Historia de la universidad de Navarra. ¿Regalo divino o negocio humano?

El actual debate sobre la creación o no de una facultad de medicina en la UPNA [Universidad Pública de Navarra] es básico porque cuestiona a largo plazo el futuro de la Universidad del Opus, que hasta ahora disfruta de monopolio absoluto. En este caso, los criterios economicistas pasan a segundo plano ante los ideológico-religiosos. Está en juego la sociedad navarra del futuro, tras un pasado marcado por los privilegios al centro creado por el primero humilde sacerdote, luego marqués y, «post mortem», santo José María Escrivá de Balaguer.

Por Patxi ZAMORA. Periodista. Gara.net.


En agosto de 1952, la Diputación franquista acordaba la implantación de lo que se denominó Estudio General de Navarra-Escuela de Derecho, encomendando su dirección a la persona que se convertiría en alma máter de la Universidad del Opus: Ismael Sánchez Bella. Hubo entonces quienes, como el ex alcalde de Iruñea Miguel Ángel Urmeneta, defendieron el principio de «que venga el milagro, aunque lo haga el diablo», en la esperanza de que los pobres pudieran tener acceso a los estudios superiores...

Llegado el curso 1960-1961, el Nuncio apostólico, Monseñor Antoniutti, se encargó de proclamar que «Navarra ya tiene su universidad católica» y Escrivá de Balaguer recibía en el Ayuntamiento iruindarra el título de Hijo Adoptivo con un discurso ilustrativo de su personalidad: «Señor alcalde: al recibir de vuestras manos el honroso título, no voy a caer en la falsa humildad de decir que no merezco tan alta distinción. Si lo hiciera, faltaría a la verdad y causaría agravio a vuestra justicia, pues no cabe mayor prueba de cariño que ésta que yo he dado a Pamplona».

Sobre la historia de la Universidad del Opus Dei y sobre los favoritismos de que gozó desde el principio por parte de los poderes públicos no se ha escrito demasiado. Sin embargo, la hemeroteca y los archivos son prolijos al respecto. Pronto quedó claro que ni la Universidad, ni la Clínica, ni el emporio inmobiliario generado a través de éstas pertenecían a la Iglesia católica, y mucho menos aún a la sociedad navarra, sino a la Obra, al Opus Dei.

Propiedad privada pagada por todos

Efectivamente, el Opus Dei se aseguró el control tanto de la propiedad como de su gestión a través de las empresas Inmudensa, Ciunsa e Inunsa. Todo ello propiedad privada de un holding sufragado por la ciudadanía. La Diputación navarra ofreció el edificio de la Cámara de Comptos y el del Museo de Navarra para la incipiente facultad de Derecho, y luego construyó gratis la de Medicina y Farmacia. El Ayuntamiento de Iruñea les regaló el terreno del actual Colegio Mayor Aralar y abrió el expediente de expropiación de otros 900.000 metros cuadrados, a la vez que la banca pública le concedía créditos en unas condiciones tan ventajosas que diversos medios de comunicación en el Estado francés publicaron reportajes al respecto.

El mayor contratiempo que sufrió el Opus Dei en estos primeros años se produjo con la llegada al Consistorio de unos ediles que marcaron época en cuanto a la defensa de los intereses de la ciudadanía. Miguel Ángel Muez, Jacinto Martínez Alegría y Jesús Velasco se enfrentaron a la apisonadora opusiana paralizando la expropiación de los terrenos que se dedicarían al campus. Ésta hubo de ser aprobada por el Consejo de Ministros, capitaneado por Carrero Blanco, forzando al Ayuntamiento a pagar 500 millones de pesetas a los propietarios para, de forma inmediata, donarlos al Opus.

La valentía y constancia de estos concejales, a pesar de intentos de chantaje con ofertas de coches, pisos y dinero, obtuvieron su premio cuando lograron que se construyera el Instituto Politécnico de Iruñea en la zona. La acuciante necesidad de este centro para la ciudad no era compartida por quienes pretendían levantar en ese solar la nueva facultad de Arquitectura, ayudados por sus múltiples y poderosas influencias, bajo la dirección jurídica de Jaime Ignacio Del Burgo.

