Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado IV 28

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LA GRACIA Y LAS VIRTUDES

La gracia

  • Dios ha llamado al hombre a participar de la vida de la Santísima Trinidad. "Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural" (Catecismo, 1998)404.
  • Para conducimos a este fin último sobrenatural, nos concede ya en esta tierra un inicio de esa participación que será plena en el cielo. Este don es la gracia santificante, que consiste en una "incoación de la gloria405.
  • Por tanto, la gracia santificante:
  • "es el don gratuito que Dios nos hace de su vida, infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma, para sanarla del pecado y santificarla" (Catecismo, 1999);
  • "es una participación en la vida de Dios" (Catecismo, 1997; cfr. II Petr 1,4), que nos diviniza (cfr. Catecismo, 1999);
  • es, por tanto, uña nueva vida, sobrenatural; como un nuevo nacimiento por el que somos constituidos en hijos de Dios por adopción, partícipes de la filiación natural del Hijo: "hijos en el Hijo"406;

- nos introduce así en la intimidad de la vida trinitaria. Como hijos adoptivos, podemos llamar «Padre» a Dios, en unión con el Hijo único (cfr. Catecismo, 1997);

  • es "gracia de Cristo", porque en la situación presente —es decir, después del pecado y de la Redención obrada por Jesucristo— la gracia nos llega como participación de la gracia de Cristo (Catecismo, 1997): "De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia" (Ioann 1,16). La gracia nos configura con Cristo (cfr. Rom 8,29);
  • es "gracia del Espíritu Santo", porque es infundida en el alma por el Espíritu Santo407.

404 Esta vocación "depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios, porque sólo Él puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como las de toda creatora (cfr. I Cor 2,7-9)" (Catecismo, 1998).

405 SANTO TOMAS DE AQUINO, Summa Theologiae, II-II, q.24, a.3, ad 2.

406 CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium et spes, 22. Cfr. Rom 8,14-17; Gal 4,5-6; I loann 3,1.


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d) La gracia santificante se llama también gracia habitual porque es una disposi ción estable que perfecciona al alma por la infusión de virtudes, para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor (cfr. Catecismo, 2000)408.

La justificación

  • La primera obra de la gracia en nosotros es la justificación (cfr. Catecismo, 1989). Se llama justificación al paso del estado de pecado al estado gracia (o "de justicia", porque la gracia nos hace "justos")409.
  • La justificación tiene lugar en el Bautismo, y cada vez que Dios perdona los pecados mortales e infunde la gracia santificante (ordinariamente en el sacramento de la penitencia)410.
  • La justificación "es la obra más excelente del amor de Dios" (Catecismo, 1994; cfr. Ef 2,4-5).

La santificación

  • Dios no niega a nadie su gracia, porque quiere que todos los hombres se salven (I Tim 2,4): todos están llamados a la santidad (cfr. Mt 5,48)411.
  • La gracia "es en nosotros la fuente de la obra de santificación" (Catecismo, 1999); sana y eleva nuestra naturaleza haciéndonos capaces de obrar como hijos de Dios412, y de reproducir la imagen de Cristo (cfr. Rom 8,29): es decir, de ser, cada uno, alter Chfistus, otro Cristo. Esta semejanza con Cristo se manifiesta en las virtudes.
  • La santificación es el progreso en santidad; consiste en la unión cada vez más íntima con Dios (cfr. Catecismo, 2014), hasta llegar a ser no sólo otro Cristo sino ipse Christus, el mismo Cristo413: es decir, una sola cosa con Cristo, como miembro suyo (cfr. I Cor 12,27).

407 Todo don creado procede del Don increado, que es el Espíritu Santo. "El amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rom 5,5. Cfr. Gal 4,6).

408 Se debe distinguir entre la gracia habitual y las gracias actuales, "que designan las intervenciones divinas que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación" (cfr. ibidem).

409 "La justificación entraña el perdón de los pecados, la santificación y la renovación del hombre interior" (CONCILIO DE TRENTO: DS 1528).

410 En los adultos, este paso es fruto de la moción de Dios (gracia actual) y de la libertad del hombre. "Movido por la gracia actual, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo así el perdón y la justicia de lo alto [la gracia santificante]" (Catecismo, 1989).

411 Esta verdad ha querido recordarla el Señor, con especial fuerza y novedad, por medio de nuestro Padre, desde el 2 de octubre de 1928. La Iglesia la ha proclamado en el Concilio Vaticano II (1962-65): "Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad" (Const. Lumen gentium, 40).

