Toda una vida relacionada con esa gente

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Por Vampi, 13.07.2011


Hola, soy de una ciudad andaluza y pertenezco a una familia "adinerada y conocida" de la misma.

Llevo varios días entrando y leyendo escritos, que no sé como aún me sorprenden, cuando toda mi vida ha estado relacionada con esta gente. Digo toda mi vida, ya que mis padres creyeron que lo mejor para mi a los doce años (tengo 35), era meterme en un colegio del opus. Creo que por aquellos entonces, ni ellos sabían lo que era.

Escribo con miedo y con cierta inseguridad,porque todavía no sé muy bien quien puede llegar a leer esto, pero lo hago porque estoy desesperada, y a ver, si por medio de esta web, alguien me puede ayudar y a la vez contar cómo el opus dei puede llegar a destrozar una familia entera, aún cuando solo dos miembros de ella están dentro...

La verdad es que no sé muy bien por donde empezar porque en estos momentos, mi futuro y el de mis hijos está en manos de ellos (o eso creo), y son tantas dudas que a ver si contando un poco mi historia, alguien me puede aclarar algo.

Antes de nada me gustaría daros la enhorabuena por esta web, por vuestra valentía y por vuestro coraje, ya que me consta que no es nada fácil emprender una "lucha"en contra de una secta tan potente.

Bueno, voy a ver si soy capaz de contar, aunque sea un poquito (ya que es una historia bastante larga), sin que sea un pestiño para quien lo lea.

Cuando yo tenia unos doce años, como ya he dicho antes, estaba en un colegio del opus. Mi madre una mujer de personalidad débil y fácil de malear, rondaba por el colegio ya que siempre había reuniones, charlas, (bueno creo que todos más o menos sabéis como funcionan), ya le habían echado el ojo, era un blanco perfecto, mujer de médico, empresaria y con una familia materna muy bien posicionada.

Por aquellos entonces éramos sólo dos hermanas y mis padres no tenían intención de tener más hijos, cosa que pronto el opus solucionó diciéndole que estaba en pecado y sin consultar con el más interesado (mi padre), se dispuso a tener más, aún con riesgo para su salud, pero... Había que Santificarse.

Nacieron dos hijos más.Yo por aquellos entonces era pequeña todavía y no sabia muy bien lo que pasaba, pero sabia que algo pasaba. A mi madre apenas la veía (charlas,misa, reuniones, apostolado), y además trabajando. Y nosotros, además de las horas (que eran muchas) que nos pasábamos en el cole, después al club, a estudiar, hasta que llegaba la noche y a dormir porque al día siguiente había que madrugar.

Yo me convertí en una niña "rebelde", (quería llamar la atención) y en mi casa, ya solo había malas caras entre mis padres y múltiples discursiones con la familia de mi madre, que le recriminaban lo que estaba haciendo (nadie estaba de acuerdo) y ella se hacia la victima y sólo sabia decir que "nadie se podia meter en su vida espiritual".

Recuerdo, (como anécdota), que en el cole íbamos a misa los miércoles y yo me declaré en huelga, jejeje, ilusa!!!!, me planté en la puerta del oratorio mientras mis compañeras entraban y ya por último, se me acercó la seño y me dijo que entrara. Yo le dije que no, que estaba de huelga, me preguntó el porqué y le dije que porque a mi madre la habían metido en el opus y que eso solo estaba trayendo problemas a mi familia y que como no era domingo, no tenia por qué entrar, y que no lo iba a hacer hasta que mi madre se saliera, ¡¡¡ILUSA!!! enseguida me callaron la boca y me llevaron al despacho de la directora y me metieron en el confesionario, porque, poco más que un sacrilegio estaba cometiendo. (Ahora me sonrío al recordarlo).

Le di muchos quebraderos de cabeza a mis padres. Era, según decían, una rebelde sin causa, aunque creo que mi causa estaba bastante clara, pero todas o casi todas las profes eran numerarias y me llovía un castigo detrás de otro. Digo casi todas porque gracias a Dios, el último año tuve como tutora a una con un par de dedos de cabeza y en una tutoria con mis padres les dijo que me sacaran de allí, que estaba entrando en un pozo y que como siguiera, me iba a hundir del todo.

Así lo hicieron pero como mi padre andaba siempre liado entre consultas y hospitales, delegaba nuestra educación a mi madre y ella, supongo, obedecía a lo que le decía su directora y ni corta ni perezosa me metió a trabajar fregando los suelos de rodillas en una casa del opus y sirviendo la mesa a las mismas caras que veía, antes, en el cole.

No se le movió ni el flequillo preparándome las maletas y haciendo oídos sordos a mis súplicas y llantos para que no me metiera allí.

