Treinta y cuatro años sin vocación

Autor: Nacho Fernández, 2005


Introducción

“Tu no has tenido vocación al Opus Dei”, me dijo una persona que últimamente entra en el Chat ex_od_o de personas que han pertenecido al Opus Dei y otras afectadas. Me quedé pensativo con la frase de quien estaba en diálogo conmigo. Se trata de alguien que tiene dieciocho años, que nunca ha pertenecido al Opus Dei pero que, según afirma, ha trabajado como auxiliar en la administración de un colegio mayor.

Mi primera reacción fue negar que yo no tenía vocación después de casi treinta y cuatro años de haber escrito mi carta solicitando la incorporación el Opus Dei que, como numerario, iba dirigida a lo que hoy dicen “nuestro Padre”. ¿Qué podía saber de la vocación una persona que nunca la había vivido? Ella insistió. Se ve que sabe más que Nacho Fernández, periodista prejubilado, que pitó como numerario en un centro instalado en la calle General Oraa, 5 de Madrid el 19 de marzo de 1965, que pasó a agregado en el verano de 1966 y que pisó por última vez su centro de la Obra el 28 de octubre de 1998. La baja definitiva se me comunicó en la delegación del Opus Dei en Madrid Oeste el 21 de enero de 2000. Por supuesto que se me leyó el escrito de la baja y no me dejaron llevarme una copia de lo que se me había leído.

Han pasado unos quince días de esa conversación en el chat. Felicito a mi interlocutora. Se ve que hay que tener en cuenta a los niños y a los jóvenes. Ella, que tiene 18 años, sabe más. Me ha hecho pensar. Tenía razón. Han sido treinta y cuatro años de entrega y de ilusión, aunque no siempre me veía correspondido. Vaya si tiene razón. Han sido unos años en los que entregué todas mis ilusiones por algo, el Opus Dei. Ahora me doy cuenta que no tenía vocación.

Yo sí que revelo mi nombre y admito a los que, por diversas circunstancias, no pueden darlo. Llevo ya un buen número de artículos. No sé lo que es el Opus Dei. Trato de dar las claves para que alguien sepa lo que yo viví en esos casi treinta y cuatro años sin vocación. Ha sido muy duro. Me siento con una herida abierta, y eso que dicen que la vocación es algo del espíritu. Lo que si defiendo es que mi auténtica familia no ha sido la Obra, sino mis padres. Ellos sí que velaron por mí.

Algunos directores me dijeron en aquellos años sesenta del siglo XX que el Opus Dei era apuntarse como quien se apunta a un club de fútbol como el Real Madrid. En algunos momentos pienso que ha sido un apuntarse y nada más. El 13 de septiembre, el Papa Benedicto XVI bendecirá una estatua del fundador en el Vaticano que será puesta junto a doctores de la Iglesia. Es de suponer que pronto será doctor. Yo no asistiré. Al fin y al cabo, no he tenido vocación.

He decidido que mis próximos artículos traten de esa falta de vocación, que me ha llevado a sentirme fuera de la institución. Como periodista descubriré algunas de las claves y de los hechos que he vivido. Algunos ya han aparecido. Pero como dentro de la cabeza caben infinitas cosas, ahora se me han resucitado otras nuevas cada vez que me ponía a escribir. Me da vértigo haber estado esos treinta y cuatro años en los que contadísimas veces dejé de asistir a la misa diaria y a hacer la media hora de meditación por la mañana y otra media por la tarde. Cumplí prácticamente todo el plan de vida. Lo que me costó más fue lo de rellenar diariamente el impreso de la cuenta de gastos. Es una confidencia. Un abrazo para todos.

Seminarios menores disfrazados

Estos días se está tratando en opuslibros un tema que me parece muy interesante: el de si existe o no vocación a la Obra. La mayor parte de los que han colaborado han incidido mucho en el caso de los adolescentes de catorce años y medio que, presionados, se hacen de la obra y toman un decisión que les compromete de por vida. Pienso que esto es muy grave, sobre todo teniendo en cuenta que la propia Iglesia Católica, a la que se honra pertenecer la prelatura personal del Opus Dei, está eliminando los seminarios menores, que eran un buen semillero para abastecer luego a los seminarios mayores en los que se formaban los futuros sacerdotes.

Los directores y la gente veterana del Opus Dei suelen repetir una y otra vez que ellos están “para servir a la Iglesia como la Iglesia desea ser servida”. No parece que este ejemplo de los adolescentes de catorce años y medio indique que están “sirviendo a la Iglesia como la Iglesia desea ser servida”. Si la Jerarquía Católica ha eliminado o tiende a eliminar los seminarios menores, ¿por qué la Obra sigue trampeando y engañando?

La figura de los “aspirantes” no son otra cosa que un truco para no aceptar la doctrina de la Iglesia y para salirse con la suya, que es no ceder en nada de la situación que hasta ahora se tenía. Para mi, los clubes juveniles de la Obra, que existen en muchas ciudades, no son otra cosa que “seminarios menores disfrazados”. Son una manera para atraer futuras vocaciones que nutran los “seminarios mayores”, conocidos internamente como “centros de estudios” de numerarios. La diferencia entre un "seminario menor" y un "club juvenil" es que en aquellos (los seminarios menores) residen la mayor parte de los alumnos, y en los clubes solo residen los numerarios que se encargan de ello, pero desempeñan la misma función: semilleros.

El disfraz de los “aspirantes“ sirve para ocultar que lo que han hecho esos adolescentes de catorce años y medio o poco más es una envoltura para exigirles las obligaciones que llevan consigo cuando hacen la oblación o incorporación a la Obra. Imaginemos que a un seminarista menor se le pidiera lo que se les exige a los “aspirantes”: llevar un plan de vida completo. Se armaría una muy gorda dentro de la diócesis. Como siempre sucede en el Opus Dei , los directores dirán que los adolescentes hacen eso porque quieren. Yo digo que lo hacen porque se les presiona a través de la dirección espiritual que lleven los laicos y el sacerdote, los círculos llamados breves ( en algunos casos son eternos y pesados de seguir), las meditaciones, la lectura de publicaciones internas, etc.

La gente de la calle no ve bien cuando una o un adolescente de catorce y medio, quince o dieciséis años decide casarse porque “ama” mucho a su novio o novia. No es una situación normal. En la Obra se hace tragar con ruedas de molino el pitaje de un “aspirante” de catorce y medio, quince o dieciséis años. Al fin y al cabo es lo mismo. Y eso se hace con presiones psicológicas, comeduras de coco y rollo, rollo y rollo que acaba por entontecer al joven a conquistar. Esa es la función que desarrollan los clubes juveniles opusianos. Se empieza por invitar a jugar los sábados y domingos un partido de fútbol o una excursión, se continúa con círculos y se termina por escribir ”la carta al Padre” o “pitaje”, solicitando la incorporación al Opus Dei.

Pero no sólo los clubes juveniles son un lugar de captación de gente adolescente para la Obra de Escrivá. Están los colegios que son obras corporativas y otros que no los son oficialmente, pero que desempeñan la misma función. Me estoy refiriendo a esos en cuya propaganda de folletos se dice que tienen “dirección espiritual encomendada a sacerdotes del Opus Dei”. Son del Opus Dei aunque no se diga. En estos centros, las tutorías de los alumnos están encomendadas, la mayor parte de las veces, a personas del Opus Dei, que son, mayormente, numerarios y agregados.

Muchas veces los tutores de centros escolares “con dirección espiritual encomendada a sacerdotes del Opus Dei” son los que van marcando los pasos del futuro “aspirante”. Les recomiendan que hagan un rato de oración u otra práctica piadosa, lo que es bueno. Pero lo que no lo es tanto es que al final todo conduzca a un sitio, un club juvenil de la Obra. en donde ya se producen las presiones psicológicas. Una vez pisan ese sitio de la prelatura están a punto de entrar “mar adentro” y ser uno más de los seguidores de Escrivá.

De esta manera captados, los adolescentes y jóvenes viven en una burbuja “en medio del mundo”, burbuja que estalla y se rompe la mayor parte de las veces, una vez llegan a la universidad o se relacionan con otros de su edad que no sean de ese círculo tan ficticio. En mi larga estancia en la Obra, observé el temor que se tenía dentro ante las vacaciones de verano, sobre todo, cuando estos jóvenes iban a las playas, lugares que se consideraban de pecado por antonomasia. Allá para el mes de mayo se nos advertía a los responsables de los “círculos de San Rafael” que debíamos procurar que los jóvenes que dependían de nosotros fueran a lugares “donde se sabe que no se ofende a Cristo y a su Iglesia”, refiriéndose a las playas. Se recomendaban especialmente los campamentos de verano promovidos por la Obra o, como sucedió durante un tiempo en los años sesenta del siglo XX, los cursos de verano de una universidad llevada por Vicente Rodríguez Casado, uno de los numerarios del Opus Dei que se incorporó antes de la Guerra Civil Española.

Cuando pasé a encargarme de la labor de San Gabriel (fundamentalmente gente casada) se nos invitaba a que dijéramos a los supernumerarios con hijos jóvenes y en edad de pitar como numerarios o agregados que no fueran de vacaciones a lugares de playas. Incluso se nos aconsejaba tener iniciativas en este campo. Ejemplo de estas iniciativas fueron en su día los llamados “Tozalitos”, urbanización de apartamentos que se alquilaban cerca del santuario de Torreciudad. Eso es estar en medio del mundo, como se ve. Así los menores no se contaminan con el mal ambiente de la sociedad.

Las personas que no han sido de la Obra piensan que un ciudadano creyente se puede incorporar a la Prelatura como numerario a cualquier edad, lo que es totalmente falso. Lo normal es que la incorporación como numerario se haga antes de los veintitrés años. Solo sé de las excepciones de supernumerarios con novia que pasaron a ser numerarios (tras dejar a la novia), y la de un personaje del mundo diplomático que lo hizo con 27 años, pero luego no perseveró, pasados unos quince años.

Existe más elasticidad para los que se incorporan a la Obra como agregados. Lo normal es que el acto de escribir la carta se produzca antes de los veintitrés años. Antes de abandonar la prelatura asistí al caso de una persona ya de cuarenta años a la que se pretendía que pitara de agregado y que poseía unos amplios terrenos en una provincia española, terrenos que podían ser utilizados como lugar de campamentos juveniles de verano. Pero un caso como éste no es lo normal. Es extraordinario. Por cierto, no se si llegó a pitar.

En estas páginas, Alfredo nos ha indicado la situación de los Centros de Estudios de numerarios en todo el mundo. Queda claro que cada día pitan menos numerarios, pues los CE se cierran por la falta de vocaciones y se convierten en varios centros. Lo que no se ha dicho aquí es que, si se produce eso, es porque ya no pitan como antes en los clubes juveniles y eso ha hecho que el actual prelado haya pedido 500 vocaciones en cada región. Siguiendo su iniciativa, un vicario regional escribió recientemente una nota interna a las delegaciones a impulsar esa iniciativa en la Jornada Mundial de la Juventud. Se ve que el enfermo (la Prelatura) está muy enfermo y necesita fuertes dosis de vitaminas, que le darán –si esto se produce—las nuevas vocaciones. Lo malo es que le puede salir el tiro por la culata porque con ese agobio no se consigue nada.

Carrera de estatuas en el Opus Dei

La prelatura del Opus Dei sigue actualmente una “carrera de estatuas”, uno de cuyos puntos culminantes va ser el próximo 14 de septiembre cuando el Papa Benedicto XVI bendiga una imagen del fundador en el territorio de la Basílica de San Pedro del Vaticano. ¿Quién se lo iba a decir al hoy San Josemaría Escrivá de Balaguer cuando tanto rabió después de la terminación del Concilio Vaticano II?. A ratos pienso que la “carrera de estatuas” es también carrera de obstáculos que hay que vencer para conseguir su propósito. La santa obstinación de la prelatura es una de sus características.

La escultura, realizada en mármol de Carrara y que mide cinco metros, fue instalada el pasado 30 de agosto en una hornacina en la fachada del transepto izquierdo de la Basílica de San Pedro, también llamada brazo de San José, muy cercana a la entrada de la sacristía. Se trata de una zona donde existen otras esculturas de santos fundadores. El autor de la obra es Romano Cosci. En la parte inferior del conjunto han sido puestos los escudos pontificios de Juan Pablo II y su sucesor Benedicto XVI.

