Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado IV 6

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6. LA CREACIÓN


Importancia de este tema

  • La doctrina sobre la creación "reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: da respuesta a las preguntas básicas que los hombres de todos los tiempos se formulan: ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? (...) ¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?" (Catecismo, 282)85.
  • La inteligencia humana, aunque oscurecida y desfigurada por el error, puede llegar a conocer la existencia de Dios como fundamento de todo ser, como principio y fin de todas las cosas86. Sin embargo, a lo largo de la historia se han dado respuestas equivocadas sobre las relaciones entre Dios y el mundo, como el panteísmo, el deísmo, el materialismo, y otras87. La Revelación divina viene a confirmar y a esclarecer la razón para entender esta verdad (Catecismo, 286); y también a elevarla por encima de sus posibilidades, manifestando verdades sobre Dios que superan lo que la razón podría alcanzar por sí misma.
  • Los tres primeros capítulos del Génesis tienen gran importancia en este tema, porque ahí "se expresan las verdades de la creación, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la vocación del hombre, y finalmente, del drama del pecado y de la esperanza de la salvación" (Catecismo, 289)88.

85 La respuesta a estas preguntas no podrá llegar nunca de las ciencias particulares, sino de un saber filosófico, capaz de abarcar las distintas facetas de la existencia humana (cfr. CONCILIO VATICANO II, Const. Gaudium et spes, 10).

86 Vid. tema 1, n. 1. Cfr. DS 276S, 3004,3026, 3538; cfr. Catecismo, 286. Esta posibilidad de la razón humana de llegar a reconocer a Dios Creador a partir de las cosas creadas, está atestiguada por la Sagrada Escritura (cfr. Sap 13,1-8; Rom 1,18-20).

87 Cfr. DS, 3021-3025; Catecismo 285.

88 Otros textos bíblicos de gran importancia sobre la relación entre Dios y sus criaturas se encuentran en los salmos (cfr. Ps 8,1040, en el libro del Eclesiástico (Sir, cap. 42 y 43), en el libro de Job (cap. 38 y 39), en los Proverbios (cap. 8), en el libro de la Sabiduría (cap. 7), etc. En el Nuevo Testamento, cfr. loann, 1; Ephes, 1; Colos, 1; etc.


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Todo el universo ha sido creado por Dios89

a) Dios ha creado el mundo en el principio y de la nada.

  • "En el principio Dios creó el Cielo y la tierra" (Gen 1,1). "Tres cosas se afirman en estas primeras palabras de la Escritura: que Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de Él; que sólo Él es creador (porque en la Sagrada Escritura el verbo «crear» tiene siempre como sujeto a Dios); que la totalidad de lo que existe (expresada por las palabras «el cielo y la tierra») depende de Aquel que le da el ser" (Catecismo, 290).
  • Sólo Dios puede crear, que es producir las cosas ex nihilo, de la nada, y no a partir de algo preexistente; para esto se requiere una potencia activa infinita, que sólo a Dios corresponde (cfr. Catecismo, 296-298)90.
  • "La creación es obra común de la Santísima Trinidad" (Catecismo, 292). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son el principio único e indivisible de la creación91.
  • Dios creó el mundo para manifestar y comunicar su gloria. La gloria para la que Dios creó a sus criaturas consiste en que tengan parte en su Verdad, su Bondad y su Belleza; su gloria es nuestra felicidad (cfr. Catecismo, 294).
  • Dios ha creado el mundo libremente: no es una "emanación" necesaria de Dios. "No es producto de una necesidad, ni de un destino ciego ni del azar" (Catecismo, 295). Dios ha creado para hacer a las criaturas partícipes de su sabiduría y de su bondad (cfr. ibidem).
  • Bondad de la creación: el mundo es bueno, porque ha sido creado por Dios: "Vio Dios que era muy bueno cuanto había hecho" (Gen 1,31). "La Iglesia ha debido defender, en repetidas ocasiones, la bondad de la creación, comprendida la del mundo material" (Catecismo, 299).
  • Presencia de Dios en las criaturas: Dios trasciende la creación, "es infinitamente más grande que todas sus obras" (Catecismo, 300), y a la vez "porque es causa primera de todo lo que existe, está presente en lo más último de sus criaturas" (Catecismo,

89 Para exponer con profundidad la verdad sobre la creación tiene gran importancia la metafísica del ser, en particular para entender la relación entre Dios y las criaturas; la transcendencia de Dios con respecto al mundo y su presencia en las cosas creadas; la relación entre causa primera y causas segundas, entre creación y tiempo; y la armonía entre creación y evolución.

