones serias, las posturas ideológicas de otros grupos que tienen el mismo derecho de ejercer la libertad de creencia y propagar sus propuestas.

Esta definición histórico-cultural es la más utilizada en México, a nivel popular y en la mayoría de los medios de comunicación. Su uso es fomentado especialmente por sectores intolerantes de la jerarquía católica y ha sido, en buena medida, asimilada pasivamente por la sociedad.

Aquí cabe señalar que el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, que representa la posición oficial del Vaticano actualmente, no califica como sectas a las grandes religiones históricas como el budismo, el judaísmo o el Islam. Las llama “religiones no cristianas”. Tampoco denomina sectas a las iglesias Protestante, Anglicana u Ortodoxa Oriental. Los antes llamados herejes y sectarios, pasaron posteriormente a ser “los hermanos separados” y hoy el Vaticano, en aras del esfuerzo ecuménico, los denomina simplemente iglesias y cristianos (Catecismo de la Iglesia Católica:195-202) [13].


Definición teológica

El doctor en Religiones Comparadas, W. Martín propuso la siguiente acepción teológica de la palabra secta. “Una secta es un grupo de personas polarizadas alrededor de la interpretación particular que alguien hace de la Biblia, que incurre en grandes desviaciones con respecto a las doctrinas primordiales de la fe cristiana...” (McDowell, 1988:11).

Ésta es una definición utilizada sobre todo en el ámbito cristiano nominal. Toma como punto de referencia para hacer clasificaciones las bases teológicas de las creencias. No considera la antigüedad ni la cantidad de miembros, ni el reconocimiento oficial que en un país determinado pudiera tener una organización religiosa.


Pros y contras

La definición teológica es válida como instrumento de crítica dentro del ámbito religioso y denominacional y tiene pautas académicas y doctrinales bien definidas para hacer clasificaciones precisas. También provee un mecanismo legítimo para alertar a las personas acerca de grupos religiosos que se autodenominan cristianos, sólo para ganar aceptación social y hacer prosélitos, mientras que ideológicamente no se apegan a las doctrinas cristianas históricas, e inclusive inculcan ideas totalmente contrarias.

Estrategias de proselitismo como éstas son definitivamente objetables. Si se analizan con cuidado, son éticamente equivalentes al fraude a través de una especie de usurpación de personalidad. Esto viola el derecho al que tiene cualquier persona a la información, para poder decidir en condiciones equitativas su postura ante una determinada propuesta religiosa.


El mormonismo: un ejemplo de proselitismo poco etico

Veamos por ejemplo el caso del mormonismo, una religión que al presente ha corregido conductas sociales peligrosas que practicó a nivel cupular en sus inicios (adulterio poligámico legalizado, fraude, sedición e incitación al terrorismo, entre otros ejemplos). A pesar de dichos cambios, el mormonismo aún se adhiere a formas poco éticas de proselitismo al ostentarse como una religión cristiana. Una de las creencias básicas del mormonismo es el politeísmo mientras que, en cualquiera de sus variantes, el cristianismo es esencialmente monoteísta. El mormonismo es realmente una religión sincretista que incorpora elementos clásicos del espiritismo, ocultismo y politeísmo envueltos con una nomenclatura cristianizada.

El mormonismo, como cualquier otra religión, tiene libertad para difundir sus creencias, pero al mismo tiempo la gente tiene derecho a saber, antes de decidir ingresar a dicha religión, cuáles son sus creencias reales, incluida la historia de la organización (esta última suele ser ocultada o maquillada cuidadosamente especialmente en lo referente a las relaciones adultero-polígamas de su fundador, Joseph Smith, con más de 80 mujeres, algunas de ellas esposas de sus seguidores). El mormonismo tiene la libertad de difundir sus creencias, sin embargo, otros sectores sociales tienen derecho a la libertad de expresión para criticar el ocultamiento deliberado de información y el hecho de que esta religión trate de obtener aceptación social utilizando una fachada cristiana, cuando en realidad promueve una religión politeísta. Aquí es importante remarcar que la libertad de creencia no ampara contra la crítica pública cuando se engaña deliberadamente a la sociedad. Junto con la libertad de creencia, coexisten también la libertad de expresión y el derecho a la información.

Éste es sólo un ejemplo de la aplicación académica de la definición teológica de secta, y parte de la ética que justifica su uso como instrumento de crítica en el ámbito religioso.


Definición socio-jurídica

El investigador español José Rodríguez, quien ha sido asesor sobre el tema de las sectas para diversas comisiones de gobiernos europeos, ha definido así el concepto, retomando el término secta destructiva que acuñó el psicólogo social hispano Álvaro Rodríguez:

“Una Secta Destructiva (SD) será todo aquel grupo que en su dinámica de captación y/o adoctrinamiento, utilice técnicas de persuasión coercitiva que propicien:

  • “La destrucción (desestructuración) de la personalidad previa del adepto o la dañen severamente.
  • “El que, por su dinámica vital, ocasione la destrucción total o severa de los lazos afectivos y de comunicación afectiva del sectario con su entorno social habitual y consigo mismo.
  • “Y, por último, el que su dinámica de funcionamiento le lleve a destruir, o conculcar, derechos jurídicos inalienables en un estado de derecho”

(Rodríguez, 1989:31)

Esta definición toma como punto de referencia para su clasificación la conducta social. Hace énfasis muy particularmente en aquellos comportamientos grupales que dañan a la sociedad, que violan los derechos humanos y que destruyen a la persona que es captada por una organización. Una secta es, según la definición sociológica de Rodríguez, cualquier organización que propicie esto, independientemente de su ideología, antigüedad, popularidad o número de miembros.

Esta definición tiene la ventaja de que no se circunscribe al ámbito religioso, pues abarca incluso a subgrupos políticos, psicoterapéuticos, pseudo científicos, culturales, etcétera.

La distinción destructiva, añadida al vocablo de sectas, puede ayudar a diferenciar a aquellos grupos que encuadran, por ejemplo, en las definiciones teológicas, pero que no muestran una conducta antisocial o peligrosa, de aquellas organizaciones que sí lo hacen.


El sectarismo: ¿un problema de adicción?

Rodríguez, quien ha sido profesor de sectarismo en la maestría de adicción a las drogas que auspicia la Universidad Complutense de Madrid, hace un fuerte énfasis en factores como el entorno social y la susceptibilidad individual para explicar la captación y dependencia sectaria (Rodríguez, 2000). De hecho, equipara la pertenencia a sectas destructivas con patologías sociales como la adicción a las drogas y el alcoholismo. Para Rodríguez[14], el papel de las estrategias coercitivas y explotativas de la secta destructiva per se no juegan un papel tan relevante como en los análisis de los psicólogos clínicos y sociales más reconocidos.


Definiciones de la psicología social

Michael Langone, doctor en Psicología Clínica y editor de una de las más prestigiadas revistas científicas que estudian el fenómeno de las sectas, define así el concepto que analizamos:

“Secta es un grupo o movimiento, que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar (a sus adeptos); diseñadas para lograr las metas del líder del grupo; trayendo como consecuencias actuales o posibles, el daño a sus miembros, a los familiares de ellos o a la sociedad en general”(Langone, 1988:1).

Langone añade después:

“Dado que la capacidad para explotar a otros seres humanos es universal, cualquier grupo puede llegar a convertirse en una secta. Sin embargo, la mayoría de las organizaciones institucionalizadas y socialmente aceptadas, tienen mecanismos de auto-regulación que restringen el desarrollo de grupúsculos sectarios”(Langone, ibíd.)


Ventajas de esta definición

Esta definición toma como punto principal de referencia la conducta psicosocial (no las bases teológicas, la tradición, o la aceptación oficial del Estado, etc.). Es un concepto similar al netamente sociológico y tiene las siguientes ventajas.

  • Es amplia. Estudia cualquier tipo de organización social, no sólo las religiosas, y analiza particularmente los mecanismos psicológicos de manipulación grupal que utiliza una organización para reclutar y mantener su membresía.
  • Clasifica con base en hechos observables y comprobables.
  • Responsabiliza a las organizaciones de su manera de interactuar con la sociedad y ofrece simultáneamente la oportunidad de que un determinado grupo corrija su conducta y se adapte socialmente, retirándose de tal clasificación, si hace los cambios necesarios.
  • Elimina la posibilidad de que un grupo se escude en la ortodoxia de su credo, en la cantidad de sus miembros o en su trayectoria histórica, para cometer ilícitos.


Daño y manipulación: perspectivas

El concepto del Dr. Langone considera en particular el daño, potencial o actual, que se causa a los individuos al involucrarse en una organización determinada (en otras palabras, lleva implícita la noción de secta destructiva).

La existencia o no de la explotación, de la falta de ética y transparencia al proselitar, los mecanismos internos de autorregulación y la presencia de técnicas psicofisiológicas de manipulación, son las variables que se examinen a fondo antes de catalogar como secta o cult (en inglés) a una organización.

Aunada a su marco metodológico de análisis, ésta es una de las definiciones seculares más respetadas en el ámbito de los investigadores internacionales; sin embargo, tiene algunos puntos débiles, por ejemplo:

  • Puede resultar difícil definir qué es una devoción excesiva.
  • Se necesita conocer muy bien y aplicar rigurosamente sus criterios de análisis para no etiquetar injustamente a una organización como secta.
  • Los parámetros son muy técnicos y especializados, y por lo tanto poco accesibles para la mayoría de las personas, incluso profesionistas.


Steve hassan: el enfoque empírico

Steve Hassan, maestro en psicología por el Cambridge College, fue miembro de los moonies por mucho tiempo. Actualmente tiene años de experiencia como asesor internacional y consejero sobre el tema de las sectas destructivas.

Hassan combina elementos empíricos, que provienen de su pasada vivencia en la secta Moon, su amplia experiencia en tratar pacientes provenientes de movimientos religiosos extremistas, y criterios de las ciencias sociales y la psicología clínica para definir como secta destructiva a cualquier grupo (religioso o no) que utilice técnicas de control psicológico para suprimir la personalidad e inhibir el juicio crítico y la libertad de decisión. Establece cuatro criterios para detectar la manipulación mental.

  1. Control de la conducta.
  2. Control de la información(tanto de aquella que las personas tienen derecho a saber antes de ingresar a un grupo, como de información “del exterior”.
  3. Control de las ideas.
  4. Control de las emociones (Hassan 1997:2).


Aportaciones de la psicología clínica

Por su parte, la Dra. Margaret Singer, psicóloga clínica y profesora emérita de la Universidad de California en Berkley, nos ofrece una definición bastante similar a la de Langone. La misma se basa también en el comportamiento, no en las creencias de un grupo. En su obra clásica, analiza seis puntos bastante sofisticados para definir las técnicas de persuasión psicofisiológica que utilizan las sectas (Ofshe y Singer, 1986).

Una aportación nueva y valiosa de la Dra. Singer es que la secta en sí es constituida básicamente por la estructura jerárquica y de poder de la organización, no necesariamente por los adeptos o miembros regulares en sí.


Definiciones de la ciencia médica

El Dr. Robert Lifton, eminente psiquiatra y sociólogo, definió en su obra La reforma del pensamiento y la psicología del totalitarismo ocho criterios para detectar los legendarios lavados de cerebro que inmortalizaron algunos filmes de guerra. Su investigación inicial se basa en las técnicas utilizadas sobre los presos políticos durante el régimen dictatorial de Mao, en China, para convertirlos bajo coerción a la ideología comunista (Lifton, 1989).

Actualmente, muchos médicos, psicólogos clínicos y sociólogos, toman estos criterios como referencia para identificar si un grupo religioso o de otra índole, instrumenta medidas coercitivas para manipular la conducta de sus adeptos a través de una estrategia graduada de “reforma de pensamiento”. La utilización de estas técnicas de coerción psicológica constituye para muchos especialistas, hoy en día, el criterio clave para llamar secta a una determinada agrupación. Secta, esto es, desde la perspectiva de la sociología médica.


Los ocho criterios de Lifton

A continuación se enumeran, resumen y ejemplifican los criterios del Dr. Lifton, aplicados al ámbito de las agrupaciones religiosas:

  1. Control de la atmósfera social y de la comunicación humana.Esto implica coartar la comunicación entre los seres humanos a los que se desea controlar. Incluye obstaculizar la comunicación del individuo consigo mismo (por ejemplo, al evitar que éste cuente con tiempo libre para la reflexión personal).
  2. Manipulación mística. Se construyen premeditada-mente atmósferas “espirituales” que parecen espontáneas, pero que en realidad son artificiales y están planeadas y estudiadas para producir un efecto. La gente interpreta este efecto como una “experiencia espiritual”, al ignorar que fue una situación prefabricada.
  3. Redefinir el lenguaje. Controlar las palabras sirve para controlar las ideas de las personas. Se adoctrina con conceptos simplistas. Por ejemplo, clichés que tienden a desalentar más que alentar el uso de la razón. (V.g. “nadie puede utilizar su razón para alcanzar la iluminación”; “Sólo los elegidos pueden entender lo que sucede al interior de nuestra agrupación”).
  4. La doctrina es más importante que la persona. No importa lo que un ser humano esté experimentando en la realidad,la creencia en el dogma es lo más importante. La creencia del grupo rebasa la conciencia individual y la integridad, en cuanto a comprobar resultados. Un ejemplo se da cuando algún grupo proclama que Dios ha realizado milagros de sanidad, pero se niega a hacer las verificaciones científicas pertinentes. Puede ser, incluso, que una persona esté gravemente enferma y se asegure que no importa lo que se vea, ya está sana. Es más importante sostener el dogma que el bienestar de las personas y atender a lo que indica la realidad.
  5. La ciencia sagrada. Doctrina con el absoluto científico y moral. El dogma es incuestionable.
  6. El culto a la confesión. Manipulación de la confesión pública para romper los límites personales. Restricciones o prohibiciones a la privacía personal. Por ejemplo, la confesión de faltas o problemas tiene usos y limitaciones bien definidas tanto en el ámbito terapéutico como en el eclesiástico. En este caso, se abusa de su uso para denigrar y controlar a las personas a través de la información obtenida. Se intenta borrar la individualidad para controlar a las personas en masa.
  7. Demandas de pureza inalcanzables. Estándar inalcanzable de perfecciónpara crear culpabilidad y vergüenza en los adeptos. La gente es castigada y enseñada a autocastigarse por no llegar a un ideal que de inicio es imposible alcanzar.
  8. La dispensación de la existencia. El grupo decide quién tiene derecho a existir y quién no. No hay ninguna alternativa legítima, sino sólo el pertenecer a esa organización en particular. En regímenes gubernamentales totalitarios, esta idea es lo que “justifica” la ejecución de disidentes políticos.

Los anteriores mecanismos de manipulación tienen efectos bien estudiados,tanto psicológicos como en la bioquímica cerebral, para crear estados de inhibición del razonamiento y alta sugestibilidad para controlar la conducta de individuos y comunidades.


Robert Jay Lifton, probablemente el especialista más importante en manipulación y grupos totalitarios hoy en día, ha confirmado la validez de su modelo de “reforma del pensamiento” para estudiar grupos religiosos. En 1999, publicó un amplio análisis sobre la secta japonesa La Verdad Suprema, un libro científico rigurosamente investigado sobre sectarismos radicales y sus peligros para un mundo globalizado. De acuerdo con sus conclusiones, lo que llama guruísmo —el endiosamiento explícito o implícito de un líder religioso— es una constante, además del autoritarismo y los ocho criterios ya descritos, en movimientos sectarios contemporáneos extremistas y violentos. El libro del profesor Lifton, Destroying the World to Save it: Aum Shinrikyo, Apocaliptic Violence, and the New Global Terrorism, se plantea una definición equivalente a secta destructiva basada en esos parámetros. Así, se clasifica como cult a cualquier agrupación religiosa:

  1. Cuyo líder esté en un estado práctico de “endiosamiento”[15].
  2. Que practique los ocho criterios de reforma del pensamiento.
  3. Que explote a sus seguidores.

El contenido y ortodoxia doctrinal quedan al margen como criterios valorativos según estos parámetros.


Aportes de la psiquiatría

El Dr. John Hochman, profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles, publicó en 1990 los resultados de sus investigaciones y ofrece una definición sobre sectas. Retomando el concepto central de Lifton, añade: “Las sectas son grupos que utilizan métodos de ‘Reforma del Pensamiento’ para reclutar y controlar a sus miembros y que utilizan como herramienta una tríada (Hochman, 1990:180)[16].

Los tres puntos de la tríada que define lo que es una secta para Hochman son:

El Milagro
Pensamiento mágico alrededor del dirigente y/o actividades del liderazgo.
El Misterio.
La secrecía que oculta la práctica, creencias reales y agenda del grupo.
Por ejemplo, Shoko Asahara, gurú de La Verdad Suprema, en Japón, ofrecía cursos de yoga para reclutar miembros, pero jamás les decía que su verdadero fin era la formación de guerrilleros religiosos para llevar a cabo actos terroristas apocalípticos. Para lograr esto sujetaba a la gente a un conjunto de técnicas psicofisiológicas de control sin que ésta tuviera conocimiento.
La Autoridad.
Un régimen autoritario y absolutista que utiliza a las personas para suplir las necesidades del grupo.


La tríada sinérgica

Cuando esta tríada se encuentra presente en un grupo, religioso o de otra índole, sus componentes ejercen un efecto sinérgico; esto es, cada elemento refuerza al otro en forma recíproca para crear una atmósfera extremadamente peligrosa que puede desembocar en daños a los procesos de funcionamiento en la mente de las personas, con sus consecuentes efectos en la salud en general. El Dr. Hochman considera que para clasificar a una organización como secta desde la perspectiva médica psiquiátrica, es indispensable que reúnan los tres puntos anteriormente resumidos.

Una de las aportaciones más significativas del estudio de Hochman es la importancia que juega la secrecía para poder manipular la psique colectiva. En la secrecía del misterio hay un ocultamiento deliberado de información que la gente tiene derecho a conocer para determinar, de manera libre, a qué tipo de agrupación está ingresando. Cuando existe secrecía, se deteriora la percepción de los seguidores adoctrinados acerca de la realidad y verdadera naturaleza del grupo. Esto los vuelve particularmente vulnerables.

En este caso, la gente no presta su consentimiento a participar en la organización con pleno conocimiento. Es víctima de una especie de fraude en el cual se convierte en sujeto de técnicas que alteran la bioquímica cerebral para inhibir su razonamiento crítico y volverla pasiva y susceptible de ser explotada y dañada.

Finalmente, no podemos soslayar la reflexión médica de Hochman en el sentido de que las sectas destructivas presentan un problema de salud pública por el impacto social que tienen. La definición de Hochman sobre lo que constituye una secta, trasciende aun el ámbito médico, para enriquecer la ética jurídica. Analícese la frase consentimiento con pleno conocimiento y se llegará a la conclusión de que el espíritu mismo de este principio es el que, al ser violado, da lugar a la tipificación del delito de fraude en cualquier estado de derecho.


¿Van en aumento las sectas destructivas?

Una observación interesante de John Hochman en los años noventa fue que conforme se acercase el fin de siglo y de milenio en el año 2000, el número de sectas destructivas iría en aumento, especialmente las de corte religioso. La casuística vindicó eventualmente esta proyección (Erdely, 2000:67-80)[17]. Según el Dr. Hochman esto ocurriría no sólo como consecuencia de misticismos apocalípticos, sino especialmente por el deterioro general de la sociedad (Hochman, 1990:179-187). La llegada del año 2000, consecuentemente, no provocó una disminución de frecuencia en la aparición de sectas destructivas. De hecho, la tragedia sectaria más grande de la era moderna se registró en Uganda, después del 31 de enero de 1999. El 17 de marzo del año 2000 murieron en un suicidio-homicidio ritual en Kanungu, aproximadamente mil integrantes del Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos. Posteriormente, se halló que previo al suicidio habían sido asesinados por el liderazgo de la secta y sus cómplices, más de 500 disidentes desilusionados[18]. La cifra total sobrepasó los mil muertos, rebasando así la tragedia de Guyana y Jim Jones, en 1978 (Erdely, 2001: 117-128)[19].


El pretexto del apocalipsis

Aunque es cierto que la tragedia de Uganda se dio en un contexto escatológico apocalíptico, es importante notar que diferentes organizaciones religiosas tienen distintas maneras de interpretar el calendario cósmico y pueden ser bastante arbitrarias al respecto. La Verdad Suprema no necesitó esperar al año 2000 para intentar desencadenar el fin del mundo profetizado por su líder Shoko Asahara. Realizó sus ataques terroristas en pleno 1995. Por otro lado, se anticipó que la llegada del nuevo milenio podía ser un factor importante que propiciaría actos de fanatismo. Tanto así, que gobiernos de Europa, Canadá y Estados Unidos desarrollaron investigaciones especiales y planes de contingencia para prevenir actos de violencia a gran escala por grupos religiosos extremistas. El Proyecto Megiddo del FBI y el reporte de inteligencia Doomsday Religious Movements de Canadá, en 1999, fueron expresiones de esa preocupación.

Coincidimos, sin embargo, con Hochman, sin soslayar la influencia de los factores milenaristas, en que el deterioro de las estructuras sociales de la cultura occidental, es un factor mucho más determinante para la multiplicación y fortalecimiento de las sectas destructivas[20].


Nuevas leyes en francia y bélgica para prevenir la explotación sectaria

El Parlamento Europeo y los gobiernos de Francia y Bélgica, por su parte, se adelantaron a estos acontecimientos mucho antes. Investigaciones y reportes parlamentarios desde los años ochenta, observaron escenarios en los que grupos religiosos totalitarios y extremistas irían refinando estrategias de explotación que infringían los derechos humanos de sus seguidores y obtenían ventaja de sus vulnerabilidades.

La creación de legislaciones de esa naturaleza por parte de países con una amplia tradición de defensa de los derechos humanos y las libertades individuales, presupone un análisis cuidadoso de casuística y criminalidad que justifican jurídicamente el establecimiento de leyes que criminalizan específicamente la explotación sectaria. La aprobación de leyes como estas tiene implícita también otro mensaje: el panorama, en la era post-fin de milenio se vislumbra poco halagador pues se prevé un aumento creciente de sectas destructivas, algunas cada vez más extremistas y poderosas. México es un ejemplo de este aumento, en este caso vinculado más a causas sociológicas como la corrupción, que al milenarismo (Alemán, 2000)[21].

El carácter irracional y arbitrario de los grupos religiosos totalitarios no requiere necesariamente de fechas con algún significado para desencadenar actos autodestructivos y/o de agresión organizada contra la sociedad. El pretexto escatológico siempre se puede inventar. Así lo demuestra el caso de Heaven’s Gate o las varias veces que la cúpula de los Testigos de Jehová ha hecho fallidas predicciones del fin del mundo en el último siglo para aumentar su membresía y recibir más donativos. Las condiciones de deterioro social que menciona Hochman, la crisis de paradigmas ideológicos, y en el caso de Latinoamérica, los altos índices de corrupción, impunidad y falta de respeto a los derechos humanos, son elementos que garantizan que el fenómeno de las sectas destructivas ha llegado para quedarse e irá en aumento, tanto en frecuencia como en comportamientos extremos.

Lo anterior es confirmado a su vez por la relevancia que el tema de las sectas ha tomado. En Latinoamérica estos asuntos ocupan cada vez más espacios en los medios de comunicación. En vista de esto, es imprescindible contar con marcos analíticos serios para comprender lo que constituye o no una secta y entender sus dinámicas internas.

Los criterios de investigación deben ser lo más rigurosos posibles y han de tener siempre en cuenta que agrupaciones pueden ser clasificadas como secta desde diferentes perspectivas, con distintos propósitos, todos legítimos. Por ejemplo, los Testigos de Jehová son considerados una secta por el cristianismo nominal, desde el punto de vista teológico, por inculcar dogmas que atacan doctrinas cristianas (Vg. la deidad de Jesucristo). Al mismo tiempo, sociológicamente, se les considera una secta por impedir, con métodos coercitivos, la transfusión de sangre a sus adeptos (incluidos menores de edad), lo cual genera muertes innecesarias cada año y viola el principio IV de la Declaración de la ONU sobre los Derechos del Niño.

El mundo de hoy es una sociedad que comienza, cada vez más, a pedir cuentas, y exige que todas las instituciones sean transparentes en sus fines y métodos de trabajo. Las organizaciones religiosas no están exentas de rendir cuentas claras, al igual que cualquier otra institución.


Conclusiones y propuestas

Dejando de lado por las causas que en su momento se expusieron, la definición lingüística por literalista y la de uso cultural por arbitraria, y acotando a su propio ámbito las definiciones teológicas, tenemos que los criterios médicos, sociológicos y de los psicólogos clínicos nos ofrecen parámetros bien definidos para hacer clasificaciones y analizar este tema con bases científicas. Estas definiciones, y los marcos analíticos que las acompañan, también se complementan, y a su vez hacen posible el poner en marcha estrategias educativas para concientizar a la sociedad acerca de la existencia y naturaleza de las sectas destructivas. Asimismo, estas definiciones aportan conocimientos al ámbito jurídico a fin de perfeccionar leyes para que se proteja a la sociedad de organizaciones criminales, religiosas y de otra índole, (pseudoterapéuticas sería un ejemplo). La resolución del Parlamento Europeo en 1984, para proteger a los ciudadanos de su jurisdicción de las sectas destructivas es un buen ejemplo de cuánto tiempo se lleva estudiando esta problemática en otros países (Cultic Studies Journal, 1986:275-277).

Por otra parte, las definiciones teológicas pueden ser herramientas para la educación en el ámbito familiar y eclesiástico, con el fin de prevenir que las personas sean objeto de tácticas proselitistas poco éticas o fraudulentas.


¿Censura en nombre de la libertad?

Una definición bien aplicada de lo que constituye una secta destructiva es instrumento útil para prevenir a la sociedad al referirse a grupos con conducta peligrosa o delictiva, que se amparan o utilizan las creencias religiosas para violar las leyes y dañar a otros seres humanos. Este uso del lenguaje es congruente con la aplicación sociolingüística de calificativos como “mafia”, “crimen organizado”, “la delincuencia”, “funcionarios corruptos” y otros, a determinados grupos, para distinguirlos del resto de la sociedad con el fin de alertar a los demás acerca de la naturaleza reprochable de sus actividades.

Así contextualizado, y aplicado a organizaciones que bajo engaños y mediante el uso de pretextos de cualesquiera creencias religiosas, son comprobablemente nocivas, el uso de la terminología secta destructiva, es legítimo, necesario y útil.

Líderes de opinión como Massimo Introvigne, en Italia, e investigadores como el Dr. Shupe, en Estados Unidos, o Patricia Fortuny y Roberto Blancarte, en México, han promovido la idea de utilizar un término libre de juicios de valor sobre las creencias (Nuevos Movimientos Religiosos) para denominar a grupos minoritarios y/o de reciente creación. Dicha postura pasa por alto, entre otras cosas, que todas las sociedades civilizadas requieren necesariamente, adjetivos que contengan juicios de valor acerca del comportamiento de individuos y organizaciones independientemente de su orientación ideológica. Muchos adjetivos del lenguaje español tendrían que dejarse fuera de circulación si esto no fuera así, pues muchas palabras existen con el solo objetivo de calificar el carácter y la conducta de individuos y grupos.

Ni la censura del lenguaje ni la eliminación de conceptos socialmente útiles son solución al abuso que se ha hecho del uso del término secta, pues pronto se crearían otros términos que sustituirían a los primeros. Tal es el caso de lo que sucederá con la inviable propuesta de sustituir sectas por Nuevos Movimientos Religiosos. Sencillamente, en un futuro la carga peyorativa y simbólica del concepto de secta se transferirá entera al de Nuevos Movimientos Religiosos y lo sustituiría en la praxis como adjetivo calificativo. Un problema adyacente es el que al estandarizar el nombre de Nuevos Movimientos Religiosos a todas las minorías o grupos de reciente creación, ocurrirá que aquellos que aunque con creencias peculiares, no constituyen un peligro social, estarán en el mismo saco con los de conducta delictiva. Así, tendrán que cargar con las cuentas pendientes y pésimos antecedentes de los Jim Jones, los Shoko Asahara y grupos satanistas asesinos como los de Charles Manson. Al fin y al cabo todos se considerarían Nuevos Movimientos Religiosos. Esto, obviamente, es poco equitativo para las minorías o nuevas opciones que desean construir su reputación con base en su propia actuación, y se seguirá prestando para provocar confusión y generar intolerancia contra ellos. Al mismo tiempo, los beneficiados serán precisamente los conocidos grupos de comprobada conducta antisocial y explotativa que evitarán el nombre de sectas, comenzando así a limpiar su imagen pública sin necesidad de corregir su conducta. Simultáneamente quedarán parapetados entre muchos otros grupos, mediante el uso de la clásica falacia de transferencia, para absorber la credibilidad que otras organizaciones pudieran construir con base en sus propios méritos, al mismo tiempo que intentarán diluir entre muchos la pésima reputación que se han ganado a pulso.

