Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado II 8

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APARTADO II. Charla n° 8

I. Desprendimiento

Las cosas de la tierra que Dios ha creado son buenas; pero son medio, no fin. Si se toman por lo que no son, esclavizan e impiden alcanzar el amor de Dios. "Ninguno puede servir a dos señores, pues o tendrá aversión al uno, y amor al otro, o si se sujeta al primero, mirará con desdén al segundo. No podéis servir a Dios ya las riquezas" (Mt 6,24).

El Señor nos da ejemplo con su vida. Siendo rico, por nosotros se hizo pobre (cfr. 2 Cor 8,9). Pasó por entre los bienes de este mundo con perfecto señorío y libertad plena. No tuvo dónde reclinar su cabeza (cfr. Mt 8,20). "Para llegar a Dios, Cristo es el camino; pero Cristo está en la Cruz, y para subir a la Cruz hay que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra" (Via Crucis, X Estación).

El desprendimiento de cada uno ha de ser total, y tendrá algunas manifestaciones distintas según las circunstancias personales dentro de la única vocación. Siempre con naturalidad, sin exhibiciones, "sin voz para gritar soy pobre" (De nuestro Padre). El modo de vivir la pobreza es para nosotros el adecuado al fin de nuestra vocación secular, laical, de cristianos corrientes. "Al comportarnos con normalidad -como nuestros iguales y con sentido sobrenatural, no hacemos más que seguir el ejemplo de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Fijaos en que toda su vida está llena de naturalidad (...) A lo largo de su vida pública,'tampoco se advierte nada que desentone, por raro o por excéntrico" (Amigos de Dios, n. 121). Algunas manifestaciones: no estar apegado a las cosas que se usan; no tener nada superfluo;-no quejarse cuando falta lo necesario.

Somos gente de la calle que se ha de santificar en su trabajo profesional y que, con este trabajo, gana el sustento propio y sostiene los apostolados de la Obra. Por esto, cada uno ha de atender a su sostenimiento con responsabilidad personal. No podríamos admitir una situación que nos hiciera gravosos a la Obra. En Casa no hay "señoritos"; el señorío del trabajo, sí. Por ejemplo, los estudiantes se informan de las becas, posibles clases particulares, trabajos en vacaciones, etc., con el fin de sostenerse y ayudar a las labores apostólicas. Seguros de paro, enfermedad, etc. Cuidado de las cosas materiales de uso personal y de nuestros Centros.

5. "El Opus Dei ha necesitado y pienso que necesitará siempre -hasta el fin de los tiempos- la colaboración generosa de muchos, para sostener las obras apostólicas: de una parte, porque esas actividades jamás son rentables; de otra, porque, aunque aumente el número de mis hijos, si hay amor de Dios, el apostolado se ensancha y las demandas se multiplican. Por eso, en más de una ocasión, he hecho reír a mis hijos, pues mientras les impulsaba con fortaleza a que respondiesen fielmente a la gracia de Dios, les animaba a encararse descaradamente con el Señor, pidiéndole más gracia y el dinero, contante y sonante, que nos urgía" (Ami-

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gos de Dios, n. 117)» También para obtener los medios económicos hemos de poner, ante todo, los medios sobrenaturales: estos asuntos se los encomendamos especialmente a San Nicolás: Sáncte Nicolae, curam domus age.

6. Para Numerarios y Agregados: relictis ómnibus. No nos pertenecemos: somos Opus Del enteramente, cuanto valemos y podemos. Manifestaciones prácticas: ingresamos en la caja del Centro todo lo que ganamos con nuestro trabajo personal; la Cuenta de gastos, que entregamos puntualmente al final de cada mes, o antes del día 5 del siguiente. Consulta de los gastos extraordinarios.

7. Para Supernumerarios: el desprendimiento y espíritu de pobreza son personales y no afectan a la propia familia, aunque procurarán evitar, según las diversas circunstancias, lo que en su familia pudiese desdecir del espíritu cristiano. Encuentran una manifestación práctica en el empeño por sacar adelante también económicamente las labores apostólicas de esta familia de vínculo sobrenatural que es la Obra.

8. Todas las tareas- apostólicas son tanto de los Numerarios como de los Agregados y Supernumerarios, y todos compartimos la responsabilidad de mantenerlas y desarrollarlas.

9- La aportación mensual de los Supernumerarios no es una cantidad fija: depende de las circunstancias de cada uno. No es algo de "lo que sobra". Siempre debe suponer un cierto y generoso esfuerzo a lo largo del mes. Dios no se deja ganar en generosidad. En el caso de que ambos cónyuges sean Supernumerarios, de ordinario convendrá que se pongan de acuerdo para las aportaciones extraordinarias, de modo que haya paralelismo. También se manifestará el espíritu de pobreza al invitar a otros para que cooperen económicamente en las labores de apostolado: se les presta un gran favor y se logra una estupenda eficacia apostólica.

10. Sobriedad. Templanza. Todo con medida. Ser ejemplares. Los demás percibirán así el bonus odor Christi (cfr. Camino, n. 631).

II. Comunión

1. "El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él. Así como (...) yo vivo por mi Padre, así también el que me come vivirá por mí" (Ioh 6,56-57) - "Es el sentimiento de la madre por su hijo: te comería a besos, le dice. Te comería: te transformaría en mi propio ser (...). Jesucristo hace lo que a nosotros nos es imposible: sobrenaturaliza nuestras vidas, nuestras acciones, nuestros sacrificios. Quedamos endiosados" (De nuestro Padre).

Preparación de la Comunión: remota y próxima. Prolongar después la acción de gracias por haberlo recibido.

Vivir intensamente los minutos en que permanecen en nosotros las especies sacramentales: actos de fe, de esperanza, de amor. Adoración, peticiones. Desagravio, acciones de gracias.

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III. Costumbres

Saludo a la imagen de la Santísima Virgen. Saludarla, al menos con la mirada, al entrar y al salir de la habitación. Nuestro Padre vivió esta Costumbre hasta en el último instante de una vida en la tierra. Mirar a María es una Costumbre que nos enamora.

La jaculatoria: Sancta Maria, Spes nostra, Sedes Sapientiae (Ancilla Domini), ora pro nobis, concluye las Normas y costumbres que se hagan en familia -dentro o fuera del oratorio-, las charlas y clases de formación, etc. No, en cambio, las tertulias.