Historia de un desengaño

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Por Maimonides, 26.11.2013


Cuando pedí la admisión al Opus, lo hice creyendo que era un camino válido para ser cristiano en medio del mundo. Muy pronto comprendí que esta institución tenía como principales fines la acumulación de la mayor cantidad de dinero e influencias que fuera posible y todo, absolutamente todo lo demás, era secundario. No dejaba de ser chocante, que en un país pobre como Paraguay, los centros se encontraban solamente en barrios lujosos de la capital. La sede de la Delegación, "el Palacio" como la llamábamos los numerarios de a pie que en contadas ocasiones podíamos ponerlos en el noble recinto, era paradigmática en este sentido.

Miles de metros cuadrados de construcción, decoración lujosa que incluye numerosos cuadros de los más importantes pintores nacionales y algunos extranjeros, de gran valor económico, un extenso parque con piscina y otras importantes instalaciones deportivas. Los aproximadamente 10 numerarios que allí viven son atendidos por un ejército de numerarias auxiliares y se pasan días enteros encerrados en sus confortables ambientes climatizados sin más preocupaciones que pensar en qué aperitivo tomarán ese día o a qué hora podrán bajar a tomar un relajante baño en la piscina.

Una prueba de la importancia suprema del dinero sucedió cuando Mons. Echevarría visitó Paraguay en 1997. Dos familias fueron seleccionadas para ser recibidas en audiencia por el ilustre visitante. La primera, padres de un numerario, de grandes recursos económicos. Esta familia había donado varias propiedades y mucho dinero. Cuando el hijo de esta familia, afortunadamente para él abandonó la obra unos años después, le fue aplicada la muerte civil. El detonante de su dimisión fue darse cuenta de que la obra era insaciable en lo referente al dinero y que se habían aprovechado de él en varias ocasiones.

La otra familia recibida fue la de un rico empresario importador. Este señor, supernumerario, era famoso por su gran generosidad no sólo con el Opus, sino también con otras instituciones de la Iglesia. Es realmente un gran hombre, honesto y trabajador. Actualmente, es un anciano octogenario, que ya no maneja sus empresas, que han pasado a sus hijos. Por este motivo, el ya no resulta en absoluto interesante para los directores. No le visitan casi nunca, no consigue ser visitado por sacerdotes de la obra, es como si se hubiera muerto.

La lógica es simple: "Si ya no hay dinero ya no nos importa".

No se trata de casos aislados, recuerdo aún al anterior Vicario de la delegación, que actualmente ocupa el mismo cargo en Buenos Aires, brindar en vísperas de Año Nuevo, para que el nuevo año trajera más dinero y vocaciones. Como puede verse, todo un ejemplo de espíritu cristiano. Este señor presume actualmente en su página de Facebook de seguir al Papa Francisco y de realizar campos de trabajo con personas pobres. Es un caradura. Es el mismo que buscaba conocer y rodearse de personas influyentes y con dinero, despreciando a los que no podían aportarle lo que buscaba. Recuerdo que cuando quería hablarle una persona común o pobre, él nunca estaba disponible para atenderle, pero si el que llamaba era un rico e influyente empresario interrumpía lo que fuera para ponerse al teléfono o recibirle personalmente.

Es una pena que haya tantas personas engañadas en su buena fe, que buscan sinceramente a Dios y se encuentren con este tipo de instituciones que tanto mal hacen buscando sus oscuros fines.

Pido a Dios que no permita que más inocentes caigan en manos de esta secta llamada Opus Dei.




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