Más sobre la fecha de la fundación del Opus Dei

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Por Gervasio, 11/10/2021

Me refiero a mis dos escritos en los que proponía como fecha fundacional del Opus Dei el año 1941: Fundación del Opus Dei 1941 y Fundación del Opus Dei: 19 de marzo. Deseo añadir algunas consideraciones a lo allí dicho.

En ambos artículos equivocadamente daba por supuesto que el obispo de Madrid-Alcalá, don Leopoldo Eijo y Garay, desde 1928 conocía la existencia y labor del Opus Dei. Lo suponía en razón de estas palabras pertenecientes al decreto por el que aprobó en 1941 el Opus Dei como pía unión. El decreto dice así: I. Vista la precedente instancia de D. José Mª Escribá de Balaguer, y después de examinar detenida y atentamente el Reglamento, el Regimen, el Orden, las Costumbres y el Ceremonial del Opus Dei fundado por dicho Sr. y experimentado con nuestro beneplácito y el de Nuestro Vicario Gral desde el año 1928, venimos en aprobar y por el presente decreto aprobamos canónicamente el Opus Dei, como Pía Unión, a tenor del Canon 708 del C.I. C. vigente, etc. Y añade: II. Aprobado canónicamente con fecha de hoy el Opus Dei, Pía Unión fundada con Nuestra autorización y beneplácito el año 1928, etc...

Posteriormente he caído en la cuenta de que don Leopoldo Eijo y Garay no podía materialmente tener conocimiento de la labor Opus Dei en 1928, sencillamente porque en 1928 tal labor no existía todavía. Menos aún pudo haber dado su autorización y beneplácito a la fundación del Opus Dei, que sería tanto como haber dado a José María Escrivá su autorización y beneplácito para tener una visión celestial en 2 de octubre de 1928. En eso hacen consistir los del Opus la fundación del Opus Dei. Don Leopoldo por fundación de una “obra de celo”—que así es como conceptúa al Opus Dei— entiende evidentemente otra cosa: haber puesto en marcha unas actividades apostólicas. En consecuencia en octubre de 1928 don Leopoldo no podría apreciar ni percatarse de la existencia de ese apostolado con la denominación de “Opus Dei”. La labor no se había iniciado todavía. Por no haber, no había más que una persona: la de €scrivá.

¿De dónde obtiene Eijo la idea de que conocía el Opus Dei desde la mismísima fecha de su fundación? La obtiene de la petición de aprobación de José María Escrivá, que dice así: José María Escrivá de Balaguer y Albás Presbítero, a V. E. respetuosamente expone: Que dirige privadamente una labor de apostolado, con la denominación de “Opus Dei”, iniciada en Madrid con el beneplácito y bendición de V. E. Rvma y del Ilmo. Sr. Vicario General, el día 2 de octubre de 1928, y que en el tiempo transcurrido hasta el presente ha dado frutos consoladores de piedad y formación cristiana, etc.

Se ve claramente —se nota a la legua— que Eijo y Garay se limita a repetir acrítica y rutinariamente lo que el peticionario de la aprobación escribe, incluido lo de que su labor de apostolado se inició en Madrid con el beneplácito de Su Excelencia Reverendísima en 1928. Lo importante y resaltable es que Eijo se traga la fecha de 2 de octubre de 1928 como fecha fundacional. Estoy seguro de que si en vez de 2 de octubre de 1928 el peticionario hubiese escrito 3 de enero de 1929 o bien de 1933 o bien de 1935 el señor obispo hubiese respondido en idénticos términos, pero señalando como fechas la de 1933, 1935 o la que se le hubiese indicado.

Y aquí es donde se pone de relieve el “truco del almendruco”, por el que $anjosemaría se manifiesta como hábil prestidigitador. Un buen prestidigitador logra que el espectador centre su atención en el tema principal —en este caso en el contenido del Reglamento, el Régimen, el Ordo, etc., que se someten a aprobación — a la par que distrae la atención sobre algo aparentemente irrelevante: el 2 de octubre de 1928 como fecha fundacional. El peticionario afirma —y nadie le contradice— que la labor de apostolado con la denominación de “Opus Dei” comenzó el día 2 de octubre de 1928.

La cuestión no es tan irrelevante como pudiera parecer, porque le servirá a €scrivá para dar al 2 de octubre de 1928 la siguiente interpretación. Es el mismísimo Dios el que funda el Opus Dei ese 2 de octubre, mediante una iluminación sobrenatural que confía a un instrumento inepto y sordo, que es como en su humildad de garabato se autocalifica a sí mismo. Es decir, Dios es la causa eficiente del Opus Dei y €scrivá es su causa, también eficiente, pero meramente instrumental. Esta interpretación le permite llamar fundador del Opus Dei alternativamente a Dios y a sí mismo.

Inepto y sordo, pero debíamos imitarlo en todo, porque él encarna el espíritu del Opus Dei. Debíamos situarlo por encima de los papas y de los obispos que hayamos conocido o podamos conocer, porque fundadores del Opus Dei sólo hay uno. Él es el “camino reglamentario” y si no lo seguimos no podemos encontrar a Cristo. ¡Toma humildad! ¡Toma camino de santidad! ¡Toma del frasco, Carrasco!