En la imagen se presenta al fundador con casulla y los brazos abiertos, estilo que ya se ha utilizado en otras imágenes suyas, hasta el punto que en algunos ambientes ya se le denomina “estilo Opus”. A los pies del fundador se presentan dos ángeles con un libro abierto en el que se lee la frase: “Cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”.

Ese 14 de septiembre será un día para vivir la “humildad colectiva” que tanto se predica en esta prelatura personal, pero que muchas personas dudan que sea realmente verdad. Después de esta imagen en el Vaticano, los seguidores de Escrivá no sólo dirán que cuando se les ataca se ataca a la misma Iglesia, sino que añadirán que tienen a su padre en la sede principal del catolicismo.

La “carrera de estatuas” del Opus Dei comenzó en la catedral de la Almudena de Madrid a principios de los años ochenta del siglo XX cuando era arzobispo el cardenal Ángel Suquía Goicoechea, quien, para obtener dinero para la terminación de este templo, decidió vender las distintas capillas laterales a instituciones religiosas que tuvieron algo que ver con Madrid. Lo que hoy es prelatura se fundó en esta ciudad. El precio en aquel entonces fue de 40 millones de pesetas.

Era una oportunidad única. El Opus Dei iba a tener una capilla dedicada a su fundador en una de las capillas laterales de la Catedral de la Almudena, templo que, pasado el tiempo, fue consagrado por el Papa Juan Pablo II el 15 de junio de 1993. El presidente del comité ejecutivo para la terminación era un supernumerario de la Obra; el constructor también era de la Obra y uno de los encargados de la parte económica, también. Sin embargo, el vicario para la terminación no tenía nada que ver y tampoco el arquitecto.

Ya se habían invertido los 40 millones de pesetas de entonces y había que buscar un artista que realizara la imagen del fundador. Las cosas venían rodadas. El candidato ideal era Venancio Blanco, escultor miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que tenía un único hijo que era numerario del Opus Dei. Y fue elegido. Este autor también realizó unos relieves con escenas de la vida de San Josemaría en Madrid para ilustrar las paredes laterales de la capilla situada detrás del altar mayor y muy cercano a la capilla del Santísimo. Fue el primer paso en la “carrera de esculturas”.

Muy cerca de la Catedral de la Almudena, en la calle de San Justo, y al lado de la residencia del arzobispo de Madrid, se encuentra la Basílica Pontificia de San Miguel, encomendada a los sacerdotes del Opus Dei desde los tiempos en que era nuncio en España el que fue luego el cardenal Ildebrando Antoniutti. Por cierto, el secretario de éste era un sacerdote numerario de la Obra.

Era lógico que la Basílica Pontificia de San Miguel contara con una escultura del fundador. Recuerdo que dentro de la prelatura oí decir primero que el escultor Agustín de la Herrán, primo de algunos numerarios del Opus Dei, se había ofrecido. Este parentesco no lo digo yo, se decía entonces por los máximos responsables del Opus. A este artista le fue admitido el ofrecimiento por parte de los directores de la Obra y finalmente se instaló una imagen en el lugar que ocupaba un confesionario en una de las capillas laterales del templo.

Uno de los conjuntos religiosos más importantes del Opus Dei es el santuario de Torreciudad, donde se encuentran varias casas de retiros y una basílica. El mismo escultor del retablo de la iglesia, Juan Mainé, fue el encargado de esculpir la imagen del fundador en actitud orante mirando hacia donde se expone el Santísimo. A través de distintas consultas he llegado a la conclusión que hoy en día los visitantes del templo miran más a la imagen de San Josemaría que al retablo.

El 22 de septiembre de 2004, el arzobispo de Barcelona, monseñor Lluis Martínez Sistach, en compañía del prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, bendijo en la Basílica de la Merced unos relieves que recogen a San Josemaría en actitud orante ante la Patrona de la Ciudad Condal. Con ello se recuerda una parte histórica de la vida de la Obra, cuando el fundador estuvo en esta ciudad antes de viajar a Roma en el barco “J.J. Sister” para conseguir la aprobación por la Santa Sede. He buscado el nombre del autor del relieve, pero no lo he conseguido.

Queda una penúltima estatua o imagen del fundador. El pasado 18 de junio, el arzobispo de Marsella, cardenal Bernard Panafieu, presidió la bendición de una imagen de San Josemaría en la Basílica del Sagrado Corazón de esta ciudad francesa. Se trata de una obra del escultor local Louis Taddei. El motivo de la inauguración es recordar a las personas que partieron en 2002 en barco para la canonización de Escrivá. Existen otros lugares donde también se han instalado imágenes, como Valencia (España) y El Salvador.

Cuando preparaba este artículo me decía: “y pensar que yo entregué mensualmente todo mi sueldo al Opus Dei para actividades sociales y clubes juveniles y ahora descubro que en la actualidad dedican una parte a esculturas”. En ese momento, me llamó por teléfono Harto, mi compañero de pitaje, que me hablaba desde Thailandia donde reside. Me dio una salida a mi duda. “Piensa que es mejor que lo dediquen a esculturas que a clubes juveniles, donde se lava el cerebro a los jóvenes”. Mi amigo, que también es de los que leéis opuslibros, tenía razón.

Mal genio humilde

Cuando falleció el fundador del Opus Dei, el 26 de junio de 1975, sus seguidores que habían pitado en los años 1930 y 1940 nos lo definieron a los demás que entonces éramos de la Obra como un Padre (ellos los consideraban con mayúscula y yo lo pongo) que tenía muy “mal genio”, “soltaba unas broncas tremendas” a los que estaban a su lado, pero era “muy humilde”, pues “inmediatamente pedía perdón”.

Yo había pitado el 19 de marzo de 1965 en un piso que había en la calle General Oráa 5 de Madrid, enfrente de la embajada americana y enfrente tambien de un piso de la calle Hermanos Becquer, donde vivió posteriormente la viuda del General Franco. Este centro del Opus Dei dependía del Centro de Estudios (CE) de los numerarios de Madrid, en el Paseo de la Castellana número 50, propiedad del Conde de la Maza, pero que posteriormente se abandonó, cuando terminaron las obras en el antiguo Lagasca, lo que es hoy Diego de León, 14. Ese solar de la Castellana, junto a la Plaza de Emilio Castelar, es hoy la sede de un banco. El antiguo centro General Oráa, 5 hoy está cerrado y no tiene ninguna labor del Opus Dei.

Pues bien, cuando yo pité de numerario, el fundador no visitó aquel lugar del Paseo de la Castellana. En el curso 1965-1966, siendo aún numerario, me trasladaron a un nuevo centro de San Rafael en la calle Vitruvio, 3, que ya entonces era, bajo la dirección de Luis (hoy ex) y posteriormente de Javier Ayesta (fallecido siendo de la Obra), la Oficina de Información del Opus Dei en España. Se trata de un amplio chalé del que he aportado fotos en mi artículo “Chalés para desprendidos”. Ese curso sí hubo visita del fundador y dijo cosas, que me transmitió el que hoy firma con el nombre de “Harto” en opuslibros. En aquel entonces, todo el mundo corría y se intercambiaba hasta la más mínima línea de lo que había dicho el que llamaban “Padre”. Si a alguien le había dado un beso, se derretía como lo hace cualquier chico/a joven con una caricia de su cantante favorito.

Yo estuve en la bendición de la ermita de la Virgen de la Universidad de Navarra, que anteriormente había bendecido el Papa Pablo VI en su inauguración de la obra corporativa del Opus Dei Centro ELIS, destinado a la población obrera del barrio del Tiburtino de Roma. En ese acto, el fundador se puso a los pies del Pontífice que regía entonces la Iglesia y le presentó el conjunto que había podido realizarse, gracias a lo obtenido por la Santa Sede en una conmemoración. Ante eso, Pablo VI dijo “Tutto qua é Opus Dei” (Todo esto es Opus Dei). No se si escribo bien la frase en italiano.

Los periódicos y revistas casi oficiales de la Obra, como eran entonces “El Alcázar”, “Nuevo Diario”, “La Actualidad Española”, “Telva” y “Mundo Cristiano” les faltó el tiempo para publicar inmediatamente amplios reportajes en los que se resaltaba la frase “Tuto qua é Opus Dei”. Los directores de la Obra, encabezados por el fundador, deseaban algún tipo de bendición del Santo Padre. Pero poco después se frustraban sus ilusiones. Se celebraron nuevas entrevistas Opus Dei-Vaticano sobre el intento de la Obra de dejar de ser instituto secular y convertirse en prelatura personal, pero el resultado fue negativo. Los directores de la obra pedían intensas oraciones cada vez que tenía lugar una de esas entrevistas, sin que nos contaran más detalles.

Al año siguiente, en 1967, tuvo lugar la segunda asamblea de la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra. Fue un canto a la gloria del que sería luego santo y uniría los nombres de José y María para transformarlos en Josemaría, aunque internamente firmaba documentos con el nombre de “Mariano” . La primera reunión de la Asociación de Amigos en Pamplona tuvo lugar en noviembre de 1964. Yo no asistí porque todavía no era chico de San Rafael, al empezar a ir por General Oraa, 5 por esas fechas.

La segunda asamblea de la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra marcó un punto alto en la Obra. Pienso que ha sido la única vez que el hoy San Josemaría celebró una misa cara al pueblo en el campus universitario pamplonés y pronunció la homilía titulada “Amar al mundo apasionadamente”, que luego se incluyó al final en el libro “Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer”, una colección de entrevistas de periodistas conocidos entonces, incluidos los directores de las revistas “Palabra” y “Telva”. La directora de esta última revista dejó la Obra posteriormente y hoy pertenece a otro grupo eclesial.

Durante esa época, los únicos “alimentos” del fundador que teníamos los de la Obra eran “Camino”, “Santo Rosario” y “La Abadesa de las Huelgas”. Por supuesto, si íbamos al centro, teníamos publicaciones internas. Por eso, cuando se publicó “Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer” fue una buena inyección para los que entonces deseábamos vivir según el espíritu del Opus Dei, que, así se decía, lo plasmaba a la perfección este sacerdote nacido en Barbastro. El viaje a Pamplona se hizo en trenes alquilados especialmente, que incluso tenían nombres internos como “Pitasur I” y “Pitasur II”. Se vendieron ampliamente ejemplares de las revistas “Palabra” y “Telva” que recogían las declaraciones de Escrivá.

Ahora pienso que yo hice la media hora de oración mental muchas veces con las declaraciones del Padre. Me parece una locura que yo quitara horas de estudio para meter en mi interior palabras de esa persona que tenía “mal genio”, que daba grandes broncas a los que le rodeaban, y que luego “era muy humilde”, porque perdía perdón. Cuando leí el libro de Carmen Tapia, al dejar el Opus Dei, me indignaba leyendo cómo la insultaba y le dirigía toda clase de barbaridades. No me suena que el fundador ni su sucesor, Álvaro del Portillo, le pidieran perdón. Por ello dudo que el hoy santo fuera una persona con mal genio y humilde.

Luego vinieron los “Dos meses de catequesis”. Le contemplé y oí dos veces en Tajamar en Madrid y una en el Colegio Mayor Moncloa de Madrid. En este último, ya lo he contado otro día, pude ver cómo el fundador llegaba a este centro en un coche marca Mercedes, color vino de Burdeos. Los coches que entonces había en España eran utilitarios como el popular Seat 600, el Renault 44 y otros utilitarios. Los directores nos dijeron que el Mercedes había sido prestado. No lo entiendo que se invite a vivir la pobreza y el que debe dar ejemplo no lo haga.

Ya le quedaban pocos años de vida. En 1973 y 1974 visitó distintos países de CentroAmérica y Sudamérica. En los “Dos meses de catequesis” de España se empezaron a realizar películas con sus tertulias. Fue el primer paso. Luego en América fue lo habitual, con el apoyo de Don Álvaro del Portillo y don Javier Echevarría, sus hombres de confianza. Este último, hoy prelado, muchas veces llevaba el micrófono en el bolsillo. Por si fallara algo, años pasados se doblaron en el Instituto Tajamar de Madrid algunas de las preguntas, pues, según nos confesaron los directores, “no se oían con la calidad adecuada”. Este es el motivo también por el que no se difunden otras películas de fundador. ¿Qué hay de verdad? No lo se.

