Cuadernos de Ruedo Ibérico/La mentalidad española y la democracia

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La mentalidad española y la democracia, Cuadernos de Ruedo Ibérico 4, 1966

Extracto y comentario del artículo firmado por Manuel Saizar.


En este artículo se habla de ciertas ideas preconcebidas a propósito de la manera peculiar de ser de los españoles. Para algunos autores los españoles tendrían una “naturaleza” peculiar que nos hace democráticamente ingobernables. Es decir, que por nuestra mentalidad mística, patriótica, irracionalista, innatamente antiliberal… necesitamos mano dura para ser gobernados. La argumentación es interesante aunque yo abrevio para no cansar y llegar pronto al tema opus.

Explica Manuel Saizar que tras la guerra civil se creó el Instituto de Estudios Políticos en el edificio del Senado. De allí salieron obras como la de F.J. Conde y Carlos Ollero (en la actualidad hay un parlamentario del partido popular, numerario, Andrés Ollero, no me extrañaría el parentesco entre ambos).

En esos libros, obligatorios en las cátedras de Derecho Político, se aceptaban las nociones voluntaristas y autoritarias del estado expuestas por el nazi Karl Schmitt, dije en otra ocasión, asistí a una tesis doctoral en la universidad de Navarra sobre su pensamiento. Al mismo tiempo la falange, partido de corte fascista en el poder, abundaba en el mito de lo “hispánico”, lo “español”, como si los españoles fuéramos especiales, por ejemplo, reacios por naturaleza al análisis intelectual. Y por tanto más propensos que otros a dejarnos guiar por el carisma de un “caudillo”.

Saizar reconoce que desde los primeros tiempos del régimen de Franco hasta el año 1966, la situación había cambiado mucho. Sólo quedaban las mismas clases sociales en el poder. Habían cambiado los grupos dentro de esas clases que dirigen. Concretamente en 1966 se podía ver que la jerga de falange ya no aparecía casi ni siquiera en los periódicos controlados por la propia falange:

“En su lugar ha surgido una ideología cínica, hedonista, folklorizante, típica del ministerio de Información y muy cara al Opus Dei, por sus buenos modales y aparente civilidad. Es el nuevo ambiente de “desarrollismo” en el que el pueblo de mentalidad supuestamente mística, se entrega alegremente a la tecnificación y al apoliticismo, inspirado por el gran manager que es el gobierno, el cual, para mayor asepsia pasa a llamarse “la Administración”. Este nuevo enfoque, aparentemente tan alejado de la concepción anterior, no la elimina en absoluto.

En primer lugar, no se sigue considerando al español como aristotélico animal político, sino, a secas, como animal. Como tal, se presume que no necesita política, sino domesticación. Pero ahora su domesticación, se hará mediante la televisión dirigida, mediante el “plan de desarrollo”, mediante las grandes campañas publicitarias, al estilo del marketing. Los “25 años de paz” se venden y se anuncian. Se espera que todo ello siga manteniendo el mito de que el español es dócil si se le aleja de la democracia. Aunque se habla cada vez menos de las “corruptas democracias de Occidente”, se cae, como Manuel Fraga en Londres hace un año, en el relativismo moral más absoluto. Según él, la democracia es buena para los ingleses, pero mala para los españoles (…)

Un buen número de demócratas españoles ha llegado (a regañadientes, quizás) a conclusiones no del todo divergentes, por lo menos en lo que se refiere al mantenimiento de la abstracción creada por la tradición intelectual liberal. La idea de que somos democráticamente ingobernables es la excusa que muchos dan para la inacción. El escepticismo político de los españoles es un prejuicio harto extendido y es un freno para la construcción práctica de la III República. No sólo el aterrador recuerdo de la guerra civil paraliza a muchos, sino la falta de fe en nuestra capacidad como seres políticos. Una misión clara del escritor, del periodista, del maestro y del profesor español de hoy consiste pues en combatir la concepción del español como ser antipolítico por excelencia, incapaz de organizarse como no sea siguiendo los patrones de la Compañía de Jesús, de la Guardia Civil o del Opus Dei.”

Pero como bien concluía Manuel Saizar en su artículo, la mentalidad, las mentalidades de los españoles por mejor decir, son mucho más variadas y capaces de lo que pretendían entonces los “ideólogos” en el poder, entre los que se contaba el opus dei.