Frankenstein y el Opus Dei

Levantisco, 4/09/2013


Me parece que existe una semejanza entre la Obra y el engendro confeccionado por el doctor Frankenstein de la novela de Mary Shelley. No es difícil darse cuenta que la Obra, como el engendro, está fabricada con partes pertenecientes a otros cuerpos, y como la bestia con su cerebro enfermo, una vez en marcha, acaba con todo el que se le pone por delante.

Al fundador el diseño del collage le ha salido de primera: sea por el narcisismo y el personal proyecto vital que lo originó, sea por el pragmatismo, el eclecticismo y el sincretismo que utilizó en su realización, sea por el totalitarismo con el que lo concibió, sea por la amoralidad con la que se ha desarrollado, me parece un inteligente collage mundano-religioso: un copiar y pegar lo más útil de cada mundo.

A continuación paso a considerar lo que me parece que son las ideas directrices del diseño...


1ª. Utilizar la religión como banderín de enganche de la Obra.

¿Qué mejor manera de reclutar personas que apoyándose como base en la religión, que da la vida eterna? ¿Qué cosa mejor se puede prometer? ¿Qué mejor técnica que acudir a la voluntad de Dios –el cielo está empeñado en que se realice–? La pregunta es: ¿quién la garantiza?... Para ello se utilizó el recurso a lo sobrenatural. Ya la utilización del propio nombre, Opus Dei, no ha importado que pueda ir en contra del “no tomarás el nombre de Dios en vano”, lo cual resulta bastante sospechoso. Es más, desde el principio se crearon una multitud de bulos sobre hechos sobrenaturales que parecían elaborados para generar un falso mesianismo. Más tarde se siguió con la misma estrategia: recuerden los de más edad aquella frase enigmática (creo que alrededor del año 1970) que parecía dar un poder sobrenatural al personaje de quien provenía y que, si no recuerdo mal, afirmaba: El Señor está pasando junto a vosotros, pero no he querido que lo veáis. O la profecía del fundador sobre la fecha de su muerte (1984), cuyo incumplimiento (tuvo lugar en 1975) lo atribuyó Álvaro Portillo a que Dios le había contado cada año por tres, debido a sus sufrimientos.

Qué desconcertante es el Opus Dei... ¿Existe en él algo que sea verdad? En la Obra sólo encuentro verdadero aquello que es doctrina cristiana y, en este caso, la mayoría de las veces la utiliza para obtener un beneficio para la institución. El Opus Dei utiliza todo, aunque sea santo, para su mayor gloria y engrandecimiento.


2ª. Utilizar la religión como argumento para el sometimiento de las personas, sin tener que respetar sus derechos más básicos.

Desde luego el Opus Dei no ha sido el primero en utilizar la religión para el sometimiento de la grey, sin ningún tipo de respeto ni consideración de derecho alguno. La historia de la Iglesia es larga y profusa en este tipo de comportamientos. Sin embargo, creo que el temor de Dios impidió en el pasado llegar hasta el extremo que conocemos.

Cualquier secta no tiene los recursos religiosos que aprovecha la Obra, para dejar al descubierto y utilizar en su provecho lo más profundo e íntimo de la persona, su conciencia. Se han dado instrucciones escritas con el fin de aprovechar la dirección espiritual y la confesión para los fines institucionales de conocimiento total, dominio y control de las personas, con una más que probable violación del sacramento, como nos contaba Antonio Esquivias: “esa idea, tremenda, de que se contasen las cosas al sacerdote «fuera de la confesión», para poder hablar de ellas, hasta el punto que un sacerdote de la Obra debe negar la absolución a quien no cuente aquello de que se está confesando a los directores de la Obra”. Esto sobrepasa cualquier santa pillería para convertirse, a mi modo de ver, en diabólica manipulación de lo religioso en beneficio de los fines de la institución. También nos contaba su conversación con el prelado actual, en la que comprobó que «carecía de respuestas mínimamente convincentes y, desde luego, ningún conocimiento de los derechos humanos». No es extraño que se escriba que el que es verdaderamente humilde no pide derechos (Más información en Periodista Digital).

Hasta hace poco, a muchos de sus componentes los ha tenido como mano de obra esclava (juzgue e interprete el lector esta sentencia francesa: Catherine Tissier), y les ha negado lo más básico y fundamental si no han perseverado. Les ha negado el reconocimiento social de su trabajo que les supone su cobertura para no caer en la indigencia. Ese modo de actuar no puede provenir de Dios. ¿De quién entonces?...


3ª. Copiar algunas características de las organizaciones mundanas más eficaces.