412 Cfr. SANTO TOMAS DE AQUINO, Summa Theologiae, III, q.2, a.12, c.

413 Cfr. Es Cristo que pasa, 104.


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  • Para crecer en santidad es necesario cooperar libremente con la gracia, y esto requiere esfuerzo, lucha, a causa del desorden introducido por el pecado (el fomes peccati). "No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual" (Catecismo, 2015)414.
  • En consecuencia, para vencer en la lucha ascética, ante todo hay que pedir a Dios la gracia mediante la oración y la mortificación —"la oración de los sentidos"415— y recibirla en los sacramentos416.
  • La unión con Cristo sólo será definitiva en el Cielo. Hay que pedir a Dios la gracia de la perseverancia final: es decir, el don de morir en gracia de Dios (cfr. Catecismo, 2016 y 2849).

Las virtudes teologales

a) La virtud, en general, "es una disposición habitual y firme a hacer el bien" (Catecismo, 1803)417.

  • "Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad" (Catecismo, 1812). "Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos de Dios" (Catecismo, 1813)418. Las virtudes teologales son tres: fe, esperanza y caridad (cfr. I Cor 13,13).
  • La fe "es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la .Santa Iglesia nos propone" (Catecismo, 1814). Por la fe "el hombre se entrega entera y libremente a Dios"419, y se esfuerza por .conocer y hacer la voluntad de Dios: "El justo vive de la fe" (Rom 1,17)420.

— "El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella,-sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla" (Catecismo, 1816; cfr. Mt 10,32-33).

414 Pero la gracia "no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando esta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón 4d hombre" (Catecismo, 1742). Al contrario, "la gracia responde a las aspiraciones profundas de la libertad humana, y la perfecciona" {Catecismo, 2022).

En el estado actual de la naturaleza humana, herida por el pecado, la gracia es necesaria para vivir siempre de acuerdo con la ley moral natural.

415 Es Cristo que pasa, 9.

416 Para alcanzar la gracia de Dios contamos con la intercesión de nuestra Madre María Santísima, Medianera de todas las gracias, y también con la de San José, los Ángeles y los Santos. Los hijos de Dios en el Opus Dei contamos especialmente con la intercesión de nuestro Fundador, San Josemaría, a quien debemos acudir con frecuencia para que nos ayude a seguir su ejemplo de santidad.

Los vicios, son, por el contrario, hábitos morales que siguen a las obras malas, e inclinan a repetirlas y a empeorar.

418 De modo análogo a como el alma humana obra a través de sus potencias (entendimiento y voluntad), el cristiano en gracia de Dios obra a través de las virtudes teologales, que son como las potencias de la "nueva naturaleza" elevada por la gracia.

419 CONCILIO VATICANO II, Const. Dei Verbum, 5.

420 La fe se manifiesta en obras: la fe viva "actúa por la caridad" (Gal 5,6), mientras que "la fe sin obras está muerta" (Iac 2,26), aunque el don de la fe permanece en el que no ha pecado directamente contra ella (cfr. CONCILIO DE TRENTO: DS 1545).

Los pecados contra la fe se estudian en el tema 31, n. 3.


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d) La esperanza "es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras tuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo" (Catecismo, 1817)421.

e) La caridad "es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios" (Catecismo, 1822). Este es el mandamiento nuevo de Jesucristo: "que os améis unos a otros como yo os he amado" (Ioann 15,12)422.

Las virtudes humanas

a) "Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena" (Catecismo, 1804).

  • Las virtudes humanas "se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos" (Catecismo, 1804)423.
  • Entre las virtudes humanas hay cuatro llamadas cardinales porque todas las demás se agrupan en torno a ellas. Son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza (cfr. Catecismo, 1805).

La prudencia "es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo" (Catecismo, 1806). Es la "regla recta de la acción"424.

La justicia "es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido" (Catecismo, 1807)425.

421 Cfr. Hebr 10,23; Tit 3,6-7.

"La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre" (Catecismo, 1818): lo purifica y lo eleva; protege del desaliento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna; preserva del egoísmo y conduce a la alegría (cfr. ibidem).

Debemos esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cfr. Rom 8,28-30) y hacen su voluntad (cfr. M 7,21), seguros de que con la gracia de Dios podemos "perseverar hasta el fin" (cfr. Mt 10,22) (cfr. Catecismo, 1821).

422 La caridad es superior a todas las virtudes (cfr. / Cor 13,13). "Si no tengo caridad, nada soy... nada me sirve" (I Cor 13,1-3).

"El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad" (Catecismo, 1827). Es la forma de todas tus virtudes: las "informa" o "vivifica", porque las orienta al amor de Dios; sin la caridad, las demás virtudes estén muertas.

