El Opus Dei debe renovarse y reformarse profundamente

Por JC, 30.03.2007


Yo soy un crítico de las conductas del Opus Dei, no sólo por las problemas que me provocó – como ya conté hace unos días – y que ahora tengo que solucionar, sino más aun, porque veo que mucha gente toma por referencia al Opus Dei para realizar cuestionamientos injustos a la Iglesia y a la Fe. En suma, yo estoy completamente de acuerdo en que la conducta del Opus Dei hace mucho daño, por una parte, a personas en particular (como a muchos consta), y por otra, a las instituciones en general. El Opus Dei, si verdaderamente quiere dar testimonio de luz y de vida cristiana, debe RENOVARSE Y REFORMARSE PROFUNDAMENTE. Lastimosamente, la cerrazón es el obstáculo mayor...

Deseo complementar lo dicho en mi mensaje anterior con unas reflexiones personales que quiero compartir con todos los Ex-opus, reflexiones que me han ayudado a renovar mi Fe y a no sucumbir en mi más íntimas convicciones. Ello lo he logrado, precisamente, en base a algo que no existe en el Opus Dei: el realismo y la crítica sana, desapasionada y constructiva. En primer término, soy un convencido de que cada palabra del Evangelio y los ejemplos de Jesucristo son una manifestación del más perfecto amor y del humanismo más excelso. Cada pasaje de la vida de Jesús es testimonio del contacto de un Dios con todas las vicisitudes humanas. Y como se sabe, Jesús no sólo estuvo en contacto con los apóstoles, con sus seguidores, con los niños o con los intelectuales (esto último dicho a propósito del Opus); sino también con los pecadores y con los fariseos hipócritas. Además, también Jesús hizo suyos muchos sufrimientos del hombre.

Una de las escenas evangélicas que más me agradan es la muerte de Lázaro, cuando Jesús conmovido lloró por su amigo. En todas las escenas de la vida de Jesús hay una respuesta perfecta: de amor, de perdón, de compasión, de misericordia y de justicia. Todo esto es ejemplo de cómo debe ser el cristiano en el mundo cotidiano, en un mundo donde hay de todo, pero en el cual no se debe abdicar de los principios y dejar de responder según los fundamentos de la conciencia. Además de todo ello, un mundo en el cual te tienes que aceptar como persona y quererte como tal, con auténtica autoestima. Esto es lo que no entiende el Opus Dei: el mundo es demasiado heterogéneo, y tú como cristiano estás en medio de esa heterogeneidad y dentro de ella debes vivir el ejemplo de Jesús, ante los demás y ante ti mismo, recordando siempre la respuesta perfecta que Él dio en cada circunstancia.

En contraste, durante el tiempo que visité asiduamente los centros del Opus Dei, solamente encontré modelos basados en una visión demasiado homogénea del mundo y del hombre, que además de homogénea, era muy propia y singular del Opus Dei. Si tenías dolor o pena, la respuesta era la misma: "tómalo como ocasión de purificación", "mortificación", etcétera. Si tu amigo no compartía tus ideas, "pues déjalo porque puede ser mala influencia", como si las personas fuera trastos que hechas a la basura. NUNCA una respuesta HUMANISTA, NUNCA el cultivo de la autoestima, NUNCA una referencia idónea al amor de Dios para curar tu dolor, NUNCA una referencia al Evangelio para aliviarte en tus circunstancias, y lo peor de todo, NUNCA, PERO NUNCA, una respuesta basada en el genuino Jesús amoroso, compasivo y humanista que refleja el Evangelio. Pero eso sí cumplir "el plan de vida so pena de falta de amor a Dios", "cuidado que eso es pecado", etcétera. En suma, ACTITUDES REPRESIVAS, manejo psicológico de la CULPA para mantenerte en SU línea fija. Ni qué decir de la falta de conciencia cierta sobre TODAS las realidades de la vida de las personas y la ceguera frente a los problemas de nuestro tiempo: la pobreza en los países del tercer mundo, la corrupción en los gobiernos, las guerras....

La Iglesia está formada por hombres y puede haber escándalo. La Iglesia, ante todo, es la comunidad de los cristianos, de hombres que creen o dicen creer en Dios, y como toda comunidad humana, necesita ineludiblemente de una jefatura. Pero ser de la comunidad, y más aun, pertenecer a la jefatura, de ningún modo está en capacidad de realizar una metamorfosis en la naturaleza humana.

