Una prelatura es un grupo de curas

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Por Antonio Moya Somolinos, 23.03.2022


La constitución Predicate Evangelium va a dar mucho que hablar. Yo sigo escaso de tiempo y por otra parte en esta web va a haber gente que seguro que va a dar unos comentarios muy atinados. De todas formas, aun a salto de mata voy a hacer una breve valoración.

El Opus Dei lleva muchos años jugando a dos cosas: A la política de hechos consumados y a la voladura controlada. El paso dado en 1982 con la transformación jurídica en prelatura personal fue un paso en falso...

Se ha podido ver ahora, aunque ya lo apuntaba el cardenal Sebastian en sus Memorias. Con el código de Derecho Canónico de enero de 1983 las prelaturas personales:

  1. Quedaron fuera de la estructura jurisdiccional de la Iglesia.
  2. Carecen de “propio populo”, o lo que es lo mismo, dejaron fuera a los laicos; solo forman parte de ellas los curas y diáconos incardinados en ellas.
  3. En su derecho PARTICULAR regularían la cooperación orgánica de los laicos que quisieran asociarse a ellas, pero por supuesto, sin pertenecer a las mismas.
  4. Mediante la bula Ut Sit, dependerían de la Sagrada Congregación para los Obispos, algo totalmente anacrónico al no formar parte de la estructura jerárquica de la Iglesia y al no ser preciso que el prelado sea obispo (“prelado”, “prelación”, es decir, lugar destacado inter pares, no algo superior cualitativamente, como sería el caso de un obispo en una diócesis).

En una palabra, según el derecho general de la Iglesia y el derecho particular de la prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, esta no es sino un grupo de curas al frente de la cual está Ocáriz, cura como ellos aunque le encante ponerse el fajín de general o de prelado doméstico o de monseñor o lo que sea.

Según el derecho de la Iglesia, a esa prelatura no pertenecen laicos, pero sí pueden cooperar orgánicamente con ella, es decir, de un modo “organizado”, que es lo que establecen los estatutos conjuntos de la prelatura de la Santa Cruz y de esa asociación de sacerdotes y laicos llamada Opus Dei, en la cual, el presidente general, que no prelado, es el mismo prelado de la prelatura de la Santa Cruz, es decir, Ocáriz.

¿Por qué en 1983 se adscribió la prelatura de la Santa Cruz a la Sagrada Congregación para los Obispos?

Fue un simple favor por parte de Juan Pablo II a un amigo, pero sin sobrepasar el derecho, ya que tanto Álvaro del Portillo como Javier Echevarría no fueron nombrados obispos de una diócesis o de una circunscripción eclesiástica dentro de la estructura jurídica de la Iglesia, pues la prelatura de la Santa Cruz no tiene propio pópulo, ya que los laicos no forman parte de ella y por tanto no tiene los elementos necesarios para ser una “porción” del Pueblo de Dios. Un grupo de curas, sin pueblo propio no es una porción de la Iglesia, sino un simple grupo de curas. Álvaro del Portillo fue obispo titular de Vita, una diócesis extinta hace siglos y Javier Echevarría, titular de Cilibia. Pero ambos sin poder para ejercer jurisdicción episcopal sobre una porción del Pueblo de Dios.

Los canonistas del Opus llevan forrenta años cacareando que el prelado de las prelaturas personales (o sea, la suya, la única que existe) tiene potestad “quasiepiscopal”. Pero por mucho que la mona se vista de seda, mona se queda.

Mal augurio fue cuando en 2017 el Papa no nombró obispo a Ocáriz. Ya en 2016 la Iuvenescit Ecclesia puso los puntos sobre las ies advirtiendo velada, pero muy claramente, al Opus Dei que no tuviera la osadía de autoarrogarse la pertenencia a la Iglesia jerárquica, pues el Opus Dei es una institución no jerárquica sino de carácter carismático.

En un momento cuyo dato exacto no diré, el Papa le dijo a Fazio (las palabras no son textuales) algo parecido a esto: “Ya sé que podría nombrar obispo a su prelado, pero le agradeceré que no me lo vuelva a recordar porque no necesito que me lo recuerde. Cuando lo vea oportuno, si fuere el caso, ya haré lo que crea conveniente, pero por favor, no me lo recuerde más porque no es necesario que me lo recuerde”.

En definitiva, algo parecido a lo que hicieron Álvaro del Portillo y el entonces consiliario del Opus Dei en España dando la tabarra para que Josemaría Escrivá fuera obispo.

