Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado II 19

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APARTADO II Charla n° 19


I. Formación doctrinal-religiosa

Para amar a Dios con toda la mente, es preciso conocerle lo mejor posible, según la capacidad de cada uno. Por eso, necesitamos doctrina, estudio profundo e incesante de la Verdad revelada, de los misterios de la vida de Dios y de su obra redentora (cfr. Col 1,10; 2 Petr 3,18). El apostolado -enseñar a amar a Dios- es, ante todo, dar doctrina: "santifícalos en la verdad" (loh 17,17). Dar doctrina es una de nuestras pasiones dominantes. "La Obra entera equivale a una gran catequesis, hecha de forma viva, sencilla y directa en las entrañas de la sociedad civil" (De nuestro Padre). Se comprende que "una santidad sin doctrina no es la santidad del Opus Dei" (De nuestro Padre).

Los estudios internos de filosofía y teología, nos dan "un conocimiento exacto del dogma y de la moral, de la Sagrada Escritura y de la liturgia, de la historia y del derecho de la Iglesia; de manera que más fácilmente podáis elevar al plano sobrenatural los conocimientos humanos, y convertirlos en instrumentos de apostolado" (De nuestro Padre).

La explicación y el contenido de estas materias se adapta a las circunstancias de cada miembro de la Obra. No se trata de que todos seamos teólogos o filósofos "profesionales", sino de conocer con altura universitaria, -especialmente los Numerarios y algunos Agregados- los fundamentos de la fe y de la moral católicas, para alimento de la propia vida interior y la formación de los demás. El Señor quiere para nosotros "piedad de niños y doctrina de teólogos".

4- De acuerdo con las indicaciones que el Magisterio de la Iglesia ha dado en múltiples ocasiones, nuestro estudio de la teología atiende en los fundamentos a la exposición doctrinal de Santo Tomás de Aquino. De este modo, se armonizan a la perfección la obediencia y la libertad.

5- Todos debemos pedir asesoramiento a los Directores sobre las lecturas: a) por lo que se refiere a la utilización del tiempo (ese tesoro que no es nuestro); b) en cuanto afectan a la fe y a las costumbres, lo relativo a su conveniencia doctrinal. Por la segunda razón, la obligación que tenemos en Casa es grave. La -Obra tiene el derecho y el deber de velar por nuestra formación espiritual, y nosotros el deber de ser dóciles. Nunca agradeceremos bastante el esfuerzo ingente de nuestra madre la Obra para asesorarnos según el querer de Dios. De este modo: a) se nos evitan lamentables pérdidas de tiempo; b) se impide que nos contaminemos del error y de la mentira; c) se nos allana el camino para avanzar en el conocimiento de la verdad, que es el objeto del entendimiento.

6. En tema de tanta importancia -nos jugamos el alma- hay que estar por lo seguro: se consulta siempre antes de leer un libro y en la duda sobre su rectitud doctrinal, no se lee. Ante la tentación de leer lo inconveniente, hay que descubrir la falsedad

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de los motivos: la curiosidad, quizá morbosa; un posible complejo de inferioridad ante infundados prestigios, construidos por una opinión pública hostil a la doctrina de Jesucristo, etc. "No porque esté sano puedo tomar un veneno; si lo tomo, me muero. No tengo por qué pasar la tuberculosis. Me basta leer un buen libro donde me expliquen las causas, los síntomas, y lo que hay que hacer para no pasarla o para curarla, cuando alguien la ha contraído" (De nuestro Padre).

Cuando parezca necesaria la lectura de un libro de este tipo -por ejemplo por motivos profesionales- se hace la oportuna consulta y, si conviene, nos darán el permiso. No se trata de "no leer": hay mucho, nuevo y antiguo, que puede leerse. Lo lamentable sería que por imprudencia alguno sufriera en su fe o en la rectitud de su conducta. Fortes in fide: si falta la fe, se desmorona todo el edificio sobrenatural.

Evitar especialmente las obras de inspiración marxista.

Los buenos catecismos de la doctrina cristiana compendian en fórmulas sencillas la fe de la Iglesia, y constituyen una regla segura para valorar certeramente las diversas doctrinas, e individuar con cierta facilidad aquellas que se apartan de la verdad católica. De ahí la importancia de su estudio.

II. Plan de vida. Confesión

La confesión, además de sacramento, es al mismo tiempo medio de dirección espiritual. Norma semanal. Importancia de la puntualidad: necesitamos recibir -puntualmente- toda la gracia de Dios, que El ha previsto darnos. Sería un desamor y quizá una temeridad no acudir a recibirla en su momento preciso. Fijar un día a la semana para confesarse.

"¿Y luego? ¿Qué haremos, además de ir nosotros a la Confesión? ¡Llevar a otros! A esos amigos vuestros, parientes, conocidos, colegas, compañeros de trabajo, que están apartados de Dios... y no son malos, sino un poco abandonados, acercadlos al sacramento de la Penitencia (...) Si deseáis que vivan felices, empujad a vuestros amigos a confesar; y, luego, a comulgar" (De nuestro Padre).

III. Criterio sobre regalos

No se hacen regalos, ni siquiera insignificantes, entre los miembros de la Obra, por razones de pobreza y de fraternidad bien vivida.

Los regalos de la familia o de los amigos a un Numerario o Agregado no debe utilizarlos el interesado, aunque puede haber razones que, excepcionalmente, aconsejen lo contrario. Entregarlos al Director.

3. Cuando ya saben que son de la Obra, de ordinario los Numerarios no hacen regalos a sus parientes.

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4. Con las personas que se tratan por motivos profesionales, sociales, etc., se actúa según sea la costumbre. En la práctica, debe consultarse a los Directores, que aplicarán el criterio de un padre de familia numerosa y pobre.