El Prelado del Opus Dei predica la caridad sin rectificar lo de Antonio Petit

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Por Trinity, 18 de mayo de 2007


Al leer el decreto del Prelado de la Obra en que retiraba injustificadamente las licencias ministeriales a don Antonio Petit, no podía dejar de sentirme perpleja. Había leído recientemente su Carta de mayo, hablando de espíritu de familia y de caridad y no daba crédito a lo que estaba viendo. Es a la letra lo que dice Marcus Tank en su escrito sobre ¿El Opus Dei es un fraude total?: mire usted de lo que presumen y tenga la seguridad de que estarán haciendo lo contrario.

«Característica esencial de esta institución, en cuanto comunidad fundada y edificada sobre el amor —donación desinteresada a los demás—, es que sus miembros han de saber gastarse diariamente con efectiva y afectuosa preocupación de los unos por los otros. Allí no cabe que alguno razone como si los demás no existieran; cada una, cada uno, ha de preocuparse de las necesidades de los demás: rezar los unos por los otros, ayudarse, sufrir y alegrarse con sus penas y con sus gozos. De este modo, todos contribuirán a sacar adelante el dulcísimo precepto, que lleva consigo la fraternidad cristiana, con una siembra de paz y de alegría que necesariamente acaba influyendo en la sociedad».

Otra contradicción similar aparece al hablar del espíritu de familia, cuando afirma que «todos hemos de luchar contra el "señoritismo"». Se ve que ese todos no le incluye a su excelencia reverendísima, ni a l@s numerari@s de la Prelatura, pues enseguida restringe esa petición a sus hijos casados y, a continuación, pide a sus hijas Numerarias Auxiliares que se sientan muy orgullosas de propiciar que l@s Numerari@s no tengan que atender ni las faenas domésticas más elementales:

«Examinad, pues, hijas e hijos míos casados, vuestro comportamiento en el hogar. Pensad en cómo mejorar vuestra colaboración en los trabajos de la casa —que competen también a los hombres—; (…)

Por otro lado, al escribir estas líneas, pienso de modo muy particular en el trabajo de mis hijas que se ocupan de la Administración de nuestros Centros. Precisamente porque desempeñáis, de modo muy semejante, la tarea de la Virgen en el hogar de Nazaret, ¡cuánto podéis influir, hijas mías, en la buena marcha de cada persona, de cada Centro, de cada labor, de la Obra entera, de la sociedad, con ese servicio escondido y silencioso que da sabor de familia cristiana!»

También me ha llamado la atención el siguiente párrafo, en que presenta como innovación lo que, con el tiempo, hemos podido ver que tiene muy poco de originalidad, aunque Escrivá supiera presentarlo de forma atrayente y sugestiva. Por ejemplo, véase el escrito de Marcus Tank sobre el Padre Poveda y Escrivá:

«Pienso que no es atrevido llegar a la conclusión de que San Josemaría ha sido un innovador o, si queréis, un santo que ha sacado inmensas riquezas y luces de la Sagrada Escritura. Solía repetir que el cristiano —y, concretamente, el hombre, la mujer del Opus Dei— hace, de la calle, templo, porque convierte las ocupaciones en culto y alabanza a la Trinidad».



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