Obra de Dios o chapuza del demonio/Epílogo

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OPUS DEI O CHAPUZA DEL DIABLO

EPÍLOGO


Todo el mensaje del Fundador del Opus Dei se concentra en un solo punto de Camino, su número 291: "Tienes obligación de santificarte. Tú también. ¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor: "Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto."

Como hemos visto a lo largo de este libro, mi tío José María no aportó esencialmente nada, ni vislumbró y mucho menos arrojó nueva luz sobre la riqueza de las Sagradas Escrituras. Los referentes se hallan en la Iglesia desde su fundación y hasta nuestros días ininterrumpidamente. Incluso si se detiene uno en el análisis de sus mensajes, encontraremos contradicciones que los invalidan como supone la incorporación de los sacerdotes diocesanos al Opus Dei. A mi tío José María sólo le faltó incorporar a los religiosos y así crear su propia Iglesia.

"Los sacerdotes diocesanos que -en uso legítimo del derecho de asociación- se adscriben a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz (Opus Dei), lo hacen única y exclusivamente porque desean recibir esa ayuda espiritual personal, de manera en todo compatible con los deberes de su estado y ministerio: de otra manera, esa ayuda no sería tal ayuda, sino complicación, estorbo y desorden.

"E1 espíritu del Opus Dei, en efecto, tiene como característica esencial el hecho de no sacar a nadie de su sitio. (...) Por eso, cuando un sacerdote se adscribe a la Obra, no modifica ni abandona su vocación diocesana -dedicación al servicio de la Iglesia local a la que está incardinado, plena dependencia del propio Ordinario, espiritualidad secular, unión con los demás sacerdotes, etc.-, sino que, por el contrario, se compromete a vivir esa vocación a plenitud, porque sabe que ha de buscar la perfección precisamente en el mismo ejercicio de sus obligaciones sacerdotales, como sacerdote diocesano."

Nunca fue excesivamente inteligente, pero sí lo suficientemente hábil para justificar la propia medianía de su mensaje: "tan viejo como el evangelio y como el evangelio nuevo". Pero este simple artificio servirá para catapultarle a la conquista del mundo.

Su originalidad estriba en un énfasis hasta radical puesto en cada uno de los ejes centrales de su predicación, y evidentemente en los medios coactivos que no dudará en emplear y recomendar para mentalizar las conciencias, con una constancia sistemática, impropia de la Iglesia pero más concretamente de los tiempos que corren.

Ésa y no otra ha sido la base única del éxito del Fundador: "La mentalización de conciencias." Pero ¿cómo pudo hacerlo sin apenas obstáculos? ¿Cómo lo logró? ¿En qué se basó? ¿Cuál fue su motivo?

Realmente, es muy difícil dar con una respuesta clara y tajante sobre el fenómeno. Pero del análisis de su comportamiento, de sus manifestaciones y su Obra, en una introspección sicológica de lo que pudo ser el personaje, creo que es posible aportar una conclusión sobre la que he vuelto una y otra vez y que no se aleja de otros razonamientos críticos con su forma de proceder: "La soberbia, el pecado de los Ángeles"; que en él nace en sus primeros años de adolescente, tras sufrir la ruina económica a que se vieron abocados sus padres y que irá incrementándose con el paso de los años.

Tampoco hay que olvidar otro elemento con el que siempre supo jugar a su favor, sus especiales características para la teatralidad, sus condiciones de actor, que explotará y rentabilizará durante toda su vida para arrastrar a miles de personas que de buena fe se acercaron a él. El carisma es una condición inexcusable para atraer sobre sí a las masas.

Desde un principio busca diferenciarse de los demás. El fundamento de todo cristiano, la filiación divina, lo hace suyo y posteriormente lo transmite a sus seguidores como método de hacerlos vivir una autenticidad que los discrimina desde la superioridad ante sus semejantes y los coloca por encima del bien y del mal. Lo que él ha fundado no es obra suya, es Obra de Dios, lo expone convencido, e incluso así la denomina. ¿Puede el lector arrancar a comprender ahora el cierto grado de amoralidad que se detecta en algunas de sus actitudes?

Su directa conexión, su comunicación directa con Dios, será invocada como medio seguro para alcanzar los propósitos marcados: "Dios se dignó iluminarle", se nos dice hasta la saciedad. "Soy un trapo sucio, soy basura, y "me ha elegido Dios Nuestro Señor" a mí para que se vea que la Obra es suya." "Permitidme que, una vez más, os manifieste una partecica de mi alma, "en la presencia de Dios", con la persuasión más absoluta de que no soy un modelo de nada, de que soy un pingajo, un pobre instrumento -sordo e inepto- "que el Señor ha utilizado" para que se compruebe, con más evidencia, que El escribe perfectamente con la pata de una mesa..." "Miro mi vida y, con sinceridad, veo que no soy nada, que no valgo nada, que no tengo nada, que no puedo nada; más: ¡que soy la nada!, "pero El es todo y, al mismo tiempo, es mío, y yo soy suyo, porque no me rechaza, porque se ha entregado por mí". ¿Habéis contemplado amo más grande?"

Y continúa dejando el mismo rastro en sus escritos: "La sabiduría infinita me ha ido conduciendo, como si jugara conmigo, desde la oscuridad de los primeros "barruntos" hasta la claridad con que veo cada detalle de la Obra." "Y para abrir paso a este fenómeno teológico, pastoral y social en la vida de la Iglesia, "Dios me ha llevado de la mano", calladamente, poco a poco, hasta hacer su castillo: da ese paso -parece que decía-, pon esto ahora aquí, quita esto de delante y ponlo allá. "Así ha ido el Señor construyendo su Obra", con trazos firmes y perfiles delicados, antigua y nueva como la palabra de Cristo. En la historia de nuestro camino jurídico dentro de la vida de la Iglesia aparece con mucha claridad este juego divino del que hablo: no he tenido que andar calculando, como jugando al ajedrez; entre otras cosas porque nunca he pretendido averiguar la jugada del otro, para poder dar jaque mate después. Lo que he tenido que hacer es dejarme llevar."

Cualquier cristiano que escuche estas palabras, si se mueve por una sincera vivencia evangélica, quedará impresionado. Mi tío José María siempre trabajó la admiración hacia su persona y la fe que se le debía como "el Padre". Esta "mentalización" calará hondo en presencia de un "humilde cura" que se sabe elegido y guiado por Dios. Y él les ha dicho: "Que Dios los ha elegido también para hacer el Opus Dei en la tierra."

