Por qué y cómo se escribió el libro "El itinerario jurídico del Opus Dei"

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Por Haenobarbo, 18/04/2012


Escribo luego de leer atentamente los escritos que sobre el libro Itinerario Jurídico del opus Dei han publicado Guillaume, Isidro Martínez y Josef Knecht, cuyos contenidos suscribo plenamente.

Sobre la redacción de ese libro, algo puedo decir, porque como simple minutante, simplísimo, de cuarta, asistí muy de cerca a su redacción...

Vamos por partes: el Itinerario Jurídico, no es apócrifo; sus autores son suficientemente conocidos como para afirmar –aunque sea de modo irónico– una cosa semejante, porque luego hay algunos que se lo creen.

Fieles a su costumbre de no hablar de sí mismos –salvo cuando conviene– el Opus Dei no habría escrito nada parecido si no hubiera habido la necesidad de refutar algo: El Opus Dei - Apuntes y documentos para una historia escrito por Giancarlo Rocca. El Opus Dei siempre calla a menos que lo obliguen a hablar

Lo de Rocca fue en su momento una llamada de atención: era la primera vez que alguien de fuera del Opus Dei, lo tomaba como objeto de estudio.

A Rocca se le pusieron todas las trabas posibles: en portería del Colegio Romano había una indicación precisa, en el sentido de que si Rocca llamaba pidiendo algún tipo de información, se le negara rotundamente. No se le permitió desde luego el acceso a las fuentes documentales de los archivos de la Prelatura: me consta que pidió información, solicitó de todas las formas posibles acceder a los documentos; se le negó todo.

Y el libro de Rocca se publicó, y el Opus Dei se sintió en la obligación de contestarlo; y para contestarlo eligió a Amadeo de Fuemayor, una cabeza prodigiosa, José Luís Illanes y Valentín Gómez Iglesias.

Siempre me pareció, como poco curioso, que una obra semejante se escribiera en Pamplona y no en Roma donde estaban los documentos.

Trabajaron encerrados en la zona de “invitados A” del Colegio Mayor Aralar, en esa época ya incipiente sede de la “sucursal” del Seminario Internacional de la prelatura. Incipiente, porque aun funcionaba como Centro de Estudios: en el pabellón B se alojaban los seminaristas que volvían de Roma para hacer su tesis en la Universidad de Navarra.

Hasta “invitados A” iba a diario desde mi centro, para asistir a los sabios en la redacción del “Itinerario”. Mi papel era el de simple manguta: buscaba citas, transcribía párrafos, ordenaba papeles.

Puedo asegurar que escribieron el libro casi a ciegas: no disponían del material original de archivo. Trabajaban en base a lo que desde Roma les decían: no pudieron consultar las fuentes directamente.

Fui testigo de las discusiones nocturnas mantenidas por los sabios, sobre diversos temas; Illanes por ejemplo, se hacía cruces para poder explicar lo que el Fundador “vio” el 2 de octubre: cómo se podía explicar el que viera todo y que luego se negara a admitir mujeres, era por ejemplo uno de los motivos de sus perplejidades.

La descripción de la visión del 2 de octubre fue obra de Valentín Gómez Iglesias, que en su acendrado galleguismo encontró el modo de “explicarlo”.

Fui testigo también de las “rabietas” de los sabios, al no obtener de Roma copia fehaciente de los documentos en los que tenían que fundamentar sus afirmaciones: todo está ya escrito, no hace falta ver las fuentes originales, contestaban de Roma… o “lo que os decimos es lo que sucedió”….

No sé si como sugiere Isidro, los autores se movieron más con el corazón que con la razón, no lo creo. Este libro fue un encargo directo del Prelado para responder a Rocca, un religioso Paulino para mayor Inri: no veo mucho espacio para el corazón, porque no fue un libro escrito de propia iniciativa: se trataba de responder a un investigador que se había atrevido a hacer al Opus Dei objeto de su estudio.

Creo sinceramente, que este párrafo del escrito de Isidro es un poco injusto:

“Lo que no es de recibo es que profesionales de la investigación académica y la enseñanza universitaria tergiversen, manipulen, oculten y citen torticeramente textos a los que otros investigadores no teníamos derecho. Ellos mismos (los autores) pretendieron convertirse en una fuente de autoridad pretendiendo decir lo que unos textos no dicen. Esto se llama en román paladín mentir.”

Y digo un poco, porque casi todos los que intervenimos en esta web o somos espectadores en ella, conocemos las interioridades del Opus Dei: los autores recibieron la indicación de defender a su madre guapa, de la intromisión de un ser absolutamente ajeno a la institución y actuaron con la convicción de que con eso prestaban un servicio al mismísimo Dios: putantes se obsequium praestare Dei: la fuente de autoridad era en todo caso el mismísimo prelado del Portillo, que decía lo que había o no había que decir.

Quiero pensar que esto en el derecho penal sería algo así como un atenuante de la culpa: el peso de la culpa lo llevará sin duda quién lo mandó a escribir, dio las pautas, negó los documentos y le dijo a unos “sabios” lo que tenían que decir a favor de quién les había dado la vida para el cielo: Isidro lo grafica muy bien: De todas maneras, pienso que los autores del Itinerario Jurídico escribieron engañados o fanatizados.

Eran y son unas mentes preclaras, pero tenían un objetivo trazado desde las alturas.

Las medias verdades que dice del Portillo en la “entrevista” que nos proporciona Ebe no dejan lugar a dudas de lo que son capaces de hacer.




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