Mi vida sin mí - Mariki

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Por Mariki, 25.05.2011


Tienes 13 años, casi 14. Hoy has asistido a tu primera meditación. Y te ha entrado mucho susto. El sacerdote gritaba sobre la tibieza, casi a oscuras y levantando mucho los brazos…

Hoy has cumplido 14 y has asistido a tu primer círculo.

Te sientes mayor e importante,

Vas apuntando en tu flamante LUXINDEX con sus 6 anillitas alineadas, con tu letra más enrevesada los consejos que recibes.

Hoy es tu catorceymedio cumpleaños. Para celebrarlo has ido al médico acompañada por la numeraria que te dirige y te hace sentirte especial… Cuando éste ha preguntado ¿Edad? Has contestado nerviosa: Catorce años y medio y el doctor y la acompañante se han mirado y les ha dado la risa. También te has hecho un análisis de sangre y orina, el primero de tu vida… y has llevado el vasito escondido debajo de la falda del uniforme de las monjas, no lo vaya a ver tu padre y la vayamos a liar… Con las prisas hay un pelo que flota en el líquido y que te da mucha vergüenza pero cualquiera lo saca…

Has vuelto del médico y te han dado papel y una pluma… Es un sábado del mes de mayo y el sol entra a raudales y se refleja en el capuchón… ¿Qué pongo? Es también la primera vez que escribes con pluma, se ve que hoy es día de estrenos… Ya casi se te pasó el susto de la visita al médico… (Tu imaginación te presentaba imágenes de pruebas de virginidad y de cinturones de castidad apretados a la fuerza)… Es lo que tiene leer tanto… Menos mal que eso ya se acabó…

Al salir , la directora te sonríe con cara de complicidad y te dice las palabras mágicas…

Hay más mujeres que ríen y aplauden… Algunas con bata blanca o con mandil y traje de rayadillo.

Ya estás iniciada.


Ahora ya perteneces a la tribú de las adscritas:

Y comienzan los “noes”:

No puedes llevar pantalones.

No puedes hablar con chicos de tu edad.

No puedes seguir siendo catequista en la parroquia.

No puedes usar vestidos sin mangas.

No puedes tumbarte en la playa a tomar el sol.

No puedes ir a Misa sin medias en las piernas ni velo en la cabeza.

No puedes merendar los sábados.

No puedes seguir siendo amiga de M. A. Ha dejado la Obra… Y no te conviene. (La perversa criatura tiene tu edad, día más, día menos…)

Los libros que quieras leer, primero hay que consultarlos… Aun recuerdas el comentario del sacerdote, sí, el de la tibieza; el de los brazos en cruz… ¡Esto es una auténtica guarrería!... ¿Sería por qué estaba en francés?... ¿Quién le manda a esta niña leer esas cosas?

Y aún no has cumplido quince años…

Por supuesto que nadie las llamaba prohibiciones…

Era mucho más sutil: No conviene… En CASA siempre se ha hecho así… Al PADRE no le gusta… y se iban tensando las redes... Y comenzaba una lenta pero eficaz tarea de sometimiento..

Tú, pobre niña tonta y deslumbrada, asentías e ibas tomando conciencia de que las cosas para ti eran distintas… Formabas parte de la élite, de las escogidas, de las exquisitas…


Ese verano marchas a tu primer curso anual… a Asturias. Década de los 70 y se tarda un día entero en autobús. Allí os reunís más de cincuenta, la mayoría adolescentes como tú, alguna casi universitaria. Fruto de la supernumerariez de sus padres casi todas … El caldo de cultivo ideal para la causa.

Y empiezas a pasarlo mal! Nunca habías estado 25 días fuera de casa… Echas de menos a tus hermanos, a tus hermanas, tu cama, tu tv en blanco y negro… ¡Tu playa! Hasta la misa de los sábados de verano en el cole. Si, en el cole de esas monjas que ahora ya no frecuentas… Demasiado modernas, no les gustamos… te dicen.

