Desagravio

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Autor: R., 28 de junio de 2004


Hoy, por las 18h00 en mi país (21h00 GMT), después de recorrer 942 millones de kilómetros entorno al Sol, el planeta habrá retornado por la primera vez al mismo punto donde estaba cuando yo recibí la noticia de mi expulsión del centro de la prelatura donde vivía.

En ese período vengo, también yo, recorriendo el camino, también largo, de "recuperación post-traumatica" de que tantos y tantos relatos en la web dan testimonio, a fin de, también yo, en cierto sentido "volver al mismo punto".

Hoy el Sol se ha levantado en el mismo punto que en aquel día lo vi nacer poco antes de embarcar en el avión que me trajo de vuelta a mi ciudad. Después que se ponga por el occidente, las estrellas brillarán en los mismos lugares y con la misma intensidad que en aquella noche cuando salí del centro con mi maleta sin saber dónde ni cómo pasaría la noche.

Los entendidos de astronomía dirán que eso no es cierto: la Tierra no vuelve al mismo punto, ya que el Sol, también él se mueve. Y es verdad. Pero tampoco el "camino de recuperación" conduce al mismo punto. Y por eso (lo he aprendido en OpusLibros) es más exacto hablar de "superación" que de "recuperación".

El Sol nace en el mismo lugar, pero la luz que permite caminar ya no es la misma. Aquello que uno creía luz, "la luz de la vocación", bajo la cuál uno se esforzaba por caminar "al paso de Dios", ahora se parece más a una bombilla de esas de color: luz artificial que proyecta su propio color a todo que ilumina, y así hace difícil de ver lo que tiene su propio color y hace ver las otras cosas en colores diversos de los reales (correos de estos últimos días en la web nos han dado un ejemplo de ese fenómeno).

Las estrellas brillarán en los mismos lugares del cielo y con la misma intensidad, pero las que sirven de guía ahora son otras. Y esa experiencia de guiarse por otras estrellas, lleva uno a dudar cada día más si aquello por lo que con tanta seguridad se guiaba antes, era de hecho una estrella (obra y don de Dios, más allá del alcance de los hombres), o más bien una ilusión óptica creada por la intervención de los hombres en aquello que llaman "cielo" (también eso, en cierto sentido, una ilusión de óptica "creada por la atmósfera").

En ese proceso de superación, uno se va dando cuenta que la verdadera luz, la dada por Dios, no es la que hace a todo tener el mismo color: es más bien aquella que al iluminar las cosas, hace lucir en cada una su color propio, que el propio Dios le ha dado, porque es la luz que tiene en sí todos los colores.

Uno se va dando cuenta que eso de guiarse por las estrellas de Dios no es tan sencillo como uno se creía. Que las estrellas están muy lejos y hay noches que no se las ve muy bien. Que el solo identificarlas, para con eso guiarse, ya es difícil. Que sí, hay mapas hechos por personas doctas y experientes que te pueden ayudar. Pero, no, ninguno de ellos es tan perfecto como para "ser esculpido" y garantizar que el que se guía por él 'nunca se equivoca, aunque el mapa mismo esté equivocado'.

Pasado el shock de verse sin la seguridad del guía incuestionable a que uno estaba tan acostumbrado, uno empieza a preguntarse por qué Dios lo ha hecho así. Y uno empieza a intuir que parte de la respuesta puede ser que Dios no quiso dar al hombre esa clase de seguridad. Que no le va bien al hombre eso; que no le lleva a su Destino; que aunque se camine con tranquilidad de esa manera, es la tranquilidad que resulta de un espejismo. Y así que la "superación" pasa más bién por aprender a guiarse por las mismas estrellas que nos dio Dios a todos, que en empeñarse en buscar el "mapa seguro".

La lectura de los correos de eses últimos días me ha hecho considerar que, quizás un señal muy visible de que eso del mapa seguro no está bien es que esa falsa seguridad engendra una actitud de presumida superioridad que, por muy bien maquillada que se la ponga, es detectable, especialmente para aquellos que, en su tiempo, tuvieron la experiencia de todo verlo bajo la luz monocromática. Y es que bajo luz roja, lo más difícil de reconocer es aquello que es rojo.