No sólo don Leopoldo se traga lo de que el Opus Dei fue fundado el 2 de octubre de 1928, sino que hasta los periodistas, cuando escriben sobre el Opus Dei, sea a favor o en contra, dan por buena como fecha fundacional la del 2 de octubre de 1928 y no la de su aprobación por la autoridad eclesiástica u otra. No se dan cuenta de que la tal fecha corresponde a una experiencia mística de carácter esotérico, una experiencia mística de la cual nada sabemos, porque se produjo en la mente de €scrivá sin manifestaciones perceptibles externamente. Las escasas aclaraciones y explicaciones de €scrivá sobre el particular son muy tardías, poco concretas y nada fiables, como se ha molestado en estudiar Stoner en su Sobre la rescritura de los sucesos del 2 de octubre. Por mi parte, cuando me preguntan cuándo nace el Opus Dei, respondo que como “fenómeno social” el Opus Dei comienza al acabar la guerra civil española. Eso es en realidad lo que desean saber.

Si yo fuese constreñido a establecer como fecha fundacional un concreto día del calendario —a efectos de conmemorar y festejar algo, como sucede con el día de la Hispanidad, el día de Murcia, etc.,—, me decantaría por un dos de octubre, pero no el de 1928, sino el de 1932, fecha en que Escrivá ingresó en El Carmelo, en calidad de terciario carmelita. Fue entonces cuando se vislumbra una realidad más palpable —las actuales obras de San Miguel, San Gabriel y San Rafael—, pues el fundador comienza a invocar a sus correspondientes patronos allí en Segovia. Se resaltaría así además el carácter abierto y flexible de esa Obra de Dios en la que cabe de todo: desde rechazar con ahínco cualquier asimilación a los institutos de vida consagrada, hasta adoptar su forma de vida; desde rechazar la enseñanza secundaria como un apostolado propio del Opus Dei, hasta dedicarse a ella prioritariamente; etc. Conmemoraríamos no que el Opus Dei nació en Madrid, en el convento de los Padres Paúles, sino en Segovia, en el convento de los Padres Carmelitas. Segovia evoca algo más bucólico y menos centralista que Madrid. Y luego su acueducto es name="_GoBack" tan romano… Me estoy divirtiendo demasiado, de modo que volvamos a lo de antes.

El “truco del almendruco” antes mencionado, fue utilizado nuevamente —y también con éxito— hacia los años 1946 y 1947. Por aquella época €scrivá y don Álvaro correteaban por las dependencias de la curia romana en busca de una aprobación no ya diocesana, sino pontificia, que culminó con un Opus Dei configurado como instituto secular de Derecho pontificio y como el primer instituto secular. El truco del almendruco consistía en este caso, en solicitar reiteradamente el otorgamiento de indulgencias a la Santa Sede para esto, para lo otro y para lo de más allá. Solicitaban indulgencias con tanta frecuencia y devoción que un monseñor les dijo con cierta ironía: ustedes todavía creen en estas cosas. Ancora ci credete! O algo así. Como esas concesiones se otorgan bajo la modalidad de rescripto, en la concesión se suele repetir con sus mismas palabras —ya vimos un ejemplo— lo que el peticionario manifiesta en las preces. Lograban de este modo incluir en escritos provenientes de la Santa Sede afirmaciones y conceptos que les favorecían.

¿Cómo llegué a la conclusión de que don Leopoldo Eijo y Garay no conocía la labor del Opus Dei desde 1928? Se lo debo a Stoner. Stoner en un e-mail me comunicó que Eijo no conoció personalmente a Escrivá hasta 1939. Su Vicario lo conocía desde 1931, por el tema de la renovación de las licencias y por nada más. Con mayor frecuencia sí a partir de 1933. Esto me llevó a leer de nuevo con el debido detenimiento los textos de donde tomaba los datos. El resultado es el que acabo de exponer.

Stoner añadió: Incluso en 1936 Escrivá no sabía si el Obispo aprobaba o no sus pasos (en concreto DYA, que es lo que tenía para mostrar). Así, ante consultas que le hacían sobre su actividad apostólica, Escrivá no sabía qué contestar sobre la opinión de Eijo, porque no le había brindado ni el más mínimo feedback. Por eso, en la tardía fecha del 30 de marzo de 1936, le expone al Vicario Morán: “Me preguntan: ¿qué dice el Sr. Obispo de Madrid? Y no sé qué contestar”. “Yo hablaré al Señor Obispo, dijo entonces el Sr. Morán, y el Señor Obispo ya le llamará. (…)” El primer encuentro entre Escrivá y Eijo ocurrió luego de finalizada la Guerra, el 2 de septiembre de 1939. Yo creo que fue un “amor a primera vista”. Estuvieron reunidos 5 horas. Mi impresión es que Eijo vio el potencial que tenía ese sacerdote.

Stoner, en la medida en que se lo permiten sus muchas otras responsabilidades, se dedica a estudiar la Historia del Opus Dei en el periodo que va desde la llegada de €scrivá a Madrid hasta los comienzos de la postguerra. Conoce bien, por supuesto, las hagiografías oficiales, que a falta de algo mejores a lo que hay que acudir para muchos datos. Son las incongruencias de esa literatura oficial lo que le ha llevado a revisar todo “con ojos nuevos”, como él dice. No es que se haya propuesto cargar contra el Opus, sino que no queda satisfecho con las deficiencias y contradicciones de esa literatura oficial. Va descubriendo muchas cosas. Está llegando a conclusiones asombrosas que, aunque provisionales, son muy convincentes. Y entonces las cosas encajan. Es lógico, pues no escribe con la finalidad de que se canonice a €scrivá, ni escribe para difundir su devoción o promover su idealización.



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