Empiezas a cortar la fruta con cuchillo y tenedor… Empiezas a tener siempre sueño. Empieza a parecerte mal que te riñan: Malo si ríes, malo si callas, malo si comes, malo si… Y después a sonreír y a dar las gracias…

Parece que todo lo hagas mal, que ya no eres la buena niña, la buena estudiante, la buena hija que pensabas… Te sientes mezquina y grisácea… Como si nunca fueses capaz de limpiarte del todo… Como si se esperase tanto de ti que nunca pudieses estar a la altura… Y empiezas a sentirte un fraude. Esto es secreto. Nadie lo sospecha tan siquiera.

Un dia, a una de las del curso, le da un ataque epiléptico en una tertulia. Nadie comenta después.

Y sigue la añoranza… Y las broncas… alguna bronca general en el aula donde también imparten las clases de filosofía y de espíritu de la Obra… Y las palabras duras parece que te resuenan en el cráneo y te hacen eco… Y te producen como una especie de vértigo…

Y pasan los 25 días nublados y te vuelves a casa con la sensación de no haber entendido nada. Con una sensación de extrañamiento. De desapego. Con ganas de estar con mamá. Con los abuelos… De comer la fruta a mordiscos y que las gotas resbalen por la comisura de los labios hasta la barbilla…

Pero en agosto tienes que ayudar en la administración para pagarte el curso… Antes de marcharte te han pasado un papelito con la deuda contraída y te han dicho que lo firmes: Mariki debe 5000 pts. ¡Qué vergüenza, Dios mío! … Te ves ya con el uniforme de rayas y la bola de hierro atada al tobillo con una cadena si no saldas la deuda de inmediato…

Otro mes sin padre, sin madre, sin hermanos, sin hermanas... ¡Uf, lo que cuesta ser santa!


Primer invierno de adscrita.

Empieza el curso. Por la mañana media hora cuesta arriba hasta que llegas a Misa de 8 al centro. Hay una a la misma hora en tu parroquia a 50 metros de casa, pero ni se plantea la posibilidad. 10 minutos de acción de gracias con orquesta de movimientos de tripas por doquier y a lo mejor con un poco de suerte te invitan a desayunar en la gran mesa redonda de la casa. Corriendo para el cole…

El invierno anterior te habías acostumbrado a ir en el recreo con otra compañera que también era de la obra como tú ahora a hacer la visita al Santísimo. Te encantaba. La gran iglesia del colegio a la que se accedía desde una capilla lateral en penumbra, el olor a cera y a viejo, la imagen de santo Tomás de Aquino tamaño natural por la que se pasaba obligatoriamente con su cara redonda y su tonsura tan graciosa, y aquella otra de santa Teresa con la paloma posada en la mano y, presidiéndolo todo la virgen de Lourdes con el fajín azul que tú siempre pensaste que era un mandil inexplicablemente partido por la mitad… Pero se acabó. Te explica tu mentora con las gafas en la punta de la nariz que ya no está bien que vayáis juntas a rezar, carece de sentido… Pasma tan buen hacer con tan corta edad… Tanta asimilación de buen espíritu en aquel cuerpecillo delgado y gafapasta… Eso lo percibes ahora, en aquel momento lo añades a esa larga lista de despropósitos en que se va convirtiendo el día a día opusino…Te encoges de hombros y dejas de ir.

Por las tardes al centro a hacer los deberes… ¡Después a casa corriendo!

Los fines de semana ayudas en el club: tienes a tu cargo un grupo de niñas irremediablemente pijas y que te vacilan con dos o tres años menos que tú…

A veces te mandan, perdón: te sugieren, que ayudes en el planchero… De vez en cuando, te hablan de la carrera de Ciencias Domésticas, fantástica carrera universitaria, a punto de homologarse, para atender las administraciones de los centros y residencias de la obra de modo profesional.