Pero yo estaba en pecado, había conocido a un chico (el que más tarde, fue mi marido) y esa era la excusa perfecta para que mi padre estuviera de acuerdo con aquel encierro,el cual tampoco se preocupó mucho en saber exactamente lo que era.

Las traje a todas de cabeza, me escapaba cada vez que podía para ver a mi novio y por fin, y no sé muy bien cómo pasó, mi padre vino en un taxi y me sacó de aquel infierno, pero desgraciadamente el infierno también estaba en mi casa. Mi madre se había vuelto una fanática y era insoportable estar al lado de ella, todo lo que se decía, todo lo que se ponía en la tele, lo que se leía, todo, todo, era pecado, así que yo me volqué en mi novio (el que después fue mi marido y mi verdugo), ya que la salida más fácil fue el casarme en cuanto cumplí los 18 añitos.

Bueno, todo esto ha sido una introducción del infierno que seguimos viviendo por culpa del fanatismo y los lavados de cerebro que hace esta gente.

He intentado resumir en todo lo posible porque, si no, tendría que ponerme a escribir un libro. La pesadilla continuó más adelante e intentaré contarla lo mejor posible, pero el recordar hace daño y contar también lleva su tiempo pero os puedo asegurar que no tiene desperdicio lo que el opus dei ha podido llegar a hacer con mi familia.


Antes de sacarme del cole (cuando mi profe le dijo a mis padres que me sacaran) y antes de meterme en la casa a servir, quiero decir que también los convencieron para que me enviaran interna en verano a un cole, je, estupendo en Badajoz, para que recuperara las que me habían suspendido en verano, un internado, que ni qué decir que los de las series que salen ahora en televisión, poco tienen que ver.

Llegó a ser tan traumática la experiencia que guardo vagos recuerdos de aquello. ¡Bendita memoria, que hay cosas que gracias a no se qué, no me dejan recordaron claridad!).

Tengo que decir que me he puesto a leer Tras el umbral, que me tiene enganchadísima, ya que me hace comprender muchas de las actuaciones de mi madre para conmigo, a las cuales ni le encontraba explicación anteriormente y que ahora me horrorizan aún más, si cabe.

Ahora entiendo un poco más cuales fueron los motivos de mi madre para meterme a servir, en aquella casa, en la cuál, según he podido leer, hacía la vida de una numeraria auxiliar, porque todo o casi todo lo que se cuenta en ese libro tan estupendo (el cual aconsejo a todo el mundo), toda esa vida que yo llevaba dentro de la casa era igual a la que se describe ahí que hacen las auxiliares, ni qué recordaros que yo venía de una familia con muchos recursos y en la cuál nosotros teníamos señoras que hacían el trabajo, que luego después desempeñé yo en esa casa.

Para que no suene demasiado pedante al decir que yo había sido servida antes de servir, quiero dejar claro que jamás he tratado a las señoras que han estado trabajando en mi casa como sirvientas, todo lo contrario; eran más mis madres que la propia que me parió, aparte de ser mis madres, han sido mis amigas y mis confidentes, a las cuales mi madre despedía sin miramientos al ver que yo les contaba mis “cosillas“antes que a ella.

Bueno volviendo a mi historia: yo también tuve una boda súper opusina y con un cura del opus al cuál, yo misma le pedí que me casara ya que había sido mi confesor dentro del colegio, y, aparte de tenerle cierto cariño, así tenia contentica a mi señora madre.

Evidentemente comencé con un matrimonio muy cristiano y de vuelta de mi viaje de novios, vine embarazada de mi primer hijo, tan sólo tenia 18 años.

Después de un embarazo muy difícil y un parto en el cuál faltó poco para dejarme la vida, seguí con mi vida matrimonial tal cuál me decía mi madre que tenia que hacer.

Al poco tiempo y desaconsejada por los médicos e incluso por mi propio padre, me quedé de nuevo embarazada.

Realmente, en casa de mis padres todo iba de mal en peor: dos niños pequeños mis hermanos, a los cuales mi padre llama ”hijos del obús hedí“ (ya que fueron engendrados sin su consentimiento).

Una hija (yo), que estaba pasando por embarazos y partos muy traumáticos y las idas y venidas de mi madre que no paraba en casa, pues… Todo era un desastre.

Mi padre cuenta con gran tristeza que él era el último moco de la casa, ya que ni siquiera mi madre le prestaba atención y le dejaba el plato en una esquina de la mesa para cuando el llegaba harto de trabajar, comiera solo, ya que ella se tenía que ir corriendo a sus charlas y su apostolado continuo, que nos dejaba en vergüenza a todos los de la familia porque nos decían que, por favor, le dijéramos a mi madre que dejara de insistir y darles el coñazo con la santidad.