Los sociólogos que intentan imponer una “censura en nombre de la tolerancia” para eliminar el concepto de secta y sustituirlo por Nuevo Movimiento Religioso, deben añadir a sus buenas intenciones de evitar la discriminación religiosa, una medida de reflexión cuidadosa antes de promover propuestas como éstas, pues precisamente lo que intentan evitar, es lo que terminarán logrando, amén de fomentar la impunidad de aquellas sectas destructivas que ya violan la ley y los derechos humanos.


Estándar filosófico o científico

El argumento más plausible que podrían esgrimir para instrumentar esta propuesta sería decir que los lexemas para describir a determinados grupos sociales nunca deben hacer juicios de valor en cuanto a la legalidad o resultados de su conducta. En tal caso, se estaría fomentando la anarquía a través del relativismo ético, proveyendo de un parapeto ideal a grupos criminales a expensas de la seguridad de la sociedad, la cual tiene derecho a estar informada acerca del carácter y antecedentes de cualquier institución —religiosa o no— que sea nociva y que presente sus propuestas sin transparencia, violando el derecho a la información.

Finalmente, quienes afirman que siempre es incorrecto, erróneo o nocivo el utilizar el término secta, ya están haciendo un juicio de valor, basados en un código de ética con conceptos fijos de bien y mal. ¿En dónde queda allí el relativismo moral? Es bastante relativo.

La incongruencia se evidenciaría aún más si los apologistas de las sectas destructivas argumentaran que en todo caso no saben si sería correcto o no llamar a los grupos sectas o Nuevos Movimientos Religiosos. Pero quien no tiene parámetros éticos definidos, ¿cómo puede señalar que es impropio usar un vocablo?

Como vemos, detrás de algunos —que no de todos— de los que proponen estandarizar el nombre Nuevos Movimientos Religiosos para referirse a todos los grupos religiosos no mayoritarios de reciente creación, independientemente de su conducta social, parecen estar disfrazadas posiciones más bien filosóficas que científicas. Dejando de lado las intencionalidades, sólo una ideología basada en el relativo relativismo ético, acompañada de una buena dosis de romanticismo, puede hacer que se oscurezca a tal grado el raciocinio como para proponer una medida inequitativa y absurda que intenta combatir la intolerancia mientras genera impunidad y más intolerancia, además de no prever la inviabilidad a futuro de una propuesta formulada tan a la ligera.


La propuesta del dr. masferrer

Si de verdad se busca un término “neutral” para referirse a minorías religiosas, la propuesta del antropólogo Elio Masferrer parece mucho más acertada. El Dr. Masferrer, profesor e investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la ciudad de México, utiliza el término genérico “sistemas de creencias” (Masferrer, 2000). El término anterior, aunado a la frase “minorías religiosas”, cuando se desea enfatizar la dimensión cuantitativa en relación a las estructuras religiosas dominantes, es mucho más adecuado que el impreciso y problemático Nuevos Movimientos Religiosos.


¿Investigadores sociales en la nómina de las sectas?

El intento por sustituir Nuevos Movimientos Religiosos por secta está apoyado, entre otros factores, por un poderoso lobby, financiado por organizaciones sectarias internacionales como los moonies, La Luz del Mundo y otros. Es una estrategia para tratar de “limpiar imagen” a través de censurar la libertad de expresión y el derecho a la información. Una maniobra clásica de los sistemas totalitarios. Simultáneamente, los científicos sociales que utilizan el término secta para referirse a minorías religiosas que explotan, violan o comenten abusos sexuales en el nombre de Dios, son calificados por los apologistas de sectas destructivas —cuyo propósito es desacreditarlos— como “intolerantes”. Es un hecho bien documentado que mediante fuertes cantidades de dinero, promesas de proporcionar acceso a información exclusiva y viajes de lujo con todo pagado, organizaciones como éstas han influido en algunos investigadores para que los ayuden a quitarse “el estigma de secta”, logrando que se les defienda en público y se les apoye en maniobras clásicas de victimización (Beit-Hallami, 1997).

Este fenómeno ocurre sobre todo en el ámbito de la academia y de la opinión pública. Intelectuales, publicistas e investigadores vinculados sentimental o económicamente (o ambos), a sectas destructivas pretenden descalificar a quienes utilizan el término secta, con diversos argumentos. Cuando el apologista de las sectas resulta ser además un académico influyente, o cuando son varios, se trata de crear una atmósfera de presión hacia investigadores jóvenes y líderes de opinión menos informados. La idea es hacer ver que está pasado de moda o “que es políticamente incorrecto” o “poco serio” el utilizar la palabra secta por razones ya anteriormente refutadas. El propósito es crear conformidad intelectual y limitar la discusión por medio de la presión grupal y la descalificación. En contraste con la posición maniquea de los apologistas de las sectas, Masferrer ha comentado acertadamente más de una vez que “la tolerancia religiosa no se construye afirmando acríticamente que todas las minorías religiosas son buenas”.


Defendiendo lo indefendible

Lamentablemente y por razones comprensibles, muchos líderes de opinión e intelectuales no están al tanto de los vínculos económicos entre sectas destructivas e investigadores de la religión, y se pueden prestar involuntariamente a campañas de lavado de imagen institucional. Esta situación es altamente lesiva para los intereses de la sociedad, de la academia misma, y en especial de los feligreses sectarios que son objeto de crímenes y diversas violaciones a los derechos humanos. Si el movimiento del reverendo Sung Myung Moon desea dejar de ser clasificado como secta destructiva por psiquiatras, sociólogos y psicólogos, debe comenzar por hacer explícitos sus bien documentados nexos con dictadores militares de Sudamérica, la venta de armas, y asumir responsabilidades por la base explotativa sobre la cual construyó su imperio financiero mundial. Debe también establecer mecanismos de rendición de cuentas y clarificar innumerables denuncias de abusos a los derechos humanos y clarificar sus finanzas turbias. Si los líderes de la Luz del Mundo, en México, no desean seguir siendo el paradigma por excelencia de una secta destructiva, necesitan reconocer y cesar los abusos sexuales rituales contra niñas que su máximo líder, Samuel Joaquín, ha institucionalizado y sacralizado con la complicidad de un nutrido grupo de colaboradores. Asimismo, los Testigos de Jehová necesitarían hacer las modificaciones dogmáticas necesarias para que dejen de morir menores de edad en su agrupación por obstaculizar y prohibir las transfusiones de sangre, y cambiar su estructura de gobierno autoritaria, entre otras cosas.

Retomando el punto acerca de la preocupación por promover un término neutral sin carga negativa, con el fin de disminuir la intolerancia que se genera al catalogar a determinadas agrupaciones como sectas, el calificativo secta destructiva puede servir, como se ha visto, para distinguir a las organizaciones religiosas delictivas o violatorias de los derechos humanos, independiente-mente de su doctrina, de las que son vistas como heterodoxas en cuanto a creencias, pero que no constituyen un peligro para la sociedad. Nuevos Movimientos Religiosos (cuando en verdad lo son)[22] para catalogar a los últimos, y sectas destructivas para distinguir a los primeros, es una alternativa viable y útil en el campo sociológico y médico, mientras que en el ámbito teológico se deben hacer puntualmente las debidas distinciones. La heterodoxia confesional no es equivalente a conducta antisocial o delictiva. Al usar una definición teológica es importante aclarar siempre el contexto religioso de dicha definición, sus propósitos y limitaciones. El esquema anteriormente propuesto contribuye a promover la tolerancia religiosa y el pluralismo sin violar la libertad de expresión. Asimismo, respeta el derecho a la información mientras reconoce la existencia de grupos religiosos explotativos y delictivos que no tienen por qué ser calificados con términos “neutrales” mientras no modifiquen conductas destructivas y violatorias de los derechos humanos.


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Milagro, misterio y autoridad: el triángulo del adoctrinamiento sectario

Por Dr. John Hochman

Hay tres fuerzas, las tres únicas fuerzas capaces de conquistar y esclavizar para siempre las conciencias de estos débiles rebeldes para lograr su propia felicidad. Éstas son: el milagro, el misterio y la autoridad.
F. Dostoyevsky en “Los Hermanos Karamazov”


Las sectas prometen salvación. En vez de aburrimiento, prometen metas nobles y amplias. En vez de angustia existencial, certeza y organización. En vez de soledad, una comunidad. En vez de impotencia, solidaridad dirigida por líderes que todo lo saben.

¿Demasiado bueno para ser verdad? En 1978, 912 hombres, mujeres y niños murieron en El Templo del Pueblo en un suicidio-asesinato, que fue la culminación de ensayos previos. En 1984, el Parlamento Europeo, en su Resolución Cottrel, exhortó a los países miembros a reunir información acerca de las sectas como un principio para desarrollar “formas de asegurar protección efectiva a los ciudadanos de la Comunidad”[23]. En 1987, el Knesset de Israel emitió un reporte de 500 páginas sobre las sectas[24].


Sectas contemporáneas: ¿por qué ahora?

Las sectas florecen cuando los valores tradicionales y las estructuras de una sociedad se han debilitado[25]. Los años sesenta engendraron una contracultura que logró hacer parecer romántico el uso de las drogas, las revoluciones en general (particularmente la revolución sexual) y el restringirse a vivir en comunas. Conforme los niños de la posguerra iban entrando a la adolescencia, la tasa de natalidad en Estados Unidos cayó, en tanto que la tasa de divorcios y de suicidios de adolescentes empezó a incrementarse.

Durante los años ochenta, la contracultura logró aceptación social, continuó el uso de la droga (ya sin tintes románticos), ahora a nivel de preparatoria. La revolución sexual se legitimó a través de la legislación y la educación del “sexo seguro”. La gente perdió interés en la familia: se casaban menos y más tarde, cohabitaban más sin casarse, y hubo incremento en la tasa de nacimientos fuera del matrimonio[26].

Las sociedades de Europa Occidental con tendencias similares han sido distinguidas por la actividad sectaria. Alemania Occidental está en una fase de crecimiento negativo de población, y el cohabitar, teniendo hijos fuera del matrimonio, va a la alza notoriamente en Suecia.


Qué quieren las sectas

Las sectas quieren riqueza y poder para su liderazgo, y que esto les sea suplido a través de los miembros.

La riqueza puede incluir:

  • Transferencias de dinero en efectivo, propiedades, automóviles, etc.
  • Ganancias por la explotación del trabajo de los miembros en negocios que son propiedad de la secta.
  • Fondos recaudados por medio de engaños a parientes y a otros que no son miembros.

El poder puede incluir:

  • Manipulación de todas las relaciones, de trabajo o de estudio, para que las personas únicamente sirvan a las necesidades de la secta.
  • La asignación de ciudad y país de residencia.
  • El regular los embarazos y favores sexuales de los adeptos.
  • Controles ideológicos y de comportamiento por medio de confrontaciones en grupo, castigo físico o amenazas de expulsión.
  • Limitar las oportunidades de los miembros para dormir, seguir intereses individuales o simplemente de reflexionar.

Los líderes exhortan a los miembros a hacer prosélitos; es predecible que más miembros significan más riqueza y más poder para los líderes.


Lo que las sectas no quieren

Las sectas no están interesadas en el altruismo como un imperativo moral. La mayoría tiene una ética egoísta para beneficiar a la organización y al liderazgo en particular. La realización individual es irrelevante. La actividad pseudoaltruista ayuda a construir la imagen pública de los grupos.

Las sectas no quieren tener gastos elevados. Los miembros en los negocios de las sectas pueden estar mal pagados o sin sueldo, trabajar en ambientes insalubres o pueden no tener provisión para gastos médicos.

Ninguna secta quiere que sus funciones internas sean conocidas públicamente, aunque algunas sectas sofisticadas pueden buscar el favor de los medios de comunicación o aun pueden hacer uso de consultores de relaciones públicas y agencias de publicidad para manejar su imagen.

Las sectas no quieren ser llamadas “sectas”. Así que, en este artículo se propone una definición para aclarar la discusión.

las sectas y la “reforma del pensamiento”: definiciones y estudios

Las sectas son grupos que usan el método de “Reforma del Pensamiento” para reclutar y controlar a los miembros, haciendo uso de las siguientes herramientas:

  • El Milagro. Ideología que imputa poder milagroso a los líderes y/o a sus actividades.
  • El Misterio. Secrecía que oscurece las prácticas y creencias reales de la organización.
  • La Autoridad. Demandas sobre el tiempo, talentos, cuerpos o propiedades de los miembros para cubrir las necesidades del grupo.

La “Reforma del Pensamiento” es una forma de adoctrinamiento sumamente eficiente que se logra cuando la secrecía deteriora la percepción de los seguidores adoctrinados acerca de lo que está pasando y en lo que se están convirtiendo. Por lo tanto, no existe el consentimiento con pleno conocimiento. Lavado de cerebro o control psicológico son términos populares para denominar el método de “Reforma del Pensamiento”.


“El gran inquisidor” de Dostoyevsky

Dostoyevsky, en su novela Los hermanos Karamazov, incluye un capítulo titulado “El Gran Inquisidor” en el que presenta una imagen de la esclavitud psicológica masiva. Este capítulo contiene un poema, en el cual Jesús regresa durante la Inquisición española y es encarcelado por el Gran Inquisidor. El Inquisidor le informa a Jesús que la humanidad ha sido incapaz de tolerar la libertad, así que la libertad se ha “terminado y acabado para bien” para que los hombres puedan ser “felices”.

…hoy el pueblo está más convencido que nunca de que tienen la libertad perfecta, sin embargo han traído su libertad a nosotros y la han dejado humildemente a nuestros pies.

El “misterio” es que el Inquisidor y su equipo, en lo secreto, son ateos sin ningún interés en los milagros. La Inquisición también quemará a Jesús, y nadie protestará; así de grande es su autoridad.

Muchos escritores han comentado sobre este capítulo[27] que ha sido publicado independientemente de la novela[28]. Yo lo veo como una extraordinaria profecía del totalitarismo del siglo XX.


El estudio de lifton sobre la reforma del pensamiento

Robert Lifton[29] publicó los resultados de una extensa investigación sobre los “lavados de cerebro” maoístas posteriores a la Guerra Civil en China. El gobierno comunista encerró ciudadanos “contrarrevolucionarios” y residentes no chinos en “centros de reeducación”. Los internos eran obligados a escribir una y otra vez autobiografías para documentar “crímenes” de los cuales podían o no haber sido acusados aún; pasaban por largos interrogatorios, escrutinio de compañeros, destacamentos de trabajo, grupos compulsivos de discusión ideológica y ejercicios. Las condiciones mejoraban si los mentores ideológicos decidían que habían adoptado sinceramente los puntos de vista “correctos”; pero si se aferraban a sus puntos de vista “reaccionarios”, el malestar físico y la crítica escudriñadora a la que eran sometidos se incrementaba. La doctrina comunista se presentaba como una “ciencia sagrada” a través de la “manipulación mística” en un ambiente pseudoespontáneo controlado.

Después de salir, muchos prisioneros adoptaban la visión del mundo de sus captores. Apoyaban el comunismo con recién adquirida vergüenza por “haber explotado a la gente” anteriormente. Sin embargo, al dejar China, la mayoría perdió su entusiasmo por el comunismo; decidieron que eran inocentes de los crímenes de los que habían aprendido a sentirse culpables y regresaron a las creencias que tenían antes de ser “reeducados”.


La perspectiva de Heller

Mikhael Heller, un historiador y emigrante soviético, ve al comunismo como una psicología de masas[30]. Menciona a Lifton como el único psiquiatra que ha contribuido en esta área:

Lifton llama la atención sobre un hecho de importancia excepcional: el efecto del “lavado de cerebro” y sus métodos, lo sienten aún los que él llama “resistentes aparentes”, aquellos que parecen no sucumbir a la intoxicación... Este tratamiento intensivo de la mentalidad humana es especialmente efectivo porque se lleva a cabo en el territorio cerrado de un país aislado del resto del mundo por fronteras estrictamente vigiladas... A pesar de que, de acuerdo con las estadísticas, la población soviética se ha vuelto culta... los propagandistas y los activistas siguen leyendo artículos del periódico, en voz alta, en las fábricas a la hora de la comida... Solamente en 1979 fueron impartidos más de 26 millones de discursos a audiencias que totalizaron mil 200 millones de personas. Los conferencistas-agitadores son entrenados en cursos especiales, en universidades marxistas-leninistas, y dan sus pláticas en lugares de trabajo y aun en las casas de la gente... Los acostumbrados comentarios de cliché acerca de lo inescrutable que es la Unión Soviética, siguen llenando páginas de monografías históricas y de novelas policiacas, de memorándums políticos y de análisis económicos. Como regla, estos estudios ignoran el asunto crucial sobre la formación del homo sovieticus , un nuevo tipo de hombre que ha transformado el sistema soviético (creado por él y para él) en un fenómeno sin precedente en la historia del mundo.

Heller encuentra escasa la literatura psicológica sobre el adoctrinamiento de masas y se vuelve a las percepciones de la literatura —Orwell, Zemyatin y Dostoyevsky—. Describe características del juicio del Gran Inquisidor dentro del estado soviético, usando la tríada del milagro, el misterio y la autoridad:

  • Milagro. Crear un Hombre Nuevo (homo sovieticus) con base en la “ciencia” del marxismo-leninismo (imagínese que los trabajos de Lyndon Johnson se declararán “científicos”).
  • Misterio. La obsesión por lo secreto, limitar el acceso a las bibliotecas, esconder las estadísticas o falsificarlas, no informar sobre noticias significativas.
  • Autoridad. Poder centralizado del Estado, fronteras cerradas y la casi total destrucción de ideologías políticas y religiosas competidoras.

Heller descarta la glasnot como un truco político para aumentar el poder. Al permitir la discusión sobre problemas, tales como la escasez, que ya son mundialmente conocidos (pero que no se discuten por miedo), Gorbachov desacredita a sus rivales políticos.


El milagro, el misterio y la autoridad en las sectas contemporáneas

Privar a lo rutinario de lo “natural” y de lo “común” para producir una atmósfera de temor, está implícito en la ideología de todas las sectas. Los líderes pueden profetizar, ser maestros de la desmaterialización, comunicarse con los muertos, poseer fuerza sobrehumana o tener una inteligencia sin precedentes. Los grupos que ofrecen transformaciones se comprometen a cambiarle a uno la vida en sólo unos días. Los seguidores de la secta política de Lyndon LaRouche lo ven como el único líder que puede entender en forma infalible los eventos mundiales y percibir conspiraciones ocultas. Los terapeutas (no siempre con licencia) que han encontrado la mejor teoría y la psicoterapia infalible, dirigen sectas de psicoterapia —¡esto es un milagro verdaderamente![31]

En los años setenta, las sectas capitalizaron la contracultura, enfatizando las experiencias trascendentales, la acción social y la vida comunal. Hoy algunas sectas ofrecen “iluminación instantánea”, en tanto que otras oscurecen la doctrina espiritual para atraer a las mentes seculares que están en búsqueda del automejoramiento.


A la gente que gusta de atesorar secretos, el misterio le puede parecer emocionante o gratificante, especialmente si esto se hace para lograr “un propósito más alto”. Las sectas están plagadas de secretos. La secrecía, al reclutar, esconde los aspectos poco atractivos de la rutina de la secta. Los grupos que pretenden llevar a cabo campañas contra el comunismo o contra el hambre en el mundo, pueden canalizar a un buen número de posibles miembros a una secta. Pueden prometer protección, consejería contra la drogadicción, oportunidades de actuar en política o consultoría administrativa para grandes empresas o para pequeñas oficinas dentales.

Los sistemas de creencias pueden desalentar o prohibir la discusión abierta sobre cualquier duda que puedan tener los miembros, ya sean recientes o antiguos. Los miembros deben tener pleno conocimiento del recién iniciado, aparentemente para no dañar su progreso espiritual. La secrecía se magnifica si hay batallas reales o imaginarias con “enemigos” que no sean miembros. La secrecía puede ocultar la explotación sexual o los excesos financieros de sus líderes. Los miembros pueden temer hacer críticas del grupo. Es por eso que los miembros pasan mucho tiempo viviendo y trabajando juntos, pero sorprendentemente saben muy poco de los pensamientos y los sentimientos los unos de los otros.

La secrecía permite que la moralidad banal de las sectas se deteriore, pero las sectas desean mantenerla a toda costa. Synanon perfeccionó el arte de amenazar a los medios de comunicación con demandas por difamación para prevenir la publicidad adversa[32]. Jim Jones llevó a sus seguidores a trasladarse a Guyana cuando le fue imposible acallar la publicación de un artículo, en una revista local, titulado “En el Interior de El Templo del Pueblo” (New West Magazine. Agosto 1, 1977).


La supuesta gran capacidad intelectual, espiritual, o aun poderes físicos de un líder, pueden racionalizar doctrinas y caprichos para hacer presa de los seguidores. Aun cuando muchos líderes son inteligentes y elocuentes, a menudo sus biografías y habilidades están infladas.

El castigo corporal público (especialmente en niños), la humillación y la confesión pueden volverse rutina. Algunos grupos han hecho uso del terrorismo contra los que no son miembros, lo que sirve para recordarle a los miembros la autoridad del liderazgo. Si los miembros han perdido contacto previamente con la familia o con amigos anteriores, se pueden volver muy fuertes las amenazas de expulsión o aislamiento.

La ideología de la secta puede atribuir todo el sufrimiento personal a no hacer, a no entender o incluso a una duda fortuita sobre las infalibles enseñanzas de la secta. Lifton le llama a esto “la doctrina por encima de la persona”.


La presencia de uno o dos elementos

El milagro

Adivinos y lectores del horóscopo. Los que leen los horóscopos y los adivinos simplemente aconsejan, pero no tratan de controlar la vida de sus clientes.

Aprendices espiritualistas. Los aprendices espiritualistas invocan rituales mágicos, tratando de controlar la atmosfera. Algunos se juntan para intercambiar libros sobre cuestiones espirituales o para estudiar acerca de los cristales, pero sin una estructura autoritaria o secreta.

El misterio

Sociedades secretas.Estos grupos tienen ritos privados. El prestigio en la jerarquía de estos grupos no se ve acompañado por el control sobre la vida de los subordinados.

Magos profesionales. Los magos guardan sus secretos, que producen juegos de manos de increíble habilidad, pero no “milagros”.

La autoridad

Organizaciones militares.Estos grupos les informan a sus reclutas que van a pasar por un enérgico entrenamiento básico; por ejemplo, antes de ser adoctrinados en la Marina, los reclutas ya saben que van a pasar por un ejercicio tenaz, dormirán poco y serán humillados verbalmente.

Hospitales psiquiátricos.Estas organizaciones pueden tratar temporalmente a pacientes en contra de su voluntad; esto se documenta y se hace bajo la supervisión de las autoridades civiles.

El milagro y la autoridad

Cultos religiosos de alta intensidad/subgrupos.Estos grupos se perciben a veces como raros, fanáticos, o “sectarios” por su ánimo autoritario para mantener las normas del grupo que resultan en comportamientos muy diferentes a las normas seculares. Los miembros se pueden involucrar en frecuentes oraciones, en utilizar formas diferentes de vestido y de alimentación, en participar de estados de conciencia alterados, en honrar a un líder vivo o en vivir en comunidades separatistas. Sin embargo, estos grupos carecen de la secrecía de las sectas, los miembros potenciales o los curiosos pueden libremente aprender acerca de sus doctrinas y sus prácticas; a los nuevos miembros no se les anima a romper lazos con sus familias o a desaparecer sin dejar dirección anterior. Los líderes tampoco obtienen beneficios materiales o sexuales de las actividades de los miembros.

Estados autoritarios islámicos.Estos grupos no se esfuerzan en ocultarsu dependencia a sus interpretaciones del Corán, por lo tanto, no encierran ningún engaño.

Iglesias y sinagogas liberales.Estos grupos aducen un nivel menor de lo milagroso y de la autoridad, hacen un llamado mayor a la conciencia y animan a los miembros a participar en clubes comunitarios y en ayuda social.

Grupos de autoayuda. Estos grupos enseñan acerca de “un poder superior”, pero limitan su autoridad a ayudar a los miembros a controlar sus excesos. Los miembros estudian la vida de los fundadores como modelos positivos a seguir, no como hombres milagrosos. Algunos miembros asisten a reuniones abiertas, incluso diario; sin embargo, esto no es un requerimiento del grupo.

El misterio y la autoridad

La corrupción política encubierta. La corrupción política encubierta se puede depurar cuando la secrecía se rompe por el escrutinio de los medios de comunicación o por denunciantes.

Dictaduras autoritarias. Este tipo de dictaduras carece de una ideología cósmica y por lo tanto tolera actividades intelectuales y religiosas independientes, siempre y cuando no desafíen directamente el poder del régimen.

Bandas criminales organizadas. Estos grupos racionalizan su conductasin acudir a un sistema de creencia transcendental. Tan es así, que algunos terroristas y zares de la droga o algunos miembros de pandillas juveniles pueden aspirar a “legitimar” su vida una vez que hayan acumulado suficiente riqueza. En contraste, las sectas se pueden involucrar en actividades criminales para servir a un “ideal superior” y pueden hacer que los idealistas rompan la ley en el nombre de un “truco trascendental” o de un “engaño celestial”.

El milagro y el misterio

Lossanadores por fe.Los “sanadores por fe” exhortan, conjuran o simplemente defraudan. Muchos hacen giras solicitando pequeñas contribuciones de muchos espectadores pasivos. Sin embargo, muchos establecen organizaciones tipo secta y promueven la dependencia a largo plazo de costosos “tratamientos alternativos” y asustan a sus miembros para que no busquen ayuda médica convencional.

Las para-Iglesias de los tele-evangelistas. Estos grupos usan los medios masivos de comunicación, el sentimiento religioso y supuestas sanidades para persuadir a legiones de seguidores a dar dinero, a veces en grandes cantidades. El ministerio de Jim y Tammy Baker amasó una fortuna de manera fraudulenta. Este tipo de grupos está interesado principalmente en obtener donativos.


La tríada en acción: el templo del pueblo

El Templo del Pueblo empezó como iglesia cristiana pero evolucionó hasta adorar exclusivamente a Jim Jones. Su prestigio como fuente de milagros estaba basado en su carisma, su habilidad verbal, su ingenio y su falta de integridad; cualidades todas éstas de sociópatas altamente funcionales. Espías e informantes apoyaban el espejismo de que él contaba con conocimientos sobrenaturales sobre las vidas personales de sus seguidores. Disponía de trucos especiales para diagnosticar y luego “curar el cáncer”. Aislado en la selva de Guyana, sin que nadie le contradijera, se mostraba como si fuera el receptáculo de la sabiduría requerida para salvar a sus seguidores de un mundo hostil.


El misterio de la secrecía

El esmero en las relaciones públicas convencía a la gente de fuera de que Jones era todavía cristiano, mucho después de haberse convertido en un autoproclamado semidiós que predicaba el marxismo a su rebaño. Los miembros monitoreaban a los curiosos que iban al servicio del domingo y echaban fuera a los que hacían demasiadas preguntas. Enfermeras guardaban el secreto de las falsas sanidades, en las que mollejas de animales servían como “cánceres” exorcizados. Los financieros del grupo monitoreaban las cuentas secretas en bancos suizos. La gente de fuera no se daba cuenta de las privaciones y golpizas que sufrían miembros. El arresto de Jones por drogarse en el baño de hombres de un cine pornográfico en Los Ángeles fue encubierto y los registros de la corte, desaparecidos. Los miembros de El Templo del Pueblo emigraron secretamente a Guyana. Los funcionarios estadounidenses que visitaron Jonestown vieron escenas de gozo, previamente ensayadas, y mesas con abundancia; no había periódicos, y solamente había una estación de radio bajo el control de Jones. Los continuos ensayos para un suicidio masivo eran un secreto.


El abuso de la autoridad

La unidad familiar fue socavada; los hijos entregaban informes sobre sus padres, los padres entregaban a sus hijos a otras familias (supuestamente para romper las barreras raciales) y Jones citaba a mujeres casadas en su propia alcoba. Jones se convirtió en el “padre” de todos. Los miembros escribían gran cantidad de cartas a políticos, firmadas con nombres tomados de directorios telefónicos; los políticos, engañados de que Jones tenía una enorme cantidad de seguidores, se congraciaban vilmente con él, lo cual apuntalaba su autoridad sobre sus seguidores.


Efectos sinergísticos de la tríada sobre el templo del pueblo

La gente no se levanta una mañana y decide rendir su independencia y perderse en la intriga hipócrita de una secta. Los elementos de la tríada, cuando se presentan juntos (ver Figura I), producen un efecto sinérgico en el que cada uno refuerza el poder del otro para cautivar a la gente.