¿Cómo me enteré de la muerte del fundador? Os lo explico. Yo pertenecía entonces a la plantilla de una agencia privada de noticias de España, en la que fueron frecuentes los directores periodistas que pertenecían al Opus Dei. En aquel entonces era un supernumerario. El corresponsal de Roma también era supernumerario. Este último me lo comunicó inmediatamente. Incluso le había visto. Pues bien, ese año pertenecía al centro llamado Cuatro Caminos. A su frente estaba un atleta español muy galardonado que con el tiempo se ordenó sacerdote. Cuando le comuniqué por teléfono el fallecimiento, indicó que iba a hablar con los de la Comisión. Cuánto misterio. Con el tiempo se empezó a decir "la marcha al cielo de nuestro Padre".

Al ser finales de junio, inmediatamente comenzaron las convivencias anuales que se celebran en verano. Yo estuve en el Colegio Mayor Guadaira de Sevilla. Percibí que se abría una puerta en los mayores de “Casa” (así se dice a los de la Obra) ante algo que había estado callado durante años. Ese fue el momento en el que oí lo de que el Padre “tenía muy mal genio”, pero era “muy humilde”, pues soltaba grandes broncas e “inmediatamente pedía perdón”. Ese sacerdote nos contó entonces que la madre del fundador, conocida internamente como “la abuela”, había visto a su hijo con la Virgen.

Pocos días después de empezar la convivencia en el Colegio Mayor Guadaira, llegó un aviso. Había que escribir inmediatamente nuestras experiencias con el fundador que podía valer para el futuro proceso de beatificación y canonización. Una noche los que escribíamos a máquina habitualmente nos fuimos a pasar a máquina de escribir todos esos testimonios, algunos de los cuales valían para nada en la sede de la delegación de Sevilla. Sabiendo la censura que existe dentro del Opus Dei, no me extrañaría que se hubieran cambiado algunas cosas.

Después de esa primera etapa de “apertura de puertas”, no he vuelto a ver ese espíritu de contar cosas. Muchos mayores de la Obra no se atreven a hablar y lo más que te llegaban a decir es: “Yo no valgo para las tertulias”. Para mí, el fundador tenía “un mal genio humilde”. No se cómo se compaginan ambas cosas.

Los ángeles olvidados

Recientemente el Papa Benedicto XVI bendijo en el Vaticano una escultura que representa al fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá, con dos figuras de ángeles jóvenes a sus pies y un libro con una frase evangélica. En la prelatura se ha recordado inmediatamente que la institución fue creada un 2 de octubre de 1928 en la festividad de los Ángeles Custodios.

Además de las grandes festividades de la Iglesia, el Opus Dei cuenta con dos que se celebran especialmente en su interior: la fundación el 2 de octubre, festividad de los Ángeles Custodios, y San José, el 19 de marzo, el día de la renovación de los compromisos temporales de los que tienen que hacerlo por obligación o la renovación por devoción, cuando ya se ha hecho el compromiso definitivo o de fidelidad.

La imagen que da el Opus Dei es como el abanderado de los ángeles en todas sus formas: los numerarios y los agregados se encuentran bajo la protección del apóstol San Pedro y el arcángel San Miguel; los supernumerarios, con el apóstol San Pablo y el arcángel San Gabriel; y la gente joven con el apóstol San Juan y el arcángel San Rafael. Cada una de labores con estos grupos son conocidas como las de San Miguel, San Gabriel y San Rafael, todos ellos arcángeles.

Si uno va a cualquier centro de la Obra y entra en la habitación de dirección observará un cuadro en el que se representa al llamado “ángel custodio” de la Obra, un retrato que se conserva en la sede central, y que tiene entre sus manos el escudo del Opus Dei un redondel que presenta un cruz que abraza el mundo y debajo la llamada rosa de Rialp que encontró el fundador en su huida de España en un bosque del Pirineo durante la Guerra Civil de 1936-39.

Desde que pité en 1965 se me insistió que tratara a los ángeles custodios con la frase en latín “Sancti Angeles Custodies nostri defendite nos in proelio ut non pereamos in tremendo judicio” (Santos Angeles Custodios, defendednos en la lucha para que no perezcamos en el tremendo juicio) que recitan diariamente todos los de la Obra al rezar las Preces, conjunto de invocaciones, y que se recomienda especialmente al tratar a las personas que se trata de acercar a Dios o a un centro de la obra. Luego existen “el ángel custodio del centro”, “el ángel de la guarda de cada uno” y otros.

Este verano estuve en México D.F. que posee una catedral muy bonita. En su interior existe una capilla dedicada a los siete arcángeles: Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Sealtiel, Jeludiel y Baraquiel. Todos ellos cuentan con una imagen e n los retablos. Se recuerda que existe un “ángel custodio de México”. Nunca he oído en la Obra hablar de esta capilla. Los que no nos suenen son como los “ángeles olvidados”.

La capilla de los Santos Ángeles estuvo concluida en 1665. Fue destruida por un incendio en 1711. Los retablos actuales son de estilo salomónico. En un principio estaban representados San Miguel (significa quién como Dios), San Rafael (medicina de Dios) y San Gabriel (margen de Dios). A ellos se añadieron los otros cuatro arcángeles, que, según la tradición, se revelaron a un sacerdote de la ciudad de Salerno (Italia) entre 1520 y 1525. Uriel significa fuego de Dios; Sealtiel, intercesión ante Dios; Jeludiel, remunerador; y Baraquiel, alabanza. Durante el tiempo de la colonización española –así lo dice un letrero en la catedral de México-- D.F. —tenían la costumbre de colocarles como ofrendas 7 monedas y 7 cirios, mientras hacían una petición. Jeludiel era invocado por los mexicanos para que nunca faltara el bienestar económico.

El fundador del Opus Dei, el Santo Marqués de Peralta, estuvo varias veces en México. Supongo que visitaría más de una vez la catedral de México. Nunca oí que se refiriera a esta capilla que está a la izquierda del templo nada más entrar por la puerta principal. ¿Qué le llevó a no hablar de estos arcángeles? Nunca oí hablar de ellos en los 34 años que estuve dentro.

Por otra parte y por último, quiero hacer un pequeño comentario. En el chat Exodo se me ha preguntado si sigo siendo creyente. La persona no se identificó y se fue de la conversación. No le respondí. En la web www.religiondigital.com, en su apartado de “Rumores de Ángeles” en el que colaboro, otro me ha dicho que no soy creyente, porque estoy contribuyendo a que la gente sepa cómo es el Opus Dei. Otro, que firma con seudónimo, asegura que muchos de la obra saben cosas de mi, pero que no las van a decir. He respondido que no me van a callar. Que lo sepáis.

Cazando con el fútbol

Cerca de mi domicilio existe un club juvenil de la Obra. Es una casa de alto en bajo, en la que los numerarios que allí residen no cuentan con vecinos. Es lo ideal para no tener broncas, debido al ruido que hacen los chavales jóvenes cuando frecuentan estos lugares. A la entrada de la casa y en locales comerciales de la zona han sido colocados unos carteles publicitarios a grandes letras en el que puede leerse "Escuela de fútbol". Es un pretexto más para captar chavales jóvenes que, con el tiempo, engrosen el número de gente que pertenece al Opus Dei. Es una de las tácticas que sigue la prelatura personal en todo el mundo.

Esta vez el pretexto utilizado para cazar chavales es el fútbol. Hasta en el mismo cartel se dice de una manera más o menos clara. "No es solo un juego. Aquí formamos personas", manifiesta el cartel para captar gente del barrio y de los dos o tres colegios o institutos cercanos. Sin embargo, lo que "vende" el cartel exteriormente, a grandes letras, es "Escuela de fútbol". El texto incluso señala que los profesores son titulados. Sinceramente lo dudo. Ya viví en una experiencia parecida en otros centros.

Además, el cartel se añade con una frase lapidaria. "Llevamos los colores por dentro", dice el texto. Y yo me pregunto: ¿De qué manera se llevan los colores por dentro? A ver si es que se los que se inscriben llevan una camiseta interior del club y le ahorran a sus madres el ponerse una aprenda así durante el invierno de Madrid. Por supuesto que no existe aclaración a ese tronco (así se dice en el interior del Opus Dei a una frase tan redonda).

Algunos expertos dicen que los países de Occidente van hacia el "crecimiento cero" de la población. Se lleva camino de que por cada persona que muere no va a ser sustituida por otra. Al Opus Dei le va a ocurrir algo parecido si no lo remedian con las tácticas de siempre y con las que se puedan inventar ahora, si es que se las inventan. Pues bien, mi barrio, que se construyó en el principio de los años sesenta del siglo XX, estaba compuesto por matrimonios recién casados y niños y adolescentes. En estos momentos, es una zona de viejos. Yo , que tenía 17 años cuando mis padres compraron la casa, ya tengo 60. Eso sí, existen varios colegios a cuyos alumnos la Obra trata de captar. A todo ellos se añaden los colegios "Retamar", "El Prado" y "Los Olmos", obra corporativa y centros de Fomento de Centros de Enseñanza, que abastecen de niños a muchos clubs juveniles opusianos.

En la lista que acabo de facilitar he excluido expresamente al colegio "Tajamar", instalado en el barrio de Vallecas, cuyo fin directo son las vocaciones de agregados y gente obrera (cada vez menos), aunque tambien algunos empiezan pitando de agregados y con el tiempo pasan a numerarios. Es un clasismo más de los que se viven en el Opus Dei y que me tocó padecer durante el tiempo que estuve dentro.

Si los chavales que van a apuntarse a la "Escuela de fútbol" creen que van a tener niveles de profesionales de los grandes clubes, están muy equivocados. Lo único que se trata es de "cazarlos a través del fútbol". Cuando me hice de la Obra en 1965 y se me enseñó "Tajamar" se me explicó que este colegio obra corporativa había obtenido por entonces el campeonato de España de gimnasia (no se si de colegios o de gimnasios), pero que los directores de la institución habían decidido disolver el equipo al día siguiente de ganar el campeonato, pues los deportistas solo se dedicaban a cuidar el músculo y descuidaban sus facetas espiritual y humana. Uno de esos gimnastas era entonces un oblato del Opus Dei (hoy agregado del Opus Dei) y hoy pertenece a una de esas sectas que abordan a los ciudadanos por la calle. Claro, que dejó la Obra, se echó novia, se casó y, ya sabeis, donde terminó.

El ejemplo es claro. El cartel del club juvenil de mi barrio dice: "No es solo un juego. Aquí formamos personas". Por lo tanto, el fin principal de su "escuela de fútbol" es el de la captación para la prelatura. Se empieza con el fútbol y se termina siendo uno más del Opus Dei, un seguidor de Escrivá. Como en Madrid ya va existiendo una población inmigrante de otros países, los que piten pueden ser utilizados en su día para volver a la zona de donde procedían sus padres. Es una jugada a varias bandas. No hablo en broma. Y, por supuesto, que sus progenitores se vayan olvidando de sus descendientes, pues la Obra aleja a los hijos de sus padres, sobre todo, si son numerarios.

Algún experto autor de ensayos podría decir "el fútbol como pretexto". Vaya si lo es. Llega a tal extremo lo que afirmo que las charlas de escética se denominan "charlas de virtudes humanas". Así las denominan los "monitores" de la "escuela"( sí, entre comillas), que, a la vez, tratan de llevar la "dirección espiritual". Exactamente igual que lo que hacen los numerarios y agregados que llevan las charlas fraternas de otros del Opus Dei. Informan al "consejo local" del centro. Si existe alguna intimidad, el monitor no tendrá ningún problema en contarlo. Lo se por experiencia.

Otra cosa sobre la que hay que llamar la atención es sobre el supuesto título oficial de los "monitores" de la "escuela de fútbol". Y, si es que poseen el título, ver si son realmente ellos y no otros los que se encargan de los alumnos. Puede ser alguien de la obra el que da la cara y solo es utilizado de pantalla para otras cosas, como es el proselitismo a través de este actividad.Otro día seguiré con las "martingalas" de los clubs juveniles opusdeistas.