90 La creación de la nada implica que también el mismo tiempo ha sido creado: no hay un antes con respecto a la obra creadora. La razón humana, de todas maneras, no puede demostrar que el mundo haya tenido un inicio temporal, ni tampoco negarlo.

91 Esta obra de Dios se "apropia" al Padre no porque sea obra exclusivamente suya, sino por su congruencia con lo que es propio de la Primera Persona de la Santísima Trinidad: el ser principio sin principio.

La generación del Hijo y la procesión del Espíritu Santo se reflejan de alguna numera en la lógica de la creación (cfr. Catecismo, 291). El mundo es una cierta imagen de la gloria de Dios porque todo ha sido creado por medio del Verbo eterno (cfr. loann 1,1-3; Heb 1,2-3), y la creación misma está asociada al misterio de Cristo, Verbo encarnado (cfr. Calos 1,16-17; / Cor 8,6; Ephes 1,9-10).

La fe de la Iglesia afirma también la obra creadora del Espíritu Santo, dador de vida y fuente de todo bien. El Espíritu Santo "es amor y don (increado), del que deriva como de su fuente (fons vivus) toda donación con respecto a las criaturas: la donación de la existencia a todas las cosas mediante la creación; la donación de la gracia a los hombres mediante toda la economía de la salvación" (JUAN PABLO II, Enc. Dominum et Viviflcantem, (8-V-1986), n. 10).


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300). Esta presencia se llama de inmensidad: Dios está presente en las criaturas "por esencia, presencia y potencia"92.

g) Dependencia de Dios. "Realizada la creación, Dios no abandona su criatura a ella misma. No sólo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término. Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sabiduría y de libertad, de gozo y de confianza" (Catecismo, 301).

h) Providencia de Dios "La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada «in statu viae» ["en camino"] hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos Divina Providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección" (Catecismo, 302). "La Divina Providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia" (Catecismo, 303)93.

i) La Providencia y el mal. Para la realización de los designios de su providencia, Dios se sirve del concurso de sus criaturas (cfr. Catecismo, 306). A los hombres les concede "poder participar libremente en su providencia" (Catecismo, 307). Dios respeta la libertad, aun cuando el hombre obra mal (cfr. Catecismo, 311), pero "en su providencia todopoderosa puede sacar un bien de las consecuencias de un mal" (Catecismo, 312). Es una misteriosa, pero grandísima verdad que "todo coopera al bien de los que aman a Dios" (Rom 8,28): omnia in bonum!

j) La verdad de la creación: ciencia y fe. El estudio científico sobre el origen del universo y su evolución no está en conflicto con las afirmaciones de la fe sobre su dependencia de Dios y la razón última de su existencia. Para explicar esta armonía entre ciencia y fe hay que subrayar la base metafísica de toda actividad científica (la ciencia no es un saber de totalidad) y mostrar que ciencia y fe responden a preguntas distintas94.

Creación de los Ángeles y del hombre

A) Los Ángeles

a) "La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe" (Catecismo, 328).

92 Por esencia, porque la Esencia divina está en lo más último de las cosas, dándoles el ser; por presencia, porque todo está presente a Dios: las cosas no son conocidas por Dios porque existan, sino que existen porque Dios las conoce y las quiere; por potencia, porque todas las cosas están sujetas de modo inmediato al poder de Dios (cfr. SANTO TOMAS DE AQUINO, In loann. Ev., 1,5).

93 Una consecuencia práctica es el abandono filial: "No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura" (Mt 6,31-33; cfr. 10,29-31).

94 Hay que evitar un doble error por un lado, el de pensar que fe y ciencia hablen de dos mundos separados (esto conduciría al fideísmo); por otro lado, el de ver concordancias forzadas, buscando en los datos que aporta la ciencia una verificación empírica o una demostración de las verdades de la fe, cuando en realidad se trata de datos que pertenecen a métodos y disciplinas distintas (esto conduciría a una falsa apologética). El mundo de la ciencia es el mismo mundo creado por Dios, pero Dios nos revela de este mundo razones que la ciencia no podrá nunca explicar.


