Rigidez, afectividad y depresión

From Opus-Info
Revision as of 09:48, 31 May 2011 by Bruno (talk | contribs) (New page: Por Ottokar, 30.05.2011 Uno de los fenómenos que me llama la atención en el Opus Dei – como también ocurre en otros grupos que eliminan el pensamiento crítico respecto de la p...)
(diff) ← Older revision | Latest revision (diff) | Newer revision → (diff)
Jump to navigation Jump to search

Por Ottokar, 30.05.2011


Uno de los fenómenos que me llama la atención en el Opus Dei – como también ocurre en otros grupos que eliminan el pensamiento crítico respecto de la propia institución- es que muchos de sus miembros son personas inteligentes, capaces de hacer análisis certeros de muchos aspectos de la realidad, pero que sin embargo se detienen en seco cuando se trata de aplicar ese análisis a la institución misma.

Acabo de leer un librito titulado “La afectividad – Los afectos son las sonrisa del corazón”,de Miguel Ángel Martí García, catedrático de Filosofía, y publicado en EIUNSA (Ediciones Internacionales Universitarias). Desconozco si el autor es del Opus Dei, aunque la editorial forma parte del conglomerado de EUNSA, de la Universidad de Navarra, por lo que estimo que debe estar en su órbita.

Me ha asombrado como, en su análisis de la afectividad y de los factores que la inhiben o impiden desarrollarla adecuadamente, el autor incluye las “rigideces” entre esos factores, y hace una descripción de la “rigidez” que encaja al milímetro con las praxis interna del Opus Dei en la regulación de la vida de sus miembros –muy especialmente de los numerarios. Asímismo señala a la depresión como resultado habitual.

Transcribo a continuación ese párrafo del libro:

Rigideces
Los afectos, y más concretamente la vida afectiva, son incompatibles con las rigideces que configuran la vida de algunas personas, que parecen estar en la existencia únicamente para cumplir un deber, seguir un criterio o sujetarse a una norma. Son gente que han hecho del cumplimiento el sentido de su vida, todo lo demás –incluidas las personas y sus circunstancias particulares- quedan relegadas a un segundo lugar, porque al andarse con contemplaciones no entra en sus cuadriculados esquemas mentales. Además se sienten terriblemente inseguras –desorientadas- cuando la vida –que no es ni rígida ni cuadriculada- los descoloca de su instalación hecha de imposiciones que tratan de cumplir a rajatabla; suelen ser intransigentes con los demás y muy poco expansivos en sus afectos, porque para este tipo de personasla felicidad viene por el cumplimiento del deber y poco puede añadir el trato afectuoso. Maquillan esta seriedad existencial con cuidadas formas propias de una educación exquisita, pero se mantienen al margen de entrar en situaciones particulares que a lo mejor entrarían en conflicto con su normativa. Muchas veces prefieren mirar hacia otro lado antes que darse por enteradas. Lo que fundamentalmente les falta es humanidad, porque dan la impresión de que no se han enterado de lo que es la vida o al menos quieren dar esa impresión. De otra persona le pueden interesar (?) los detalles (el nudo de la corbata, por ejemplo), pero no caen en la cuenta de la tristeza que anida en sus ojos. Les preocupan las programaciones, los objetivos, las fechas, los plazos, el éxito o el fracaso, pero con tantas y tan variadas preocupaciones el factor humano no es tenido el cuenta, se da por supuesto que el hombre es una máquina que siempre está en condiciones para funcionar con perfección. Las personas rígidas, por lo menos algunas de ella, terminan derrumbándose aparatosamente y cayendo en una profunda depresión de la que ya no se recuperarán nunca, porque la tensión, el peso moral, el esfuerzo, los escrúpulos, son superiores a la resistencia psíquica que el hombre puede soportar. La espontaneidad, la creatividad, la autoestima, la improvisación, la manifestación de nuestros sentimientos y emociones, el sentirnos queridos y querer, manifestar nuestra humanidad, el no obsesionarnos en los formalismos y en cambio dar muestras inequívocas de nuestro afecto, nos hubieran tal vez librado de una existencia excesivamente normalizada (y/o depresiva).

(De “La afectividad – Los afectos son las sonrisa del corazón”, Miguel Ángel Martí García, EIUNSA)

Y yo me pregunto: si una personalidad rígida puede conducir a la depresión, ¿cuánto más no ocurrirá cuando es la rigidez de la praxis institucional la que, en nombre de la obediencia, se impone a sus miembros desde fuera del propio individuo?

Directores del Opus Dei: en algunos libros de sus propias editoriales se diagnostican y describen los problemas de la institución. Hagan el favor de aplicarse la farmacopea correspondiente.



Original