La desmesura del Opus Dei procede de cierta intransigencia clerical

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Por Damian, 2.11.2009


Al presidir una lectio divina en el Seminario Romano Mayor de Roma, el Papa Benedicto XVI exhortó a no vivir en la arrogancia intelectual de quien se cree mejor que los otros, sino la humildad, para así evitar que se originen "caricaturas" de la Iglesia. VATICANO, 23 Feb. 09.

En la España de los años cuarenta del siglo XX hubo un retorno anímico a una religiosidad militante debido a los desastres producidos por la guerra civil, se asesinó, se torturó y se martirizó a miles de españoles por ser religiosos o por ostentar su condición de católicos. Mucha población tanto católica como republicana se vio impulsada a escoger un camino de reparación y arrepentimiento entrando en instituciones religiosas, tal fue el caso de la conversión de García Morente y otros muchos más. Numerosos sobrevivientes de la tragedia se sintieron llamados a enmendar el estado previo de beligerancia adoptando las órdenes sagradas y es por ello que desde ese momento muchas de las instituciones religiosas al verse triunfantes entre los sinceramente arrepentidos, acometieron un acogimiento inusitado y fueron tentados a ser arrogantes.

La persistencia de este florecimiento de vocaciones eclesiásticas en los años cuarenta dejó flotando en el ambiente de cierta parte de la Iglesia española la idea nunca criticada de que el vehiculo más seguro para obtener la salvación eterna era entrar en religión y con esta arrogancia se originó una caricatura eclesiástica de una parte de la Comunidad Católica Hispánica. Este mensaje altanero no formalizado públicamente caló en las conciencias de muchos españoles mientras se generaba un oligopolio del proselitismo clerical, por el cual los nuevos aspirantes a ser religiosos debían ingresar o bien en los seminarios diocesanos o en las órdenes devotas de rancio abolengo y los movimientos de laicos debían de estar muy tutelados por los ordinarios del lugar. Así pues en los años cuarenta no había lugar para el opus dei en una parte de la iglesia española, por un lado la obra concurría contra la propaganda proselitista del momento al proclamar un mensaje contrario al señuelo clerical publicitario de asegurarse la salvación mediante el sacramento del orden sagrado y por otro lado el opus dei era una nueva organización eclesial que al crecer robaba prosélitos al oligopolio de las instituciones religiosas.

Fue después de 1939 cuando ciertos clérigos y católicos relevantes comenzaron a intranquilizar la conciencia de los padres de los socios de la obra, unas veces era en el confesonario, otras yendo expresamente a visitar a las familias. El que fuera en aquel entonces gobernador civil de Barcelona Correa Veglison, ha declarado con posteridad que en los primeros años cuarenta tales eran las cosas que se decían del fundador de la obra que si se hubiera presentado en Barcelona, él hubiera enviado la policía al aeropuerto para detenerlo. No obstante el Espíritu santo todavía impregnaba a la Iglesia española. El 19 de marzo 1941, el Obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, concede la primera aprobación diocesana del Opus Dei. Durante los siguientes años el abad de Montserrat y otros muchos Padres de la iglesia española tranquilizaron las inquietudes de los padres de los asociados y se aprestaron a deshacer embustes entre prelados y consiliarios de acción católica y entre los principales de otras instituciones católicas. Sin embargo de esta experiencia traumática surgieron actitudes y costumbres en el opus dei encaminadas a eliminar cualquier repetición del daño sufrido. La amargura padecida estableció en el fundador y sus primeros copartícipes una gran desconfianza respecto de la iglesia institucional y dado el desamparo aguantado les era muy justificado establecer un apostolado tendente a mejorar las cualidades maledicientes de los clérigos de entonces.

La combatividad de los padres de los socios de la obra que se sentían injustamente escandalizados fomentó en la obra un despego y un resquemor respecto de las familias de sangre de sus asociados, por eso se instauró internamente el concepto de que los lazos dentro del opus dei eran superiores a los vínculos familiares. Para evitar que hubiese calumnias se instituyó un hermetismo informativo de dentro a fuera de tal manera que cualquiera persona externa a la obra no podría difamarla al carecer de datos objetivos que demostraran sus infamias. Y para impedir que en el futuro se tirasen contra ellos como lobos hambrientos las órdenes religiosas competidoras en proselitismo el opus dei se vio impelido a fomentar de forma exagerada el ingreso en sus filas de nuevos miembros pues serían respetados en proporción directa a su tamaño.

Todas estas actitudes y costumbres provienen de una reacción traumática cargada de neuroticismo que inició el camino de la desmesura en el opus dei.


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