El milagro refuerza el misterio
Los miembros eran engañados constantemente para lograr un fin más elevado, hacer “la voluntad del padre”. No se podía esperar que los de fuera entendieran esto.
El misterio refuerza el milagro
Las enfermeras de Jones no revelaban los “efectos especiales” que usaban en las falsas curaciones de cáncer; los miembros de su sistema de inteligencia guardaban en secreto sus trabajos para mantener el engaño de que Jones era poseedor de percepciones extrasensoriales.
El milagro refuerza la autoridad
Los trucos mágicos reforzaban la pretensión de Jones de poseer poderes especiales para guiar la vida de sus seguidores. Los convencía de que la CIA estaba obsesionada en destruir El Templo del Pueblo (por la razón de que era extraordinario); esto producía una mentalidad de “fortaleza sitiada” entre los miembros.
La autoridad refuerza el milagro
A diferencia del cuento del traje nuevo del emperador, los niños que osaban hablar eran sometidos a castigos corporales públicamente. No se toleraban expresiones públicas o privadas de escepticismo. El control de la información que tenía Jones en Jonestown impedía que los seguidores comprobaran la realidad.
La autoridad refuerza el misterio
El que rompía la secrecía, aunque fuera por un momento, se arriesgaba a recibir un castigo. A los residentes de Jonestown les estaba prohibido escribir cartas o informar a los visitantes acerca de las duras condiciones, las privaciones o los ensayos de suicidio.
El misterio refuerza la autoridad
El control de la información salvaguardaba la autoridad de Jones. Si los miembros se hubieran sentido libres para hablar de las manipulaciones y de la hipocresía que presenciaban, o si hubiera sido publicado el arresto de Jones por faltas a la moral, su prestigio se hubiera hecho añicos.


“No somos una secta”

A ningún grupo le gusta ser llamado secta. Algunos grupos ignoran ser llamados así; otros, lanzan ataques personales contra sus críticos. Otros tienen un trato más suave y explican que ellos son una nueva religión incomprendida como lo fueron los mártires cristianos en Roma. Sin embargo, los primeros cristianos hicieron totalmente transparentes sus escrituras y sus prácticas a los conversos potenciales. Cuando fueron perseguidos, los cristianos no recurrieron a reclutar con engaños; tan sólo practicaron su culto temporalmente en secreto.

Algunas sectas insinúan que su impopularidad refleja prejuicios locales contra los grupos minoritarios. En ocasiones esto puede ser verdad, pero ignoran la entendible censura a las actividades sectarias que son ilegales u objetables.

Conforme a la definición presentada en este artículo, una secta puede operar con miembros que viven en la comunidad, que usan ropa normal y que tienen trabajos normales. Sin embargo, un examen más minucioso mostraría que tales miembros están haciendo prosélitos o recaudando fondos obsesivamente. Ellos estarían sistemáticamente falseando la naturaleza de sus actividades y las actividades de su grupo a los que no son miembros, o podrían no estar totalmente conscientes de la naturaleza del grupo al cual están consagrados.


Tendencias futuras

Las sectas están activas a lo largo de toda nuestra “aldea global”, a excepción de algunos tranquilos remansos y en los Estados comunistas que, hasta hace poco, reprimían a las organizaciones que pudieran competir con la actividad del partido. Con el poder del Partido Comunista debilitándose en la Unión Soviética y en Europa Central, las sectas subterráneas podrán empezar a hacer prosélitos abiertamente.

Mientras la sociedad estadounidense continúa en estado de descomposición, las sectas evolucionan, pero no están desapareciendo. Las actividades llamativas como las bodas colectivas o costumbres extrañas no son enfatizadas; esto ha llevado a algunos a la conclusión errónea de que las sectas han desaparecido.

La ansiedad por la competencia en el mundo de los negocios puede continuar alentando a los grupos parapeto que prometen ayudar a la moral y a la productividad de los trabajadores a través de “sesiones de capacitación” o de unos “cursos” especiales. Con el año 2000 ya no muy lejano, las sectas milenaristas seguramente harán su aparición[33].

Sectas contemporáneas: imagen utópica, realidad infernal

Por Dr. Louis Jolyon West


Dos diferentes tipos de imágenes públicas encajan con las organizaciones religiosas que llamamos sectas. Una imagen muy común es la utópica. La imagen utópica sugiere la aparición de un sectarismo espiritual nuevo y saludable. Masas de peregrinos que después de una búsqueda de significado, verdad y autorrealización, han encontrado un grupo de espíritus afines. Bajo la benigna guía de algún profeta, gurú, maestro o patriarca divinamente inspirado, se ocupan en vivir felices para siempre. Esta felicidad es ocasionalmente perturbada sólo por los recuerdos de una sociedad condenada que han dejado atrás, que generalmente incluye a la mayoría de sus familiares (aunque en algunas sectas, como la de El Templo del Pueblo, familias enteras son engañadas). Pueden también ser perturbados por intromisiones injustificadas de familiares ignorantes y mal intencionados y por sus monstruosos agentes llamados desprogramadores.

Afortunadamente —desde este punto de vista— la riqueza y el poder de las sectas son suficientes para nulificar los planes de estos intrusos. En contra de los esfuerzos de las familias y de los desprogramadores, pueden entrar en batalla los talentos de costosos abogados, el compañerismo de grupos afines, otras sectas, los medios de comunicación, las cortes, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), las leyes del país, la mayor parte de la comunidad académica y el frente común de la mayoría de las religiones organizadas, las cuales, sin tomar en cuenta las diferencias que puedan tener con una u otra secta, hacen causa común con ellas cuando se emite alguna ley, por ejemplo, en el estado de California.

La imagen opuesta de las sectas, la imagen infernal, evoca el espíritu de Dante Alighieri y su visión del infierno del siglo XIV. En ésta vemos un lugar donde hombres, mujeres y niños están ligados a un amo satánico. Confiaron en él en los momentos de mayor felicidad, creyendo en sus promesas; después se hundieron más y más, por etapas imperceptibles, en la profundidad de su poder, entregando sus posesiones, sus niños, y aun sus mismas almas, a su propósito misterioso. Con Dante, seguimos a estas víctimas a un lugar distante donde, como él mismo lo describe, quejas, lamentos y gemidos estrepitosos resuenan a través del ambiente sin estrellas, de tal manera que nos hacen llorar. Escuchamos palabras de dolor, tonos de ira, voces altas y enronquecidas, y con éstas, el sonido de manos alborotando, todo girando en esa atmósfera para siempre, como la arena en un torbellino. Sobre los susurros de los condenados se escucha la voz de un niño que dice: “Yo moriré por ti, papá”. Es una grabación del suicidio colectivo en Jonestown.

Yo me involucré en el estudio de las sectas como resultado de mis investigaciones anteriores sobre las drogas alucinógenas, las cuales me condujeron sucesivamente al Haight-Ashbury, al movimiento contracultural y a las diversas revueltas de los años sesenta. Desde entonces he seguido a algunos de mis sujetos de estudio desde las veredas de Haight hasta las comunas del condado de Mendocino, y posteriormente a los ejércitos de Sun Myung Moon. Mi perspectiva de las sectas no es ni utópica ni infernal. Es, eso espero, objetiva y científica. Para mantenerme apartado, en ocasiones he tenido que emplear todo el entrenamiento y la experiencia que he acumulado durante treinta y dos años de practicar la psiquiatría. Un observador completamente desligado tendría que ser de otro planeta.


Se ha estimado que existen cerca de 2 mil 500 sectas en los Estado Unidos. La mayoría de ellas podrían llamarse religiosas; no obstante, también existen sectas psicoterapéuticas, sectas de adoradores de Satanás, sectas de platillos voladores, sectas políticas, y otras.

Las sectas por lo general tienen:

  1. un líder fuerte o carismático con una estructura de poder de algún tipo;
  2. un manifiesto, libro, doctrina, o código que, como lo interpreta el liderazgo, gobierna el comportamiento de los miembros a través de diversas reglas y disposiciones, y
  3. una marcada frontera que define claramente quién está dentro, quién está afuera, y quién puede pasar en cualquiera de las dos direcciones.

Las comunas difieren de las sectas en cada una de estas consideraciones. Son simplemente la continuación del movimiento de la contracultura. Pero las sectas representan una reacción cíclica, vista de tiempo en tiempo a través de la historia, en las sociedades en gran turbulencia. Existieron muchas sectas durante la decadencia y la caída del Imperio Romano y muchas otras en Europa durante la Revolución Industrial. También existieron muchas sectas en Estados Unidos durante la expansión hacia el oeste —cincuenta sociedades utópicas bien estudiadas tan sólo en California de 1850 a 1950.

La mayoría de las sectas contemporáneas son lo mismo de antes, sólo que con tecnología moderna añadida. En ese sentido, son tan parecidas a las sectas religiosas de la era medieval como lo serían las guerras nucleares a las batallas con arcos y flechas.


Durante los años que he observado el crecimiento y la evolución de las sectas en Estados Unidos, iniciando con la Dianética en 1950, una enorme cantidad de datos ha sido recolectada. Trataré de resumir algunas de mis conclusiones más convincentes.

Las posturas de muchas sectas amenazan significativamente la libertad personal y el bienestar de sus miembros. A pesar del incremento en la evidencia de una variedad de delitos cometidos en el nombre de la religión o de otras creencias, estas amenazas son en un grado considerable encubiertas, minimizadas y oscurecidas, y la sociedad ha dado la espalda al problema. La información se ha ido acumulando sobre algunos escándalos relacionados con sectas, sobre refugiados de sectas, familiares y amigos de víctimas de éstas y algunas pocas investigaciones directas. Es difícil obtener datos porque las sectas engañan sistemáticamente al público, ocultan información, hostigan a los críticos, e intimidan y dominan a sus miembros, todo, con el fin de impedir el libre flujo de la información. Yo mismo he sido amenazado muchas veces, tanto con sufrir daño físico como con acciones legales.

A pesar de tales hostigamientos, los datos actuales son suficientes para convencer a cualquier persona razonable que las sectas constituyen un tema social importante. Hoy en día, muchas personas están muertas, moribundas, enfermas, inválidas, discapacitadas o se desarrollan inadecuadamente como individuos, como consecuencia de su involucramiento con sectas religiosas en este país. Son explotadas, sus vidas han sido engullidas y, prácticamente, nadie está haciendo nada al respecto. En los últimos quince años, personas relacionadas con varias sectas en Estados Unidos han asesinado a un informador gubernamental, hostigado a ex miembros e investigadores, intentado extorsionar a familiares, acumulado depósitos de armas, representado falsamente los verdaderos propósitos de su grupo, recibido pagos ilegales de desempleo por aseguradoras, infiltrado oficinas gubernamentales y robado documentos, golpeado, violado, asesinado, matado de hambre y torturado a miembros —incluyendo niños—, obligado a sus miembros a ejercer la prostitución y alentado la actividad sexual entre adultos y niños, enviado a un niño de nueve años incomunicado al desierto por varios meses, negado ayuda médica a miembros en diversas condiciones, incluyendo atención durante el parto, hostigado e intimidado a miembros que intentaron dejar el grupo, creado en los miembros sentimientos de repudio en contra de sus familias, impuesto restricciones dietéticas impropias y tensión en los miembros, inducido a miembros a cometer abortos, a casarse con extraños e incluso, claro, a cometer suicidio. Todos los hechos de esta larga lista han sido documentados.

Pero a pesar de todo esto, encontramos que hay muchos apologistas de las sectas. Estos apologistas, cuyas motivaciones son diversas o mezcladas, indudablemente contribuyen a colocar un manto de respetabilidad sobre estas organizaciones, detrás del cual suceden cosas extrañas y horribles. Algunos de estos panegiristas parecen estar motivados por impulsos románticos, proyectando hacia las sectas algunas de sus propias esperanzas de una reforma religiosa, de un renacimiento espiritual, un rechazo al materialismo, e inclusive de escapar de los peligros de la era termonuclear. Otros, toman una postura más bien de apariencia pragmática, encogiéndose de hombros ante cualquier abuso que las sectas hayan realizado sobre la base de que cualquier medida en contra de éstas podría violar la libertad religiosa según se garantiza en la Primera Enmienda de la Constitución de los Estado Unidos.

Otros apologistas incluso parecen haber sido engañados con éxito por los líderes carismáticos de algunas sectas o por sus representantes. Unos declaran que han visitado alguna secta y que han quedado impresionados por lo que observaron. Otros conocen a alguien que era un desastre antes de volverse miembro de una secta y ahora parece transformado hasta el punto de la beatitud.

Muchos de estos defensores son filósofos de escritorio —e incluyo a algunos de mis colegas académicos bajo este título— que nunca han visto los efectos destructivos de estas organizaciones, pero les gusta participar en el “ajedrez” intelectual. Otros tienen algún contacto con miembros cuidadosamente seleccionados de sectas, pero nunca han visto los crudos procedimientos de éstas o las devastadoras consecuencias a largo plazo para muchas víctimas y sus familias.

Un buen número de profesionistas de la salud mental y científicos del comportamiento sirve en las filas de los defensores a ultranza de las sectas. La mayoría tiene poco conocimiento directo del fenómeno. Su tendencia es la de asumir que aquellos que entran a estas organizaciones han sido arrastrados hacia ellas, quizás como escape de una mala situación familiar, en una búsqueda para encontrar descanso de los síntomas de su propia psicopatología, o incluso para encontrar un oasis de paz en medio de la violencia de una tierra corrompida y de la tensión emocional de nuestras ciudades y de la era nuclear. Algunos de mis colegas creen sinceramente que hasta la más extraña de las sectas puede servir para un propósito terapéutico y funcionar como taller de refugio para jóvenes neuróticos o esquizoides, o personas que de otra manera serían drogadictos o algo peor.


La doctora que ha observado al mayor número de refugiados provenientes de sectas es la Dra. Margaret Thaler Singer, de la Universidad de California en Berkeley, una psicóloga clínica que ha tratado a más de seiscientos ex miembros de sectas. Recientemente, Singer expuso un análisis meticuloso y matemático de algunos de los estudios realizados por profesionistas de la salud mental que simpatizan con ella, para mostrar que la gran mayoría de ellos está probablemente incapacitada por los sesgos inherentes en la orientación psiquiátrica tradicional. Al examinar a los miembros de las sectas o a sus familias para observar qué problemas hay en ellos, tal orientación pasa por alto las poderosas técnicas que las sectas aplican para asegurar una buena provisión de materia prima humana para los molinos de su poder: la persuasión coercitiva, las dinámicas de grupo, las demandas circunstanciales, la hipnosis, y la tensión como herramientas para inducir a la sumisión.


En Estados Unidos, la cobertura de los medios de comunicación sobre las sectas ha sido por demás sucia. Existen unas pocas excepciones: el exposé de Synanon por Point Reyes Light, el cual ganó el premio Pulitzer para los editores; un fragmento en el programa televisivo 60 Minutes, y dos fragmentos en el Reader’s Digest sobre Cienciología. Salvo que sean encarados con una tragedia o escándalo mayor, los periódicos rara vez se aventuran dentro de este campo de combate. Las razones son claras. Los medios de comunicación son en gran parte aventuras comerciales y su negocio se ve amenazado fácilmente por pérdidas en la publicidad, boicots o demandas legales. Aún más importante, los editores tienden a sacar las manos de temas como la religión a menos que haya algo que sea realmente noticia. Una matanza de 913 personas, eso sí es noticia. Poner una serpiente de cascabel en el buzón de alguien, es una nota menos importante. Que se enjuicie nuevamente a Ted Patrick o incluso que vaya a la cárcel, no estoy seguro de que apareciera en el periódico. La reciente tortura y asesinato de un informante gubernamental de 17 años infiltrado en una secta, prácticamente no recibió cobertura en los periódicos.

Cuando los medios de comunicación denominan a la explotación sistemática de la gente como una religión,, las sectas se protegen brillantemente del poder de la prensa. También, si una nota sobre el tema no se encuentra en la sección sobre religión, no aparece en otra parte del periódico. Y, ¿quién lee la página sobre religión?

La sección religiosa en la mayoría de los periódicos tiene la intención de aumentar y estimular el interés en la religión y de complacer a los practicantes de religiones de que la versión de sus actividades tendrá cobertura. Los editores de las secciones de religión no hacen investigación periodística y no tienen deseos de publicar cosas que pudieran ofender a alguien. Y como regla no lo hacen.


Por lo que respecta a la televisión y la radio, no hay cobertura sobre noticias religiosas de qué hablar a menos que alguien dispare en contra del papa o que la Catedral de Cristal sea dedicada o que Phil Donahue invierta escasos momentos entrevistando a los familiares de una víctima de alguna secta al mismo tiempo que un profesor de sociología presenta una refutación.


Por lo general, los individuos que buscan a los medios de comunicación para denunciar una experiencia personal en una secta presentan testimoniales cortos. Un gran exposé televisivo de la comuna en Jonestown, Guyana, listo para salir al aire un mes antes de la visita fatal del congresista Leo Ryan, fue silenciado por los ejecutivos de la National Broadcasting Company (NBC), después de que fueron hostigados y amenazados con demandas por difamación. Una escritora, Paulette Cooper, escribió una excelente denuncia de las actividades de la Cienciología, pero el texto fue retirado por los publicistas y la vida de la autora fue casi destruida por lo que la Cienciología llamó “operación espanto”.


Los legisladores y las cortes también han fallado con relación a las sectas. Los encargados de la justicia criminal han tratado de investigarlas, pero frecuentemente se encuentran con obstáculos legales. Dado el cúmulo de evidencias que va en aumento sobre las actividades depredadoras de sectas, resumidas en la lista mencionada anteriormente, ¿dónde están las nuevas leyes que esperamos de un sistema legal saludable? ¿Dónde están las comisiones de investigación y las audiencias acerca de si se necesitan y deben implementar esas leyes? ¿Dónde están, en los cincuenta estados de nuestro país y en la jurisdicción federal? ¿Dónde están los debates públicos?

En 1974, se realizó una investigación completa sobre los Niños de Dios por parte del ilustre Louis J. Lefkowitz, procurador general del estado de Nueva York. Una gran cantidad de pruebas fue descubierta acerca de las técnicas coercitivas utilizadas por el grupo para intimidar y, virtualmente, esclavizar a sus miembros. Sin embargo, el reporte concluyó que no se podía tomar ninguna acción directa debido a la protección constitucional de la Primera Enmienda constitucional. ¿Dónde están los jueces cuya perspectiva de la Constitución sea la de investigar si la Primera Enmienda tenía realmente la intención de proveer inmunidad para artistas estafadores, para crueles traficantes del poder, maniacos homicidas, o para cualquiera que decidiera decir “yo soy un ministro”? Como lo mencionara un expositor sobre la interpretación del Departamento de Justicia en el caso Estados Unidos contra Ballard, si una persona es suficientemente psicótica como para tener delirios, pero suficientemente inteligente para elegir temas religiosos, queda inmune a la intervención de la sociedad en este país.

Quizás una explicación parcial del rol de las leyes como compañeras pasivas de las sectas se pueda encontrar en los esfuerzos organizados por las sectas para intimidar y desacreditar a los legisladores que tratan de actuar. Por ejemplo, la Iglesia de la Cienciología organizó una operación secreta en contra del ex procurador general de California. También aplastó un proyecto de ley, en Florida, diseñado para regular las prácticas psicológicas, e inició una cacería contra el alcalde de Clearwater, Florida, quien era un crítico del grupo cuando no ejercía su cargo. La monografía publicada por Richard Delgado en la revista especializada Southern California Law Review, nos da una clara interpretación de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos como un principio para la protección del pueblo, no de las organizaciones que abusan de él. Delgado sugiere solicitar el consentimiento informado de las personas que son reclutadas e ingresan a un grupo, esperando que sea de una forma, pero que resulta ser de otra totalmente diferente. Este texto fue dejado dentro del lago de la literatura legal hace cinco años sin prestársele mucha atención. Entre los académicos ha sido objeto de cierta discusión y la gran mayoría lo ha criticado. La profesión legal no ha hecho nada al respecto. Así, cuando las personas invocan “la Primera Enmienda constitucional”, el telón se cierra, la discusión termina, y los abusos continúan.


Todos los estados de la Unión Americana tienen leyes que permiten el establecimiento de la tutela o custodia, lo cual podría proporcionar el medio legal para crear un “período de enfriamiento” para aquellas personas que han sido reclutadas en las sectas, si es que llegase a existir alguien que se interesara lo suficiente para sacarlo de la secta y exponerlo a otras ideas por un par de semanas. La mayoría de las leyes está estructurada en términos tan restrictivos que no puede ser utilizada para este propósito, pero cuando los padres toman la ley en sus manos para rescatar a un hijo de una secta y se les viene una acción penal en contra, la defensa por necesidad —el argumento de que su acción fue necesaria para prevenir un daño mayor— por lo general tiene éxito. Generalmente es exitosa porque los veredictos son realizados por jurados formados por gente promedio, que está más cerca que los jueces del sentido común humano en tal situación.

Pregúntese usted mismo qué hubiera hecho si un miembro de su familia hubiera sido miembro de El Templo del Pueblo y tuviera buenas razones para sospechar lo que estaba pasando o lo que pudiera pasarle. ¿Qué tan lejos iría para sacarlo fuera de la secta antes de que fuera demasiado tarde? ¿Cuántos riesgos estaría dispuesto a tomar? Si después de haberlo rescatado, la ACLU[34], el FBI y el procurador general, todos cooperaran para llevarlo a juicio por secuestro o algún otro cargo, sería reconfortante saber que las probabilidades son que un jurado que pensara como usted lo pusiera en libertad.

El gobierno británico no tuvo miedo de aceptar el reto del tema Iglesia-Estado. Un fallo reciente a favor del Daily Mail contra la Iglesia de la Unificación por las calumnias de la organización a dicho periódico, ofrece esperanza de que quizás la jurisprudencia estadounidense pueda eventualmente iniciar un curso de acción legal.

Yo fui un miembro de la ACLU por años, pero muchos de nosotros que éramos antiguos admiradores de este organismo hemos estado preocupados por su aparente tendencia a favor de las sectas en el contexto de este debate. Cuando se fundó la ACLU, una de sus más importantes cualidades era la de ser una entidad cuya orientación legal estaba separada del sistema legal establecido. No obstante, parece que al menos un destacado procurador nacional que frecuentemente testifica a favor de la ACLU es también con frecuencia un consejero legal privado, pagado por varias sectas, incluido el grupo de los Hare Krishna. La ACLU no ha emprendido ninguna investigación valiente o de avanzada sobre el creciente cuerpo de demandas y quejas contra sectas que privan a un gran número de personas de sus libertades fundamentales. Es verdaderamente extraño para un antiguo liberal como yo ver a la ACLU caer a ese nivel.


Pero paradójicamente, los aliados más extraños de las sectas son las religiones establecidas. El primer esfuerzo importante de las iglesias de California para influir en las leyes relativas a las sectas, en los meses subsecuentes a la masacre en Guyana de muchos ciudadanos californianos, fue la de suprimir la facultad legal de instancias gubernamentales que podían investigar a personas como Jim Jones. La propuesta legislativa fue conocida como el Estatuto Petris, y muchas organizaciones religiosas respetables se tomaron muchas molestias para introducirla en la Legislatura, llevando a un experto legal de la Universidad de Harvard y a un ejecutivo del Concilio Nacional de Iglesias para declarar en favor de ella.

¿Cuál fue el resultado del Estatuto Petris? Éste es un ejemplo: cuando se encontraron armas de fuego en posesión de miembros de los Hare Krishna en 1981, dicha ley hizo imposible que los investigadores revisaran si estas armas habían sido adquiridas con dinero recaudado en colectas en el aeropuerto. ¿Por qué? Porque el estatuto dice que los negocios fiscales de las Iglesias son inviolables. De esta manera, una vez que las sectas han puesto las manos sobre su dinero, pueden hacer lo que quieran con él. Ninguna oficina del gobierno ni ninguna otra persona tienen derecho a investigar.

El senador Robert Dole sostuvo audiencias sobre el tema de las sectas en Washington hace algunos años, posteriormente a la masacre de Jonestown. Los representantes del Concilio Nacional de Iglesias, de la Iglesia Bautista, de la Iglesia Episcopal, de la Iglesia Unificada de Cristo, de la ACLU, y de la Iglesia de la Unificación (los moonies) hablaron todos a favor de la libertad de las sectas para hacer casi cualquier cosa bajo el nombre de actividades religiosas. Sólo hubo unas pocas voces que disintieron. El año pasado, cerca de trescientos expertos en las relaciones Iglesia-Estado se reunieron en Washington D.C., para solicitar menos gobierno en el ámbito de lo religioso.

Pero algunos pocos grupos religiosos se han dado cuenta de la naturaleza nefasta de las sectas. Por ejemplo, el Concilio de Iglesias de Nueva York denegó la admisión de la Iglesia de la Unificación a dicha asociación y algunas agrupaciones judías han tratado de promover la educación pública sobre el tema de las sectas. Pero en su mayoría, las religiones establecidas respetables se han unido en una causa común con las sectas en relación con los grandes temas que conciernen a la sociedad. Para el observador externo parece que las Iglesias han sido singularmente pusilánimes en el tema de las sectas. Han estado más a favor de ayudarlas que de estorbarlas por lo que son —una perversión del significado de la religión, tanto como la charlatanería es una perversión del significado del juramento hipocrático de los médicos.


La diferencia entre las religiones establecidas y los nuevos grupos religiosos no es difícil de hacerse; sin embargo, éste es un argumento común para evadir el tema. Presumiblemente, las religiones son creadas para el bien de sus miembros. Las sectas, por otro lado, parece que existen para el beneficio de sus líderes. El principal motivo para que las organizaciones religiosas respetables estén del lado de las sectas parece ser el dinero. Todos están temerosos de que el gobierno pueda obtener el poder para ver lo que se está haciendo con el dinero de las organizaciones religiosas; el siguiente paso pudiera ser el cobro de impuestos sobre las propiedades de la Iglesia. Antes de arriesgarse a sufrir tal catástrofe, las religiones respetables por todo el país están haciendo causa común con los muchos Jim Jones que andan por ahí.

No comentare cómo sucedió que en nuestra sociedad estas instituciones se volvieron singulares compañeras de cama de las sectas. Pero espero que el interés público acerca de este tema vaya en aumento conforme las sectas sigan provocando más muertes y más pérdidas. Quizás algunos personajes poderosos o legisladores importantes pierdan a algún miembro de su familia en las sectas antes de que hagamos algo. Yo espero que el cambio venga antes.

Trastorno por estrés postraumático en víctimas de sectas religiosas

Por Dr. Jorge de la Peña

El cielo lo abandonamos a los gorriones y a los ángeles.
Heine, Deutschland


Introducción

El presente ensayo trata de ilustrar al lector sobre las características clínicas del trastorno conocido como estrés postraumático (conocido también como PTSD por sus siglas en inglés), el cual es padecido frecuentemente por víctimas de sectas religiosas destructivas. Asimismo se abordarán en forma general las características patológicas que pueden tener los líderes de este tipo de agrupaciones, haciendo un breve análisis de la secta como una minoría activa.

Para tal efecto, he dividido el trabajo en dos grandes apartados. Primero explicaré de manera general lo referente al trastorno por estrés postraumático, para posteriormente explorar los aspectos psicológicos de los sujetos víctimas de la secta, la personalidad del líder de la secta, y finalmente la secta misma como minoría activa.


El trastorno por estrés postraumático

El trastorno por estrés postraumático, es un evento de gran importanciapara las disciplinas psi, es decir, la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis. Es precisamente esta última la que toma la iniciativa para su estudio. Fue en la posguerra de principios de siglo cuando Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, se percató de los trastornos psicopatológicos sufridos por los soldados que regresaban del campo de batalla. Éstos se caracterizaban por crisis de angustia constantes, ansiedad, recuerdos y sueños reiterativos del suceso traumático, etcétera. Esta enfermedad era denominada entonces como “neurosis de guerra”. Gracias a sus estudios, el médico vienés descubrió las pulsiones, a partir de la clásica compulsión, la repetición característica de estos cuadros en particular.

Por otro lado, el concepto de estrés postraumático surge sólo después de que Seyle explica el estrés como un fenómeno de adaptación del organismo que bajo determinadas circunstancias puede volverse patológico. Pero no es sino posterior a la Guerra del Golfo Pérsico y como consecuencia de los grandes estragos que la guerra de Vietnam dejó en la psique de los soldados involucrados en ella y que repercutieron grandemente en la sociedad norteamericana, que se comienza a estudiar más a fondo este cuadro nosológico.

