Las "ideas Madre" para mantener institucionalizada a la gente

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A Ramiro, Rodrigo y todos…


Creo que todos hemos vivido muchas experiencias de ese tipo, cada uno en sus circunstancias: como estudiantes, como profesionales, o en "trabajos internos". La constante: una sutil "vigilancia de conciencia" de la que se lleva el registro y dirección semanal por medio de la "charla o confidencia fraterna". Y otra sutil "vigilancia de los actos" por medio de la continua presión psicológica grupal que deriva en un sistema de acusaciones (de buena fe, para ayudar a la "santidad de tus hermanos"), por medio de la "corrección fraterna".

No sé si coincidas conmigo, pero ya he leído en otros mensajes que lo que uno siente (la vivencia psicológica de lo descrito) se traduce en una especie de "estado de asfixia". Una asfixia que lentamente sofoca la ilusión con la que uno decidió entregarse a Dios en "ese camino". Y el sentirse como atrapado, sin libertad de conciencia (que para eso están -como bien explicaste- los "directores" con sus indicaciones concretas), lleva a una angustia interior en la que uno lucha continuamente con la duda ¿es o no es la voluntad de Dios esto que estoy viviendo?

Muchas veces me encontré ante el espejo, contemplando mi rostro, entre preguntas, ideas y jaculatorias: ¿qué hago aquí?, ¡Domine ut videam!, "te he llamado por tu nombre, mía eres tú", ¿es esto lo que Tú quieres?, "la fidelidad es felicidad", ¿pero si "Dios" me llamó… entonces?, "¡a través de los montes las aguas pasarán!"… y un sin fin de pensamientos, anhelos, dudas y emociones cruzadas que terminaban en un "Ecce ego, quia vocasti me") ("Aquí me tienes porque me has llamado") o un "Señor, si tú lo quieres, yo también lo quiero" -repitiendo lo que decía el fundador-.

Y es que es muy efectiva la "formación inicial" que se recibe en "Casa". Las "ideas Madre" -que en sí mismas son buenas y por tanto atractivas-, se cincelan a fondo en el alma de gente joven (bienintencionada, ilusionada, receptiva). Y ¡que bien!, porque muchas de esas ideas te llevan a Dios. El problema viene cuando se utilizan como argumentos -con todo y su instrumentalización "sobrenatural"-, para que uno actúe "institucionalmente" (y aquí Ramiro, coincido contigo en tu valoración del libro "Lo teologal y lo institucional" de Ruíz Retegui).


Últimamente he meditado mucho sobre un problema: el de la forma en que algunas personas en la Obra emplean esas "ideas Madre" y otros argumentos "sobrenaturales", para mantener "institucionalizada" a la gente (lo que tú describes como no actuar de mala fe sino con el cerebro totalmente adaptado a esa mentalidad tan cerrada).

Pienso que justo el manejo que al interior de la Obra se tiene de determinados ARGUMENTOS -ante los que, por su "valor" y aplastante "evidencia" sobrenatural la razón y voluntad no tienen más que ceder-, es el medio por el que se logra la mayor eficacia de convencimiento -"institucionalización"- para vivir "siendo Opus Dei".

Y lo mejor de todo es que uno lo adopta en automático: son "ideas Madre" que "han de regir tu vida como hijo de Dios" en el camino que Él mismo eligió para ti ("porque te ha llamado desde antes de la constitución del mundo para ser santo e inmaculado en Su presencia"). ¿Cómo rebates eso?

Ramiro, te cito textualmente porque mencionaste otro ejemplo de argumentación trucada en tu mensaje: " Algunas personas de Opus tienen la fea costumbre de echarle a Dios la culpa de lo que sucede. Por ejemplo: "si estás aquí es porque Dios lo ha querido y Él no te ha podido engañar". Claro, ante este argumento, cualquier persona de buena fe se lo piensa ocho veces antes de dar el paso. Pero ese tipo de argumentos tienen trampa: hacen a Dios responsable de lo que sólo es responsabilidad de los hombres…".

Y mientras tanto, amigo, uno se queda con la cabeza revuelta -incapaz de comprender por qué se mezclan las cosas ¡en la propia vida!-, y con la duda y el sentimiento de "culpabilidad" al no saber corresponder al "regalo divino de la vocación a la Obra" (este último es otro argumento añadido a la colección).