La caridad purifica nuestra facultad humana de amar y la eleva a la perfección sobrenatural del amor divino (cfr. Catecismo, 1827). Hay un orden en la caridad. La caridad se manifiesta también en la corrección fraterna (cfr. Catecismo, 1829).

423 Como se explicará en el apartado siguiente, el cristiano desarrolla estas virtudes con la ayuda de la gracia de Dios que, al sanar la naturaleza, da tuerza para practicarlas, y las ordena a un fin mas alto.

424 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, II-II, q.47, a.2, c.

Lleva a juzgar rectamente sobre el modo de obrar no retrae de la acción. "No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es llamada «auriga virtutum»: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar" (Catecismo, 1806).


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  • La fortaleza "es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa" (Catecismo, 1808)426.
  • La templanza "es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos" (Catecismo, 1809). La persona templada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, y no se deja arrastrar por las pasiones (cfr. Sir 18,30). En el Nuevo Testamento es llamada "moderación " o "sobriedad" (cfr. Catecismo, 1809).

d) Con respecto a las virtudes morales, se afirma que in medio virtus. Esto significa que la virtud moral consiste en un medio entre un defecto y un exceso427. In medio virius no es una llamada a la mediocridad. La virtud no es el término medio entre dos o más vicios, sino la rectitud de la voluntad que —como una cumbre— se opone a todos los abismos que son los vicios428.

Las virtudes y la gracia. Las virtudes cristianas

  • Las heridas dejadas por el pecado original en la naturaleza humana dificultan la adquisición y el ejercicio de las virtudes humanas (cfr. Catecismo, 1811)429. Para adquirirlas y practicarlas, el cristiano cuenta con la gracia de Dios que sana la naturaleza humana.
  • La gracia, además, al elevar la naturaleza humana a participar de la naturaleza divina, eleva esas virtudes al plano sobrenatural (cfr. Catecismo, 1810), llevando a la persona humana a actuar según la recta razón iluminada por la fe: en una palabra, a imitar a Cristo. De este modo, las virtudes humanas llegan a ser virtudes cristianas430.

425 El hombre no puede dar a Dios lo que le debe o lo justo en sentido estricto. Por eso, la justicia para con Dios se llama más propiamente «virtud de la religión», "puesto que a Dios le basta con que cumplamos a medida de nuestras posibilidades" (SANTO TOMAS DE AQUINO, Summa Theologiae, II-II, q.57, a.l, ad 3).

426 "En el mundo tendréis tribulación. Pero confiad: Yo he vencido al mundo" (loann 16,33).

427 Por ejemplo, la laboriosidad consiste en trabajar todo lo que se debe, que es un medio entre un menos y un más. Se opone a la laboriosidad trabajar menos de lo debido, perder el tiempo, etc. Y también se opone trabajar sin medida, sin respetar todo lo demás que también se debe hacer (deberes de piedad, de candad, etc.).

428 El principio in medio virtus es válido sólo para las virtudes morales, las cuales tienen por objeto los medios para alcanzar el fin, y en los medios hay siempre una medida. En cambio no es válido en el caso de las virtudes teologales, que estudiamos en el apartado anterior. Estas virtudes (fe, esperanza y caridad) tienen directamente a Dios por objeto. Por eso, no cabe un exceso: no es posible "creer demasiado" o "esperar demasiado en Dios" o "amarle en exceso".

429 La naturaleza humana está herida por el pecado. Por esto tiene inclinaciones que no son naturales, sino consecuencia del pecado. Del mismo modo que no es natural cojear, sino consecuencia de una enfermedad, y no sería natural aunque todo el mundo cojeara, tampoco son naturales las heridas que ha dejado el pecado original y los pecados personales en el alma: tendencia a la soberbia, a la pereza, a la sensualidad, etc. Con la ayuda de la gracia y con el esfuerzo personal estas heridas se pueden ir sanando, de modo que el hombre sea y se comporte como corresponde a su naturaleza y a su condición de hijo de Dios. Esta salud se consigue por medio de las virtudes. De modo semejante, la enfermedad se agrava por los vicios.

