Estoy enganchada a la web oficial

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Por Maria Luisa, 9.11.2007


He de confesar una cosa: que estoy enganchada a la web oficial del Opus Dei. Pido perdón y penitencia. Ofrece unos testimonios que, para los que hemos estado dentro, no hacen más que corroborar lo bien que hicimos al marcharnos y la suerte que tuvieron los que les aconsejaron que fueran. Me dan pena las personas que utilizan para que digan algo –yo sé que ni ellas ni ellos escriben su testimonio tal y como aparece en esa web ni que se prestan voluntariamente, ni que están tan felices como dicen estar, ni que por supuesto se les ocurriría poner en su boca un titular como “Con los postres se puede alegrar a la gente”-.

Y me da mucha pena esta numeraria auxiliar que dice “estoy como instructora en Pastelería y veo cómo con los postres se puede alegrar a la gente. Creo que los postres llegan directo al corazón... por eso debe ser que se sirven al final”. Sigue el artículo: “Graciela llegó al ICES hace 28 años. Antes, vivía en Corrientes, en medio del campo, con su familia. Como no podía seguir estudiando por cuestiones económicas, estaba trabajando como empleada doméstica”. O sea, que antes era empleada doméstica. Ahora, el cambio es sirvienta, doncella, criada, en resumidas cuentas: numeraria auxiliar. Un cambio vital y profesional milagroso. Quizá pudo seguir estudiando a otro nivel si ese matrimonio de supernumerarios no la hubiera llevado a “esa” escuela de la sabiduría en los postres porque es que “la llevaron en su propio auto”, es decir, tuvieron la humildad de subir en su propio coche a una empleada doméstica. Magnánima generosidad. Estoy segura que ese matrimonio de supernumerarios no llevó a ninguna de sus hijas a la misma escuela. La protagonista del testimonio podría haber estudiado una carrera universitaria, podría ser también ama de su casa con el título universitario bajo su brazo, pero no, sigue siendo empleada doméstica bajo la categoría de numeraria auxiliar en el Opus Dei. ¿Se puede aspirar a algo más en la vida?

Numerarias auxiliares que nos leéis: la esclavitud se derogó. La Carta de los Derechos Humanos promulga o defiende que todo ser humano tiene derecho a la igualdad de oportunidades. Ser “empleada doméstica” es un trabajo tan noble como los demás pero no es una “vocación divina”. La obra necesita de vosotras como mano de obra barata y os inculca que tenéis “esa vocación” porque ¿quién va a limpiar el centro? ¿El prelado, el vicario, el sacerdote secretario, la directora de la asesoría central, de la asesoría regional, el director de la Comisión central, el de la Comisión regional?... Ellas y ellos están para mandar y "ver la voluntad de Dios" sin saber qué es planchar ni cocinar ni coserse un botón. Soy de la opinión que ya se ha apuntado en esta web, de que Escrivá "vio" que hacían faltan mujeres cuando las residencias de varones necesitaban que alguien las aseara. Empezó por las primeras numerarias -que fueron "administradoras" a pesar de tener algunas un título académico- y a continuación llegásteis vosotras: sirvientas, criadas. Término adulcurado por el de "mis hijas pequeñas". Pequeñas en cuanto a infravaloradas. ¿Alguien sabe cuándo el fundador "vio" que no sólo las mujeres tenían cabida en el Opus Dei sino que habría clases o castas dentro de las mujeres y que unas serían las señoritas y otras las criadas?

Os pondrán de ejemplo a “la abuela” y a “tía Carmen”, pero sabed o recordar que ni una ni la otra pidieron su admisión al Opus Dei. En cambio, tenéis sus fotos y "su ejemplo" en todos los centros. “Tía Carmen” pudo haber sido la primera numeraria auxiliar y no sólo no lo fue, sino que por no serlo, le compraron un chalé y además podía tener a su perro, su mascota. Cuando cualquiera de vosotras os vayáis de la obra ¿os comprarán un chalé? No sé si los postres dan para mucho pero que os están tomado el pelo, eso, seguro. Y no "en nombre de Dios", que Dios no hace distinción de clases, sino de quienes promueven el clasismo, por ejemplo y especialmente, el Opus Dei -que no tiene nada que ver con Dios aunque haya tenido la soberbia de autotitularse así-. La "obra de Dios" es Jesucristo, no las doncellas con cofia y uniforme.



