Reflexiones

Por Luis, 2-mayo-2003


Queridos excombatientes:

Me llamo Luis, tengo 40 años, soy médico y amo profundamente el espíritu del Opus Dei.

De algún modo represento todo aquello que con tanta fuerza atacáis. No pretendo con este e-mail convenceros de nada pues entiendo que vuestra postura está muy reafirmada por el paso del tiempo, sin embargo permitidme alguna consideración que nos ayude al menos a reflexionar sobre este tema que tanto os ha hecho sufrir.

Conocí la Obra cuando tenía diez años, entre los 15 y los 23 años fui numerario. Durante ese tiempo fui muy feliz. Aprendí a rezar, a tratar a Dios, me enseñaron el valor del trabajo bien hecho y muchas más cosas con las que no quiero cansaros.

Vuestra pregunta inmediata será ¿por qué te fuiste….? Y la respuesta también es inmediata: porque no quise responder a la exigencia heroica que supone la vocación y la entrega como numerario.

¿Y te presionaron para que no te fueras…? Honestamente, me hubiera molestado mucho que después de haber dedicado gran parte de mi juventud al Opus Dei, que nadie me hubiera animado para que me quedara. Tengo sinceramente un recuerdo maravilloso de tanta gente de aquella época.

Con el tiempo me case y me fui acercando de nuevo a la Obra y de nuevo me recibieron con los brazos abiertos, soy supernumerario desde hace diez años. En estos años también he vuelto a descubrir la exigencia heroica que supone esta llamada, no me considero mejor que nadie y me siento orgulloso y feliz de mi vocación.

Durante algunas semanas he ojeado vuestra página, y os quiero hacer si me lo permitis algunas consideraciones:

  1. Siento de verdad el daño que se haya podido causar a personas que han dejado la Obra. En la medida en que yo haya sido culpable, os pido perdón de verdad.
  2. Creo que conozco el Opus Dei al menos como muchos de vosotros y a pesar de todos los defectos que tenemos os puedo asegurar que mi voluntad y la de tanta gente que conozco que pertenece a la Obra, sólo es la de luchar por acercarnos más a Dios y la de acercar a Dios a otra gente.
  3. Aunque se que tenéis muchos de vosotros todavía heridas abiertas, sólo os pediría el beneficio de la duda, aceptando que para muchos de nosotros el Opus Dei puede ser un camino para encontrar a Dios y por tanto para ser feliz, y esto lo transmito desde mi experiencia más íntima.
  4. Finalmente quiero deciros que le pediré a Dios con todas mis fuerzas que perdone NUESTRAS equivocaciones (especialmente las mías,) que cure vuestras heridas, y sobre todo tenga en cuenta aquella buenísima intención con la que os acercasteis a la Obra, para que os devuelva la paz si la habéis perdido.

Recibid un afectuoso saludo de Luis


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