En los tiempos actuales, la exposición a hechos traumáticos es frecuente.La dinámica de la vida moderna propicia situaciones de peligro prácticamente en cualquier momento y lugar. Se ha creído erróneamente que este problema compete sólo al sujeto que lo sufre. Por decirlo de algún modo el afectado debe ser aquel que es golpeado o vejado, sin embargo se ha reportado que también aquellos sujetos que observan al que es traumatizado resultan víctimas. Así, podríamos decir que no sólo el que es asaltado se trauma, sino también el que lo observa; no sólo el que sufre un accidente automovilístico se trauma, sino también el que lo presencia. Podemos entonces diversificar las causales del estrés postraumático: amenazas, asaltos, torturas, persecuciones, desastres naturales, violencia intrafamiliar, maltrato, etc.

Durante la antes mencionada Guerra del Golfo Pérsico se detectaron espectadores de noticieros de televisión traumatizados por las escenas de guerra observadas. Los programas televisivos que exaltan la criminalidad afectan psicológicamente. La misma inseguridad pública es traumatizante.

Dentro del contexto ya planteado, es importante entonces definir el concepto de trastorno por estrés postraumático. Cito textualmente a Kaplan: “Para que un paciente reciba el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático debe haber experimentado una situación con una repercusión emocional de gran magnitud, que sería traumática para cualquier persona. Estos traumas incluyen experiencias de combate, catástrofes naturales, asaltos, violaciones y accidentes serios (por ej., accidentes de automóvil o incendios). El trastorno por estrés postraumático consiste en: 1) la reexperimentación del suceso a través de sueños o imágenes; 2) la evitación (sic) persistente de cualquier cosa que recuerde el suceso traumático y respuesta embotada a estos estímulos, y 3) un estado de hiperalerta. Los síntomas que se asocian con frecuencia son la depresión, la ansiedad y las alteraciones cognitivas (p. ej., la falta de concentración). En la cuarta edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Health (DSM IV), la duración mínima de los síntomas del trastorno por estrés postraumático es de un mes”.

“El DSM IV introduce un diagnóstico nuevo, el trastorno por estrés agudo, para aquellos pacientes en los cuales los síntomas aparecen en el transcurso de cuatro semanas siguientes al suceso traumático, y en los cuales los síntomas duran de dos o tres días, a cuatro semanas”[35].


Tal vez sería repetitivo describir los criterios clínicos del diagnóstico del padecimiento, desglosados, tal como los describe el mencionado DSM IV. Para tal efecto remitiría yo al lector al documento disponible en cualquier biblioteca. Considero que la definición de Kaplan cumple con las expectativas que me he planteado para el presente ensayo. Lo importante es en todo caso que se entienda el concepto y se comprenda la magnitud del mismo.

Estudios recientes han incursionado en el complejo ámbito de la psicobiología descubriendo que el trauma psíquico puede ser tan impactante que altere los mecanismos neurobioquímicos de secreción de catecolaminas, es decir de neurotransmisores como la norepinefrina, aunque frecuentemente concurren diversidad de estas sustancias agravando aún más el cuadro. El trauma psíquico altera también el eje hipotálamo —hipófisis— adrenérgico, con la consecuente alteración hormonal y, finalmente, la producción de substancias opiáceas. Esto quiere decir que la sintomatología del cuadro puede ser grave y ocasionar estados de disociación si no es tratado a tiempo. Muchas veces, las alteraciones se manifiestan algún tiempo después de ocurrido el trauma, dado que intervienen mecanismos psíquicos de defensa que, por decirlo así, enmascaran el cuadro. Es importante mencionar que la personalidad previa, la etapa de la vida, la significación personal que en este caso la víctima dé al hecho traumático, serán factores importantes para determinar la intensidad de los síntomas y la futura recuperación del paciente. Es decir, el niño o el adolescente responden diferente que el adulto o el anciano; lo que para unos puede ser muy dañino, para otros no, y la reacción será diferente en una personalidad madura que en una inmadura. La detección temprana de la enfermedad y el tratamiento adecuado a tiempo, son claves para el pronóstico de esta enfermedad.

Como se puede ver, este padecimiento, es una enfermedad de actualidad;las características de nuestra vida con el advenimiento de la modernidad, hacen que la violencia se sofistique, dando rienda suelta al instinto que ya no puede ser totalmente controlado por la instancia cultural. Ciertamente, el hombre se manifiesta en desacuerdo con las normas sociales que le impone la cultura, como bien lo señalaba Freud en 1930, dados los mecanismos de represión del deseo que la sociedad impone para la buena convivencia; sin embargo lo que yo llamaría deshumanización de la sociedad, ha permitido la aparición de males contemporáneos de difícil control. Fenómenos sociales tales como la gran inseguridad pública, la prostitución infantil, la creciente violencia intrafamiliar, la farmacodependencia a drogas sintéticas de gran poder adictivo y el consecuente tráfico de éstas, son sólo algunas patologías de nuestro tiempo contra las cuales tenemos que luchar.

Dentro de este marco de patologías sociales y traumas psíquicos, podríamos señalar una situación, que por su trascendencia merece un análisis aparte. Me refiero a las víctimas de las sectas religiosas destructivas,tan abundantes en esta época.

Esta problemática debe ser analizada desde diversas perspectivaspara su mejor entendimiento, a saber:

  1. Desde la del sujeto que es víctima de la secta.
  2. Desde la del líder sectario.
  3. Desde la perspectiva de la secta misma como comunidad.

La víctima de la secta

Como anteriormente se ha mencionado, vivimos un tiempo de deshumanización colectiva debido al ritmo de la vida actual. Las condiciones sociales de carencia de dinero, alimentación, vivienda, trabajo, salud, amor, bienestar, placer, etc., motivan al individuo a buscar un porqué para vivir. En psicoanálisis, diríamos que esa energía libidinal, que esa pulsión de vida no encuentra cauce, anda sin rumbo y por principio natural habrá que encontrarle camino. Cuántas veces no amanecemos con miedo, con preocupación por el devenir. Muchas veces se dice: “Cuando salgo de casa y me despido de mi familia, no sé si sea la última vez, no sé si regresaré”. Esta incertidumbre por la vida, esta carencia, este sujeto en necesidad busca irremediablemente su plenitud, su paz interna, su tranquilidad. En pocas palabras, el sujeto busca encontrar a alguien o a algo que le dé seguridad. La misma imposibilidad de satisfacer necesidades básicas, mueve al hombre a recurrir a la religión. Ese vacío existencial se llena las más de las veces a través de la religión. Aristóteles hablaba ya del “hombre político”. Asimismo podríamos hablar, y con mayor razón del “hombre religioso”. Este hombre religioso no es nuevo. Como todos sabemos, la sociedad se fundó gracias a la religión; la religión fue la primera instancia que trató de poner orden a las cosas, y lo logró, aunque en muchas ocasiones se pagó un precio muy alto.

La religión como una ilusión, es el planteamiento psicoanalítico. La religión como una ilusión del bienestar total al que aspiramos todos. Los hombres persiguen un fin, la paz total que da la muerte, pero la muerte genera miedo, la metamorfosis entonces surge a partir del imaginario paraíso a donde todos iremos después de muertos y por lo tanto a la paz y el bienestar total. La ilusión mueve al sujeto a hacer cosas. La religión es un buen vehículo para tal efecto. Intrínsecamente, en la psique humana podría haber un apartado religioso que motiva o exige al hombre creer en algo o en alguien. Es necesario creer para existir. Conclusión: si no creemos, luego entonces no existimos. En este tiempo, esa necesidad de creer se acrecienta y el hombre acude entonces al pensamiento religioso.

El líder sectario

La consistencia de un grupo depende en gran medida del líder del mismo. Es más, le dará la posibilidad de mantenerse y cumplir los objetivos trazados. La influencia que este personaje tenga por sobre los demás es importantísima y delicada dado que una enajenación o sumisión ante tal sujeto se puede dar a tal grado que pueda disociar la mente de sus dependientes. Esto es frecuente en algunas sectas religiosas destructivas y con lideres con características de personalidad paranoica.

De acuerdo con mi experiencia clínica, un gran número de líderes de sectas destructivas padece la enfermedad, o al menos presenta en su personalidad rasgos paranoicos. Es pertinente entonces hablar de paranoia.

Hablar de paranoia es hablar de alienación. El enfermo delirante, es el clásico alienado que la historia de la enfermedad mental nos refiere. El término delirio, proviene del latín delirare, que significa “salir del surco”, por lo tanto, delirio, delirium, es igual a una desviación, a salir fuera del sentido común, fuera de un cauce, fuera de la realidad [36].

Henri Ey, psiquiatra francés ya fallecido y creador de una gran escuela, considera a la paranoia como una psicosis delirante crónica, y la incluye junto con la esquizofrenia, diferenciándola de esta última en función de su carácter demencial y disociativo:

Psicosis delirantes crónicas

  • Psicosis esquizofrénica
  • Parafrenia o delirios fantásticos[37]
  • Paranoia o delirios sistematizados
  • Psicosis alucinatoria crónica

No incursionaré en la descripción clínica que este autor hace de la esquizofrenia, limitándome solamente a las entidades no disociativas ni demenciales como son la parafrenia, la paranoia y la psicosis alucinatoria crónica. De éstas me referiré particularmente a la paranoia.

Henri Ey refiere que respecto a la historia personal del paciente existen modos de conducta extraños o extravagantes, y pasa a describir a continuación una serie de manifestaciones clínicas que transcribo al calce:

  • Excentricidades
  • Conductas sociales desadaptadas
  • Aislamiento
  • Actos disociativos
  • Persecución
  • Prejuicios o celos

La temática delirante es fantástica, desconcertante y adaptativa. La paranoia es llamada también “delirio crónico sistematizado”, se caracteriza por la creación de un sistema delirante coherente que forma parte integrante de la propia personalidad del paciente. En la personalidad previa del mismo, existen ciertas tendencias narcisistas y egocéntricas más hipersusceptibilidad y desconfianza y tendencia a proyectar sobre los demás aquello que su Yo no acepta. Existen “aclaraciones” que justifican las creencias. Asimismo, diversos tipos de delirios conforman la paranoia:

Delirio de interpretación
Se caracteriza por la necesidad de interpretar todo en relación con el sistema delirante, haciendo por ello que la vida del paciente pierda toda su espontaneidad natural.
Delirio de reivindicación
Se caracteriza por la creación de un sistema delirante a partir de algún fracaso del que el paciente ha salido realmente perjudicado. A partir de este momento el sujeto lucha contra las instituciones.
Delirios pasionales
Delirio de celos
Se construye sobre un carácter paranoico. El paciente crea unpersonaje sobre el cual dirige una animadversión de tal manera que de la simple sospecha de infidelidad atribuida a su pareja pasa a la permanente vigilancia y acoso.
Delirio erotomaniaco
Se construye sobre personalidad histérica. El paciente se cree amado por otra persona, siempre se encuentra en una posición superior a todos.
Delirio sensitivo de relación
Se construye sobre personalidad insegura e hipersensible. Son cuadros con matiz depresivo y con problemas de relación [38].

Goldman caracteriza al delirio por:

  1. Su contenido temático (de persecución, de tener pecados, de tener poderes o habilidades especiales).
  2. Su grado de realismo o inverosimilitud.
  3. Su consistencia interna (las creencias del paciente pueden ser explicadas de manera que los demás puedan entenderlas).

El enfermo paranoide es un paciente cuyo delirio es la manifestación más prominente o la única enfermedad. Esto, debido a que aparece de manera muy intacta la personalidad [39].

Goldman nos indica que los trastornos delirantes no tienen una causa orgánica conocida y están caracterizados por las creencias delirantespersistentes. Las emociones y la conducta exhibida son comprensibles en el contexto de estas creencias. Las alucinaciones pueden estar presentes, pero no son persistentes y no son parte prominente del cuadro clínico [40]. Asimismo, considera seis tipos de temas delirantes predominantes:

  1. Erotomanía
  2. De grandeza
  3. Celoso
  4. Persecutorio
  5. Somático
  6. De otro tipo

En función del tipo de delirio, su característica principal es que el discurso es coherente y puede ser creído. La edad de inicio se da aproximadamente a los 40 años y su aparición puede ser precipitada por un evento importante (pérdida de posición social, pérdida de trabajo, etc.).

En relación con este padecimiento y en función de nuestro tema, es importante mencionar una variedad de evento psicótico muy común y realmente poco explorado: el trastorno psicótico compartido, mejor conocido como folie á deux. En éste, un paciente presenta síntomas psicóticos después de mantener una relación prolongada con otra persona psicótica. Kaplan, nos habla inclusive de folie á trois, folie á quatre, folie á cinq, y así sucesivamente. Reporta el caso de una familia completa que incluía a doce personas (folie á douze). El mismo autor nos habla de folie imposée, folie simultanée y folie communiqué, en los cuales, como bien se entiende, están involucradas en la psicosis más de una persona, influenciadas por un protagonista, que bien puede ser el líder de la secta. El trastorno tiene fundamentalmente una base psicosocial, (...) el miembro dominante tiene un trastorno psicótico previo (...) esta persona suele ser mayor, más inteligente y mejor educada; posee unos rasgos de personalidad más fuertes que la persona sumisa, que suele depender de la dominante. La relación entre las dos personas, aunque de dependencia, también puede caracterizarse por ambivalencia, con sentimientos profundos de amor y odio (...) cosa (el odio) que la persona sumisa considera intolerable, y que a menudo hace que introyecte esa hostilidad y aparezcan cuadros depresivos, y a veces, el suicidio. (...) Los síntomas psicóticos de la persona dominante se desarrollan en la persona sumisa a través de un proceso de identificación. Adoptando estos síntomas psicóticos, la persona sumisa se gana el reconocimiento de la persona dominante[41]. Esta gran influencia, esta locura compartida, comprometida, encadenante, explica en parte el porqué de la dominación de la secta, pero la secta como grupo activo también juega un papel en el fenómeno.

La secta como minoría activa

“Hay situaciones con mucho poder y poca influencia (situaciones autoritarias) y situaciones con mucha influencia y poco poder (la de las minorías activas). Aunque se puedan prever situaciones de gran poder o mucha influencia (las de las elites religiosas o ideológicas) y de poco poder y poca influencia (la de los grupos marginados) ” [42]. Ésta es la paradoja en la que Silverio Barriga basa la introducción al ya clásico texto de Sergei Moscovici (1981) sobre la psicología de las minorías activas.


Es Moscovici, quien se encarga de desmitificar a las masas. Las masas eran de acuerdo a algunos, la fuente del poder en una sociedad; “el poder de las masas” se suele decir. Este autor, aporta al conocimiento humano el concepto de minoría activa, entendiéndose por ésta a aquel pequeño grupo, que gracias a su gran influencia social, tiene la capacidad de transformar radicalmente la conducta humana. Ya en el párrafo anterior señalábamos la paradoja de Barriga, haciendo notar fundamentalmente dos elementos: la influencia social y el poder. Pero el punto central de esta disertación realmente se enfocaría a partir de la definición de a lo que la influencia social se refiere.


De acuerdo con González–Anleo, se debe entender por influencia social tanto la capacidad de un individuo de modificar el comportamientode otro sin recurrir a la fuerza, como la transformación observable en el comportamiento de un miembro de un grupo cuando interactúa con otro u otros o con el grupo en su conjunto [43]. A decir de Moscovici, la influencia social se convierte en genuino factor de cambio cuando la minoría influye en la mayoría sólo por su estilo de conducta [44].

Lo anteriormente expuesto puede ser suficiente para explicarnos de alguna manera el fenómeno tan actual de las sectas religiosas destructivas y su gran influencia en el otro.

Las sectas se manejan a partir de dos elementos; por un lado, el líder, y por otro, el aparato —por así llamarlo— de gobierno, es decir, un pequeño grupo de allegados que comparten los mismos intereses. El líder y el pequeño grupo conforman lo que conocemos ya como una minoría activa. Esta minoría tiene el poder de influir socialmente a una gran cantidad de individuos en tanto que a partir de un comportamiento consistente, crea conflicto y duda entre los miembros de la mayoría y los conduce a reexaminar y reevaluar su propia postura, cognitiva o valorativa. Esto quiere decir que algunos grupos que eran ignorados por el aparato social por su baja “peligrosidad” a partir de este principio adquieren fuerza social. Éstos se han convertido en grupos que poseen un propio código social y que además proponen innovación y cambio. Los desviantes en la psicología de las minorías activas, llegan a engendrar su propia nomia [45]. Las sectas, a través de estos pequeños grupos, tienen como función asegurar su inserción en la sociedad. Poco a poco, gracias a esto, al carisma o a la psicosis del líder y a la vulnerabilidad de los individuos, la secta penetra irremediablemente.


Conclusión

Los seres vivos somos seres maleables. Los árboles y las flores, los animales, pensantes o no, son susceptibles de cambiar. Estamos expuestos a las inclemencias de la naturaleza y nos sometemos a ella, la sociedad nos controla y reprime nuestros deseos por el bien de todos. Las circunstancias existenciales a través de las cuales se camina a lo largo de la vida, la adolescencia, la madurez, la vejez, la soledad de este tiempo de masas informes, despersonalizadas, crean sujetos ávidos de un motivo por vivir. El hombre, ser de contrastes, vive al día ante la posibilidad de ser infectado por algún virus, su mente se trastoca con facilidad y es frágil, vulnerable. El ser humano puede ser destructivo, indolente. Esta dicotomía es lo que fundamentalmente nos caracteriza. Somos víctimas de la violencia humana.

El trastorno por estrés postraumático es una entidad clínica de reciente aparición, aunque ciertamente a principios de siglo, como ya se mencionó, Freud introdujo el concepto de neurosis de guerra. No fue sino hasta prácticamente la década pasada que se trató de entender esta enfermedad. Esto explica el desconocimiento popular de la misma y por lo tanto del abordaje terapéutico adecuado. El trastorno por estrés postraumático es una lesión psíquica de gran envergadura: una alteración grave de la neurobioquímica cerebral se presenta y puede llegar a tener funestas consecuencias. No se trata solamente, como se pregonaba antes y se pregona todavía en algunos medios, de “dejar que se resuelva el duelo”. El trauma puede ser tan violento que lleve al sujeto a la muerte por suicidio o que su vida sea un tormento de recuerdos, una angustia presente por un hecho que no pasa y que está allí. La farmacopea actual nos dota de un arsenal de medicamentos que, usados prudentemente y bajo estricto control médico, puede proporcionar una cura total al individuo que ha sido víctima de violencia. El pronóstico social por el mal manejo de estos casos se puede ver en los actos dramáticos protagonizados por veteranos de guerra en Estados Unidos, por mencionar sólo un ejemplo. El sujeto, por otro lado y dadas sus características, está expuesto a un tipo de violencia sutil que va creciendo: el de las sectas destructivas. Sus líderes, las más de las veces, son individuos enfermos de poder y grandiosidad, que creen ser poseedores de mágicos poderes. Se hallan por todos lados. La paranoia es una enfermedad que no se cree. No se cree que un individuo tal pueda ser un enfermo mental con una capacidad de convencer a los otros de sus poderes y su benevolencia. Este tipo de individuos se encuentra en los lugares más insólitos. En grandes empresas, en instituciones gubernamentales donde desempeñan puestos importantes y tienen bajo su mando gran cantidad de recursos humanos que sufren las consecuencias de su patología y que por miedo a perder el trabajo se someten a sus dictados. Hay sectas religiosas destructivas que a partir de ejercer el poder de convencimiento, victimiza a sus adeptos, sometiéndolos a los más horribles tormentos que ser alguno pueda experimentar. Torturas, trabajos forzados y abusos sexuales, son sólo algunos de los ejemplos que puedo dar con base en la experiencia profesional de años de tratar y curar a víctimas del trauma religioso. La impunidad de que suelen gozar los líderes sectarios nos impide muchas veces concluir nuestra labor clínica.

La religión ciertamente forma parte de nuestro entorno y no se trata de anularla, sino de estar alerta a aquellos que ante la necesidad innata de creer en algo o en alguien, acuden a ciertos grupos sin imaginarse lo que sucederá. La organización misma de la secta debe ser otro foco de alarma, dado que a partir de esta minoría activa se puede establecer un control social difícil de disolver, que se adentre en las instancias gubernamentales.

En resumen, algunas sectas religiosas destructivas, son minorías activas, dirigidas por un líder carismático, las más de las veces con una estructura de personalidad paranoica, que aprovechándose de la susceptibilidad y la necesidad de los individuos de creer, los convence de ingresar a su organización para después abusar de su buena disposición, dañándolos física y psíquicamente, ocasionando daños que si no son tratados oportuna y adecuadamente pueden ser fatales, y que involucran no sólo la vida del individuo, sino la de la sociedad entera.

Iglesias, sectas o nuevos movimientos religiosos

Por Dr. Elio Masferrer


Introducción

En 1916, las iglesias protestantes europeas y norteamericanas que hacían trabajo misionero se reunieron en Panamá para coordinar acciones y discutir la necesidad de hacer trabajo misionero en un continente que ya había sido evangelizado por la Iglesia Católica. Como resultado de dicho congreso se cambió el término protestante, comprensible en Europa y Estados Unidos, por evangélico, menos connotado y más propositivo; también acordaron continuar el trabajo misionero en América Latina pues consideraban que ésta no estaba adecuadamente cristianizada. En este contexto, cuando los investigadores nos referimos a las Iglesias históricas, pensamos en anglicanos o episcopales, luteranos y calvinistas o reformados, y cuando hablamos de disidencias históricas, nos referimos a metodistas, Ejército de Salvación, bautistas, puritanos, cuáqueros y otras. Éstas son las Iglesias disidentes, fundadas después de la consolidación de las históricas como religiones de Estado y que en su mayoría participaron de la fundación de Estados Unidos (Bloom, 1994).

El problema con el que tropieza el investigador es que estas categorías son de difícil aplicación en América Latina, pues estas iglesias y sus disidencias se transforman en este nuevo contexto histórico y cultural.

Habitualmente la palabra secta tiene tantas connotaciones en el habla tanto popular como académica, que se torna un término demasiado connotado e incluso impreciso. E. Royston Pike en su conocido Diccionario de religiones plantea que Iglesia es el conjunto de todos los cristianos, o que puede denominar a una Iglesia particular. Destaca que viene del griego ekklesia o “asamblea”, mientras que el término inglés church, el escocés kirk y el alemán kirche provienen del griego kyriakon, “perteneciente al Señor”.

Sectaproviene del latín secare, “cortar”, y significa: “Denominación, sección o grupo de fieles que se han separado del cuerpo principal”. Esta dicotomía presenta varios problemas; el principal es que en todos los casos el observador se coloca desde un principio de autoridad y no parte de una posición objetiva. Desde esta perspectiva lingüística no peyorativa, las sectas podrían considerarse una iglesia, parte de ella o la auténtica iglesia, y el cristianismo podría considerarse una secta judía.


Perspectivas de la iglesia católica

El Diccionario católico de términos y doctrinas religiosas, escrito por dos sacerdotes católicos y aprobado por el obispo de Torreón, Coahuila, es muy interesante, pues en él los autores expresan su posición con tanta claridad que consideran innecesarias mayores explicaciones. Al definir la palabra iglesia, explican la necesidad de esclarecer cuál es la verdadera Iglesia de Cristo. Consideran que, sólo en la Iglesia Católica Romana se halla “la organización que Cristo quiso darle a su Iglesia: la suprema potestad de jurisdicción y de magisterio en el papa y los obispos, y la potestad de santificar que se realiza a través de los sacramentos”. Recalcan que “en ninguna de las demás Iglesias llamadas cristianas encontramos esta triple potestad” (Havers y Bricio Torres: 1985:92). Por su parte, llaman secta: “no a las grandes iglesias que se separaron de Roma en el siglo XVI, llamadas protestantes, ni mucho menos a la respetable Iglesia Ortodoxa Oriental, sino a esa multitud de grupos religiosos que se separaron precisamente del protestantismo, que se formaron a fines del siglo XVIII y a mitad del siglo XIX, y a las que se han apartado de la Iglesia Anglicana; a ese mundo de iglesias libres, cristianas, interdenominacionales, etc. Se proponen describirlas para que “nuestros hermanos católicos sepan distinguirlas y, por consiguiente, rechazarlas” (1985:181). Los autores diferencian también a las sectas gnósticas y a las que exaltan el sentimentalismo.


La hipótesis conspirativa. las sectas como “agentes del imperialismo”

Para el Diccionario católico de términos y doctrinas religiosas, las sectas son reduccionistas, fundamentalistas, salvacionistas, insisten en el poco o ningún valor de las cosas del mundo, son pietistas (exageradas manifestaciones de piedad en contra de la razón), emocionales, en lo moral son inflexibles, rigoristas y puritanas, hacen propaganda sobre las curaciones milagrosas y recurren a la psicosis colectiva, se mantienen además en constante y fuerte oposición a la Iglesia Católica. Havers y Bricio Torres consideran que se sostienen por fondos provenientes de Estados Unidos y no vacilan en vincularlos con servicios de espionaje o con organizaciones interesadas en el control natal (1985:184). Asimismo, confían en que la suspensión de los vínculos financieros que asumen, haría regresar a sus adeptos al seno de la Iglesia Católica. Agregan una lista de sectas que incluye a La Luz del Mundo, la Iglesia de la Unificación (Moon), Los Niños de Dios-La Familia, El Castillo del Rey, la Sociedad Internacional para la Conciencia del Krishna, Misión de la Luz Divina, Meditación Trascendental, Dianética-Cienciología y las Iglesias Libres.


Buscando una definición científica

En esta sección no formularemos una nueva definición de secta, sino que, por el contrario, plantearemos los problemas de designación con los que se encuentra un investigador. Nos parece interesante la discusión que propone Manuel Marzal (1988), que sintetizaremos para tener una primer aproximación al problema. Luego analizaremos las posiciones de Roland Campiche (1987) y de otros autores europeos como Jean-François Mayer (1987), sobre el concepto de Nuevos Movimientos Religiosos.


Las sociologías institucionales

La definición clásica de Weber que designaba a Iglesia como comunidad de creyentes y a secta como comunidad de elegidos ha sido criticada, pues implica de alguna manera un juicio de valor, la sutil diferencia entre creyentes y elegidos. Troeltsch relaciona secta e Iglesia con sus formas de articulación con la sociedad, en esta perspectiva la Iglesia “estabiliza y determina el orden social y al hacer esto se hace dependiente de las clases altas y su desarrollo. Las sectas, por otro lado, están conectadas con las clases bajas o, por lo menos, con aquellos elementos de la sociedad opuestos al Estado y a la sociedad” (1960:331). Este autor propone tres tipos de formas organizativas: Iglesia, secta y grupo místico. La Iglesia tiene a su cargo la salvación de las masas y puede adaptarse al mundo. La secta es una sociedad voluntaria, más estricta, formada por renacidos que se preparan para la venida del Reino de Dios. Grupo místico es aquél donde “la transformación del mundo de las ideas se materializa en un culto y doctrina formal y en una experiencia puramente formal e interna” (1960:993).

Esta dicotomía secta-Iglesia, que puede ser operativa para Europa, no lo es necesariamente para Estados Unidos, donde la constitución de la nación se dio sobre la base de un estado teísta pero no clerical ni con religión de Estado, pues precisamente la gran mayoría de los protagonistas de la guerra de independencia norteamericana eran miembros de minorías religiosas, que tuvieron que emigrar a América. Prácticamente expulsados de sus países, la lealtad con sus monarcas, en particular Su Majestad británica, era mínima, si no es que nula. Las minorías en este nuevo contexto perdieron su estructura en tanto tales, de alguna manera se coaligaron y fundaron un Estado de nuevo tipo, una república federal, sin religión de Estado, que implicaba un acuerdo histórico entre las distintas minorías e Iglesias, una renuncia expresa a tratar de imponer la hegemonía de alguna de ellas.


Los Estados Unidos y el nacimiento del denominacionalismo

En términos prácticos, los distintos grupos, cuyos feligreses fundaron la Unión Americana, renunciaron a uno de los elementos claves de Troeltsch, el que implica participar de la estructura del Estado. La tolerancia mutua llevó a las distintas expresiones religiosas a asumir que todas eran parte de la Iglesia fundada por Cristo, esta renuncia de todos a aspirar a que alguno de ellos fuera la verdadera Iglesia los llevó a asumirse como partes del todo, mutuamente necesarias, pero no indispensables; la diferencia estaría en los nombres que adoptarían las distintas expresiones del todo, en esta perspectiva surge el concepto de denominación, un término intermedio, en el que las diferentes organizaciones se sienten articuladas, solidarias y no antagónicas. Podríamos decir que la religión civil americana es un denominador común que configura las distintas religiones en términos de la cultura y el modo de vida norteamericano. A su vez, es un proceso mediante el cual el establishment coopta las disidencias religiosas articulándolas con los objetivos históricos del Estado.


