Opus Dei y la tercera edad

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Por Galileo, 25 de abril de 2004


José Antonio (1/4) nos habló recientemente del "noviazgo" con el opus y sobre los que se van y los que se quedan. Todo eso me trae a la cabeza algunas ideas que me intrigaban en mis tiempos de "matrimonio" (fidelidad) con la prelatura.

Observé, en una ciudad donde había bastantes personas mayores del opus Dei, las dificultades de los directores para la atención y cuidado de esos miembros de la tercera edad. Lo que para las personas bien nacidas es un deber -oneroso por supuesto- aceptado con generosidad, el cuidado de los progenitores ancianos, sospecho que en el opus Dei, -donde los vínculos en teoría son más fuertes que los de la sangre- no es así. Todos hemos vivido o leído los testimonios del ambiente que se respira en los centros de "mayores". En esos sitios se supone que deben envejecer y morir los numerarios y numerarias. Dios permite que el trance a la otra vida venga precedido de un declive físico y a veces psíquico durante años, quizá para dar a los hijos la oportunidad de hacer por sus padres lo que éstos hicieron por ellos durante la infancia. Sea como fuere, todos sabemos cual es la carga de trabajo y dedicación que supone atender a esas personas, normalmente por parte de unos hijos que rondan los 50-60 años.

En el opus Dei, los numerarios/as de esa edad, a veces envejecidos precozmente, al menos psíquicamente, muchos de ellos con trastornos psicológicos larvados o notorios, y otros dedicados al 100% a su trabajo profesional, no están por esa labor. En algunos casos, vi que los directores acudían a numerarios más jóvenes insertándolos en esos centros, y quemándolos en una situación bastante absurda, al menos para ellos, ya que el opus Dei vende una imagen de la vida en su interior un tanto deformada o parcial: trabajo, apostolado y vida de familia, pero no se menciona que esa vida de familia -además de las tertulias- puede suponer y supondrá a la larga acompañar a alguien al médico en horario de trabajo, pasarse un domingo en urgencias de un hospital, ayudar a alguien a vestirse o en su aseo personal, levantarse varias veces por la noche para atender a alguien, etc, etc…, algo de lo que si se tiene conciencia en la calle, pero la vida dentro se idealiza de tal modo…

El opus Dei no tiene resuelto el problema de la tercera edad y en ese punto pagan muy caro las faltas de cariño y caridad sufridos por los miembros, los cuales cuando son requeridos para un sacrificio de esa magnitud a veces se resisten y ponen mil excusas. ¿Qué pasaría dentro de unos años si todos los que entraron perseveraran, y más teniendo en cuenta el declive de vocaciones?. Centros y centros llenos de personas ancianas, muchas sin haber cotizado para cobrar una pensión. ¿"Verían" una vocación de numerari@ enfermer@ auxiliar?

Ya se ha hablado de cuestiones demográficas en el opus Dei. A mi entender, para mantener una proporción importante de gente joven y un predominio de la labor de san Rafael, evitando un envejecimiento global de la institución, que por su idiosincrasia podría provocarle un rápido declive hasta su desaparición, sólo existen dos posibilidades. La primera y quizás la "oficial" es mantener una tasa de crecimiento muy fuerte de un modo constante (vgr. las 500 vocaciones que han pedido), un símil del "efecto pirámide" de las estafas inmobiliarias, de inversiones, etc, y que por definición no se puede mantener a largo plazo. La segunda y creo que la "real" consiste en que hacia los 30 años muchos abandonen el opus Dei -como de hecho sucede-, es decir se salgan cuando les podría corresponder pasar de s. Rafael a s. Gabriel. Es otro modo de evitar el envejecimiento, aún a costa del crecimiento global de la institución. Creo que para el opus Dei es mucho más importante no envejecer que crecer. Por tanto, pienso que al salirnos a esa edad le hemos hecho un gran favor al opus Dei: hemos mantenido su maquinaria de s. Rafael durante unos años y además les evitamos el problema del envejecimiento poblacional.

Definitivamente, creo que a la prelatura le interesan o convienen más los noviazgos que los matrimonios "para siempre". Les va muy bien esa masa de gente joven con fecha de caducidad, y que cuando se salgan se espabilen ellos después de haber dado los mejores años de su vida.

Cuando hablaba de la atención de los mayores, sé que los de dentro podrían ponerme ejemplos de personas ancianas o enfermas atendidas espléndidamente, casos divulgados internamente de un modo in disimulado y hasta sospechoso -sobretodo en los centros de mayores- para tranquilizar a los que rebasan la cincuentena, y que como no son tontos se percatan del "problema" que se les viene encima. Esas atenciones espléndidas sólo se han podido prodigar a base de grandes esfuerzos, turnos, cambios de ciudad o de centro…


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