A la puerta del colegio

El Opus Dei vive actualmente una encrucijada: Debe alimentarse de vocaciones jóvenes que, en su día, sean los numerarios que llevarán las riendas de la Obra. En esta web se ha publicado la petición del actual prelado, Javier Echevarría, para que en cada región de la obra piten 500 jóvenes. Lo que no dice el sucesor de Escrivá y del Portillo es que son numerosas las personas que deciden salirse de este grupo religioso. Yo fui uno de ellos. Conmigo se fueron otros cuatro agregados que llevaban cerca o más de treinta años en el Opus. Todos sabemos que se van muchos. A ver qué institución registra tantos abandonos. No hace mucho me enteré que otro agregado se había ido con cuarenta años dentro. Para resolver el problema recurren a tácticas como abordar a los jóvenes y adolescentes a la salida de los colegios.

En los casi treinta y cuatro años que permanecí dentro ví irse mucha gente. Entonces ya empezaban a proliferar los clubs juveniles para obtener vocaciones jóvenes. Los pitajes se producían a los catorce años y medio de edad. Hoy los llaman "aspirantes" y los responsables oficiales de la prelatura dicen que no pertenecen a ella. Vaya si lo pertenecen. Si tienen el mismo plan de vida que los que son oficialmente numerarios, agregados o supernumerarios, ¿cómo dicen que no son del Opus Dei?

Mi anterior escrito de "Treinta y cuatro años sin vocación", "Cazando con el fútbol", trataba el tema de la "Escuela de fútbol" como sistema de atraer jóvenes. Lo que importaba no era el fútbol, sino cazar a través de este deporte. Y eso se puede hacer también abordando a los jóvenes y adolescentes a la salida de los colegios. Hoy analizaré una de las cosas que viví durante los años que participé en centros de San Rafael como los denominados "Recoletos"; "Princesa" (hoy de las mujeres de la Obra), instalado en la calle del mismo nombre de Madrid; "Codaste" en el barrio de Campamento y Aluche; y "Cuatro Caminos", en la Glorieta de Cuutro Caminos.

Uno de los puntos principales para obtener vocaciones de numerarios y agregados es el domicilio familiar de los supernumerarios/as. Estos/as procuran acercar a sus hijos a los clubs juveniles. Cuando la otra parte del matrmonio no pertenece a la Obra se pueden producir momentos de roce. Y ello, porque considera que es suficiente con tener uno de la la prelatura dentro y no quieren que sus hijos sigan el mismo camino. Pues bien, viví varios casos de este tipo. Se producían roces entre marido y mujer por esta causa. Los responsables de los/as supernumerarios/as procuran inculcarles que no se produzcan celos entre él y ella. Un cooperador me dijo una vez en un retiro espiritual que si el trabajo y el Opus Dei no le acercaban a su esposa, el trabajo y la Obra eran como una amante o una querida. "Como las queridas no son buenas, lo alejo", añadió. Con este ejemplo, pienso que se entiende todo.

Los supernumerarios/as procuran acercar a su hijos a los clubs juveniles. Una vez que los hijos de ellos van por esos centros, los responsables de éstos les inculcan que procuren llevar a sus amigos y compañeros de clase a estos lugares. Pero no siempre es suficiente con ellos. En algunos casos, son los mismos profesores que pertenecen al Opus los que facilitan fichas para que les traten. Sería violento que un docente de un colegio no perteneciente o relacionado con los seguidores de Escrivá llevaran ellos a sus alumnos.

Ante la falta de alumnos hijos de supernumerarios/as, para solucionar este caso, lo que se hace en la obra es abordar directamente a los niños, adolescentes y jóvenes a la salida de los colegios. Padres no pertenecientes a la Obra que leéis esta página, esto sucede. No solo se puede utilizar la "Escuela de fútbol", sino también "Cursos de técnicas de estudio", jugar al "scalextric" o disponer de un espacio para pintar. Muchas veces lo responsables de esas actividades no pasan de ser unos alumnos de una carrera universitaria.

Durante el tiempo que permanecí en el club "Princesa", un piso que había sido estudio del arquitecto y hoy sacerdote César Ortiz Echagüe, se organizó un "Curso de técnicas de estudio". Vinieron pocos. Uno de ellos fué Antonio, alumno de un colegio cercano de frailes. Con el tiempo, éste trajo a un hermano, que pitó de numerario como él, y tambien a su padre y otro de sus hermanos. Total, que la mitad de una familia de ocho hijos pasó a pertenecer a la obra. De ellos, hoy dos son sacerdotes numerarios.

El centro disponía de unas hojas a multicopista para repartirlas entre los que se apuntaron. Uno de los responsables era uno de la obra que estudiaba la carrera universitaria de Psicología. El anzuelo fue el curso. Con imaginación, otras veces lo que se inventa puede ser un curso de "acceso a a universidad". Todo vale para hacer proselitismo, según los seguidores de Escrivá.

Los de la Obra que se encargan de los clubs juveniles pueden tener tambien escenas desagradables por abordar a los niños a la salida de los colegios. Uno de los adolescentes que acerqué al club "Codaste", que aún no pertenecía oficuialmente a la hoy prelatura, me dijo un día que sus padres le habían preguntado que si no iban chicas y si nosotros teníamos novias. Después de mucho indagar, descubrí que sus padres preguntaban si los de la Obra éramos homosexuales, pues no tratábamos con chicas. A partir de ese momento, decidí que se acababa el misterio y afirmé que era del Opus Dei. Eso me sirvió para acercarme más a esa familia. Con el tiempo, pitaron tres hijos (todos ellos numerarios) y la madre. De aquellos, solo queda dentro uno, que, con el tiempo, pasó a ser supernumerario.

De tu casa a la pensión

Los directores del Opus Dei suelen decir que la prelatura está para servir a la Iglesia y no saca a nadie de su sitio. Al mismo tiempo, aseguran que cualquier numerario o agregado debe estar dispuesto a abandonar la labor profesional más floreciente para incorporarse a cualquier tarea interna que lo requiera. Internamente se suele pensar que esto último solo lo viven los numerarios. No es cierto. En muchos casos tambien lo viven los agregados. Un ejemplo de ello se produjo en los comienzos del colegio "Tajamar", que durante muchos años ha sido el buque insignia de la labor que realizaba la Obra con gente obrera. Hoy esa labor practicamente no existe.

La Obra comenzó a realizar labor apostólica con agregados a finales de los años cuarenta del siglo XX y principios de los cincuenta. Los dos primeros que vivieron su entrega de esta manera fueron Paco Navarro, natural de Valdepeñas (Ciudad Real) y que fue tratado por Amadeo de Fuenmayor, y Rafael Poveda, que trabajó durante algunos años en la Editorial Rialp, vinculada a personas del Opus Dei. Los dos, que pitaron con el nombre de "supernumerarios internos" ya han fallecido. El siguiente, y primer oblato, fue Paco Uceda, también muerto, que presumía de haber sido carterista y haberse convertido.

Paco Navarro vino a Madrid desde su tierra natal en Valdepeñas (Ciudad Real). Pasó a vivir en una pensión, lugar bien distinto sin el calor de la vivienda de los suyos. Con el tiempo, se compró un piso en la calle México y se trajo a una hermana soltera de su madre para que viviera con él. Estaba previsto que al fallecer la Obra se hiciera dueña de su vivienda. En los últimos años se incorporó a su compañía un hermano suyo soltero residente en Barcelona. En el mismo edificio vivieron durante un tiempo Rafael Poveda con otros de la Obra y Pepe Guallart, también agregado fallecido, que había traído a sus hermanas.

Los últimos años de Paco Navarro no fueron en su vivienda. Al contraer la enfermedad de Alzheimer, los directores del Opus Dei lo trasladaron primero a una "residencia de agregados" en la calle Luis de Salazar de Madrid, perteneciente a la delegación del Madrid-Este, y con el tiempo a otra del mismo tipo en la calle Leñeros, dentro del territorio de la de Madrid-Oeste a la que Paco pertenecía. Eso sí, estuvo acompañado de Angel, Enrique (sacerdote coadjutor) y otros agregados.

La residencia de Paco en la residencia de la calle Luis de Salazar fue un poco accidentada. Pere, un agregado catalán, le cedió su habitación. Ello provocó el malestar de algunos residentes ya mayores de la delegación de Madrid Este, pues entendían que esa plaza era para agregados de esa zona. Ahora esos que estaban descontentos lo niegan. Otros no estaban de acuerdo con su postura. El primer agregado de toda la historia de la prelatura era una institución y tenía cruz de palo que le había entregado el fundador, procedente de la madera de las vigas de la ermita de Molinoviejo. Pienso que él no se enteró de estos detalles, pero los que le hacíamos compañía lo vivimos.

Pero no todos fueron como Paco. Pepín, otro de los primeros agregados y uno de los tres primeros que terminaron los estudios internos de Filosofía y Teología, no perseveró, pues se enamoró de la dueña de su pensión. Tampoco perseveró José Luis, un fotógrafo de profesión que estaba destinado a ser uno de los tres primeros sacerdotes agregados. El tercero, Juan, que vino de Valencia, falleció en la Obra, mientras veía que fueron otros tres los primeros que se ordenaron.

La vida de una residencia de agregados no se parece en nada a una familia, que es a lo que aspiran los directores del Opus Dei. En Madrid existen cinco o seis. Todas las que he visitado o me han invitado a comer se parecen más bien a una pensión. Yo fui uno de los accionistas de la que está en la calle Leñeros, pero al causar baja como agregado, no me han vuelto a enviar papeles que lo justifiquen. Para mi, esto es una manera que tiene la Obra de disfrazar dinero negro. Eso sí, son residencias que solo admiten hombres. Al frente de los servicios de mantenimiento de ellas suele estar una supernumeraria o una agregada.

Incluso algunas "residencias de agregados" suelen tener una tertulia semanal a la que es obligatorio que vayan los residentes. Al no ser oficialmente un centro de la obra, siempre se procura que haya dos o tres hombres que no pertenecen a la prelatura. Una vez estaba en una residencia de este tipo en Pamplona y el que estaba al frente me hizo una corrección fraterna por algo que me había observado mientras almorzaba. ¿Son o no son centros de la Obra? El ambiente que he podido observar es que se parecen más a una pensión que a una casa de familia. Bueno, los centro de numerarios de la Obra, aunque digan que son hogares de familia, no lo son. Yo siempre detecté una gran frialdad por parte de los numerarios. Incluso existían acotados por lo que yo no podía pasar pues eran de numerarios.

Antes de dejar la Obra en octubre de 1998, los directores de la Obra, tanto de la Comisión como de la Delegación de Madrid Oeste, nos animaban a los agregados a tener imaginación y presentar iniciativas que resolvieran nuestro futuro cuando nos hiciéramos viejos. Una de las residencias que funcionaba, en el barrio de Moratalaz de Madrid, incluía una especie de vivienda independiente en la que podían vivir nuestras madres. Estaban dotadas de un servicio para las labores domésticas.

Algunas de las residencias de agregados tenían unas habitaciones muy pequeñas y otras estaban dotadas de sala de estar, baño y dormitorio, mientras que otras no eran así. Es un clasismo más de los que he vivido dentro del Opus Dei. Incluso se me proponía que en verano, cuando se iba fuera mi madre, me fuera a una de estas residencias. Nunca lo quise. Nunca consideré aquellos sitios como mi casa, en la que sí estaba contento.

Entrevistas pactadas

Cuando pité en 1965, los de la Obra y los que se acercaban a sus centros podían entender al espíritu del Opus Dei a través de los libros “Camino” y “Santo Rosario”, escritos por el fundador, Josemaría Escrivá, aunque no pasado el tiempo comenzaron a publicarse algunas entrevistas periodísticas, a las que se unió la homilía pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra, para hacer el libro titulado “Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer”.

Desde entonces, el Opus Dei ha descubierto que puede servirse perfectamente de los periodistas, muchos de los cuales hasta aceptan un cuestionario previo y todo lo que luego se publica está absolutamente pactado. En algunos casos, para que no se quejen los informadores, se les permite un breve diálogo y así el escrito puede llegar a tener una mayor viveza que la que procede solamente de la contestación a un cuestionario. En algunos casos, se llega a permitir la presencia de un fotógrafo de prensa para que la información tenga una mayor credibilidad...