Él busca una identificación, incoar unos sentimientos de autenticidad similares a los suyos, y logra que ellos y sólo ellos se sientan elegidos por Dios. La llamada divina es privilegio que los señala directamente a ellos, a sus frentes como los hijos de Dios. Esta "humildad" rayana con una obsesiva exhibición contrasta con otras manifestaciones que al final de sus días solía hacer. Así lo recuerda Salvador Bernal: "En mayo de 1974, Mons. Escrivá de Balaguer conversaba con un grupo de socios de la Obra de Brasil, de edad madura. Y los situaba con fuerza, ante su responsabilidad, como cofundadores del Opus Dei:

"Cuando era joven, no me atrevía a decirlo; pero desde hace años, si lo digo. Yo soy un pobre pecador que ama a Jesucristo, un pobre pecador. Pero mirad: he conocido y tratado a grupos de personas importantísimas... Pero Fundadores del Opus Dei, hay uno solo: muy pecador, pero uno. ¿Padre vuestro? Sí. Siempre habrá uno que será mejor que yo; el que me suceda, y los que vengan detrás de él. Lo habéis de amar y de querer mucho más que a mí. Primero, porque ésa es la Voluntad de Dios; después, porque lo merecerá. Pero el Señor os pedirá cuenta de haber estado cerca de mí. No porque sea bueno, sino porque EL -no encontró otra cosa peor- me buscó para que se vea que ha sido ÉL quien ha hecho la labor. Vosotros y yo -os lo diré, como suelo hablar, con comparaciones muy fáciles de entender- escribimos con una pluma. El Señor escribe con la pata de una mesa. Y escribe maravillosamente, para que se vea que es su mano, no la pata de la mesa. Y una vez que hago presente que soy un pobre palo, como un borriquito delante de Dios, un borriquito que tira del carro, pues a pesar de todo, insisto: el Señor os pedirá cuenta, porque habéis estado cerca del Fundador. Por lo tanto, tenéis gracia fundacional y, mientras que yo viva, sois cofundadores. Tenéis que poner el hombro de verdad, con alegría, con entusiasmo. Y sin entusiasmo, lo mismo."

Estas manifestaciones vuelven a evidenciar una falsa humildad y ponen en solfa una vez más un comportamiento del que no se desvió a lo largo de su vida; al contrario, lo fomentó. El es plenamente consciente de su importancia, de su poder, su influencia, y así lo declara, y no limitándose a las palabras, sino que lo refleja en los hechos. Durante su existencia se rodeará del suficiente boato e inaccesibilidad como para generar el distanciamiento que requiere su pompa misterio en una persona que se cree hilo transmisor de Dios. Nadie puede sugerirle, a nadie aporta explicaciones o da cuenta de sus actos, todo lo que sale de él no es otra fuerza que "la santa Voluntad de Dios". Así lo hace creer. En su caso hay una sola respuesta y no cabe enfrentarse a cualquier otra explicación. ¿Acaso se le puede requerir una explicación mínima a un ser que se reviste del sagrado misterio: "Lo ha dicho el Padre" Como máximo de sus labios se podrá escuchar "es conveniente". Sobran, pues, las razones. No hace falta justificación.

Camino es una mina sin fondo para reconstruir el retrato del Fundador, ilustra su actuación como Padre y la que imbuirá en sus hijos, haciendo desaparecer el rastro del prejuicio si hay que salvar algo primordial para la Obra. En el lema 387 afirma: "El plano de santidad que nos pide el Señor está determinado por estos tres puntos: La santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza."

Sobre esta base y en nombre de estas "santas" recomendaciones tanto mi tío José María como sus hijos se lanzarán a una larga serie de atropellos con la suficiente fuerza moral para eludir los requerimientos de los perseguidos ante semejantes procederes. Miguel Fisac, Antonio Pérez Tenesa y otros muchos nos marcan en sus testimonios las pautas de sus violentos comportamientos con sus disidentes. Pero entiendo que aquel que mejor recoge los apuntes clave se halla en el caso dramático de Maria Angustias Moreno. Creo que el relato contenido en su libro La otra cara del Opus Dei es lo suficientemente aclaratorio como para resistirnos a la tentación de traerlo a este otro libro abierto a la disidencia, a la libertad de conciencia que nos debemos como cristianos unos a otros y al respeto de los mínimos que Jesucristo dejó tras su paso por esta Tierra.

Ya hemos expuesto aquel término acuñado para la sentencia inapelable que pesa sobre los individuos que tuvieran las agallas para abandonar la Obra en una determinación coherente con sus creencias, y no nos engañemos con aquellas creencias que los empujaron a ingresar en ella para conducirlas a buen puerto, honestamente. Me refiero a la "muerte civil". Jamás volverá a pronunciarse su nombre en los círculos de la institución, dejó de existir.

Pero, amigo lector, la virulencia de la Obra alcanza su máxima expresión cuando, en uso de su libertad y con la conciencia bien limpia, el antiguo miembro, sabedor de lo que realmente se cuece en la trastienda, decide hablar, exponer comentarios negativos sobre la Obra, su Fundador o alguno de sus miembros destacados. El aparato opusdeísta reacciona con celeridad y contundencia, se lanza a una campaña de descalificaciones y descrédito de estas personas, y en algunos casos no hay problema si ha de hacerse uso de las injurias y las calumnias, como el caso que pasamos a tratar, María Angustias Moreno.

María Angustias fue numeraria del Opus Dei durante quince años y ocupó cargos de cierta responsabilidad, como el de directora de diversas casas de la Sección Femenina. Diversas circunstancias vividas la llevan a pedir explicaciones por distintos motivos. Como ahora ya sabemos, no iba a obtener respuesta. Sólo le queda elegir entre estas dos opciones: "obedecer o marcharse". Ante tamaña postura decide abandonar la Obra, pero sin provocar escándalos de ningún género.

Lo mismo que le había sucedido con anterioridad a personas que habían abandonado la institución, sufre la "muerte civil". Nadie volverá a hablar de ella, y quienes fueron sus amigas, sus hermanas espirituales, la olvidarán como si un agujero negro se la hubiera tragado. "Los que se van es como si hubieran muerto." Se acabó, que nadie se entere, en primer lugar se sitúa la elusión del peligro que podría incubarse para la pureza vocacional de los restantes miembros. Ningún germen pernicioso debe manchar el rostro límpido de la Obra.

Este comportamiento se reproducirá con cada una de las personas que se decidan a dar el gran paso y acopien el valor para encararlo. Son cientos, miles, pero ellos ya se encargarán de ocultar las estadísticas, sería un escándalo, no sólo para los de dentro, también para los que se mantuvieron al margen. En todo caso obtendremos los datos del conjunto de fieles propios, como recoge Luciano M. Santareii en su libro "Amar al Mundo": según la edición del Anuario pontificio, el presbiterio de la Prelatura está compuesto por 1.348 sacerdotes, mientras los fieles laicos ascienden a 74.348: hombres y mujeres de todas las profesiones y oficios, de todas condiciones sociales, pertenecientes a 87 nacionalidades y con una labor de apostolado en más de 80 países.

Sería un sueño -una pesadilla para los de dentro- ofrecer una estimación de la cantidad de socios que han salido, los porcentajes correspondientes a sus profesiones y oficios, a las distintas clases sociales. Ésta, como tantas otras, es la verdad del Opus Dei, medias verdades; o es lo mismo, grandes mentiras.