Niebuhr y el sectarismo

Asimismo, y en esta perspectiva histórico religiosa, para Niebuhr, el sectarismo estricto se transforma por el desarrollo de un clero más refinado, un culto más sobrio y menos emocional: “Cualquiera que sea la línea evolutiva seguida, toda secta que sobrevive a su primera generación deriva hacia la posición de una confesión más, y se va pareciendo a los grupos que en su principio combatió” (Scharf, 1974:163). Bryan Wilson (1970) plantea que las sectas son agrupaciones voluntarias a las cuales se ingresa por una prueba de méritos, lo cual produce un fuerte sentido de identidad, se asignan un acceso especial y exclusivo a las verdades sobrenaturales, comportándose como una elite; al ser voluntarias, tienen una vida muy intensa y cuentan con sistemas de control social estrictos para controlar a sus propias disidencias; no rechazan la ortodoxia, sino que la reinterpretan. Marzal sintetiza a Wilson para quien la secta tendría los siguientes rasgos: “Voluntariedad, exclusivismo, méritos, autoidentificación, estatus de elite, expulsión, conciencia y legitimación (Marzal, 1988:380). Wilson elabora una tipología a partir del concepto de salvación. Los ortodoxos aceptan la cultura vigente y los medios proporcionados por el sistema oficial; por el contrario, las sectas definen “sus necesidades de salvación como un salvarse del mal que aparece en el mundo. Cómo será otorgada esa salvación, y cómo y cuándo actúa, son puntos que difieren considerablemente de unas sectas a otras. Existe un número determinado de modos de tasar a ese mundo del que se busca la liberación y de responder a él” (1970:37). Sobre esta base, Marzal elabora una tipología que nos parece importante:


Los criterios de marzal

Las sectas tenderían a compensar el mal, superarlo o eliminarlo. Las que intentan compensar el mal serían las sectas conversionistas (cambio de sí mismo, Vg. pentecostales), transformistas (cambio del mundo por Dios, Vg. Testigos de Jehová), introversionistas (huir de corrupción del mundo, Vg. movimientos monásticos). Las sectas que intentan superar el mal serían las manipulacionistas (salvan el mundo con “técnicas” religiosas, Vg. Dianética), taumatúrgicas (salvar el mundo por “milagros” de Dios, Vg. Metafísica Cristiana o Ciencia Cristiana). Las sectas que desean eliminar el mal serían las reformistas (salvación racional por motivos religiosos, Vg. cuáqueros actuales) o utópicas (salvan el mundo con comunitarismo de base religiosa, Vg. tolstoianos). Wilson presenta la posibilidad de sectas de orientación múltiple (Vg. mormones) o que pasan de una tendencia a otra. Marzal termina reflexionando que la Iglesia Católica acepta prácticamente todas las metas arriba enunciadas, pero que “no se constituyen dichas metas en orientación fundamental, como lo hacen las sectas. Esta unilateralidad es la gran fuerza y —paradójicamente— la gran debilidad de las sectas frente al catolicismo. (Marzal, 1988:382)


Tres categorizaciones de iglesia

Marzal divide el campo religioso en las áreas populares de la sociedad limeña, en que realiza sus estudios, en tres grandes sectores: la Iglesia cultural, la Iglesia popular y las Nuevas Iglesias. La Iglesia cultural está formada por aquellos que recurren a la cultura religiosa campesina o tradicional y la recrean en las ciudades, un elemento estratégico es la fiesta. La Iglesia popular está formada por aquéllos que aplican el Concilio Vaticano II y las conferencias episcopales latinoamericanas; manejan un enfoque teológico basado en la teología de la liberación, redescubren la Biblia, plantean un ritual distinto a los tradicionales o campesinos y proponen un compromiso ético político. Las Nuevas Iglesias están formadas por los integrantes de las confesiones no católicas (Marzal, 1988:20-21). Es evidente que no incluye a otros sectores del catolicismo como una Iglesia Conservadora, pues está investigando en una barriada popular de Lima, Perú.

En su estudio de casos, Marzal divide las Nuevas Iglesias en: evangélicas (Presbiteriana, Bautista y Alianza Cristiana y Misionera), pentecostales (I. de Dios de la Profecía, Asambleas de Dios, I.M. Esmirna Pentecostés[46], pentecostales independientes) y escatológicas, que plantean la inminencia del fin del mundo (Adventista, Testigos de Jehová, y mormones).


Sectas o nuevos movimientos religiosos (NMR). Una conceptualización histórico-genética

Un aporte interesante que fue discutido en el Primer Congreso Latinoamericano sobre Religión y Etnicidad (México 1987), es el de Campiche (1987), quien considera que las sectas son disidencias de las religiones establecidas, mientras que los NMR son desviaciones de las culturas religiosas establecidas y son producto de transformaciones en el campo religioso. Los NMR son respuestas a las crisis culturales y sociales, mientras que las sectas enfrentarían a las crisis sociales. Los NMR surgirían después de la Segunda Guerra Mundial (1945-1960) como parte de la contracultura. En el contexto occidental, representan “una manifestación de ultracristianismo, extracristianismo o bien que sobrepasa el cristianismo en un proceso sincrético. Y eso, a la inversa de las sectas”. “Se trataría entonces de una religiosidad o de una religión paralela (...) o de una religiosidad que sale del marco estricto de la familia de las religiones abrahámicas”(1987:9-10).

Las características de los NMR se podrían sintetizar, según Barker, “por su proliferación y su propensión a combinar elementos opuestos presentes en otras religiones y a reorganizar prioridades enraizadas en otras tradiciones religiosas”, su novedad sería mas retórica que doctrinal. Beckford le agrega otros elementos, “el carácter particularmente especializado de sus ideas y de sus prácticas, la participación alta de laicos, la capacidad de traducir la espiritualidad en acciones prácticas diarias” repensando y readecuando “la relación entre lo espiritual y lo material”. A esto se le agregaría “una clientela que transita con gusto de un grupo a otro”. Stark y Brinbrigde le agregan la capacidad de atraer población “que proviene de sectores sociales no religiosos”

Glock y Bellah “explican el auge de los NMR por la respuesta que ofrecen al relativismo que resulta de la desintegración de la ética. En esta sociedad no sólo no se sabe lo que es justo, pero aún más, uno ya no está en la capacidad de hacer lo justo” (Vg. el absolutismo moral de Moon). Según estos autores, en Estados Unidos “el rechazo del utilitarismo y de su legitimación favorece los NMR orientalistas, los cuales ofrecen una aculturación, en relación con los sistemas de valores dominantes”.

Wallis los explica “como una reacción a la desinstitucionalización de la identidad individual como consecuencia de la primacía otorgada a la racionalización y a la eficacia en nuestras sociedades y a la desaparición de la comunidad” (Vg. Hare Krishna, Niños de Dios, Cienciología). Para Brinbrigde y Stark serían una respuesta a la secularización. Beckford señala que los NMR serían entonces una suerte de laboratorio social y cultural donde se “ensayan y expresan ideas, sentimientos y relaciones sociales”. Nuestro autor termina planteando las dificultades epistemológicas que acarrean los NMR y propone “evitar llamar religiosos a todos los intentos de dar sentido a la existencia o de legitimar los comportamientos individuales y sociales”. Termina asumiendo provisoriamente la definición de Dobbelaere para quien la religión es “un sistema unificado de prácticas relativas a una realidad supra-empírica, trascendente, que une a todos los que se adhieren a ella en una sola comunidad moral” (Campiche, 1987:1-18).


La clasificación de Mayer

Jean-François Mayer, otro especialista suizo, profundiza aún más; hace una distinción entre Testigos de Jehová o mormones, quienes provienen del cristianismo occidental, y los grupos recientemente surgidos que tienen “gran visibilidad”, no tanto por su número, sino “en razón de la apariencia física de sus miembros, de prácticas insólitas, de controversias o simplemente de su novedad y que nuclean a movimientos muy distintos por su teología. En Alemania han sido designados como Jugendreligionen (religiones de la juventud), término muy poco satisfactorio científicamente, pues los adherentes envejecen y no necesariamente defeccionan. De acuerdo a Mayer, en los países de habla inglesa se emplea cult para referirse a “una nueva religión en sus inicios, un grupo poco estructurado reagrupado alrededor de un líder carismático”. Esto se aplica también a los Nuevos Movimientos Religiosos, diferenciándolos de sect que se emplea para las divisiones de grandes religiones. Sect es una escisión y cult una innovación (Mayer, 1987:21). En esta perspectiva, el desarrollo de los Nuevos Movimientos Religiosos se daría en el contexto de una religiosidad difusa y paralela a las ortodoxias existentes, que “produce una reevaluación de las viejas ideas y de los antiguos sistemas, es probable que los NMR no sean más que la punta emergente de iceberg: a largo plazo, el desarrollo y la popularización de esa religiosidad difusa será, mucho más que los NMR, un factor determinante en la modelación de la futura fisonomía de los países occidentales” (Mayer, 1987:22).


Hacia una clasificación de nuevos movimientos religiosos

Este autor, al igual que Campiche, considera como NMR a “grupos nacidos durante la época contemporánea, implantados en su mayoría en Occidente después de 1945”, que proponen experiencias espirituales no cristianas o sincréticas. Excluye de esta clasificación a los representantes de las grandes religiones tradicionales establecidas en Occidente y a las disidencias cristianas, con la excepción de movimientos que reclaman formar parte del cristianismo y que incluyen a la vez importantes aportaciones de otro origen (Vg. Moon y la Iglesia de la Unificación). Un NMR no constituye necesariamente una nueva religión “Soka Gakkai o la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna arraigan entre tradiciones mucho más antiguas” (Mayer, 1987:25). Sobre esta base se intenta hacer una clasificación de familias de NMR:

Movimientos neo-hinduistas
Movimientos originarios de la India: Mayer comenta que la diversidad es muy grande, coloca en un extremo a los Hare Krishna que enseñan una práctica espiritual con acentos devocionales y con un modelo védico, basado en las antiguas Escrituras Sagradas; y en otro extremo, sin clasificarlo como hinduista, está Bhagwan Shree Rajneesh, una religión ecléctica y que trastorna los valores tradicionales, con una gran libertad sexual y un conjunto de comportamientos provocadores y escandalosos. Coloca en medio a Siddha-Yoga, Ananda Marga, Sathya Sai baba, Sahaja Yoga y el Brama Kumaris; todos estos grupos tienen como elemento central el guía espiritual, el gurú a quien se le presta más obediencia y sumisión que a la misma organización.
Movimientos de origen oriental
Movimientos originarios del Lejano Oriente: Japón y Corea tienen organizaciones budistas como Soka Gakkai. También existen lecturas orientales del cristianismo, Oomoto, Sekai Kyusei Kyo (Iglesia de la Mesianidad Mundial) y Mahikari. En Corea, la más conocida es la Iglesia de la Unificación de Sun Myung Moon. Estas religiones tienen en común su organización en torno a un líder carismático y proponen la construcción de un Nuevo Tiempo.
Derivaciones del Islam
Movimientos de origen islámico: la mayoría está influida por el sufismo, una forma esotérica y mística del Islam. (Vg. La Nación del Islam, dirigida por Louis Farrakhan en Estados Unidos).
Grupos esotéricos-ocultistas
Movimientos de origen oculto esotérico, muchos tienen acercamientos gnósticos: la antroposofía, los Rosacruces, Fraternidad Blanca Universal, Sserulanda Nsulo Y´obulamu Spiritual Foundation y el Movimiento del Graal, la Escuela Arcane y la Nueva Era (New Age).
“Platillistas” y cultos de ovnilatría
Movimientos enfocados en el culto a los “objetos voladores no identificados” y/o “encuentros del tercer tipo”. Ted Peters distingue cuatro elementos de estos movimientos: trascendencia (objetos llegados desde arriba), omnisciencia (los extraterrestres saben todo), perfección (los extraterrestres son de una civilización muy avanzada) y redención (vienen a salvar a la humanidad del peligro que corre por sus problemas).
Movimientos psicorreligiosos
Movimientos de tendencias psicológicas. “Se da un desliz creciente hacia lo espiritual en el movimiento del potencial humano”. Cienciología, es el más estructurado de estos grupos (Mayer, 1987: 26-29).

Los NMR son religiones de la “experiencia y el desarrollo personal; no se trata sólo de aceptar intelectualmente una doctrina, (sino que es) una manera de introducir un mundo nuevo y regenerado, donde uno participa de la transformación más amplia cambiándose a sí mismo” (Ibíd.: 31, paréntesis añadido).


Conclusiones: creyentes, consumidores de lo sagrado y multirreligiosidad

En nuestra exposición hemos hablado fundamen-talmente de las instituciones religiosas, de los sistemas organizacionales que se abocan a la reproducción de lo sagrado y de sus especialistas, pero deliberadamente hemos omitido incluir a los feligreses. Éstos, en su inmensa mayoría, no conocen teología y se adscriben a una iglesia o religión mediante su participación en ritos y ceremonias, desde sus prácticas y consumos. Su cambio religioso está en función de la eficacia del sistema simbólico en su cotidianidad, por ello es probable que no tenga mayor problema en transitar por diversas religiones e instituciones en función de sus necesidades. El creyente puede leer un horóscopo chino u otro derivado del zoroastrismo, puede hacerse una limpia tanto étnica americana como esotérica occidental, quizá solicite una lectura de tarot si tiene ciertos problemas, aunque más tarde bautice a sus hijos y se case en un templo católico. Los evangélicos no encuentran mayores problemas en participar de las actividades de distintas denominaciones o de acciones interdenominacionales. Los que están interesados en ceremonias emotivas puede ser que transiten desde actividades de los carismáticos católicos, pentecostales, neopentecostales o cultos afroamericanos. Los de la Nueva Era asistirán con gusto a ceremonias neobudistas, neohinduistas o nativistas americanas y realizarán actividades de defensa ecológica desde su perspectiva. Si uno suma los participantes de actos religiosos por separado, es probable que la sumatoria sea mayor que la población censada del país, esto, debido a los fenómenos de multirreligiosidad. Los feligreses, pues, ya no son borregos del rebaño, sino que pretenden ser actores maduros que escogen, seleccionan, combinan, evalúan y deciden sus preferencias religiosas. Su participación reconoce responsabilidades diferentes, los evangélicos reclaman el sacerdocio universal de los creyentes, mientras que el catolicismo asigna diferentes responsabilidades y jerarquías a clérigos y laicos.

El futuro de los llamados Nuevos Movimientos Religiosos aún es motivo de controversia entre los especialistas. Por sus características expresarían procesos de secularización en los cuales se escogen opciones religiosas como productos de mercado o, por el contrario, representan procesos de retorno o de fortalecimiento de lo religioso como fenómeno cultural. Queda planteada también la interrogante sobre el destino de los NMR: disolverse con el tiempo, transformarse en denominaciones y en nuevas iglesias —como propone Marzal— o mantenerse permanentemente en un equilibrio inestable.


Bibliografía

BLOOM, Harold: La religión en los Estados Unidos. El surgimiento de la nación postcristiana. FCE, México, D.F., 1994.

CAMPICHE, Roland J.: “Sectas y nuevos movimientos religiosos, divergencias y convergencias”. En Cristianismo y sociedad XXV/3 N. 93. Tierra Nueva, México, D.F., 1987.

HAVERS, Guillermo Ma. y Bricio TORRES, SJ: Directorio católico de términos y doctrinas religiosas. Obra Nacional de la Buena Prensa, México, D.F., 1985.

MARZAL, Manuel M: Los caminos religiosos de los inmigrantes en la Gran Lima. P. Universidad Católica del Perú. Lima, 1988.

MAYER, Jean-François: “El mundo de los nuevos movimientos religiosos”. En Cristianismo y sociedad XXV/3 n.93. pp. 21-36. Tierra Nueva, México, D.F., 1987.

SCHARF, Betty R.: El estudio sociológico de la Religión. Seix Barral, Barcelona, 1984.

TROELTSCH, Ernest: The Social Teaching of the Christian Churches, Harper and Row Publishers, New York, 1960 (1911).

WILSON, Bryan: Sociología de las sectas religiosas. Guadarrama, Madrid, 1970.

Las sectas y los jóvenes: estrategias de proselitismo y grupos de riesgo

Por Dra. Margaret Thaler Singer


La proliferación de las sectas empezó a finales de los años sesenta, pero no fue sino hasta el trágico suicidio/asesinato de 913 ciudadanos norteamericanos, en Guyana, en el año de 1978, que la gente empezó a dirigir su atención a la tremenda influencia que los líderes de las sectas pueden tener sobre sus seguidores[47],[48]. A partir de entonces, infinidad de familias en los Estados Unidos y en otros lugares han tenido que lidiar con el problema que se suscita cuando un miembro de la familia se involucra en una secta.

La primera oleada en los Estados Unidos tendió a reclutar jóvenes entre los 18 y 25 años de edad. La mayoría de ellas eran sectas religiosas. En poco tiempo, la variedad de sectas aumentó y el rango de edad en las personas reclutadas se amplió. Entonces las familias empezaron a buscar la ayuda de profesionistas, ministros y educadores para poder hacer frente al fenómeno. Las primeras sectas que florecieron entre finales de los sesenta y principios de los setenta tenían una tendencia religiosa; debido a esto, algunas personas piensan erróneamente que todas las sectas son de carácter religioso. Sin embargo, hay sectas políticas, sectas psicológicas, grupos que viven en comunas que se convierten en sectas, sectas de ovnis, sectas de mujeres liberales separatistas, y sectas de dietas, de salud, filosóficas, y sectas satánicas, sólo por mencionar algunas.


Inquietudes de la opinión pública

Las inquietudes de la opinión pública se han concentrado hasta el momento en las actividades de reclutamiento, en los cambios aparentes de personalidad reportados como resultado de la afiliación a la secta, y en el conocimiento que tiene el público en general sobre reportes de abusos contra niños, muertes, crímenes extraños y actos de terrorismo asociados a las sectas[49]. Además de esto, los padres de familia se han preocupado por los “años perdidos” que los jóvenes han pasado en algunos de estos grupos.

Como cualquier otra organización, cada secta debe ser evaluada por su conducta. Las mismas varían desde grupos relativamente benignos, hasta otros cuyos antecedentes están repletos de actividades ilegales, incluido el asesinato. Como cada grupo es considerado en forma individual, la atención debe concentrarse en su conducta y comportamiento, no en sus creencias. La Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos protege de manera absoluta la libertad de creencia, pero permite que la conducta de todos los ciudadanos y grupos quede abierta al escrutinio público y a los requerimientos de la ley[50].

El fenómeno sectario ha sido estudiado desde distintos puntos de vista teológicos, sociológicos, psicológicos y legales; sin embargo, una de las visiones globales más acertadas ha sido dada por un médico que analizó las sectas desde el punto de vista de la salud pública[51].

Las peticiones de asesoría a médicos y otros profesionales, no se limitan a querer saber qué hacer cuando los jóvenes y adolescentes han ingresado a sectas. Generalmente, cuando una persona deja una secta pero tiene a sus hijos y a su pareja aún dentro del grupo, ese individuo puede buscar consulta legal, médica, y psicológica sobre sus derechos con respecto a sus hijos. Los abuelos también pueden estar preocupados por el bienestar de sus nietos cuando están siendo educados en sectas; y finalmente, hay hijos adultos que a menudo buscan ayuda sobre qué hacer cuando sus padres ancianos fueron proselitados por sectas. Debido a lo amplio y complejo de los temas involucrados cuando se habla de este fenómeno, nos concentraremos a continuación en el área de los jóvenes.


Mitos: ¿qué tipo de persona ingresa a una secta?

Se calcula que en Estados Unidos, entre 1972 y 1992, veinte millones de personas se involucraron en una u otra de las cinco mil sectas, o grupos sectarios contemporáneos reportados en este país. Todas estas agrupaciones fluctúan entre aquellos constituidos por una docena de miembros o menos, hasta los grandes grupos internacionales que afirman tener millones de adeptos.

Mucha gente piensa erróneamente que los jóvenes que ingresan a sectas son inadaptados, psicológicamente hablando; que son producto de familias disfuncionales o desintegradas, o que, de motu proprio, buscaban ya una secta como a la que eventualmente se unieron. Estos mitos no han sido confirmados por las investigaciones sobre el tema y parecen estar relacionados con una tendencia común a culpar a las víctimas. Esta actitud, por lo tanto, da lugar a que mucha gente evite reflexionar con responsabilidad acerca de las sectas —cómo se forman, cómo operan, su impacto en las personas, en las familias y en la sociedad— culpando simplemente a los que se afilian a las sectas (o a sus familias), por ser débiles de carácter o por tener problemas patológicos. Muchos padres creen a la vez que, de alguna manera, ellos deben ser los culpables de que su hijo se haya unido a la secta; este sentimiento de culpa es a menudo la causa por la cual no buscan ayuda. Sin embargo, las familias que están en esta situación necesitan ayuda de personas u organismos que tengan conocimiento sobre cómo operan las sectas en general; y en lo particular, necesitan información acerca del grupo específico al que ha ingresado el miembro de la familia. Grupos de personas que fueron miembros de sectas, organizaciones de asesoría a padres de familia, y profesionistas con conocimiento del tema, pueden generalmente proveer información, material escrito y ayuda.

Las investigaciones indican que aproximadamente dos terceras partes de los adultos jóvenes que se han unido a sectas han salido de familias normales y habían demostrado un comportamiento adecuado a su edad hasta el momento de ingresar a la secta. De la tercera parte restante, sólo el 6% tenía problemas psicológicos importantes antes de unirse a una secta. El resto de aquellos con problemas, sufrían de depresiones diagnosticables relacionadas con alguna pérdida personal (Vg. la muerte de un familiar, frustración por no haber conseguido la admisión a la universidad de su preferencia o algún romance que terminó) o estaban luchando con conflictos en su carrera, o con problemas sexuales relacionados con la edad.

Algunos mitos incluyen la idea de que las personas escogen libremente involucrarse en las sectas y que son felices y están satisfechas al respecto. Los estudios indican que la mayoría de las sectas cuenta con estrategias para influir fuertemente en la gente y así inducirla a ingresar. Más aún, muchas veces existe una desilusión general relacionada con el reclutamiento. Quizás el nuevo adepto no estaba plenamente informado de qué implicaba hacerse miembro. Los apologistas de las sectas[52] tienden a presentar teorías respecto de “aquellas personas que buscan”, pero ignoran los enérgicos esfuerzos de las sectas para hacer prosélitos.

Después de ingresar a una secta, los nuevos miembros son expuestos a técnicas que se centran en la influencia social y psicológica, diseñadas para cambiar su comportamiento, conducta y actitudes externas para conformarlos a las que benefician las metas del grupo, sin que el bienestar y los planes de vida de los miembros sean tomados en cuenta[53].

La mayoría de las sectas aplica lo que los investigadores han denominado “programas coordinados de influencia coercitiva y de control de comportamiento”[54]. Otros términos como reforma del pensamiento, persuasión coercitiva y lavado de cerebro, han sido usados para describir la variedad de técnicas sociales y psicológicas que se usan para inducir a cambios substanciales en creencias u opinión. Estos programas diseñados para influir, resultan a menudo efectivos para producir conformidad de conducta y pensamiento. Una meta obvia en la mayoría de las sectas es enseñar a sus miembros a evitar la crítica y los sentimientos negativos, para que así la opinión pública y los miembros potenciales vean solamente aspectos positivos y entusiasmo por el grupo. Diferir de este patrón de comportamiento puede causar ostracismo, presión social para amoldarse y la pérdida de prestigio en el grupo.

Generalmente, las personas que han sido miembros de este tipo de agrupaciones revelan que su intención al ingresar era sólo buscar compañía y la oportunidad de hacer algo que los beneficiara a ellos y a la humanidad. Dicen con frecuencia que no estaban buscando específicamente a la secta a la cual se unieron y que no pretendían afiliarse a la misma de por vida. Más bien, fueron presionados de manera activa y/o con engaños. Pronto se encontraron inmersos en el grupo, fueron cortando lentamente con su pasado y con sus familias, y llegaron a depender totalmente del grupo.


Miembros potenciales

Podría considerarse que casi cualquier persona es un miembro potencial de una secta durante un período vulnerable de su vida. Las investigaciones muestran que no hay un tipo de persona particularmente propensa a unirse a las sectas. Tampoco el pertenecer a una implica una condición psicopatológica previa. Más bien, cualquiera que pasa por un periodo de vulnerabilidad en su vida (v.g. un periodo de transición, o de sentido de pérdida, o periodos de soledad) queda expuesto a su persuasión e influencia. Aunque el período de vulnerabilidad sea transitorio, si un miembro de una secta se aparece y con destreza e insistencia emplea señuelos sencillos y procedimientos de control, durante ese lapso el individuo puede ser influido fácilmente. Las depresiones leves a moderadas son la causa más frecuente de vulnerabilidad para los engaños de las sectas. Cuando un joven está deprimido por alguna decepción reciente, una pérdida o algún fracaso, el ofrecimiento que hace el miembro de la secta de un grupo que aceptará a la persona incondicionalmente — una manera supuestamente positiva y sencilla de mejorarse a sí mismo, y los medios para ayudar a la humanidad—, lo hace especialmente propenso a ser atraído en ese momento, más que en cualquier otro.


El factor estrés

Otro tipo de vulnerabilidad se desarrolla cuando un joven se empieza a sentir abrumado por la cantidad de elecciones complejas que tiene que hacer en su adolescencia, al inicio de su edad adulta. Además de esas decisiones personales que tienen que tomar, muchos adolescentes están tratando de asirse de valores, creencias y propósitos. Las numerosas decisiones que tiene que tomar un adolescente, lo ambigua que es la vida en esa edad, lo complejo del mundo y la cantidad de conflictos asociados a la vida diaria, pueden ser abrumadores. Muchos ex miembros de sectas informan que ciertas clases que tomaron en preparatoria o al principio de la carrera, contribuyeron en gran medida a su confusión. Generalmente describen clases, algunos maestros y algunas experiencias que sintieron, que les quitaron la estabilidad sobre sus puntos de vista sobre el mundo. Como consecuencia, sintieron necesidad de encontrar con quién afiliarse y mecanismos sencillos que ayudaran a que su vida funcionara. Se sentían literalmente en un laberinto con tantos asuntos y estaban asustados por la complejidad de las que parecían interminables decisiones que debían tomar. Luego, sin habérselo propuesto, se encontraron inmersos en un grupo que ofrecía caminos sencillos y “garantizados”. En ocasiones, a los jóvenes les fue entregada una invitación o un volante en la calle o en la universidad, o alguien se les acercó en el colegio para que asistieran a una reunión. En poco tiempo fueron inducidos a ingresar a algún tipo de secta.

Otra forma de proselitismo juvenil se da en los campamentos y conferencias sobre los supuestos beneficios de la meditación fundamentada científicamente, lo cual pronto los conduce a afiliarse a alguna secta. Otros jóvenes son abordados directamente y se les invita a asistir a algún evento atractivo para personas de su edad. Una secta muy grande tiene una banda de rock que está de gira por todo el país y sirve de atracción en grandes centros comerciales y en lugares con concentraciones masivas de personas. Allí, miembros de la secta se acercan personalmente e invitan a las personas a su centro de operaciones en la localidad. Otros jóvenes son reclutados mientras van camino a casa, o aun en el extranjero. Esto sucede porque están en un estado de transición multiforme, y dicha condición aumenta la apertura para ser persuadidos o influenciados.


Estrategias de persuasión

Las sectas buscan personas amistosas, obedientes, altruistas y maleables porque son fáciles de persuadir y de manejar. A las sectas no les interesan los jóvenes recalcitrantes, desobedientes y egoístas; esta clase de individuos es muy difícil de moldear a los controles estrictos y a las disciplinas tan rigurosas de estas organizaciones, que usan el sentimiento de culpa y la presión social como sus principales métodos de control.

Los jóvenes duros, insolentes, egoístas, o los que tienen una cultura callejera, son difíciles de cambiar; no confían en los demás o sencillamente no se dejan llevar por la insistencia ni por los ofrecimientos de alguien. Estos jóvenes han sido tratados duramente por la vida y no confían en la gente que trata de influir en ellos, por lo tanto no son proclives a la complacencia. Desconfían de las ofertas de compañerismo instantáneo, del vivir en grupo, del trabajo de apariencia altruista y del sentido de seguridad. Es probable que estos jóvenes hayan sido engañados, que hayan experimentado el trajín callejero o el ser estafados en empleos; perciben por experiencia que las personas que se les acercan con propuestas tienen una doble intención, una superficial y una escondida. Pero el individuo confiado, y aquél con una vida protegida, es más fácil que responda sin hacer las reflexiones críticas adecuadas sobre qué puede estar detrás de los ofrecimientos y aseveraciones de la gente.