430 En este sentido, hay una prudencia que es virtud humana, y una prudencia sobrenatural, que es virtud infundida por Dios en el alma, junto con la gracia. Para que la virtud sobrenatural pueda producir fruto —actos buenos—


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Los dones y frutos del Espíritu Santo

  • "La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo" (Catecismo, 1830)431.
  • Los dones del Espíritu Santo son (cfr. Catecismo, 1831):

1º don de sabiduría: para comprender y juzgar con acierto acerca de los designios divinos;

2º don de entendimiento: para la penetración en la verdad sobre Dios;

3º don de consejo: para juzgar y secundar en las acciones singulares los designios divinos;

4º don de fortaleza: para acometer las dificultades en la vida cristiana;

5º don de ciencia: para conocer la ordenación de las cosas creadas a Dios;

6º don de piedad: para comportamos como hijos de Dios y como hermanos de nuestros hermanos los hombres, siendo otros Cristos;

7º don de temor de Dios: para rechazar todo lo que pueda ofender a Dios, como un hijo rechaza, por amor, lo que puede ofender a su padre.

c) Los frutos del Espíritu Santo "son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna" (Catecismo, 1832). Son actos que la acción del Espíritu Santo produce habitualmente en el alma.

— La tradición de la Iglesia enumera doce: "caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad" (Gal 5,22-23).

Influencia de las pasiones en la vida moral

a) Por la unión sustancial del alma y del cuerpo, nuestra vida espiritual —el conocimiento intelectual y el libre querer de la voluntad— se encuentra bajo el influjo (para bien o para mal) de la sensibilidad. Este influjo se manifiesta en las pasiones que son "impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o a no obrar en razón de lo que es sen-

necesita la correspondiente virtud humana (esto mismo sucede con las demás virtudes cardinales: la virtud sobrena tural de la justicia, requiere la virtud humana de la justicia; y lo mismo la fortaleza y la templanza). Dicho de otra manera, la perfección cristiana —la santidad— exige y comporta la perfección humana.

431 En la clase nº 7 se mencionó este tema. Aquí se puede añadir, para ayudar a comprender la función de los Dones del Espíritu Santo en la vida moral, la siguiente explicación clásica: así como la naturaleza humana tiene unas potencias (inteligencia y voluntad) que permiten realizar las operaciones de entender y querer, así la naturaleza elevada por la gracia tiene unas potencias que le permiten realizar actos sobrenaturales. Estas potencias son las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). Son como los remos de una barca, que permiten avanzar en dirección al fin sobrenatural. Sin embargo, este fin nos supera de tal modo, que no bastan las virtudes teologales para llegar a alcanzarlo. Dios concede, junto con la gracia, los dones del Espíritu Santo, que son nuevas perfecciones del alma que permiten que sea movida por el mismo Espíritu Santo. Son como la vela de una barca, que le permite avanzar con el soplo del viento. Los dones nos perfeccionan en orden a hacemos más dóciles a la acción del Espíritu Santo, que se convierte así en motor de nuestro obrar.


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tido o imaginado como bueno o como malo" (Catecismo, 1763). Las pasiones son mo vimientos del apetito sensible (irascible y concupiscible). Se pueden llamar también, en sentido amplio, "sentimientos" o "emociones .

  • Son pasiones, por ejemplo, el amor, la ira, el temor, etc. "La más fundamental es el amor despertado por la atracción del bien. El amor causa el deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en el placer y el gozo del bien poseído. La aprehensión del mal causa el odio, la aversión y el temor ante el mal que puede sobrevenir. Este movimiento culmina en la tristeza a causa del mal presente o en la ira que se opone a él" (Catecismo, 1765).
  • Las pasiones influyen mucho en la vida moral. "En sí mismas, no son buenas ni malas" (Catecismo, 1767). "Son moralmente buenas cuando contribuyen a una acción buena, y malas en el caso contrario" (Catecismo, 1768)433.

d) Pertenece a la perfección humana el que las pasiones estén reguladas por la razón y dominadas por la voluntad434. Después del pecado original, las pasiones no se encuentran sometidas al imperio de la razón, y con frecuencia inclinan a realizar lo que no es bueno435. Para encauzarlas habitualmente al bien se necesita la ayuda de la gracia, que sana las heridas del pecado, y la lucha ascética.

e) La voluntad, si es buena, utiliza las pasiones ordenándolas al bien436. En cambio, la mala voluntad, que sigue al egoísmo, sucumbe a las pasiones desordenadas o las usa para el mal (cfr. Catecismo, 1768).

Bibliografía básica:

Catecismo de la Iglesia Católica, 1762-1770,1803-1832 y 1987-2005.

Lecturas recomendadas:

Homilía "Virtudes humanas", en Amigos de Dios, nn. 73-92.

Cuadernos 2, (Sobre la vida cristiana): "El auxilio divino en la vida moral", pp. 112-125.

432 Hay que tener en cuenta que también se habla de "sentimientos" o "emociones" suprasensibles o espirituales, que no son propiamente "pasiones" porque no conllevan movimientos del apetito sensible.