¿Qué ha pasado con la constitución Predicate Evangelium? Muy sencillo, que el Papa ha puesto a la prelatura de la Santa Cruz en su sitio. Antes no lo estaba, y el prelado llevaba 40 años jugando a la política de hechos consumados. Pero le ha salido el tiro por la culata. Le salió por la culata a Álvaro del Portillo que fue quien mintió a todo el Opus Dei. Sus sucesores han hecho lo mismo, pero al final se ha descubierto el pastel. ¿qué pinta un obispo al frente de un grupo de curas? Más todavía: ¿Qué pinta la Iglesia metiendo a ese grupo en el Dicasterio para los Obispos?

El rey estaba desnudo y ni él lo veía ni nadie lo quería reconocer…

Bueno, y ahora… ¿qué pasa con los laicos? Porque leyendo el apartado de Predicate Evangelium dedicado al Dicasterio del Clero, no parece que queden incluidos ahí. ¿Dónde están los laicos? ¿Dónde han ido a parar?

Tiene razón Ocáriz en que “todo sigue igual”… De momento. La reforma no ha hecho más que empezar. Se ha abordado la reforma de la curia romana. Luego vendrá la reforma de lo que está más por debajo…

En los estatutos de la prelatura se recoge en un punto que al prelado también se le puede llamar “presidente general”. Clara alusión a ese ente asociativo no nombrado como tal que es el Opus Dei, distinto de la prelatura.

Todo esto habrá de ser aclarado en el futuro, evidentemente.

El dramático comunicado de Ocáriz tras la promulgación de Predicate Evangelium es bien elocuente: Ocáriz es un cura al borde de un ataque de nervios que ha perdido el control de sí mismo y lanza un órdago al Papa, un órdago de desobediencia, al referirse a la prelatura de la Santa Cruz en estos términos falsos: “la Prelatura del Opus Dei, formada por laicos y sacerdotes, mujeres y hombres, como se establece en los Estatutos que la Sede Apostólica dio a la Obra.”

El Opus Dei no es una prelatura, como he explicado más arriba; la prelatura que él preside no incluye laicos, sino solo curas y diáconos; los Estatutos que él menciona no dicen eso, ni el Código de Derecho Canónico.

Expresarse en esos términos es una clara desobediencia y provocación al Papa y al Derecho de la Iglesia que debería ser corregida inmediatamente. Ocáriz debería ser inmediatamente destituido o depuesto por propagar estas falsedades y engañar de esa manera a sus seguidores, tanto de la prelatura de la Santa Cruz como del Opus Dei. Su actitud es de clara rebeldía y claro desafío antijurídico.

Todos sabemos que el Opus Dei tiene un problema institucional de primer orden desde hace muchos años y de que, a nivel interno, está llevando a cabo una voladura controlada del desaguisado jurídico que les dejó en herencia Josemaría Escrivá y Álvaro del Portillo. Pero no se puede mentir ni llevar a cabo esas declaraciones fuera de escena que irresponsablemente enturbian las mentes de los corderitos del Opus que le siguen. Aunque sean corderitos, hay que tenerles lealtad y ofrecerles la verdad de las cosas.

Una última consideración. He dicho estas cosas en esta página dedicada a opinar con sentido crítico sobre el Opus Dei. De todas formas, Predicate Evangelium es MUCHO MÁS QUE ESO. Es una reforma de amplio calado de la Iglesia, en la que el Papa lleva trabajando con un grupo de colaboradores desde hace 9 años, en cumplimiento de lo prometido en el consistorio de cardenales previo al cónclave que le eligió obispo de Roma. Es una reforma ansiada por todos los Papas desde hace 100 años y que nadie fue capaz de llevar a cabo.

Ver en este documento pontificio solo el detalle de que el Opus deja de estar en el dicasterio de los obispos para pasar al del clero es una clara manifestación de ombliguismo, de ave corralera, de autorreferencialidad, de catetez, de fanatismo por el terruño o por lo que sea.

¡Ocáriz, sursum corda! Ánimo, que la Iglesia es algo más que el Opus.

Esto que acabo de decir no es nada exagerado. Basta tratar a la gente del Opus y comprobar que solo saben lo que pasa en su pequeño mundo, el Opus, pero no tienen ni idea de lo que pasa en la Iglesia, tanto a nivel universal como en sus diócesis o en sus parroquias o en las múltiples instituciones de la Iglesia distintas a la suya. ¡Cómo no extrañarse de que se les considere una secta, si ellos mismos son los que fomentan ese sectarismo!

Como siempre me he enrollado.




De aquellos polvos, estos lodos. De la mentira de Álvaro del Portillo, y tras la mentira continuada de Echevarría, el actual prelado sigue en la mentira. La diferencia está en que los anteriores se fueron de rositas y a Ocáriz-Fazio les ha tocado darse de bruces con la verdad de la vida.

Dice Ocáriz en su mensajito anterior que en nada cambia la “identidad” de la prelatura.

Ocáriz: ¿Dónde está vuestra identidad?

Hace mucho que la perdisteis de vista. La perdió de vista el mismo Josemaría hace muchos años.