Pero hay distintos tipos de argumento para toda clase de situaciones (y cito otra idea típica que se maneja y que respalda mi tesis: " en la Obra existe toda la farmacopea necesaria para curar cualquier enfermedad espiritual")…


Yo los clasificaría como:

1) Argumentos vocacionales (todo lo que se le dice a alguien para convencerlo de que tiene "vocación al Opus Dei" y que "pite"). Es dificilísimo rebatirlos porque todo el peso de la demostración recae en la persona "llamada" ¿cómo puedes demostrar lo contrario ante un planteamiento como el que sigue?: " …pero si eres bueno, y Dios te ha dado todo, y te está llamando a que te entregues en plenitud -para que correspondas a Su amor por ti -, y te está dando un regalo, … ¿por qué no le dices que sí y le correspondes?

Me pregunto, ¿qué buena persona podrá atreverse a decir que NO a semejante planteamiento? Sin duda se sentirá un malagradecido y maldito por no querer corresponder a la invitación del Amor ¿no?

En fin… hay muchos por el estilo y ya me estoy enrollando.


2) Argumentos de "obediencia" ( los que se emplean para que la gente actúe conforme se espera a nivel institucional. Minan la capacidad de tomar decisiones porque la voluntad propia debe ser la misma que la de los directores, porque su voluntad es la que Dios tiene dispuesta para uno mediante su vocación a la Obra. Todo esto se transmite mediante "dirección espiritual" o "indicaciones expresas").

Aquí la "idea Madre" es bien conocida: " EL QUE OBEDECE NUNCA SE EQUIVOCA". ¿Qué se puede cuestionar tras esa afirmación?

En el "examen semanal del círculo" -de numerarias- viene una pregunta que lo ejemplifica magistralmente (disculpen si no es del todo textual, pero jamás anoté nada de eso, me lo leían en latín y estoy intentando que mi memoria funcione): "¿ He sido profundamente sincera con mis directoras, conjugando la capacidad de iniciativa y la responsabilidad personal con la humildad , para aceptar rendidamente las indicaciones recibidas sobre mi vida espiritual y mi labor apostólica, y para identificarme con ellas?".

Podría parecer a algún lector ajeno a la Obra, que se da cierta libertad por aquello de "iniciativa y responsabilidad personales", pero quienes hemos vivido en la Obra sabemos que pesa más el "aceptar rendidamente, humildemente, obedientemente, porque es voluntad de Dios -comunicada por los directores-".

Para ser franca casi siempre me dieron muy buenos consejos en la charla y me ayudaron a crecer en virtudes -como dicen, humanas y sobrenaturales-. Lo que no consideraba aceptable, porque me parecía ajeno a la vida ordinaria o sencillamente no comprendía, lo comentaba. Generalmente terminaban las cosas con exhortaciones como: "reza más";"te falta piedad, llévalo a la oración y verás que lo comprendes";"lo que pasa es que te falta buen espíritu"; "¿por qué no le pides a "nuestro padre" que te ayude, y luchas ese punto esta semana"?; -ya si se ponía duro el diálogo me decían que "es que tu principal punto de lucha es la humildad, piensas eso porque eres soberbia" o "deja de racionalizar las cosas y pide más fe"; etc… Y, pues uno, "siguiendo la voluntad de Dios"…"obedece", que "para eso está".


3) Argumentos de "unidad" (se emplean para defender la "perfección" -"inspiración divina" de todo (¿?) en la Obra-. Se apoyan en el principio de "omne regnum divisum contra se, desolabitur" ("todo reino dividido contra sí mismo, perecerá). Destruyen la capacidad crítica -racional- de las personas).

Cuando se cuestiona cualquier tema en relación con la Obra, sale de inmediato el comentario "estás faltando a la unidad, mejor no sigas". Otros argumentos para evitar el diálogo abierto -necesario para que el agua de cualquier sitio no se estanque, situación que desafortunadamente no se da de forma natural en el Opus Dei-, son, por ejemplo: "la ropa sucia se lava en casa" -es decir, sólo se puede hablar con los directores o con los sacerdotes numerarios-; o, en palabras del fundador "antes cortarme la lengua que hablar mal de alguien" -aunque el "hablar mal" implicara una crítica constructiva y propositiva dicha a las autoridades competentes-; etc.