433 Por ejemplo, hay una ira buena, que se indigna ante el mal, y también hay una ira mala, descontrolada o que impulsa al mal (como sucede en la venganza); hay temor bueno y hay un temor malo, que paraliza para hacer el bien; etc.

434 Cfr. SANTO TOMAS DE AQUINO, Summa Theologiae, I-II q.24, aa. 1 y 3.

435 En ocasiones pueden dominar de tal modo a la persona, que la responsabilidad moral se reduce al mínimo.

436 "La perfección moral consiste en que el hombre no sea movido al bien sólo por su voluntad, sino también por su apetito sensible según estas palabras del salmo: «Mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo» (Ps 84,3)" (Catecismo, 1770). "Las pasiones son malas si el amor es malo, buenas si es bueno" (SAN AGUSTÍN, De civitate Dei, 14,7).

LA PERSONA Y LA SOCIEDAD

El fin último y la dignidad de la persona humana437

a) Dios, causa primera de todo lo creado, es también el último fin. Todas las criaturas tienen como fin dar gloria a Dios. Las criaturas irracionales tienden al último fin de un modo necesario. Pero el hombre, en virtud de su alma y de sus potencias espirituales de entendimiento y de voluntad, está dotado de libertad y debe dirigirse libremente hacia Dios (cfr. Catecismo, 1705). Ha sido creado para conocer y amar a Dios, y en este conocimiento y en este amor —que será pleno en la gloria— encuentra su felicidad438.

b) Dios ha querido destinar al hombre gratuitamente a un fin sobrenatural, que es la visión beatífica: ver a Dios cara a cara, participando de la vida íntima de la Santísima Trinidad. Para dirigirse a este fin el hombre necesita la gracia, que eleva la naturaleza humana439.

c) El hombre, herido en su naturaleza por el pecado original, está sujeto al error e inclinado al mal, aunque conserva el deseo del bien (cfr. Catecismo, 1707). Para conducirnos al fin sobrenatural, Dios nos concede su ayuda mediante la ley y la gracia (cfr. Catecismo, 1949). Ilumina el camino revelando la ley moral que se había oscurecido en el corazón del hombre; y nos da la fuerza para recorrerlo mediante la gracia sobrenatural, que no sólo eleva sino que sana nuestra naturaleza. Estos dones nos los ha alcanza­do Cristo.

d) La persona humana es "la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma"440. "No es solamente algo, sino alguien" (Catecismo, 357). Por eso, nunca se puede "considerar a las personas como simples medios para un fin" (Catecismo, 1887).

437 En este apartado se recuerdan sintéticamente algunas cuestiones que se han tratado con más detalle en los temas 26 y 28.

438 Vid. tema 26, n.l. El hombre debe glorificar a Dios en todas las cosas y en todos los actos de su vida: Deo omnis gloria! (cfr. Camino, 780 y 783). En esto consiste la rectitud de intención.

439 Vid. tema 28, n.l.

440 CONCILIO VATICANO II, Const. Gaudium et spes, 24.


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Carácter social de la persona

  • El hombre está llamado a manifestar la imagen de Dios441. Pero Dios es "unidad en la Trinidad: es unidad en la comunión"442. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo —un solo Dios en la unidad de la divinidad— existen como personas por las inescrutables relaciones divinas443. De ahí que ser persona a imagen y semejanza de Dios comporta también existir en relación a otro, a los demás444. "Decir que el hombre ha sido creado a imagen de este Dios quiere decir también que el hombre está llamado a existir «para» los demás, a convertirse en un don"445; esto es, que está llamado a existir no sólo «con» los demás o «junto» a los demás, sino «para» los demás, lo que implica servir, amar. Así crece en la persona la imagen de Dios, que "es Amor" (I Ioann 4,16)446. Sólo así la persona humana puede alcanzar su propia plenitud447.
  • Todas las personas poseen una misma naturaleza, y un mismo origen, han sido redimidos por Cristo y llamados a participar en la misma bienaventuranza divina: "todos gozan por tanto de una misma dignidad" (Catecismo, 1934). Junto a esta igualdad hay también diferencias entre unos y otros. "Estas diferencias pertenecen al plan de Dios, que quiere que cada uno reciba de otro aquello que necesita, y que quienes disponen de «talentos» particulares comuniquen sus beneficios a los que los necesiten" (Catecismo, 1937).
  • "La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para ella algo sobreañadido sino una exigencia de su naturaleza. Por el intercambio con otros, la reciprocidad de servicios y el diálogo con sus hermanos, el hombre desarrolla sus capacidades; así responde a su vocación" (Catecismo, 1879)448. "La libertad humana se envilece cuando el hombre, cediendo a una vida demasiado fácil, se encierra como en una dorada soledad"449.

