El Opus Dei en crisis: la falsedad intencionada de unas cifras

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© por Oráculo, 13.03.2006


1. Éste es mi comentario al valioso estudio de Claire Fischer, para que no gaste inútilmente sus energías. La realidad es el hecho que describo a continuación. Se dice una determinada cifra, en ascensión creciente desde la muerte del Fundador, que se mantiene durante años y se va aumentando gradualmente, poco a poco: compruébese el hecho por años, según los datos oficiales. Pero nada de eso se corresponde con la realidad y, por tanto, estamos ante un engaño “sostenido” para un efecto buscado: la imagen de una institución “poderosa” en la Iglesia por sus frutos apostólicos. Se ha logrado colocar esas cifras sin discusión hasta en la prensa más sectaria y aún en los mass media que no se distinguen por su respeto a la fe cristiana.

Pero se hace esto porque tales cifras globales, antes que a la prensa, se dan a la Santa Sede como hechos ciertos. Y, de conocerse la realidad auténtica de los datos, es seguro que llamarían poderosamente la atención de Roma y de los Obispos, para preguntar por las causas del alarmante descenso de vocaciones, que se está produciendo. Esto es justamente lo que interesa evitar, porque además hay cosas más graves que también se están ocultando a la Santa Sede y a los Obispos, de modo que conviene que éstos sigan con la venda de la confianza en sus ojos y no haya datos que puedan llevar a una mirada crítica hacia la Prelatura personal. En este momento dejamos a un lado esos temas de fondo para mostrar la verdad de la tesis aquí enunciada.


2. No exagero. Datos ciertos y seguros —he estado en esos lugares hace apenas unos años, con posterioridad al año 2000, y conozco bien los centros y labores— sobre la sección de varones, pues aun son más reducidos en la sección de mujeres: a) Holanda: se cuentan con los dedos de las manos y de los pies los numerarios holandeses y nos sobran dedos, no más de 15 numerarios en total. b) Suiza: nos sobran dedos entre las dos manos, pues en los últimos treinta años no han pitado más de cinco numerarios y algunos ya han fallecido. c) Alemania: sucede otro tanto que en Holanda y apenas pasan de 20 el número de supernumerarios. d) Inglaterra: no llega ni a las cifras de Suiza. e) Ya no digamos los países del Este, salvo Polonia, donde nos sobran dedos de una mano y no alcanzamos las cifras de numerarios de Suiza. f) Sobre la profunda crisis en España, Brasil, Argentina, México o Costa Rica, por ejemplo, ya hay testimonios con datos significativos en esta web. No necesitamos ampliar más la relación.

Si éstos son datos ciertos y verdaderos a fecha de hoy, ¿cómo son posibles las cifras oficialmente publicadas? Su falsedad es obvia. Pero, sobre todo, lo abultado de la falsificación pone en evidencia la intención buscada: esto es, crear la apariencia de un crecimiento y un progreso continuo y constante en los frutos apostólicos, como se comenta siempre en las tertulias de los centros. Realidad virtual, pero no real.


3. Cui prodest? Se busca el “beneficio” de que la jerarquía ordinaria de la Iglesia católica, en especial Roma, siga pensando que cuenta con una sólida institución “universal” en la que puede apoyarse, que además está siendo bendecida por Dios a pesar de las dificultades de nuestro tiempo histórico. Se busca mantener la “confianza” que se otorga a la fecundidad apostólica. Y, sabido es, en clave sobrenatural esto tiende a interpretarse como complacencia de la divinidad con esa institución y su hacer.

Pero ¿es esto cierto? No parece. Al contrario, estamos asistiendo a la escenificación de un gran fraude, cargado de mentiras, que ciertamente no son gratas a Dios: sea vuestro hablar sí, sí, no, no, pues lo que se sale de aquí no viene de arriba. Y ese fraude pretende ocultar a los ojos de la jerarquía católica otro problema eclesial, de mayor envergadura, cuya descripción no es el objeto de estas líneas, pero que es un feo asunto donde se encuentran las raíces de la crisis actual del Opus Dei.

De hecho, los actos multitudinarios de la beatificación y de la canonización fueron organizados por la Prelatura: para conseguir ese efecto movilizó toda su estructura, todos sus efectivos personales y materiales, por más que su carisma específico no sea la organización de manifestaciones colectivas de piedad. Se actuó así y, con la doblez acostumbrada, las multitudinarias concentraciones en el Vaticano se presentaron luego como una reacción espontánea de devoción, justamente para dar la impresión —ante la jerarquía de la Iglesia católica— del “poder de movilización” de esa “espiritualidad”. La uniformidad de los comportamientos de las multitudes mostraba que propiamente no eran multitud plural sino “gente organizada”, para cuya movilización no se actuó de modo diferente a los “actos de masas” que saben organizar los gobiernos totalitarios (si alguien lo duda, que lea Mein Kampf de Adolf Hitler).

En parte se deseaba encubrir también la profunda crisis en que está sumida la institución pues, viéndose así muchos juntos, esto podía levantar los ánimos pesimistas o derrotistas, en especial de la nomenclatura dirigente. Por otra parte, también se ha actuado así en los viajes apostólicos de Juan Pablo II, donde pudo hacerse, buscando mostrar al Pontífice tácticamente una “presencia universal” del Opus Dei. Sin embargo, el reciente viaje de Benedicto XVI a su tierra durante el año 2005 no pudo ser objeto de ninguna “manipulación” en este sentido promovida desde arriba, pero tampoco desde abajo, porque la presencia del Opus Dei en Alemania apenas es testimonial, numéricamente insignificante, y desde luego sus miembros y la institución como tal están absolutamente fuera de los foros del diálogo ecuménico de los dos últimos Papas.

El estudio de Claire Fischer es importante no tanto por el acierto objetivo de sus cálculos —en parte tan virtuales como la falsedad numérica desde la que parte— como por el hecho de descubrir una raíz desde la que pueden objetivarse ante terceros las “mentiras de la institución”, que afectan a aspectos muy diversos de ella misma y que contaminan hoy la mirada de “buenos y malos” —permítaseme esta expresión, sin mayor alcance moral— al fenómeno real de lo que se denomina “Prelatura personal del Opus Dei”. Es de gran utilidad insistir en este aspecto numérico y seguir trabajando en esta dirección, para desmontar las patrañas que a veces embaucan a los incautos.


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