Dicho todo esto y ahora siendo ya una mujer con conocimiento de lo que es un matrimonio, entiendo que mi padre no aguantara más, con lo cuál todo se fue al traste.

Mi madre empezó a comerme la cabeza, aún más si cabe en contra de mi padre y todo con mentiras y falsos testimonios para que ella, como siempre, fuera la victima y yo, que siempre había sido la abogadita de los pobres (como me decían), me volqué en el sufrimiento de su fracaso matrimonial.

Me envenenó de tal manera en contra de mi padre (muy cristiana su forma de actuar, claro) que para mí el que siempre había sido el mejor, el ejemplo a seguir, aún dentro de su disciplina y su rectitud, se fue de mi vida ya que esta señora me metió tanto dentro, tanto veneno, que dejé de ver a la única persona que podría haber significado algo en mi vida.

Todo fue un volcarme con ella porque realmente lo estaba pasando fatal con su divorcio y lo único que sabia hacer era encerrarse en una habitación a llorar y rezar y no ocuparse de esos dos niños, que eran pequeños, a los cuales yo medio crié, a la vez que a mis dos hijos bebés que ya tenia.

En los únicos momentos en los que veía a mi madre sonreír era cuando venia de una charla o de misa, que por eso yo llegué a pensar que no seria tan malo ”eso“ ya que por lo menos ellos conseguían sacarle una sonrisa.

Con lo cual, en vez de estar siempre a la defensiva con ella, cada vez que se tenia que ir a algún sitio relacionado con el opus, pues empecé a respetarlo, no a comulgar con ellos, pero sí a respetarlo y a intentar no sacar mucho el tema.

Puesto que mi hijo mayor ya tenia 18 meses y había nacido su hermana… por cierto voy a hacer un paréntesis para contar una anécdota sobre el parto de mi segunda hija y haceros una idea del comportamiento de mi madre y ver que siempre, siempre, los asuntos de la obra están por encima de todo.

Yo tenia unos 21 años, me tuvieron que ingresar porque la niña estaba muy agustito y no quería salir, jeje, estaba sola y mi marido estaba trabajando; con mi padre no tenia relación y con mi hermana mayor, debido a los acontecimientos, pues también estábamos un tanto distanciadas. A mi madre le coincidió un retiro o una convivencia al mismo tiempo y en vez de anularlo o aplazarlo, no dudó en dejarme sola e irse. También fue un parto difícil que terminó en una cesárea, con lo cual tenia que estar (por aquellos entonces era así) 8 días ingresada, de los cuales mi queridisima madre vino, creo que una o dos veces a verme y con su respectiva numeraria al lado, que yo no conocía de nada pero que no dudaba en meterse en mi habitación con su cara de hipócrita y esa poca vergüenza que las caracteriza a invadir mi intimidad. Bufff, no sabéis lo mal que me pudo sentar...

Se creen que tienen derecho a todo, no solo le quitan la voluntad sino que también pierden la vergüenza, ya que las obligan a estar continuamente haciendo apostolado y son un tanto pesaditas, con lo cual creo que la vergüenza se queda en la puerta de “la casa” una vez que entran, porque a nosotros, a la familia nos daba vergüenza ajena que mi madre andará siempre detrás de nuestros conocidos, pero a ella buf, nada, y eso que le sacaron los colores en más de una ocasión... Por favor qué fatiga, cualquier reunión, cualquier encuentro con alguien conocido, siempre, siempre era para sacar el temita, porque cualquier ocasión (como dicen ellos) es buena para hacer apostolado. Y cualquier persona que conocen o que conocen tus conocidos, pueden ser almas propicias para la obra y para la salvación de las mismas, porque irónico, sí, pero ellas/os se creen que van salvando almas por el mundo.

Como ya os decía, opté por no atacar más, por ser un poco pasota con el temita y si mi madre era feliz, pues nada, hala, adelante, aunque ¿cómo puede ser feliz una persona que está continuamente con cara de ajo todo el día menos cuando está con ellos?.

Con lo cual, yo también me convertí en otro punto flaco para ellos, e intento relataros el porqué.

Mi niño grande tenia ya unos 18 meses y había nacido su hermanita y para que no le dieran los celos, mi madre me convenció para llevarlo al cole (del opus, claro), en el cuál había estado yo y continuaban estando mis hermanos pequeños, total, que ya conocíamos el sitio, la gente... era como estar en casa ya que tenia bastante confianza con las seños y aunque yo fui un calentamiento para sus cocos, en la época, ahora ya era una mujer adulta, con hijos... total, que me trataban bastante bien y entraba y salía de allí cuando quería y estaba al día del trato con mi enano.

