Vida y milagros de Monseñor Escrivá de Balaguer/La santa coquetería

"LA SANTA COQUETERIA"


"No se escriben estas líneas para mujercillas. Se escriben para hombres muy barbados y muy hombres", dice monseñor Escrivá en su libro "Santo Rosario". Todas las obras del fundador del Opus Dei están dedicadas y dirigidas a los hombres, y en ellas se muestra un claro menosprecio por la mujer. El hecho no tiene mucho de sorprendente porque monseñor no hace más que recoger las celtibéricas ideas predominantes en la España de su tiempo. En Camino se exalta la virilidad casi como virtud: "Tu espíritu de varón", "serás más varonil", "en un varón no se comprende estar ocioso", "Sé varón, -Esto vir". Es posible que en una época y en un país en que la piedad religiosa era a menudo confundida con "cosa de mujeres", la intención del padre fuera "prestigiar", digámoslo así, la religiosidad entre los varones. En una ocasión dice, por ejemplo: "¿Que hacer novenas no es varonil...?" En cualquier caso, sin embargo, la lectura de sus obras produce la impresión de una degradación de la condición femenina, y uno se pregunta cómo puede una mujer leer Camino sin turbarse o irritarse ante el estallido de "machismo" que aparece en sus páginas.

En una de las máximas más citadas del libro el autor dice que "ellas no hace falta que sean sabias: basta que sean discretas". Esto no obsta, naturalmente, para que monseñor haya desmentido que él quisiera decir lo que dice y haya afirmado que el Opus procura que "también las mujeres adquieran grados académicos en ciencias sagradas".

El papel reservado a la mujer en el apostolado, según las máximas de Camino, es el de la "colaboración" que "no es posible desdeñar". Su virtud es la discreción y de ellas "¡cuántos hombres barbados tienen que aprender!". Pero el varón es superior: "Gravedad. Deja esos meneos y carantoñas de mujerzuela." En el libro de "Conversaciones", que recoge el pensamiento más moderno de monseñor Escrivá, trata de comprender el deseo de independencia profesional y personal de la mujer respecto del varón, pero insiste una y otra vez en la nobleza de la ocupación del hogar, que él considera como una verdadera "profesión" que "vale la pena" y para la cual -llega a decir- "existen hoy en día medios mecánicos que la facilitan mucho". Dice frases como éstas: "en la mujer hay algo que le es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su piedad profunda y sencilla". Es lo que una hija de monseñor, esposa de un alto dignatario de la época "homogénea" de la política española, decía con una frase que fue muy comentada. Al preguntarle un periodista cuál era el papel de la mujer en la vida, respondía ella: "Ahuecar almohadones. "

La rama femenina del Opus Dei fue fundada el día 14 de febrero de 1930. Era el día de san Valentín y monseñor debió esperar a ese día por ser todo lo significativo que él desea que sean siempre las fechas importantes de su vida. San Valentín vivió en Roma bajo el reinado del emperador Claudio II, en el siglo III d.C. Habiendo sido apresado y condenado al martirio, san Valentín devolvió milagrosamente la vista a la hija del juez Asterio, que juzgaba su causa, como consecuencia de lo cual el juez se hizo cristiano con toda su familia. La idea de la curación de la ceguera de la muchacha debió ser tenida en cuenta por el fundador del Opus Dei al elegir esa fecha para fundar la rama o sección femenina del Instituto, en el sentido de que la entrada de una mujer en la Obra significa cobrar una "nueva visión" espiritual.

En el interior del Opus Dei se cuenta, con la poca precisión con que se hace referencia a los numerosos milagros y hechos sobrenaturales que venimos registrando en la vida del padre, una historia según la cual la Virgen se le apareció para pedirle que fundara la rama femenina. Varios autores citan este hecho que a mí personalmente me corroboró una numeraria del Opus. Lo que ocurrió después con las primeras mujeres que se asociaron al Instituto es oscuro. Se ha dicho que estuvieron poco tiempo y que un buen día se marcharon todas y dejaron al padre. Jesús Ynfante añade que la hermana de Escrivá, Carmen, comentaba que "las primeras chicas no valían para lo que quería José María".

La sección femenina del Opus Dei funciona hoy en todos los países de mundo "completamente separada", como dice el mismo monseñor, de la sección masculina del instituto. Este "completamente separada" de que la Obra alardea, como si la completa separación de los sexos fuese en nuestro tiempo un mérito, se alega probablemente para justificar el hecho de que, en el Opus Dei, la mujer no tiene acceso a los puestos directivos. No hay, por ejemplo, ninguna mujer en el Consejo General del Instituto y da la impresión de que, lo que ocurre no es que el Opus Dei esté dividido en dos secciones, una masculina y otra femenina, sino que el Opus Dei propiamente dicho está formado sólo por hombres y, además, hay una sección femenina del Opus Dei, completamente separada. ["Separada, solía precisar Monseñor, por miles de kilómetros".]