La arbitrariedad del régimen franquista con la Obra provocó incluso que en 1967 se denunciara en las Cortes franquistas. Los datos hablan por sí solos. En 1968, el 70% de lo presupuestado para investigación en los centros universitarios del Estado iba a parar a la Universidad del Opus. En 1980, la Diputación navarra aportaba cada curso 100.000 pesetas de media por alumno navarro, sin que hubiera contrapartidas de control académico, económico ni de ningún tipo. Años más tarde, el Ayuntamiento se comprometería a poner a su disposición los terrenos que fueran necesarios para la ampliación de las instalaciones, dejando claro que «los no ocupados por edificios permanecerán abiertos al público, sin que puedan ser cerrados por tapias, setos...». Es decir, que los cercados existentes desde hace 30 años son del todo ilegales y la ciudadanía iruindarra debería ser libre de usar para su ocio el espacio del actual campus, a pesar de los guardias jurados y perros pastores que parecen haberse adueñado del mismo.

A día de hoy, la Obra se financia de varias formas. A saber, con el dinero de sus fieles y las herencias (la sede del Opus Dei en Nueva York se inauguró en 2001 y costó 70 millones de dólares, de los que la mitad fue obtenida de una sola donación); con lo aportado por sus empresas, en especial el sector de la edición de libros y medios de comunicación y los arrendamientos (todo un imperio inmobiliario en Iruñea gracias a la Universidad y a la Clínica); y con negocios como la agencia de fondos de inversión libre internacionales Sextante Partners AV, participada por la Fundación Universitaria de Navarra y las subvenciones públicas que supondrán más de un 30% de los 98,5 millones de euros presupuestados para el cuatrienio 2009-2013.

Esta cantidad sufraga la Universidad, que durante el curso 2008-2009 albergó a 13.197 estudiantes (el 40% vascos); la Clínica Universitaria, en la que trabajan más de 500 médicos y casi 800 enfermeras; el PIUNA (Plan de Investigación de la UN); el CIMA (Centro de Investigación Médica Aplicada), en el que desde hace años, con fichajes norteamericanos incluidos, han invertido decenas de millones a la búsqueda de un premio Nobel que prestigie sus centros; y el ICT (Instituto Científico y Tecnológico). Cuenta además en sus bibliotecas con un fondo bibliográfico de más de un millón de volúmenes y su editorial, EUNSA, publica casi un centenar de títulos nuevos al año.

Preguntado Escrivá sobre «¿por qué en Navarra?», respondía con seguridad que «ésas son cosas de Dios, que tiene un gran amor a Navarra». Pero lo cierto es que el emporio le ha costado una fortuna a la ciudadanía navarra y ha servido para crear y mantener el centro de formación de las élites políticas y económicas de la comunidad, creando unas efectivas redes de complicidad, apoyo y fortalecimiento mutuo. No pocos de sus alumnos y alumnas, estudiantes venidos de distintas partes del Estado español, forman ahora parte de la política local (la propia Yolanda Barcina es el mejor ejemplo), siempre enrolados en los partidos más conservadores que defienden la Navarra foral y española. De hecho, a día de hoy UPN, PP y CDN se oponen férreamente a una facultad de Medicina en la UPNA que pudiera competir con la joya de la corona del centro de la Obra.

Enseñanza «neocon»

El Opus Dei es una prelatura de la Iglesia católica que se reconoce escasamente democrática, como aclara con sinceridad Rafael Termes, de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y ex banquero del Opus Dei: «La Iglesia no es una institución democrática porque su fundador quiso que fuera jerárquica. La democracia, el voto, no sirve para la verdad revelada, cuya declaración y conservación Jesucristo confió en exclusiva al colegio apostólico y a sus sucesores». Bajo esta premisa se enseña en Iruñea. Para la Obra, el pecado original lo explica todo maravillosamente, en la misma línea ideológica que los neocon estadounidenses que cuestionan el evolucionismo. Así, no es de extrañar que a principios de este año César Martínez, director creativo de George Bush, John McCain y Sarah Palin, impartiera un máster en comunicación política para la UN.