Desde el principio la Obra se ha acomodado a lo que resultaba eficaz: «¿No ves cómo proceden las malditas sociedades secretas? Nunca han ganado a las masas.–En sus antros forman unos cuantos hombres-demonios [...]» (cf. Camino n. 833). Por eso en el Reglamento del Opus Dei como Pía Unión (1941) se indica: «Aconsejamos a los socios que no hablen de la Obra con personas ajenas a esta empresa que, por ser sobrenatural, debe ser callada y modesta» (Art. 12. 3); secreta es denominación más apropiada que los vocablos que se utilizan. En vez de formar unos cuantos hombres-demonios, se deberían formar a unos cuantos universitarios-ángeles, para conseguir una eficacia análoga a la de las sociedades secretas. Me parece que de ahí proviene la imitación de algunos aspectos de la más secreta de las sociedades de esa época, la masonería: el saludo de identificación, las reuniones de los Consejos (el Local sin jurisdicción, como actual recurso mentiroso ante las denuncias) y la injusta ayuda corporativa para ocupar puestos importantes, como dejó escrito un ex de la categoría de Eugenio Trías y que nos recordaba Aloevera: las “recomendaciones a los socios que llegaban a ocupar cargos públicos o puestos políticos. Se les instigaba a que tuvieran consideración prioritaria, con el fin de cubrir plazas vacantes o puestos, por socios del Opus Dei [...]. ¿No sería la Obra una siniestra maquinaria inventada para la conquista del poder que se aprovechaba de regímenes dictatoriales como el franquista, donde no había partidos políticos, para actuar al modo de un poderosísimo lobby y en el que además confluían las fuerzas más reaccionarias del espectro político?” (Eugenio Trías. “El árbol de la vida”).

En los primeros tiempos del Opus Dei, el ambiente social de la época era propicio para el reclutamiento de universitarios debido al activismo político-religioso del momento. Al cabo de los años, cuando este reclutamiento no fue posible al conocerse mejor la Obra, las tácticas de generación psicológica de una vocación inducida en niños se mostraron apropiadas para la captación de nuevos miembros, esta vez imberbes.


4ª. Conseguir la perseverancia de los prosélitos.

Esta fue desde el principio una cuestión importante, y para ello qué mejor que hacerlos convivir asegurándoles una vocación específica –como un monacato sin hábito– para tenerlos vigilados, controlados y adoctrinados; incluso dirigidos en lo cultural. Aterrarlos con el rejalgar, la infelicidad y la condenación eterna en caso de deserción, y someterlos a incorporaciones crecientes mediante compromisos que parecen sagrados, son las tácticas coactivas más apropiadas para que las almas no se escapen como los peces se escapan de las manos: un aprovechamiento deshonesto de la fuerza del compromiso cristiano.


5ª. Copiar las características de las organizaciones religiosas.

Las características de la Obra son en muchos aspectos las de un instituto religioso de la más estricta observancia: el capitulo conventual (Circulo Breve) con su capítulo de culpas –propias y ajenas– (la enmendatio y la corrección fraterna), el capítulo provincial (semana de trabajo), la cuenta de conciencia –prohibida por la Iglesia– (confidencia o charla fraterna) y los ejercicios espirituales de san Ignacio (los cursos de retiro), etc. De todo esto nos ha hablado Haenobarbo en diferentes escritos. ¿Hay en el Opus Dei algo no copiado, original?... Respecto a este punto considero al Opus Dei como una obra de ingeniería religiosa, realizada con retazos de segunda mano. Y como siempre, el recurso a contradecir lo evidente: Al suscitar el Señor su Obra, nos ha dado una ascética, un espíritu plenamente secular y unos medios que no son como una adaptación de los métodos de las familias religiosas.

Se ha intentado hacer creer a los miembros, creo que inútilmente, que son fieles corrientes; ¿cómo es posible? si viven en conventillos (Centros-residencias) con el régimen conventual correspondiente, hasta con su silencio mayor (tiempo de la noche) y menor (tiempo de trabajo de la tarde), y sometidos hasta el punto de no tener derecho a una correspondencia privada (cf. “En homenaje a Antonio Petit” de Líbero y la “Instrucción para los directores” nn. 75 y 76). Como consecuencia de todo esto, de la amplia normativa e intensa exigencia, propia del superhombre, el personal se encuentra descentrado, desconcertado, enfermo y abocado al necesario recurso al cinismo, que considero tan propio de muchos de los componentes de la Obra, sobre todo de muchos de sus directores.

¿Qué ha resultado de este diseño?, ¿para qué sirve la bestia? Me parece que para crecer y enriquecerse vendiendo la salvación eterna: la considero una multinacional dedicada a la venta de la salvación eterna, es decir, vende aquello que sólo Dios puede dar, y lo vende a cambio de todo.

Por lo que he expuesto, y conociendo el percal, puede que la Iglesia esté dejando fortalecer a un monstruo que puede acabar con ella. Por de pronto ya ha acabado con la fe de muchos ex.



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