Algunas de las sectas más grandes tienen manuales para hacer proselitismo en los cuales describen diferentes tipos de personas y cómo establecer confrontaciones para reclutar. Los miembros de las sectas están entrenados en métodos de persuasión para acercarse a miembros potenciales. Algunos de estos grupos asignan personas para reclutar en secundarias y preparatorias, en las residencias y fuera de las oficinas de consejería de las universidades. La venta del proyecto sectario se hace con métodos de persuasión bien calculados. Estas prácticas de reclutamiento contradicen el mito de que la gente se une libremente a las sectas.

Por ejemplo, existe una secta numerosa que para engañar a la gente ofrece pruebas gratis de personalidad para aprender a comunicarse mejor. Nadie obtiene nunca un resultado aceptable; en cambio, a cada participante se le dice que tiene una tremenda necesidad de ayuda y que sólo esa organización en particular la puede proveer, y que sin tal ayuda la estabilidad psicológica del individuo empeorará. En este punto, el joven “comprador” no se da cuenta que está uniéndose a una religión. Hay otros grupos más abiertos respecto a su esencia, pero no proveen suficiente información de lo que hay en el fondo. Realmente, la mayoría de las personas que se unen a sectas tiene muy poco conocimiento de lo que le va a suceder una vez que ingrese. Es raro que un miembro nuevo dé su consentimiento basado en una información completa. Más bien, el individuo generalmente está consintiendo ingresar como una respuesta emocional a las tácticas persuasivas.


Ingresando a la secta

En las sectas, las personas son expuestas gradualmente a una serie de conferencias, de eventos y de experiencias que paso a paso las alienan de su pasado. Eventualmente, llegarán a aceptar la idea de que su familia y su pasado han sido “malos”. Llegarán a pensar que para sobrevivir y para ayudar al mundo, deben entregar su vida al líder sectario, el cual posee conocimientos, talentos y una misión especial en la vida.

Usualmente, los nuevos miembros cambian de un modo tan gradual que no lo notan. Sin embargo, eventualmente, ya no visitan ni le escriben a su familia ni a sus amigos. Pueden abandonar la escuela, o ésta puede ser relegada a tal punto que se vuelve imposible seguir adelante con las labores escolares, pues las actividades de la secta ocupan todo su tiempo.


Mantras y manipulación de conflictos

Cuando uno crece es casi imposible no tener sentimientos encontrados acerca de nuestros padres. Aun los padres más amorosos han tenido enfrentamientos con sus hijos adolescentes que dejan sentimientos de enojo que se recuerdan, y hay padres con hábitos o peculiaridades que pueden ser agravantes. Las sectas cultivan estas ambivalencias normales.

Por ejemplo, hay una secta grande que hace que sus miembros se vuelvan vegetarianos, que usen ropa de colores claros y que adopten ciertas formas rítmicas de cantar. Pronto, a los nuevos miembros se les enseña a referirse a sus padres como “los padres que comen carne y que usan ropas impías” (rojas, amarillas y negras), que “intelectualizan” y no son “iluminados”. Los miembros nuevos de la secta empiezan a romper vínculos con la gente que come carne, que usa ropa de colores oscuros, evitan los pensamientos críticos y reflexivos acerca del grupo (no “intelectualizan”) y ocupan su mente casi todo el tiempo en sus cánticos internos.


Efectos en el núcleo familiar

Rara vez se habla de los hermanos de los miembros de las sectas; sin embargo, se deben tener en mente cuando un doctor o cualquier otro consultor trabaja con una familia. A menudo, los hermanos se ven involucrados en una representación del tipo del “hijo pródigo”. Los hijos le quieren decir a los padres, “¿Por qué no me haces caso? ¿Por qué todo el tiempo y el cariño son para el que está en la secta?”

Muchas veces, los hermanos están enojados y desilusionados con el miembro de la secta. Por lo general, no se dan cuenta de los engaños que se asocian con el reclutamiento de la secta, de la fuerte presión social y psicológica que tienen que soportar los miembros mientras están en dicho grupo, ni del temor que se les inculca respecto a abandonarlo. Los hermanos traen a la memoria recuerdos de infancia de desilusiones y enojos hacia el individuo reclutado, e internamente viven la injusticia que parece estar transpirando. Están en la escuela, en el trabajo, ayudando a la familia y, sin embargo, los padres centran casi toda su atención en haber perdido un hijo en una secta. Mucho bien se podría hacer si los padres pudieran recibir consulta profesional para que entendieran los resentimientos ocultos que abrigan los hermanos por la atención excesiva que recibe el miembro de la familia ausente que está en una secta.

Algunas sectas arreglan matrimonios entre los miembros, a veces con propósitos de emigrar, o para tener un control más estricto sobre los miembros por parte del líder, quien tiene el poder de formar parejas. Cuando nacen los hijos y un miembro de la pareja deja la secta y el otro se queda, sale a colación el tema de la custodia por parte del grupo. Se han registrado muchos casos en que el padre que abandonó la secta, busca ayuda legal para asegurar los derechos de visita y custodia, con el fin de lograr algún control sobre la educación, salud y cuidados del hijo o hijos que se quedaron en la agrupación. Los médicos que en tales ocasiones son a menudo consultados, deben tener un conocimiento sólido acerca de las prácticas de las sectas, porque algunos grupos tienen “respuestas” escritas que los padres que están en la secta dan a los de afuera. Estas respuestas hacen que las prácticas de la secta parezcan diferentes de lo que realmente son.

El crecimiento de las sectas y sus efectos sobre los jóvenes, la familia, la vida, y en ciertas áreas políticas y económicas en las dos últimas décadas, han atraído la atención de la opinión pública. Sin embargo, no es sino hasta hace poco que los ciudadanos han tomado conocimiento de su impacto en nuestra sociedad. Algunas sectas han crecido tanto, y son tan ricas, que sus posesiones afectan los impuestos locales, ya que una gran cantidad de las propiedades de la secta está exenta de impuestos.


Información y asesoría profesional

Hasta hace pocos años, los profesionistas de la salud, los ministros religiosos, los educadores, y las familias, tenían pocos lugares o personas a quien consultar sobre cómo tratar asuntos relacionados con sectas. Pero actualmente hay muchos ex miembros de sectas y muchas organizaciones que pueden dar asesoría y ayuda a profesionistas y familias. Las fuentes citadas al final de este capítulo pueden ser útiles a cualquiera que esté buscando información sobre el tema. The American Family Foundation publica la revista especializada Cultic Studies Journal[55] y otros materiales sobre sectas. También puede canalizar a doctores y a otros profesionales, con ex miembros de sectas en todo el país. Ellos pueden proveer información y ayuda directa a las familias de jóvenes que han ingresado a alguna organización sectaria. Las familias, los profesionistas de la salud y otros, pueden también encontrar personas en sus propias localidades que les pueden apoyar con información acerca de las sectas y los procedimientos que utilizan, así como ponerlos en contacto con familias que tienen parientes en dichas agrupaciones.

La importancia de la investigación científica en el ámbito de las sectas

Por Dr. Michael D. Langone


Introducción

¿Qué es la investigación y por qué nos tomamos el trabajo de llevarla a cabo? Según la novena edición del Webster’s New Collegiate Dictionary (l983, p. 1002), una investigación es “la recopilación de información sobre un tema particular”, “la búsqueda o exploración estudiosa, especialmente la investigación o experimentación orientada al descubrimiento e interpretación de hechos, la revisión de teorías aceptadas o de leyes nuevas o revisadas”. Aunque los investigadores profesionales prefieren poner mayor énfasis en la segunda parte de esta definición, la naturaleza multidisciplinaria y el desarrollo reciente de estudios sobre cults (sectas coercitivas)[56]sugiere la necesidad de no perder de vista la definición más amplia. Por lo tanto, los especialistas religiosos que estudian los textos de grupos sectarios coercitivos, los psicólogos clínicos, los sociólogos o antropólogos que guardan registros de sus observaciones sobre adeptos y sobre sus familias, así como los investigadores que utilizan exámenes psicológicos y estadísticas, pueden contribuir a un mayor conocimiento de este ámbito.

Estos profesionales llevan a cabo investigaciones por cuenta propia y por solicitud de otros especialistas, porque sus métodos sistemáticos y disciplinados proporcionan respuestas más creíbles que las que ofrecen otras opiniones menos informadas. Sin embargo, la sutilidad y la complejidad de las variadas metodologías de los investigadores profesionales hacen que sea muy difícil realizar una investigación realmente definitiva. Como consecuencia, las cuestiones clave sobre un tema concreto pueden no llegar a tener una respuesta completa, incluso después de años enteros de investigación. Eso es lo que ocurre en gran parte en el estudio de las sectas coercitivas. Hemos aprendido mucho, pero aún quedan bastantes aspectos por entender.

En esta exposición me voy a limitar a distinguir entre sectas coercitivas y “nuevos” movimientos, ya sean nuevos movimientos religiosos, corrientes psico-terapéuticas innovadoras o nuevos movimientos políticos. Las sectas coercitivas se caracterizan por la inducción o exacerbación sistemática de la dependencia psicológica en un contexto de manipulación orientada hacia la explotación. Los movimientos no coercitivos son relativamente no manipuladores, no explotadores y respetuosos de la autonomía individual.

Limitaciones de espacio impiden realizar aquí una revisión multidisciplinaria de todo este tema, por ello me enfoco en el estudio psicológico de dos áreas especialmente preocupantes para quienes trabajamos con víctimas de sectas coercitivas: la frecuencia y la magnitud del daño que ocasionan a las personas. Antes de abordar estos puntos, explicaré algunas cuestiones metodológicas a considerar, al evaluar los reportes que se publican sobre este fenómeno.


Cuestiones metodológicas relevantes

Al considerar la relación dinámica existente entre grupos sectarios coercitivos y la sociedad, en cualquier momento se pueden identificar, para efectos de investigación, varios grupos sectarios coercitivos con distintos tipos de subgrupos. Por ello, la comparación de estudios e investigaciones sobre grupos sectarios coercitivos, incluyendo los que se analizan en este artículo, es riesgosa. La situación es en cierta medida análoga a la de la investigación de las psicopatologías antes de que existieran las clasificaciones diagnósticas actuales, que aunque más precisas y operativas, distan mucho de ser definitivas.

Aunque se han realizado varias propuestas para hacer más funcional el concepto de sectas coercitivas o cults (Andersen, l985; Ash, l984; Langone, l989), ninguna de ellas ha sido llevada a la práctica, y este término sigue caracterizándose por su gran ambigüedad. Sin embargo, si no sacamos el mayor provecho posible de lo que tenemos, renunciamos a la posibilidad de avanzar.


El muestreo en la investigación sobre sectas coercitivas

La volatilidad del concepto de sectas coercitivas exige una atención especial a la generalización de los estudios de investigación. Un estudio que abarque a personas de grupos muy diferentes, por ejemplo, puede incluir sujetos de grupos que no son realmente cults o, por el contrario, puede incluir a una mayoría de sujetos de grupos más destructivos o controvertidos. En cualquier caso, la aplicación de los hallazgos de un estudio concreto al grupo amplio de población de adeptos de sectas coercitivas (SC), ofrecería las aristas más interesantes.

Incluso si se limita la capacidad de generalización (por ejemplo, aplicando los hallazgos de un estudio a sólo un grupo), pueden presentarse problemas de muestreo. Es raro cuando los investigadores pueden obtener muestras al azar de un grupo. Las agrupaciones que suelen tener muchas localizaciones geográficas (v.g., los templos de Hare Krishna) pueden variar mucho de un lugar a otro. Las muestras que proceden de la investigación clínica tienden a incluir un número desproporcionado de adeptos o ex adeptos con ansiedad.

Otra limitación en la toma de muestras de ex adeptos, consiste en las dificultades a las que se enfrentan los investigadores a la hora de encontrar sujetos para el análisis. Knight (l986), por ejemplo, sólo pudo localizar a 20 de los 60 ex miembros del Centro para la Terapia de los Sentimientos. Considerando la tendencia de las personas con trastornos graves a experimentar “depresiones”, es muy posible que los ex adeptos más angustiados sean los que tengan menos probabilidad de atraer la atención de los investigadores.

Los estudios que han requerido la cooperación de grupos sectarios coercitivos, incluso en casos publicados, a veces revelan posibles desviaciones en sus muestreos. En la mayoría de los estudios de Galanter sobre la Iglesia de la Unificación, por ejemplo, se consiguió virtualmente una cooperación completa, mientras que Gaines, Wilson, Redican y Baffi (l984) no llegaron a recibir ni una sola respuesta a los cien cuestionarios que enviaron por correo a miembros activos de grupos sectarios coercitivos. Esta disparidad genera cuestionamientos sobre las motivaciones, y por extensión, sobre la veracidad de estudios sobre grupos de sujetos oficialmente aprobados por una SC. Estas dudas aumentan si se considera que los porcentajes de colaboración por parte de los sujetos estudiados pueden variar mucho. El estudio de Galanter sobre los moonies (Galanter, l983), por ejemplo, contó con el cien por ciento de cooperación en una reunión organizada por la Iglesia de la Unificación. Sin embargo, en su estudio de seguimiento de moonies casados (Galanter, l986), sólo el 66% completó el cuestionario de investigación. Aunque se trataba de un cuestionario enviado por correo (por lo que cabía esperar un porcentaje menor de cooperación), es posible que un número desproporcionado de quienes no llenaron el cuestionario hubiera tenido una experiencia negativa y que, al ser miembros dedicados de la Iglesia de la Unificación, no se mostraran dispuestos a reconocerlo, ni siquiera ante sí mismos. De aquí que se limitaran a no contestar el cuestionario. Estas sutilezas metodológicas pueden ser soslayadas fácilmente por los estudiosos de campo de las sectas coercitivas.

Ungerleider y Wellisch (l979) reconocen abiertamente la cuestión de las motivaciones subjetivas, aunque no le atribuyen tanta importancia como otros:

“Sin embargo, indicamos que, si así se nos pedía, estaríamos dispuestos a presentar nuestros hallazgos en un juicio. De todas formas, nunca llegó a ser requerido. Eso fue lo que motivó a muchos adeptos a cooperar con nosotros. Los que no estuvieron durante mucho tiempo en una secta coercitiva, colaboraron sobre todo por su deseo de ampliar sus conocimientos sobre el tema. Es importante tener en cuenta que no prometimos a los adeptos que nuestros hallazgos serían positivos o útiles para ellos”(p. 279).

Muchos de los sujetos de estas investigaciones, obviamente, deseaban parecer “normales” (lo que constituye un hallazgo del investigador) para ayudar a sus grupos en procesos judiciales que estaban involucrados. Los elevados niveles en la escala de respuestas falseadas en los estudios que se utilizaron (el MMPI[57]) generan aún más dudas sobre la credibilidad de los hallazgos de estos estudios. Más aún, Ash (l984) indica que quienes presentan trastornos disociativos suelen mostrar “normalidad” en las pruebas objetivas, pero muestran psicopatología en las proyectivas, como ocurre en los dos únicos estudios sobre grupos sectarios coercitivos que han utilizado pruebas proyectivas (Dutsch & Miller, l983; Spiro, l982). Por su parte, Levine y Salter (l976) ni siquiera administraron tests psicológicos:

“No se administraron tests formales a los adeptos, aunque eso entraba en el objetivo inicial (...) este plan se abandonó porque los adeptos desconfiaban mucho de los tests, de quienes los administraban, así como de la sociedad en general en lo que se refiere a nuestras actitudes respecto a ellos (temían ser descubiertos)” (p. 412).

La credibilidad de un grupo de población tal, queda necesariamente disminuida por los temores tan fuertes a participar en una investigación científica.


La recabación de datos

Los cuestionarios y exámenes psicológicos.Cuando se utilizan para estudiar a los adeptos de SC, estos métodos tienen las siguientes ventajas: 1) todos los sujetos están expuestos al mismo “estímulo”; 2) son fáciles y relativamente económicas de administrar; 3) permiten la recabación de datos cuantificables; 4) algunos tests psicológicos han pasado por investigaciones muy complejas, y muchas de ellas proporcionan normas estandarizadas para que los sujetos de estudio puedan ser comparados.

Los cuestionarios y los tests psicológicos tienen las siguientes desventajas: 1) muchos son retrospectivos y, por lo tanto, las respuestas pueden reflejar recuerdos inexactos; 2) son medidas sobre información proporcionada por el sujeto mismo y, por lo tanto, las respuestas pueden reflejar variables psicológicas que inclinan a los sujetos a responder de forma imprecisa; 3) a menudo no detectan variables sutiles, como pueden ser las motivaciones ambivalentes; 4) es posible que no midan realmente lo que pretenden medir (sobre todo si los sujetos no han sido sometidos a pruebas psicométricas rigurosas).

Entrevistas. Éstas pueden ser estructuradas y no estructuradas. Las primeras pueden tener todas las ventajas de los cuestionarios y de los exámenes psicológicos (existen tests de entrevistas estandarizados, por ejemplo el Hopkins Symptom Check List), a la vez que tienen una mayor flexibilidad y proporcionan información no verbal registrada por los entrevistadores, los cuales pueden variar algo sus protocolos para ajustarse a las circunstancias.

Las entrevistas semiestructuradas o no estructuradas, aunque no son tan fáciles de cuantificar como las estructuradas, ofrecen la gran ventaja de tener mayor flexibilidad, pero a costa de una menor precisión y control, así como de mayores distorsiones generadas por el entrevistador. Las entrevistas no estructuradas suelen ser más apropiadas para una investigación de tipo exploratorio.

Cuando las entrevistas incluyen datos retrospectivos, la probabilidad de distorsiones aumenta de forma evidente. Pero un entrevistador experimentado puede reducir el impacto de este factor y conseguir información no accesible mediante medidas “de papel y lápiz”.

Estudios de caso clínico:El estudio de caso clínico es, en cierta forma, una variedad de entrevista con ciertas características distintivas. Su principal ventaja sobre otros tipos de entrevistas es que permite una comprensión más amplia y profunda de la psicología del paciente/sujeto de estudio. Esto resulta de la duración de la psicoterapia y del grado de confianza entre el terapeuta y el paciente/sujeto. En ocasiones, este método es el más efectivo para obtener información útil porque, por ejemplo, se puede saber tan poco sobre un tema que sea imposible desarrollar entrevistas, tests o cuestionarios realmente efectivos.

Puede considerarse que el fenómeno de las sectas coercitivas entra en esta categoría. Si las acusaciones de engaño contra las SC son ciertas, los entrevistadores o los investigadores que se limitan a utilizar medidas “de lápiz y papel” pueden verse confundidos. Los investigadores clínicos, especialmente cuando trabajan con varios adeptos de SC que no se conocen entre sí, pueden ser más efectivos a la hora de observar la “personalidad” grupal que los sujetos tienden a adoptar. Aunque quizás su trabajo no arroje la luz necesaria sobre aspectos de frecuencia (pues sus muestras presentan necesariamente una desviación hacia el sector que necesita ayuda), sí ayudan a entender los procesos que dañan a los adeptos a grupos sectarios coercitivos.

Los métodos clínicos de investigación son también los más apropiados para el trabajo forense sobre posible daño físico. Estas situaciones exigen la opinión de un experto sobre cómo han afectado a una persona los procesos específicos de un grupo concreto. Otros métodos de estudio pueden resultar útiles para llegar a conclusiones generalizadas (por ejemplo, la frecuencia de daño a miembros de una secta coercitiva específica), pero no pueden contribuir de forma significativa a contestar a la pregunta de si el entorno de una SC específica ha dañado a una persona determinada. Realmente, parece poco probable que las investigaciones experimentales de procesos de persuasión extrema puedan llegar a arrojar luz sobre el fenómeno de la conversión inducida, porque hay limitantes éticas que impiden llevar a cabo ese tipo de investigación. Muchos de los experimentos pioneros sobre la influencia social (p. ej. Milgram, l974) no serían posibles hoy en día debido a un entorno ético más restrictivo en lo referente a la investigación con seres humanos.

Observación natural: La observación natural de un grupo sectario coercitivo puede ser breve o extensa, y estructurada o no estructurada. La observación extensa no estructurada (por ejemplo, la observación participante) introduce a los investigadores a las actividades diarias de un grupo. Por lo tanto, este método debería facilitar “la penetración dentro de las fronteras que los adeptos levantan para guardar los secretos de familia” (Balch, l985, p. 32). Sin embargo, los observadores de un grupo, aunque pueden estar en mejor posición que los psicoterapeutas para entender los procesos del mismo, quizás no estén bien posicionados para comprender los procesos psicológicos individuales. Es más, “el (los) sistema(s) de conceptualización de los investigadores puede(n) afectar de forma significativa su percepción, descripción e interpretación del fenómeno estudiado” (Langone & Clark, 1985, p. 96), tanto como la contratransferencia puede afectar el análisis clínico de un caso de psicoterapia. Balch (l985) describe este proceso en su propia investigación:

"Luego de volver de una secta de OVNIS, di varias charlas sobre dicho grupo, en las que intentaba desmontar ciertas ideas erróneas favorecidas por los medios de comunicación, sobre todo las referidas al tema del control de la mente. Mis descripciones se centraban en los aspectos voluntarios de la pertenencia al grupo e ignoraba casi por completo las formas que tenían Bo y Peep de utilizar la dinámica de grupo para generar conformidad. No fue sino hasta después de un tiempo, luego de entrevistar a algunos desertores y de reflexionar sobre los modelos reflejados en mis notas de campo, que empecé a apreciar las sutilezas de la presión social establecida al interior del grupo. Entonces, con una mayor perspectiva, me di cuenta de que mis esfuerzos por defender a la secta coercitiva de cargos infundados, me habían conducido a tergiversar mis descripciones, realizando informes selectivos” (p. 33).

Otros procedimientos de observación más estructurados, como los empleados por investigadores de terapia conductista, ayudarían a reducir las distorsiones causadas por el marco interpretativo del observador. Aunque ya se ha realizado una propuesta para utilizar este tipo de métodos (Langone, l989), hasta el momento no se han llevado a cabo estudios que los utilicen. Resulta evidente que necesitamos protocolos de observación que sean sensibles a las sutilezas psicológicas y capaces de penetrar en la personalidad del grupo.


Métodos estadísticos y de medición

Los métodos estadísticos utilizados para la investigación sociológica y de la conducta humana varían desde los más simples y sinceros a los más misteriosos. A veces, un estudio excelente requiere métodos simples (v.g. una comparación t de medias). En otras ocasiones, un estudio mal concebido puede obscurecer sus deficiencias confundiendo al lector con métodos estadísticos complejos. A menudo debe llevarse a cabo un trabajo gigantesco para determinar qué métodos son los apropiados para un estudio concreto, y es necesario prestar una gran atención a detalles sutiles de la metodología. Gonzalez (l986) da un ejemplo al respecto en una crítica realizada a uno de los estudios de Galanter:

”El mayor hallazgo de Galanter es que los adeptos ‘experimentan realmente una reducción de su bienestar psicológico al cabo de mucho tiempo de unirse a la secta coercitiva’ (p. 1579). Sin embargo, basa su observación en una comparación entre los adeptos a la Iglesia de la Unificación que llevan mucho tiempo (N=237) analizados en un estudio (Galanter et al., l979) y las personas que se unieron a esta iglesia después de un taller de 21 días de duración (N=9) procedentes de otro estudio (Galanter, M., l980). Por lo tanto, Galanter está comparando medias procedentes de muestras cuyos tamaños mantienen una relación 1/25. Con una diferencia tan grande en N, debería haberse realizado una prueba F para valorar si la prueba t seguía teniendo validez, pero ésta no se llevó a cabo. También resulta interesante observar la profunda diferencia en la varianza entre los dos grupos comparados: para el grupo mayor (N=237), se calculó una varianza de 289, mientras que el grupo menor (N=9), la varianza calculada fue de 400. Cuando la muestra mayor tiene una varianza menor, la probabilidad de encontrar datos estadísticamente significativos aumenta considerablemente, quizás hasta el nivel de significación unilateral. El valor t quizás no habría resultado significativo si no hubiera existido una diferencia tan grande entre el volumen de las muestras y sus varianzas” (pp. 30-31).


Posibles distorsiones generadas por el investigador

La polémica relacionada con el fenómeno de las sectas coercitivas está originada, en gran parte, porque las cuestiones preocupantes se centran en tres temas ante los cuales los seres humanos, incluidos los científicos, pueden tener respuestas muy emocionales: la religión, la política (en su sentido más amplio) y la autonomía psicológica. Las críticas dirigidas contra las SC implican que: a) es más fácil influir sobre la mente humana de lo que la gente quiere admitir (autonomía psicológica); b) algunos grupos religiosos (y psicoterapéuticos y políticos) pueden ser corruptos y destructivos (religión); c) hay que defender el status quo, sean cuales sean sus defectos, contra la depredación de las sectas coercitivas (política). Las emociones que generan estas cuestiones pueden afectar los esfuerzos de los investigadores de formas muy diferentes.

La sutileza del prejuicio.Hay una anécdota divertida que ilustra este punto. Cuando el Dr. Clark y yo revisábamos una conferencia presentada en una de las pocas reuniones en las que han participado investigadores “a favor” y “en contra” de las sectas coercitivas (Langone & Clark, l985), recibimos una comunicación del organizador de la conferencia, el cual estaba editando los textos de la reunión. Intentando presentar algunos de los puntos metodológicos descritos anteriormente, habíamos escrito:

“Si bien estas reacciones emocionales son comprensibles, los profesionales deberían intentar estar por encima de las emociones (aunque evidentemente es más fácil decirlo que hacerlo) y, al menos, escuchar realmente a aquellos con quienes no están de acuerdo”.

El editor cambió considerablemente el significado de esta frase añadiendo “de la salud mental” a “profesionales”, lo que implica que sólo los ignorantes profesionales de la salud mental sucumben a las reacciones emocionales y a los prejuicios. Por supuesto, protestamos enérgicamente y se eliminó el añadido del editor. Sin embargo, gran parte del trabajo de investigación actual se caracteriza por este tipo de artimañas.


Errores comunes

No escuchar la posición contraria: Este tipo de intrusión de los prejuicios en el proceso de investigación en el ámbito de las sectas coercitivas hace que sea difícil para los eruditos, como observamos el Dr. Clark y yo, “escuchar realmente a las personas con quienes no están de acuerdo”. Yo, por ejemplo, estoy fatigado de leer octavillas de los “anti-anti-sectarios” que afirman que todos los críticos de sectas coercitivas y explotativas, independientemente de su afiliación académica, se subscriben a una caricatura del concepto del lavado de cerebro. Schuller (l983) ha criticado fuertemente a los ‘pro-sectarios’ que aceptan esta visión del lavado de cerebro:

“La noción de Bromley y de Shupe sobre la coerción no va más allá del uso de la tortura y de las amenazas violentas, por lo que resultaría raro que algún día se condenara a alguien por manipulación injustificada del comportamiento humano. Han construido un argumento falso que atribuyen a los críticos de las sectas coercitivas y que es fácilmente refutable (…) A menos que se deba al uso de violencia física, suponen que el 'libre albedrío' opera de forma intacta. Si se trabaja con nociones tan absolutas, se llegan a ignorar distinciones obvias (por ejemplo cuando un reclutador de los Moonies o un vendedor de automóviles usados está utilizando el engaño, la culpa o los argumentos forzados en su método de venta) y a construir rompecabezas muy exóticos. Por ejemplo, Bromley y Shupe especulan sobre la masacre revolucionaria de Jonestown en la cual ‘Jones persuadió a sus seguidores adultos, sin utilizar las armas, de que tomaran cianuro. Presumiblemente, entonces actuaron libremente’. ¡Si no se utilizan las armas, todo lo que queda es pura libertad!” (Shuller, l983, pp. 9-10)[58].

Algunos académicos y organizaciones “pro sectas coercitivas” parecen haberse entretenido mucho atacando una y otra vez este argumento falsificado. Pero las posiciones que mis colegas y yo hemos propuesto desde hace años son, me atrevería a decir, más matizadas (véase Singer, Temerlin, & Langone, l990 para una formulación reciente de los procesos sectarios de coerción que a menudo se denominan lavado de cerebro). Los ataques repetidos contra esta visión caricaturesca del lavado de cerebro socavan el tratamiento clínico adecuado de los ex adeptos y de sus familias porque los especialistas clínicos y los que sólo conocen este punto de vista tienen muchas probabilidades de caer en la actitud contraproducente de culpar a la víctima. Con esto no pretendemos afirmar que los adeptos no juegan un papel en sus propias conversiones. Una formulación anterior de la posición articulada conjuntamente con mis colegas (Clark, Langone, Schecter & Daly, l981) ponía especial énfasis en una perspectiva persona-situación sobre las conversiones a las sectas coercitivas. Margaret Singer afirma en un artículo publicado en Psychology Today frecuentemente citado (Singer, 1979) que “muchos se han unido a estas ‘nuevas sectas religiosas coercitivas’ durante periodos de depresión y de confusión” (p. 72). Sin embargo, no debe subestimarse la capacidad que tiene el entorno de la secta coercitiva para persuadir y controlar a los adeptos y a los neófitos. Como indica Singer (l987), la persuasión puede abrirse camino a través de la razón, de la coacción o de los subterfugios. El poder de los entornos sectarios no proviene de la coacción física simple de la ya citada caricatura del lavado de cerebro, ni siquiera de los procesos mucho más sofisticados de reforma del pensamiento de los prisioneros de guerra (PDG), a veces denominada síndrome DDD: debilidad, dependencia y temor —debility, dependency & dread, en inglés— (Farber, Harlow, & West, l956). Su poder se basa en el subterfugio que induce y mantiene la dependencia, o sea, un “nuevo” síndrome DDD: engaño, dependencia y temor —deception, dependency & dread, en inglés.


