Diferencia entre mortificación y autoflagelación

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Por Adri, 24.02.2006


En mi primer envío hago una diferencia bien clara entre mortificación y autoflagelación.

Una cosa es mortificarse, en el sentido de privarse de placeres, hacer algo que no nos gusta aún pudiéndolo evitar, el uso de las sandalias como cité en el caso de los franciscanos que las llevan haga frío o calor, los saris o hábitos de las hermanitas de la Madre Teresa; actos que van desde lo más pequeño como tomar el café sin azúcar o privarse del chocolate hasta verdaderos esfuerzos como los de las órdenes religiosas que mencioné...

Existe en la doctrina cristiana un concepto amplio de mortificación, pero siempre referido a los esfuerzos o sacrificios que una persona hace para un fin superior.

Autoflagelarse, en cambio es provocarse daño físico directo, lastimarse, pincharse, cortarse, mutilarse. ESO, no persigue un fin superior ni es un medio para elevar el alma.

Los elementos con que la Cosa OBLIGA a sus miembros a mortificarse, en realidad son instrumentos de autoflagelación ¿o quien de ustedes no recuerda las marcas de sus piernas por el uso permanente del cilicio? ¿quien de ustedes no recuerda el dolor ante el repiqueteo de las disciplinas en uno de los lugares más sensibles y delicados del cuerpo humano?

Este tipo de prácticas eran antiguamente una forma de "mantener el cuerpo a raya" pero seguramente los sucesivos pontífices vieron que se estaba transformando en algo peligroso e incluso creando conflictos psicológicos y confusión con el placer masoquista por lo que decidieron "sacarla de en medio".

Referente a documentos con tales recomendaciones, tendría que buscar mis viejos apuntes de facultad cuando tenía Teología como asignatura; pero si te sirve te adjunto este fragmento de The Catholic Encyclopedia:

La mortificación, entendida como la curación de los malos hábitos y la implantación de los buenos, está reconocida como uno de los métodos, incluso entre los que van encaminados a conseguir fines puramente naturales. Lo que distingue a la mortificación cristiana es la confianza en el logro de sus objetivos espirituales, no simplemente en esta eficacia natural de sus métodos, sino aún más por las ayudas de la gracia divina, para los cuales, por su sinceridad en la autodisciplina y el motivo cristiano que la inspira, puede contar con la omnipotencia divina. Llegados a este punto, y para contribuir a una mayor eficacia espiritual, entra en acción otra motivación. También se practica como una expiación de los pecados y defectos del pasado basándose en la fe en la Iglesia Católica, aunque únicamente el sacrificio de Cristo puede ofrecernos la apropiada expiación de los pecados humanos. Sin embargo, los hombres no deberían tomar esto como excusa para no hacer nada por sí mismos, sino más bien como un incentivo a añadir a sus propias expiaciones. Y, como extensión de su poder, deberían recordar que estas expiaciones personales son agradables a los ojos de Dios. Esto explica porqué muchas de las mortificaciones practicadas por los devotos no sanan directamente las inclinaciones al mal aunque adopten la forma de ejercicios lastimosos y de privaciones infligidas a uno mismo por el hecho de ser dolorosas, como por ejemplo, los ayunos, la abstención de placeres lícitos, etc. No todas estas mortificaciones externas son por sí mismas procedentes. Los escritores espirituales no se cansan de insistir en que la mortificación interna o el amor propio o la autoestima en todas sus variantes son esenciales, pero estas penitencias externas son buenas solamente si proceden del espíritu interior y le sirven para reaccionar.

Respecto de otras órdenes religiosas, acabo de leer en Internet un artículo que viene como anillo al dedo. Se trata de una visita a un Carmelo en Potosí, donde se relatan todos los aspectos de la vida de las monjitas, las costumbres de antes y las de hoy día. Lo que menciona sobre autoflagelación data del año 1600, que era una práctica muy común que se hacía con el objetivo de subyugar la carne al alma. Lógicamente el texto se refiere a ello como una práctica del pasado e incluso comenta que las religiosas tienen hoy día permiso para ver a sus familiares, abrazarlos y estar con ellos de visita.

Ahora bien, vamos al otro aspecto: quien ingresa a una orden religiosa conoce de antemano las reglas que ha de seguir, si puede o no vestir informal, si debe llevar un hábito o no, si debe seguir una determinada rutina acorde a la vida del convento o residencia, etc. Justamente por eso son ORDENES, mantienen un conjunto de normas para lograr un objetivo; en este caso un objetivo apostólico y espiritual.

Vamos al caso del opus ¿es una orden religiosa? NO, porque su fundador así no lo quiso sino todo lo contrario. Sus miembros ¿son religiosos? NO, porque su fundador en todo momento dijo que los quería "cristianos corrientes" y les dijo "sois libres, libérrimos". ¿Tienen votos? NO, porque su fundador dijo que no quería "votos, ni botas, ni botines, ni botones". ¿Conocen de antemano todas las reglas de la institución y las obligaciones a que están sometidos sus miembros? NO, se habla permanentemente del famoso "plano inclinado de la obra".

Entonces; no les valen las normas que establece el Código de Derecho Canónico para las ordenes religiosas ni para los institutos de vida consagrada porque canónicamente no son religiosos.

Es más, se ha tratado en reiteradas oportunidades el tema de la dispensa y personas mucho más entendidas en la materia han llegado a la conclusión que no corresponde pedir dispensa puesto que el numerario/a desde el punto de vista técnico/jurídico de la Iglesia no es un religioso/a ni le cabe el sacramento del Orden Sagrado. Sólo los numerarios que son sacerdotes deben pedir dispensa cuando desean abandonar la obra, pero solo por su condición de sacerdotes y no de numerarios.' ' Si un numerario/a se va de la obra sin pedir la dispensa, no pasa absolutamente NADA. No pueden hacerle nada porque no está comprendido bajo ninún cánon. Por cierto no hace falta que yo lo diga, aquí en la web hemos tenido casos a montones que se han ido sin pedir dispensa y luego se han casado sin que nadie les pueda hacer ni cuestionar nada. ¿Me explico? Un numerario/a no está sacralizado (sacramentado) bajo ningún ORDEN.

En cambio quienes estamos casados sí estamos sacramentados, tenemos derechos pero también obligaciones inherentes a la vida conyugal. Porque el Matrimonio es uno de los siete Sacramentos.

¿Les corresponde entonces a los miembros de la Cosa la obligatoriedad de normas "ascéticas" como a los demás religiosos? NO, porque son laicos y cristianos corrientes (al menos deberían serlo en toda su amplitud); los laicos tenemos la posibilidad de elegir a nuestra entera voluntad y con total discernimiento cuál será nuestro sacrificio, esfuerzo u ofrenda que le haremos al señor para elevar nuestras almas y para tratar de mejorar como personas en el día a día.

Me fui por las ramas pero bueno... quería dejar en claro a qué me referí en aquel mensaje y mis fundamentos.



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