Hijos en el Opus Dei/El mágico poder del incienso

HIJOS EN EL OPUS DEI


EL MÁGICO PODER DEL INCIENSO


Comencemos citando a Aldous Huxley:

Una mezcla -completamente no tóxica- de siete partes de oxígeno y tres de anhídrido carbónico produce en quienes la inhalan ciertos cambios físicos y psicológicos que han sido descritos minuciosamente por Medina. Entre estos cambios el más importante, en relación con lo que nos ocupa. es un notable acrecentamiento en nuestra capacidad para "ver cosas" cuando los ojos están cerrados... En otros casos más, el anhídrido carbónico transporta al individuo al otro mundo, a las antípoda de la conciencia cotidiana. Entonces se disfruta muy brevemente de experiencias visionarias sin relación alguna con la propia experiencia personal. (Aldous Huxley: "Cielo e infierno y Las puertas de la percepción".)

En muchos lugares de culto (capillas e iglesias) se dan circunstancias parecidas a las arriba citadas. Sin embargo, en la mayoría de los oratorios del Opus Dei la concentración del anhídrido carbónico es mucho más intensa, ya que en ellos concurren simultáneamente los siguientes factores:

a) Reducidas dimensiones de los oratorios, ya que están ubicados en una habitación de los centros de la Obra.
b) Una o varias velas que lucen perpetuamente en ellos y que van consumiendo el poco oxígeno del recinto.
c) Los oratorios son frecuentemente visitados por los socios para cumplir sus obligatorias normas diarias de piedad.
d) En las celebraciones comunitarias se suele utilizar con profusión el incienso.

Todo ello favorece la inducción al trance y a un estado de misticismo y arrobamiento religioso.

Este fenómeno se acrecienta aún más si cabe en los oratorios de la Obra al recitar oraciones repetitivas entre las cuales apenas hay tiempo de tomar alimento.

Como dice Huxley:

Estas largas suspensiones de la respiración llevan a una alta concentración de anhídrido carbónico en los pulmones y en la sangre, y este aumento en la concentración de CO2 disminuye la eficiencia del cerebro como válvula reductora y permite la entrada a la conciencia de experiencias visionarias o místicas del más allá. Gritar o cantar continua y prolongadamente puede producir resultados análogos. (Aldous Huxley: "Cielo e infierno y Las puertas de la percepción.")

Tras entonar la "Salve regina", el "Salmo II", el "Tedeum", el "Tantum ergo" o las "Preces de la Obra" cualquier persona, en este ambiente, puede sentir los efectos antes mencionados.

Quiero puntualizar que con lo anteriormente expuesto no pretendo desacreditar radicalmente unas oraciones o prácticas religiosas. Pretendo simplemente que tanto los oficiantes como los asistentes a ellas sean conscientes de las influencias a que están expuestos y sepan discriminar entre lo fundamental y lo accesorio del mensaje cristiano.


Capítulo anterior Índice del libro Capítulo siguiente
Brillos, luces e iluminados Hijos en el Opus Dei Jaculatorias y charla semanal