Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado III 30

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APARTADO III Charla nº 30

Laboriosidad, orden

1. "Se puede decir que el Opus Dei es viejo como el Evangelio y como el Evangelio nuevo. Es recordar a los cristianos las palabras maravillosas que se leen en el Génesis: que Dios creó al hombre para que trabajara. Nos hemos fijado en el ejemplo de Cristo, que pasó la casi totalidad de su vida terrena trabajando como un artesano en una aldea. El trabajo no es sólo uno de los más altos de los valores humanos y medio con el que los hombres deben contribuir al progreso de la sociedad: es también camino de santificación" (Conversaciones, n. 24)

2. Consecuencia clara de la misión que recibimos al llegar a la Obra es que debemos dar ejemplo de laboriosidad, trabajando mucho y bien: como el mejor -nos repetía nuestro Padre-, y si puede ser, mejor que el mejor.

3. "El que pueda hacer como diez, tiene que hacer como quince. En la guerra como en la guerra" (De nuestro Padre). Contamos para eso con la gracia de Dios. "Al ocuparse en su trabajo los hijos de Dios en su Opus Dei, procuran no sólo cumplir sino amar, que es siempre excederse gustosamente «en el deber y en el sacrificio" (De nuestro Padre).

4. Nuestro Padre nos ha dado un ejemplo magnífico: "Deseo tener la suficiente salud para trabajar. Si es que el Señor me la da, se lo agradezco de corazón. Tengo que trabajar como un burro, como un burro de noria" (De nuestro Padre).

5. Es preciso que aprovechemos muy bien el tiempo —el tesoro del tiempo- y todas las cualidades personales que el Señor nos ha dado para que las hagamos rendir al máximo. La parábola de los talentos es clara; nos habla de aquél que "fue e hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero que había recibido. ¿Qué va a hacer ahora este hombre, si ya no tiene instrumento de trabajo? Se va a tomar sólo la comodidad de devolver lo que recibió. Se va a dedicar a matar el tiempo, se dice en castellano. ¡Qué pena, hijo mío! Tener como ocupación la de matar el tiempo, que es un tesoro de Dios; no trabajar por" las almas; no poner en acto, en movimiento, en este gran negocio sobrenatural, todas las condiciones tuyas, que no son tuyas porque te las dio el Padre del cielo; descansar, despreocuparte. Yo no creo que haya en el Opus Dei ningún calculador que pueda perseverar, como ese hombre de la parábola, que fríamente se dedica a no hacer nada" (De nuestro Padre). "¡A nosotros no nos puede sobrar el tiempo: debemos administrarlo bien, para cumplir todos nuestros deberes!" (De nuestro Padre).

6. En consecuencia: "Al que pueda ser sabio, no le perdonamos que no lo sea" (Camino, n. 332). "Si has de servir a Dios con tu inteligencia, para ti estudiar es una obligación grave"

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(Camino, n. 336; ver nn. 334, 338, 340). Hay que hacer todo lo posible por destacar en el estudio (cfr. Camino, n. 346).

El trabajo intenso, constante, ordenado, es medio para adquirir el prestigio indispensable en el. apostolado. "En igualdad de condiciones, y aun en inferioridad de condiciones de talento, de cultura, etc., el que vence la pereza de modo habitual -hoy, ahora- es el que domina siempre" (De nuestro Padre).

Hay que llegar a todo: a las Normas, que son lo primero; al encargo apostólico; al trabajo que es medio de santificación y apostolado; a los deberes del propio estado, etc. Es necesario organizarse y evitar el atolondramiento. Hay muchas teclas que tocar, y hay que hacerlo armoniosamente, de modo que toda nuestra jornada sea una melodía que encante a Dios, que le dé toda la gloria. "Cuando tengas orden sé multiplicará tu tiempo, y, por tanto, podrás dar más gloria a Dios, trabajando más en su servicio” (Camino, n. 80).

El orden da paz. La paz es tranquilitas ordinis. Hay trabajos, profesiones, con un aparente desorden, sobre él que habremos de construir nuestro propio orden.

También "conviene de cuando en cuando relajar el esfuerzo aplicado a las cosas que hay que hacer" (San Agustín). "Todo tiene su tiempo" (Eccli 3,1)- El descanso forma parte del trabajo, pues su finalidad es que "después seamos capaces de mayores esfuerzos" (Santo Tomás). Hemos de cumplir, por tanto, las indicaciones que tenemos en Casa: el paseo semanal, la excursión mensual, que a veces puede suponer también un poco de mortificación.

Pero "el descanso no es no hacer nada: es distraerse en actividades que exigen menos esfuerzo" (Camino, n. 357). "¡El ocio mismo ya debe ser un pecado!" (Ibid.).

12. Descansar, pero sin perder -al contrario- la unión con Dios: in Deo tantum quiescit anima mea. Llenar el descanso de Normas de siempre. Sin olvidarnos de los demás. Muchas veces el descanso será ocasión -como el del Señor, fatigatus ex itinere, junto al pozo de Sicar- de hacer un apostolado eficaz: el deporte, la asociación cultural o universitaria, la diversión sana, etc. son también lugar de encuentro con nuestros iguales, motivos para hacer nuevas amistades, y realidades que hemos de santificar.