Argumentos ad hominem

El problema de malinterpretar o de no entender con quién se disiente, es, en el campo forense, más delicado que en cualquier otro. Durante los últimos quince años, distintos profesionales han desempeñado papeles centrales como testigos expertos en casos legales de juicios por daños psicológicos en los que ex adeptos de SC se enfrentaban a sus antiguos grupos. Muchos de esos casos dependen del testimonio sobre persuasión coercitiva o reforma del pensamiento. Muchos de los que se oponen a la presencia de estos testigos expertos parecen temer que los éxitos legales en esa área estén amenazando la libertad religiosa. Por otro lado, los críticos de las sectas coercitivas creen que estos éxitos limitarían el abuso psicológico perpetrado por grupos que son, y seguirán siendo, considerablemente libres.

Aunque esta cuestión incluye emitir juicios con los cuales distintas personas pueden no estar de acuerdo, la naturaleza de la oposición del sistema legal parece, sobre todo en el campo a favor de las SC, haberse traspasado al campo de la investigación, donde tiene influencia sobre los métodos y conclusiones de los investigadores. La experiencia de la Dra. Margaret Singer, preeminente experta como testigo en casos por daño psicológico, resulta ilustrativa. La Dra. Singer se ha visto sujeta a lo que, en mi opinión, podría interpretarse como una campaña de “asesinato de carácter”. Ella fue injustamente acusada de violación de la ética en su testimonio forense pero la American Psycological Association desestimó los cargos. A continuación, una serie de informes, que parecen haber sido instigado por apologistas de las sectas coercitivas, la acusaron injustamente de ser una renegada científica y de utilizar conceptos rechazados por “la comunidad científica”. En resumen, fue falsamente acusada de dar apoyo a la caricatura del lavado de cerebro descrita anteriormente. Sin embargo, cuando muchos psicólogos y psiquiatras respetados acudieron en su defensa, y cuando se señaló que su trabajo había aparecido en pilares tan importantes de la ortodoxia médica como el Merck Manual of Diagnosis and Treatment (Singer, l987) y el Comprehensive Texbook of Psychiatry (West & Singer, l980), los ataques cambiaron de dirección. Más recientemente, quizás por la credibilidad de sus publicaciones, los apologistas de las sectas coercitivas parecen haber cambiado de objetivo en sus estrategias.

Generalizaciones y exageraciones:Las distorsiones descritas anteriormente magnifican la tendencia frecuente a la generalización excesiva. En algunos casos, como se ha comentado anteriormente, este hecho puede estar relacionado con la toma de muestras no representativas para un estudio. Pero en otras ocasiones puede tener que ver con informes selectivos. Algunos investigadores pro sectas coercitivas, por ejemplo, parecen desestimar todos los efectos dañinos atribuidos a estas agrupaciones, etiquetando los testimonios de ex adeptos como “cuentos de atrocidades” (Bromley & Shupe, l981). Sin embargo, parece que aceptan los informes de quienes siguen siendo miembros de sectas coercitivas sin pasarlos por el cedazo de la crítica, y llegan a la conclusión de que absolutamente todas las sectas coercitivas son positivas y que cumplen con una función similar a la de la psicoterapia (Kilbourne & Richardson, l984). El investigador Balch (l985), aunque no comulga con la posición anti sectas coercitivas, parte de lo publicado por Bromley y Shupe para disfrazar el lado más sórdido de las SC:

“Si bien valoro su esfuerzo por contrarrestar la impresión de que las sectas coercitivas son de alguna manera especialmente diferenciadas y peligrosas, me pregunto si Woodward y Bernstein habrían llegado alguna vez a descubrir el caso Watergate si hubieran utilizado con el gobierno el enfoque que Bromley y Shupe utilizan para investigar a las sectas coercitivas” (p. 26).

Al igual que los académicos pro sectas coercitivas pueden negar que dichas organizaciones produzcan daño a sus miembros, las posiciones “anti sectas coercitivas” pueden negar que estos grupos tengan efectos beneficiosos, o al menos que no produzcan daño. Aunque algunos expertos han razonado de forma convincente y sobre bases teóricas que todos los miembros de sectas bona fide se ven hasta cierto punto afectados negativamente (Ash, l984), la variedad de sectas coercitivas, así como de reacciones individuales, la experiencia clínica y ciertos estudios de investigación (como Galanter, l989) hacen que me incline a afirmar que el daño psicológico no es universal en las sectas coercitivas, aunque puede ser bastante frecuente e incluso normativo. Desafortunadamente, algunos críticos de las sectas coercitivas no reconocen esto explícitamente, sino que generalizan en exceso a partir de su propio trabajo, en el cual han encontrado que el daño es frecuente.


La frecuencia: ¿qué tantas personas se unen a sectas coercitivas?

Parece ser que la mayoría de las sectas coercitivas son reducidas y cuentan con apenas unos centenares de miembros. Sin embargo, algunas tienen decenas de miles de adeptos y un poder financiero formidable.

Zimbardo y Hartley (l985), en su encuesta por muestreo aleatorio de mil estudiantes de enseñanza secundaria del área de la bahía de San Francisco, descubrieron que el 3% de los estudiantes afirmaba ser miembro de alguna secta coercitiva, y que el 54% de ellos había tenido al menos un contacto con algún reclutador. Bloomgarden y Langone (1984) realizaron un informe según el cual el 3 y el 1.5% de los estudiantes de dos barrios de Boston, afirmaba ser miembro de una SC. Bird y Reimer (l982), en entrevistas a poblaciones adultas de San Francisco y Montreal, descubrieron que aproximadamente el 20% de los adultos había participado en “movimientos de nuevas religiones o pararreligiosos”, aunque más del 70% de las participaciones eran transitorias. Otro dato de este estudio, y Lottick (l993), sugieren que aproximadamente el 2% de la población estadounidense ha participado en grupos que a menudo se consideran “sectarios”. Por lo tanto, parece razonable considerar que al menos cuatro millones de estadounidenses han estado en “grupos sectarios coercitivos”.

Sin embargo, como dice West (l990, p.137), “las sectas coercitivas pueden operar con éxito porque en un momento determinado la mayoría de sus miembros no sabe todavía que están siendo explotados, o no pueden expresar este conocimiento por inseguridad, vergüenza o miedo”.


Cuantificando el daño

Teniendo presentes las limitaciones metodológicas comentadas líneas atrás, quiero tocar el punto siguiente: ¿qué nos dicen las publicaciones especializadas respecto a los daños que ocasionan las sectas coercitivas a sus miembros?

Algunas investigaciones sugieren que el nivel de daño asociado a las SC religiosas puede ser menor de lo que indican los informes clínicos, al menos en lo que respecta a algunos grupos. Levine y Salter (l976) y Levine (l984) descubrieron pocas evidencias de deterioro en entrevistas estructuradas realizadas a más de cien adeptos a sectas coercitivas, aunque ambos autores observaron un cierto “carácter repentino y brusco en el cambio” (p. 415). Ross (l983), quien administró una batería de pruebas entre las que incluía el MMPI a 42 adeptos de Hare Krishna, en Melbourne, Australia, informó que todas las “puntuaciones y hallazgos se encontraban dentro de la gama normal, aunque los adeptos mostraban un ligero deterioro de su salud mental (medido en el MMPI) después de l.5 años en el movimiento, y una ligera mejoría después de tres años de pertenencia al grupo” (p. 416). Ungerleider y Wellisch (l979), quienes entrevistaron e hicieron pruebas a 50 adeptos o ex adeptos a sectas coercitivas, no descubrieron “evidencias de locura ni de enfermedad mental en el sentido legal” (p. 279), aunque, como ya hemos comentado anteriormente, los miembros presentaban altos niveles de mentiras en sus respuestas según el MMPI. En estudios sobre la Iglesia de la Unificación (Galanter, 1983), los investigadores descubrieron mejoras en el bienestar según declaraciones de los adeptos, de los cuales aproximadamente una tercera parte había recibido tratamiento por trastornos mentales antes de unirse al grupo. Otis (l985) examinó datos de una encuesta realizada a dos mil miembros de Meditación Trascendental (MT) en l971. Quienes habían dejado la secta coercitiva presentaban un nivel considerablemente menor de efectos adversos que los meditadores con experiencia, y el “número y la gravedad de las quejas estaban directamente relacionados con la duración de la meditación” (p. 41). Existía un modelo consistente de efectos adversos, entre los cuales estaban la ansiedad, la confusión, la frustración y la depresión. Los “datos generan dudas serias sobre la naturaleza inocua de la MT” (p. 46).


Conductas sexuales y maltrato

Antiguos miembros de una “SC de psicoterapia” (Knight, l986) afirmaron que habían tenido relaciones sexuales con alguno de los terapeutas (25% de los sujetos), que les habían sido asignados compañeros sexuales (32%), que dormían menos de seis horas al día (59%), que recibían empujones y golpes durante las sesiones terapéutica al menos de forma ocasional (82%), que recibían malos tratos al menos de forma ocasional (78%), y que sufrían abuso verbal (97%). Estos sujetos, el 86% de los cuales se sentía dañado por la experiencia, también afirmaban haber sufrido depresión (50%) e interrupción de la menstruación (32%).

En Conway et al. (1986), los ex miembros afirmaban haber sufrido las siguientes experiencias durante su estancia en distintas sectas coercitivas: relaciones sexuales con los líderes (5% en general, pero 60% en la secta Los Niños de Dios), trastornos menstruales (22%) y castigos físicos (20%). Conway y Siegelman (l982) afirman en su informe que ex adeptos estudiados experimentaban sensaciones como de “flotar” (52% de los sujetos), pesadillas (40%), amnesia (21%), alucinaciones y espejismos (14%), incapacidad para romper los ritmos mentales de los cánticos (35%), explosiones violentas de ira (14%) y tendencias suicidas o autodestructivas (21%).

Galanter (l983) estudió sesenta y seis casos de ex adeptos de la Iglesia de la Unificación de Moon, los cuales, según las estadísticas de Barker (l983), deberían representar aproximadamente la mitad del número total de miembros. Galanter afirma que “la gran mayoría (89%) tenía la sensación de ‘haber sacado cosas positivas’ de su estancia en la SC”, aunque un porcentaje ligeramente inferior (61%) creía que el “Reverendo Moon tenía un impacto negativo sobre los adeptos”, y sólo una ligera mayoría (53%) creía que los “miembros actuales deberían abandonar la Iglesia de la Unificación” (p. 985). Galanter también descubrió que el 36% de los que respondieron a la entrevista indicaba la existencia de “problemas emocionales graves en algún momento después de abandonar la secta coercitiva”; el 24% había “buscado ayuda profesional para sus problemas emocionales” después de salir del grupo; y el 3% (es decir, dos entrevistados) habían sido hospitalizados por este tipo de problemas durante ese intervalo (p. 985). Esos hallazgos tenían consistencia con informes clínicos aparecidos durante los años setenta y principio de los ochenta. Sin embargo, es interesante señalar que Galanter se inclinaba a veces a darle un “giro” positivo a sus hallazgos, incluso hasta decidió escribir que “sólo (énfasis añadido) una ligera mayoría (53%) creía que los ‘adeptos actuales deberían abandonar la Iglesia de la Unificación’”. Estamos ante un porcentaje bastante grande si consideramos que, de acuerdo con las investigaciones clínicas y un sinfín de informes de ex adeptos, los miembros de la Iglesia de la Unificación son adoctrinados para asumir que la Iglesia siempre tiene razón y que, si no están de acuerdo, estarán siempre equivocados. Así, Langone et al. (texto en preparación) han descubierto que la supresión del derecho a disentir es una de las cinco características más importantes de las sectas coercitivas. Por lo tanto, los índices de daño utilizados por Galanter, aunque son indirectos y no pequeños, probablemente son una subestimación.

El estudio mencionado anteriormente (Langone et al., en preparación) presenta un cuadro aún más negativo de la experiencia en sectas coercitivas. El 88% de los sujetos estudiados considera que su grupo era dañino (37%) o muy dañino (51%). Durante un tiempo medio de seis a siete años de pertenencia al grupo, el 11% de los sujetos estudiados afirmó haber sufrido abuso sexual. El 68% de los sujetos conoce a una media de 28 ex adeptos que no se ha puesto en contacto con fuentes de ayuda. Por lo tanto, aproximadamente 5 mil 500 personas conocidas por esos sujetos no han buscado ayuda, y sin embargo, el 30% cree que “todos o casi todos” sus amigos o conocidos, tuvieron dificultades para reajustar su vida después de pertenecer al grupo. El 21% consideraba que la “mayoría” había tenido dificultades, el 4% que la “mitad”, el 13% que “algunos”, el 6% contestó “casi nadie”, y el 25% no estaba seguro.


Niveles elevados de ansiedad

Martín, Langone, Dole, & Wiltrout (l992) utilizaron varios instrumentos, incluidos el Millon Clinical Multiaxial Inventory (MCMI) para valorar el estado psicológico de 111 ex adeptos de SC. Estos investigadores afirman que:

“Esta muestra de ex adeptos se caracteriza por presentar niveles anómalos de ansiedad en varios escalas de síntomas clínicos y de personalidad. De las personas que completaron el MCMI-I, el 89% presentaba BR's (‘Base Rates’… indica la presencia de algún trastorno) de 75 o más en, al menos, una de las primeras ocho escalas. Además, 106 personas de un total de 111 (95%) que completaron el MCMI en el Momento I presentaban al menos una puntuación BR en una de las escalas del MCMI. La idea de que este grupo de población formado por ex adeptos sufre realmente ansiedad se ve reforzada por una puntuación media de 102 en el HSCL (Hopkins Symptom Check List), en la cual se considera que puntuaciones de 100 son indicativas de la necesidad de atención psiquiátrica. Es más, estos ex adeptos presentaban una media de 72 en la SBS-HP [Staff Burnout Scale] que indica ‘desgaste personal’ y más de una desviación estándar sobre la media de la muestra de Martín (l983) sobre trabajadores paraeclesiásticos” (pp. 231,234).

Yeakley (l988) administró a 835 miembros de la Iglesia de Cristo (Movimiento de Boston, abreviado BCC) el Myers-Briggs Type Indicator (MBTI), un instrumento psicológico que clasifica a la gente según el sistema de tipos de Carl Jung. Las distintas personas pueden diferenciarse según la forma en que tienden a percibir (algunas más orientadas por los sentidos, otras más orientadas por la intuición), la forma de juzgar (guiada por el razonamiento versus guiada por los sentimientos), y por sus actitudes básicas (extraversión versus introversión). Isabel Myers y Katherine Briggs, quienes desarrollaron el MBTI, añadieron una nueva dimensión a la tipología de Jung: la forma preferida por la persona a orientarse hacia el mundo exterior. Esta orientación puede ser de juicio o de percepción. Por lo tanto, el MBTI produce 16 tipos de personalidad, basados en las permutaciones de esas variables. Yeakley pidió a los sujetos del estudio que respondieran a las preguntas del MBTI tal y como creían que las habrían respondido cinco años antes de su conversión, tal y como lo sentían en el momento de realizar la prueba, y tal y como creían que las responderían después de cinco años más de permanencia en la BCC. El estudio descubrió que “una gran mayoría de los de adeptos de la Iglesia de Cristo de Boston cambiaba de puntuaciones de tipo psicológico en las versiones de pasado, presente y futuro del MBTI” (p. 34) y que los “cambios observados en las puntuaciones de tipo psicológico no se debían al azar, dado que se producía una clara convergencia en un único tipo”(p. 35). El tipo hacia el que convergían los adeptos era al del líder del grupo. Las comparaciones realizadas con adeptos a denominaciones de la corriente principal no presentaban convergencia, pero ésta sí ocurría en adeptos de otros “grupos sectarios coercitivos”, aunque hacia tipos diferentes de aquél en el que convergían los miembros de la BCC. Yeakley concluye que “existe una dinámica de grupo operativa en toda congregación que influye en sus miembros para que cambien de personalidad para ajustarse a la norma del grupo”(p. 37). Aunque este estudio no examina directamente las observaciones clínicas que afirman que las personalidades de los adeptos a sectas coercitivas se doblegan, por decirlo de alguna manera, para encajar en el grupo.


Análisis y conclusiones

Las observaciones clínicas (Ash, l985; Clark, l979; Langone, l991) e investigaciones (Galanter, l989; Langone et al., en preparación) sugieren que la gente se une a las sectas coercitivas mientras está pasando por periodos de estrés y de transición, cuando está más abierta a lo que el grupo tiene que decir. Aproximadamente uno de cada tres adeptos ha sufrido trastornos psicológicos antes de entrar en la SC, como lo demuestra el hecho de haber recibido asesoramiento o psicoterapia antes de la experiencia en el grupo (con cifras que varían desde el 7% hasta el 62% de los sujetos representados en ocho estudios [Barker, l984; Galanter et al., l979; Galanter & Buckley, l978; Knight, l986; Spero, l982; Schawartz, l986; Sirkin & Grellong, l988]). Sin embargo, parece que la mayoría estaba formada por personas relativamente normales antes de ingresar a la agrupación.

Algunos estudios citados anteriormente (Levine, l984; Ross, l983; Ungerleider & Wellisch, l979) descubrieron que los adeptos a sectas coercitivas obtienen puntuaciones situadas entre los valores considerados normales para los tests psicológicos o las entrevistas psiquiátricas. Galanter (l983) encontró un cierto mejoramiento en el bienestar general de los adeptos, lo cual atribuyó a una base psicobiológica de “efecto aliviante” en los “grupos carismáticos”. Wright (l987) y Skonord (l983) descubrieron que el abandonar un “grupo sectario” es muy difícil por la presión psicológica, un hallazgo que resulta consistente con las observaciones clínicas. Es muy evidente, como se ha comentado anteriormente, la ansiedad psicológica que se produce cuando la gente abandona los “grupos sectarios coercitivos”. Y sin embargo, la mayoría acaba abandonando el grupo. ¿Por qué? Si eran infelices antes de entrar en él, si aumentaron su felicidad al pertenecer al grupo, si recibieron presiones para quedarse, de todas formas se fueron y quedaron con niveles más altos de ansiedad que antes de salir del grupo, ¿qué podría haberles empujado a marcharse y a permanecer alejados de la SC?


Una verdad dolorosa es mejor que una mentira piadosa

La inevitable conclusión parece ser que la experiencia en las sectas coercitivas no es lo que parece (al menos para los grupos que consideran importante presentar un “rostro feliz” ante la opinión pública), ni para los observadores acríticos, ni para los adeptos bajo la influencia psicológica del grupo. Los observadores críticos, empezando por Clark (l979) y Singer (l978), parecen tener razón en su opinión de que mecanismos de defensa de disociación ayudan a los miembros de sectas coercitivas a adaptarse a las intensas y contradictorias demandas del entorno sectario. Mientras los adeptos no se rebelan contra el control psicológico del grupo, pueden parecer “normales”, al igual que una persona con un trastorno de personalidad múltiple puede, algunas veces, parecer “normal”. Sin embargo, esta aparente personalidad normal, como afirma West (l992), es una pseudoidentidad. Cuando los adeptos a las sectas coercitivas dejan los grupos, “se abren las compuertas” y sufren. Sin embargo, no suelen regresar porque el sufrimiento que experimentan después de salir de la SC es más genuino que la “felicidad” que experimentaban mientras estuvieron en ella. Una verdad dolorosa es mejor que una mentira piadosa.




Este trabajo es una edición adaptada de la ponencia La investigación en el ámbito de las sectas, del Dr. Michael Langone, presentada en el II Congreso Internacional sobre Grupos Totalitarios y Sectarismo (Barcelona, España, 23 y 24 de abril de l993).


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Yeakley, F. (Ed.). (l988). The Disciplining Dilemma. Nashville: Gospel Advocate Company.

Veintidós años después de Jim Jones y Guyana: ¿qué hemos aprendido?

Por Dr. César Mascareñas


Introducción

Durante la conferencia internacional Jonestown Memorial, realizada en Chicago entre el 13 y el 15 de noviembre de 1998, me reuní con la Dra. Margaret Thaler Singer para realizar esta entrevista exclusiva. De cabello cano, grandes anteojos y con su característica mirada analítica, la Dra. Singer se dispuso a sostener una amplia conversación y poner a disposición de la Revista Académica para el Estudio de las Religiones — la cual publicó originalmente este trabajo— casi 30 años de experiencia en la investigación clínica en el campo de las sectas destructivas. Margaret Singer es actualmente la psicóloga clínica con mayor experiencia a nivel mundial en el estudio y tratamiento de los efectos de la manipulación sectaria en la mente de los individuos. Profesora emérita de psicología de la Universidad de California, Berkeley, la Dra. Singer ha escrito más de cien artículos en journals especializados, libros de texto de medicina y psiquiatría y ha dictado conferencias en Finlandia, Dinamarca, España, Italia, Alemania, Venezuela, Inglaterra y Canadá. Ha sido asimismo consultora de los gobiernos de Inglaterra y Estados Unidos en casos relacionados con este tema.

Singer inició sus labores docentes en la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado, impartiendo cursos sobre análisis crítico a los estudiantes. Posteriormente trabajó para el ejército de Estados Unidos durante la Guerra de Corea, estudiando las técnicas de adoctrinamiento que eran empleadas por el gobierno coreano en los prisioneros de guerra norteamericanos. Desde esa época comenzó a hacer investigación de campo sobre las llamadas técnicas de “Reforma del Pensamiento” que utilizaba Mao Tse Tung, en China, para mantener estricto control de las personas bajo su régimen. Después de la guerra, trabajó para la División de Investigación del Instituto Nacional de la Salud en Estados Unidos. En ese entonces, a principios de los años sesenta, muchas familias comenzaron a relatarle historias sobre algunos de sus miembros que estaban siendo proselitados por nuevas agrupaciones religiosas. Estudiando el fenómeno, descubrió que distintas sectas contemporáneas estaban utilizando programas coordinados, de influencia coercitiva, muy similares a los de Mao en China. Fue entonces cuando decidió enfocarse de lleno a la investigación de los procesos de control coercitivo que utilizan este tipo de agrupaciones y a diseñar tratamientos adecuados para los jóvenes y adultos que salían de las sectas. Hasta hoy, la Dra. Margaret Singer ha tratado a más de 4 mil pacientes directamente relacionados con el ámbito sectario. Sus programas de rehabilitación reportan un alto índice de recuperación.

Entre los casos más conocidos la Dra. Singer ha tenido la oportunidadde atender personalmente a víctimas del legendario grupo religioso El Templo del Pueblo, dirigido por el tristemente célebre Jim Jones, quien terminó sus días en la masacre de Guyana. Asimismo, brindo tratamiento clínico a ex integrantes de la secta de David Koresh, en Waco, y mas recientemente a personas del grupo Puerta del Cielo o Heaven's Gate. La vasta experiencia clínica de esta especialista y su conocimiento de primera mano de casos como los anteriores son un recurso indispensable para entender mejor las dinámicas de las sectas destructivas en el contexto del nuevo milenio.

Mascareñas Dra. Singer, ¿podría decirme, de acuerdo a su experiencia, cuál es la principal característica de una secta suicida?

Dra. Singer De acuerdo a mi experiencia, se deben estudiar las declaraciones, la biografía del líder de la secta, para darse cuenta de lo que ha dicho (él o ella) durante su vida, para saber de qué manera podría actuar al tener control sobre las personas. Lo que los sobrevivientes del caso de Jim Jones, en Guyana, me han dicho es, primero, que en Estados Unidos, a nivel nacional, las autoridades gubernamentales ya se estaban dando cuenta y, que mucha gente había dejado el grupo y, probablemente muchos lo hubieran hecho si hubiesen podido. Para Jim Jones ésta fue la justificación para hacer que los seguidores que quedaban tomaran, a su mandato, el cianuro mezclado con Kool-aid. Y estaban obligados a tomarlo porque había guardias armados alrededor, adiestrados para disparar si no lo bebían.

Mascareñas ¿En casos como éste estaríamos hablando de un liderazgo con una psicopatología?

Dra. Singer Sí. Lo que estamos señalando con el término “psicópata” es tal vez algo que hemos notado la mayoría de los que estudiamos sectas y a líderes de sectas destructivas; por psicópata no queremos decir una persona que presenta alucinaciones auditivas o visuales, sino que nos referimos a una persona que no tiene escrúpulos para vivir del dinero, del trabajo y de la vida de otras personas, sin experimentar ningún sentimiento de culpa por hacerlo. No sienten culpabilidad por mentir y engañar a la gente para que los sigan. Tales personas creen que están por encima de la ley. Ésta es una característica de muchos líderes de sectas de acuerdo con historias verídicas que hemos podido obtener sobre dirigentes de sectas contemporáneas.

Mascareñas ¿Se conoce alguna característica especial de las personas que siguen a este tipo de liderazgo, o cualquiera puede convertirse en seguidor?

Dra. Singer He entrevistado a más de 4 mil personas que han estado en una u otrade las múltiples sectas que actualmente existen en Estados Unidos y en otros lugares. He descubierto una gran variedad de tipos de personas, pero, todos fueron reclutados, captados por las sectas, en el momento en que se encontraban en medio de dificultades. Por ejemplo, cuando un pariente había muerto, al haber perdido el trabajo, al no haber entrado en la universidad que deseaban, etc. Algo había pasado que los había desilusionado y que los tenía deprimidos. La mayoría de las grandes sectas, e incluso algunas de las pequeñas, enseña a sus seguidores a quién se deben dirigir. Tratan de reclutar principalmente a gente de buena conducta, pero que se ve un poco deprimida. Algunas de las sectas incluso envían a sus seguidores a proselitar afuera de las oficinas de registro de las universidades, ya que en ese lugar los estudiantes renuncian a cursos, pues se dan cuenta que han fracasado. Las sectas captan a estos jóvenes adultos, a sabiendas de que están deprimidos porque han reprobado en alguna clase, u otra cosa por el estilo. Así que la manera en que han sido reclutadas estas personas, que estaban deprimidas y que en ese momento se sentían solas, fue mientras estaban en un período muy vulnerable. En dichas condiciones, los seres humanos, según indican las investigaciones psicológicas, nos encontramos más abiertos a ser persuadidos por otras personas.

Mascareñas Así que no depende de la personalidad, las costumbres, la experiencia,la educación o la riqueza. Depende de una situación en el momento específico.

Dra. Singer Sí. El comentario que a menudo se hace es que la persona estaba en el estado de ánimo inapropiado, en el lugar equivocado, en un momento inadecuado, cuando fue reclutada por un miembro de una secta.


Mascareñas ¿Podría comentar sobre alguna técnica especial que utiliza el o los líderes de una secta para manipular a la gente y llevarlos a una obediencia ciega?

Dra. Singer Sí. Lo que he estudiado por casi 30 años, analizando en detalle docenasy docenas, si no es que cientos de grupos, es que los líderes consiguen el control y vuelven a la gente dependiente de ellos, paso a paso, de manera que la gente no se dé cuenta cuánto está cambiando. El proceso es algo así: primero la secta capta a la gente por medio de adulaciones y de diversos engaños. Según me han dicho algunos que se unieron a sectas, allí creían que estaban haciendo algo que iba a mejorar a la humanidad y que a ellos iba a hacerlos mejores personas. Pero después de muchas semanas, meses, e incluso años dentro del grupo, se dan cuenta de que lo único que estaban haciendo era proporcionarle más riqueza y más poder al líder de la secta y, que ni la humanidad, ni otros miembros, ni ellos mismos, habían mejorado. Habían sido sólo herramientas de un hombre, o una mujer, que promovía su propio poder y riqueza.


Mascareñas ¿Conoce usted algunos sobrevivientes de Jonestown?

Dra. Singer Sí. Trabajé con muchas personas que habían dejado la secta de El Templo del Pueblo antes de que sucediera lo de Jonestown, y después también hablé con casi todos los que regresaron de Jonestown y con quienes pertenecían a la agrupación y que vivían en el área de California.


