Lo que pasó a ser el Opus Dei

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Misericordia quiero y no sacrificio. (Mt 12,7)

Introducción

El Opus Dei (Obra de Dios) fue fundado por Josemaría Escrivá en el año 1928 en Madrid. Su objetivo inicial era formar un grupo elitista de seglares que con su prestigio profesional y intelectual difundirían los ideales cristianos en los ambientes intelectuales. Para proteger su grupo del peligro de la soberbia y de los quehaceres humanos, les impuso una disciplina inspirada en los más rigurosos regímenes monásticos. Un miembro del Opus Dei tenía que llegar al éxito profesional, pero consagrando simultáneamente mucho tiempo a la oración, la meditación y la mortificación.

Gracias a una estrategia dinámica y expansiva, la organización se expandió rápidamente primero por España, luego por todo el mundo. Según sus datos oficiales tiene hoy 85.000 miembros, de los cuales el 78% vive en España y América Latina. Los miembros son de cinco categorías:

Los numerarios
seglares (hombres y mujeres) que viven en centros del Opus Dei. No se casan y entregan todo su sueldo a la organización.
Las numerarias auxiliares
mujeres seglares que viven en centros del Opus Dei dedicadas principalmente al cuidado material (limpieza, cocina, plancha, etc.) de los centros de la Obra. No tienen acceso a una educación que no esté vinculada con sus quehaceres, no tienen dinero propio y en algunos países no tienen aún contrato de trabajo. No pueden ir a ninguna parte sin la vigilancia de una numeraria.
Los agregados
seglares (hombres y mujeres) que cumplen las mismas obligaciones de los numerarios (no se casan, entregan todas sus ganancias a la organización) pero que por motivos de índole económica, social, salud, edad, etc., no viven en centros del Opus Dei, sino con su familia o en sus propias casas. También pertenecen a esta categoría los miembros del clero diocesano que pertenecen a la Prelatura, pero no están incardinados en ella y los agregados seglares que se ordenan de sacerdotes .
Los supernumerarios
seglares (hombres y mujeres) no obligados al celibato, que tienen su propia familia y su propia casa. Entregan una aportación económica al Opus Dei según sus posibilidades.
Los sacerdotes del Opus Dei
numerarios que fueron ordenados para servir a las necesidades pastorales del Opus Dei y están incardinados en la Prelatura. Sólo ellos pueden ocupar determinados (y altos) cargos del gobierno interno.

Fui miembro del Opus Dei (numerario) durante 13 años. Entré en la organización a la edad de 16 años en París. Dos años después fui enviado a Varsovia para ayudar al desarrollo del Opus Dei en Polonia. Al principio estuve como “miembro de tropa”, después de cinco años de formación me nombraron director y empecé a tener acceso a los reglamentos internos vedados a los socios sin gobierno.

Así pues, conozco el contenido de los reglamentos internos de la Prelatura y deseo divulgarlo en este libro. Otros libros tienen la limitación de apoyarse principalmente en unos cuantos testimonios. Es difícil en base a tal conocimiento extraer conclusiones generales, porque nunca se sabe si los comportamientos expuestos derivan de la responsabilidad personal de los individuos en cuestión o se dieron como consecuencia de las mismas enseñanzas del Opus Dei. Vamos aquí a examinar los principios por los cuales se rige la Prelatura. Gracias a este conocimiento será más fácil entender e interpretar los testimonios de las personas que estuvieron en contacto con esta organización.

El Opus Dei apoya su mensaje en “la santificación de los quehaceres quotidianos”. Lo mismo que el hasidismo o el budismo zen, concentra nuestra atención el encuentro con Dios en la vida cotidiana. Cada hombre es hijo de Dios y por lo mismo invitado a pasar cada momento de su vida en confianza y Amor. Las personas que entran en el Opus Dei quieren realizar este ideal en su vida. La Iglesia aprobó esta espiritualidad y los medios que tienen que hacer de estas ideas, realidad.

Esta perspectiva encantadora está en contradicción con el panorama de numerosas personas que salen del Opus Dei con síntomas de mucho sufrimiento. También sabemos que muchos miembros padecen enfermedades somáticas, signos de depresión o de stress crónico. ¿De dónde procede tan disonancia? ¿Por qué una institución que se fundamenta en un mensaje tan bonito aporta tan amargos frutos?