Quería estar pendiente de él, era muy pequeño, así que me quedaba rondando por allí y asomándome para ver si lloraba o no, con lo cual siempre me encontraba con alguna seño mía de entonces, y como los rencores los había apartado, pues siempre se acercaban, me preguntaban y como había cierta confianza y todo hay que decirlo, ellas lo hacen tan, tan bien, pues desnudas tu alma.

Yo me sentía mal, la situación de mis padres (que era vox populi) en la ciudad, mis niños, mis hermanos, el no ver ni tener contacto alguno con mi padre ,todo eso lo llevaba encima y ¡¡¡NECESITABA GRITAR!!! y mira por donde ellas sabían muy bien por dónde atacar, ahora incluso pienso que mi madre las tenia puestas al día, con lo cual yo me puse a desahogarme y a contarle mis penas y calamidades a la primera de turno que había sido profe mía.

Podéis imaginarlo, estaba muy sola, las amigas, evidentemente, unas estaban todavía estudiando y otras, pues a sus cosas, lógico, yo tampoco tenia edad para estar con dos bebes a mis 21 años, así que encontré el consuelo y el desahogo en ella, la cual como siempre,no dudó en invitarme a confesar y a merendar en su centro y a mí, cómo me daba mucha vergüenza dar una negativa detrás de otra, yo que sé, por mi madre (que habíamos enterrado el hacha de guerra), por mi niño que estaba en el cole... muchas cosas,que al poco tiempo accedí y puedo decir que las primeras veces que estaba en el centro me sentía bien, todas eran muy agradables, eran mayores que yo pero con su aire juvenil y con sus ji, ji y ja,ja, pues te sientes bien, te cuentan cosas de sus niños, tú de los tuyos y eso… buenas sensaciones y además ¡¡¡SORPRESA!!! mi madre estaba encantada.

Recuerdo que yo siempre le decía a la seño: a mí déjame, que sabes que desde pequeña no quiero saber nada del tema, jejeje, y ella me contestaba, no seas tonta que torres más altas que tú han caído. Nunca se me olvidarán sus palabras y vaya que sí caí en todas sus redes, madre mia, lo tenían todo súper bien organizado y además el único contacto que tenía era en casa y el trabajo, con mi señora madre, en el cole de los nenes, con ellas y después si salía a algún sitio (que tenia que sacar el tiempo de donde fuera) pues al centro…. ¿relación con otras personas? CERO. Ya veis, siempre la misma forma de actuar.

Mi marido siempre me decía… como te metas en el opus que sepas que lo nuestro se acaba, yo no pienso aguantar lo que ha aguantado tu padre, pero je, las armas de mujer y el cómo te enseñan a mentir, pues… todo tapadito.

Yo siempre le decía a mi confesor y a la tipa ésta que mi marido no estaba de acuerdo (él no era ni practicante), pero ellos siempre contestaban lo mismo, él no está en gracia de Dios y tú sí, tú eres la que lo estas haciendo bien y ya verás como poco a poco, y con mano izquierda, él vendrá también y vais a ser muy felices.

Ya os contaré en el próximo capitulo cómo llegué a creer que ahí estaba mi salvación y que sin duda alguna, mí vocación era ser de la obra. SON UNAS/OS ARTISTAS.


Ya os conté cómo empezó todo… un ir y venir del cole, de charlas y de merienditas (que se les da muy bien, por cierto) en los clubes y por supuesto, y supongo, que a alguna super le mandaron el encargo de que todo fuera super guay, que me acogieran en sus vidas para que yo aún, me sintiera mejor.

Recuerdo que nos invitaban a sus casas (los super), en plan barbacoa y muchos jiji. Cuando iba, la mayoría de las veces sola con mis peques puesto que como ya os dije a mi marido no le gustaba nada esa gente, pero una vez allí veías que todo era perfecto, como de libro un matrimonio perfecto, unos hijos super bien educados un respeto entre ellos, que a mi la verdad me dejaba anonadada. Supongo que desde fuera, como lo veía yo, son el matrimonio que a todo el mundo les gustaría llevar y máxime después de venir de tanto tormento, los hechos acontecidos en mi familia…. Dios era, no sé muy bien cómo explicaros, eran dignos de envidia ya digo matrimonios modelo o por los menos en el rato que estaba con ellos, todo era una sonrisa permanente, supongo, que como cuenta EBE, ante los demás deben ser así, es decir una farsa más...

