Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado IV 10

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10. LA PASIÓN Y LA MUERTE EN LA CRUZ


Jesucristo padeció y murió por nuestros pecados

a) Como consecuencia del pecado original, los hombres nacemos esclavos del pecado, del demonio y de la muerte131. La Redención (que significa rescaté) sólo podía venir de Dios. Los hombres no temamos posibilidad alguna de reparar por nosotros mismos y satisfacer a la justicia divina, ni podíamos merecer el perdón y alcanzar la gracia y la amistad con Dios132.

b) La Voluntad del Padre es que todos los hombres se salven (cfr. I Tim 2,4). Por amor nuestro, Dios Padre entregó a su Único Hijo (cfr. Ef 2,4-5; I loann 4,9-10). Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo Unigénito, para que, redimidos los hombres del pecado, fuéramos constituidos hijos de Dios (cfr. Gal 4,5), partícipes de lavida divina de la Santísima Trinidad.

c) Cristo, "por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo... y por nuestra causa fue crucificado" (Credo):

— El pecado es desobediencia a la Voluntad divina. Para redimimos, Cristo se hizo "obediente hasta la muerte y muerte de Cruz" (Philip 2,8). Toda la vida de Cristo es cumplimiento de la Voluntad del Padre, y la entrega de su vida en la Cruz es la suprema manifestación de su obediencia a la Voluntad divina (cfr. Le 22,42; Catecismo, 606-607).

— "Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres «los amó hasta el extremo» (Ioann 13,1)... aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar" (Catecismo, 609).


131 Cfr. CONCILIO DE TRENTO: DS 1521. Que los hombres nazcan "esclavos del pecado" significa, entre otras cosas, que nacen con una inclinación a pecar, porque la naturaleza humana ha quedado herida (aunque también están inclinados al bien, porque la naturaleza no ha quedado totalmente corrompida). "Esclavos del demonio" significa que el demonio tiene poder sobre los hombres, ya que están inclinados a seguir sus tentaciones. "Esclavos de la muerte" significa que, como consecuencia del pecado los hombres perdieron el don de la inmortalidad y fueron condenados a la muerte, a la separación entre el alma y el cuerpo.

132 En Teología se suele explicar esto diciendo que la ofensa hecha a Dios por el pecado era, en cierta manera, infinita, por la dignidad del ofendido (Dios), y que para reparar se requería una satisfacción también infinita que el hombre no podía realizar.



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— El dolor y la muerte habían entrado en el mundo como justo castigo por el pecado. Cristo los asumió en su naturaleza humana para obedecer a la voluntad del Padre, y de este modo los transformó en medio para redimirnos. Sufrió los mayores dolores, tanto en el alma como en el cuerpo. El ofrecimiento de su vida tuvo valor infinito pues era la vida humana del Hijo de Dios.

El sacrificio del Calvario

a) Jesucristo anticipó en la Última Cena la ofrenda de su vida, instituyendo la Santísima Eucaristía: "Este es mi Cuerpo que será entregado por vosotros" (Lc 22,19). "Esta es mi Sangre de la Alianza que será derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26,28). La Eucaristía es "memorial" de su sacrificio en la Cruz (cfr. I Cor 11,25)133. Jesucristo instituyó a los Apóstoles como sacerdotes y les mandó: "Haced esto en conmemoración mía" (Le 22,19) (cfr. Catecismo, 610-611).

b) En la Cruz, Cristo se ofreció a sí mismo como víctima inmaculada a Dios Padre por medio del Espíritu Santo (cfr. Heb 9,14). Jesucristo, Sacerdote y Víctima a la vez, realizó un verdadero y perfecto sacrificio, pues entregó su vida, en un acto de amor y obediencia a la voluntad del Padre, y "se ofreció a Dios por nosotros en oblación y hostia de olor suavísimo" (Ef 5,2; cfr. Catecismo, 613). "Este sacrificio es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (cfr. Heb 10,10)" (Catecismo, 614).

c) El Sacrificio de Cristo tiene "valor de redención y de reparación, de expiación y de satisfacción" (Catecismo, 616), porque nos redime (rescata) de la esclavitud del pecado, repara (sana, levanta) la enfermedad o la caída del pecado, expía o sufre, en nuestro lugar, la pena del pecado, y satisface por la ofensa a Dios —la culpa del pecado— reconciliándonos con Él.

