El cambio profundo

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Por E.B.E., 20.01.2014


Hace unos días, Haenobarbo me decía que las salitas de visitas no son otra cosa que el locutorio de los conventos, no sólo por la ubicación (a la entrada de las casas) sino por la función (las visitas no pueden visitar el resto del convento o clausura, como en los Centro de Estudios). Desde luego, a nadie se le explicaba esto. Lo que resulta antinatural para cualquier persona común, no lo es para todo aquel que se reconozca como religioso ni tampoco para sus familias que saben y aceptan su modo de vida conventual. Si uno va a un convento, sabe que no le dejarán pasar más allá de los límites de la clausura, pero si uno va a un centro del Opus Dei no se espera semejante situación. Las familias no lo entienden, y por lo tanto, muchas veces no lo aceptan. Los miembros del Opus Dei tampoco lo entiende muy bien pero lo aceptan sin mucha resistencia...

Se confirma una vez más que Escrivá copió abrumadoramente a los religiosos, no ya prácticas ascéticas sino también tipologías arquitectónicas (la conocida división entre zona interna y zona externa de los conventos y de muchos centros del Opus Dei).

Sin embargo, no ha sido un simple copiar: más bien Escrivá logró introducir subrepticiamente elementos extraños a los laicos (como un caballo de Troya), negando a su vez dicha presencia. El procedimiento es extraño, por no decir sospechoso.

Distinto es el caso de los romanos que copiaron a los griegos, tomando diversos elementos por razones estéticas y de enriquecimiento cultural. A los romanos no parece haberles dañado para nada el copiar a los griegos (arquitectura, religión, etc.), al contrario, les vino muy bien. En cambio, en el caso del Opus Dei ha sido y es perjudicial.

¿Pero en qué sentido?

Como decirle a un candidato a ciudadano de una nueva urbe que va a ser civil y a continuación le empezaran a llenar su vida de elementos militares intangibles (no visibles, como la vestimenta), ya sea disciplina, horarios, rutinas, ejercicios, prohibiciones, privaciones, hasta cambiarte el comportamiento. Todas esas conductas propias de un cierto uniforme (clerical, militar y monacal) Escrivá las trasladó a un nuevo «traje a medida»: el de laico.

Lo que hizo Escrivá fue cambiarle de fachada, pero la estructura interna es, al parecer, completamente religiosa. O, dicho de manera inversa, como esas casas viejas refaccionadas todas por dentro. La fachada es una cosa, pero por dentro es otra muy diferente.

Escrivá dejó intacto el "traje de laico" pero cambio por dentro las conductas.

Ciertamente, volviendo al ejemplo del civil, como el uniforme no cambia ni tampoco usa camuflaje en su rostro, el candidato en cuestión piensa que es un civil como cualquier otro. Sin embargo, su comportamiento ha cambiado tanto que además es capaz de negar rotundamente la evidencia, es decir, que haya cambiado algo. Es un giro de 180 grados extraordinario, vive en otra realidad, se ha pasado de vueltas y no reconoce la diferencia con su anterior situación. Como si hubiera sufrido un lavado de cerebro. Pues bien, algo de eso hay.

La esencial del Opus Dei consiste en cambiar el comportamiento sin que el interesado lo note. Y cuando lo nota, ya es tarde, entra en crisis y se va sin entender muy bien lo que ha sucedido.

Esto es mucho más grave e importante que el simple hecho institucional de funcionar de manera opaca, porque aquí se trata de las personas mismas que forman parte de la organización. El funcionamiento institucional simulando ser lo que no es (prelatura por fuera, instituto secular por dentro) esconde toda una manipulación profunda en las personas, que son el combustible de la organización.

El «espíritu del Obra» lleva implícito ese cambio de comportamiento, el vivir y, al mismo tiempo, negar todo elemento de vida religiosa dentro de la propia vida personal. Este aspecto del «espíritu» ha de ser cambiado radicalmente.

El Opus Dei no incorpora elementos religiosos, así como los romanos naturalizaban elementos griegos (e incluso se los apropiaban, es decir los hacían propios y los renombraban). El Opus Dei no sólo no reconoce la herencia de los religiosos sino que además la incorpora de manera solapada, a escondidas. Tan a escondidas que manda negar toda posibilidad remota de su presencia. Esta manera dual de funcionar, escondiendo lo incorporado y negado su presencia, habla de un problema moral en relación a la verdad. Habla también de un problema psicológico: de disociación.

Esa disociación forma parte del cambio de comportamiento: los miembros deben aprender a disociar, entre lo que viven y lo que dicen.

El esconder de manera sofisticada y disfrazar esa herencia ya incorporada, habla de una cierta intención no muy recta, por no decir mala fe. Esconder es un mal síntoma y negarlo rotundamente es más grave.

Quien entra al ejército sabe que su vida va a cambiar, en cambio quien entra al Opus Dei cree firmemente –porque se lo prometieron- que su vida no va a cambiar en nada esencial. Y sin embargo, con el paso del tiempo, su comportamiento es lo que cambia radicalmente, sin conciencia ni consentimiento. Esto es un daño muy grave, que es el propio de las sectas. Es manipulación de la conciencia, es "conductivismo" utilizado por los superiores del Opus Dei para construir y mantener su propia organización.

¿Cómo llamar a esto: engaño, defraudación, estafa, abuso psicológico?

No deja de ser notorio que Escrivá dijera que los militares tienen el 50% de la vocación ganada, pues hay mucha disciplina militar dentro del Opus Dei, por no citar ya los reglamentos de 1941 que hablan de ello:

«El Opus Dei (…) tiene toda la eficacia combativa de la más severa disciplina militar» (Reglamento de la Pia Union Opus Dei, 1941, Anexo V, Espíritu, nro. 20)

Ese cambio de comportamiento, además, está basado mayormente en la ignorancia, de la gente que entra al Opus Dei, acerca de la vida religiosa. Justamente, porque no saben nada, es que no se dan cuenta del cambio que están sufriendo o van a sufrir. Si se dieran cuenta, no podrían ser manipulados con facilidad y se resistirían a incorporar rutinas y diversos comportamientos que no son propios de laicos sino de religiosos. El Opus Dei se aprovecha de esa ignorancia para su propio beneficio, y se asegura que es ignorancia se mantenga, ubicando a todo lo religioso como las antípodas del «espíritu del Opus Dei».

Un ex religioso no puede ingresar al Opus Dei, seguramente por muchos motivos, pero sin duda por uno en particular: se daría cuenta de que el Opus Dei es otra orden religiosa camuflada, levantaría la liebre. A los religioso, bien lejos. Y sin embargo, qué tan cerca.




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