Yo llegué a pensar, incluso creo que sigo pensándolo, más que nada por mis vivencias con mis padres, que si ambos son de la obra el matrimonio es perfecto pero, por el contrario si es ella la que está dentro, todo se va a pique. Han sido muchos matrimonios los que he visto caer por este motivo así que quizás por eso, también me insistían tanto en que mi marido tenia que estar dentro.

A mí me daba verdadera envidia ver a esos maridos tan entregados que le ayudaban a sus mujeres, que se implicaban con sus hijos aunque realmente pienso que es su modus operandi ante la gente.

Bueno, yo decidí o eso me hicieron creer… que era mi vocación. Me estaba pasando como a mi madre, que los momentos en los que realmente me sentía bien, me sentía alegre, era cuando estaba con ellos, luego también tenia charlas y confidencias con mi madre que jamás había tenido, y eso también me llenaba.

Con lo cual y no recuerdo muy bien cómo fue, hablé con la numeraria esta y le dije que cómo iba eso, ya que yo pensaba que ya pertenecía a ese mundo, jeje, ilusa.

Ella me dijo que tenia que escribirle una carta al padre explicándole cómo me sentía y qué era lo que yo quería, es decir, diciéndole que realmente me había dado cuenta que esa era mi vocación y que le pedía, jejeje, como que me hiciera el favor, vamos, para entrar como supernumeraria.

Me dejó sola escribiendo la carta y además ella estaba muy eufórica, ya que en el mismo día pitábamos dos. Al rato de estar escribiendo la carta, entró. A mí, en ningún momento, me dijo que la dejara abierta, que va!, simplemente como ya era tal la confianza, como ya prácticamente sabia todo sobre mí y mi alma estaba desnuda ante ella, pues se la dí para que ella la leyera y me dijera si estaba bien (hay que recordar que ella había sido mi profe) con lo cual qué mejor que ella para decirme si estaba mal o bien.

No recuerdo muy bien cómo fue todo lo que siguió aquel día, sólo que me dio algunas instrucciones a seguir como: que me comprara una agenda y algún libro que vendían allí mismo, si mal no recuerdo cosa que a mí me parecía muy normal ya que estaba acostumbrada a ese tipo de cosas y a seguir ordenes.

Mi madre me felicitó, todo el mundo estaba como con una sonrisilla, por supuesto pasé al confesionario para comunicárselo al cura en cuestión y que me dijo también cada cuánto tiempo tenia que pasar por allí.

Yo también estaba contenta, ya digo, creía que era mi salvación y además ya no veía a todo el mundo en mi contra, ya era como si se me hubieran abierto las puertas hacia una vida mejor, una vida con objetivos y el primero de ellos era cómo engañar a mi marido, ya que eso en esos momentos era mi gran preocupación porque estaba recién casada, estaba muy enamorada y quería hacerlo bien para que él fuera igual de feliz que yo era en esos momentos.

Claro está,que ni media palabra, buf, eso lo llevaba fatal puesto que yo se lo contaba todo.

Tenia a los dos nenes super pequeños, no podía dejárselos a él para hacer mis obligaciones, porque, ¿qué le decía? así que me las vi y me las deseé para poder hacer todo lo que se suponía que tenia que hacer.

Esperaba que se fuera a trabajar y en cuanto salía por la puerta, yo corría para ir a misa, lo primerito… recuerdo que en aquellos momentos mi madre sí me echaba una mano con los peques, claro, ante todo tenia que cumplir con la obra.

A mi me atormentaba el vivir con mi recién marido con mentiras pero me insistían que ese era el modo para que él se acercara, que cuando él viera que yo era feliz pues que yo sabría cómo hacerlo, y si no ellos ya se encargarían de atraerlo, jejeje, pero él era durito de pelar.

Y encima, todo en vez de ir a mejor iba a peor, porque yo quería ir a misa los domingos con él.

Porque yo quería que él me acompañara a las actividades familiares que se organizaban.

Con lo cuál todo se iba convirtiendo en un estado de ansiedad que no podía soportar, claro está que todo eso se te iba de la cabeza cuando tu confesor y tu directora te decían que no pasaba nada, que eso era incluso mejor, que mi sacrificio era lo que santificaba, que lo ofreciera, buffff, no sabéis en cuantas ocasiones he escuchado esa frasecita.

Pero digo yo ¿Cómo una persona que no está casada (el cura, la numeraria), cómo una persona que no sabe lo que es la vida matrimonial, ¿cómo se atreven a dar consejos de cómo llevar el matrimonio? ¿Cómo te dan directrices a seguir si ellos no tienen ni idea?