La sociedad

a) La vocación del hombre a manifestar la imagen de Dios es personal, pero concierne también a la vida social (Catecismo, 1877)450. En efecto, "todos los hombres son llamados al mismo fin: Dios. Existe cierta semejanza entre la unión de las personas

441 Esto equivale a decir que la vocación del hombre es ser cada vez más conforme con Cristo (cfr. II Cor 3,4; Rom 8,29), ya que, "en Cristo, «imagen del Dios invisible» (Col 1,15), el hombre ha sido creado «a imagen y semejan­za» del Creador"; y "en Cristo, Redentor y Salvador, la imagen divina alterada en el hombre por el primer pecado ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios" (Catecismo, 1701).

442 JUAN PABLO II, Carta Mulieris dignitatem, 15-VIII-88, n. 7.

443 Ibidem.

444 Cfr. ibidem.

445 Ibidem.

446 De este modo el cristiano se identifica con Cristo, que se entregó totalmente por nosotros. "Dar la vida por los demás. Sólo así se vive la vida de Jesucristo y nos hacemos una misma cosa con Él" (Vía Crucis, XIV estación).

447 El hombre "no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás" (CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium et spes, 25).

448 Cfr.lbidem.

449 Ibidem, 31.

450 La imagen divina en el hombre también "resplandece en la comunión de las personas a semejanza de la unión de las personas divinas entre sí" (Catecismo, 1702).


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divinas y la fraternidad que los hombres deben instaurar entre ellos, en la verdad y el amor" (Catecismo, 1878).

  • "Una sociedad es un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por un principio de unidad que supera a cada una de ellas" (Catecismo, 1880). "Algunas sociedades, como la familia y la sociedad civil, corresponden más inmediatamente a la naturaleza del hombre y le son necesarias" (Catecismo, 1882). La creación de sociedades de libre iniciativa responde a una tendencia natural de la persona a la socialización; es un medio para desarrollar sus cualidades que, como tal, se ha de favorecer (cfr. Catecismo, 1882).
  • Cada sociedad se define por su fin y tiene sus reglas específicas, pero "el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana"451 . Al mismo tiempo, cada persona "tiene deberes para con las comunidades de que forma parte y está obligada a respetar a las autoridades encargadas del bien común de las mismas" (Catecismo, 1880).
  • Principio de subsidiariedad: "una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándole de sus competencias, sino que más bien debe sostenerle en caso de necesidad y ayudarle a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común"452.
  • A causa de los pecados de los hombres, se llegan a generar en la sociedad estructuras injustas o estructuras de pecado453. Se llaman de este modo porque hacen más difícil la práctica de la virtud y más fáciles los pecados personales —contra la justicia, la caridad, la castidad, etc.—, y se oponen en sí mismas al recto orden de la sociedad. Pueden ser costumbres inmorales generalizadas (como la corrupción de funcionarios públicos), o de leyes injustas (como las leyes sobre el aborto), etc.454. Estas estructuras de pecado deben ser eliminadas y sustituidas por estructuras justas. Es una tarea que corresponde especialmente a los fieles laicos, que están llamados a santificar el mundo desde dentro455.

451 CONCILIO VATICANO II, Const. Gaudium et spes, 25; cfr. Catecismo, 1881.

452 JUAN PABLO II, Enc. Centesimus annus, (l-V-91), 48. Cfr. Catecismo, 1883.

"El principio de subsidiariedad se opone a toda forma de colectivismo. Traza los límites de la intervención del Estado. Intenta armonizar las relaciones entre individuos y sociedad. Tiende a instaurar un verdadero orden internacional" (Catecismo, 1883).

Dios "entrega a cada criatura las funciones que es capaz de ejercer, según las capacidades de su naturaleza. Este modo de gobierno debe ser imitado en la vida social. El comportamiento de Dios en el gobierno del mundo, que manifiesta tanto respeto a la libertad humana, debe inspirar la sabiduría de los que gobiernan las comunidades humanas. Estos deben comportarse como ministros de la providencia divina" (Catecismo, 1884).