En la Obra uno se compromete a NO cuestionar a los directores sus indicaciones (en ese caso se hará en privado, y se puede "apelar" ascendentemente con los directores de la Delegación, la Asesoría (Comisión), o hasta el Padre, pero no se aceptan comentarios a nivel "fraterno" -horizontal-); a nunca hablar -comentar, criticar, emitir juicios- de lo expuesto en círculos, charlas o avisos.

La presión psicológica que tal situación genera, se me antoja como la vivida en cualquier totalitarismo… el resultado es el miedo. ¿Se puede confiar en alguien -me refiero a los iguales- ahí dentro? ¿Se puede cuestionar algo, sin ser "acusado" de "falta de unidad" con los directores? Mi experiencia fue negativa. Algo que decía en verdadera confidencia de amistad, terminaba sabiéndolo alguna directora, y claro, no me faltaron "correcciones fraternas" y "llamadas de atención". Como consecuencia lógica -y "natural" al interior de la Obra, dejé de comunicar mis cuestionamientos, que todo siguiera adelante, aunque alguna indicación causara conflicto en mi conciencia …y posiblemente en la de otras.


4) Argumentos de "fidelidad" ( para mantener "dentro" a la gente. Creo que son los más terribles, porque afectan el terreno de la fe. Son una mezcla de ideas humanas y divinas que cuestionan directamente el sentido de la existencia).

El "positivo" es de todos conocido: "A MI HIJOS FIELES LES GARANTIZO EL CIELO, SI ME CUMPLEN BIEN LAS NORMAS"… ¿ quién puede oponerse a ser "fiel…" si le espera el cielo? ¿Cómo contra-argumentar semejante afirmación?

Lo que no queda muy claro es ¿fiel a qué, a quién, cómo, qué se entiende por fidelidad? ¿a las "normas", a Escrivá, a las "indicaciones recibidas de los directores, que son voluntad de Dios", o a Dios mismo -quién habla a la conciencia de cada persona-?

Otras: "fidelidad es felicidad"; "la Obra ha abierto los caminos divinos de la Tierra"; una evangélica: "Dios te ha elegido -para el Opus, claro- desde antes de la constitución del mundo, para que seas santo"; la vocación a la Obra es como si Dios "te diera un beso en la frente" o "encendió un lucero en tu frente", o "te encendió como a una farola para que lleves luz a otros", etc.

¿Cómo puede alguien decir que no a semejante "elección divina"? Si uno rechazara tan grandes dones, … pues sería un reverendo tarado ¿o no?


Argumentos a lo negativo: " no doy ni un céntimo por el alma de un hijo mío que se va de la Obra"; "si dejas la Obra estás abandonando tu vocación"; " allá afuera no tendrás la gracia necesaria -que sí se tiene dentro, claro- para luchar por la santidad"; "Dios te pensó y te dotó de todas las cualidades necesarias para cumplir tu misión en el Opus Dei y ahora lo abandonas"… ahh, me falta el de la silla, no me acuerdo bien, por favor si alguno se acuerda complételo, pero la idea se refiere a que "no se hace una silla para ponerla patas arriba y utilizarla de perchero"; etc.

En lo personal jamás oí directamente decir a nadie que si alguien dejaba la Obra se condenaría… muchos testimonios de otros exmiembros afirman lo contrario. Ojalá puedan contarnos su experiencia. Pero de todas maneras, con lo expuesto, creo que es suficiente evidencia de la que se puede "inferir la condena" ¿no crees?

En fin, me quedan más "argumentos" -clasificados- en el tintero, pero debo irme. Ya ves Ramiro, tu mensaje me llevó a escribir todo este rollo. Ojalá le sirva a alguien para pensar mejor las cosas, para analizar los "motivos" de su "obediencia", "vocación", "fidelidad" y "entrega". Si lo hace por verdadero Amor a Dios, y convencido ¡ánimo!, rezo por ellos. Pero si en su conciencia ve otra cosa, espero encuentre algo de ayuda en las líneas de arriba.


CC.


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