De lo que no cabe duda, desde luego, es que esta completa separación es real. No hay contactos ni relación de ningún tipo entre los socios y las asociadas. No se ven ni se conocen o, si se conocen, se ven sólo en muy raras ocasiones, como puedan ser una recepción con motivo de haberle sido otorgado a monseñor Escrivá de Balaguer un nuevo título o galardón, la fundación o colocación de la "última piedra" -concepto éste de particular creación del Opus Dei gracias a la "santa eficacia"- de algún nuevo Instituto para la promoción de la clase obrera o de cualquier otra clase social de las que el Opus promueve. Solamente en un caso los numerarios de la Obra mantienen una relación continuada con asociadas. La que tienen los que viven en casas del Opus con la "numerarias inservientes". La vigilancia que los directores de estas casas ejercen para evitar que la relación entre los residentes y las empleada del hogar pueda desviarse de la pura relación de servicio llega a extremos verdaderamente increíbles. Un ex socio de la Obra me contaba por ejemplo que, en una casa donde él vivió las "empleadas del hogar" vivían en una parte del piso que el director cerraba todas las noches con llave. Esto ocurría en todas las casas del Opus, pero en aquella en donde mi informante vivía se daba la particularidad de que la parte del servicio, donde vivían las criadas, solamente se comunicaba con el portal por un montacargas y no había escalera. El montacargas no funcionaba de noche, de modo que, si se hubiese producido un incendio, las numerarias inservientes hubiesen muerto abrasadas.

Salvo en el caso de la "benditas mujeres", como monseñor llama a las "empleadas", no puede haber ningún otro tipo de convivencia, ni siquiera trabajo en común entre hombres y mujeres en el Opus Dei. Un ex numerario que llegó a alcanzar notoriedad como autor de libros de espiritualidad y que posteriormente salió de la Obra, tuvo a su cargo durante una época la dirección de importantes empresas culturales en el Instituto. Por el mucho trabajo que tenía llegó a conseguir que le nombraran una secretaria entre las numerarias del Opus Dei. Pero le impusieron como obligación hablar con ella solamente de asuntos relacionados con el trabajo y le prohibieron que le dirigiera la palabra, o incluso que la saludara, cuando ambos se encontraban en público.

El hecho de que monseñor diga ante una audiencia de hijos suyos que le aclaman: "Bendigo con las dos manos el amor humano, honesto y limpio", y que afirme que él ha defendido siempre el carácter sagrado del matrimonio, no ha servido para borrar la mala impresión que todavía produce la famosa contra posición entre "las persona singulares" y la "clase de tropa", verdadera clave de la sexología opusdeística. La frase no ha sido retirada de Camino. En materia de moral sexual, monseñor Escrivá de Balaguer sostiene puntos de vista del más recio ce1tiberismo. "No quieras dialogar con la concupiscencia: despréciala." "Aunque la carne se vista de seda, carne se queda", "Goces, placeres sensuales, satisfacción de apetitos..., como una bestia, como un mulo, como un cerdo, como un gallo, como un toro", dicen las máximas de Camino. [Hablando un día en un coloquio que se celebró en Venezuela acerca de la defensa de la feminidad y el pudor, Monseñor Escrivá aludió, muy en su estilo, a "esas mujeres que se exhiben por ahí como escaparates de carnicería".]

El Opus Dei aplica las ideas de moralidad del fundador no sólo en las casas donde viven sus numerarios sino también en la residencias habitadas por personas, muchas de las cuales no son de la Obra. Es interesante dar aquí breve noticia de las reglas que en este aspecto rigen en la universidad del Opus en Navarra porque demuestran además el grado de fiscalización a que están sometidos los alumnos. He aquí las normas dictadas por la Comisión Permanente de la Junta de Gobierno en agosto de 1969:

"1.° En el régimen de las Residencias de Estudiantes reconocidas por la Universidad se entenderá en todo caso que:
a) No convivirán en la misma Residencia alumnos universitarios de sexo distinto, ni se permitirán visitas de personas de sexo distinto a partir de las 22 horas.
b) No convivirán en la Residencia alumnos universitarios con personas ajenas a la Universidad, salvo autorización especial.
El incumplimiento de lo dispuesto en el presente acuerdo se considerará infracción grave a todos los efectos.

2.° Salvo autorización expresa de la Universidad, la convivencia de estudiantes en viviendas propias o alquiladas cualquiera que sea la forma y características que adopten, aun en el caso que todos ellos sean mayores de edad y se hayan independizado económicamente de sus padres, se considerará a todos los efectos, alojamiento no autorizado.
Lo que se hace público para conocimiento de los interesados."

El remedio contra el pecado de la carne, la forma de evitar las "caídas" es la mortificación. Dice el padre:

Un cuarto de hora más de cilicio por las ánimas del purgatorio: cinco minutos más por tus padres; otros cinco por tus hermanos en el apostolado. Hasta que cumplas el tiempo que te señala tu horario.