También vas a ayudar a una casa pequeña del centro de varones de la localidad. Allí trabaja una numeraria de Madrid, no muy convencional, pelo muy corto y muchísimo estilo: A.A, que te hechiza con su simpatía y sus anécdotas. Entre otras cosas te cuenta que ella se hizo numeraria al pie del altar prácticamente y que los invitados e invitadas a su boda cambiaron los regalos por cosas para los centros de la obra. Por ejemplo unos que iban a regalarle una cubertería lo cambiaron por una máquina de cine para algún colegio mayor de la capital…

Había allí tres numerarias auxiliares… De una no consigo acordarme, otra era mayor (bueno, mayor para una niña de 15, a lo mejor tenía treintaytantos…) y otra monísima, con ninguna pinta de numeraria auxiliar y que recuerdo una tarde de domingo de las que solían venir al centro, escondiéndose para que nosotras no la viésemos porque llevaba puesta la ropa heredada de una de la casa: T., y le daba vergüenza… Aún me produce ternura si lo pienso. Las tres me llamaban señorita Mariki, o sita Mariki, y me trataban como si yo fuese la marquesa de Villatempujo, lo cual me hacía tanta gracia… Lo único que me apetecía era jugar con ellas…

Me enseñaron a hacer camas, a echar blanco de España entre los azulejos para blanquear las juntas y a preparar cenas frías que es un concepto muy opusino. Allí comprobé que los numerarios no solo no duermen en tabla como las chicas, sino que ¡ni se hacen la cama! Que fuman como carreteros… Y que aunque vivan como señoritos con cuatro personas de servicio, todo en aquella casa transpira tristeza y mediocridad. Ah y que uno tiene poluciones nocturnas… Qué vergüenza, Dios mío, y ni se molesta en echar las sábanas para lavar. Bueno que al menos tuvo una pequeñita tampoco vamos a exagerar… En toda tu vida has vuelto a ver algo semejante…

Y tu padre feliz de tener a su niña sujeta… Tan a salvo de los hombres, de un futuro incierto, ¡allí recogida y vigilada!


Sobre el cilicio y las disciplinas

Este tema parece que despierta el morbo del público en general.

Y sí, con tus catorce añitos la directora te da un cilicio y unas disciplinas… Con la indicación expresa de que lo uses solo en el centro, que lo guardes en un armarito destinado a tal fin en una bolsita de cuadros de vichy con tu nombre.

Otra vez el supersusto… Imaginas una correa de cuero herrumbrosa con una sucesión interminable de pinchos pero no. Se trata de un alambre como de calabrote, eso sí, no es inoxidable. Preguntas si está usado o lo estrenas, a ver si vas a coger el tétanos o algo así… No, los confeccionan unas monjas de clausura cercanas… Pues ya podían hacer tartas de yema… El caso es que se te indica que te lo ates al muslo con una cinta que trae de serie, de algodón… Con los pinchos hacia dentro… Tienes la sensación de que se te va a caer así que te acostumbras a ponértelo en la cintura, con los pinchos hacia la espalda y la cinta adelante, así además no rompes los leotardos del colegio, que bastantes bolas tienen ya. Se te van haciendo unas marcas simétricas de color morado que nunca acaban de convertirse en estigmas. En algún sitio has leído que a algunas santas le salen estigmas… Y ya que lo de levitar con lo que estás aumentando de peso cada vez se va volviendo más difícil, al menos podría salirte alguno.