¿Dónde está vuestra identidad?...

Por inspiración divina, que no exclusiva, José María Escrivá Albás vio claro, sin milagros, que los laicos deberían sentirse protagonistas de su propia santidad. En aquellos años veinte del siglo pasado otros vieron lo mismo. En el fondo era el Espíritu Santo, que dirige a la Iglesia e inspira a unos y otras ideas que no son propias, sino de Dios. De hecho, la simple invocación a Dios es ya una inspiración del Espíritu Santo.

Todos estamos inspirados por el Espíritu Santo.

Lo de la fundación del Opus Dei no fue un milagro sino una providencia ordinaria de Dios. A principios del siglo XX los “vientos” del Espíritu Santo iban por ahí, y el Opus Dei no es más que una de las muchas fundaciones destinadas a perpetuar una idea de las muchas que inspiró e inspira el Espíritu Santo al dirigir la Iglesia.

Tras mis 42 años en el Opus Dei como numerario, en los que me leí absolutamente todo lo que pude de publicaciones internas y externas, y tras mis 6 años fuera del Opus Dei, en los que he entendido sobre esta secta mucho más que en los 42 años anteriores, mi opinión es que la IDENTIDAD del Opus Dei, como de cualquier institución, hay que buscarla en su ORIGEN.

Mi opinión es que la identidad del Opus Dei está clara en la chocolatería de El Sotanillo, de la calle Alcalá de Madrid, donde se reunían los primeros. En ese momento no existían ni centros ni colegios, ni universidades, ni numerarias auxiliares, ni tipos de miembros, ni centros de negocios como el IESE, ni colegios mayores, ni cargos institucionales, ni Estatutos, ni publicaciones, ni editoriales, ni empresas inmobiliarias interpuestas, ni Oficinas de Información del Opus Dei, ni páginas web ni nada de nada.

Pero había algo mucho más valioso: Ideas claras. Lo que había era un carisma: Difundir la llamada universal a la santidad en medio del mundo, principalmente a través de las relaciones que crea el trabajo profesional.

Y punto.

Luego han venido muchas cosas que parecían una ayuda a ese carisma y han terminado siendo un lastre.

Cuando yo todavía no era del Opus Dei, el cura del centro por donde iba me animó a leer “Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer” como libro de lectura espiritual. Confieso que me sedujo esa afirmación de san Josemaría que decía que el Opus Dei es “una organización desorganizada”.

Mi espíritu liberal rayano en la anarquía sintonizaba con esa idea, tras la cual parecía haber ausencia de regulación, de burocracia, de normas innecesarias. Los 42 años siguientes se encargaron de demostrarme la mentira de esas palabras. El Opus Dei es una institución hiper regulada, burocratizada, que deja muy atrás el carisma propio hasta dejarlo irreconocible.

En los primeros momentos, el Opus Dei era san Josemaría y unos cuantos chicos, todos con ilusión en unas pocas ideas, pero claras. Había unos cuantos curas, amigos de san Josemaría, que le ayudaban con su labor sacerdotal. No dependían de él, simplemente se asociaban para ayudarle. De ellos diría san Josemaría que fueron su “corona de espinas”.

Habría que ver quien fue la corona de espinas de quien, si ellos de san Josemaría o san Josemaría de ellos. Porque al parecer, san Josemaría lo que quería era tener esos curas “en propiedad” y ellos en su mayoría querían ejercer su ministerio sin injerencias. Parece que, excepto Lino Vea Murguía y José María Somoano, los demás no se dejaron avasallar.

Esto no es nada nuevo. En febrero del año pasado estuve charlando con un cura que acababa de largarse de la prelatura. El motivo era el mismo: No había consentido en revelar secretos de confesión a los directores del Opus. Había defendido su ministerio sacerdotal. Hoy día sigue siendo sacerdote en una diócesis española, dependiendo de un obispo que respeta su libertad y su silencio acerca de las conciencias de quienes acuden a él. Se fue del Opus Dei precisamente para defender su vocación de sacerdote. Y como él, la mayoría de los curas del Opus que se largan para ser sacerdotes en una diócesis.

Durante la guerra civil española san Josemaría quedó fascinado por la abadesa de las Huelgas y vio ahí un paradigma a seguir en su afán de tener curas en propiedad. Luego vinieron el 14 de febrero de 1943, las sucesivas ordenaciones de curas numerarios hasta llegar a los actuales estatutos de la prelatura, en donde el prelado tiene potestad absoluta sobre el fuero interno y externo de los curas incardinados en ella, algo insólito en la Iglesia.

Pero hagamos un flash back. ¿De dónde arranca esto?

