Lo positivo y lo negativo del Opus Dei

Por Roberto_2, 1 de febrero de 2006


Intentar una valoración objetiva del Opus Dei no es nada simple. Sobre todo, porque todos tendemos hacia una visión simplista y maniquea del tema: para los defensores acérrimos de la institución (especialmente, sus miembros), todo, hasta sus detalles más insignificantes, son algo perfecto, divino e inmodificable hasta el fin de los tiempos; para sus críticos (en particular, quienes han sido miembros y han sufrido por ello), es una organización execrable, de la que nada bueno se puede decir. La verdad, como casi siempre en todo lo que interviene el factor humano, parece estar en un punto intermedio. A pesar de la dificultad del tema, intentaré expresar en pocas palabras lo que, en mi opinión, son los aspectos positivos y negativos del Opus Dei. Como es obvio, como toda síntesis, ésta que propongo es incompleta, ya que se podrían agregar muchos otros aspectos. Los puntos que menciono son aquellos que, a mi entender, son los más importantes. Debo aclarar asimismo que hago este comentario desde una perspectiva de fe, porque de otra forma nada de lo que aquí se afirma tiene sentido...


Lo positivo

  1. Es un hecho altamente positivo el que muchas personas se acerquen a Dios (comiencen a practicar, se confiesen, rectifiquen el rumbo de sus vidas, profundicen en la doctrina católica, etc.) gracias a las actividades apostólicas de los miembros del Opus Dei.
  2. También es positiva la difusión de la doctrina de la santificación en el medio del mundo y a través del propio trabajo profesional u oficio, que ayuda a que muchos descubran lo excelso de la vocación cristiana.
  3. La participación de miembros del Opus Dei en actividades académicas, políticas, científicas o empresariales, en la medida en que realmente aspire a difundir el espíritu cristiano en la sociedad, también es algo bueno en sí mismo.
  4. La defensa de la ortodoxia de la doctrina de la Iglesia que hacen los miembros del Opus Dei es algo positivo, en especial en una época de confusión de valores como la que atraviesa la sociedad contemporánea.


Lo negativo

  1. Es negativo el abuso del argumento de la vocación divina que hace el Opus Dei, que consiste en afirmar, en forma dogmática, que es voluntad de Dios que todos aquellos que han pedido la admisión sigan ese camino hasta su muerte. Esto supone un grave avasallamiento de las conciencias, puesto que se impone a éstas como si fuera una cuestión de fe algo que en verdad no lo es.
  2. También es objetable la práctica del consentimiento “en blanco” de quienes se incorporan al Opus Dei, que descubren recién después de haberlo hecho aspectos importantes de los compromisos que han asumido y de las serias limitaciones a que sus vidas están expuestas.
  3. Es contraria a la libertad de las personas la fuerte presión psicológica que se ejerce sobre los miembros (en especial numerarios/as y agregados/as) a fin de que ni siquiera se planteen la posibilidad de dejar la institución. Hay que destacar que, si bien sus miembros tienen formalmente este derecho, no son claramente informados al respecto y, lo que es más grave aún, son coaccionados moralmente a fin de no ejercerlo con pseudo profecías de infelicidad terrena y de condenación eterna.
  4. Es criticable la tendencia sectaria de la organización, proclive a verse a sí misma como algo absoluto y autosuficiente, como si en ella se agotara la Iglesia, cuando en realidad no es más que un camino como tantos otros dentro de la Iglesia. Uno de los efectos más nocivos de este sectarismo es que crea subrepticiamente en los miembros del Opus Dei la convicción de ser algo “distinto” o “superior” al resto de los católicos, lo cual, paradójicamente, les impide realizar en forma plena su verdadera vocación, la de cristianos corrientes.


Conclusión

En síntesis, en mi opinión, y aunque parezca extraño, lo más positivo del Opus Dei es lo que la institución hace “hacia afuera”, con quienes no son sus miembros, mientras que lo más negativo es el trato que da a sus propios integrantes, en particular, numerarios/as y agregados/as.

Es importante destacar que los puntos negativos mencionados no son un mero problema de personas que cometen errores o abusos, sino que constituyen la praxis ordinaria del Opus Dei, como lo evidencian infinidad de testimonios provenientes de las más diversas latitudes. En otras palabras, no se trata de un problema personal, sino institucional y por tanto debería ser resuelto a nivel institucional.

En fin, la gran pregunta sería: ¿tendrá el Opus Dei la flexibilidad necesaria para reformar su praxis interna, a fin de respetar mejor los derechos de sus propios miembros? Si la Iglesia, en sus dos mil años de existencia, ha tenido la sabiduría y la humildad de rectificar el rumbo cuando era necesario, sin afectar por ello en lo más mínimo el núcleo de la doctrina revelada, ¿por qué el Opus Dei, siendo parte de la Iglesia, sería incapaz de hacer algo semejante?


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