Como tienes que hacer las dos medias horas de oración esa, muchas veces te dedicas a fantasear… sobre si salieras volando de repente o qué pasaría si de repente enfermaras como Montse, la niña-santa o que se te aparece el arcángel san Rafael con su pez en la mano y llena todo el oratorio de moscas…

Respecto a las disciplinas se trata de una manualidad de macramé que tampoco tiene mucha pinta higiénica y con las que en toda tu trayectoria numeraril nunca adquiriste la técnica suficiente… Lo primero no dolía; lo segundo como había que hacerlo en el baño una siempre acababa mirándose al espejo y haciendo posturitas o imaginando que es la conductora de un carro romano tirado por briosos corceles…

(Terrible lo que te contaban del fundador salpicando de sangre las paredes… Aparte de darte un asco horrible te llama poderosamente la atención… ¿Le costaría mucho pasar un trozo de papel higiénico después y no dejar huellas? ¿O le gustaba imaginar a sus hijas pequeñas limpiándolo? Misterios sin resolver…)


Descuido

Como casi todas tus compañeras adscritas, perteneces a una familia numerosa, alegre y conservadora… De esas en que los hermanos mayores cuidan de los pequeños… De esas en que las madres van a una convivencia anual de siete días, a un curso de retiro de casi cuatros. A un círculo semanal de una hora y media, a un retiro mensual de tres, a uno “interno” de vez en cuando, a contar su vida y milagros cada quince días, a dirigirse espiritualmente con un sacerdote que la retiene entre 30 y 45 minutos en el confesionario cada semana, más dos horas esperando turno… A multitud de reuniones, cafés, conferencias, cursos de padres encargados, epis, blas, eres, snips, optimist, etc…

Poco tiempo queda de ocuparse, además, de esa numeraria mini, que tiene en casa, de verte al fondo de los ojos y percibir que cada día se te va empañando el alma, de adivinar las burlas y desprecios de tus compañeras de curso. Siempre tuviste fama de redicha y empollona, ahora además beata y opusina…

Pero estás en la edad de la entrega, dispuesta a inmolarte incluso si fuera necesario.

Y al mismo tiempo, la directora te hace tanto caso… Es tan santa, tan detallista… Te depila el bigote por primera vez, te hace un corte moderno de pelo que te hace parecer mayor…

Te regala una estampa autografiada del Padre…

¡Y la subdirectora tiene moto! Y te la presta… Hasta que te caes por cuarta vez y se acaban los paseos motorizados…

Y te tienen en cuenta… Te hacen encargos, cuentan contigo para cosas de mayores.

Te preguntan por las que se han incorporado detrás de ti… Consideran que tienes tanta vida interior… que eres tan apostólica...

Te mandan a hacer labor a un pueblo a bastante distancia en un tren de aquellos de antes que siempre se retrasa y te hace subir la adrenalina…

¡Tú haciendo labor! Pasas directamente de las bragas de perlé a llevar almas… De hacerle ropa a las muñecas a repasar ornamentos litúrgicos… De leer a Enid Blyton a leer a S. Tomás… De soñar con un beso casto que te dio un niño de ojos azules en el moflete izquierdo a decidir renunciar a la maternidad…

Y la red se sigue tensando…Cada vez más aislada y al margen de los intereses de tus amigas "de fuera" y más identificada e integrada con "las de dentro".


Incorporaciones a la institución

Pediste la incorporación como asociada numeraria del opus dei al fundador y presidente general, Josémaría Escrivá; admisión que te fue comunicada a los 6 meses por la directora:

- Mariki, llegó tu admisión…

- Ah, muchas gracias… Qué bien…

Ya tienes dos títulos: el de bachiller elemental con reválida y el de numeraria de la opus…

Y al año de la admisión es decir a los 16, la oblación, por la que te comprometes con VOTOS ANUALES RENOVABLES cada 19 de marzo, a vivir la pobreza, la castidad y la obediencia. Y allá vas a compromisar a la delegación un 28 de diciembre... De ganchete con otra... ¿D.G., te acuerdas? Fuisteis las dos juntas, y os dijeron que no era verdad, que alguien os había gastado una inocentada… Al final no era broma y la haces en una ceremonia con las de la delegación presentes en aquel oratorio con un retablo copia en mini del de Torreciudad... Pero, ni siquiera con una coronita de flores y un velito blanco como las novicias... Te hubiera encantado una foto así y con los ojos en blanco a ser posible… Pero las chicas corrientes no tenéis ese espíritu…