Cuatro años después de dejar la Obra, María Angustias Moreno toma la iniciativa de publicar un primer libro, "Anexo a una historia". En diciembre de 1976 y en enero de 1977 aparece publicada una carta en "Diario de Barcelona" en la que más de veinte personas que habían pertenecido al Opus Dei se solidarizan con el contenido del citado libro. Al poco, esta carta es recogida por la revista "Blanco y Negro".

Unos meses después, seis sacerdotes del Opus Dei, Benito Badrinas Amat -vicepostulador en el proceso de santificación de José María Escrivá de Balaguer- y Severino Monzón en Barcelona, Emilio Navarro Rubio y Juan García Llovet en Madrid y Ernesto Peñacoba Muñoz-Chapulli y Antonio del Val en la ciudad de Sevilla -de donde proviene María Angustias- visitan de dos en dos a las personas firmantes de la carta para difamarla, injuriarla y calumniarla, en definitiva, para desacreditarla.

Las conversaciones se iniciaban siempre del mismo modo: "Queremos advertirte que María Angustias es lesbiana, es decir, que ha tenido trato carnal." Y por supuesto, que podían ofrecer tantas pruebas de corrupción dentro de la Obra como se quisieran.

En este caso, a la Obra le salió el tiro por la culata. Todas las personas visitadas llamaron y escribieron a María Angustias reconstruyendo las visitas que habían tenido por dos sacerdotes del Opus Dei tras las dos publicaciones de la carta. Y siempre bajo los mismos denominadores comunes: la injuria y la calumnia por el solo hecho de levantar la verdad sobre el Opus Dei y su Fundador.

De todas las cartas que recibió María Angustias Moreno y que transcribe en su libro "La otra cara del Opus Dei" sujetándose al relato de los hechos, recojo la visita efectuada en Barcelona por Severino Monzón Romualdo, secretario de la Delegación del Opus Dei en Barcelona, y Benito Badrinas Amat, antiguo rector de la iglesia de Santa María de Montealegre de Barcelona y ahora vicepostulador de la Causa de Santificación de mi tío José María Escrivá de Balaguer.

El criterio que me guía para esta selección no es otro que el papel jugado recientemente por Benito Badrinas, también participante en el programa de Antena 3 "La Clave" que versó sobre la figura de Josemaría Escrivá de Balaguer.

Barcelona, 29 de abril de 1977.

El pasado 27 de abril, miércoles, sobre las 17.15, el telefonista de mi empresa me llamó para comunicarme que tenía una llamada exterior de don Benito Badrinas Amat, a quien yo conocía como sacerdote del Opus Dei, el cual deseaba hablar conmigo. Dado que mi relación personal con dicho sacerdote había sido -y es- nula, indiqué al telefonista que le interrogara sobre si deseaba tratar algún asunto comercial; contestó que no, que era un asunto personal. Ante esa respuesta, me negué a que el telefonista me pasara la comunicación, indicándole que respondiera a don Benito Badrinas Amat que tengo por norma no atender llamadas personales en mis horas de trabajo.

A las 21 de ese mismo día don Benito Badrinas llamó por teléfono al domicilio de mi madre y preguntó por mí. Mi madre le contestó que yo acababa de salir de casa y añadió que, si deseaba hablar conmigo, me localizaría melor en mi despacho. Por cierto, ignoro cómo consiguió don Benito Badrinas mi teléfono profesional y el de mi domicilio familiar, pues yo no se los había dado nunca.

Sobre las 10.30 del 28 de abril, el telefonista de mi empresa me comunicó que tenía nuevamente una llamada de don Benito Badrinas para mí. Ante tanta insistencia, accedí a que me pasaran la comunicación. Don Benito Badrinas me pidió si podía recibirlo aquella mañana. Contesté afirmativamente y quedé citada con él para las 11.30.

A esa hora mi secretaria, Elena de Diego Oriol, me avisó de que habían llegado dos sacerdotes, uno vestido de clergyman y el otro con sotana, y que habían dicho que yo los esperaba. Me extrañó que vinieran dos personas, pues yo sólo había citado a don Benito Badrinas Amat. Mientras ellos esperaban en la sala de visitas, conecté en presencia de mi secretaria el magnetófono que tenía en mi despacho y le pedí que dijera algo para comprobar el funcionamiento del mismo. Hecho esto, y ya con la grabación en marcha, le indiqué que hiciera pasar a mis visitantes, a los cuales, previamente, mi secretaria había preguntado sus nombres. Sólo dio su nombre don Benito Badrinas.

Mi despacho tiene un amplio ventanal de cristal transparente que comunica con otro despacho más amplio, donde trabajan varias personas. Allí se encontraba en aquel momento, a petición mía, mi hermano, F. J. C. J., y uno de mis colaboradores, P. M. A. Ellos fueron testigos de la entrada de dos sacerdotes y de su entrevista conmigo, si bien no escucharon el diálogo, pues la puerta de comunicación entre ambos despachos estaba cerrada.

Los sacerdotes que se entrevistaron conmigo fueron don Benito Badrinas Amat, sacerdote numerario del Opus Dei, antiguo rector de la iglesia de Montealegre de Barcelona, y que en la actualidad trabaja en los trámites del proceso de beatificación de don José María Escrivá, fundador del Opus Dei, y don Severino Monzón Romualdo, sacerdote numerario del Opus Dei, que era, en los últimos años de mi pertenencia a dicho Instituto Secular, sacerdote secretario de la Delegación del Opus Dei en Barcelona. Por razón del cargo que ocupaba, don Severino Monzón era superior interno mío, con autoridad real y moral sobre mi persona. Ignoro si sigue ocupando actualmente dicho cargo.

Resumo a continuación la entrevista que sostuve con ellos.

En primer lugar, manifesté mi extrañeza por el hecho de que se presentaran dos personas, cuando yo sólo había quedado citada con una, y les indiqué la conveniencia de llamar a otra persona más para que fuera mi testigo. Me dijeron que no tuviera ningún miedo, que sólo venían a darme información, y que yo, si así lo quería, podía no decir nada.

Seguidamente les pregunté el motivo de su visita. Don Benito Badrinas, con voz bastante entrecortada, me repitió que yo no necesitaba decir nada, que no pretendían de mí ningún cambio de conducta ni rectificación. Le pregunté si podía actuar según mi conciencia, y él me contestó que eso era lo que él quería pedirme. Le respondí que yo actuaba así.

A continuación, y siempre en este estilo entrecortado y confuso, se dirigió a "esas cosas que habéis hecho". Le pregunté qué cosas eran ésas, y él me contestó que publicar una carta, que yo también había firmado. Le recordé que yo era la primera firmante de la misma. Don Benito Badrinas siguió diciendo entonces que con esa carta habíamos hecho daño, que "posiblemente era lo que se pretendía". Le aseguré que no habíamos pretendido hacer daño a nadie, sino dar un testimonio de justicia y de verdad. Se refirió entonces, quejoso, al hecho de sacarlos en la prensa, públicamente, cuando yo sabía que ellos jamás utilizarían nada de nadie, que "absolutamente nunca nosotros diremos nada de ti". (Esta última frase me produjo cierta hilaridad interna, pues me consta lo contrario.)