Mi experiencia –como la experiencia de muchos ex-miembros– permite localizar la fuente del problema en el fenomeno de la “absolutización”. Por exceso de celo o quizá por otra razón, el Opus Dei en su enseñanza radicaliza sistemáticamente los conceptos tradicionales de la vida cristiana. Transforma virtudes en exigencias intransigentes. La eficacia es la meta más alta y reduce el proceso de maduración espiritual a la exigencia de cumplir con reglas concretas y exigentes. Tal práctica conduce muy a menudo a los miembros al ahogo, o aún más, a la pérdida de su identidad, de su yo-mismo.

Me limitaré aquí a ilustrar este fenómeno basándome en los escritos fundacionales y en los documentos internos de la Prelatura. Describiré el proceso de absolutización de los conceptos tradicionales de la espiritualidad cristiana, el proceso de absolutización del Opus Dei y el proceso de absolutización de la idea de vocación.

Lo que pasó a ser el Opus Dei

  1. La absolutización de los conceptos tradicionales de la espiritualidad cristiana
    1. De la disponibilidad al aislamiento
    2. De la docilidad a la renuncia del entendimiento
    3. Del don de sí a la pérdida de sí
    4. De la laboriosidad al activismo
    5. Del paternalismo al control
    6. De la devoción al cumplimiento
    7. Del esfuerzo al voluntarismo
    8. De la caridad al apostolado
    9. Del apostolado al proselitismo
    10. De la santidad al perfeccionismo
  2. La absolutización de la institución y de la idea de vocación
    1. De la discreción al secretismo
    2. De la santidad de la Iglesia a la santidad del Opus Dei
    3. De la vocación al encarcelamiento
    4. Del celo al fanatismo
  3. Abusos en la dirección espiritual


El Opus Dei fue fundado por católicos piadosos, pero con el tiempo, por el proceso de absolutización, pasó a ser una organización totalitaria que posee todas las características de una secta destructiva. Las fechas de las citas expuestas muestran que tal tendencia totalitaria estaba ya presente en sus principios (los años 30 del siglo XX) y que se fue fortaleciendo con el paso del tiempo.

Los ideales de los cuales se alimenta la institución son buenos en sí mismos, pero la excesiva insistencia sobre el cumplimiento, la sumisión y la obediencia transforma el mensaje evangélico en un infierno de exigencias incondicionales. Bastaría añadir un poquitín de caridad, de indulgencia, de condescendencia, para que todos estos principios fueran sanos y provechosos. Desgraciadamente, el fundador sólo hablaba de “santa intransigencia” y de “santa coacción”.

Pude comprobar que cuanto más lejos está uno de los decretos del prelado, el Opus Dei presenta un rostro más humano y menos totalitario. Lejos de los centros de gobierno de la prelatura, los directores tienen un mayor margen para la iniciativa personal, les es más fácil regirse por los principios de caridad y misericordia. Pero cuanto más acerca uno al centro del poder (gobiernos regionales y central) el cumplimiento de las diversas reglas se hace más intransigente e insensible y los directores se transforman en marionetas pasivas que se limitan a trasladar los comunicados que reciben del poder superior.

Concluyendo, el Opus Dei es un perfecto representante de la espiritualidad autoritaria. Anselm Grün da la siguiente definición de este concepto en su libro “Sobre el otro enfoque de la espiritualidad” (Ediciones WAM, Cracovia 2005) :

El punto de partida de la espiritualidad autoritaria son los ideales a los que tendemos y las metas que queremos alcanzar a través de la oración y de la ascética. Estos ideales se extraen del estudio de las Escrituras, de la enseñanza moral de la Iglesia y de nuestra imaginación sobre nosotros mismos. Las preguntas básicas de la espiritualidad autoritaria son las siguientes: ¿Cómo debería ser un cristiano? ¿Que debería hacer un cristiano? ¿Qué actitudes debería asumir? La espiritualidad autoritaria proviene de la aspiración humana a ser cada vez mejor, a subir cada vez más alto, en acercarse cada vez más a Dios. Este tipo de espiritualidad está representado sobre todo por la teología moral de los últimos tres siglos y por la ascética enseñada desde los tiempos del Renacimiento. La psicología actual se muestra bastante escéptica ante tal espiritualidad afirmando que puede llevar al desgarramiento interior del hombre. El que se identifica con estos ideales frecuentemente ahoga lo que en él no se corresponde con estos ideales. Esto provoca el desgarrón interior de la persona y su enfermedad. La psicología, sin embargo, no tiene objeciones sobre la espiritualidad no-autoritaria que practicaban los monjes antiguos: para ella es evidente que el hombre podrá encontrar su verdad interior únicamente por el camino del conocimiento de sí mismo.