A la fidelidad, o incorporación definitiva con testamento en blanco y otras menudencias no llegaste… Escapaste antes dando un portazo como dijo una vez Luxindex… (Luxindex, yo también te quiero)…

Ni pudiste disfrutar de la sortija de diamante talla brillante que era lo que se llevaba en tu época... Anillo que aunque pasaras años sin aparecer por casa y estuvieras ganando un sueldazo, era de buen espíritu pedírselo a tus padres…

Estaba esa hermana de otra adscrita, cuyos padres atraviesan una situación de grave ruina económica y le escribe a su madre: -Mami, mándame un anillo de brillantes que tengo que hacer los votos perpetuos porfa… Ay, perdón, la fidelidad, ¿en qué estaría yo pensando? Y su madre, que era una mujer de armas tomar, la remitió al abuelo sin mover una ceja… El abuelo, pese a ser el padre de una nume de esas con cruz de palo en su haber…, le envió una alianza gruesa de oro en plan monja… Con lo cual el cabreo, ¡qué digo!, la santa ira fue considerable…

Al final no me enteré en qué quedó la cosa… pero B., si por casualidad me lees, sácame de dudas… ¿Hiciste la FIDE con la sortija monjil o te dieron otra más de gente corriente?


Como por un plano inclinado…

Aprendiste a leer con la vida de santa Teresa… tienes grabado en el alma como jugaba a capillitas con un hermano suyo, o cuando se escapó de casa para hacerse mártir y que la asesinaran los infieles… Es más, lo intentaste tu también, pero imposible hacer un muro vertical… El único modo posible era alinear piedritas en el suelo y eso no tenía tanta gracia… En cuanto a lo del martirio…

La obra también tiene su niña santa y mártir: Montse y multitud de ejemplos de niñas a tu alrededor, que día a día emprenden el camino del martirio con su familia “de sangre” (Así se denomina en argot opusino a tu madre, tu padre, tu familia, tus hermanos y hermanas)… Ya no son importantes, es más, se convierten en un obstáculo que es imprescindible saltar muchas veces para tu santidad… Es fundamental despegarse, tomar distancia, ahora estás destinada a labores más elevadas…Los obstáculos se multiplican como setas y es necesario ir apartándolos de tu vida diaria con decisión y método...

Tu padre, que riñe, que usa zapatillas de cuadros y bata de paño, y que tiene poca paciencia: NO.

El Padre con su sonrisa meliflua y sus continuos chascarrillos peliculeros: SI.

Tu madre con su graciadeestadoque todolosabe y sus manías sobre el orden: NO.

La madre guapa (La obra) con sus normas, protocolos y sus exigencias salvajes: Si.

Tus hermanos con sus patadas en la espinilla y las apropiaciones indebidas de tus cosas: NO.

El sacerdote de tu centro con su alzacuello XXL, y sus anécdotas egocéntricas: SÍ.

Tu tía Pepita con sus manías y sus comentarios sarcásticos sobre los parecidos razonables de las numes con las monjas: NO

La tía Carmen con su collar de perlas y su dedicación a la obra: SI.

Tus amigas del cole con sus faldas cortas y la hormona puesta de pie: NO.

Tus hermanas en la fe, con sus bañadores de faldita, y sus rebecas sobre los hombros: SI.

Los niños de la parroquia con sus camisetas de canalé desvaídas: No.

Las niñas de San Rafael, con su uniforme de colegio de fomento: SI.

Las salidas con tus amigas para tomar un helado y reírte hasta del lucero del alba: NO.

Las romerías con tres rosarios y tres padrenuestros adicionales, cuesta arriba, cuesta abajo: SI.