Esta técnica de la “entrevista pactada” no ha sido solo utilizada por Josemaría Escrivá. La han vivido también sus sucesores: Álvaro del Portillo y Javier Echevarría. En el último mes, éste último ha concedido una entrevista a un periódico que se dice de temas económicos (“Gaceta de los Negocios”) en el que existen bastantes personas que pertenecen al Opus Dei, empezando por uno de sus principales accionistas, que es un numerario de la prelatura. En los 34 años que he estado dentro de la Obra he podido frecuentemente la expresión “hay que darle la vuelta al mundo como a un calcetín”. ¡Ah! El que hizo la entrevista en este mes también es numerario.

Siendo yo de la Obra, me recibió a solas don Álvaro del Portillo, con motivo de mi trabajo como informador del Sínodo de los Obispos en Roma, que en aquel año se dedicaba al tema de la familia. Aproveché la ocasión para solicitarle una entrevista, pero jamás me la concedió, y eso que es un tema sobre el que se habla mucho en el Opus Dei. Ahora mi compañero de profesión que trabaja en “Gaceta de los Negocios” ha conseguido a la primera una entrevista con el prelado actual. Se ve que han cambiado los tiempos o le interesaba a la prelatura para algo.

La experiencia que tengo de los treinta y cuatro años que he ejercido como periodista y he pertenecido la Obra de Dios es que las entrevistas, sobre todo las de monseñor Álvaro del Portillo y de monseñor Javier Echevarría, han aportado poco o muy poco. Han sido mera correa de transmisión del pensamiento de monseñor Josemaría Escrivá, sin presentar novedades de ningún tipo, que sí estaban en esas primeras entrevistas del fundador que en los años sesenta se estrenó en la prensa escrita y en algunas revistas en las que trabajaban miembros del entonces instituto secular.

¿Qué pensamiento tiene monseñor Javier Echevarría sobre lo que es una entrevista periodística? Da la impresión de que el Opus Dei se ha quedado anclado en una época y no evoluciona. La prelatura dispone de "oficinas de información", pero, por lo que se ve, el prelado es el señor absoluto y no se deja orientar. Cada uno entiende de lo suyo. Me da la impresión que el sucesor de Álvaro del Portillo y el segundo de Josemaría Escrivá es un señor absoluto de todos los que tiene bajo su mando y, aunque se diga que se respeta la libertad profesional de cada uno de ellos, en realidad no sucede así.

Dentro del mundo eclesiástico, al que me he dedicado como informador religioso durante 32 años (tambien me he dedicado a otras parcelas, como la cultura), se suele decir que los teólogos del Opus Dei aportan poco. En esto tienen razón. La gran mayoría de ellos, empezando por el prelado, se remiten a decir las mismas palabras o parecidas que las que dice el fundador o un destacado miembro de la Jerarquía de la Iglesia Católica, y no saben elaborar una aportación propia. Me ha sucedido muchas veces que cuando les he leído, la mayor parte de las veces, me he dicho a mí mismo: “Estoy ya lo he leído en tal sitio”, y hasta recuerdo dónde.

El Opus Dei se encuentra en una crisis de creatividad. Desde que el fundador murió el 26 de junio de 1975 no ha aportado nada. Si acaso pueden haber aportado una frase que se repite una y otra vez dentro de la Prelatura y que sus seguidores (numerarios, agregados, supernumerarios y cooperadores) repiten una y otra vez. El Santo Marqués de Peralta decía: “El Opus Dei está para servir a la Iglesia como la Iglesia desea ser servida”. Durante unos años tuve en mi trabajo periodístico a un director que era numerario y que me repetía muy frecuentemente esa frase. Muchas veces repetía para mis adentros: “Ya está éste con lo de servir a la Iglesia como ésta desea ser servida”. Lo curioso es que no vivía la caridad con los que se acercaban a él. Más adelante publicaré aquí un artículo sobre esa persona.

Para conceder las “entrevistas pactadas”, el Opus Dei se suele servir de las “oficinas de información”, que son las que entran en contacto con los responsables de los periódicos o de las secciones. Muchas veces los responsables citados no piden las entrevistas. Simplemente dejan caer la posibilidad de llevarla a cabo. Y claro, el pez (el periodista) muerde el anzuelo (la entrevista) que le presentan. Primero se trata de lanzar una idea y luego se va presentando la realidad. “Te concedemos esa entrevista, pero con cuestionario”, puntualizan los de la “oficina de información”. En muchos casos no se llegará a ver al prelado (los de la Obra le llaman “Padre”) o, si se le ve, es por poco tiempo. Todo se reviste de misterio, que lo saben hacer muy bien los "opusdeistas".

Como al cabo del tiempo se habrán producido muchas “entrevistas pactadas”, luego se elabora un libro, cuya edición se vende normalmente a una editorial afín a la prelatura. Al final se produce el gran negocio. Los de la Obra y los cercanos lo compran, procuran que lo compren sus familiares y hasta lo regalan a unos novios con motivo de su boda. Si yo me casara no me gustaría que me regalaran eso, que no es más que una de las tácticas para difundir doctrina.

Este sistema de libros de entrevistas fue vivido por el Opus Dei con su fundador. Era frecuente que en los templos – como la Basílica Pontificia de San Miguel de Madrid—y en los oratorios de los centros se hacía oración con ellos. Ahora me pregunto cómo pude llegar a eso. Todo es cuestión de acostumbrarse. Si se vive dentro es más fácil.

Los periodistas suelen ser muy sagaces. Los directores del Opus Dei lo son más. Siempre te pueden “colar un gol”, como el que he descrito hoy. Y no solo eso, hasta pueden conseguir que el informador solicite su incorporación como numerario, agregado o supernumerarios. Empiezan siendo cooperadores y terminan en la Obra. Yo sé de algunos, pero, en cualquier caso, son muy pocos.

Un control minucioso

El fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá, solía decir que la Obra es una gran familia con vínculos más fuertes que los de la sangre. Así se te transmite tan pronto como escribes la carta de incorporación como numerario o como agregado. En los supernumerarios no se hace tanto hincapié en este punto. Conforme pasa el tiempo dentro de la prelatura te das cuenta que existen hechos que desdicen a la supuesta familia, como el control minucioso que se lleva de todo lo que realiza.

Conforme va pasando el tiempo dentro del Opus Dei te das cuenta que hasta lo más ínfimo está controlado. Por eso defendía el fundador la necesidad de vivir las cosas pequeñas. Claro que cuando se trata del funcionamiento de la Obra no se pasa ni una, pues todo debe funcionar como una gran empresa todos coordinados bajo la batuta del que ellos denominan “Padre” y todos los directores que existen desde esa “cima” que existe en Roma y que va bajando según se llega a los distintos países (ellos les denominan “regiones”), delegaciones y centros.

En cualquier centro del Opus Dei existen numerosas fichas para llevar ese control minucioso, que luego se envía de abajo a arriba. Cada meditación, tanto interna como externa, está rigurosamente controlada. La charla o charlas que imparten el sacerdote y algún laico no son espontáneas. Existe un guión que viene de la delegación, la comisión (los hombres) o asesoría regional (las mujeres) o el consejo general (los hombres) o asesoría central (las mujeres). La persona que la imparte aportará algún ejemplo, pero la sustancia de lo que se debe decir poco se puede cambiar. Esto explica la escasa aportación que hacen los miembros de la Obra en las diversas parcelas de la vida.

Una vez que se han impartido esas charlas, los directores o las personas que llevan la dirección espiritual suelen preguntar a los que no son de la Obra o a los de la Obra más jóvenes qué les pareció la plática o comentario y qué les llamó más la atención. Es una manera de descubrir y controlar a la persona. El que ha tomado notas o tiene una gran capacidad de captar el pensamiento puede ofrecer una lección, que luego se tiene en cuenta a la hora de plantear un posible “pitaje” o incorporación a la prelatura. Si se ve que la persona entrevistada no ha entendido todo, se le insiste en el “mensaje” que se quería transmitir o en la consigna que previamente se ha determinado con los directores superiores.

Lo que acabo de decir de un retiro o meditación se puede aplicar también cualquier “círculo” o convivencia. Nada es espontáneo. Hasta los invitados a las tertulias después del almuerzo tienen clara la idea de transmitir la doctrina que impera en el Opus Dei en ese momento. El invitado se ha preparado previamente en la oración o en su despacho de trabajo lo que va a decir, con el fin de que “aproveche” a los demás. Más de una vez he salido de una tertulia diciendo que, si bien había intervenido un laico, aquello había sido más bien una meditación que podía dar cualquier sacerdote de la Obra. “Vaya rollo”, he exclamado yo muchas veces para mis adentros, después de haber estado en una tertulia. Existen veces que hasta los invitados a las tertulias sacan la agenda y leen una frase, que procede de un documento o revista internos (‘Crónica’ y ‘Obras’). Es una manera de adoctrinar.

Por supuesto que la mayor parte de las charlas de los Círculos de San Rafael (jóvenes no de la Obra) y de San Gabriel (mayores y casados) también tienen guiones a los que se deben ceñir los que van a ofrecerlas. Alguna vez, ante la abundancia de círculos en un centro, puede ocurrir que dos “mayores” del Opus Dei coincidan y uno deba esperar a que termine el otro para ponerse a preparar su futura intervención. Una vez se ha impartido la clase se debe informar al consejo local (director, subdirector, secretario y sacerdote) sobre las posibles novedades e intervenciones de los asistentes, que algunas veces interrumpen, cuando eso no está previsto.

Ahí no queda el control. Los numerarios, agregados y supernumerarios que no tienen puestos de responsabilidad en los centros luego deben hablar en la dirección espiritual personal –llamada “charla” o “confidencia”—sobre lo que se le ha dicho. El director del círculo debe hablar con los de “fuera” sobre lo que les ha llamado la atención. Eso es otra forma de dirección espiritual y da paso a meterse en la vida de los asistentes en todos los campos. Es muy frecuente que a los jóvenes se les pregunte si se masturban, pues no puede incorporarse al Opus Dei una persona que realiza esta práctica habitualmente. Algún amigo mío que fue chico de San Rafael me ha explicado ahora la pesadez del director del centro cuando, después de haberlo hablado anteriormente, pasados los días le volvía a preguntar por lo mismo.

El Opus Dei dice que no le gustan los números, que lo que quiere es la santificación de las personas. Cualquier curso anual, curso de retiro (es el nombre moderno, pues antes se llamaban Ejercicios Espirituales, una manera de diferenciarse de la Compañía de Jesús), convivencia, círculo, meditación o dirección espiritual cuenta con la correspondiente estadística de números y de asistentes. Un ejemplo: cada vez que termina una meditación de los sábados en un centro, el secretario y el encargado de la estadística pregunta a los de la Obra los nombres de sus amigos. Estos datos luego se incorporan a una ficha, con nombre, apellidos, dirección, teléfono, nombre de los padres, carrera que estudia o dedicación profesional y… los círculos, meditaciones y demás actividades a los que ha ido. Si alguien se va de la Obra luego se tienen datos de sus amigos, que son tratados por otros. Al final de mes, esos nombres se envían a las delegaciones del Opus Dei. No se lo que se hace más arriba con esos datos.

Los numerarios y agregados de la Obra padecen otro control riguroso. Es la llamada “cuenta de gastos” que deben entregar al final de mes al director, en la que figuran casillas con las entradas y las salidas del dinero que se han gastado. Esta es una de las cosas que más me costó durante los 34 años que pertenecí al Opus Dei. Debe anotarse desde los gastos de autobús o metro, la gasolina para el coche, los desayunos y almuerzos, los periódicos, el tabaco (si fumas) y si has invitado a tomar una copa a algún amigo. Los directores de la prelatura suelen aconsejar el “apostolado del no dar”, pues, según ellos, así se prueba su generosidad. Todo ello puede derivar en que los de la Obra tengan fama de tacaños. Si se produce un caso de éstos, los responsables opusimos le echan la culpa al numerario o agregado que no ha vivido bien el espíritu.

La compra de trajes y artículos de primera necesidad debe hacerse por el que lo necesita, acompañado por otro de la Obra que tenga “criterio”. Antes debe consultarse el correspondiente gasto al director. Se suele ir a los sitios que tienen rebajas y así el dinero “luce” mucho más. No está previsto que uno de la obra tenga más de dos trajes en invierno o otros dos en verano, salvo que goce de una buena posición. También están previstas una o dos chaquetas y dos o tres pantalones que combinen con ellas. En camisas sucede algo parecido.