Mascareñas ¿Cuáles fueron los efectos psicológicos, en primer lugar, en los sobrevivientes de Jonestown, y en segundo lugar, de la gente que dejó El Templo del Pueblo antes del famoso suceso en el que murieron 914 personas?

Dra. SingerLo que noté entre los que salieron antes y los que salieron después, fue la culpabilidad y el dolor por haber forzado a parientes y amigos a ir a Guyana. He hablado con jóvenes que dijeron que fueron obligados por gente de la más cercana a Jim Jones, para que se llevaran a las ancianas, especialmente aquellas de raza negra y de edad avanzada, que no querían continuar viviendo en Estados Unidos. Las llevaban al aeropuerto de San Francisco, de Boston, o volaban de cualquier otro lugar, y literalmente las introducían en el avión explicándole a los sobrecargos que la persona tenía miedo porque nunca había volado y que iba a llegar a un lugar maravilloso en donde la iban a cuidar. Entre estos hombres que entrevisté, hay uno que literalmente empujó a su novia a esto y ella murió en Jonestown. Todas estas personas, unas que materialmente forzaban a la gente a irse y otras que simplemente convencían a sus parientes y amigos para unirse a El Templo del Pueblo, todavía sienten que contribuyeron a su muerte.


Mascareñas ¿Podría narrar alguna experiencia positiva de estas personas, vista décadas después? Ahora que ven hacia atrás, ¿pueden decir que hubo algo bueno en su experiencia dentro de la secta?

Dra. SingerPor lo general, dicen que no valió la pena. Sin embargo, como la mayoría de las personas que se involucran en las sectas es buena, suelen hablar acerca de haber entablado buenas relaciones interpersonales. Es lo mismo que sucede entre usted y yo, que nos conocimos en reuniones profesionales y formamos un buen vínculo. Creo que esta gente a veces no reconoce lo agradable de las relaciones humanas, pero aun ese gusto fue poco, al compararlo con la miseria, el temor y el terror que vivieron. He entrevistado gente que ha pertenecido durante 20 años a alguna de las grandes sectas internacionales. Una mujer lo expresó acertadamente: “Quiero hacerle saber que yo era una persona de alto rango en el grupo, y a pesar de que sonreía, de que me veía bien, que vestía con propiedad, en ningún momento me sentí segura, porque el líder tenía completo control y en cualquier momento por la voluntad de él todo tu estatus, toda tu seguridad la podías perder inmediatamente”. Yo creo que la gente no se da cuenta de que algunas de las sectas tienen sus propios sistemas penitenciarios. Tienen sistemas de encarcelamiento ya sea en tierra o en barcos a donde mandan a la gente que por alguna razón tiene malas relaciones con alguno de la jerarquía y especialmente con el líder del grupo. Esta mujer dijo que ni un solo día, durante los 20 años que estuvo ahí, se sintió segura porque sabía que le podían quitar su estatus, su seguridad y su comodidad de manera arbitraria, al sonido del látigo del líder.


Mascareñas ¿Puede volver a la normalidad el comportamiento de estas personas que han tenido este tipo de experiencias en una secta? ¿Tardan años?, ¿meses?

Dra. SingerSí. He comprobado, y esto es una señal alentadora, que aunque las personas hayan sufrido toda clase de conflictos respecto a su conducta en el grupo, sí les hemos podido ayudar con consejería psicológica, haciéndoles ver lo que el adoctrinamiento en la secta produjo en su habilidad para razonar y para poder pensar libremente, ya que a menudo en las sectas —y esto es universal— el líder les dice que deben contener todo tipo de pensamientos negativos hacia él, hacia lo que dice, o hacia el grupo. Lo que pasa es que la gente aprende a frenar su razonamiento, y sucede que el pensamiento crítico y el juicio racional son bloqueados. Me han explicado que cuando salen de la secta ya no pueden realizar el trabajo que antes solían hacer porque están bloqueados. Les sucede exactamente lo mismo que cuando tenían pensamientos críticos acerca de la secta o del líder. Sus mentes han sido entrenadas para detener el razonamiento crítico, pues éste les produce ansiedad y de esta manera se evaden para evitarla. Esto le sucede a la mayoría de las personas que han estado en alguna secta, especialmente en aquellas que enseñan a la gente a disociarse, o sea, a no pensar y a no sentir. Les toma mucho tiempo volver a ejercer el pensamiento crítico como el suyo y el mío, o el de nuestros colegas, nuestros vecinos, nuestros amigos o nuestra familia, en donde tenemos continuamente toda clase de pensamientos racionales.

El sistema racional de ellos ha sido fracturado y eso puede durar mucho tiempo. Algunas personas que han estado en lo que llamo “grupos de meditación con la mente en blanco”, con alguno que se dice gurú o que se llama “swami”, en vez de enseñarles los métodos que por siglos se han usado para reflexionar, estos autonombrados gurús enseñan que se debe dejar de pensar. Esta pobre gente podrá haber tenido carrera universitaria antes de entrar con ellos, pero ahora tiene la mente dañada, su pensamiento está desconectado aunque se vean como usted y yo. Necesitan hablar con personas normales para que puedan entender que su pensamiento está desconectado y fragmentado. Tienen que empezar de nuevo y tienen que volver a tomar cursos de entrenamiento para su trabajo, porque en todos los meses o años que estuvieron en la secta tuvieron que bloquear su mente cada vez que un pensamiento crítico venía a ellos. Usted sabe que esto es lo que hace la ciencia, es lo que hace que nuestro mundo siga caminando. Cuando uno está en una educación con un sistema democrático usted puede levantar la mano y preguntarle al maestro: “¿Y qué sucede con...?”, y el maestro le contesta: “Todavía no se sabe qué es esto pero hay gente trabajando en ello. Fue una buena pregunta para darnos cuenta en dónde y en qué estamos faltos”. O también podría decir: “La información la puede encontrar en tal o cual libro”. Sin embargo, cuando las personas salen de las sectas tengo que trabajar mucho con ellas en grupos pequeños para que se den cuenta que no son las únicas que tienen ese problema mental. Esto es algo de lo que los psicólogos comunes no se dan cuenta. Si no han trabajado con gente que como usted, yo y otros hemos estudiado cómo los procesos de pensamiento han sido descarrilados por los líderes de las sectas para tener el control de la gente y hacerla dependiente, temerosa y culpable, no sabrán cómo ayudarlos para que vuelvan a razonar de una manera adecuada.


Mascareñas ¿Estamos hablando de que la recuperación total lleva entonces muchotiempo?

Dra. SingerSí. A menudo le digo a la gente que ha estado en una secta por mucho tiempo, que podemos trabajar juntos, que puedo sugerirles muchas cosas y recomendarles muchas cosas para leer, pero que no quiero que se preocupen. También les puedo citar muchas investigaciones bien documentadas que muestran que después de un trauma importante en la vida, como por ejemplo perder un pariente, haber estado en la guerra o cualquier otra cosa, el tiempo promedio para la recuperación son dos años. He trabajado con gente, como una mujer a la que estoy tratando ahora, que estuvo en una secta 17 o 18 años. Ella me llama de una parte lejana en Estados Unidos, me llama cada semana porque algún pensamiento relacionado con la secta le vuelve a venir y dice que no hay nadie en esa parte del mundo donde vive con quien pueda hablar. Así que paga una cuenta de teléfono muy alta por llamarme, y hablamos. No es porque esté loca ni porque padezca una enfermedad psiquiátrica, sino que tiene necesidad de volver a hablar sobre algo que revivió en su pensamiento.

MascareñasDe acuerdo con su experiencia, ¿podría decir si la gente es feliz cuando está en una secta?

Dra. SingerMi experiencia dice que la secta los obliga a sonreír. Se ven más sonrientes que usted y yo o que nuestros colegas porque los obligan a decir: “Me siento muy bien, nunca he estado más feliz en toda mi vida”, y ríen, ríen y ríen. Sin embargo, los pacientes reportan que estaban llenos de ansiedad casi todo el tiempo que pasaron dentro. Con excepción, claro, de algunos que estaban en el liderazgo, pues tenían privilegios, tenían mejor comida; a algunos les daban automóvil porque eran productivos (lo que quiere decir que traían mucha gente a la secta), servían en los cursos, en fin, lo que le producía al líder más poder y más dinero. Por lo tanto, su vida era mucho mejor que la que habían llevado antes. Pero la mayoría de los miembros de las sectas me ha comunicado sus ansiedades y sus temores, debido a lo que ya hemos hablado que hacen los líderes. En la atmósfera de las sectas se acusan los unos a los otros, o se cuentan cosas acerca de otros, además de que reportan cualquier transgresión a las reglas por pequeña que ésta sea. También hacen que la gente se confiese, como lo hacían con Jim Jones. Casi todos los líderes tienen este tipo de confesiones donde se supone que vas y dices: “He estado pensando en huir”, y te metes en grandes problemas si dices la verdad o si hablas con alguien. Es muy difícil tener amigos dentro de una secta porque si alguna persona no informa sobre las actividades de otra, y el líder lo llega a saber, se mete en un gran problema. Esas personas dicen que nunca se sintieron realmente seguras. Si usted o yo nos sentimos mal, podemos hablar de ello en un jardín, en la biblioteca; allí hablamos con un amigo y le decimos: “Oh, me siento tan mal hoy”, y él nos responde: “Ven hablemos un poco”. Pero cuando usted está en una secta no puede confiar en nadie porque puede ser acusado de ser débil, por no ser ejemplo perfecto como el líder espera que usted sea. El temor, la culpa y la ansiedad están siempre presentes.


MascareñasAsí que estamos hablando de sintomatología neurótica.

Dra. SingerAsí es, es una neurosis de ansiedad escondida. Conocí a un joven hace tiempo que estaba en un grupo. No había estado ahí más de dos años y sus padres le pidieron que fuera a hablar conmigo, lo cual hizo por respeto. Las pupilas de este joven estaban muy dilatadas, como las de las personas que están muy ansiosas. Este chico había hecho estudios universitarios premédicos, antes de entrar en la secta y estuvimos hablando de ellos, de cómo se había desempeñado en ellos y de sus cursos. De pronto, tomé mi bolsa, y saqué un pequeño espejo y lo puse delante de él y le dije: “Quiero que te veas en el espejo y que mires cómo se ven tus pupilas en este momento. ¿Sabes qué quieren decir esas pupilas tan dilatadas?¡Que estás aterrorizado!, pero no por mí. Has sido enseñado por el líder de tu secta a que debes temer hablar acerca de él. Te puedo asegurar que nunca le voy a decir lo que hablemos, y nunca lo sabrá. Vamos a seguir hablando y voy a dejar aquí el espejo, para que te veas en él, y te apuesto que te vas a dar cuenta cómo cambian tus pupilas, porque acabo de romper ese encanto mágico que se ejercía sobre ti, que provoca esa continua ansiedad en la que has vivido”. Este joven volvió a los estudios, terminó y se graduó en la Escuela de Medicina, se casó con una joven que conoció mientras estudiaba, y todo salió bien. Ocasionalmente me visita cuando pasa por el lugar donde vivo y me dice: “Margaret, ¿todavía traes aquel espejo en tu bolsa?”. Él dice que se había convencido a sí mismo de que no tenía ansiedad, de que en realidad era muy espiritual, pero de repente al llamar la atención a su ansiedad su mente empezó a conectarse. Entendió por lo que en realidad estaba pasando.

Hay muchas historias de miembros de sectas que tienen la mirada vidriosa y asustada mientras te comentan lo felices que son. Yo quisiera prevenir a las personas para que cuando vean a algún pariente o amigo que está en alguna secta y que les cuenta lo feliz que está, no escuchen las palabras, sino que mejor observen detenidamente cómo se ve la persona: ¿es capaz de llevar una conversación como lo hacemos usted y yo, en donde me pregunta y respondo, donde hay una interacción e intercambio de información? Observen con detenimiento qué tan ansiosa se ve, si realmente están interactuando.


MascareñasEsto me lleva a otra pregunta. ¿Qué signos o qué síntomas puede buscar un padre en sus hijos para poder detectar si está en una secta psicológicamente destructiva?

Dra. SingerCreo que los padres deben leer mucho más, ir a bibliotecas en sus ciudades, conseguir libros como los que tenemos en esta convención acerca de las sectas; yo he escrito un libro llamado Cults in our Midst, he escrito muchas, muchas cosas, al igual que lo han hecho muchos otros. Los hay en varios idiomas: español, inglés, alemán, francés, griego, para que puedan tener un panorama y se puedan dar cuenta de la gran cantidad de gente manipuladora que hay en el mundo y cómo se están llevando lo mejor de los jóvenes a sus grupos. En juntas con los padres también les diría que empiecen temprano, cuando sus hijos están chicos, y que les expliquen que no toda la gente que se encuentran es digna de confianza, que nunca sigan ciegamente a la gente que conocen en la universidad, en la preparatoria, o en sus actividades deportivas. Deben tener libertad para acercarse a sus padres, a sus abuelos, a miembros adultos de la familia, a personas que hayan conocido por mucho tiempo, para platicarles de lo que el nuevo amigo está tratando que hagan, o sobre esa organización que los está proselitando. Yo animo a los padres a que lean, que adquieran información por todas partes. Algunos padres dicen: “No quiero llenar a mi hijo de temor”, pero esto no es hacerlos temerosos, es hacerlos sabios, es hacerlos perceptivos. Los padres que instruyen a sus hijos como he mencionado, están haciendo a sus hijos más firmes y seguros, van a poder hacer preguntas y poder acercarse a las personas que han conocido durante mucho tiempo, y a su familia en la que pueden confiar. Algunos me han dicho: “Profesora, pero yo nací en una secta y en mi adolescencia entendí que debía huir, pero no sabía a dónde ir. Pensé en mis abuelos, pero ¿cómo podré llegar a ellos, cómo me pondré en contacto con ellos?”. Es bueno recordar que hay familiares, tíos, tías, alguien que nos puede dar asilo y ayudar a volver a empezar; porque usted y yo, como la mayoría de los educadores, nos enfocamos a ayudar a las familias para la prevención, al capacitar a los jóvenes.


MascareñasAsí que esta interacción social es una medida preventiva para evitar que la gente caiga en esta clase de sectas.

Dra. SingerCreo que los padres, los maestros, los líderes de jóvenes, deben leer para que sepan cómo hay personas que persuaden y engañan a otros. Actualmente estoy trabajando en un libro de historia y encontré cómo 500 años antes de Cristo, en Grecia, ya escribían acerca de formas de persuasión correcta e incorrecta. La gente siempre ha sabido que hay hombres y mujeres en la sociedad que no llevan a la gente a cooperar por medios democráticos, sino que usan la falacia, los engaños. Las autoridades policiacas están mucho más conscientes de esto que la sociedad en general cuando les hablo acerca de la manipulación mental. Un estafador es alguien que se gana la confianza de las personas y a través de engaños les quita el dinero, las propiedades y los lleva a cumplir ofrecimientos a su conveniencia. En Estados Unidos, muy pronto, una de cada cinco personas será mayor de 65 años y, debido a que es un país muy grande, la gente suele vivir muy lejos de sus parientes. Por ello, actualmente estoy trabajando con grupos de ancianos, ya que los estafadores y los líderes de las sectas suelen engañarlos. Estamos intentando instruirlos para que no sean ultrajados por estos grupos.


MascareñasEsto es muy interesante. Usted hablaba ayer sobre la educación de los niños y un programa educativo de análisis y razonamiento crítico. ¿Será ésta una medida preventiva que pueda ser exitosa?

Dra. SingerCiertamente así lo espero. Ayer hablaba en la conferencia sobre el tipo de educación que recibí en la preparatoria y en la universidad, donde recibíamos cursos de lógica, y nuestros profesores nos enseñaban cómo los comerciales de la televisión mostraban solamente el lado amable del producto, ya fuese mantequilla, pan, leche o zapatos tenis, y cómo darnos cuenta de qué era de lo que nos querían convencer en realidad. En ese entonces, no solamente teníamos esos cursos, sino que también teníamos clases sobre análisis de publicidad porque en aquellos tiempos, durante la Segunda Guerra Mundial, se escuchaba todo tipo de propaganda que decía que todos estaban mal, excepto ellos; y nuestros profesores nos llevaban a analizar cada una de estas posiciones, el enfoque, la lógica, y los engaños utilizados en la propaganda. En la actualidad he hablado con catedráticos universitarios y casi no se están ofreciendo este tipo de cursos en las universidades a no ser que se estudie un posgrado en filosofía. No existen muchas materias sobre pensamiento crítico o análisis de propaganda. Yo desearía que estas materias volvieran a enseñarse ya que son de mucha ayuda.


MascareñasÉste es un punto de vista interesante para saber lo que tenemos que hacer en países donde, aunque el fenómeno está emergiendo y creciendo, no tenemos el problema tan severo como lo tiene Estados Unidos.

Dra. SingerCierto. Las sectas se van a dirigir a los países subdesarrollados, a aquellos que no son fuertes económicamente, para tomar a la gente con carrera universitaria. Como lo que sucedió en Japón con Shoko Asahara y la secta de La Verdad Suprema, y no es que Japón sea un país subdesarrollado, sino que ellos reclutaban doctores y gente con posgrados en este país, para utilizar la educación de ellos con fines proselitistas en países del tercer mundo, enfocándose principalmente a la gente más inteligente y mejor educada. En su país deben educar a los estudiantes universitarios de medicina, ingeniería, arquitectura, etc., en el desarrollo del pensamiento crítico para que no sean captados y utilizados por las sectas.


Mascareñas¿Se considera que los gobiernos en todos los países deben recibir educación sobre este tema tan importante?

Dra. SingerAbsolutamente. Ya vimos lo que La Verdad Suprema fue capaz de hacer. También hemos visto lo que las organizaciones terroristas a nivel mundial han hecho. Los gobiernos realmente deben aprender más y recibir instrucción para desarrollar estrategias dirigidas principalmente a la educación y a la prevención. La humanidad nunca será perfecta, pero siempre debemos intentar ser mejores.




  1. John Hochman, en Psychiatric Annals. 20 (4); abril 1990, pp. 179-187.
  2. Louis Jolyon West, Paul R. Martin. “Pseudo-Identity and the Treatment of Personality Change in Victims of Captivity and Cults”. Cultic Studies Journal. 13 (2); 1996, pp. 125-152.
  3. Louis Jolyon West. “Contemporary Cults: Utopian Image, Infernal Reality”. The Center Magazine. 15 (2); marzo/abril 1982, pp. 10-13.
  4. Siglas en inglés de la American Civil Liberties Union.
  5. Se trata de una versión revisada y ampliada del artículo: “Iglesias y nuevos movimientos religiosos: un esfuerzo por aclarar la confusión”. Revista Académica para el Estudio de las Religiones. I; 1997, pp. 25-37.
  6. Edición revisada. Véase: César Mascareñas. “Veintidós años después de Jim Jones y Guyana: ¿qué hemos aprendido?”. Revista Académica para el Estudio de las Religiones. III; 2000, pp. 195-206.
  7. El título del original es Sects, en Friedman S.B., Fisher M., y Schongerg S.K. St. Louis, Missouri: Quality Medical Publishing, 1992.
  8. Ahora Cultic Studies Review.
  9. Este trabajo es una edición traducida y adaptada de la ponencia del Dr. Langone en el II Congreso Internacional sobre Grupos Totalitarios y Sectarismo (Barcelona, España, 23-24 de abril, 1993).
  10. Jorge Erdely. “Sectas Destructivas: definiciones y metodología de análisis”. Revista Académica para el Estudio de las Religiones. I; 1997, pp. 1-23.
  11. Robert Jay Lifton. Destroying the World to Save it: Aum Shinrikyo, Apocaliptic Violence, and the New Global Terrorism. New York: Metropolitan, 1999.
  12. El término Nuevos Movimientos Religiosos, de hecho, es a menudo impreciso. No se puede aseverar que todos los grupos que se suelen denominar así sean nuevos. Algunos son expresión de tradiciones muy antiguas.
  13. Aprobado por el papa Juan Pablo II, el 25 de junio de 1992.
  14. La perspectiva de Rodríguez viene desde la psicología y las ciencias de la información a través de estudios de campo muy extensos durante 27 años. Sus aportes al conocimiento del tema de las dinámicas sectarias son innegables. Sin embargo, coincido con Chomsky en que hay en la psicología una tendencia a querer abarcar ámbitos fuera de su competencia. En ese sentido, debo disentir con las posturas filosóficas personales de Rodríguez.
  15. Sería el equivalente en español a su concepto en inglés de guruism.
  16. Subrayado del autor.
  17. Para más al respecto, véase: Erdely, Jorge, Suicidios colectivos rituales: un análisis interdisciplinario, en CIENCIA Ergo Sum (Revista científica multidisciplinaria de la Universidad Autónoma del Estado de México) Vol.7, No 1, 2000; pp.67-80.
  18. Un tratamiento más detallado del tema se presentó en mi ponencia De Guyana a Uganda en el simposio “Nuevos Movimientos Religiosos en Europa y Latinoamérica”. VIII Congreso Latinoamericano de Religiones y Etnicidad. Padua, Italia, 4 de julio, 2000.
  19. El tema de los grupos apocalípticos que generan suicidios colectivos y actos de violencia organizada contra la sociedad es bastante amplio. Para profundizar más, véase la segunda edición de mi libro Suicidios colectivos: rituales del nuevo milenio (México DF: Publicaciones para el Estudio Científico de las Religiones, 2002)
    Para un enfoque analítico sobre atentados terroristas como el del 11 de septiembre de 2001: Erdely, Jorge, Terrorismo religioso: la guerra del siglo XXI (México: Publicaciones para el Estudio Científico de la Religiones, 2001).
  20. La apreciación no pretende ser exhaustiva.
  21. El periodista latinoamericano Ricardo Alemán muestra dos ejemplos clásicos muy ilustrativos en: “La Luz del Mundo y Nueva Jerusalén. Votos cautivos a cambio de impunidad”. Columna Itinerario Político. El Universal, 24 de junio de 2000, pág. A-23.
  22. Si los Nuevos Movimientos Religiosos (NMR) son realmente nuevos y esa etiqueta es correctamente aplicada en muchos casos, es materia de otro interesante debate. Como ya se ha mencionado, la realidad es que muchos llamados NMR incorporan o sincretizan creencias que no son nuevas, y otros reclaman ser herederos de tradiciones muy antiguas. El concepto es, pues, todo, menos preciso.
  23. New organizations operating under the protection afforded to religious bodies. Cultic Studies Journal. 1986; 2:275.
  24. Report of the Interministerial Committee Set Up to Examine Cults (“New Groups”) in Israel. Jerusalem, Israel: State of Israel; 1987.
  25. Appel W. Cults in America: Programmed for Paradise; New York, NY: Holt Rinehart and Winston; 1983.
  26. Hokenson RF. Demographics: Profiles of a Changing Society. New York, NY: Donaldson Lufkin & Jenrette Securities Corp; 1988.
  27. Dostoyevsky F. The grand inquisitor. In: Dostoyevsky F. The Brothers Karamazov. New York, NY: Modern Library. 1950:292-314
  28. Peters E. Inquisition. New York, NY: The Free Press; 1988.
  29. Lifton R. Thought Reform and the Psychology of Totalism: A Study of “Brainwashing” in China. Chapel Hill, NC: University of North Carolina Press; 1989.
  30. Heller M. Cogs in the Wheel: The Formation of Soviet Man. New York, NY: Alfred A. Knopf, Inc; 1988.
  31. Hochman J. Iatrogenic symptoms associated with a therapy cult: examination of an extinct “new psychoterapy” with respect to psychiatric deterioration and “brainwashing”. Psychiatry. 1984; 47:366-377.
  32. Gerstel D. Paradise Incorporated: Synanon. Novato, CA: Presidio Press; 1982.
  33. Esta puntual observación de Hochman fue eventualmente corroborada por la casuística. Véase al respecto: Erdely, Jorge. Suicidios colectivos: Rituales del Nuevo Milenio, 2ª edición (México D.F.: Publicaciones para el Estudio Científico de las religiones, 2002). Nota del Editor.
  34. Siglas en ingles de la American Civil Liberties Union. Nota del Editor.
  35. Kaplan, Harold, Sinopsis de psiquiatría, Ed. Salvat, p. 622
  36. Seva, Antonio, Psiquiatría clínica, Espaxs, p. 372
  37. Se consideran estados delirantes crónicos, pero no demenciales ni disociativos.
  38. Ey, Henri, Traité des hallucinations, Masson, p. 743
  39. Goldman, Howard, Psiquiatría general, El manual moderno, p. 332
  40. Goldman, Howard, op. cit., p. 333
  41. Kaplan, Harold, op. cit., p. 505
  42. Moscovici, Serge, Psicología de las minorías activas, Ed. Morata, pp. 17–8
  43. Moscovici, Serge, op. cit., p. 12
  44. Ibídem, p. 12
  45. Ibídem, p. 24
  46. Parece contradictorio que Marzal clasifique, por ejemplo, al pentecostalismo como secta y posteriormente como Iglesia. Sin embargo, esto se debe a que él considera que éstas después se transforman en lo que llama Nuevas Iglesias.
  47. Wooden, K. The Children of Jonestown. New York: McGraw-Hill, 1981.
  48. Reiterman T, Jacobs JR. The Untold Story of the Rev. Jim Jones and His People. New York: EP Dutton, 1982.
  49. Ofshe R, Singer MT. “Atacks on Peripheral versus Central Elements of Self and the Impact of Thought Reforming Techniques”. Cultic Studies Journal 3: pp. 3-24, 1986.
  50. Andres R, Lane JR. Cults and Consequences: The Definitive Handbook. Los Angeles: Jewish Federation Council of Greater Los Angeles, 1988.
  51. West LJ. “Persuasive Techniques in Contemporary Cults”. En Galanter M. (Ed.) Cults and New Religious Movements. Washington, D.C.: American Psychiatric Press, 1989, pp. 165-192.
  52. Apologistas de las sectas es una frase popular en Estados Unidos, utilizada por lo general para referirse a individuos o asociaciones dedicadas a defender —a menudo a ultranza— prácticas controversiales, y con frecuencia delictivas, de diversas sectas. Nota del Editor.
  53. Hassan S. Combatting Cult Mind Control. Rochester: Park Street Press, 1988.
  54. Singer MT, Ofshe R. "Thought Reform Programs and the Production of Psychiatric Casualties". Psychiatric Annals 20, pp.188-193, 1990.
  55. Ahora Cultic Studies Review. Nota del Editor.
  56. El idioma inglés hace una diferenciación entre los conceptos religiosos clásicos de facción ideológica y grupos con conductas peligrosas, antisociales, y explotativas. Las palabras usadas respectivamente son sect y cult. Semánticamente la palabra secta en inglés no conlleva generalmente una noción negativa como en el español. Cult se traduce literalmente al castellano como culto, pero no equivale a la idea del término en inglés. En un sentido religioso, culto en castellano se entiende como “ritos, ceremonias y liturgias para tributar homenaje” a una persona, cosa o deidad(es) (Diccionario de la Lengua Española. Vigésimo primera edición. Madrid. Real Academia Española, 1992, p. 624). Por lo anterior, traducir cult al español como culto para referirse a grupos sectarios con las características mencionadas, es erróneo. Para mantener las distinciones semánticas del idioma inglés entre sect y cult en este texto, se traduce cult como secta coercitiva.
    El término secta coercitiva es parecido al de secta destructiva, acuñado por el psicólogo social español Álvaro Rodríguez y puede usarse como un equivalente funcional del concepto de cult que maneja el Dr. Langone, siempre y cuando se tenga en cuenta que además del aspecto de praxis coercitiva que rompe parámetros éticos de influencia social definidos, Langone incluye en su definición, la dimensión explotativa de la organización sectaria, así como la devoción extrema a una figura o idea central.Nota del Editor.
  57. MMPI: siglas en inglés del examen denominado Minnesota Multiphasic Personality Inventory. Este test es el instrumento clínico estandarizado más frecuentemente utilizado para hacer valoraciones psicológicas. Incluye una escala para detectar respuestas falseadas con la intención de crear una impresión que no corresponde con la realidad que experimenta del paciente. Nota del Editor.
  58. Nota del editor: Bromley y Shupe (B & S) han sido peculiarmente descuidados en varias investigaciones. El argumento que critica acertadamente Shuller está, además de todo, fundado en un análisis incompleto de los datos históricos disponibles a los investigadores. B & S, en aras de defender su postura extrema de que no existe la manipulación psicosocial en las sectas destructivas, sencillamente omiten dicha información. Sin embargo, el consenso académico y los datos históricos refutan claramente a Bromley y Shupe. En el caso de Guyana sí se accionaron armas contra miembros de El Templo del Pueblo que se negaron a suicidarse y a otros se les obligó a cerlo bajo amenazas a punta de fusil. Otro subgrupo participo en el suicidio como rito sin mediar coacción de ese tipo. Nota del Editor.

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