La escasa pluralidad influye en el bajo nivel educativo de este centro: estudiantes de periodismo recuerdan las «clases magistrales» ofrecidas, ya entrados los años 80, por parlamentarios chilenos, de la época pinochetista que ensalzaban la impagable vocación anticomunista del régimen del general. La asignatura de Teología es obligatoria, y su pago también, para todos los alumnos de todas las carreras. Una de las pocas estudiantes eximida de esta materia fue Olivia Balda, la por entonces ya novia oficial del ex presidente navarro, Gabriel Urralburu.

Pero su impronta no se manifiesta sólo en Teología, ya que son múltiples las asignaturas en que repiten su mensaje ultraconservador en lo religioso y en la política. Afecta por igual a las carreras de Historia, Filosofía, Periodismo, Derecho e incluso Medicina, cuyos estudios se ven afectados, por ejemplo, por su pública postura de boicot a las interrupciones voluntarias del embarazo.

Numerarios y supernumerarios

El Opus nació en Italia con Mussolini y en el Estado español con Franco, de quien Escrivá se convirtió en director espiritual. La prelatura del Opus Dei es una organización absolutamente jerarquizada con un líder espiritual, San Josemaría, y un libro de apoyo fundamental, «El Camino». Los miembros de la Obra se dividen en numerarios (solteros y solteras con voto de castidad y obediencia) y supernumerarios (casados y con voto de obediencia), con unas normas de actuación social estrictas para cada grupo (las supernumerarias pueden fumar y las numerarias no). Consideran que en la enseñanza se debería separar a hombres y mujeres y tan sólo sus centros universitarios son mixtos por imperativo legal.

En el Opus Dei se contemplan cuestiones como autoinfligirse castigo físico con el ánimo de evitar tentaciones y aproximarse a la pureza espiritual. Sólo mujeres, convenientemente uniformadas, atienden los pisos donde viven sacerdotes y numerarios solteros. Los pisos de mujeres tienen responsables que dirigen y dan cuenta a los directores espirituales del comportamiento de las ocupantes. Deben evitar el contacto e incluso las relaciones sociales con miembros del sexo opuesto y es normal ver cómo los profesores del Opus abren las puertas de sus despachos cuando reciben a mujeres estudiantes, con el fin de no quedarse «encerrados» en un mismo cuarto con ellas.

La influencia del Opus en Nafarroa

La proclamación de la Universidad en 1960 se convirtió una cumbre del nacionalcatolicismo español con la presencia de numerosos cardenales, capitanes generales, jueces, ministros y gobernadores civiles. La Universidad ha preparado a las élites de la política y de la economía navarra y el tándem Opus-``Diario de Navarra ha marcado de forma decisiva a la comunidad foral en los últimos 50 años. El que fuera director del periódico y uno de los principales ideólogos del «navarrismo», además de uno de los más relevantes conspiradores de la Cruzada franquista, «Garcilaso», puso los pilares de la Escuela de Periodismo, luego facultad, de la que han salido muchos de los prebostes mediáticos más conocidos de la información estatal.

El Opus formó parte destacada del aparato franquista durante sus últimos y largos 15 años, en el considerado «sector tecnócrata». Los López Rodó, López Bravo y otros formaron parte de los distintos equipos de gobierno que ordenaron reprimir, torturar y fusilar. Otros como Antonio Fontán, profesor de Juan Carlos de Borbón, participaron en el diseño de una transición que no enturbiara su estatus, la conocida como «transición modélica», cuyos pilares se basaron en la máxima de Francisco Franco: «Lo dejo todo atado y bien atado».

De hecho uno de los hombres fuertes de la Universidad del Opus, el conocido profesor de Derecho Álvaro D´Ors, escribía en 1986 que «el Alzamiento de julio de 1936 fue absolutamente necesario para evitar la revolución, una legítima defensa».


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