El agobio también llegó cuando me dijeron que no podía poner medios para no tener más hijos, por favor, ¿cómo iba a hacerlo? ¡Si acababa de tener un bebé y dos partos muy muy difíciles…. ¿Cómo hacia yo para explicarle a mi marido que no había medios que valieran?

A eso también le pusieron pronta solución.

El método billing!!! esa era la única manera. Entonces mi madre me puso en contacto con una super,(médico que no ejercía) para que me explicara cómo era eso del método.

Recuerdo que me reunía con ella, no me acuerdo muy bien las veces, pero me explicaba, científicamente, cómo funcionaba la cosa. A mi me llamó mucho la atención,yo siempre había estudiado medicina ya que era mi profesión frustrada y me apasionaba.

Pero he aquí el problema, había que llevarlo a la practica y mi marido me decía que no hay tu tía: que él no se iba a esperar a que yo no estuviera fértil, !!que en que mundo vivíamos!!!.

Madre mía!! qué problema, a mí eso me atormentaba porque cada vez que me confesaba tenia que decirle al tipo este que había pecado,y la respuesta:

-No te preocupes, si tú tienes clarisimo que no quieres… pues tranquila, el que peca es él.

¡¡¡¡POR FAVOR!!!! es decir, yo tenia que tener clarisimo que cuando tuviera relaciones con mi marido, que yo no estaba de acuerdo con los medios pero por otra parte, si no podía disuadirlo, pues que estuviera tranqui, porque el pecador era él, además qué decir, que no te puedes negar a tener relaciones porque es tu marido y puede hacer uso del matrimonio cuando quiera. DE LOCOS, bufff, y digo yo ¿es normal eso? ¿es normal que se lleguen a meter tan dentro de tu intimidad??? Era una psicosis, había que evitar otro embarazo (por mi salud) y encima tenia que fingir ante mi marido porque tenia que tener plena convicción de que yo no estaba de acuerdo, para que no hubiera pecado por parte mía. ¿Hay mente que resista eso?

Consejos de mi madre ante mi preocupación:

- "Hija, por favor, tienes que saber cómo hacerlo, los días que estés fértil ponte unas bragas de “esparto”. Jeje, que eso iba a evitar que un crio con 22 años, dejara su libido, jajajaja.

La cuestión es que yo ya estaba tan obsesionada que en varias ocasiones me negué a ello y el también que confuso con todo lo que pasaba, llegó a abusar de mí. QUE PENA, qué tristeza tan grande, no sabía cómo hacer las cosas y evidentemente cuando le conté a mi madre que mi marido me había forzado, ella ni corta ni perezosa me respondió:

- "Es tu marido y puede hacer uso cuando el quiera y si tu no has sido lo suficientemente lista para disuadirlo, pues… se siente".

MADRE MÍA!!!! ¿es también eso normal por parte de una madre? por favor... ¿se puede llegar a pensar eso de verdad?? yo me pongo en el pellejo (de madre) y si mi hija me viene a decir que su marido ha hecho eso lo primero que hago es agarrarlo…. ¡¡¡¿lo mataría?!!! supongo que si.

En fin, todo había que ofrecerlo, todo, por conseguir llegar a “esa santidad“, para conseguir ser una esposa abnegada y conseguir que mi marido estuviera tan contento que comulgara con mi vocación, que por supuesto aún no sabia que existía. Mi matrimonio se había convertido en una farsa, como todo lo que les rodea.

Evidentemente me las tenia que ingeniar para cumplir con todo sin que el se diera cuenta, era dificilisimo!!!! ¿¿Cómo hacer tantas cosas sin que se dé cuenta la persona con la que compartes tu vida??

Vosotros, los que habéis estado dentro, sabéis,la cantidad de obligaciones para con la obra que hay que hacer… ¿¿es posible vivir con esa mentira¿?¿?

¿¿Qué clase de psicología y poder de persuasión tiene toda esta gente para llegar a manipular así a una persona y que realmente se lo crea???

Dejo esa pregunta en el aire....


Cuando recién casada y con dos bebés me metí ahí, intentando (supongo que como todos) encontrar la paz y la felicidad y viendo que en vez de paz, lo único que pasaba eran los problemas con mi marido por intentar engañarlo y el desasosiego que ello me producía, ya que no conseguía nada positivo con respecto a él y al opus y eso me traía en un sin vivir. Como sin vivir me traía cada vez que tenía que hablar con la dire en cuestión y que me abriera la agenda y siguiera preguntándome cosas sobre mis amigas, conocidos, etc…

Eso me traía de cabeza, ya que anteriormente había vivido el acoso de mi madre hacia nuestros conocidos, entonces, cada vez que me señalaban a alguien de mi entorno para llevarlo a una de esas charlas pues… se me caía la cara de vergüenza y no era capaz de hacer tal cosa.