Si algo no te es necesario debes entregarlo en dirección, que, a su vez, lo entrega a otro de la Obra que lo necesite. Más de una vez te sorprendes cuando, el Día de Reyes, una cosa tuya es entregada a otro. Yo tengo un abrecartas de plata con el nombre del miembro de la prelatura al que sus alumnos decidieron homenajear y se desprendió de él. Esto parece muy bonito, pero lo que no me parece tan bien es que existan directores, por ejemplo, con corbatas de grandes firmas. Igual son regalos que se han hecho a otros y, como me sucedió a mi con el abrecartas de plata, se las han entregado a ellos.

Como en la inquisición

En años pasados, se derrumbó una casa en un pueblo de Extremadura, que había sido construida a finales del siglo XV y comienzos del XVI. Siendo un edificio antiguo, la noticia hubiera tenido una importancia relativa si no fuera porque, al caerse los muros, se descubrió que estaban ocultos entre sus paredes unos libros antiguos, entre los que figuraba una versión desconocida de “El Lazarillo de Tormes”, una de las obras cumbres de la literatura universal. Los volúmenes habían sido depositados allí, huyendo de la Inquisición que por aquel entonces era una de las fuerzas que gobernaban en España.

Este hecho de que un libro fuera ocultado entre unas paredes me recuerda mucho a lo sucedido con un amigo mío del centro llamado “Recoletos 5", amigo también ex, que en los años sesenta del siglo XX vivió unos hechos parecidos, pero no con la Inquisición, sino con otra institución del siglo XX y de ahora que utiliza unos métodos muy parecidos a los que acabo de describir. Podréis imaginaros que estoy hablando del Opus Dei.

La época del gobierno del general Franco se distinguió por una hostilidad abierta a otra religión que no fuera la católica. Recuerdo haber asistido, en los principios de los años sesenta del siglo XX a una audiencia pública en un tribunal en el que se juzgaba a un pastor protestante, por el hecho de tener un lugar en los que los de sus creencias practicaban la religión propia. La atmósfera que entonces se respiraba en España era de credo oficial y los demás no tenían derecho a la vida ni a practicar sus creencias.

Mi amigo ex, del que no doy el nombre, tenía un padre de religión protestante. En su casa abundaban las versiones de la Biblia. Eso no fue obstáculo para que, con el tiempo, él abrazara el catolicismo y, más adelante, se hiciera oblato (hoy llamados agregados) del Opus Dei, gracias a que vivía en una zona próxima al colegio Tajamar, obra corporativa, que entonces se dedicaba principalmente a la formación llamada profesional, aunque también disponía de estudios primarios y de secundaria. El fue uno de sus alumnos y, como pasó con la mayor parte de los primeros de Tajamar, andando el tiempo no perseveró casi ninguno.

Como entonces la mayoría de lo oblatos del Opus Dei eran obreros o gente humilde, un día, antes de comenzar el curso 1966-1967, los directores de la Obra dispusieron que todos los que teníamos este tipo de entrega y cursábamos estudios universitarios nos concentráramos en el centro llamado “Recoletos, 5”, que estaba encima de un restaurante de comida marroquí, cuyo olor de guisos llegaba habitualmente hasta nosotros. Nos concentramos unos 80 oblatos universitarios. Solo quedaron unos pocos en los centros llamados Tajamar, Gurtubay y colegio mayor Moncloa. Los que hasta entonces iban por allí que no eran universitarios fueron trasladados a un centro que se abrió en la Glorieta de Cuatro Caminos número 4, escalera cuatro.

El primer sacerdote que atendió a esos ochenta oblatos con el tiempo no perseveró. Tenía unas ideas abiertas que chocaban en el Opus Dei. Pues bien, aconsejó a mi amigo leer el Corán como manera de conocer y amar más, por contraposición, el catolicismo. Mi amigo escribió una carta al fundador, el Santo Marqués de Peralta, en la que le expresaba su alegría ante los hallazgos de tipo espiritual que estaba haciendo. Los directores de la Obra, que leen habitualmente la mayor parte de la correspondencia de sus miembros, les faltó tiempo para advertir gravemente al citado sacerdote que no podía hacer esas recomendaciones. Mi amigo ni se enteró de lo que había pasado.

No se si por esa o por otras razones, el sacerdote que nos atendía a los ochenta oblatos u agregados fue cambiado de centro. Le sucedió otro numerario que se distinguía y se distingue por sus charlas filosóficas que nadie entiende, no solo en los estudios internos sino en las meditaciones. Es uno de esos casos a los que me refería hace poco y que me hacían exclamar una y otra vez: “Vaya rollo”. El nuevo sacerdote sigue hoy perseverando.

Supongo que los directores de la Obra sabían la procedencia religiosa de mi amigo. Un día, el nuevo sacerdote le invitó a llevar al centro todos los libros que tenía en su vivienda familiar. Pasado el tiempo no le devolvió ni uno solo de los libros que le había dejado. Un caso igual al de la Inquisición que en el siglo XVI y siguientes quemaba libros y ahora el Opus Dei los pasa por la guillotina o por la caldera de la calefacción, si es que la tiene de carbón. Menos mal que el antiguo oblato decidió reservarse dos libros bíblicos que hoy guarda como unos trofeos muy queridos.

¿Cuántos buenos libros desaparecieron a causa de la Inquisición? ¿Cuántos libros que leen la mayoría de los ciudadanos no leen los del Opus Dei, que se dicen en medio del mundo? Anteriormente recordé que el fundador había establecido su “índice” particular, para que sus seguidores no estuvieran en contacto con literatura que ellos prohibían. Así pasa lo que pasa, que son pocos los del Opus Dei que leen un libro al año.

A la hora de los libros, existen muchos miedos en el Opus Dei. No se fían de nadie. Y eso que dicen que se santifican “en medio del mundo”. Tampoco van al cine. De nuevo están poniendo las condiciones “para santificarse en medio del mundo”. Y si van a salir con los amigos por la noche, no pueden ir a tomar unas copas con ellos. Dicen que son contemplativos. A veces se parecen a los monjes y a las monjas de clausura, que se apartan del mundo.

En el Opus Dei se producen casos patológicos entre personas que teóricamente se santifican con su profesión y que poseen estudios universitarios de grado superior. Uno de ellos es el de un agregado que trabaja en un hospital de Madrid que presume de no haber leído nunca un libro. Perdón, nunca no ha leído un libro. Sí hace la lectura espiritual con el que le recomiendan en la Obra. Es un caso de casi analfabeto universitario, por mucho que tenga un título superior.

Cuando nos consideran muertos

Estamos en el mes de noviembre que el Opus Dei, siguiendo a la Iglesia, dedica a los difuntos que fueron de la Obra, a los cooperadores y también a los padres de los que ellos llaman "los nuestros". A lo largo del mes está previsto decir una serie de misas por los numerarios y agregados; menos por los supernumerarios; y todavía menos por los cooperadores y los padres de los de la Obra. A los que nos hemos ido de la Obra nos consideran "muertos" y para nosotros no tienen ningún tipo de oraciones, si es que nos hemos ido al otro mundo. Si existe alguien de la prelatura que nos quiere, ese sí reza por nosotros, pero la inmensa mayoría no...

No hace mucho, un amigo mío que no es de la Obra visitó la Universidad de Navarra. Preguntó a quien le acompañaba allí por un antiguo profesor de la Escuela de Periodismo, hoy facultad, que también había ocupado el puesto de director en los primeros tiempos de este centro universitario. La respuesta fue muy escueta: "Angel ha muerto". Mi amigo se quedó de piedra, pues tenía noticia que Angel seguía vivo. Lo único que pasaba era que había abandonado el Opus Dei, tras haber permanecido largos años como numerario. Al aclararse todo, su acompañante no supo darle una explicación certera.

Los antiguos alumnos de la Universidad de Navarra suelen recibir publicaciones de esta universidad. Una vez se editó un número monográfico para conmemorar un aniversario. Angel apenas aparecía citado en la publicación. Mi amigo decidió enviar un escrito al centro para mostrar su extrañeza por el hecho de que no se citaba a Angel. No hubo respuesta a su interés. Y es que en la Obra, cuando la abandonas, eres un muerto, que no tiene derecho ni a ser citado, aunque haya trabajado dentro durante muchos años. Supongo que conmigo harán lo mismo en los centros donde estuve. Tengo noticias que alguien ha comentado que yo me fui despues de 34 años, porque era un poco especial. Bastante ya que me he enterado de eso.

En México D.F. hubo un sacerdote numerario que permaneció largos años ejerciendo su labor. Un día decidió irse y secularizarse, para dedicarse al ejercicio de la abogacía. Un amigo suyo, que ignoraba su abandono, fue un día a visitarle a su antiguo centro. La persona de la Administración que la abrió la puerta le indicó que "ese señor" ya no vivía allí. Al volver a preguntar si sabían dónde estaba, la empleada respondió que no lo sabían. Claro, cuando alguien está muerto para la Obra no existe a ningún efecto. Los opusistas lo consideran como una especie de "muerte civil".

José Luis fue uno de los primeros celadores que tuve en "Recoletos,5", uno de los centros de agregados que tuve en la Obra. Celador en los centros de agregados es otro agregado que lleva las confidencias o charlas fraternas de los iguales a él. En algunos casos ocupan cargos de secretario o subdirector. Un buen día José Luis desapareció. Yo hacía la charla fraterna con él. Uno de los directores numerarios se acercó a mi y me indicó que, a partir de ese momento, yo hacía la charla con él. Le contesté que yo la hacía con José Luis y que estaba muy contento con él. Ante esto, el numerario quiso saber las últimas palabras y consejos que me había dado el celador. Para mi que quería segar la hierba que había pisado José Luis. Qué pena.

Nuestro director en el centro de Recoletos 5 era Paco, que nos trataba muy duramente a los ochenta agregados de allí. Ya he dicho anteriormente en un artículo que este hombre me hizo tener "miedo al director", lo que dentro es considerado como "la peor tentación". Un día Paco se puso de muy mal carácter. José Luis se me acercó y me invitó a hacerle una corrección fraterna, a la vez que se quejó de la escena que estaba viviendo. Después no he vuelto a verle, a pesar de que he hecho gestiones para volver a estar en contacto. Le guardo un gran cariño.

Satur nos hablaba el otro día en estas páginas que se había encontrado con un antiguo sacerdote diocesano de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, que era el primero en pitar en una zona de España y que había llegado a ser canónigo penitenciario de una importante catedral española. Como experto en información religiosa, yo viví la marcha de Enrique, cuyo primer apellido tiene la letra P y el otro callo. La explicación que me dieron dentro de la Obra fue que este sacerdote se había vuelto raro y estaba un poco loco. Pregunté a otros sacerdotes de la llamada internamente "SSS+" y ninguno me dio una explicación.

Uno de los sacerdotes de la "SSS+" que trabajaron largo tiempo en la Basílica de San Miguel fue Tomás. Como en la Obra todos son secretos, nadie habló de ello. Solo se me indicó que había vuelto a su diócesis de origen y ahora era el capellán de santuario de la patrona. Un día, un supernumerario me comentó que había estado en el citado santuario y se había acercado a confesarse con este antiguo socio de la "SSS+", ignorando su situación. Este le indicó que ya no pertenecía a esa sociedad sacerdotal. Al llegar al centro, se le indicó que no volviera a reunirse con él. Un día, otro sacerdote de la "SSS+" me indicó que Tomás era objeto de burla dentro de su centro, pues defendía a su obispo, que no era bien visto por ellos.

La fiesta de San José es la de la renovación de los compromisos temporales de la Obra. En los años sesenta, en el centro "Recoletos5", en el que estábamos 80 oblatos u agregados, se celebraba una misa. Después de la consagración, los que ya habían hecho el compromiso de la oblación, renovaban en alta voz los votos de pobreza, castidad y obediencia que tenía el Opus Dei. Pero esa celebración me abrió los ojos. Fui viendo cómo se iban marchando los que en el entonces instituto secular llamaban "mis hermanos". Era duro no volver a hablar de aquellas personas a las que había querido tanto. Hubo años que "desaparecieron" (se fueron) del centro hasta tres y cuatro personas.

La Obra se suele decir de Dios. Pienso que de divina no tiene nada. Por lo menos en todas esas personas que nos consideran muertos a los que un buen día nos fuimos. Los que entran en esta web diciendo que el Opus Dei es una institución de la Iglesia deben pensarse lo que dicen. Con hechos como los que he contado hoy, de divina no tiene nada. Y si se dice familia, tampoco lo es.