Volvió a referirse a la carta y dijo que la encontraba muy genérica. Yo la saqué de uno de los ca jones de mi mesa y le leí los párrafos en los que corroboramos con nuestra experiencia "los complicados entresijos de esta asociación -el Opus Dei-, su autoritarismo llevado a extremos aniquiladores de la personalidad, su radical integrismo religioso". Don Severino Monzón intervino por primera vez en la conversación y dijo que esto era muy vago. Le contesté que eran cuestiones de fondo. No insistieron en el tema, quizá fuera que los convencí...

Don Benito Badrinas volvió a repetirme entonces que les habíamos hecho daño, y yo me reafirmé en mi postura de que decir la verdad no es hacer daño a nadie. Me insistió en que lo pensáramos bien. Respondí que pensado estaba, que la carta no era una improvisación, sino una cosa muy meditada. Se refirió entonces a las posturas de las personas firmantes, y dijo que era dudoso que todas pensáramos del mismo modo. Le hice ver que él mismo podía comprobar si hablaba con ellas, que ninguno firmó con inconsciencia, engaño o desconocimiento. Ante esa respuesta me contestó que él no iba a preguntar a las personas por qué habían firmado, y que eso tampoco le interesaba. He de decir que sus palabras, entrecortadas y deshilvanadas, me iban dejando cada vez más sorprendida. Dada la impresión de estar muy nervioso.

Seguidamente me dijo que en la carta había una serie de cosas evidentemente peyorativas, y que si él supiera algo de mi vida -"que no sé nada, se apresuró a añadir"- no andaría publicándolo. Y dijo textualmente esta frase: "Sí sabemos de otras personas, o sea, quiero decir, sabemos, pero vamos sin entrar en detalles, por ejemplo, que María Angustias no tuvo, es decir, una actuación, ¡hombre.', moralmente.., y los motivos de salida, pues moralmente no son los motivos de salida, es decir, que como pueden ser los tuyos, es decir, un problema que esto no es lo mío y me voy."

Le pregunté qué pretendía decirme con eso. Respondió: "¡Hombre! quiero decir... ya te puedes imaginar... Bueno, moralmente quiere decir que ella, a pesar de que después en ese libro, eh, con una exageración a que se guarden unas precauciones en una serie de cosas en las que ella cayó. ¿Comprendes?"

Le confesé que no entendía nada; que me dijera a qué página del libro se refería. Me contestó que no se refería al libro, sino a la vida suya; que ella en el libro hablaba de la guarda de la castidad de manera que a los ojos del público quedaba como algo peyorativo, siendo así que era natural que se guardaran una serie de precauciones. Y que, además de eso, lo escribía "una persona que a pesar de esas precauciones, no ha vivido bien la castidad".

Le interrogué sobre qué quería decir no vivir bien la castidad. Me contestó: "Bueno, pues que ha tenido relaciones con otras chicas."

Dirigiéndome entonces a don Benito Badrinas y a don Severino Monzón les pregunté: "¡Eso les consta?" Don Benito Badrinas dijo: "Sí." Don Severino Monzón añadió: "Hay una documentación bastante abundante..." Don Benito Badrinas concluyó: "¡Hombre! No todo debía ser acostarse con otras chicas."

Ante la gravedad de estas palabras, les pedí si podían asegurarme bajo juramento lo que acababan de decirme. Don Benilo Badrinas pronunció un "Sí" en voz bastante baja, pero perfectamente audible. Seguí insistiendo: "Aquí delante, ahora mismo." Entonces ambos se pusieron muy nerviosos y empezaron a hablar al mismo tiempo, quitándose las palabras el uno al otro. Dijeron que no lo decían en sentido de acusación, sino sólo de información.

Yo estaba muy indignada por dentro, pues no entendía cómo dos sacerdotes, demostrando a las claras su condición de tales, y de los que me constaba su pertenencia al Opus Dei, podía pronunciar las palabras que yo acababa de escuchar. Por eso insistí en que les pedía como sacerdotes que se comprometieran bajo su palabra delante de Dios de que lo que acababan de decirme de María Angustias Moreno era cierto. Don Benito Badrinas pronunció nuevamente "Sí" en voz baja, pero audible. Repetí nuevamente: "¿Se comprometen bajo juramento?" Don Severino Monzón insistió en que no se trataba de ninguna acusación.

Les pedí pruebas, les pedí detalles. Muy nerviosos, repitieron que no se trataba de ninguna acusación, que no querían entrar en detalles, que era exclusivamente para que yo lo supiera.

Seguidamente don Benito Badrinas dijo: "Este tema, en el momento preciso, se comentará." Yo exclamé: "Entonces ustedes están dispuestos a..." Don Benito Badrinas acabó la frase diciendo: "Utilizarlo."

Le pregunté si a utilizarlo públicamente, y me contestó que públicamente no. Le interrogué entonces si lo iban a decir "privadamente" a mil, dos mil, a sesenta mil personas. Me contestó que no, que, de momento, sólo lo iban a decir a las personas que nos habíamos solidarizado con esto. Les dije que había cooperadoras que lo habían ido diciendo por ahí. Respondieron que no lo creían, que no dudaban de mi palabra, pero que se trataría de personas que se habrían enterado por su cuenta. Insistí: "¿Tienen datos concretos? ¿O son deseos, o son suposiciones, o son imaginaciones?" Me contestó: "Hechos concretos."

"¿Hechos concretos? ¿Y la han tenido durante catorce años siempre en cargos de gobierno y de formación de otras personas?" Me contestó don Severino Monzón que no se sabía. Le manifesté mi extrañeza por "tamaña" ignorancia, pues las tendencias homosexuales se pueden detectar con facilidad. Nuevamente don Severino Monzón me respondió que en este caso no aparecieron hasta ahora. Les pregunté si las habían descubierto ahora (cuando han pasado cuatro, ya más de cuatro años, de su salida del Opus Dei) porque espontáneamente la gente lo ha dicho o bien si se había fomentado que se dijera. Don Benito Badrinas me respondió entonces que eso él ya no lo sabía, que él no había hecho la investigación, que él había visto la documentación terminada, pero que no sabía cómo la habían realizado.

Finalmente, yo les contesté que conocía a María Angustias Moreno y que me constaba su honradez, su espíritu cristiano, su veracidad, su sinceridad y su deseo de llevar una vida entera cara a Dios. Don Benito Badrinas me dijo: "De acuerdo." Añadí: "Que quede constancia." "Bueno, que quede constancia de lo otro", replicó don Benito Badrinas.