No me decían que llevara almas, como he leído en otros casos, sólo me decían y muy psicodélicamente, que las llevara por el club, pero yo no era capaz, eso sí, si me decían: “Tienes que llevar a alguien a tal sitio o tienes que organizar una merienda en tu casa”, yo estaba siempre dispuesta a todo, siempre y cuando no tuviera que meter a nadie conocido.

Siempre estaba dispuesta, aún en contra de mi marido a prestar mi coche, a irme con la cámara de fotos o de vídeo y dejarla a su servicio, yo que sé, cosas que realmente no me costaba mucho hacer, ya que siempre he sido lo más servicial posible y ni mucho menos por aquello, entonces no lo veía como un abuso (ahora sí, claro).

Esto, ya digo, lo único que empezó a traerme fueron problemas en mi recién estrenado matrimonio y como siempre, ellos le pusieron solución. El caso de NVLP puedo ratificar que no es el único, como ya hemos visto con más gente. Me dijeron que estaba pasándolo mal con mi matrimonio porque éramos muy jóvenes e inexpertos, y que lo que necesitábamos era a alguien que nos orientara en cómo llevar la vida matrimonial (ahora pienso que ya no sabían cómo hacer que mi marido entrara), entonces me indicaron que había una señora y un señor, psiquiatras, que se dedicaban a orientarte, por cierto familiares del famoso Dr. Rojas.

Mi marido tan sólo fue una vez y se negó por activa y por pasiva a volver por allí, pero no sin antes empastillarnos a los dos y pasarle la factura de las sesiones a mi señora madre, como se había acordado (era la condición que ella nos había puesto). Él no tomó pastillas pero yo me hinché, claro, la que estaba viviendo una farsa y la que le mentía continuamente a su marido y no tenía fuerzas para nada, era yo.

Ah, tengo que decir que mis charlas fraternas ya no me las llevaba mi seño de entonces (la que me metió), me pusieron a una tipa que me presentaron y que de la noche a la mañana, joe, sabía todo sobre mi vida y por supuesto no le daba ni el más mínimo reparo en preguntar cosas. ¿Qué puedo decir? Que no me gustó un pelo y creo que por ahí empecé a abrir los ojos. Yo no sabía qué eso era una charla fraterna ni que tuviera obligación de hacerlas, simplemente se ponían a ello y yo, mojigata pues accedía pero a mí nadie me había explicado. ¿¿Quién narices se creía esa para abrir mi agenda y empezar a preguntarme cosas intimas¿¿?? ¿Es que no les da vergüenza?

Por supuesto, seguía con mi vida en la obra y recuerdo que me pasaba el día colgada de un rosario porque, ¡¡por Dios!! no te da tiempo a rezar y leer tanto teniendo otras obligaciones, jeje, ahora comprendo por qué mi madre madruga tanto.

Mi salida de allí no fue nada espectacular ni problemática… ah, puedo decir que me quedé de nuevo embarazada (¡¡ese método billing tan estupendo!!).

Recuerdo que un día me llamó la numeraria en cuestión y me dijo que al día siguiente por la mañana tenía que ir a un curso para supernumerarias. Yo le dije que por supuesto.

El problema estuvo en que yo tenía dos enanísimos y la peque era una llorona nocturna, y no pegaba ni ojo. Recuerdo los consejos de mi abuela que me decía: -¡¡hija mía!! no puedes seguir así, aprovecha las horas en que la niña duerme para descansar tú… pero, claro, ¿cómo lo hacía? Tenía al otro con 15 meses y ésta con un par de ellos y las demás cosas. Voy al grano, esa noche en particular, la nena no paró (tenía el sueño cambiado, la puñetera) pero quizás fue ella la que me salvó porque, cuando amaneció y se quedó dormida, imaginaos, yo caí redonda. Claro, hay que decir que también las pastillas hicieron su trabajo… así que no fui a tal reunión con lo cual antes de medio día me volvieron a llamar en un tonito bastante alto, como regañándome, de que por qué había faltad. Ilusa de mí. Les conté la verdad: me he quedado frita. -¡¡¡PERO POR DIOS, QUE FALTA DE ESPÍRITU ES ESE!!!, esas excusas no valen, ¡es pecado! ¡¡¡es pereza!!!. Las narices: es agotamiento.

- Otra voz a través del teléfono, me informó que a la 16:00h había otra reunión a la cual no podía faltar. Mi respuesta: A ver, ¿cómo voy a ir si mi marido llega a comer a la 15:30h?

- Numeraria: pues mira mona, apáñatelas, ponle la comida y te vienes.