El profeta Javier

¿Será cierto lo que estoy viviendo? ¡Ha surgido un nuevo profeta dentro de la Iglesia! Esta noche no pude dormir. Me dispongo rápido a quitarme esa emoción que me invade. ¿Sabéis que el Opus Dei cuenta con un nuevo profeta? ¿Y pensar que el fundador de la prelatura tambien llegó a hacer profecías? Cuando pertenecí a la Obra en muchas tertulias piratas se hablaba de las grandes virtudes y dones de profecía del que llegó a ser San Josemaría Escrivá y hoy en algunos ambientes se le conoce como el Santo Marqués de Peralta.

Pues bien, el segundo de los sucesores de Escrivá al frente del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, hoy prelado, se ha convertido en uno de los profetas de los nuevos tiempos. Yo le llamaría profeta mayor, por la petición que ha dirigido a los miembros de la Obra de conseguir 500 vocaciones al año. No había caído en el detalle de que en 2004 fallecieron 500 miembros de su prelatura. Qué coincidencia en el número. Sí, rotundamente sí, es un profeta de nuestro tiempo. Pero por su estatura es pequeño.

El Opus Dei, al que le gusta destacar en todo, tiene un santo fundador que ha conseguido que la Iglesia le admita con un nuevo nombre, el de Josemaría. Hace poco, el Vaticano admitió una nueva figura en mármol de Carrara que representa al fundador de la Obra. Han utilizado un material que es sagrado en Italia. Lo mejor de lo mejor . Y ahora nos han sorprendido con el nuevo descubrimiento: ¡el profeta Javier! Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel.... y Javier. ¡Chapeau! ¿Qué digo esto? Hay que añadir al profeta Josemaría, que para algo es el "santo polivalente".

En vida del fundador, el hoy prelado era "Javi", el que guardaba el micrófono oculto en su sotana para grabar las palabras del fundador. ¡Ahora es el nuevo profeta Javier! Se trata de un hombre de pequeña estatura, que nunca llegó a hacer una carrera universitaria civil. Con todo lo que se repite en el Opus Dei que los nuevos sacerdotes que se ordenan han ejercido una profesión civil y tienen un doctorado en ciencias eclesiásticas... Pues no, no tiene esas distinciones. Pero supera a todos en el don de profecía. Ha conseguido acertar que el número de incorporaciones al Opus Dei sea igual al de la de fallecimientos.

¡Qué desilusión! El nuevo profeta no ha caído en el detalle de que cada año abandonan el Opus Dei mayor número de personas. Bueno, eso se arregla fácilmente. La próxima vez se hace un truco y no pasa nada. Luego seremos los que hemos pertenecido al Opus Dei los que, "con mala fe" --eso dirán--, hemos aportado cifras falsas. ¿Y pensar que la estadísticas del año que viene arreglará la supuesta profecía? Como periodista, yo no me fio de las cifras que se aportan en las manifestaciones, ni en las instituciones de la Iglesia, como le gusta definirse al Opus Dei. El otro día, hubo una manifestación en Madrid organizada por la asociación de padres católicos. Los organizadores dijeron que habían asistido millón y medio de personas; otros decían que un millón, y la delegación del gobierno actual, que 400.000. Lo único que sé seguro es que entre los que encabezaban la manifestación había tres fieles del Opus Dei:el supernumerario opusino Benigno, ex secretario de Estado del Agua; el agregado José Luis, de un sindicato que se dice independiente independiente; y José Alberto, gerente de un centro de minusválidos cerebrales y directivo de una patronal. Seguro que había más. En realidad me he dado cuenta cuando he visto televisión y he observado que se reunían con el Presidente del Gobierno.

Vuelvo a lo de las cifras. El otro día un amigo ex me contaba que en los primeros tiempos de un país americano fue a ver a un obispo que había solicitado que el Opus Dei comenzara allí su labor. En ese país solo estaban dos personas: el que hacía cabeza (conocido como consiliario) y mi amigo. Pues bien, el obispo preguntó cuántos habían venido a ese país. El que hacía cabeza respondió que catorce. El hoy ex se mostró extrañado y se lo preguntó a su director a la salida. El consiliario respondió:

--¿Qué mas da? El obispo no se entera. La próxima vez que vengamos ya habrán pitado catorce.

Pienso que esto es lo que el Opus Dei y sus directores hacen con las cifras. Las abultan. Lo malo puede ser que a base de hinchar las cifras se hinchen tanto tanto que nunca nadie sepa la verdad. Ahora nadie sabe la verdad. ¿Por qué gente oficial del Opus Dei remite al Anuario Pontificio para decir su número de miembros y luego sus webs oficiales dicen cifras sensiblemente inferiores y no las corrigen cuando se les advierte? Son así. Mucha soberbia.

Los camarones

Una de las últimas imágenes que tengo de mi estancia en el Opus Dei es una gran bandeja llena de camarones, como se denominan en México y otros países americanos, o de langostinos, como se conocen en España. Se trata de un marisco que habitualmente se consume en Navidades y que, en la única prelatura personal que existe en la Iglesia Católica, se utiliza los días de sus grandes fiestas, como son el 2 de octubre, el 19 de marzo y el aniversario de la aprobación jurídica definitiva.

Era la fiesta del 2 de octubre de 1998. Se celebraba en “Amaniel”, un piso deshabitado, como lo son la mayor parte de los centros de agregados. Allí estábamos cerca de 20 personas. Había que dar realce a la conmemoración de la fundación del Opus Dei. Antes habíamos tenido una meditación que nos dio el sacerdote. Curiosamente era el mismo sacerdote que tuve 28 años antes cuando frecuentaba el de la calle Recoletos número 5.

El Opus Dei obtiene mucho dinero todos los meses de numerarios, agregados y supernumerarios. Calculo que en mi caso concreto, como era agregado, entregaba cada mes en secretaría entre el 70 y el 80 por ciento de mi sueldo de profesional de la información. En los 34 años dentro prácticamente no recibía nada a cambio para arreglar mi casa o comprarme un automóvil para mi uso diario.

No fueron ninguna generosidad de los directores del Opus Dei los camarones que nos sirvieron a los demás los agregados encargados de preparar comidas y bebidas en las grandes fiestas ese 2 de octubre de 1998, la última vez que celebré dentro esa conmemoración. Nos estaban devolviendo una muy mínima parte de la cantidad que habíamos entregado en la caja de la secretaría del centro.

Hoy día, en España, los camarones o langostinos no son un artículo de lujo. Existen hasta ofertas en los distintos meses del año. Alguna vez oí a los encargados del centro “Amaniel” que ese marisco procedía de una tienda de un amigo, con lo que resultaba más económico. Así que no tanta generosidad. Lo que sí lo sería se produciría en el caso de que nos dieran una langosta, por ejemplo. Y eso nunca ocurrirá.

Una y otra vez se dice en las charlas que se dan con motivo de las sucesivas campañas para obtener fondos para obras corporativas o proyectos que debemos decir a nuestros amigos que sean generosos. Cuando en España la moneda de curso legal era la peseta incluso se nos ponía como meta obtener cantidades con cinco ceros. Por ejemplo 100.000 pesetas. Esa generosidad no se aplica internamente la mayor parte de las veces a los que han entregado todo en su vida.

Eso sí, el Opus Dei es generoso con el dinero de los demás a la hora de pedir, pero no a la hora de dar. Siempre hay una justificación para no dar. Cuando solicité dinero para hacer obras en mi vivienda familiar, jamás me lo concedieron los directores. “Estamos pasando un mal momento”, “plantéalo al año que viene”, “has llegado tarde en el proyecto de presupuesto”, eran algunas de las argumentaciones utilizadas. Y sin embargo, veía que los centros de numerarios cambiaban muchos años de tapicería en los sillones o en las sillas. Y mientras tanto, tragabas saliva y creías que un día te lo iban a conceder. Al fin y al cabo era tu dinero, aunque ellos decían que era suyo. ¿A quien paga la empresa donde trabajas? A ti. Luego es tuyo.

Como la que se autodenomina “Obra de Dios” tiene tanta confianza en los suyos, está previsto que la cuenta corriente que tienes en un banco incluya dos firmas para sacar dinero: la del secretario u otro miembro del consejo local (director y subdirector) y la tuya propia. Así, si decides abandonar la prelatura no podrás sacar ningún dinero. Es una manera de controlar a las personas. Los que nos hemos ido, lo hemos hecho totalmente pobres y no los que están dentro. Total que esa “obra” no tiene nada de Dios.

Pobreza, pobreza. He oído comentar muchas veces esa frase del fundador de que se gaste lo que se deba aunque se deba lo que se gaste. Me reafirmo: el Opus Dei es generoso con el dinero de los demás, pero no con el suyo. Muchas veces incluso se sirve de los suyos para decir que son “accionistas” de sociedades que de palabra te dicen que nunca dan beneficios. Algo de ello comenté en un anterior artículo mío que trataba de “Los ricos accionistas”.

Al referirme a los camarones, quiero señalar solo una muestra de lo que hay dentro del Opus Dei. Siempre entregué todo el dinero que ganaba. No me quedé con nada. De Juan Pablo II decían en algunos ambientes eclesiásticos que era avanzado en lo social y conservador en lo moral. De la obra fundada por Escrivá se puede decir que es “generosa para pedir dinero a los demás, pero tacaña en darlo”.

El justificante del diablo

Estos días se está hablando mucho del diablo, con motivo de una película o de los exorcismos que de vez en cuando se publican en la prensa. Pues bien, en el Opus Dei es uno de los principales argumentos cada vez que algún director, siguiendo la línea del fundador, se refiere a algunos ataques o incomprensiones por los que está pasando la prelatura, lo justifica porque “el diablo está muy activo y se nota”.

He querido ver cómo el Santo Polivalente, también Santo Marqués de Peralta, se refería en sus escritos al diablo, que aparece citado en 31 artículos con este nombre, y 22 con el de satanás, hasta el punto de decir que la mayor parte de las veces lo escribía voluntariamente con letras minúsculas; y Lucifer, con 2. El Infierno aparece citado 11 veces.

San Miguel, que luchó contra Lucifer al frente de los ejércitos celestiales, aparece citado 3 veces. Los arcángeles San Gabriel y San Rafael son citados 2 veces. No me equivoco. Lo he comprobado. El tema de los tres arcángeles aparece en 123 puntos de “Camino”; en 71, de “Surco”; en 100 de “Forja”; en 128 de “Amigos de Dios”; en 62, de “Es Cristo que pasa” y en 40 de “Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer”. El llamado ángel de la guarda aparece en dos puntos y su tema es tratado 40 veces en “Camino”; 9, en “Surco”, 19, en “Forja"; 42, en “Amigos de Dios”; y 9, en “Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer”.

Lo que acabo de decir son las estadísticas oficiales de los escritos del fundador del Opus Dei, quien no tenía mucha simpatía por Pablo VI. Sin embargo, una vez que este Papa dijo que “el humo de Satanás se ha metido en la Iglesia”, Escrivá no tuvo inconveniente en convertirse en un difusor de esta frase. También hablaba de expresiones parecidas. Ya se sabe, en el Opus Dei, lo dice el Padre, y todos los demás como loros de repetición de esas palabras.

Y es que, sin quererlo, los de la Obra pierden toda su personalidad, pues no saben más que repetir lo que les dicen los directores, que, a su vez, procede del Padre, que exteriormente se llama “prelado”. Esa es la terminología que se emplea al relacionarse con los obispos. Por ejemplo, cuando alguna vez he hablado con un cardenal que sabía que yo era de la Obra, yo le contaba alguna cosa de mi trabajo de infomador religioso, además de cultural. El purpurado me preguntaba: “¿Eso lo sabe el prelado?”.

Pero me he desviado del tema de fondo de este artículo. Cuando el fundador de la Obra viajó en barco por el Mar Mediterráneo a Roma para obtener la primera aprobación de la Santa Sede –en Madrid ya estaba autorizado el Opus Dei--, la nave tuvo una fuerte agitación en el Golfo de Génova. Escrivá no se lo pensó dos veces y lo atribuyó al diablo. Había sido utilizado como justificante.