453 Cfr. Juan Pablo II, Enc. Sollicitudo rei socialis, (30-XII-87), 36.

434 "La Iglesia, cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos colectivos (...), sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales. Se trata de pecados personalismos de quien genera o favorece la iniquidad o la aprovecha; de quien, pudiendo hacer algo por evitar, eliminar, o, al menos, limitar determinados males sociales, omite el hacerlo por pereza, miedo y encubrimiento, por complicidad solapada o por indiferencia; de quien busca refugio en la presunta imposibilidad de cambiar el mundo; y también de quien pretende ahorrarse la fatiga y el sacrificio" (JUAN PABLO II, Ex. ap. Reconciliatio et paenitentia, (2-XII-1984), 16).

455 Cfr. CONCILIO VATICANO II, Const. Lumen gentium, 31; JUAN PABLO II, Ex. ap. Christifideles laici, (30-XII-88), 15-16.

Se trata, generalmente, de un proceso, no de un cambio instantáneo, lo cual comporta que los fieles laicos muchas veces tendrán que convivir con esas estructuras y sufrir sus consecuencias, sin dejarse corromper y sin


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— Para que haya estructuras justas ha de haber hombres justos456. La santidad de los fieles "promueve en la sociedad terrena un nivel de vida más humano"457. "Dios quiere un puñado de hombres «suyos» en cada actividad humana. —Después... «pax Christi in regno Christi» —la paz de Cristo en el reino de Cristo"458.

— El empeño por vivir con coherencia las normas de moral profesional, además de ser condición necesaria para santificar el trabajo profesional, es un medio de capital importancia para cristianizar las relaciones profesionales y la entera sociedad desde dentro459.

La autoridad460

a) "Toda comunidad humana necesita de una autoridad que la gobierne. Esta tiene su fundamento en la naturaleza humana. Es necesaria para la unidad de la sociedad. Su misión consiste en asegurar en cuanto sea posible el bien común de la sociedad" (Catecismo, 1898).

  • "La autoridad exigida por el orden moral emana de Dios" (Catecismo, 1899; cfr. Rom 13,1). Pero "la determinación del régimen y la designación de los gobernantes han de dejarse a la libre voluntad de los ciudadanos"461.
  • En cuanto a los sistemas políticos, "la Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas", y les permite "elegir y controlar a sus gobernantes"462. La ordenación democrática del Estado es parte del bien común. Pero "el valor de la democracia se mantiene o cae con los valores que encarna y promueve: fundamentales e imprescindibles son ciertamente la dignidad de cada persona humana, el respeto de sus derechos inviolables"463. "Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo"464.
  • "La autoridad no saca de sí misma su legitimidad moral. No debe comportarse de manera despótica, sino actuar para el bien común" (Catecismo, 1902). Debe practicar la justicia distributiva, evitando el favoritismo y todo interés personal contrario al bien común (cfr. Catecismo, 2236).

—"La autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común y si, para alcanzarlo, emplea medios moralmente lícitos. Si los gobernantes proclamasen leyes in-

perder el empeño por cambiarlas (cfr. JUAN PABLO II, Enc. Centesimus annus, (l-V-91), 38). Conviene meditar las palabras del Señor: "No te pido que los saques del mundo sino que los preserves del mal" (loann 17,15).

456 "No puede haber una nueva humanidad si antes no hay hombres nuevos, de la novedad del Bautismo" (PABLO VI, Ex. ap. Evangelii nuntiandi, (8-XU-75), 18. Cfr. CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium el spes, 30).

457 CONCILIO VATICANO II, Const Lumen gentium, 40.

458 Camino, 301. Nuestro Fundador repetía muchas veces como jaculatoria "Regnare Christum volumus" (cfr., por ejemplo, Surco, 292).

459 Cfr. JUAN PABLO II, Enc. Centesimus annus, (l-V-1991), 38.

460 Sobre este tema se habla también en la clase 33, n. 7, desde el punto de vista del 42 Mandamiento.

461 CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium et spes, 74; cfr. Catecismo, 1901.

462 JUAN PABLO II, Enc. Centesimus annus, (l-V-91), 46.

463 JUAN PABLO II, Enc. Evangelium vitae, (25-III-95), 70. El Papa se refiere en particular al derecho de cada ser humano inocente a la vida, al que se oponen las leyes del aborto.

464 JUAN PABLO II, Enc. Centesimus annus, (l-V-91), 46.


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justas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no pueden obligar en conciencia" (Catecismo, 1903)465. "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Act 5,29).

e) "Si la autoridad pública puede, a veces, renunciar a reprimir aquello que provocaría, en caso de estar prohibido, un daño más grave466, sin embargo nunca puede legitimar, como derecho de los individuos —aunque éstos fueran la mayoría de los miembros de la sociedad—, la ofensa infligida a otras personas mediante la negación de un derecho suyo tan fundamental como el de la vida"467.