La gente del Opus Dei sabe que san Josemaría tuvo una enfermedad grave a los dos años de nacer, pero pocos saben cuál era esa enfermedad. Atención aquí. La enfermedad que tuvo de pequeño era una meningitis. Hay muchos tipos de meningitis. Cuando la meningitis es infantil – me lo ha contado un amigo mío médico – en la mayoría de los casos el niño muere. En los pocos casos en que sobrevive – atención, no estamos ante ningún milagrito – las secuelas que quedan son inevitables y afectan al comportamiento futuro de ese niño de modo permanente e irreversible.

No podemos afirmarlo con seguridad, pero quizá ahí podría haber una explicación sobre los patentes desequilibrios psicológicos de san Josemaría que le llevaban a tener esa irascibilidad de carácter con manifestaciones desproporcionadas, imprevistas o inmotivadas, o ese presunto trastorno narcisista de la personalidad del que OpusLibros se hizo eco hace tiempo con un estudio riguroso, o esa manía excesiva por las cosas pequeñas hasta niveles enfermizos que llevan a distorsionar la realidad y la importancia de cada cosa.

Esos presuntos trastornos psicológicos, la fascinación por la abadesa de las Huelgas, el afán de tener curas propios controlados y controladores de los laicos, el afán de ser obispo, también documentado hasta la saciedad en OpusLibros, la inconformidad con las estructuras de la Iglesia hasta el punto de remover – literalmente – Roma con Santiago hasta crear una forma jurídica a la medida – los institutos seculares – y luego otra – las prelaturas personales – pretendiendo en una y otra la cuadratura del círculo, ser religiosos sin serlo, ser laicos sin serlo; y todo ello debido a una mentalidad mesiánica y de superioridad respecto de todo el mundo, unido a una deficiente formación jurídica e histórica.

Todo ello junto, y una innegable capacidad de liderazgo, todo ello ha llevado a que el delirio de san Josemaría haya sobrevivido incluso a su propia vida hasta el punto de que casi cien años después de fundar el Opus Dei el follón jurídico-institucional creado por él y sus fanáticos seguidores haya llevado a un punto muerto a la institución hasta el punto de ser un grupo de curas en el que están metidos – no se sabe cómo – un montón de hombres y mujeres, dependiendo todos ellos del Dicasterio del Clero, algo verdaderamente surrealista que no tiene casi nada que ver con el carisma inicial que he mencionado más arriba, que es – que era – su identidad.

Si a ello añadimos los casos tan notables, puntas de iceberg, de abusos sexuales de varios curas de la prelatura, el caso Gaztelueta, los casos de las 43 numerarias auxiliares cuya denuncia se tramita en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe desde el pasado 7 de setiembre de 2021, y los innumerables casos de abuso de poder y abuso de conciencia…, si añadimos todo esto, es evidente que queda patente una divergencia entre lo que es y pudo ser el Opus Dei y lo que ha terminado siendo.

En los Estatutos de la prelatura y del Opus Dei no se contempla la renuncia del prelado, pero parece claro que la trayectoria de Ocáriz va mal y va a terminar mal. No sé si debería dimitir o pedirle al Papa que lo destituya, pero creo que debería hacer algo en ese sentido. Asumió el cargo a sabiendas de la mentira institucional que encerraba y lleva más de 5 años persistiendo en esa mentira que ahora ha quedado al descubierto. Debería renunciar. De la forma que quepa en derecho, pero renunciar. Y Fazio con él, y por doble motivo, pues además de la complicidad con Ocáriz en esa mentira, le persigue de por vida la sombra alargada de Danilo Eterovick desde Argentina, donde está enterrado.

Termino con una reflexión sociológica que me apasiona como fenómeno, como fenómeno de psicología social. ¿Cómo es posible que esas decenas de miles de socios del Opus Dei no vean todo esto que acabo de exponer? ¿Cómo es posible que sigan con esas anteojeras?

Hagamos abstracción de los protagonistas y veamos otros ejemplos que nada tienen que ver con el Opus Dei, pero que han sucedido en otras organizaciones, totalmente diversas, pero que tienen en común con el Opus Dei que son o han sido organizaciones humanas.

¿Cómo es posible que en Rusia no paren a Putin en ese genocidio que todos estamos viendo diariamente en directo desde la televisión de nuestras casas?

¿Cómo es posible que en Venezuela o Nicaragua pase lo mismo?

¿Cómo es posible que en los años treinta del siglo pasado uno de los pueblos más inteligentes de la tierra, el alemán, no viera el horror al que les estaba llevando su jefe de Estado?

Sabemos que el ser humano es un misterio, pero también la Gaudium et Spes nos dice que Jesucristo revela al hombre lo que es el propio hombre, y en el evangelio de San Juan leemos que Jesucristo es, además del camino y la vida, la verdad.

¿Cómo es posible que una institución de la Iglesia Católica esté tan comprometida con la mentira hasta perder el norte completamente y embaucar a tanta buena gente?



Fuente: 1 y 2