— Lo que confiere todo este valor al Sacrificio de Cristo es su "amor hasta el extremo" (Ioann 13,1).

d) En el Antiguo Testamento hay numerosas profecías de la pasión y muerte del Señor134.

Corredimir con Cristo

a) La Redención obrada por Cristo en la Cruz es universal, se extiende a todo el género humano. Pero es preciso que llegue a aplicarse a cada uno el fruto y los méritos de la Pasión y Muerte de Cristo, principalmente por medio de los Sacramentos.


133 Este tema se desarrolla en el guión n. 21.

134 Por ejemplo, el Salmo 22 (21): "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?... Taladraron mis manos y mis pies... se reparten mis vestidos y sortean mi túnica...". Puede verse también el capítulo 53 del libro de Isaías sobre los padecimientos del "Siervo de Yahvé".



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b) Nuestro Señor Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (cfr. I Tim 2,5). Pero Dios Padre ha querido que fuéramos no sólo redimidos sino también corredentores (cfr. Catecismo, 618): Cristo "ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual"135. Nos llama a tomar su cruz y a seguirle (cfr. 16,24), porque Él "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas" (I Petr 2,21).

c) San Pablo escribe:

— "yo estoy con Cristo en la Cruz, y no soy yo el que vive sino que Cristo vive en mí" (Gal 2,20): para alcanzar la identificación con Cristo hay que abrazar la Cruz;

— "completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo, por su Cuerpo que es la Iglesia" (Colos 1,24): podemos ser corredentores con Cristo.

d) Dios no ha querido librarnos de todas las penalidades de esta vida, para que aceptándolas nos identifiquemos con Cristo, merezcamos la vida eterna y cooperemos en la tarea de llevar a los demás los frutos de la Redención. La enfermedad y el dolor, ofrecidos a Dios en unión con Cristo, alcanzan un gran valor redentor, como también la mortificación corporal practicada con el mismo espíritu con que Cristo padeció libre y voluntariamente en su Pasión: por amor, para redimirnos expiando por nuestros pecados.

e) En la Cruz, Jesucristo nos da ejemplo de todas las virtudes:

— de caridad: "nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (cfr. loann 15,13);

— de obediencia: se hizo "obediente al Padre hasta la muerte y muerte de Cruz" (Philip 28);

— de humildad, de mansedumbre y de paciencia: soportó los sufrimientos sin evitarlos ni suavizarlos, como un manso cordero (Jer 11,19);

— de desprendimiento de las cosas terrenas: el Rey de Reyes y Señor de los que dominan aparece en la Cruz desnudo, burlado, escupido, azotado, coronado de espinas, por Amor.

f) El Señor ha querido asociar a su Madre, más últimamente que nadie, al misterio de su sufrimiento redentor (cfr. Lc 2,35; Catecismo, 618). La Virgen nos enseña a estar junto a la Cruz de su Hijo136.

Jesucristo fue sepultado

a) El cuerpo de Cristo fue sepultado en un sepulcro nuevo, no lejos del lugar donde le habían crucificado. La sepultura de Cristo manifiesta su verdadera muerte. Dios


135 CONCILIO VATICANO II, Coust Gaudium et spes, 22.

136 Cfr. Camino, 508.



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dispuso que Cristo sufriera el estado de muerte, es decir, de separación entre él alma y el cuerpo (cfr. Catecismo, 624).

b) Durante el tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro tanto su alma como su cuerpo, separados entre sí por causa de la muerte, continuaron unidos a la Persona divina (cfr. Catecismo, 626).

c) El Cuerpo de Cristo no sufrió corrupción, a causa de la unión qué conservó con la Persona del Hijo (cfr. Catecismo, 627; Act 13,27).


Bibliografía básica:

Catecismo de la Iglesia Católica, 599-618.


Lecturas recomendadas:

Homilía "La muerte de Cristo, vida del cristiano", en Es Cristo que pasa, nn. 95-101. Cuadernos 1: Sobre nuestra fe: "La Obra Redentora", pp. 47-59; Cuadernos 3: Vivir en Cristo: "Morir con Cristo", pp. 114-126.