El ir por la calle fijándote en la gente o viendo lo guapa que luces reflejada en los escaparates: NO.

El ir contabilizando jaculatorias y/o recogida rezando rosarios: SÍ.

El sentir mariposas en el estómago, con ese niño “tan mono” que te mira y te dice: Parece que va a llover: NO.

Las risas nerviosas cuando vais de dos en dos delante del cura cuando llega o se va, o detrás si subís escaleras: SÍ.

El ir a dormir a casa de una amiga y pintarse las uñas de los pies o escuchar música y hablar de chicos: NO.

Ir a Misa a las doce de la noche, vestida como si fueras al Casino, a celebrar los aniversarios de la obra: SI.

Gritar en un concierto o hacer varias horas de cola para pedir un autógrafo a tu cantante favorito: NO.

Llorar como una magdalena en las películas de las tertulias del Padre: SÍ.

Ir al monte en pandilla y hacerse la encontradiza con los chicos: NO.

Ir a una playa desierta llena de guijarros que no hay quien se descalce, 50 niñas, todas en manada y ponerse a rezar el rosario por la orilla de dos en dos: SÍ.

Todo va colocándose en su lugar como las piezas de un puzzle. Lo que no sabes es que responde a un plan determinado nunca nada en esa institución queda al azar…

¡Todo previsto y programado!


COU (Curso de Orientación Universitaria. La antesala a la Universidad).

Estás estudiando COU. Ya dejaste las monjas, tan dañinas para ti, tan postconciliares, tan poco ortodoxas… Ahora vas al Instituto, por supuesto solo femenino… En aquella época, aun había educación diferenciada en la enseñanza pública.

Recuerdas muy poco de tus compañeras de curso… Es más, cantidad de veces has coincidido con alguien que te dice… Hicimos COU juntas… ¡Ni idea!

Recuerdas un sobresaliente en filosofía… Vino de visita una de la dele y tu directora se lo comentó orgullosa…

Recuerdas que te mandaron leer el Quijote (y otros libros que no te dejaron). Y que te encantó… Hasta la sensación de pasar hojas del papel biblia de la editorial Aguilar, tan incómodo, te producía placer… Andabas con el tomo debajo del brazo… leyéndolo por las esquinas… Se lo había regalado tu madre a tu padre cuando eran novios y tenía una dedicatoria para ti inexplicable: Para mi amor queridísimo de su muñeca (imposible imaginar a tu madre como muñeca de nadie… Lo que nos aporta la literatura… Me estoy desviando, perdón).

Recuerdas que fuiste a examinarte de selectividad con otras adscritas y que dormisteis en casa de una supernumeraria… No fuera a ser el demonio…

Recuerdas varias convivencias de estudio…

Recuerdas a dos personas que llevaste por el centro ese invierno y que aún siguen siendo numerarias…¡ Glup!

Recuerdas un curso de retiro organizado por el instituto con el sacerdote que os daba clase de religión, agregado por supuesto, en un convento de monjas y que fue un auténtico y agotador desmadre…

Recuerdas las cartas que le escribías al Fundador: cartas de enamorada, dando las gracias, intentando divertirlo con todas las cosas que se te pasaban por la cabeza… Querías tú también ser especial para él…

Y sobre todo se acercaba el gran momento: ¡los preparativos para la marcha al centro de estudios!