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  • "Como criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales (cfr. Le 20,36)" (Catecismo, 303).
  • "Toda la vida de la Iglesia se beneficia de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles" (Catecismo, 334). "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida" (Catecismo, 336): es el Ángel custodio, nuestro mejor amigo y aliado.

B) El hombre

a) Dios creó al hombre a su imagen y semejanza (cfr. Gen 1,26). "De todas las criaturas visibles sólo el hombre es capaz de conocer y amar a su Creador; es la única criatura en la tierra que Dios ama por sí misma; sólo el hombre está llamado a participar por el conocimiento y el amor en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad" (Catecismo, 356; cfr. Catecismo 1701-1703).

  • Antes de la creación del mundo Dios nos ha elegido en Cristo para que fuésemos santos (cfr. Ephes 1,4)95.
  • Dios creó al hombre ut operaretur (cfr. Gen 2,15): el trabajo "es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible" (Catecismo, 378). El trabajo es una "participación del poder divino"96.
  • "Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien" (Catecismo, 357). El hombre y la mujer tienen la misma dignidad como personas humanas, creados a imagen de Dios. Su distinción refleja la sabiduría y la bondad del Creador (cfr. Catecismo, 369). Son complementarios, no incompletos (cfr. Catecismo, S72)97.
  • En la persona humana hay una dimensión corporal y una espiritual (cfr. Gen 2,7). "La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la forma del cuerpo98; es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza" (Catecismo, 365).
  • "Cada alma espiritual es directamente creada por Dios —no es «producida» por los padres—, y es inmortal: no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final" (Catecismo, 366).
  • La razón natural puede conocer y demostrar la espiritualidad y la inmortalidad del alma humana. La espiritualidad del alma se conoce por la espiritualidad de sus operaciones (conocimiento y voluntad Ubre). Por ejemplo, el entendimiento humano posee la capacidad de reflexionar sobre sí mismo, de abstraer, de separar y obtener nociones uni-

95 La elevación sobrenatural se estudia con más detalle en el tema 7, n. 1. "En Cristo, redentor y salvador, la imagen divina alterada en el hombre por el primer pecado ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios" (Catecismo, 1701).

96 Amigos de Dios, 57.

97 El tema de la sociabilidad de la persona humana se trata en la clase 29.

98 Cfr. CONCILIO DE VIENNE, año 1312: DS 902.


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versales: operaciones que no pueden residir en una potencia material, como la de los animales".

  • En consecuencia, es erróneo afirmar que el ser humano proceda entera y exclusivamente de una evolución material (evolucionismo absoluto). Aunque el universo material y los seres vivientes hayan sido y sigan siendo objeto de un largo desarrollo físico, químico y biológico, el alma humana, por ser espíritu, no procede de la evolución de la materia100.
  • La dignidad del hombre reside en su ser imagen de Dios. La dignidad de esta imagen se refleja en las potencias espirituales del alma (entendimiento y voluntad), en la conciencia moral y sobre todo en la grandeza de la libertad (cfr. Catecismo, 1705)101.

h) Con el buen uso de la libertad crece —se hace más nítida— la imagen de Dios en el hombre.

C) El mundo material

a) El mundo material y el hombre en los planes de Dios. "Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación" (Catecismo, 358). Todo el universo material "alcanza su más su más alta cima en el hombre, y alza la voz por medio del hombre para la libre alabanza del Creador"103.

99 Aunque las operaciones espirituales del alma humana se expresen a través de la materia y en la materia (el cuerpo humano), el ser del alma no se identifica con la materialidad del cuerpo o de alguna de sus partes (por ejemplo el cerebro). El error de este reduccionismo es no distinguir la real diferencia entre mente (razón, entendimiento, voluntad, libertad, etc.) y cerebro.