- Yo: ¿Y qué le cuento? ¿Y cómo lo voy a dejar comer solo y con los enanos?

- Numeraria: Te inventas algo pero no puedes faltar.

Yo me quedé patidifusa, me vinieron los recuerdos de cuando mi padre contaba que mi madre le dejaba la comida en una esquina de la mesa y que se quedaba solo y recordé la frustración que eso le producía. ¿Cómo iba a hacer yo lo mismo que mi madre cuando tanto la había criticado? ¿Estaba yo acaso siguiendo los mismos pasos que ella¿?

Pero como no paran de repetirte que el demonio se sirve de los que están fuera para ser nuestras tentaciones hacia el pecado pues… ¡¡¡por favor!! Yo ya veía a mi marido como un endemoniado, ¡¡e, horroroso!!

¡¡¡MADRE MÍA, QUÉ DILEMA!!!

Yo había entrado porque me dijeron que la familia era lo primero (claro, ellos), que tu marido, que tus hijos, eso que yo veía en los demás matrimonios, eso fue lo que a mí me atrajo.

¿Y ahora? ¿Dónde estaba lo que yo había visto?

Sólo mentiras, una detrás de otra, hacia la gente que me quería, sólo crisis de ansiedad y un desasosiego tremendo que se solucionaba con pastillas. A ellos, tú familia les importa tres pimientos.

Estaba agotada psicológicamente, no podía seguir así, pero la presión era mucha: mi trabajo, mi familia, mi casa, todo dependía de mi madre, y cómo le iba a decir que ya no quería eso para mí si en el único momento de mi vida en que mi madre ha estado de acuerdo con algo de lo que he hecho era ahí, y si me salía, buff, otra decepción para ella, claro, nunca hacia nada a derechas ya me hartara de trabajar para sacar los negocios familiares adelante y para sacarla a ella y a mis hermanos de toda esa psicosis por su divorcio; psicosis, claro, la que ella se había montado en su coco y nos había envenenado a los demás.

Bueno pues gracias al profundo enamoramiento que tenia por mi marido y después de ver que el estar en la obra, lo único que hacía era separarme de él, en vez de esa unión que yo esperaba, pues decidí que ya no podía más.

No le dije nada a mi madre, simplemente llamé por teléfono al club para ponerme en contacto con la que había sido mi seño. Yo no quería hablar con la nueva, pero… qué casualidad que no me la pudieron pasar y se puso esta señorita, a la cual le dije:

- Mira: no he ido a la reunión porque yo no voy a dejar a mi marido solo comiendo cuando no es un caso mayor y como me he dado cuenta que para vosotros son más importante las reuniones que mi propia familia, pues he decidido que no me llaméis más porque no pienso ir más por allí ya que todo esto me parece fatal.

Yo esperaba una reprimenda o bien que me intentara convencer de algo, pero no medió palabra.

Simplemente: ok, como tú veas, hasta luego.

¡¡Que peso me quité de encima!! Todavía suspiro cuando me acuerdo. Entonces le eché valor y a mi madre le dije exactamente lo mismo y añadiéndole ¿o es que acaso quieres que esto termine con mi matrimonio?

Eso fue todo, no me lo podía creer, nadie me llamó para pedirme explicaciones. Supongo (ahora) que mi madre siguió pagando mi aportación (no sé muy bien cómo va eso) y por eso estuvieron calladitas.

Pero eso sí, el buen rollo que había cuando iba al cole a por mis hermanos y mi peque, se acabó de repente. Me di cuenta de que ya nadie se comportaba de la misma manera ¿Es que acaso yo se lo había contado a alguien más? ¿Cómo lo sabían? No me saludaban y me esquivaban. Es como si a toda esa gente, con la que has pasado ratos estupendos en sus casas, en la tuya, en el club, es, como si no las hubieras conocido nunca. ¡¡INCREÍBLE!!

Mi madre, por supuesto, me seguía necesitando, entonces, no tomó represalias, pero como era y es una mujer con recursos, y supongo que yo ya era una apestada, pues la verdad, no sé muy bien cómo lo hicieron, pero, de la noche a la mañana, me dijo que se iba de la ciudad. La excusa que me puso fue el que estaba harta de que la gente le preguntara por su divorcio, y el sentir que todo el mundo la señalaba con el dedo.

Así que ni corta ni perezosa, tramó un plan para irse con mis hermanos, plan por supuesto en el que me involucraba a mí, y plan que le habían trazado otros.

Pero bueno, eso es otro capítulo que no tiene desperdicio, ya que se valieron de ella para hacer una gran inversión en otra ciudad para seguir haciendo apostolado y seguir sacándole hasta el último duro.




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