Dentro de algunas semanas más (no me acuerdo de la fecha exacta), se completará un año desde que entré (no por casualidad!) por primera vez a OpusLibros.

En ese período, hay bien pocos dentre los libros silenciados y no hay uno solo correo o escrito publicado en la web que yo no haya leído.

En ese período he conocido de persona, por correspondencia o por lo que se transparenta por sus escritos, a muchas personas. Personas con quién me identifico más hondamente que la mayoría de las personas con quienes tengo trato diario.

Todo eso ha sido luz. Cada escrito un punto de referência más que ayuda uno a orientarse.

Si cada experiencia, cada escrito, cada persona que escribe tiene su propio tinte, su matiz, la verdad es que el conjunto todo está mucho más cercano de la luz que Dios nos da, la "que tiene todos los colores", que aquella "luz de un solo color". Y la verdad (hace falta decirlo) es que los ojos duelen un poco hasta que uno se adapta al cambio de iluminación. Quizás por eso algunos se empeñan en poner gafas de color que, si no son lo mismo que la luz de un solo color, por lo menos hacen el trance más soportable.

Si cada estrella por si sola no es un indicador seguro de la dirección, las muchas estrellas del cielo, cada una en su lugar y con el brillo que Dios le dio, sí, forman una referencia para el que quiere seguir adelante.

Esa luz y esas estrellas, no serían posibles sin el trabajo dedicado, generoso y abnegado (Amoroso es la palabra) de los Orejas. El que se acerque a OpusLibros y saque la conclusión de que lo que se hace aquí es fruto del odio, es que ni empezó a comprender lo que pasa.

Y es que no basta con crear el Sol y las estrellas: hace falta el cielo donde colgarlos para que sirvan para aquello que Dios los ha hecho, y eso lo debemos todos a los Orejas. Como yo, muchos otros que siguen lo que pasa en OpusLibros tendríamos avanzado mucho menos, y con mucho más dificultad por nuestros "caminos de superación" si no fuera por OpusLibros.

Por eso, una vez más, quiero públicamente daros GRACIAS por su trabajo, y dar gracias a todos los que contribuyen, cada uno con su color, cada uno con su estrella, de más o menos brillo, para hacer ese conjunto que es, como el Sol y las estrellas del el cielo que Dios nos ha dado, al mismo tiempo, fuente de luz y calor, ayuda para el caminante, descanso para los ojos y recuerdo de la bondad y de la grandeza de Dios.

En ese periodo de un año, así como pasa a un observador fuera del planeta (expresión frecuente en los correos eses días) podría parecer que no se salió del lugar; que uno y otro día se dice "más de lo mismo". Pero es necesario estar fuera del planeta y, además, quedarse en una observación muy superficial, para decir eso.

La verdad es que la web ha, también ella, recorrido un largo camino. La nueva web ya es una realidad, se han hecho interesantes encuestas, nuevos y muy buenos libros han sido publicados (uno de ellos, incluso, de una participante regular de la web), escritos inéditos de Ruiz Retegui que podrían estar condenados al olvido o destruidos, han sido publicados, se empezó la publicación de documentos como los Vademecum y las Glosas, nuevas personas se han unido a la web, valiosas contribuciones se han aportado. En suma: más matices para más luz, y más estrellas para mejor orientación.

También es verdad que algo se perdió: los que estábamos aquí hace un año nos acordamos de Claudia, de Jose Carlos (que si no es una ilusión de óptica, sino una estrella de otra constelación, tiene también aquí su lugar, que muy bien lo ha dicho Marta en su correo de ayer) y otros que se han despedido explicita o implícitamente. Para ellos también, si vuelven a pasar por aquí, mi gratitud.

Me ha ocurrido la idea de escribir algo para OpusLibros con ocasión de la fecha (quizás todavía estoy en "camino de superación" de lo de las "cartas al Padre" ...). Cuando vi en los correos de los últimos días que se ha puesto livianamente en tela de juicio la veracidad, la utilidad y la motivación de lo que se publica aquí y del trabajo de los Orejas y, además, en términos muy poco respetuosos, me vino "como la sangre a la herida" el impulso de desagraviar a quienes han hecho tanto por mí y por tantos.

Una vez más lo digo: si en algo le puedo ser útil a alguno, basta con pedirles a los Orejas mi dirección.

Muchas gracias!


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