Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado III 5

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APARTADO III Charla nº 5

Historia de la Obra

Dios Nuestro Señor escogió a nuestro Padre y le dotó de eminentes condiciones humanas y de todas las gracias necesarias y de los dones del Espíritu Santo. Nuestro Padre correspondió con singular heroísmo y fidelidad a la gracia de Dios.

"Desde los quince o dieciséis años, nuestro Padre barruntaba que Dios quería algo de él, pero no sabía qué era. Por eso comenzó a rezar: Domine, ut videam! Domina, ut sit! Y vino la Voluntad de Dios el 2 de octubre de 1928" (Del Padre).

3. "Si antes se preparó con toda su alma para cumplir el querer de Dios, que no conocía, desde ese momento se entregó con todas sus fuerzas a sacar adelante lo que el Señor le pedía, que era, por entonces, la Sección de varones: Dios Nuestro Señor actuó con nuestro Padre -lo comentó muchas veces- como un padre con su hijo pequeño. El niño trata de levantar un castillo con infinidad de piezas de colores, y el papá le va diciendo: pon eso aquí, y aquello allá... El niño obedece y, al final aparece el castillo" (Del Padre).

4. El 14-II-1930 fundó la Sección de mujeres. "Nuestro Padre afirmaba que la Sección de varones nació sin su voluntad, y la Sección de mujeres contra su opinión personal, pues la Voluntad de Dios que conocía era, (...) trabajar sólo con hombres" (Del Padre).

5. "El 14 de febrero de 1943, después de buscar y de no encontrar la solución jurídica, el Señor quiso dármela, precisa, clara. Al acabar de celebrar la Santa Misa en un Centro de la Sección femenina (...), pude hablar de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz" (De nuestro Padre).

6. Desde el primer momento nuestro Padre contó con la bendición y la aprobación del Obispo de Madrid. Pero enseguida comenzaron también las contradicciones: "Me puse a trabajar, y no era fácil (...) Además, había la incomprensión más brutal: porque lo que hoy es doctrina corriente en el mundo, entonces no lo era. Y si alguno afirma lo contrario, desconoce la verdad (...).

Me encontré con una solución de continuidad de siglos: no había nada. La Obra entera, a los ojos humanos, era un disparaten. Por eso, algunos decían que yo estaba loco y que era un hereje, y tantas cosas más" (De nuestro Padre, Apuntes, p. 114)). Y para sacar la Obra adelante, nuestro Padre fue en busca del tesoro del dolor y de la oración de los enfermos y desvalidos. Por esto repetía siempre que el Opus Dei nació entre los pobres y los enfermos de los hospitales de Madrid.

7. "Sólo yo sé cómo hemos empezado. Sin nada humano. No

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había más que gracia de Dios, veintiséis años, y buen humor" (De nuestro Padre); y lo que nuestro Padre no decía: su correspondencia heroica al querer de Dios, que se manifestó también en su tenacidad para ganar la "batalla jurídica" del Opus Dei.

8. En el año 1946, por encargo de nuestro Padre, don Álvaro fue a Roma, para gestionar la aprobación de la Obra por la Santa Sede. "¿Qué es lo que yo quería?: un lugar para la Obra en el derecho de la Iglesia, de acuerdo con la naturaleza de nuestra vocación y con las exigencias de la expansión de nuestros apostolados; una sanción plena del Magisterio a nuestro camino sobrenatural, donde quedaran, claros y nítidos, los rasgos de nuestra fisonomía espiritual. El crecimiento de la Obra, la. multitud de vocaciones de personas de toda clase y condición, todo esto que era bendición de Dios, me urgía, a tratar de obtener -de la Santa Sede- la plena aprobación jurídica del camino que el Señor había abierto" (De nuestro Padre).

9. Pero el cauce jurídico que nuestro Padre había visto entonces para la Obra, no cabía en los moldes del derecho canónico entonces vigente. "La Obra aparecía, al mundo y a la Iglesia, como una novedad. La solución Jurídica que buscaba, como imposible. Pero, hijas e hijos míos, no podía esperar a que las cosas fueran posibles. Ustedes han llegado —dijo un alto personaje de la Curia Romana- con un siglo de anticipación. Y, no obstante, había que tentar lo imposible. He urgían millares de almas que se entregaban a Dios en su Obra, con esa plenitud de nuestra dedicación, para hacer apostolado en medio del mundo" (De nuestro Padre).