Dentro de la Obra se solía repetir que “el diablo es el padre de la mentira”. El fundador dice en el punto 384 de “Camino”: “Confusionismo- --Supe que vacilaba la rectitud de tu criterio. Y, para que me entendieras, te escribí: “El diablo tiene la cara muy fea., y, como sabe tanto, no se expone a que le veamos los cuernos. No va de frente”.

--“Por eso –añade el punto del fundador-- ¡cuántas veces viene con disfraz de nobleza y hasta de espiritualidad!”.

Una de las primeras veces que le expuse a la persona seglar que llevaba mi dirección espiritual que estaba planteándome la posibilidad de abandonar el Opus Dei después de más de treinta años, él me respondió que no me dejara llevar por esa tentación del diablo. Pienso que a todos nos habrá sucedido un caso parecido.

Para mi que los directores o jefes del Opus Dei estarán diciendo que “opuslibros.com”, nuestra página web, está en manos del diablo y aconsejarán a los de la Obra que nos leen por internet que no se dejen llevar por la tentación , pues –seguro que lo dicen—todo lo que escribimos es mentira. Muchos de los “espontáneos” que entran aquí “por casualidad” eso dicen.

Hace pocos días he comenzado un “blog” en la página “Religióndigital.com” con el nombre de “Las canicas de NachoF”. He escrito un artículo titulado “El Opus, hasta en la sopa”. Me he referido al hecho de la manifestación en Madrid contra la Ley de Educación , conocida como la LOE. En la primera fila de los manifestantes como organizadores aparecían tres del Opus cuyos nombres he dado y su currículum. Pues bien, una señora con seudónimo me ha dicho que no tengo ni idea de la prelatura y que consulte a la Obra. No tengo que consultar. Ya viví bastante dentro. Para mí, que no le ha gustado que diga que los directores, cuando se producen hechos como éste, suelen recordar a los opusinos su obligación de intervenir en la vida pública. Pues si que hay que consultar, lo que nos faltaba. Bastantes consultas ya tuvimos dentro.

Sin compañia para pasear

Las normas y costumbres internas por las que se rige el Opus Dei prevén que numerarios y agregados, salvo circunstancias especiales, realicen un paseo semanal de dos horas, y una excursión mensual a un sitio cercano a la ciudad donde se vive. Los directores aconsejan vivamente que el viaje no sea largo. La mayor parte de las veces que quise vivir las costumbres de pasear y de hacer una excursión no lo pude hacer porque no tenía acompañante, numerario o agregado, de mi centro...

Bueno, había una excepción, la de las convivencias y cursos anuales en que está previsto que un vez a la semana se realice una excursión a un lugar cercano, siempre dentro de los gustos personales de cada uno. Y aún así muchas veces me quedaba solo, porque. en general, en los centros de agregados que conocí la cultura no es lo que más brilla. En estas ocasiones se suele proponer a los de la convivencia una variedad de viajes, uno de los cuales suele ser visitar monumentos y edificios antiguos, por lo que puedes oir expresiones como que esa excursión "es de piedras". Esa es la enorme cultura --lo digo en broma-- que se respira en algunos centros opusianos.

La Administración que atiende la convivencia suele suministrar unas bolsas a los "excursionistas" con un menú que suele incluir en España normalmente una tortilla de patatas --uno de los platos nacionales--, un aperitivo de frutos secos o aceitunas, otro bocadillo de embutido y una fruta. Todo va acompañado de una bebida refrescante.

En más de una ocasión he oído quejarse a mis compañeros de la bolsa de excursión, pues no les gustaba lo que había preparado la Administración. Por eso, más de una vez terminamos yendo a la hora de comer a un restaurante de la zona y degustando un producto típico. Al final nos desprendíamos de la bolsa que nos había suministrado la Administración, dándosela a un pobre o tomándola de merienda.

Lo que acabo de contar es como una historia blanca. Lo que yo viví dentro de la Obra es que esa era la excepción a lo que se vive habitualmente. Durante el curso, yo quería realizar el paseo semanal o la excursión mensual, pero muy pocas veces encontré en mi centro a alguien que me acompañara. Intencionadamente digo mi centro, porque allí había muchas capillitas, amigos entre sí, pero con los que no eran afines apenas existía roce o conversación.

Para encontrar una solución a ese problema recurrí al sistema de hacer, de vez en cuando, un paseo con uno de la comisión regional o de la delegación, debido a mi situación de periodista. Me preparaba unas cuantas historias y al final se pasaba muy bien el tiempo. Precisamente fue uno de la comisión el que creo que fue el único amigo en serio que he tenido dentro de la Obra. Cuando me fui, él quiso seguir llevando mi charla, aunque yo estaba recelado porque sabía que lo de la charla luego se informaba. El fue el que me preguntó cosas muy íntimas que supongo que como buen miembro de la prelatura habrá informado a los directores de los que había dependido. Pero fue el único que fue realmente mi amigo, no los otros.

Era tan amigo de este cargo de la comisión que muchas veces le acompañé a visitar a su madre a un convento de monjas, donde residía su hermana y que había acogido a aquella, al quedarse sola con la muerte de su marido. Las monjas fueron estupendas. Era realmente un problema. El hijo era numerario y la hija, monja de las llamadas Carmelitas de la Caridad, fundadas por Santa Joaquina Vedruna. Tuve un gran cariño a su madre y a aquellas monjas, pero con mi marcha de la Obra, solo fui una vez a decirlo. Su hermana estaba un poco disgustada conmigo por mi decisión y por que había afectado a su hermano.

Qué soledad experimenté algunas veces dentro de la Obra. Me amparaba en personas como ésta. Tambien me amparé en los supernumerarios mayores de 65 años a los que atendí durante 25 años. Al final tenía que atender a mi madre. No podía estar con ellos. Y luego uno del que dependía en el grupo me aconsejó que enviara a mi madre a una residencia y otro, que se encargaba de mi direccion espiritual, que fuera mi madre la que pagara la señora que le atendía mientras estaba en el trabajo. Nunca, nunca, nunca se pasó por mi cabeza enviar mi madre a una residencia. Mi madre sí era mi familia, la auténtica, y ellos no lo eran, pues estaba prácticamente solo en el centro de agregados. Hoy me ha salido triste la historia, pero fue así. Que ahora no digan que es mentira. No asumen su responsablidad.

El rollo fotográfico

Esta es la historia de un rollo fotográfico, que estaba destinado a ser uno más en la vida suya, pero que terminó siendo el único regalo y la principal ilusión de la festividad de Reyes que recibió un entonces numerario llamado entonces Ignacio y hoy ex agregado NachoF, el 6 de enero de 1966, durante la tertulia que se celebró en el centro también entonces de San Rafael en la calle Vitruvio número 3 de Madrid .

Yo había pitado el 19 de marzo de 1965. Antes, en el mes de noviembre de 1964 empecé a ir por el centro entonces existente en la calle General Oráa numero 5, tercer piso, y que dependía del también entonces centro de estudios de numerarios en el Paseo de la Castellana número 50, casi pegado al solar de la embajada americana en Madrid. Lo que es hoy el Colegio Mayor Montalbán en Diego de León,14 estaba en obras, lo mismo que la antigua Lagasca. El director del centro de estudios era don Rafael Fiol que, al año, fue destinado a México. El local de General Oráa estaba dirigido por Martincho M., que solía repetir y gritar “en un Múgica Jorreto, viaja el rico y el paleto”, aludiendo con ellos a la empresa de autobuses de su familia, que hacía el recorrido entre varios pueblo madrileños. Esto provocaba la hilaridad entre los que frecuentábamos aquel inmueble. Pronto la empresa citada desapareció...

Allí en el piso de General Oráa número 5, yo no tenía mucho porvenir. En efecto, al volver del descanso del verano con mis padres en Santander y provincia, sin que hiciera el curso anual de esas fechas, un director me anunció que me iba con Pepe M -hoy eminente científico primero en Estados Unidos y ahora en Pamplona- a comenzar la labor de San Rafael con universitarios mayores (yo teóricamente estudiaba cuarto de Derecho, aunque me quedaban algunas del tercer curso). Pepe pertenecía a otro centro instalado en la calle Padilla, 1, primero, también desaparecido como el de General Oráa, 5 y el de General Oráa, 26. A los dos nos lo dijeron por la tarde ya anochecida e inmediatamente nos dirigimos a nuestro nuevo destino.

El director del nuevo centro universitario de San Rafael de Vitruvio,3 era Santos Velasco, hoy sacerdote numerario y entonces abogado de Ediciones Rialp, que editaba los libros “Camino”, “Santo Rosario” y “La Abadesa de las Huelgas” . Cuento con nombres y apellidos las cosas, porque así quedan más claras. El subdirector era Antonio A, que hoy ya no es de la Obra; secretario, Pipe Areta, hoy sacerdote numerario y entonces destacado atleta español que participaba en olimpiadas. El sacerdote del centro era don Jorge Salinas, que había venido de su anterior, en Padilla, 1.

Como la vida pública es muy variada, Pipe tenía mucho de noticia. Un día nos invitó a oír la prueba del disco que iba a grabar. La canción principal llevaba por título “Elena”. Todos nos quedamos extrañados de que un numerario cantara una melodía con nombre femenino. Recuerdo la siguiente letra de la canción:

Elena, Elena, Elena
Por fin me dijiste que sí.
Le has dado sentido a mi vida.
Sin ti, no sé vivir.

A continuación Pipe y un grupo de chicas cantaban el estribillo de la canción, que aludía al amor que había sentido nuestro numerario por esa supuesta mujer. Esto provocó comentarios en la única televisión que entonces existía en España. Al final, nadie se lo creía. La otra cara del disco era la canción “Ayer te vi”, con un letra también muy profunda como correspondía. ¿Sería esto posible hoy? Yo creo que fue un gol que metieron a la gente de la Obra, que entonces estaba regida por su fundador, el Santo Marqués de Peralta. Lo digo no porque los numerarios del Opus no puedan cantar, sino que caigan en una canción que se prestaba a ser acompañados de coristas, algo que va contra sus principios.

Ni con las canciones de Pipe aquel centro universitario se animó. Pusieron mesas nuevas de color caoba, pero ni por esas vinieron. Hacía lo que podía, pero no venía ningún amigo. Y algo parecido le sucedía Pepe, al numerario estudiante de Medicina. Sillas muy bonitas, de colores oliva y granate, pero nada más. Manuel GLE, que había sido numerario, nos ayudaba a traer amigos, pero nada.

Cuando llegaba la Navidad fui a un curso de retiro en el Colegio Mayor Moncloa. Era la primera vez que hacía “vida de familia” en el Opus Dei. No me llamó nada la atención. No recuerdo si fue del 25 al 31 de diciembre de 1965 o del 1 al 6 de enero de 1966 pero fue en esas fechas cuando practiqué lo que en un momento del entonces instituto secular se había conocido como Ejercicios Espirituales, también denominados los Ejercicios de San Ignacio, pero claro, como no se podía hablar de la Compañía de Jesús....

El 6 de enero fue el momento de gloria para nuestro carrete o rollo de fotografía que hablábamos al principio. Era en color y gratuito el revelado como diapositivas. Me lo entregaron en la tertulia de la tarde. Por dentro tuve un poco de desilusión. Era muy poco, pero no se podía pedir más. Al ser estudiante, yo entregaba el escaso dinero que semanalmente me daba mi padre. Pepe, el otro adscrito, casi no ganaba dinero. De ahí, la diferencia tan enorme con los numerarios, que si tuvieron buenos regalos, pero se les entregaron por la mañana después del desayuno.

Al escribir mi colaboración de hoy he pasado revista a quienes vivían en Vitruvio, además de los citados: Don Emilio Navarro Rubio, sacerdote; Don Carlos García Villalba, que ha estado en el rectorado de Torreciudad, aunque no se si sigue; Alberto Moncada, que entonces era secretario de la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra y hoy participa en opuslibros; Javier Ayesta (ya fallecido dentro de la Obra), jefe de la Oficina de Información del Opus Dei, en cuyo mandato tuvieron lugar las entrevistas del libro “Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer”; Guillermo, que con el tiempo dejó de ser numerario; Pedro Antonio U, que sigue; Ignacio L.C. que abandonó el Opus y, con el tiempo, los directores decidieron que fuera uno de los testigos en el proceso de beatificación y canonización de Escrivá, y Alfredo C. novelista, que era nuestro director y que no sé si sigue perteneciendo.


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