Así terminó la conversación. Inmediatamente después de la marcha de don Benito Badrinas Amat y de don Severino Monzón Romualdo, entró en mi despacho mi hermano. En su presencia paré el magnetófono, desconecté el micro y, juntos ambos, escuchamos el resultado de la grabación, deficiente por las malas condiciones acústicas de mi despacho, pero perfectamente audible. Quisiera que se adjuntara como prueba de mi testimonio.

Así lo manifiesto en Barcelona, fecha ut supra.

Fdo.: Ana María Calzada (Barcelona).

Me imagino que cuesta creer la veracidad del comportamiento de estos sacerdotes del Opus Dei, y todavía puede resultarnos mayor la extrañeza al constatar que uno de ellos ocupe la responsabilidad de vicepostulador de la Causa de Santificación de monseñor Escrivá de Balaguer. Pero a quienes conocemos los entresijos, la tramoya espectacular que esconde la institución, ya nada puede sorprendernos al ver oír, leer y sufrir los comportamientos que miembros destacados han empleado con cada uno de nosotros.

Naturalmente, ellos no asumen la autoría como competencia propia de la organización, escudándose en la responsabilidad que a título personal contrae cada uno según sus actos. Y no es una excepción María Angustias Moreno. Yo también lo he sufrido. Sin embargo, de una vez por todas, esa responsabilidad debe alcanzar hasta su fundación, y no sólo a los miembros, sino caer sobre su Fundador como inspirador primero de estos medios coactivos. La gran parte de los miembros han creído en mi tío, en sus exposiciones, y por tanto estaban convencidos de su justo proceder al cumplir con un mandato de Dios. Pero ellos también han contraído su ración de culpa. Dios los hizo libres. Y entre sus obligaciones se encuentran el análisis y la búsqueda de la verdad.

María Angustias Moreno detalla claramente en su libro "La otra cara del Opus Dei" cómo únicamente a través de una profunda mentalización puede darse tal ceguera. Esta es la verdadera razón. Desde un principio mi tío José María emprende un proceso de mentalización que se transmitirá en sus formas y contenidos de unos hijos a otros. esta es otra de las explicaciones que cabría esgrimir para acertar a comprender que ningún sacerdote captara el "espíritu del Opus Dei", echando mano como alternativa de la Orden de la Santa Cruz.

María Angustias, con todas las pruebas en sus manos, ejerció su derecho de recurrir ante los tribunales ordinarios de justicia, y previo consejo de su abogado José María Gil-Robles y Quiñones, presentó las conciliaciones pertinentes y necesarias para querellarse contra los seis sacerdotes del Opus Dei que habían realizado parecidas manifestaciones a las que nos acaban de relatar.

Estas conciliaciones fueron presentadas en los juzgados de Madrid el 18-10-1978, en Barcelona en el juzgado número 17 el 21-10-1978 y en Sevilla en el juzgado número 5 el 25-10-1978. Y todas ellas en los siguientes términos:

Al JUZGADO (...) Procurador de los tribunales, en nombre y poder especial, que exhibo y retiro después de debidamente testimoniado, de la Srta. María Angustias Moreno Cerei jo, ante el Juzgado comparezco y como mejor proceda en derecho DIGO:

Que solicito la celebración de acto de conciliación, previo a la querella por injuria y calumnia, contra D. Juan García Llovet, con domicilio en Madrid, calle Diego de León, 14, para que se avenga a reconocer:

1. Que es miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei.
2. Que ostenta o ha ostentado puestos directivos de dicha Obra.
3. Que acompañado de don Emilio Navarro Rubio, también sacerdote miembro de la Obra citada, visitó a diversas personas de la ciudad de Madrid.
4. Que ante esas personas visitadas formuló imputaciones contra la señorita María Angustias Moreno Cereijo, asegurando que era una pervertida sexual y una lesbiana, y que había intentado pervertir a varias jóvenes pertenecientes a la "Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei".
5. Que cuando realizó esas visitas tenía conocimiento de que la Srta. María Angustias Moreno Cereijo había publicado un libro titulado "El Opus Dei. Anexo a una historia".
6. Que las visitas a que se refiere el número 4 fueron hechas a personas que habían firmado y publicado una carta solidarizándose con la Srta. María Angustias Moreno Cereijo con motivo de la publicación de su libro.
7 Que reconoce que las imputaciones hechas a la Srta. María Angustias Moreno Cereijo obedecieron a informaciones que han resultado falsas.
8. Que, en consecuencia, reconoce y declara que esas imputaciones son gravemente injuriosas y calumniosas, por lo que las rectifica totalmente en este acto, estando dispuesto a dar a la Srta. Moreno Cereijo las reparaciones morales procedentes por el daño que se le ha causado.
9. Finalmente que se compromete y obliga a enviar copia del acto de conciliación a todas las personas que visitó haciendo las imputaciones referidas contra la Srta. Moreno Cereijo con una carta suya de simple remisión de copia, hecha por conducto notarial.

Y SUPLICO AL JUZGADO se sirva tener por presentada esta papeleta, citar a D. Juan García Llovet, con domicilio en calle Diego de León, 14, de Madrid, y señalar la fecha de celebración del acto de conciliación a los efectos indicados en el cuerpo de este escrito.

Es justicia que pido en Madrid (...) de octubre de 1977

En ninguna de las tres conciliaciones hubo avenencia, por lo que Maria Angustias presentó en el Juzgado de Sevilla la correspondiente querella criminal:

AL JUZGADO DE INSTRUCCIÓN AL QUE POR TURNO CORRESPONDA

(...) Procurador de los Tribunales y de Doña María Angustias Moreno Cereijo; como con la copia de poder especial bastante que acompaño (Doc. núm. 1) ante el Juzgado comparezco y como mejor proceda en Derecho, DIGO:

- Que siguiendo instrucciones (le mi poderdante promuevo en su nombre, mediante el presente escrito, querella criminal por injurias al amparo del art. 270 y concordantes de la Ley de Enjuiciamiento Críminal contra D. Antonio del Vals, mayor de edad, soltero, sacerdote, con domicilio en Sevilla, calle Río de la Plata, núm. 7, y contra D. Ernesto Peñacoba Muñoz-Chapulli, con las mismas circunstancias personales e idéntico domicilio, por el delito de injurias graves.

Sirven de base a esta querello los siguientes HECHOS:

PRIMERO. Mi representada, Dña. María Angustias Moreno Cereijo, soltera mayor de edad, ingresó en el año 1959 en la institución religiosa denominada "Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei", conocida más frecuentemente por estas dos últimas palabras de "Opus Dei" y a la que pueden pertenecer mujeres, así como va rones que no tengan el estado sacerdatal.