Es sorprendente que una asociación que, como el Opus Dei, ha sido creada en tiempos modernos haya adoptado estas formas de autotortura propias de épocas pasadas y que han sido abandonadas por muchos religiosos de órdenes más antiguas. Numerarios del Opus Dei con quienes he hablado manifiestan que usan el cilicio todos los días menos los domingos durante unas horas, así como las disciplinas "a sangre". Existe el cilicio para aplicar en la cintura, pero es más común el que se adapta a la pierna. Se trata de una cadena de alambre que tiene las púas hacia dentro, de forma que produce desgarraduras en la piel. Las disciplinas son azotes de cuerda de cáñamo cuyas puntas están rematadas con nudos o con bolitas de plomo sujetas al extremo de cada pedazo de cuerda.

Ahora son lágrimas. -¿Duele, eh? -¡Claro, hombre!

dice monseñor Y en otra máxima da la medida exacta de la mortificación corporal:

Trata a tu cuerpo con caridad pero no con más caridad que la que se emplea con un enemigo traidor.

Estamos acostumbrados a pensar en los disciplinantes de la antigüedad cuya mortificación formaba parte de una concepción global de la existencia. Pero no resulta fácil imaginar a un tecnócrata moderno azotándose a sangre o colocándose el cilicio antes de dar una clase en la universidad, presidir un Consejo de Administración o emprender un viaje oficial. El contraste entre el lujo burgués de que se ha rodeado la Obra con esta práctica de la mortificación corporal (que acaso sea un lujo más y el mayor de ellos) ha hecho surgir en España un pareado o refrán del que, por cierto, el director de "ABC", Torcuato Luca de Tena, se declaró autor en un artículo:

El Opus Dei es un ten con ten
entre el cilicio y el Remy Martin.

La práctica de la mortificación no se limita a estas formas de tortura sino que comprende también toda la gama de los "sacrificios" hoy progresivamente abandonados en el catolicismo tales como, aparte del ayuno y la abstinencia, la privación de alimentos que son de especial gusto del mortificante y, especialmente, la ducha fría, que parece ser de patente del Opus en tanto que forma de "castigar" el cuerpo rebelde y proclive a la concupiscencia.

Pero todo el rigor de la moral sexual escrivaniana, o el hecho de que asigne a la mujer un papel complementario al del hombre no impiden naturalmente a monseñor mostrarse enormemente cordial, simpático y campechano en sus encuentros con las mujeres. Sus hijas le adoran. En una entrevista que las redactoras de "Telva" mantuvieron con el padre se decía:

Agradecemos al fundador del Opus Dei el haber hecho posible nuestra entrevista; el haber acogido con interés, con paciencia infinita, nuestras preguntas, porque las mujeres, puestas a preguntar, no sabemos terminar nunca. Hasta Roma donde trabaja desde hace años al servicio de Dios y de la Iglesia, han llegado nuestros problemas. Ambiente austero y sencillo pero familiar y cordialísimo. Somos tres a escuchar, todo oídos.

El "ambiente austero y sencillo" del saloncito de monseñor en e1 palacio de Bruno Buozzi aparece en la fotografía. Paredes forradas de seda, arcones de esmaltes, vitrina llenas de marfiles chinos, lámparas y relojes de bronce dorado al fuego, pequeños recuerdos en fin que ("¡Son tan buenos!") le han regalado sus "pobres hijos". Aparece en una de las fotografías saludando a una señora en traje de chaqueta con gruesos pendientes y pulseras, cuyo pie de foto dice:

Un saludo simpatiquísimo y expresivo, una extraordinaria comprensión hacia la mujer de todas las edades, profesiones y circunstancias.

En otra foto aparece con unas muchachas con delantales blancos que son "empleadas del hogar procedentes de distintos países" con quienes está departiendo en amigable "tertulia". Y luego, sucesivamente, se retrata "con una familia numerosa y feliz", con un niño pequeño en los brazos, pues "monseñor sabe acariciarles y hacerles reír con un sentido del humor poco corriente". En otra página se ve a monseñor con unas alumnas "que sonríen felices cuando monseñor les pregunta por sus novios para bendecir ese amor iluminado y limpio" o "bendiciendo con las dos manos el trabajo humilde y artesano de una obrera" que aparece en la foto pintando unas cerámicas. O bien "cambiando impresiones con un grupo de las más lanzadas alumnas" de un colegio italiano.

Corno muestra de su enorme humanidad y campechanía se cuenta que en una ocasión, en la universidad de Pamplona, monseñor se detuvo a saludar a una de las "benditas mujeres navarras que hacen la limpieza" y le preguntó si estaba casada. Al decirle ella que no, el padre dijo: "Tienes que "pescar" pronto." Fue muy celebrado. La feminidad es una cualidad muy apreciada por monseñor, el cual suele recomendar a las chicas la virtud de "la santa coquetería" para atraer a los hombres a la santidad.