Es el Opus Dei una bomba de relojería en las manos de la Iglesia?

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Por Federico, 11.11.2005


Cuando se leen algunos de los libros y escritos que aparecen en esta web y en otras, es obligado pensar en las consecuencias que la praxis de la Obra puede traer a la Iglesia. El asunto me parece muy grave. La Iglesia, debido al Opus Dei, tiene ante sí un problema que le puede causar un grave perjuicio histórico, si no es capaz de solucionarlo debidamente. Opino, además, que en este asunto, cuanto más se dilate su solución, más daño puede recibir. Después del último escándalo de la pederastia de algunos sacerdotes estadounidenses, lo que le faltaba a la Iglesia es encontrarse con otro problema importante: ser considerada socialmente como una secta debido a las prácticas del Opus Dei...

Buscando por una parte una analogía de lo que puede significar el Opus Dei actual para la Iglesia y por otra un antecedente histórico, se me ocurre como analogía la bomba de relojería y, como antecedente histórico, veo ciertas semejanzas con la Inquisición, respecto a los perjuicios que puede proporcionarle la prelatura a la Iglesia.

La Inquisición fue un error histórico de la Iglesia, que por más que se ha querido justificar mediante el contexto histórico o cualquier otro argumento, no ha sido posible, y siempre le acompañará como una rémora de la cual es imposible desprenderse: la Iglesia ha tenido, tiene y tendrá que pagar ese error histórico. El caso Galileo, por ejemplo, ha generado que una gran mayoría de científicos tengan el prurito de atacar a la Iglesia siempre que pueden, y ha producido un divorcio que parece irreconciliable entre ciencia y fe, cuyas consecuencias para esta última parecen desastrosas dado el prestigio social de la ciencia. De la misma forma, el hecho de no encausar la praxis de la prelatura personal, puede traer (ya ha traído, y sigue trayendo) un cierto rechazo social de la Iglesia, que conociendo los pormenores, no ha evitado las aberraciones que pueden leerse en algunos testimonios: igual rechazo que muchos de los científicos actuales adoptan hacia ella, no por una cuestión científica sino sentimental: se encuentran resentidos por los hechos que tuvo que sufrir el personaje citado. Fue un error histórico con las ciencias positivas (y no quiero citar a Giordano Bruno). Ni siquiera exculpar a Galileo ha servido de mucho. El no encausar el Opus Dei puede ser otro error histórico que pasará factura a la Iglesia.

La bomba de relojería parece un símil apropiado, ya que tarde o temprano explosionará. En realidad ya ha comenzado, la cuestión es hasta cuándo se prolongará y con qué intensidad. Me parece que esta bomba es muy particular, ya que tiene una característica muy poco común: implosiona y explosiona al mismo tiempo.

Hacia dentro: en primer lugar en el seno de la Iglesia (véase como ejemplos la “Guía para padres sobre el Opus Dei”. Y en segundo lugar (y aquí tendrían que prestar atención los jerarcas de la Obra) en el interior de la prelatura, por la cantidad de bajas que se van produciendo. Yo les diría que ahora están todavía a tiempo de rectificar, que más tarde puede ser fatal para ellos y pueden, además, causarles un grave perjuicio a la Iglesia. Dejen la praxis sectaria, que proviene probablemente del pragmatismo y del integrismo, y respeten los derechos humanos y con más razón los cristianos. No pueden considerarse dioses con todos los derechos sobre las personas como si fueran su creación; ni legisladores de una moral que les sirva para realizar cualquier perversión dejándoles la conciencia tranquila. ¿Cómo se puede vivir con una conciencia tan deformada que ni siquiera se inquiete ante tanta barbaridad como puede leerse que se realiza?

Claro está que probablemente no quieran cambiar, porque perderían:

Que la Obra fuera un ejército en orden de batalla (cf MEDITACIONES -Tomo III). Ejército de alienados, pero ejército al fin. Ya se sabe que con un ejército que obedece ciegamente se puede conquistar, que de eso se trata.

Seguir acumulando esos bienes que hacen poderosa a una institución y a sus jerarcas. No se puede servir a dos señores (Mt 6, 24), con ninguna excusa. Ni siquiera con la de servir mejor a Dios o a la Iglesia. El razonamiento que en el Evangelio hace Jesús al respecto, no admite excepción posible. En esto Él es radical, no vengáis a contradecirle.

Ese poder conseguido con mucho esfuerzo, sobre todo en la Iglesia y menos en la sociedad. Recuerden lo que tanto les molesta, la opción preferencial por los pobres que tanto Jesucristo como su Iglesia han manifestado explícitamente (Lc 4, 18) (cf enc. Centesimus annus 57). Recuerden que

«Por “el sendero del justo descontento”, se han ido y se están yendo las masas.
Duele..., pero ¡cuántos resentidos hemos fabricado, entre los que están espiritual o materialmente necesitados!
-Hace falta volver a meter a Cristo entre los pobres y entre los humildes: precisamente entre ellos es donde más a gusto se encuentra.» (Surco 228).