Precentro de estudios

Un día te llamó a capítulo la directora y te habló de marchar, de estudios universitarios, de la carrera de ciencias domésticas, de becas, de patronatos, de la carrera de ciencias domésticas, de cuanto podrían aportar tus padres, de entrega, de vida de familia, de la carrera de ciencias domésticas…

Y fue una emisaria a hablar con tu madre. ¡Con el bolso vacío! Tenía un bolso de Hermés, de esos rígidos y grandes con su candadito, y uno de tus hermanos, 5 años, le preguntó a la nume que qué llevaba dentro… Ella lo abrió con un gesto muy teatral… y no había nada… También le dijo a tu hermano que ella tenía 27 años… Qué mayor e importante me pareció en ese momento…

Se decidió que te gestionarían media beca, y que el resto lo pagaban tus padres… Te mandaron un contrato de trabajo de dependienta en una zapatería para que no hubiese problemas con el traslado de matrícula y ya estaba todo arreglado…

Nos fuimos varias al centro de estudios, alguna a Madrid a hacer ciencias domésticas, (Eso era de las pocas cosas que tenía claras, yo no iba hacer de “doméstica” ni siquiera cobrando… hasta ahí podían llegar las bromas y a mi padre podía darle un patatús, por no hablar de mi abuela sufragista), y alguna otra a Pamplona.

No consigo recordar quien más fue ese curso… Sé de otra que fue un año después y ahora está casada y con hijos… y sigue arrastrando depresiones periódicas…

Primero fuimos a hacer el semestre a Madrid… Patalibre ¿te acuerdas que matabas las ratas a raquetazos? ¡¡Juas!!


Colofón

Estás en la estación dispuesta a partir… Aun hoy te estremeces al recordar al padre de M., con sus casi dos metros llorando a moco tendido. Es la segunda hija que despide para la Obra y ya sabe lo que significa. Una carta de vez en cuando explicando la bonita labor que le ha sido encomendada y poco más.

Tu padre, ni fue. No soporta las muestras externas de afecto. Le parecen un síntoma de debilidad que no puede permitirse.

Aquí acaba mi historia de adscrita.

La idea surgió cuando fui a ver la película CAMINO. Empecé a llorar cuando comenzó y ya no pude parar hasta los créditos finales. Pero no lloraba por Alexia, lloraba por mí.

Por esa parte de mi vida enterrada en un gran agujero negro, porque aun siento que me falta, que me la deben…


Ya se terminó "Mi vida sin mi". Principalmente porque considero que me hice mayor.

Todo lo mayor que se puede ser con 17 años recién cumplidos.

Igual que mi madre me mandó al matrimonio años más tarde con el libro de recetas de cocina de Simone Ortega debajo del brazo, en ese momento me mandó al Opus con un bañador de faldita, dos bolsas primorosas para la ropa sucia, un abrigo loden que dio un resultado horrible con lo carísimo que costó y un juego de maletas encantador.

Pero antes fue el semestre de verano.

Y aunque ya empezaba a saber vivir mi vida, es decir montármelo lo mejor posible sin transgredir las normas, (vivir al filo me puso siempre muchísimo). He recordado numerosas anécdotas que creo que me ayudará a mi y al que me lea a entender un poco de que va la verdadera película opusina.


Verano previo al centro de estudios

LA DIRECTORA PSICÓPATA.

  1. Jugaba al desconcierto: Primero mandaba una cosa para negarlo a continuación.
  2. Ponía en tela de juicio mis pensamientos y mis actos.
  3. Manifestaba sin tapujos su desprecio hacia mis manifestaciones de piedad o literarias (Es decir, modo de colocarme el velo en la testuz y las cartas al Padre).
  4. Si me quejaba o protestaba ponía de ejemplo a “pobrejardinero”: Un individuo renqueante y con un pitillo lateral en la comisura del labio que se pasaba el día con los 40º de aquel Madrid veraniego, moviendo mangueras y cavando parterres.
  5. Las adscritas “mayores” a las que yo admiraba le producían un rictus de desprecio y me obligaba a hacerles correcciones fraternas.

En resumen me hacía sentir pequeña y miserable. O lo intentaba.

Encargar de dirigir la conciencia de numerarias a medio cocinar a una persona de esas características es bastante significativo.


Más del semestre veraniego

No quedé muy satisfecha con la descripción de la nume que me dirigió en el primer semestre del centro de estudios. Espero que las que se hayan tropezado con una directora de estas características, llámese psicópata o simplemente tocapelotas me comprendan.

