Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado III 42

APARTADO III Charla nº 42

Desprendimiento (I)

1. Todos los miembros del Opus Dei -como todos los cristianos- han de imitar y amar la vida de Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por amor nuestro, de modo "que, libres de ataduras terrenas, vivan más fácilmente en intimidad con Dios y puedan dar testimonio de desprendimiento en medio de los quehaceres del mundo" (De nuestro Padre). "No se puede servir a dos señores" (Mt 6,24).

2. A nosotros, como a los Apóstoles, el Señor nos lo ha pedido todo (cfr. Lc 5,11) "Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" (Lc 14,33). "Jesús no se satisface 'compartiendo': lo quiere todo" (Camino, n. 155)- Y así, salimos ganando, porque los bienes temporales son "falsas riquezas" (Lc 16,10), comparadas con las maravillas que Dios nos tiene preparabas.

3. Ya es maravilla la libertad, el señorío y el gozo que nos da el total desprendimiento por Amor: "Os digo en la presencia de Dios que, si algún hijo mío se siente infeliz, es porque le da la gana, porque se ha reservado alguna cosa para él solo, por un pequeño egoísmo o por una pequeña ignorancia. Hay que entregarse de verdad, hijos. Y para eso siempre se está a tiempo. Hay que dejar el ómnibus, y caminar por el mundo desprendidos, dispuestos a no ser y a no tener nada, por amor a Jesucristo.

La entrega nos da a todos una gran seguridad y paz. Por eso os suelo decir que el Opus Dei, sin ómnibus, es estupendo para vivir y estupendo para morir" (De nuestro Padre).

4. Nuestra entrega abarca todo lo que somos y usamos: desde la inteligencia y la voluntad, que sólo empleamos para el servicio de Dios, de la Iglesia, de la Obra, de las almas; hasta el tiempo, el trabajo, el descanso, la salud, la independencia personal y las más pequeñas cosas que debemos o podemos usar cada uno según las circunstancias.

5. Sin rarezas, porque el ejercicio de la pobreza en los miembros del Opus Dei "es el adecuado al fin específico de su vocación, puesto que somos hombres de la calle, que se han de santificar en su trabajo profesional y que, con este quehacer temporal, ganan el sustento propio y sostienen los apostolados" (De nuestro Padre).

6. En las relaciones sociales y con la familia de sangre, hemos de comportarnos con naturalidad, de acuerdo con la condición social de cada uno, pero también con nuestra entrega: pobreza y templanza porque para nosotros hay gastos y usos que siempre y en todo lugar serían un lujo, o cosa superflua, aunque los pagaran otras personas.

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Antes de realizar un viaje, es preciso estudiar su conveniencia.

Como manifestación práctica del espíritu de pobreza, no dejaremos nunca de hacer personalmente pequeños arreglos en nuestras casas; procuraremos ser parcos al adquirir cosas de uso personal, sabremos escoger lo que sea más económico, que no siempre es lo más barato; pediremos previamente presupuestos; haremos rendir los instrumentos de trabajo.

Hemos de ser generosos en las cosas que tocan al culto divino: “todo el lujo, la majestad y la belleza me parecen poco" (Camino, n. 527). Hemos de hacer el sacrificio de Abel, no el de Caín, la pobreza, en este caso, consiste en no tener más ornamentos, vasos sagrados, etc., que los necesarios.

10. Los Numerarios y Agregados hemos de estar completamente desprendidos de las cosas que eventualmente usamos: coches, libros, etc. Por ejemplo, en los libros de uso particular ni siquiera ponemos nuestro nombre no los subrayamos o acotamos, etc.; aunque habitualmente usemos un coche para realizar el trabajo profesional, permanece siempre a disposición del Centro y procuramos en ocasiones prescindir de él, usando medios públicos de transporte. Los talonarios de cuentas bancarias quedan en Dirección, etc.

Consultar cuanto se refiera a compras que se salgan de lo ordinario, préstamos, limosnas (la Obra ya hace muy generosas limosnas), etc. Para los gastos extraordinarios se requiere autorización del Director.

En la cuenta de gastos que Numerarios y Agregados debemos hacer, hemos de anotar el importe de todo lo que sean gastos personales. Es una pequeña mortificación diaria que mantiene la delicadeza en nuestro espíritu de pobreza. La nota se entrega a fin de mes.

A todos les debe parecer lógico comprobar la realidad de la entrega de Numerarios y Agregados, cuando no abandonan el lugar de trabajo y las tareas apostólicas para participar en determinados acontecimientos o sucesos familiares, que ocasionarían gastos de dinero y de tiempo que un padre de familia numerosa y pobre no se podría permitir. Nuestra familia es la Obra.

Los Numerarios y Agregados, antes de que hagan la Oblación, y después, cada vez que reciban nuevos bienes, deben ceder libremente la administración de sus bienes patrimoniales a quien quisieren, y disponer, también libremente, de su uso y usufructo. Demuestran así, de forma práctica, su espíritu de desasimiento, y facilitan la plena disponibilidad.

13. Antes de hacer la Fidelidad, todos los Numerarios y Agregados deben disponer por testamento de sus bienes patrimoniales presentes o futuros en favor de quienes quisieren.

14. Los Supernumerarios también se comprometen a vivir

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personalmente el desprendimiento de los bienes materiales, pero ese compromiso no debe afectar a la familia: su situación económica es completamente independiente de la Obra. Cada uno ha de procurarse los oportunos seguros de paro, enfermedad, vejez, etc.

15. Los Supernumerarios han de poner especial empeño en aprender a vivir la pobreza de acuerdo con las exigencias de su vocación, y deben procurar enseñar a su mujer, y a sus hijos y a sus amigos a vivir, de modo práctico, el espíritu de pobreza cristiana, el desprendimiento de los bienes materiales, fomentando el espíritu de sacrificio y la alegría de dar. "Los hombres esperan de nosotros ese bonus odor Christi (2 Cor 2,15) que, apoyado en nuestra templanza, les encienda y les arrastre" (De nuestro Padre).

16. Todos hemos de tener presente que "la presión del ambiente resulta, en ocasiones, tan grande, tan persistente, que si no nos ayudáramos, si dejáramos de ayudar con el ejemplo y la corrección fraterna, casi insensiblemente -con la complicidad de nuestra naturaleza caída- podríamos acostumbrarnos a modos o tonos de comportamiento que no se pueden compaginar con cuanto exige el seguimiento de Jesucristo" (Del Padre).