El bien común

  • "Conforme a la naturaleza social del hombre, el bien de cada uno está necesariamente relacionado con el bien común" (Catecismo, 1905). "El bien común está siempre orientado hacia el progreso de las personas" (Catecismo, 1912)468.
  • Por bien común se debe entender "el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección"469.
  • El bien común comporta "tres elementos esenciales" (Catecismo, 1906):
  • respetar a la persona y a su libertad470: el bien de la persona —y, por tanto, el bien común— no es sólo de orden material sino también espiritual;
  • procurar el bienestar social y el desarrollo humano integral471;
  • promover la paz, es decir, "la estabilidad y la seguridad de un orden justo" (Catecismo, 1909)472.

d) El ámbito del bien común no es sólo la ciudad o el país. Existe un bien común universal. Para promoverlo se requiere "una organización de la comunidad de naciones" (Catecismo, 1911).

465 Cfr. tema 26, n.5.

466 Cfr. SANTO TOMAS DE AQUINO, Summa Theologiae, I-II, q.96, a.2, c. En esto consiste la tolerancia.

467 JUAN PABLO II, Enc. Evangelium vitae, (25-HI-95), 71.

468 Concretamente, "el orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario" (CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium et spes, 26).

469 Ibidem; cfr. Catecismo, 1906.

470 "En nombre del bien común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana. En particular, el bien común reside en las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son indispensables para el desarrollo de la vocación humana" (Catecismo, 1907).

471 La autoridad, respetando el principio de subsidiariedad y promoviendo la iniciativa privada, debe procurar que cada uno disponga de lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educación y cultura, información adecuada, etc. (cfr. Catecismo, 1908 y 2211).

472 La paz no es sólo ausencia de guerra. La paz no puede alcanzarse sin la salvaguardia de los bienes de las personas, y el respeto de su dignidad (cfr. Catecismo, 2304). La paz es la "tranquilidad del orden" (SAN AGUSTÍN, De civitate Dei, 19,13). Es obra de la justicia (cfr. Is 32,17).

La autoridad debe procurar, por medios lícitos, la seguridad de la sociedad y de sus miembros. "El bien común fundamenta el derecho a la legítima defensa individual y colectiva" (Catecismo, 1909).


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Participación en la vida pública

a) Participar en la promoción del bien común, cada uno según el lugar que ocupa y el papel que desempeña, es un "deber inherente a la dignidad de la persona humana" (Catecismo, 1913). “Nadie se debe conformar con una ética meramente individualista”473.

b) Esta participación se realiza, ante todo, por medio del cumplimiento responsable de los propios deberes familiares y profesionales (cfr. Catecismo, 1914) y de las obligaciones de justicia legal (como, por ejemplo, el pago de impuestos)474. También se realiza mediante la práctica de las virtudes, especialmente de la solidaridad475.

c) Además, "los ciudadanos deben cuanto sea posible tomar parte activa en la vida pública" (Catecismo, 1915). La iniciativa de los fieles laicos es particularmente necesaria para lograr "que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas" (Catecismo, 899).

— "No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir directamente en la actividad política y en la organización de la vida social. Esta tarea forma parte de la vocación de los fieles laicos, que actúan por su propia iniciativa con sus conciudadanos. La acción social puede implicar una pluralidad de vías concretas" (Catecismo, 2442).

d) Justicia y caridad: solamente con la justicia no es posible resolver los problemas de la sociedad. "Pide mucho más la dignidad del hombre, que es hijo de Dios. La caridad ha de ir dentro y al lado, porque lo dulcifica todo, lo deifica"476.

Bibliografía básica:

Catecismo de la Iglesia Católica, 1877-1917.

Lecturas recomendadas:

Homilía "Cristo Rey", en Es Cristo que pasa, nn. 179-187.

Cuadernos 2, (Sobre la vida cristiana): "Aspectos sociales de la vida moral (I) y (II)", pp. 65-81.

473 CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium el spes, 30.

474 La justicia legal es la virtud que inclina a la persona a dar lo que el ciudadano debe equitativamente a la comunidad (cfr. Catecismo, 2411).

"La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exige moralmente el pago de los impuestos" (Catecismo, 2240). "El fraude y otros subterfugios mediante los cuales algunos escapan a la obligación de la ley y a las prescripciones del deber social deben ser firmemente condenados por incompatibles con las exigencias de la justicia" (Catecismo, 1916).

475 Vid. tema 36, n.2 e).

476 Amigos de Dios, 172. La caridad "es como un generoso desorbitarse de la justicia" (ibidem, 173). Vid. tema 36, n.6.