No existe una credencial de "perfecto" que se haya dado a ningún papa, obispo, clérigo, párroco, ni a nadie. Es innegable que existen manzanas podridas junto a personas buenas y santas. Por otra parte, he llegado a entender que no es lógico confundir la jefatura con la comunidad, y concluir que de los errores y crímenes que pudo cometer cierta jefatura se sigue, necesariamente, la maldad de toda la comunidad, o la maldad de todas las jefaturas, o bien, la incorrección de la doctrina que sigue la comunidad. Además, veo con mucho entusiasmo que la jefatura de la Iglesia se ha renovado; que enfrenta con el Evangelio los problemas de nuestro tiempo, y que ha pedido perdón por los errores pasados. De igual forma, es muy bueno ver que la Iglesia no ignora temas que para el Opus Dei son tabú: los divorciados, los homosexuales, las prostitutas... De igual manera, la Iglesia practica el ecumenismo y dialoga con otras religiones y creencias. Todo esto, sin abdicar ni una coma de los principios morales ni entrar en relativismos. La Iglesia responde a todo problema humano con caridad y mensajes de paz y esperanza, con espíritu pastoral, y sin rechazar a nadie. Muchos de estos temas los he visto tratar en páginas web de congregaciones religiosas y lo he oído en homilías de sacerdotes de excelente moral y gran humanismo (sacerdotes que no solo lo predican sino que lo viven). Ahora bien, la pregunta del millón ¿hace lo mismo el Opus Dei? Insisto en lo que dije en mi anterior carta: son un mundo aparte.

También me he puesto a pensar si es aplicable al Opus Dei lo que acabo de decir, especialmente aquello de que de las maldades de la jefatura no se sigue la maldad de la comunidad. He llegado a la conclusión de que no es totalmente exacta para el Opus Dei esta reflexión, que pudiera ser tomada por ellos mismos como "excusa memorizada" o "justificación". En el caso del Opus Dei, hay una estructura institucional dada por normas y preceptos que para ellos son intocables y, como letra sagrada, de ciego seguimiento a título de "verdad indiscutible" (sus constituciones, catecismo propio, etcétera). Digo de paso que cuando iba por los centros del Opus Dei, nunca tuve acceso a esos documentos, ni siquiera cuando me dijeron que "tengo vocación". Sucede que la estructura institucional forma un sistema, y dicho sistema en el caso del Opus Dei se convierte en una "forma mentis" particular que se mueve como determinante de las conductas y hasta de las respuestas a las críticas y discrepancias. Puede haber mucha gente buena junto a manzanas podridas, pero el sistema hace uniforme un comportamiento erróneo y un pensamiento único, que se desenvuelve en un sentido completamente lineal y coactivo. Pruebas de ello: si discrepas te dicen que "no entiendes su doctrina"; si quieres leer un libro "prohibido" o por lo menos "censurado" y juzgar por ti mismo la verdad o acierto de lo que dice, "tienes soberbia intelectual"; o si quieres renovar las acciones del Opus Dei hacia nuevos retos de bien (como atender a los pobres o enfermos, y lo digo porque lo sugerí alguna vez) simplemente te dicen "hazlo tú" y se desentienden. Y por último, como he podido leer de las experiencias de los Ex-opus, ante la discrepancia no hay conciliación posible nacida del diálogo constructivo, sino un radical "hasta luego" por "mal espíritu", sea cual fuere el tiempo que pasaste adentro, el amor que diste y el trabajo que realizaste, con el resultado de frustración e intenso dolor en los ex miembros, o ex candidatos como es mi caso.

En suma, sintetizando, el problema del Opus Dei es una suerte de conducta pre-estructurada e intelectualmente modelada, y por ello, contraria a la libertad, ajena al análisis racional y a la autocrítica renovadora, ingenuamente temerosa de los cambios y, sobre todo, carente de un realismo humanista.

Las razones por las cuales digo todo esto es simplemente un afán de verdad y de bien. El Opus Dei, como bien han dicho algunos, HACE DAÑO. Para que ya no lo haga, debe renovarse y transformarse desde sus cimientos y poner en práctica, de forma coherente, aquello de ser buenos cristianos en el mundo cotidiano. Esa coherencia sólo se puede dar cuando en el Opus haya una intensa sintonía con la verdad de dicho mundo cotidiano y con la dignidad de la persona. El mundo cotidiano y la dignidad de la persona muestran una realidad demasiado compleja, y no la pura opinión fantasiosamente parcial, simplista, que tiene el Opus Dei. Lamentablemente, la cerrazón impide cambiar, y si de esa cerrazón interna se sigue el daño injusto para las personas, el Opus Dei tendrá que soportar las críticas fuertes que se le hacen desde fuera, ya que desde dentro parece no haber esperanzas de cambio. Que los Opus lo llamen "ataque", "daño a la Iglesia", "calumnia", ALLÁ ELLOS que siguen su "forma mentis" de diseño homogéneo dentro de las realidades heterogéneas. Lo soportarán hasta que entiendan, si la cerrazón llega a ceder y lo permite.



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