100 Cfr. PÍO XII, Humani generis, DS 3829.

En relación con el origen del hombre, se puede hacer notar que la pregunta ¿cómo se ha originado el hombre? es distinta de la pregunta ¿quién es el hombre? Las ciencias podrían llegar a contestar en parte a la primera, reconstruyendo todos los anillos de una cadena ideal que a partir del origen del universo físico hayan conducido al establecimiento de las condiciones en las que ha aparecido el hombre sobre la tierra. Sin embargo sólo la Revelación puede contestar a la otra pregunta: nos revela quién es el hombre en los planes de Dios, y por qué sobre la tierra "existo yo". La razón última de esta explicación es precisamente la existencia de cada alma humana, es decir de cada yo frente a su Creador.

101 Cfr. CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium et spes, 15-17.

Estas cuestiones se tratan más específicamente en el tema 26. Si interesa, se puede dar aquí una breve explicación de las facultades espirituales:

  • el entendimiento tiene como objeto la verdad (no produce la verdad de las cosas, sino que la conoce; algo no es verdadero porgue la inteligencia lo entienda, sino que lo puede entender porque es verdadero);
  • la voluntad (tendencia al bien conocido) es una potencia realmente distinta del entendimiento, aunque en su ejercicio depende de él, y también influye sobre él;
  • la persona es libre porque puede elegir y amar el bien porque le dala gana, es decir con dominio sobre sus actos, sin que esté necesariamente determinada desde fuera.

102 Cfr. tema 26. Aquí se puede explicar brevemente que hay un buen uso y un mal uso de la libertad, porque no es el hombre el que establece la verdad sobre el bien y el mal sino que existe una "dependencia de la libertad con respecto a la verdad" (JUAN PABLO II, Enc. Veritatis splendor, (6-VIII-93), 34): "conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (loann 8,32). "En algunas comentes de pensamiento moderno se ha llegado a exaltar la libertad hasta el extremo de considerarla como un absoluto, que sería la fuente de los valores. En esta dirección se orientan las doctrinas que desconocen el sentido de lo trascendente o las que son explícitamente ateas" (JUAN PABLO II, ibidem, 32), que atribuyen a la voluntad del hombre el establecimiento absoluto de lo bueno y de lo malo.

103 CONCILIO VATICANO II, Const. Gaudium et spes, 14. "Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas, que desprecie al Creador y acarree consecuencias nefastas para los hombres y para su ambiente" (Catecismo, 339).


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  • El hombre está llamado a "someter" la tierra (Gen 1,28) como administrador de Dios. "Esta soberanía no debe ser un dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, «que ama todo lo que existe» (Sab 11,24), el hombre y la mujer están llamados a participar en la providencia divina respecto a las otras cosas creadas. De ahí su responsabilidad frente al mundo que Dios les ha confiado" (Catecismo, 373).
  • El Verbo hecho carne, entrando en la historia, la asume y la recapitula en sí mismo. Él es quien "nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor"104. El hombre ordena a Dios la creación en la medida en que sus obras se cumplen en unión con Cristo y son informadas por la caridad.

Algunas consecuencias prácticas de la verdad sobre la creación

  • Nos mueve a conocer y admirar la sabiduría y el poder de Dios. Esta admiración nos ha de llevar a la reverencia, a la adoración y a la humildad: vivir en la presencia de Dios, sabiéndonos hijos suyos. También nos enciende en el amor a la bondad divina, de la cual participan todas las criaturas y nos ayuda a hacer muchos actos de amor y de agradecimiento.
  • Nos enseña cómo debemos usar de las cosas, que han sido creadas para la gloria de Dios y a Él nos deben conducir. "¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías, como si no lo hubieras recibido?" (I Cor 4,7).
  • Nos ayuda a considerar el valor del trabajo como participación en la obra creadora de Dios, y por tanto a trabajar imitando a Dios y por su gloria.
  • Nos ofrece la posibilidad de hablar de Dios, despertando en las conciencias de muchos los interrogantes más profundos (el ser del mundo y de nuestras vidas) y moviéndoles a la admiración por la grandeza y la belleza de sus obras

Bibliografía básica:

Catecismo de la Iglesia Católica, 279-374.

CONCILIO VATICANO II, Const. Gaudium et Spes, 10-18,36-39.

Lectura recomendada:

Cuadernos 1: Sobre nuestra fe: "La obra creadora", pp. 36-40.

104 CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium et spes, 38.