SEGUNDO. Dña. María Angustias Moreno Cereijo formó parte de esta institución del "OPUS DEI", que sus adheridos y simpatizantes denominan por antomasia la OBRA. En ella ocupó diversos puestos de mayor o menor confianza, nunca cargos de auténtica dirección que la OBRA reserva para una minoría estimada comto selecta. Durante los 14 años que perteneció a esta Institución pudo observar una profunda discrepancia entre lo que se proclamaba y lo que se realizaba en relación, sobre todo, con la mayoría de sus miembros. Esa comprobación de hechos, que para ella fue profundamente dolorosa, le hizo comprender que no tenía vocación para seguir perteneciendo a tal institución, por lo que sin escándalos ni rompimientos abandonó la OBRA, sin que le extrañara, porque lo sabia por otros muchos casos similares, que la institución a partir de ese momento la marginase y aislase de un modo harto notorio.

TERCERO. El recto espíritu de Dña. Maria Angustias Moreno Cereijo le hizo reaccionar serena, pero firmemente, contra las autoalabanzas que se dispensaba la Obra y que tan vivamente contrastaban con la realidad distinta que había tenido ocasión de comprobar en sus 14 años de servicios a la Obra. Contrastes que no afectaban, por supuesto, a materias de fe y costumbres, pero sí al ambiente de caridad, comprensión y auténtica fraternidad cristiana, con el que tantas veces soñó en su anhelo de perfección.

La reacción de su espíritu la movió a escribir en el año 1976, después de madura reflexión, un libro titulado "EL OPUS DEI, ANEXO A UNA HISTORIA", en el que en términos respetuosos, pero empapados de indiscutible serenidad y equilibrio espirituales, analizó distintos aspectos de la vida interna del "Opus Dei", de los que ya mucha gente hallaba como cosa corriente, pero que hasta entonces no tenía el apoyo moral de una persona que durante tantos años había vivido lo que contaba.

CUARTO. Aunque el libro -del que se acompaña un ejemplar como documento núm. 2- no con tiene nada injurioso ni siquiera depresivo para la OBRA, la publicación y el éxito de venta produjeron una pésima impresión en los directivos del "OPUS DEI", impresión que se acentuó cuando diversas personas que habían pertenecido a la Institución y pasaron en ella momentos de honda crisis, escribieron una carta a María Angustias, solidarizándose con cuanto en el libro se narraba y se comentaba. La carta apareció en el núm. 3.390 de la revista "Blanco y Negro", correspondiente a los días 20-26 de Abril de 1974.

QUINTO. Vieron los directivos del "OPUS DEI" en esta carta algo así como el resultado de una conjura de cuantos se apartaron decepcionados de la OBRA, y creyeron llegado el momento de pasar a la contraofensiva, atacando a María Angustias Moreno Cereijo en términos que esta parte no puede menos de considerar delictivos.

SEXTO. El plan de contraata que -llamémosle así- se desenvolvió simultáneamente en varias ciudades, principalmente en Madrid, al parecer -lo decimos con toda clase de reservas- bajo la dirección de D. Juan García Llovet, y consistió en que dos sacerdotes del "Opus Dei" visitaran a las firmantes de las cartas de adhesión a la querellante, para comentarles la pretendida conducta de ésta y desacreditando en el concepto de sus oyentes. Todo ello, invocando motivos de conciencia y altas razones de índole moral.

La relación de causa a efecto entre la publicación del libro de la querellante con la adhesión de sus amigas, y la ofensiva del "OPUS DEI" es muy clara. En primer lugar los sacerdotes que visitan a las personas que luego detallaremos, se refiere con frecuencia al libro y a la carta. Además, si los sacerdotes indicados hacen afirmaciones tan rotundas como inexactas y ofensivas a la conducta de María Angustias, ¿por qué la tuvieron en sus filas 14 años? ¿Por qué esperaron para atacarla hasta que había publicado su libro cuatro años después de su salida voluntaria? ¿O es que el "OPUS DEI" mantiene un servicio de vigilancia de las personas que salen de sus filas, para atacarlas cuando lo crean conveniente?

SEPTIMO. Divididos en grupos de dos -los sacerdotes del "OPUS DEI" no pueden visitar solos a mujeres- los dos querellados invocan los más varíados pretextos para ser recibidos por las interesadas (...).

Se acompañan declaración de éstas (..) legalizadas notarialmente. (Documentas n. 3 y 4.)

OCTAVO. No vamos a hacer un estudio detallado de estas declaraciones. Con este escrito se presentan para conocimiento de S. Sa. En todos ellos, sin más motivo que un resentimiento imposible de ocultar por la publicación del libro, se ataca una y otra vez a la querellante tratándola de desviada sexual, de lesbiana, de corrompida antes de pertenecer a la OBRA, durante su permanencia en ella y después. Todo ello con verdadera saña, enmascarada con preocupaciones morales y sin la menor necesidad de plantear temas tan ofensivos.

NOVENO. Antes de decidirse a plantear la querella, doña María Angustias Moreno Cereijo intentó que los querelladas le dieran una reparación. Su abogado -el Letrado que suscribe esta querella- propuso al Letrado del "Opus Dei" que los ofensores repararan en conciencia el mal que habían causado. Todo fue inútil.

DÉCIMO. En vista de esta actitud, la querellante promovió en tiempo útil el acto de conciliación previo a la querella por injuria, que se celebró sin avenencia. Se acompañan las correspondientes certificaciones (documentos números 5 y 6).

Invocando los Fundamentos de Derecho pertinentes, la querella fue desestimada y recurrida ante la Audiencia Provincial, quien confirmó que fuese desestimada. Lo mismo ocurrió en los Tribunales de Justicia de Madrid. Por su interés reproduzco el AUTO dictado por la Audiencia Provincial.

AUTO

Madrid a diecinueve de Mayo de mil novecientos setenta y ocho.

Audiencia Provincial.

Sres. Sección 4: D. Sixto López López, D. Antonio Martínez Carrera, D. Álvaro Núñez M. Maturana.

RESULTANDO que interpuesta por el Procurador D. Argimiro Vázquez Guillén, en nombre y representación de Dña. Ma. Angustias Moreno Cereijo, querella por supuesto delito de injurias verbales, imputadas a los querellados D. Juan García Llovet y D. Emilio Navarro Rubio, y repartida la misma, que fue presentada el 20 de diciembre de 1977 al Juzgado de Instrucción número 11 de los de esta Capital por auto de 12 de Enero de 1978 se denegó su admisión a trámite, e interpuesto por la representación de la querellante el oportuno recurso de reforma por auto de 20 de Enero de 1978, se declaró no haber lugar a la reforma pretendida, admitiéndose en ambos efectos el recurso de apelación subsidiariamente interpuesto, y acordándose para su sustanciación, la elevación de los autos originales a esta Audiencia Provincial, Sección Cuarta, previo emplazamiento de la querellante por término de diez días.

