Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado III 25

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APARTADO III Charla nº 25

Fortaleza

Militia est vita hominis super terram (Iob 7,1). La vida es lucha; hacer el bien -veritatem facientes in caritate- es, de ordinario, cosa ardua. "El Reino de los Cielos se alcanza a viva fuerza, y los que se la hacen son los que lo arrebatan" (Mt 11,12). La santidad que Dios nos pide es "no sólo eximia, sino heroica". El mundo, el demonio y la carne, acechan. "No somos plantas de invernadero. Hemos de estar a todos los vientos, al calor y al frío. y a la lluvia y a los ciclones" (De nuestro Padre). Es indispensable la fortaleza: la necesitamos para poder vivir cualquiera de las demás virtudes

La realidad patente de nuestra debilidad natural no debe rendirnos, porque contamos con la virtud infusa de la fortaleza, y con él correspondiente don del Espíritu Santo. Aun siendo humanamente débiles, poca cosa, podemos así ser valientes, fuertes, por la gracia: "cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Cor 12,10). Pero se necesita la correspondencia, el esfuerzo personal, la lucha por ser recios, hombres o mujeres cabales, de una pieza.

3- "A las almas les hace falta fortaleza, no podemos ser blandengues. Con el que es como un merengue ¿qué hago yo? ¡Necesito barras de hierro!" (De nuestro Padre). "No me seas flojo, blando. -Ya es hora de que rechaces esa extraña compasión que sientes de ti mismo" (Camino, n. 193). A pesar de todo, la naturaleza humana es capaz de soportar grandes pesos, sufrir grandes dolores y trabajos. Con la gracia de Dios, las posibilidades se amplían extraordinariamente. "Reciedumbre que no es soberbia, sino virtud cardinal de fortaleza (...) Hemos de ser, como hijos de Dios, varones de deseos y de realidades" (De nuestro Padre).

Fuerte ha de ser el hijo de Dios para emprender la tarea de su santidad, y para reemprenderla en cada una de sus etapas, y para afrontar las labores apostólicas. Hay que cumplir la voluntad de Dios, en cada tiempo, en cada jornada, en cada minuto -desde el primero de la mañana, minuto heroico-, por difícil que se presente ese cumplimiento.

¿A dónde iremos a buscar la fortaleza que necesitamos? Tu es. Deus, fortitudo mea (Ps 42,2). "Yo quiero que te llenes de seguridad, que te persuadas de que, si quieres -como Dios te oye, te ama, te promete la gloria- tú, protegido por esta malla invisible, que es una gran coraza, de las Normas, del espíritu, de las Costumbres, del trabajo de nuestra Obra, te dispones a ser un hombre lleno de fortaleza, te dispones a ser un gran medio para extender la Obra de Dios en el mundo" (De nuestro Padre). Para ser fuertes, tratar a Cristo: "Jesucristo crucificado es la fuerza de Dios" (1 Cor 1,23); a la Virgen Santísima "al pie de la Cruz, con el mayor dolor humano -no hay dolor como su dolor-,

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llena de fortaleza" (Camino, n. 508): con ellos, possumus! Acudir a la intercesión de nuestro Padre.

6. Hemos de comportarnos siempre, también en las relaciones sociales y profesionales, siendo hombres o mujeres de carácter. "Voluntad. -Energía. -Ejemplo. -Lo que hay que hacer, se hace... Sin vacilar... Sin miramientos..." (Camino, n. 11). "Ríete del ridículo" (Ibid., n. 390). Así, ni las dificultades, ni el ambiente podrán apartarnos de la fe, del camino ni de nuestra misión de apóstoles.

7. Fortes in fide: fuertes con la fortaleza que da la fe. "Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe" (1 Ioh 5,4). "Todo es posible para el que cree" (Mc 9,22). Al mismo tiempo, la fe ha de ser sostenida por la fortaleza, para realizar sus exigencias tanto en la vida personal como en la social; para confesar la fe: "A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos, pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos" (Mt 10,32-33).

8. "Nuestra fe es divina, es una -como uno es Dios- y este hecho trae como consecuencia que, o se defienden todos sus puntos con firme coherencia, o se deberá renunciar, tarde o temprano, a profesarla: porque es seguro que, una vez practicada una brecha en la ciudad, toda ella está en peligro de rendirse. Defenderéis, pues, lo que la Iglesia indica, porque es Ella la única Maestra en estas verdades divinas; y lo defenderéis con el ejemplo, con la palabra, con vuestros escritos, con todos los medios nobles que estén a vuestro alcance" (De nuestro Padre).

9. Intransigencia en la doctrina; Camino, n. 393, 394, 395, 398- Comprensión con las personas: Camino, n. 396, 397. Veritatem facientes in caritate. La violencia no es apta para vencer ni para convencer.

"La obediencia a la Iglesia y al Romano Pontífice nos dará seguridad y firmeza, en los principios intangibles de la fe y de la moral: esta docilidad nuestra es parte de nuestro común denominador. En cambio, cuando se trata de doctrinas opinables, cada uno de mis hijos puede y debe formar su criterio personal; pero un criterio sin tozudez, que se sepa modificar, cuando aparecen nuevos razonamientos que rectifican el modo de plantear el problema de que se trate" (De nuestro Padre). Hay que distinguir "entre la verdad y la opinión; entre la firmeza con que se deben defender las verdades centrales de las que pende toda la existencia humana, y la firmeza con que es prudente sostener los juicios sobre asuntos más marginales, cuando no mudables. No es la misma la autoridad del dogma definido por el Magisterio de la Iglesia, que la de una sentencia defendida por alguno o por algunos teólogos; ni se puede confundir la actitud ortodoxa, que lleva a custodiar la tradición de la Iglesia, con el cerrilismo de quien se niega a aceptar todo progreso" (De nuestro Padre).

"Convenceos, y suscitad en los demás el convencimiento, de que los cristianos hemos de navegar contra corriente. No

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os dejéis llevar de falsas ilusiones. Pensadlo bien: contra corriente anduvo Jesús, contra corriente fueron Pedro y los otros primeros, y cuantos -a lo largo de los siglos- han querido ser constantes discípulos del Maestro. Tened, pues, la firme persuasión de que no es la doctrina de Jesús la que se debe adaptar a los tiempos, sino que son los tiempos los que han de abrirse a la luz del Salvador" (De nuestro Padre).

12. Hemos de hacernos todo con todos para salvarlos a todos; adaptarnos a las legítimas costumbres, maneras de ser, etc., dé otras personas. Esta manifestación de la caridad de Cristo ha de permanecer justamente -sería absurdo lo contrario- dentro de los límites de la misma caridad: "No os dejéis arrastrar por el ambiente. Llevad vosotros el ambiente de Cristo a todos los lugares. Preocupaos de marcar la huella de Dios, con caridad, con cariño, con claridad de doctrina, en todas las criaturas que se crucen en vuestro camino. No permitáis que el espejismo de la novedad arranque, de vuestra alma, la piedad. La verdad de Dios es eternamente joven y nueva. Cristo no se queda jamás anticuado: Iesus Christus heri et hodie, ipse et in saecula (Heb 13,8)" (De nuestro Padre).Como las vírgenes prudentes, hemos de tener la fortaleza de no poner en peligro nuestro camino, por razones de una equivocada caridad: como nos enseñó nuestro Padre, podemos llegar, por salvar a un alma, hasta las puertas del infierno; más allá no, porque no cabe amar a Dios.