Lo más de ese primer semestre, cabronadas directoriles aparte, fue el gran descubrimiento.

Me di cuenta que el espíritu de la obra no había que tomárselo tan al pie de la letra. Que no había que ser tan provinciana y monjil, tan períférica. Me abrieron los ojos un grupo de adscritas de Madrid que no tenían nada que ver con las que había conocido hasta ese momento, a saber zona Galicia-Asturias.

Las adscritas capitalinas eran otra cosa:

  • Gastaban mechas y supertacones.
  • Se lavaban los pies en el lavabo.
  • Tenían carné de conducir y lo usaban.
  • Se reían de nuestros fervores provincianos.
  • Se hacían cruces con nuestro empeño de ir a ”hacer labor” a tierras de misión.
  • Adoraban a su directora y la imitaban sin ningún recato.
  • Resolvían las incomodidades propias de nuestra común condición con pragmatismo y sentido común.

Empecé a vislumbrar (¿sería un barrunto?) que una cosa era lo que se decía y otra la forma de vivirlo y que la libertad interior o se la curraba una misma o corrías el peligro de diluirte.


Centro de Estudios

Tras el semestre nos fuimos a inaugurar el centro de estudios.

Salvo en el último tramo, en el que ya me quería marchar fuera como fuera creo que fui razonablemente feliz.

Me lo dijo la directora cuando me despidió: Mariki, tienes la capacidad de ser feliz y lo serás, pero siempre notarás que te falta algo, nunca podrás estar completamente satisfecha con tu vida. Acertó plenamente, semejante obviedad es irrefutable.

Atendía una catequesis con más de cien niños y niñas de un barrio popular, ya se me advirtió convenientemente de que la labor era con las catequistas no con los catequizados, por si me cabía alguna duda. Me encantaba.

Iba a hacer sustituciones a una escuela de servicio doméstico.

Trabajé con una de "las primeras" lo cual supuso para mi una nueva decepción. Me pareció mala y rencorosa. Trabajábamos también con una agregada y no se por qué le cogió manía y le hacía la vida imposible. Yo no me lo podía creer. Las primeras eran lo máximo para nosotras en aquel momento.

Ayudaba en la administración de vez en cuando. Allí aprendí a deshuesar y trufar pavos, es de lo único que me acuerdo. Eso y que le estiré a una la chaqueta con la plancha y se agarró un rebote que casi me pega! Se marchó poco después, se ve que la pobre lo estaba pasando mal y la pagué yo.

Tuve un montón de amistades particulares. De cincuenta y tantas que eramos, yo creo que casi cincuenta. Siempre me producía muchísima culpabilidad quererlas tanto y estaba completamente convencida de que debía ser lesbiana o algo peor.

Fueron las primeras elecciones democráticas y me apunté al partido más de izquierdas que me dejaron (la UCD) e hice toda la campaña que pude. Hasta recuerdo a un chico con el que crucé un par de palabras por lo que me tuve también que confesar, la pena es que era tan pijo que no me gustaba nada. Me acuerdo que la persona con la que hacía la charla me mandaba ir con gafas de sol para guardar mejor la vista.

Fui a un mitín de Santiago Carrillo. Esto creo que es la primera vez que lo cuento. Es una primicia. Acababa de llegar a España y aun no estaba ni legalizado el PC.

También corrí delante de los grises un par de veces, creo que no volví a correr tanto en mi vida.

En fin que no me aburría. Llegó un momento que no podía más con tanta tontería junta y me fui. Ya conté aquí cosas de esa época en mi primer escrito. Durante un año estuve mareando la perdiz y deshojando la margarita hasta que ya me desvinculé el siguiente 19 de marzo.

Pasaron un montón de años y me hice supernumeraria, me convertí en supermariki.

Pero eso es otra historia.



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