RESULTANDO que recibidos los autos originales en esta sección y formando el rollo correspondiente, en el que en tiempo y forma compareció la querellante Dña. María Angustias Moreno Cereijo, única parte interviniente por providencia de 4 de Mayo de 1978, después de evacuados los trámites de instrucción, se señaló para la vista del recurso el 19 de los actuales, a las 11 de la mañana, día y hora en que tuvo lugar la misma con asistencia del Letrado de aquélla, don José María Gil-Robles y Quiñones, quien después de informar lo pertinente a sus pretensiones, interesó la revocación del auto apelado del 20 de Enero de 1978, que en definitiva, al denegar la reforma de su precedente, mantuvo el pronunciamiento de éste, de no haber lugar a admitir a trámite la querella por injurias presentada el 20 de diciembre de 1977, pues si bien se han subsanado alguno de los defectos formales denunciados en el inicial auto de 12 de Enero de 1978, con olvido del núm. 4 del art. 277 de la Ley de E. Criminal, no se hace en el escrito de querella una relación circunstanciada del hecho objeto de la misma, ni se rodea al mismo de la concreta expresión del "lugar, año, mes, día y hora en cuanto se ejecutó", necesarios en su caso para determinar la competencia, o para computar el corto plazo de seis meses que para las prescripciones de las injurias señaladas en el art. 113 del Código Penal, pues al respecto, aquella concreta y detallada relación, por ser determinante de extremos que pueden ser interesantes, no puede ser suplida por una simple remisión de relatos supuestamente efectuados por terceras personas o decisiones a efectuar de estas supuestas y no muy ordenadas declaraciones testificales acompañadas con la querella, sino que en la cual indica el artículo 277 citado, han de considerarse y concretarse en el propio escrito de la que rella, y tanto más en delito de índole privada y eminentemente circunstanciales como son los de calumnia e injuria, pues si bien en delitos de carácter público, la simple denuncia de un delito de tal índole, aunque sea por medio de querella, es bastante y suficiente, para poner en marcha, según constante jurisprudencia, la actividad jurisdiccional, de delitos como el contemplado, han de cumplirse con rigurosidad, por la parte querellante, todos y cada uno de los requisitos exigidos por la Ley, y tanto más cuando por la remisión aludida, parece ser que aquellas circunstancias de lugar y tiempo se conocían, y podían dar lugar, salvo dato en contrario no considerado, a la prescripción del delito pues, inferidas, al parecer, las injurias a finales de Abril, el acto de conciliación de uno de los querellados se celebra sólo el 21 de noviembre de igual año de 1977, y en relación al otro querellado celebrado el acto de conciliación el 14 de octubre de 1977, la querella se interpuso sólo en 20 de diciembre de igual año, pasados los dos meses de que habla el artículo 479 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Vistos los artículos citados y demás de general aplicación.

La Sala, por ante mí el Secretario, dijo: Que desestimando, como desestimamos, el recurso de apelación interpuesto por la representación de la parte querellante Dña. María Angustias Moreno Cereijo, contra el auto dictado por el Juzgado de Instrucción núm. 11 de los de esta Capital, con fecha 20 de enero de1978, debemos confirmar y confirmamos el mismo, y en su consecuencia su precedente -de 12 de enero de igual año- por el que se declaró no haber lugar a admitir a trámite la querella por injurias interpuesta por referida querellante contra D. Juan García Llovet y D. Emilio Navarro Rubio.

Así lo mandan y firman los Sres. del margen que certifico.

Apenas puedo agregar algo más a lo relatado. Todo ello consta en los archivos de los tribunales. Como cristiano que siempre ha puesto su fe en una Justicia divina sin plazos de prescripción, estas querellas acabarán siendo admitidas a trámite.

Por mi parte, sólo me resta suscribir los dos párrafos que voy a extractar del libro de [[Maria Angustias Moreno, "La otra cara del Opus Dei", con verdadero dolor de corazón por tratarse de un familiar mío, pero párrafo, por párrafo, frase por frase y palabra por palabra:

"Lo malo de la OBRA no es lo que hagan o dejen de hacer (aun siendo en muchos casos cuestionable); si así fuere, no cabría otra alegación que la de "allá ellos". Lo malo es que hagan una cosa y digan otra. Lo malo es la confusión que crean. Lo malo es la utilización que en nombre de Dios hacen de las personas y hasta de la propia doctrina cristiana.

"Algo que al canonizar al Padre, quedaría canonizado con él. Porque no es todo esto lo que en la Obra pasa, sino el propio mito de un Fundador que ha impuesto el carisma de su vida como única razón o explicación de todo lo que en la Obra se hace: como exigente garantía de salvación inequívoca, sencillamente porque así lo ha dicho monseñor Escrivá. Y a lo cual el Opus Dei (todo entero) reduce su ser y hacer."

Que el Espíritu Santo nos ilumine a todos, y que "La verdad nos haga libres". Como mi tío José María, y parafraseando su propia retórica, "soy un pobre pecador" que no tiene otro sentido, otra aspiración, que aportar un grano de arena para que resplandezca "LA VERDAD".

Desde que acepté la oferta de escribir un libro sobre el Opus Dei bajo la condición de sobrino del Fundador no han transcurrido ni dos meses. En este corto período de tiempo me han entrevistado para distintos medios de comunicación y asistí al debate de Antena 3 "La Clave". Como era de esperar, he escuchado a lo largo de estos días diversos comentarios sobre la actuación de los distintos invitados, y casi unánimemente todos coincidían en destacar el desgarrante testimonio de Miguel Fisac, sobre todo la autenticidad de su relato, el estado de ánimo abatido que se advertía en él.

Esta impresión tan lamentable y negativa para la Obra debió de llegar hasta sus oídos. ¿Qué otra reacción cabía esperar de ellos? Una campaña de descalificaciones contra Fisac, apuntando que ya era muy mayor, que chocheaba, y se llevaban el dedo a la sien para afirmar que estaba loco.

Siempre es y será igual. No tienen otro recurso en sus manos ante la verdad, no saben, no pueden proceder ante quienes se atreven a expresarse en distintos términos. Dejan a un lado el daño que originan, desconocen la palabra caridad, qué es el amor al prójimo. Como bien decía Miguel Fisac en aquel programa, en el Opus Dei mi tío José María ha sustituido la fe y el amor por la piedad. El sinnúmero de prácticas de piedad, la misa, el rosario, la lectura espiritual, meditaciones, retiros... sustituyen al mandamiento de la Ley de Dios que los encierra a todos en él: "Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo".

Hasta los últimos días, terminado mi relato y a punto de acabar de corregir, he observado el comportamiento de las personas ante mi no oculta postura sobre mi tío José María, y verdaderamente no he tenido sorpresa alguna. Ya sabía cómo se iban a decantar las distintas posiciones. Aquellos que me paraban para decirme que habían visto el programa de "La Clave", en general estaban de acuerdo con la línea general del debate y criticaban el cinismo de la actuación de los sacerdotes, a quienes calificaban de prepotente.

Del periodista de "La Vanguardia" no se ofrecían comentarios importantes; a lo sumo, que no se había mostrado muy lúcido. Miguel Fisac, como ya he comentado, recogía unánimemente el aprecio de todos por verdadera sensación de realismo que había dado. Se habían percatado de lo mal que lo había pasado, cuando estuvo en la Obra y con motivo de las persecuciones de las que fue objeto tras su salida.