Hacia fuera: como venimos leyendo y viendo en los medios de comunicación. Cómo cada vez las denuncias se van generalizando más, y están mejor informadas, lo que les obliga a repetir las mismas o parecidas mentiras una y otra vez (Mariano Curat, 19/8/2005). Cómo cada vez son más las publicaciones de libros que denuncian los métodos sectarios de la prelatura personal. Cómo se ha llegado al punto de que se escribe una novela (El código DaVinci), y se realiza una película sobre ella, en la que creo que se describe a una persona del Opus Dei como moralmente perversa: esas cosas calan hasta muy dentro en las personas sencillas. Cómo se han presentado interpelaciones sobre el Opus Dei en el Parlamento italiano, y cómo es incluido como secta en el informe que el Parlamento belga solicitó en 1997 (Perfiles sectarios del Opus Dei -Alberto Moncada-). Cómo puede reconocérsele en la definición de sectas del parlamento europeo en su resolución del 2 de abril de l984: «Nuevas organizaciones que operan bajo la cobertura de la libertad religiosa, que atenta a los derechos civiles y a los derechos humanos del hombre, comprometiendo la situación social de las personas afectadas». Y todavía la Obra no ha sido utilizada políticamente con toda intensidad como arma contra la Iglesia, pero con seguridad que lo será.

¿Qué actitud debería tomar la Iglesia con la Obra?, una vez que ya existe una denuncia razonada sobre algunos métodos de la prelatura (Declaración sobre el Opus Dei presentada ante la Santa Sede, Religión digital, 1-11-2005). Me parece que la debería tener en cuenta, investigar los puntos que se denuncian y, si es necesario, hacer que la prelatura los rectifique, adaptándolos al sentido común, a la práctica cristiana, al código de derecho canónico, a los derechos humanos y a la caridad cristiana. Dentro de los puntos a investigar, aclarar, garantizar y rectificar si es necesario, me parecen interesantes los que siguen:


  1. Aclararle a los componentes laicos de la prelatura personal si pertenecen a ella o son, como dice el código de derecho canónico, sus cooperadores orgánicos (Cann. 296), que con acuerdos establecidos con la prelatura pueden dedicarse a las obras apostólicas de ella. Porque parece absurdo, pero no lo saben ni ellos ni nosotros.
  2. En cualquiera de los casos, pertenezcan o no a la prelatura personal, la Iglesia debe garantizar que los componentes laicos de la prelatura, puedan conocer una versión vernácula del Código de Derecho Particular del Opus Dei (Estatutos), que determina los principales deberes y derechos anejos a esta cooperación orgánica (Cann. 296 del Código de D. C.), o a la forma de pertenencia que corresponda. A fin de que la única prelatura personal que existe en la Iglesia, lo sea en verdad de Derecho. También ser conocedora de todos los documentos internos que hagan referencia a esos derechos y deberes, y de la praxis relativa a ellos, para comprobar que se ajustan al derecho aprobado (Idiota, 29/8/2005).
  3. La Iglesia debería investigar si todavía no tienen seguridad social los sacerdotes del presbiterio de la prelatura personal y los miembros que trabajan en sus administraciones central, regionales, delegadas y locales (en especial las numerarias auxiliares que se dedican a la administración de sus Centros). De esta forma se evitaría la injusticia que supone que aquellos de estos miembros que no deseen permanecer en la prelatura, salieran de esta, además de sin dinero (le han hecho dárselo todo a la Obra), sin recibir cantidad alguna en concepto de paro por los años trabajados y ni siquiera cobertura médica. «Porque el Espíritu Santo [...] se siente ultrajado cuando se produce una injusticia.» (Sb 1, 5).
  4. Debería investigar también las denuncias de posibles prácticas sectarias de alienación de sus miembros utilizando:
    1. La confusión entre gobierno y dirección espiritual para la información, el control y la reforma de la conciencia y la conducta de dichos miembros, en oposición a la práctica común de la Iglesia (Código de Derecho Canónico, Cann. 630. § 1, 3 y 5) (cf Decreto Perfectae Caritatis -La obediencia-.). Y para la utilización de ardides, a fin de soslayar el sigilo del sacramento de la penitencia (cf Antonio Esquivias –4/11/2005-, Agustín –14/10/2005-, Galileo -21/12/2003 y 20/2/004-, Compaq -27/5/2005- y Satur -21/12/2003-.).
    2. Conceptos evangélicos, como la corrección fraterna, como sistema de información interna así como de control y reforma mental y conductual de esos miembros.
  5. La Iglesia debe evitar que personas que no han llegado a la mayoría de edad puedan adquirir compromisos de por vida con el Opus Dei mediante la figura del aspirante (Religión digital, 1-11-2005, (2) ). A espalda y evitando que sus padres o tutores puedan conocer esos compromisos.


Si la Iglesia no investiga y refrena la praxis del Opus Dei, es muy posible que tenga que pagar un tributo social y histórico que seguramente será demasiado alto: podría ser tachada ella misma de secta. Las características de la Obra pueden utilizarse para definir a la totalidad de la Iglesia.


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