Por si acaso cambian el link, copio y pego el texto completo:

"Con los postres se puede alegrar a la gente"
Graciela Corradini trabaja en el ICES –Instituto de Capacitación para Empresas de Servicio–, una iniciativa que desde hace más de treinta años busca formar a jóvenes en el desempeño profesional de la hotelería y el “housekeeping” en Bella Vista, Argentina.
09 de noviembre de 2007

El trabajo que hago todos los días me ilusiona. Ahora, por ejemplo, estoy como instructora en Pastelería y veo cómo con los postres se puede alegrar a la gente. Creo que los postres llegan directo al corazón... por eso debe ser que se sirven al final”, comenta Graciela Corradini convencida de su teoría.
Graciela llegó al ICES hace 28 años. Antes, vivía en Corrientes, en medio del campo, con su familia. Como no podía seguir estudiando por cuestiones económicas, estaba trabajando como empleada doméstica. “La dueña de casa era supernumeraria del Opus Dei y, cuando me conoció, le propuso a mi mamá la posibilidad de seguir estudiando el secundario en el ICES”.
“Cuando llegué por primera vez al ICES fui acompañada de mi mamá y del matrimonio de supernumerarios que me llevaron en su propio auto. Las profesoras acababan de terminar de comer y estaban conversando en un living. Me recibieron con tal cariño y naturalidad que en ese instante se rompieron completamente las expectativas que tenía sobre el colegio. Pensaba encontrarme con un colegio de estructura antigua, descuidada y con profesoras frías, distantes... Pero, para mi sorpresa, me topé con un grupo de profesoras y alumnas que se trataban con tal familiaridad, alegría y respeto que me desconcertaba”, cuenta Graciela, como si estuviese todavía sorprendida.
“Lo primero que me mostraron fue el oratorio en dónde aproveché para pedirle a Dios que me ayudara en inglés y matemáticas; porque, después de ver la currícula, pensaba que esas materias me iban a costar bastante. Lo más gracioso, ahora que pienso, es que en los tres años que estuve de alumna en el ICES fueron las materias en las que mejor me fue.”
“También recuerdo cómo mi mamá me aconsejó no perder la oportunidad de asistir a Misa todos los días ya que nosotros vivíamos en medio del campo y no podíamos llegar a una Iglesia ni siquiera los domingos, por falta de medios. Sin embargo, mis padres me transmitieron de chica una piedad profunda y me enseñaron todo lo que sabían de la Fe Católica. Teníamos la costumbre de rezar el rosario en familia todos los días y mi papá nos hablaba de la Biblia antes de comer. Tengo que confesar que mis padres tenían un sentido muy cristiano de la vida”, remarca sumamente agradecida por el ejemplo que recibió de sus padres.
“Algo que también me impresionó cuando llegué al ICES fue ver que las profesoras, algunas del Opus Dei, que vivían en el colegio con nosotras eran poquísimas. No podía creer que siendo tan pocas pudieran llevar adelante todo el colegio con la cantidad de alumnas que éramos. Todas estas experiencias me hacían pensar que Dios me pedía más... que yo también, con la gracia de Dios, podía servir a los demás con mi vida y mi trabajo. Pedí asistir a las charlas de formación cristiana que se daban en el colegio y empecé a conocer más a fondo el espíritu del Opus Dei. Aunque, en realidad, lo iba conociendo a través de las personas de la Obra que trataba. Así, de a poco, fui interesándome en saber más de la vida y los escritos de San Josemaría. Hasta que un día, pedí la admisión como Numeraria Auxiliar. Ahora, vivo feliz buscando encontrarme con Dios en mi trabajo de todos los días”, concluye Graciela, y se retira con cierto apuro para llegar a decorar los postres y poder llevar su alegría a los comensales.


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