De Luis Carandell y Alberto Moncada, los comentarios apuntaban siempre al buen tono de sus intervenciones y reflexiones aproximativas al Opus Dei. Estos criterios y comentarios fueron los más numerosos. La audiencia fue muy representativa, y muchos habían grabado el programa para que también tuvieran la oportunidad otras personas de verlo.

Por el contrario, los miembros del Opus Dei respondían que no lo habían visto, y era cierto. Por distintos medios me enteré que previamente se los había aleccionado para que no leyesen ni viesen nada acerca de lo que se iba a decir.

Exclusivamente en una ocasión mantuve una charla con un amigo supernumerario, cuya amistad quedaba por encima de su vinculación a la Obra. Después de más de una hora de conversación, me di cuenta de que no había nada que rascar. La mentalización es tan absoluta y dominante que no es comparable con nada ni con nadie. Quizá no pueda compararse con los fundamentalistas árabes, ni con los mayores fanáticos. Pero al margen de tu opinión, digas lo que digas, demuestres lo que demuestres, expongas lo que expongas, ante ellos se pierde como el aire. En principio, no se lo creen, y si hay pruebas palpables, imposibles de rebatir, vienen a caer en el mismo soniquete, en el formulario que tienen enterrado ya en el fondo de sus conciencias.

Para ellos, el sufrimiento no conoce la carne donde muerde. Una Voluntad mayor ha designado con claridad. No sólo los antiguos miembros. Aquellos familiares que supieron del torbellino de la angustia, de la persecución inexorable durante años y años, de la rabia ante el trato más execrable que cabe hacia la dignidad humana, también tienen la palabra.

T. B. 0. 59 años. Sevilla. Mujer de un antiguo socio. Hace 40 años de aquello. Y hoy...

Estos meses, previos a la beatificación del 17 de mayo, se están oyendo opiniones distintas sobre el Opus Dei: unas a favor -los de "dentro"-, otras en contra -los de "fuera".

Ciertamente hay que descubrirse ante las lecciones de humildad y de verdad que en muchos casos están dando esos miembros de "fuera", de fuera del Opus Dei, no de la Iglesia.

Por mi parte he decidido dar mi testimonio. Un testimonio que arranca de una persona que nunca ha estado vinculada al Opus Dei, que no pertenece a esa "especie de club", como se ha publicado en algún medio de comunicación, refiriéndose a personas que en su día estuvieron unidas a la Obra. En primer lugar, porque creo que ese club no existe, y en segundo porque no pertenezco a ningún club ni a ninguna Organización de este tipo ni de tipo eclesial. Solamente, y por encima de todo, me siento creyente de ALGUIEN que se despojó de toda ostentación.

He compartido mi vida, y sigo compartiendo, con una persona que perteneció al Opus Dei. No he vivido dentro de la Obra pero sí he compartido, y he sentido, esa persecución, muchas veces "etérea", que sufren aquellos que fueron sus miembros.

He conocido las tácticas que se aplican a los "ex" socios: la calumnia. Lanzar la noticia: "¡Qué pena tan grande! ¡Alguien está ingresado en un psiquiátrico!" Cuando ese alguien que había dejado la Obra hacía varios años estaba casado y trabajando en su profesión.

La persecución directa: traslados obligados, y no muy legales, disminución de ingresos al mínimo provocados por personas pertenecientes al Opus Dei y que consideraban "era lo adecuado".

La aparición siempre de fantasmas reales que hablaban de pactos -¿pactos de qué?-, de amenazas veladas.

La frialdad ante los problemas, la risa, la ironía.

La vida no es ningún camino de rosas para los que fueron miembros del Opus Dei, es un camino sinuoso que va arrancando jirones al andar. Son sus jirones y los de las personas que por encima, y a pesar de todo, compartimos todo con ellos.

Entre las muchas llamadas que he recibido en los últimos días de padres con hijos en la Obra, felicitándonos a todas aquellas personas que intentábamos aclarar "la verdad sobre el Opus Dei", quiero resaltar el impacto que me causó la de un matrimonio que ha perdido a sus dos hijos: el primero falleció, y el segundo, una chica, ingresó en la Obra. Hasta aquí más o menos normal. Pero ¿cuál fue el asidero principal para llevar hacia sí a la hija? Los miembros del Opus Dei usaron el argumento de la muerte de su hermano para hacerle ver que Dios la había elegido para unirse a ellos.

Desde ese momento, por la forma de proceder, los padres sintieron que el cariño se había perdido en favor de su nueva familia espiritual, recurriendo a ellos sólo para pedirles dinero. Ante la angustia, hablaron con el obispo de la diócesis, que realizó varias gestiones ante diversos sacerdotes vinculados a la Institución. Pero sólo sirvió para provocar un mayor distanciamiento. Tomaron también la iniciativa de dirigirse a Su Santidad el Papa, de quien aún esperan respuesta. Insistieron en pedirme consejo y estudiar de qué manera lograrían sacarla. Estaban convencidos de que no es una Obra de Dios.

Mi consejo fue escueto: no le den ningún dinero al Opus Dei.

Y el 17 de mayo de 1992, al filo de las 10.20 de la mañana, Su Santidad el Papa Juan Pablo II declaraba oficialmente beato a mi tío Josemaría Escrivá de Balaguer, pero en su homilía exhortaba a todos los miembros de la prelatura del Opus Dei a una "más generosa participación en la vida eclesial, con particular atención hacia los más pobres y necesitados".

La presencia aproximada de 200.000 miembros, familiares o simpatizantes de la Obra, en la plaza de San Pedro puede ser un botón de muestra de su poder económico.

Las oraciones y trabajos que los críticos con el Opus Dei, con su Fundador y con el proceso de canonización hemos elevado a Dios Todopoderoso ha movido al Espíritu Santo a iluminar a Su Santidad al realizar estas manifestaciones.

Que nadie, farisaicamente, rasgue sus vestiduras al leer que Su Santidad ha podido equivocarse en esta beatificación. Somos muchos ya los católicos que seguiremos orando y trabajando en busca de la verdad. Y es muy probable que Su Santidad, posteriormente, rectifique.

De todos es conocido los esfuerzos que tanto mi tío Josemaría como sus hijos han venido realizando para hacer ver que en vida era "un gran santo", ocultando todo aquello que pudiera oscurecerlo.

Es bien patente y a todas luces vistas el incumplimiento de los artículos contenidos en la actual legislación sobre las Causas de los Santos y, por tanto, el citado proceso está viciado y es necesario la reiniciación del mismo.

Para finalizar, manifestar el convencimiento de que Su Santidad el Papa desconoce los tejes y manejes del Opus Dei, sobre todo de las descalificaciones, injurias y calumnias que lanzan contra los críticos de esta institución.


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