Gobernando desde la ficción

Por Segundo, 26 de febrero de 2007


La noticia de la producción de una película sobre la vida del Fundador del Opus con el propósito de contrarrestar los efectos del trillado “Código Da Vinci” es una decisión del Prelado del Opus Dei y sus colaboradores que no puede tomarse a la ligera.

Una leyenda argentina cuenta la historia del Presidente Hipólito Irigoyen (1852 – 1933) a quien sus colaboradores le preparaban un periódico con buenas noticias de modo de evitar perturbar al anciano presidente. Como era previsible Irigoyen no terminó su mandato ya que un golpe militar lo desalojó del gobierno. La lección parece ser que la ficción no es buena consejera en cuestiones de gobierno.

El Prelado del Opus Dei no escapa a esa regla. No es ninguna novedad que la institución en la Argentina – considerada en el ranking interno como la tercera del mundo después de España y Méjico - se está desangrando. Numerarios con décadas en la en el O.D. han elegido otros caminos para sus vidas. En los casos que conozco la decisión ha sido un gran acto de honestidad. No se puede vivir entre tanta contradicción y mentira ni colaborar a su mantenimiento.

Las comisiones de servicio desembarcan con puntualidad en Buenos Aires pero el rumbo de la institución no cambia. Los numerarios y agregados más expertos optan por entretener a los emisarios afirmando que las cosas marchan sobre ruedas. Saben que cualquier comentario crítico será mal visto y las sanciones tarde o temprano llegaran. Otros tienen miedo liso y llano. Se trata de aquellos cuyo puesto de trabajo depende del favor de las autoridades. Estos, que forman mayoría, son los que se desempeñan en obras corporativas de modo que su sueldo depende de la consideración que merezcan a la Comisión Regional. Por lo demás, se sabe que en Buenos Aires no es fácil ganarse la vida.

Una recorrida por los centros de Argentina demuestra que los índices de depresión y enfermedades psicológicas en los numerarios superan ampliamente la media del país. Los señores que integran la Comisión Regional saben que esto es un hecho irrefutable.

Cualquier dirigente sensato se lanzaría de inmediato a buscar las causas profundas de la crisis. Pero en el Opus Dei esas cuestiones pueden esperar porque para el Prelado y sus colaboradores todo marcha bien.

Por suerte esos tediosos problemas se pueden evitar gracias al “El Código da Vinci” y a esta fastidiosa y persistente web – “todo es para bien” – ya que el Prelado ha decido ir a Hollywood. No es para menos. En el Opus Dei se puede jugar con el dinero, se puede esconder documentación o modificarla, se pueden maltratar a las personas o engañarlas, pero lo que no se puede nunca bajo ninguna circunstancia es tocar la imagen el Opus Dei y de su Fundador. Se trata de una imagen divinizada que requiere de divinas defensas. Y para ello nada mejor que Hollywood. Y luego, habrá que ir por el Oscar a la mejor película. Nada de chapuzas.

Al presidente Irigoyen que gobernaba desde la ficción lo despertó un golpe militar. La Iglesia no es tan temperamental pero ¿será infinita su paciencia con el Opus Dei?



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