Don Álvaro pidió a nuestro Padre que acudiese personalmente a la Ciudad Eterna. Nuestro Padre se encontraba entonces enfermo de gravedad; pero, de acuerdo con el Consejo General, desoyendo el parecer del médico que declaraba no responder de su vida si realizaba ese viaje, emprendió el camino a Roma, después de visitar -el 21 de junio de 1946- en Barcelona, a la Virgen de la Merced y poner todo en manos de Nuestra Madre.

Nuestro Padre, sin ceder en lo esencial, tuvo que admitir una solución (concediendo sin ceder, con animo de recuperar): la proporcionada por la Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia, que creaba la figura jurídica de los Institutos Seculares. En la preparación de este documento intervinieron quienes deseaban configurar los nuevos Institutos como estados de perfección y se llegó a un resultado de compromiso. Se promulgó el 2 de febrero de 1947; y unos días después -el 24 de febrero- se aplicaba esa nueva legislación al Opus Dei mediante el Decretum laudis. El 16 de junio dé 1950, por el Decreto Primum ínter, se aprobó definitivamente la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei.

12. Como ese cauce jurídico no se ajustaba al espíritu y a la vida de la Obra, nuestro Fundador lo consideró desde el primer momento como provisional. Por eso, con sobrenatural prudencia hacía rezar por la solución jurídica definitiva: "Seguid rezando por aquella cosa, que ya os he pedido que encomendarais otras ve-

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ces. Yo llevo muchos años encomendándola: desde el veintiocho o veintinueve; fijaos si hace años que yo rezo por eso" (De nuestro Padre).

13. Por otra parte, a los Institutos Seculares aprobados después de la Obra, se les aplicó en buena medida la doctrina teológica y la legislación de los religiosos, de modo que, pronto, el concepto de Instituto Secular evolucionó hacia el estado religioso. La Obra, de facto no era un Instituto Secular.

14. Después de largos años de oración incesante, intensa, unánime, paciente e impaciente, de nuestro Padre y del Padre, de toda la Obra, de nuestros Cooperadores, de tantos amigos, parientes, conocidos, sanos y enfermos, encomendando aquella intención especial de nuestro queridísimo Fundador, llegó la solución jurídica definitiva, tal como nuestro Padre la había querido. El "soñad y os quedaréis cortos", se ha cumplido una vez más. Con la perspectiva del tiempo que ha pasado, cada día se hace más patente que "toda la historia de la Obra es una historia de las misericordias de Dios" (De nuestro Padre).

La situación canónica definitiva de la Obra es la de una Prelatura personal, con Estatutos propios, de ámbito universal, erigida por Juan Pablo II el 28-XI-1982, con la Constitución Apostólica Ut sit.

15. Tras aquellos primerísimos años en que "se escapaban las almas como se escapan las anguilas en el agua" (De nuestro Padre), el Señor fue enviando vocaciones firmes, seguras, entre las que se cuenta la del Padre, que pidió la admisión el 7 de julio de 1935. Nuestro Fundador pensaba ya de manera inmediata no sólo en la expansión por toda España, sino también más allá de las fronteras. La guerra civil española y la inmediata guerra mundial impidieron de momento la realización de aquellos proyectos. Pero ya en 1940 algunos miembros fueron a Portugal; en 1942, dos se trasladaron a Italia, para cursar estudios de especialización.

16. En 1945 en España existían ya Centros en Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Valladolid. Apenas comenzaba a vislumbrarse el fin de la guerra mundial, nuestro Padre, en ese mismo año, hizo tres viajes a Portugal; en 1946 hubo ya allí permanentemente miembros de la Obra. También en 1946, se comenzó de manera estable la labor en Inglaterra e Italia; y en 1947, en Francia y en Irlanda.

17- Nuestros hermanos fueron marchando a otros lugares con una imagen de la Virgen, la bendición del Padre y nada más. En 1982, la Obra desarrolla su labor en gran cantidad de países de los cinco continentes, acogiendo a miembros de 80 nacionalidades.