Mi primera confesión fuera del opus

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Por Norbertito, 11 de mayo de 2005


A raiz de la anécdota de Satur respecto a su impedimento a comulgar en la mano, me viene a la memoría como 'luche' en los primeros meses después de dejar la prelatura para contrarestar la 'forma mentis' que se me había metido.

Justamente, con respecto con la comunión, me acuerdo que pocas semanas después de tener la dispensa de la fidelidad como numerario, en la misa dominical de mi parroquía me pidieron ayudar a distribuir la comunión. Claro que me quedé un poco cortado en un primer momento, pero accedí justamente pensando que, a lo mejor, era una muy buena manera de 'desprogramarme'.

Siempre he tenido mucho respecto al Santissimo -y sigo teniendolo-, y sé muy bien que eso era una cosa que nunca se hubiera podido hacer siendo numerario. Simplemente pensé que si me lo pedía un responsable de la parroquía, él sabrá lo que hace y me parecía que estoy bastante bien formado para valorar la presencia real de Cristo en las formas. Así que llegado el momento de la comunión, me acerqué para ayudar al parroco que me dio un caliz y me dijo de quedarme a su lado para que los fieles pudieran tomar la forma y comulgar bajo las dos especies. Cuando acabamos, me dijo que podía acabar con lo que quedaba del cáliz. Hize una cosa muy peculiar para mí, estaba bastante emocionado, y a la vez muy contento por una cosa que seguro que a muchos les parece una tontería. De hecho, tampoco me he vuelto un habitual de ayuda del parroco y la unica otra vez que toqué un caliz desde mi salida de la obra ha sido el día de mi boda en el cual mi mujer y yo comulgamos también bajo las dos especies.

El otro hecho es mi primera confesión fuera de la obra. No me gusta hacer una confesión publica, pero quizás este testimonio puede tranquilizar o dar ideas a algunas almas que siguen pensando que han hecho una cosa terrible yéndose de la obra. Cuando me quise ir, el Consiliario (si, llegué a hablar varias veces con el Consiliario, maxima autoridad de la región) me dijo que no lo podía hacer porque siendo numerario con la fidelidad hecha, mi unico camino de vida cristiana era el de seguir en la Obra. Entre otras barbaridades de este estilo, también me dijo al momento de darme la dispensa en persona que esperaba que algún día me daría cuenta de lo grave de mi actuación -irme del opus- y que así pudiera pedir perdón a Dios. Tengo que decir que sus palabras me ayudaron mucho a irme porque cortaron totalmente lo que me quedaba de confianza respecto a los directores del opus. Eso me hizo comprender que ya no había nada que esperar de ellos. También me recordó mucho otras palabras de un sacerdote numerario que me había marcado mucho, siendo joven numerario en apuros: "lo unico que hay que pedir a Dios es de ser de la Obra el ultimo día de la vida". Pues, no. Yo solo pido a Dios ser fiel a El. Cuando comenté esas palabras al Consiliario en esos famosos días de mi salida, me dijo que estaba totalmente de acuerdo con este sacerdote numerario. Pues, lo siento por él.

No quiero dar la impresión que todo es tan negro y todos tan fanáticos. Por eso, debo de contar también que fui a ver a otro sacerdote numerario muy amigo que me confirmó lo que ya pensaba, que lo unico que cuenta es seguir la conciencia. Si uno sigue su conciencia, ni siquiera hay pecado. Eso me dio mucha tranquilidad en esas horas de tan dificil decisión, aunque claro que este sacerdote también me dijo que valía la pena ser fiel en la Obra, etc, etc.

Todo esto para explicar que, después de mi salida, pensé que a pesar de que estaba seguro de no haber cometido ningún pecado yéndome, me parecía correcto decirlo en confesión porque me conozco y sé que así me quedaría el alma con más paz (no estoy recomendándolo a otros, simplemente cuento lo que me pasó, ya que me vino muy bien. Y que cada uno haga lo que le pide el alma). En la Cuaresma siguiente a mi salida, todavía no me había confesado -tampoco tenía mucha necesidad- pero querría hacerlo antes de Pascua. Así que me fui a ver a uno de los curas de la parroquía y le dije en confesión que me había marchado del Opus Dei. Le conté que no me parecía que era una falta ya que había siempre tratado de actuar en conciencia, pero que si había desagrado a Dios con eso, le pedía perdón. Tengo que reconocer que estaba un poco emocionado, ya que no es la típica cosa que se cuenta normalmente, además que tampoco conocía al cura. Estuvo increiblemente cariñoso. Me confirmó que eso no era una falta, que lo que importa es amar a Dios, que El nos quiere mucho. Bueno, no voy a daros una meditación ;-) Pero lo que para siempre me quedará grabado en el alma fue el final. Para darme la absolución, se levantó, me puso las manos sobre la cabeza (estaba de rodillas) y me dio la absolución apoyándose en mí. No creo que tuve muchas veces tanta paz espiritual que después de estos momentos. Nunca me olvidaré de este hecho. Tampoco me olvidaré de este cura.

No tengo costumbre de contar mis confesiones, pero pienso que esta confesión un poco peculiar (como es mía no hay problema de sigilio sacramental) puede ayudar a los que dudan sobre su relación con la obra. No se van a ir al infierno. No tienen ellos las llaves del Cielo. Las tiene la Iglesia. A mi, este cura, me hizo sentir la acogida de la Iglesia.

También ilustra muy bien la incapacidad total del opus para perdonar. Si realmente la salida del opus fuera un pecado, entonces sería posible confesarlo, ser absuelto y reintegrarse a la obra. Pero ya sabemos todos que eso es imposible (lejos de mi de querer volver a ella, no os asusteis no soy otro José Carlos ;-)). Uno que ha dejado la Obra después de haber sido numerario nunca puede volver. Lo único que podría esperar es poder volver como super al cabo de años, pero como numerario, jamás. Eso me hace pensar que en el Evangelio se habla de un pecado que no puede ser perdonado: el pecado contra el espiritu. ¿Sería acaso un pecado contra el espiritu el irse del opus? ¿Y qué tiene esto que ver con la parabola del hijo pródigo, con el abrazo cariñoso y paternal el cual siempre me hará pensar en mi primera confesión fuera de la Prelatura?

Profusión de besos y abrazos para todos,

Norbertito


PD: Quiero también añadir que no tengo ningún rencor contra los directores o mi amigo Consiliario. Lamento simplemente constatar que no supieron hacer otra cosa que interpretar su papel de director. Pero esto era su papel y era lo que ellos piensan que tienen que hacer porque así les ha formado la Obra. No son más que victimas del sistema como lo hemos sido también. En realidad, me dan más bien pena.


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