El Opus Dei y su afán de permanecer en México durante la época posrevolucionaria

Históricamente ha estado vinculado con grandes empresarios y políticos: Virginia Avila

Por CARLOS F. MARQUEZ, La Jornada Michoacán


La investigadora Virginia Avila García estimó que actualmente en México existen 8 mil 500 integrantes del Opus Dei, prelatura de la Iglesia católica que encuentra sus principales radios de acción en las ciudades industrializadas y de mayor desarrollo económico por ser éstos los espacios más idóneos para desplegar su “teología de la riqueza” y su política que busca influir en cambios desde arriba (de la pirámide social) y mantener las cosas como están en los de abajo”, advirtió la académica durante su participación en el Congreso Internacional. Dos Siglos de Revoluciones en México, que desde el pasado miércoles se desarrolla en Morelia...

En la mesa dedicada al tema “Vida política del México posrevolucionario”, intervino esta investigadora originaria de Huetamo con la ponencia La derecha opositora del México posrevolucionario: el reto de la recuperación del poder para los católicos del Opus Dei.

La ponente inició su aproximación a esta prelatura identificada con la fracción ultraderechista del país con una distinción grosso modo de la izquierda y la derecha, “conceptos válidos como instrumentos teóricos para comprender la sociedad moderna desde dos posiciones que las sintetizan y organizan”.

Más allá de los conceptos y ya ubicada en el terreno de la praxis, la investigadora señaló que tanto la izquierda como la derecha son posturas políticas que difieren en los métodos para alcanzar los objetivos de sus coincidencias, puesto que “la derecha es conservadora y la izquierda está en constante movimiento”.

“La derecha se apega a las jerarquías eclesiásticas, al dogma y ritos que garantizan la fe, el orden social y las buenas costumbres, y aquéllos que no se ajustan a esto son considerados enemigos. La derecha en México surge a raíz de la Independencia y se consolida como grupo opositor a las reformas del Estado impulsadas por los liberales que serían el antecedente de la izquierda en México”.

Avila García continuó su exposición sobre el cauce de la reflexión del papel que en los procesos históricos de la nación ha jugado la Iglesia, “la única institución que nos acompaña desde el siglo XVI hasta la fecha”. Sin embargo, señaló que desde el siglo XIX el papel de la Iglesia no es desinteresado, pues no tenía mucho que ver con un espíritu de política social, sino con la reestructuración de su poder.

Agregó que el hecho de que en México, durante el periodo presidencial de Benito Juárez, se niegue la construcción de una Iglesia nacional significó para el Vaticano el poder que actualmente tiene porque siguiendo el ejemplo de México, Latinoamérica ratificó el papel del Vaticano en cuanto a la intervención de la Iglesia en las políticas laborales y sociales, así como su participación en el poder. Durante el periodo revolucionario, señaló, la presencia del Vaticano es muy fuerte, así como la de los grupos religiosos porque están previendo el cambio de poder político que marca la Revolución, lo cual podría explicar la oposición de la Iglesia a artículos constitucionales como el 27, 123 y 130.

Esa configuración de la Iglesia no como un ente de fe, sino como una institución de poder que se resiste a los cambios de la Revolución, sirve para entender mejor la naturaleza del Opus Dei, que según refirió la ponente, llegó a México por invitación del obispo de Tacámbaro (1949) que inmediatamente les envió a las primeras muchachas para ser las sirvientas de las numerarias.

El Opus Dei encontró el inmejorable abrigo del gobierno industrializador de Miguel Alemán que “cobijó a una clase dependiente y timorata sin responsabilidad social”, pero que paradójicamente cree en la santificación de los hombres por medio del trabajo y en la proximidad con Dios alcanzada mediante el éxito en el trabajo.

Virginia Avila explicó que el Opus Dei, históricamente vinculado con grandes empresarios y políticos, llegó a México con la intención de neutralizar la influencia de “los rojos” españoles exiliados en nuestro país, por lo que el primer vínculo que establecieron fue con los españoles simpatizantes de la derecha o ultraderecha, y posteriormente estrechan relaciones con los Azcárraga o los Ventura.

La estrategia de penetración del Opus Dei consistió en la creación de escuelas para las elites sociales y la fundación de sus casas de abonados. Aparentemente esta prelatura, puntualizó la investigadora, no tiene bien alguno, pero su relación con las clases poderosas es retribuida con cuantiosas donaciones de los integrantes supernumerarios que figuran como los dueños de las propiedades que la prelatura detenta.

“Establecen alianzas con el poder y poco a poco van penetrando hasta crear una academia educativa de colegios para niños y jóvenes, universidades y escuelas de negocios para tener a los empresarios reunidos, a partir de ahí inciden en las políticas públicas. Ellos están con quien está en el poder, pero no significa que sean fieles al poder”, advirtió Avila García y señaló que esta prelatura ha mantenido una pugna con Los Legionarios de Cristo, otra orden asociada a las elites sociales; sin embargo, el Papa Juan Pablo II contribuyó significativamente a fortalecer al Opus Dei.