El invento de la vocación

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Por Books, 28.11.2007


"Mi fe, la del carbonero; mi filosofía, la del pastor; mi lógica, el sentido común; mi ética y mi moral, algunas leyes y mi conciencia; mi teología, la Biblia y la Creación; mi amor a Dios, el mismo amor que a los hombres" Books, Oreja de Guardia.

Yo entré en la obra, porque quise. Era de san Rafael, pero no me tomaba nada en serio. Mi única norma, la misa de los domingos.

Un día después de un retiro se me ocurrió que quería ser numeraria. A mí, NUNCA JAMAS, NADIE me lo insinuó...

Yo era rebelde, inconformista, lider en mi clase (aunque mis notas dejaban algo que desear).

A las setenta y dos horas de decirlo en el centro, yo escribía pidiendo la admisión. En ninguna línea decía que había visto la vocación o que me sentía llamada por Dios. Yo, libremente, pedí ser admitida en el opus dei, como podía haberlo hecho en los neocatecomunales, o en los legionarios de cristo. Yo elegía un modo de vida.

Mis amigas me dijeron que me había dado "un pronto": "Tú, que no sabes ponerte una falda, que fumas más que un carretero, que tienes tantos amigos, que protestas tanto... Estás, rematadamente mal."

A la semana de mi ingreso me sentía fatal. Angustiada, con una pena enorme, lloraba casi todos los días. ¿Estoy loca? ¿Qué he hecho? ¿En qué estaba pensando?. Lo conté y me dijeron que eso le pasaba a todo el mundo, que era lo normal. Yo nunca entendí por qué lo pedí, ni tampoco por qué me aceptaron con tanta rapidez.

Pasaron los años, unos con más penas, otros con más glorias. Pero algo que nunca cambió, fue la sensación tan extraña que sentía cuando estaba en la calle rodeada de gente. En el metro, en el autobús, en la cola de un supermercado, eran los demás y "yo". Ellos eran ellos realmente, con sus pantalones, sus gorras, sus mochilas, chaquetas o libros, con sus vidas. Y yo, era yo. Una extraterreste, sin vida propia, sin ropa propia. Iba vestida, pero como si fuera de prestado. ¡Qué mal me sentía! Casi siempre iba mirando al suelo, me veía con complejo de infeioridad, yo era rara, incluso cuando estaba con mis amigas, porque yo no era natural, siempre estaba actuando. Ellas compartían, yo no. Yo hablaba y me oía a mí misma. Pensaba que los demás se daban cuenta y lo pasaba mal.

Yo NUNCA creí en la "vocación desde la eternidad". Yo nací persona, después fui católica por bautizada, más tarde católica practicante y un día me metí en el opus. Dios no me eligió. Yo decidí entrar en la obra. Y punto.

NUNCA JAMAS creí que Dios inventara los distintos modos de asociados. Los que decían: tú, agregado, tú, supernumeraria, tú numeraria, eran los directores, a no ser que se dieran otros casos tan singulares como el mío.

NUNCA JAMAS creí en la "vocación de numeraria auxiliar" !Qué feo debía sonar "vocación de sirvienta"! Qué vocación tan rara. Para mí los misioneros que van a paises pobres, con analfabetos, y peligrosos, sí que deben tener una vocación, una gran vocación divina. La monjas que atienden comedores, moribundos, enfermos, sí tienen una vocación, una gran vocación divina. Todos ellos trabajan sin interés. En el opus dei la numeraria auxiliar es cuestión de interés, porque alguien tiene que fregar y limpiar a los de dentro.

NUCA JAMAS creí en la vocación de los sacerdotes numarios. Alguien que escoge un camino eminentemente laico, y que de la noche a la mañana, porque Don Javier Echevarría se lo "pide", ¡Zas! !Sacerdote!

El que es sacerdote y pide la admisión en el opus dei, tiene un pase, pero desde luego muy mal gusto, o no se ha enterado bien de la película.

Yo no creo en la vocación porque cuando a alguien le dicen que se vaya, después de muchos años, ya no era desde la eternidad, resulta que la fidelidad, ya no es tal y son los directores los que tiran la vocación por la ventana del que ya no interesa. Y serán los directores los que se condenen, porque fuera de la barca no hay salvación.

Todas estas cosas las hablaba, las exponía, pero a nadie parecía importarle. Lo que yo tenía que hacer era sonreir, callar, rezar y obedecer, algún día lo entendería. Me fui sin entenderlo.

Estos son mis argumentos y me quedo tan ancha. Olvidé toda la teología, filosofía, lógica y "pastoral" que aprendí en el opus dei, y no recuerdo bien las vías de Santo Tomás. Pero me gustaría leer a San Juan de la Cruz.


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